El tercer número del fanzine ‘Etcétera’ contiene 49 fobias y filias presentadas en múltiples formatos: ilustraciones, historietas, fotografías, cuentos, poemas, etc. ¡Bienvenid@ a esta experiencia hecha fanzine!
Portada: ilustración de Santiago Oliveros - Colombia Agradecemos a la siniestra Natalia Gómez y a Papaya Galáctica por echar una ‘mano’ en la edición y producción. Selección de obras, Retoque, Diagramación, Producción, Encuadernación, Acabados, Servicios Generales, Transporte y Distribución:
Adriana Trillos - Nicaragua
Andres Camilo Bernal Tobar- Colombia
Catalina Vรกsquez - Colombia
Benenus Atrofius - Colombia
El Coleccionista
por Alberto Sánchez Arguello Nicaragua Sebastián Idiáquez siempre fue un coleccionista. De niño buscaba incansablemente hojas secas de liquidámbar, piedritas con texturas curiosas y pieles mudadas de las cigarras. Sus padres intentaron con todas sus fuerzas exorcizarlo de aquellas mañas, pero más pudo su vicio y acabó convirtiendo su cuarto en un museo natural. En su adolescencia, se dedicó a coleccionar cartas de amor no respondidas, envases de perfumes baratos, etiquetas de cerveza y billetes fuera de circulación. Luego sus padres murieron y terminó viviendo con un tío lejano que era zapatero. En aquel tiempo botó todas sus colecciones y dedicó sus ratos libres a caminar en pasillos de supermercado. Un día la obsesión lo volvió a atacar: se dedicó a la colección de zapatos. Aquello suscitó enorme molestia entre la gente porque se emperró en coleccionarlos con todo y pies. Idiáquez sierra en mano, multiplicó el número de lisiados y mermó los ingresos de su tío. Llegó incluso a provocar daños irreparables en el deporte cuando se aficionó por los tenis. Un día lo llevaron al psiquiatra y después de arduas sesiones lograron cambiarle la obsesión. Aunque he de confesar que el cambio vino para peor: ahora colecciona sombreros.
DavidSick - Colombia
Pez de metal
Por Juan Almonacid Colombia Jamás aprendí a nadar. Me hundo como una piedra. Entro al agua como quien camina por el corredor hacia la silla eléctrica. Tomo varios vasos de agua al día, paso horas mirando llover, veo monstruos inofensivos en las nubes, produzco cantidades extraordinarias de saliva frente a una torta de chocolate, sudo como un caballo y lloro sin falta en las mañanas. Eso, sin contar que dicen que somos setenta por ciento vísceras líquidas, es la cantidad de agua que tolero. Encontrarme de frente con una masa acuosa mayor significa un cambio inmediato en mi semblante. Se traduce en un temblor que va aumentando al ritmo del pánico. Suelo bañarme de pie, con agua hirviendo, dejando caer un chorro desollador en mi cara, hasta que aparece el agua cara de hielo que me despierta y me obliga a salir. Algún día alguien se inventará un géiser doméstico que permanezca a esa temperatura ideal, y una plancha para dedos arrugados. No soporto sentir los dedos como la cáscara de una fruta podrida. (Aún así, me gustan las manos de mi abuelo. Son secas, cortadas, cordilleras en miniatura en cada falange, del material de las escamas. A los peces les gusta el agua desde que nacen. Debe ser por eso que su piel escamosa brilla, como mis dedos cuando me quedo largo rato bajo la ducha. Pero no soy ni pez ni abuelo. Presiento que algún día seré uno de los dos.) Una toalla enorme y blanca siempre me espera colgada, salvándome de esa sensación desagradable de piel húmeda y de las gotas que quedan colgando al borde de mis esquinas a punto de saltar. Tengo la piel del grosor de una hoja blanca de papel. Un día despejado me produce náuseas, los poros se cierran con llave y aún así, el sol y su crayón rojo me pinta las mejillas y la nariz con gracia y sin piedad. Es muy posible que haya nacido en una alcantarilla. Nacer en una cueva de desperdicio y fluidos es la justificación que encuentro a mis fobias líquidas. Doy por hecho que crecí húmedo, oyendo los ruidos de la superficie, los pasos, los autos, las sirenas, el tráfico, sin la luz del día, escondido detrás de los edificios de treinta pisos. Desde entonces necesité respirar pavimento y humo. Busco la sombra, el ruido metálico, el timbre de los teléfonos, el frenazo escandaloso de los buses, y todo aquello que aplaste el silencio. Me es vital hacer parte de una máquina perfecta, cronometrada y seca. Imprescindible que mis zapatos toquen firmemente los andenes, que no se hundan en un remolino acuoso y variable. Ir por la calle, las vitrinas llenas de basura etiquetada llenando el paisaje, la gente caminando sin mirar, como burbujas en una botella de soda buscando la superficie. Todo se mueve, todo tiende a hacerse extrañamente vivo. Pero nadie colapsa, nada se toca. Sé nadar entre el aire ennegrecido y contaminado. Mi pequeño gran acuario de concreto. El agua al nivel del subsuelo.
Edith Hurtado - Colombia
Antes de ser cremado vivo Por Saúl Antonio Munevar Colombia
Díganle que estoy insatisfecho de tanta vida y ahora aferrado a la hierba untada de abismo pueden bautizarlo con mi nombre y apellido. Díganle que estoy insatisfecho de tanta vida y las discusiones sobre la memoria de Dios y sus mensajes cifrados ya las he olvidado. Siempre tuvo la razón aquella inocente víctima de la fe. Díganle también que estoy satisfecho de tanto orgullo, ahora por fin he bajado los hombros junto con la cabeza, más sumiso que antes, cierro los ojos ante aquel viento con tierra en las miradas. No olviden mencionarle que detesto el drama y dejo una novela inconclusa inspirada en lo que fuimos; a su conciencia, termine de tejerla: -En la última página, los protagonistas se desnudaban la boca, se desnudaban los ojos y las orejas, se vestían con sus pieles recién mudadas, se cegaban y amordazaban con cada girón y cada retazo hasta deshilarse los cuerpos en el viento sobre mí regazo.Como todos sabían ese protagonista no era yo. Díganle que extrañaré el sabor de su sangre mensual con algo de vino; ella sabrá convertir lo siguiente en un cuento o tal vez en un poema con ritmo: -un hombre ama por partes a una mujer en su cabeza, luego la ama con palabras afiladas, después con cartas heridas y al final le hace el amor con un cuchillo en la garganta. Me gustaba el título de “gulas y amor caníbal”Díganle por último que las fuerzas en mis dedos me abandonan. Por fin me siento satisfecho y sincero, nunca pude terminar un cuento o un poema y menos empezar aquella novela, tengo los dedos cansados de intentarlo, le regreso sus letras prestadas, ahora debo estar cayendo, en cualquier otra parte con mi hierba untada al viento. La carne encerrada tanto tiempo se daña, la piel oculta del sol se pulveriza; soy cuatro paredes de verde pino al fuego, con cuatro columnas que serán carcomidas, asoman los clavos que me sostienen, se aflojan mis huesos quebradizos, arde la fiebre bajo el vestido negro, el musculo fálico se endurece.
Juan Felipe Osorio Betancur - Colombia
Los perseguidos -Homofobia-
por Yulieth Mora Garzón Colombia ¡Nos han perseguido! Han hecho de nosotros una fila corta. Cuando dicen conocernos, no nos besan las manos. Escupen nuestras caras. Nos revisan los dientes, dudan de la salud de nuestra sangre. Nos escudriñan con la duda constante con la pregunta inoportuna. ¡Nos marcan! Etiquetados con triángulos rosas y palabras invisibles. De reojo nos desnudan en la mitad de la calle. Nos ridiculizan faltando al espíritu de la verdad. Algunos pretensiosos quieren cambiarnos, Fabrican pastillas y fe para echarnos a andar por otros caminos. Nos revisan las uñas, los cabellos y el iris de los ojos, Para ellos nuestro cuerpo no es puro. ¡Nos odian! Nos cambian el nombre. Así nos convierten en gastada marquilla de un saco podrido. Se avergüenzan de nuestras maneras cuando la pena nos les incumbe. La ironía les duele porque en el exterminio, Nacemos en todas las cosas del mundo, en todo reflejo brillamos. La diferencia nos arroja a ese lugar prometido de la pluralidad. ¡Nos juzgan! Como si nos supieran de memoria, Hablan de inferioridades y locura. Nos atacan con mitos y contagios. ¡Todo lo gritan! ¡Todo lo gritan! Todo lo gritan y se escucha más fuerte, Cuando tenemos el labio en la ventana del sexo de sus hijas e hijos, Cuando ellas nos escriben cartas o ellos nos dan una caricia. Cuando nos aman con su gesto. Llega la hora de la violencia. A patadas e insultos golpean la puerta, Quieren llevarnos bien lejos pero eso ya no importa. La alegría se ha consumado en nuestras bocas calientes. El delito está hecho. La libertad purificada. ¿Por qué somos perseguidos? Si lo único que hacemos es amar Porque los perseguidos amamos y nos sabemos amados. Amamos a sus hijas, a sus primos y hermanas en la santa palabra de la igualdad.
Jhonny Vital - Colombia
Homicidio por Camilo Ernesto Diaz Parada Colombia 28 de Febrero de 2013
Las manos me sudan y siento una gran presión en el estomago. Trato de dominarme pero no lo consigo. Estoy atravesando nuevamente el umbral de la irracionalidad. Respiro agitadamente… Mi analista dice que estoy pronto a desarrollar una fobia. ¿Una fobia? ¿Una fobia de qué? ¿De ti? Es imposible. Me niego a creerlo. Te conozco hace más de 20 años, sé exactamente cómo eres. Sé que te gusta y qué te disgusta. Te conozco de mañana a noche. Es absurdo pensar que me puedas generar miedo. Definitivamente no puedes ser tú. ¿O quizás sí? ¡No me mires de esa manera! Esto es insoportable, vuelve el dolor… Parece que si eres tú. No me había dado cuenta, pero cada día es más tedioso llegar a casa y permanecer allí contigo. Desde que bajo del autobús la tensión se eleva y cada paso es como una intravenosa de ansiedad pura. Lo peor es que siempre vas ahí conmigo. Cada vitrina me lo recuerda. Qué dolor de cabeza tan infernal. Nuevamente me desoriento. De a pocos una bruma espesa cubre mis ojos. El terror se apodera de mí. Cada día es peor… Siempre que puedo prolongo mi llegada. En ocasiones tomo el camino alterno, ese que es largo e innecesario y además está lleno de gente indeseable. Solo con la esperanza de que alguien se sienta intranquilo con mi presencia y se decida a lastimarme. Así al menos iría a un hospital y habría ganado un día alejado de tu presencia. Me siento incapaz de moverme. Mis músculos permanecen quietos. Solo funcionan mis manos y mis dedos que escriben esta nota. Sigues ahí, me causas pavor. Cómo puede ser posible esto… Incluso he llegado a mantener una conversación con el viejo del 103. Qué hombre tan desagradable y aburrido. Solo me inspira lastima. Todos sus comentarios giran en torno a cómo pasó o pasará sus vacaciones en Europa. La ropa de diseñador que tiene o sus salidas a las zonas más exclusivas del área metropolitana. ¡Qué imbécil! Si todo eso fuera cierto no viviría en este sector de la ciudad. De verdad que me produce nauseas y sin embargo es mejor conversar con él que abrir la puerta del departamento y encontrarte justo ahí. Te lo advierto no voy a dejar que me sigas atormentando con tu presencia, haré lo que sea necesario para evitarlo incluso si ello implica matarte… - ¿Dónde está el resto del documento? - Mi teniente ese es un diario y esa es la última hoja. - ¡Humm! Está bien ¿Ya han podido comunicarse con algún familiar? - No señor. No hallamos datos de nadie más. Solo hemos encontrado varios espejos rotos y una tarjeta de presentación. - ¿Y de quién es la tarjeta? - Parece que es del terapeuta del muerto. - ¿Ya lo han llamado? ¿Qué ha dicho? - Eso es lo más extraño de todo mi teniente. Solo dijo una palabra antes de colgar. - ¿Cuál palabra? - Autofobia.
José Miguel Ríos Aza - Colombia
EL ESPECULADOR.COM
Porque el especulador, es lo que nos mantiene. por Luscus SECTOR FINANCIERO REPORTA GANACIAS DE CHOCHOCIENTOS BILLONES. Sin embargo el sector advierte que aún es débil y que deben tomarse medidas de contención. Febrero X, año XXXX. Redacción económica – agencia prostiprensa. En el día de hoy en la alocución de prensa llevada a cabo en el salón de convenciones Ali Baba Sanchez del Hotel Piltón en la ciudad de Cartagena, la representante de Asoatracaria, en nombre del sector bancario nacional - María Dadivas Encuella – anunció que por enésimo año consecutivo las ganancias del sector financiero superaron todas las expectativas, para beneplácito de los representantes de mas de 50 bancos nacionales que en la heroica se congregaban. Con sendas gráficas de barras (no carcelarias) y pastel gourmet, la doctora Encuella dió su parte de tranquilidad y confianza en el futuro del gremio, no sin advertir que aún no se ha superado la crisis. Según sus declaraciones: “la desbancarización de la población colombiana es rampante y solo podremos confiar en el buen rumbo de nuestra economía cuando todos los estratos y fuerza trabajadora formal e informal contribuyan a este gran motor de nuestra nación”. También añadió -ante algunas críticas sobre la posible desigualdad social propiciada por el sector- que “El gusto por en dinero no debe ser mal visto, ya que es el estimulo que toda sociedad democrática necesita para desarrollarse de una manera que impacte los indices económicos de productividad”. Por último concluyó que un sector bancario sano es garantía de prosperidad, razón por la cual aún se requieren medidas de protección del gremio para blindarlo contra la crisis internacional. De otro lado, el reconocido banquero Luis Caco Sarniento Especulo, dueño del 70% del sector asociado en su holding Grupo Anal, aseguró que la confianza inversionista y la fortaleza de la cartera y los depósitos de los cuentahabientes, son un requisito indispensable para la financiación de todos los campos del sector productivo y de servicios, razón por la cual incluso insinuó que un ajuste del 9% en los servicios bancarios, sería un justo reconocimiento y aliciente para que el sector siga en su loable labor. Finalmente con una cálida sonrisa y ante las cámaras, hizo el símbolo de victoria y profirió que “En el grupo anal vamos a meterla con toda” mientras se negó a dar declaraciones sobre el matrimonio de su hija Sara Valentina Sarniento Especulo con el hijo del superintendente bancario y de supersociedades. El coctel final fue amenizado por el artista Juanes que regresa de su gira mundial “ahorrar es morir un poquito”. Etiquetas: asoatracaria.com - organización Luis Caco Sarniento Especulo. 666 comentarios de usuarios registrados. 1 comentario mostrado. 665 comentarios ocultos por lenguaje indecente. Ciudadanodeapie: como me causan asco estos banqueros, lo mejor es guardar la plata debajo del colchón. Luscus // alta-densidad.net
Matias Mendoza - Argentina
Una excusa para soñar por David Ortiz Castaño Colombia
Un buen día de estos, dios se quedará sin trabajo, las tristezas del alma serán cuentos de es-panto para noches de luna llena y tiempos oscuros. La llorona secará sus lágrimas, encontrará a su hijo y lo presentará en sociedad. Las ballenas arponearán japoneses y los pobres de Greenpeace tendrán que buscar una nueva lucha entre la defensa de las lechugas y los micro-bios desamparados. Un día haremos todo como está mandado, sin la jodida necesidad de tener el látigo a nuestras espaldas. Ese día nadie mirará por debajo del hombro a nadie y el metro cuadrado que más se valoriza será el metro cuadrado de espíritu. La paz no será, nunca más, la prima perdida de la guerra, esa que sale a buscar a toda costa, sin ganas de encontrarla. Le haremos unas cuantas fe de erratas a la biblia, el pecado original será la estupidez, añadi-remos un parágrafo que diga: nunca más dirás “mi mujer”; le daremos nuevo significado a los géneros, tanto así que la misma biblia se verá indecisa, no sabrá si entrar en el estante de la ficción o de las novelas históricas. Los desterrados con alma estarán en casa en cualquier sitio. Volveremos a ser hijos de la tie-rra. Nunca más las tostadas caerán del lado de la mantequilla, porque la mala suerte será un jue-guito de la desesperanza. El hombre no estará preocupado por la soledad, en cambio, la feste-jará y la convertirá en su aliada. Seremos…imperfectos. Amos del miedo que hiela las manos, seguros al caminar solos en la noche, capaces de darle al mundo más que un epitafio y unas flores. Solo así nos diremos las verdades que se esconden por conveniencia. Solo así le daremos a la felicidad el lugar que se merece, más cercano a su llamado, más lejanos de la antigua sordera del espíritu a la que nos condenamos.
c_to - Colombia
Miedo a Vivir
por Sorelestat Colombia ..a Angie Tatiana.
Hace diez días que lo enterramos. En ese pedazo de tierra quedó mi estropeado corazón, quedó atrapado con el hombre que amé. Quiero mandar el mundo a la mierda. Tengo rabia. A mi familia, a mis amigas les debo la agonía que siento ahora. En su insistencia de que buscara un amigo, que saliera del ostracismo de mi adolescencia. Es que a mis dieciséis años lo único que me importa es la música, el anime y el Internet. Todo se fue a la mierda cuando Andrés Muñoz se cruzó en mi camino, con su sonrisa perfecta, sus ojos azules, su sedoso y castaño cabello que caía sobre su espalda. Era músico y quería ser como Tilo Wolf. Aún no me explico cómo terminó en aquel potrero a las dos de la mañana con cuatro puñaladas en su pecho. Ha pasado un mes y sigo encerrada, no tengo fuerzas para moverme, para vivir. No he corrido la cortina en varios días, mis ojos han olvidado como es el sol. Me arrastro por el piso como una ameba, conozco cada rincón de la habitación, cada esquina, en las cuales me he acomodado para asesinar el tiempo. Odio a Dios, por haberme dado la felicidad y haber permitido que unos estúpidos me la arrebataran. Me odio, porque si no hubiera discutido con Andrés ese día, estaría vivo, él no hubiera ido a esa fiesta y nos hubiéramos quedado en la casa jugando al papá y la mamá. Odio Andrés por haberme dejado sola con esta aflicción. Cinco meses y aún me duele su ausencia. Mis padres han empezado a suministrarme una droga que les recomendaron para que me tuviera relajada. Por eso ahora que mi mente esta desligada de mi cabeza, me la paso en un mundo de elefantes rosados y unicornios negros. La maldita droga me produce diarrea y me da calambres en todo el cuerpo. Me mantiene más muerta de lo que estoy. Maldito Andrés. Maldito Dios. Maldito Amor. Si hubiera sabido que sufre tanto por amor, jamás hubiera abierto mi corazón. Enciendo el computador, es el único aparato que está en el cuarto, es la única ventana que abro de vez en cuando para ver al mundo y entro al FACE. Todavía estoy viva, todavía ocupo un lugar en este planeta. No le contesto a nadie, no hago nada, no quiero que sepan de mí, solo veo pasar las imágenes, las palabras, las estupideces que dicen mis amigos, y descubro que la vida sigue en movimiento. Sin importar lo que le paso Andrés, ¡que yo no exista! Que las caricias, los besos que le di no significaron nada, que haberle entregado mi virginidad no fue importante. Que mi amor por él no afectó el tiempo que pasa sin inmutarse. Que mi historia de amor fue una mierda. Ruego a ese Dios en él cual no creo que pueda encontrar cura para mi miedo a seguir adelante, miedo a vivir.
Laura Vanessa GutiĂŠrrez - Colombia
La Esqueleto
por Paola Esteban Colombia
Una tira de luz le penetraba la piel del rostro sin demoliciones. El color oscuro que le cubría los huesos se enrojecía ligeramente, se tostaba despacio a las ocho de la mañana. Era hora de recoger. No había habido buena pesca. Apenas dos anchoitas, un besugo y un bonito. Apenas para el desayuno, el almuerzo, la cena y el próximo desayuno, quizá después de pasar la rasca festiva del día de muertos, de brujas, de niños. Del mismo día con muchos nombres. Una ola le devolvió la red con plena fuerza y la tiró a la arena de la playa de espaldas, con los pelos cortos y crespos del cuello venidos a chocar contra los gránulos blancos y calientes de la playa. Los rayos le pegaron de lleno en los ojos entreabiertos y sobre los codos se bifurcaron dos tiras de piedritas de allí para allá. De allí para el antebrazo, de allá rumbo a los hombros, por entre la camisa vieja de color azul. Unos huesos le atraparon la pierna. Unos huesos secos y mojados a un mismo tiempo. Estiró el miembro derecho y la miró. Tenía una larguísima cabellera café con leche, enredada como una madeja y unos huesitos arenosos, a punto de deshacerse. Y lloraba. Sin ruidos, sólo con agua sal que le salía de las cuencas aparentemente vacías. La Pescadora se acercó más y miró a La Esqueleto. Se levantó espantada y dio tres pasos como de púgil, dispuesta a enfrentar al monstruo marino. Pero La Esqueleto la miraba con una sonrisa, con las gotas de agua sal y con los huesos que simulaban una mano incrustados en su tobillo derecho. Con el movimiento le había desencordado el brazo derecho a La Esqueleto, que se lo miró sin padecer y siguió al vaivén de los saltitos. Finalmente, La Pescadora se detuvo. Se agachó y la miró con los ojos despiertos y duros. Luego, cálidos. Y arenosos también. Sin sorpresa y con cuidado se la cargó al hombro. Se amarró la red a la cintura y se llevó a La Esqueleto para su choza.
Daniel Esteban Vacca - Colombia
Polvo Somos
por Mateo Ramírez Colombia Marco mira las estelas de luz en su cuarto, se asoma por la ventana y el viento polvoriento crepita al chocar con el vidrio tiznado por el paso del tiempo. La porquería se siente en el aire. Observa a su hermano Clau aproximándose aparatosamente por la calle roída. Marco procura agacharse detrás de la precaria cama azul que comparten. Clau entra con la bolsa de víveres y los deposita en una mesa. Con esfuerzo se arrebata la máscara de aire de su rostro y la apoya junto a la comida. Las patas de la mesa se rompen y la leche se riega junto al jugo de tomate en una ola de colores muertos que untan las pequeñas zapatillas de mimbre de Marco. El mongoloide se retrae y se retuerce; tumbado en el suelo se abraza a sus piernas y se mece para buscar paz en aquella estancia. La herrumbre ha sepultado la ciudad y la esperanza. Su hermano se acerca a él lentamente tratando de reconfortarlo, pero Marco se levanta sollozando y se lanza contra la pared. Gateando pesadamente (los cuarenta años no pasan solos), se acerca a la grieta oscura en una de las descoloridas paredes. La mira fijamente, calculando los universos infinitos que en ella habitan. La señala y lentamente la acaricia con su dedo índice. Su hermano Clau, preocupado como siempre. Con una expresión facial entre enternecida y fastidiada; la carga inmensa y viciada que es su hermano mayor enfermo. Escurre una lágrima por ambos. Marco tenía razón. Esa grieta representa el Fin del Mundo: la primera señal del declive natural y de la gangrena social que han ocurrido. La luz amarilla por la podrida contaminación retumba en el cuarto y en sus cabezas. Allí en esa grieta fue donde todo comenzó. Donde Marco primero notó como la estructura del edificio se venía a pedazos. Pero nadie le dio razón a lo que sucedía hasta que fue demasiado tarde. La humanidad estaba acabándose alrededor de ellos, pero todos lo llamaban loco. El Fin del Mundo a la vuelta de la esquina comienza con muy poco.
Javiera Cartees Wรถrner - Chile
Entender por VRr Colombia
Unos días me tapo los ojos. Otros... Me desquito con la boca. No digo nada. Solo escribo. Miro. Escucho (Te escucho) Y pienso (Te pienso)... Que tal vez si hicieras lo mismo. Un día como hoy. Y me ahorraras mil palabras. Voz. Y solo entendieras a mis ojos. Mi silencio. Y lo que escribo. Me harías sonreír al día siguiente.
Detrito - Colombia
Fredy Saul Serrano Buitrago - Colombia
Le Charcuterie - Colombia
Tan claro como un mal sueño
por Miguel Castillo Fuentes
Nadie se fijó en la criatura; suficiente teníamos con las casas repletas de agua y serpientes como para pensar en el hijo-monstruo de una vecina. Tratamos de no hacerlo pero lentamente, cuando el agua se fue y las enfermedades aparecieron, empezamos a hablar. Se oyó decir en cada tienda y esquina del pueblo que la culpa era de la criatura. La madre jamás lo dejó ver en la calle; lo escondía en la casa en un esfuerzo inútil por ocultarlo. “Es mi hijo”, nos gritó cuando fuimos por él, dispuestos a matarlo. Esa vez se salvó. Cuando teníamos rodeada la casa y las piedras ya volaban contra las ventanas, la policía llegó y nos detuvo. Después, fuimos nosotros los que empezamos a morir. No había nada claro, solo que los viejos y los niños eran enterrados al tiempo que las mujeres seguían sin concebir. Los campos, los pocos que quedaron después de las lluvias, tampoco quisieron volver a servir. La segunda vez que fuimos por él hasta la policía estuvo con nosotros. El teniente gritaba la orden antes de cada embestida contra la puerta. Después del quinto golpe la puerta cedió y la madre apareció llorando. Algunos hombres amarraron a la mujer a una viga de la casa y los otros agarramos a lo que era su hijo. Era una criatura con forma de bola, encogida entre sí. Estaba en un rincón del patio, lo veo ahora tan claro como un mal sueño. Espumas de carne sobresalían de su espalda, y arriba dos cabezas descansaban sobre un solo cuerpo. Las mujeres hicieron dos nudos con una sola cuerda y la colgaron sobre un árbol de guayabo que había frente a la casa. Nosotros –mi compadre y yo- le metimos los dos cuellos dentro de los nudos. Lo soltamos, y el grito doble de un monstruo nos espantó a todos hasta que al fin calló. Luego las cosas siguieron igual. Por eso nos fuimos; atrás quedó la madre bajo la sombra zigzagueante que es su hijo.
Mar铆a Isabel L贸pez - Colombia
¿Qué somos?
por Alejandra Mojocó Colombia
Julio vuelve a abrir los ojos. No sabe cuánto tiempo ha pasado en el transcurso de oscuridad a oscuridad. Porque hace ciento veinticinco meses no sale de eso que alguna vez fue su casa. Conoce perfectamente el número porque se ha ido arrancando progresivamente los vellos de su cuerpo, uno cada mes, para así tener presente el tiempo de ausencia solar. Hoy ha pasado veinticuatro años en el sillón verde donde siempre duerme. Lo apasiona ver cómo sus pelos salen de su cuerpo al aplicarles una buena cantidad de fuerza con sus dedos índice y pulgar. Mientras duerme, sueña que está dentro de una multitud y que las señoras de sombrero rojo comienzan a arrancarle sus órganos exteriores, llevándose con ellos una buena cantidad de cabellos. Asustado al despertar, toma en sus brazos una estructura antropomórfica que lleva con él cerca de setenta y ocho meses. Tiene todo el cuerpo cubierto de retazos de tela que le ha traído Gregomulcia, su mujer. El ser cubierto de aquellos pedazos de tela permanece inmóvil. Gregomulcia sabe que Julio le teme a los meses, y por ello manifiesta su redención a través de aquella lacerante erradicación de una débil pelambre. Además de ello, copula a menudo con aquél ser entelado. Al terminar, puede notarse cómo aquél ser petrificado presenta leves movimientos, como cuando se exhala sobre una débil pradera y se mueve un pequeño pasto, y luego como un estertor ínfimo, como un quejido avergonzado de sí. Gregomulcia siempre ha creído que aquel ser es tan sólo la evidencia del avance tecnológico y fetichista de los sex-shop. Julio conoce, en medio de las sempiternas tinieblas, el rostro apolíneo de Alejandra. Llegó un día, probablemente en Agosto, y le dijo a Julio que le mordiera las uñas de los pies y que en la medida de lo posible se las arrancase, para después de ésto colocar una cuchara caliente con miel helada en ella y prometerle, mediante este particular ritual, que procuraría transformarla en marioneta. Así lo hizo Julio, poco a poco colocando sobre su cuerpo tejidos que le encargaba a Gregomulcia, y que ella le traía con aplicada constancia. Gregomulcia sale todos los días al Centro de la Ciudad, le teme a los espacios oscuros en el mes de Abril, y al sol en el mes de Mayo. Evita las calles solas y se ocupa de encontrar espacios como buses a las seis de la tarde en una avenida principal. Siente profunda excitación al ser tocada inconscientemente por multitudes aglomeradas en un mismo lugar. Le teme a los zapatos sin cordones y se masturba con los tacones de veinte centímetros. Compra la tela que Julio aplicadamente le administra a la piel de Alejandra y duerme con un banano bajo la axila. Julio siente una extraña pasión por follar con la inmovilidad; Alejandra ama la asfixia cuando Julio la penetra mientras el incienso atraviesa sus pulmones. Gregomulcia es agorafílica; Julio, claustrofílico; Alejandra, ¿qué es Alejandra?
Kenshin Himura - Colombia
Fobia Iridiscente
por Manuela Hurtado Colombia
I Tobillosis aguda Yo soy de las tradicionales, con ataque de pánico abordo y toda la cosa (se reciben donaciones de bolsitas de papel). El corazón me aletea como si me hubiera tragado un colibrí, se me corta la respiración y en cuestión de minutos estoy revolcándome en el piso como devoto religioso -de esos de hoy- a los que les cae del cielo un don de lenguas que nadie nunca entiende y que después no recuerdan haber hablado pero pues, a caballo regalado… II Un ravioli que camina De nuevo me estoy desviando del tema, no puedo concentrarme, centrarme, ni sentarme; este nervio ciático me mata, supongo yo que es algún problema de circulación porque la sangre no corre con suficiencia lo que me provoca un astigmatismo miópico- irregular que degenerará algún dia en un infarto fulminante y por eso el constante dolor de mi brazo izquierdo. No puedo, sencillamente no puedo más, no me quiero ni ver… ¿Quién le dijo que podía apagar la luz ah, ah, ahhhhhh? III La chancleta de la mamá elevada a la N Me dijo -sal de tu zona de confort ¡enfréntalo! Y me pregunté ¿para que salir? ¿A ese mundo de abejas y sapos a que el sol me ilumine, la lluvia me moje, la tierra me ensucie, los duendes me persigan, las crezcas me floren, las serpientes me saquen la lengua, los carros tranquen, las plantas zumben, los ladrones se elijan, los politiqueros ladren y me de chichí siempre lejos de mi baño? Nuuuuuu mijito miedosa sí, pero atolondrada ni poquito.
Darwin Fuentes- Ecuador
Lo Que Quizas Hubiera Escrito Su UltimaVez
por Natalia Rodríguez Colombia
“Mi vida es complicada. Y con eso me refiero a demasiado gris en el ambiente, poca nitidez a la vista y mucho silencio en el aire. Aunque no tengo muy claro mi concepto de ‘vida’ y si aplica a un ser como yo... Es una pregunta existencial, si desde la dimensión de un rollo y una serie de imágenes que conforman una película se puede pensar. Nombres tengo muchos, pero soy un payaso en general, como para formar una idea y me pueda visualizar. Gustos tengo varios; disgustos en cantidad; cualidades contadas pero importantes y defectos... No tan contados pero igual de importantes. Aunque últimamente, sabe usted señor espectador, hay algo que me inquieta y he escuchado bastante en los diarios. Leí que una señora de edad le tenía un fuerte miedo a las naranjas. Que un presidente no le temía a la guerra, pero si a las puertas entre abiertas. Y un pequeño niño no podía mirar el cielo porque las nubes lo odiaban. Hubo un buen tiempo donde los periódicos se ocuparon de llenar titulares con palabras cómo: aerofobia, antropofobia, afenfosfobia, xenofobia y muchos antro, entro, enfo y fobias. Pero siempre se hablaba del común, gente normal, en especial gente. No había fobias y entros, intros para sombras, reflejos o payasos. Ningún artículo trataba de lo que un payaso debería temer. Y pues en mi caso, nunca lo pensé. Así que me senté en el escritorio y me puse a pensar en el tipo de fobia que debería tener un payaso (yo). Se me hizo algo difícil la cuestión. La alegría, tristeza, llanto, sentimientos, vivencias. Todo se me era normal (desde la perspectiva de un rollo de película). El miedo y temor los conocía en mi vida actoral, pero nunca los sentí hacia algo. De repente, comenzó un vértigo fuerte, un mareo, sensaciones de movimiento. No me podía quedar de pie. Empecé a sentirme vacío. Sin sangre, sin pulmones, sin corazón. Como si me dejarán sólo en cuerpo, sin alma. Luego vi que mis pies se borraban, luego mis tobillos, era un proceso delicado y leve pero me partía totalmente. Me estaba yendo. Cómo pude agarré una pluma y un papel y con gran agilidad escribí lo que tal vez algún día pensé para el momento de mi muerte. Ya me quedaba poco. Me había desvanecido todo, pero mis manos fueron las últimas en borrarse. Luego encontraron mi nota y sin más ni menos la publicaron. Selladas y entendidas, estas fueron mis últimas palabras: “Desde siempre hice lo que siempre quise ser. Lloré, reí, grité, amé, hice feliz. Pero nunca fui feliz. Nunca supe que es el miedo en realidad. Pero hoy tengo claro que desde muy dentro le temí a desaparecer. Charles. “
Mauricio Salcedo Barrera - Colombia
Mariposas Parisinas por Pablo Chilito Colombia
París, cuatro de la tarde, estoy caminando por una calle muy transitada, muy movida, todo el mundo camina de aquí para allá…Pero ¿cuál es el motivo por el cual estoy aquí? Las orejas, esas mariposas de color piel que van volando de lado a lado, de ciudad en ciudad, las veo y deseo tocarlas, tenerlas en mis manos, yo también tengo dos de esas mariposas en mi cabeza y todo el día vuelan. -Disculpe señora, ¿Me permite tocar sus orejas? -¿Pero de qué me habla joven? -Sus bellas mariposas, sus bellas orejas que no hacen más que ir de aquí para allá -Usted está loco joven, ahora mejor corra o llamo a la policía Merde. Debo correr, debo huir, en ningún lado me quieren pero yo sí las quiero a todas, quiero todas las orejas, quiero esas mariposas tan bellas y sutiles, qué sutileza con la que se pasean por las calles de París, por mi mente, todas van llenando mi cabeza… Les Duex Magots. Cinco y media. Entro al café. J’ai demandé un café et un croissant de chocolat. Me siento en una mesa que da hacia el vidrio y noto que una chica se sienta detrás de mí, seis de la tarde, me pongo a revisar unos apuntes y noto que la chica que está detrás de mí no hace más que mirar mis orejas. Corrijo un par de errores y termino lo que estaba escribiendo. Siento un calor en mis orejas, pero no hago caso a lo que pasa, pasan cinco minutos y se hace insoportable. -¿En qué te puedo ayudar? -¿Cómo te llamas? -André, Enchanté. ¿Cómo te llamas tú? -Charlotte…No puedo dejar de ver tus orejas Guardé mi libreta y me pasé a la mesa de Charlotte, ella estaba sonrojada, al verla yo también me sonrojé. Hubo un silencio que me mató por dentro, hasta que le hablé. -Y dime Charlotte, ¿qué ves de especial en mis orejas? -No lo sé, sólo me parecen las mariposas más hermosas que haya visto en mi vida, sólo sé que son hermosas y me dan ganas de ser una mariposa y volar con ellas En ese momento comprendí que era la mujer que había estado buscando toda mi vida, me quité el abrigo que llevaba y llevé mis manos hasta sus mariposas que llevaban un adorno. Un par de artes de perla. Las toque suavemente y sentí amor, sentí calor, me calentó los huesos. Ese día hacía frío. Ella tomó mis mariposas y sentí como si volara en ellas, como si se hubiera elevado a tres mil pies de altura, luego de eso me besó en los labios y salió corriendo del lugar. Me sentí decepcionado e intrigado por lo que había ocurrido. Pagué lo mío y lo de ella. París de nuevo. Siete de la noche. Seguí buscando mariposas entre las personas que andaban por allí. Me fui detrás de una pelirroja pero en el vuelo la perdí, nunca volví a saber de Charlotte.
Mauricio Soler - Colombia
Necrofobia
por Felipe Cristancho Colombia No sé por qué se imaginan ustedes que este personaje es un típico americano. No sé por qué asumen que el tribunal de juicios en el que los sitúo ahora es de esos que uno ve en las películas hollywoodenses. No sé por qué imaginan ahora al personaje principal en el estrado, acusado de homicidio, temeroso. -En la noche del catorce de febrero ¿mató usted a la señorita Daisy? -Bueno, pues no fui yo exactamente. Lo que la mató fue el hecho de que los proyectiles cilíndricos-ojivales que atravesaron su cuerpo impidieron el funcionamiento correcto del corazón, lo que hizo que no llegara oxígeno al cerebro dejándolo sin respuesta y eventualmente matándola. - ¿Pero fue usted quien disparó las balas? - Bueno, lo que hizo que salieran disparadas realmente fue la explosión que ocurre dentro del cañón de una pistola cuando se aprieta el gatillo. - ¿Fue usted quién apretó el gatillo? - Sí. - ¿Por qué lo hizo? No sé por qué se imaginan ahora la escena en blanco y negro. Él y su traje elegante. Un restaurante elegante. Ella, Daisy. Se cogen las manos, sonríen, ríen juntos. De fondo se escucha la guitarra de Django Reindhart… O tal vez “te amo a ti” de Rikarena, no estoy muy seguro. Ella le pide que cierre los ojos. Él hace un chiste. Se ríen juntos de nuevo. Con ternura ella cierra los ojos de él con su mano derecha. Él espera su sorpresa, sonríe como un niño en navidad. Ella se arrodilla, sobre una sola rodilla. Una cajita pequeña, una argolla de matrimonio. Abre los ojos, dice. Un violín desafinado. Pánico. La reacción es inmediata, la cara que pone uno cuando abre un closet y encuentra a un extraño allí escondido. Él y ella en el altar, acepto, una sonrisa, un beso apasionado, el primer hijo, el primer día de escuela, jugando con el pastel de aniversario, fotos, muchas fotos, sonrisas, envejecer juntos, una pareja de viejitos que aún caminan cogidos de la mano, los hijos se van, hacen sus vidas, él y ella solos otra vez, ella enferma, él la cuida, le pone paños en la frente, ya no puede hablar, cae muerta, él solo, íngrimo, cabizbajo, llorando. BANG BANG BANG BANG. Sudor. Daisy cae muerta. -Legítima defensa.
Dennys Moratto - Colombia
Moneda
por K” Colombia
Cara: Entra al auditorio y observa a las personas que allí se encuentran. Su ritmo cardiaco se acelera al contemplar sus palabras en el papel, hacerse más difusas y extrañas, ajenas a él y a un momento determinado de la historia; hacerse pinturas rupestres de alguna caverna donde no llega la luz. El público es impaciente frente al suceso, no lo comprende y por eso lo rechaza, observan al ponente en su padecimiento y sus ojos disparan la mirada de la pena. Gota de agua que cae en un estanque de quietud, la honda crece y crece hasta consumir lo imperturbable, ya su mente no es la misma. Su cuerpo cambia de estado y se vuelve líquido, la tonalidad de su voz, al hacer el esfuerzo de pronunciar palabra, también ha trasmutado a un ruido corto y perezoso, a un miserable susurro ronco. Levanta su rostro agachado, que estaba concentrado intentando descifrar aquellos garabatos que él había escrito en el papel, observa de nuevo al público y ya no es un cúmulo de personas sentadas y observando, dispuestas a escuchar ¡No! Ahora es un sólo amasijo de algo indescriptible, un monstruo inquisidor y lleno de ojos diferentes que, además de manejar lo incómodo de una mirada indeseada, también es amo de la crítica. Hace un misterioso conjuro, el monstruo, y la gravedad de aquel recinto se incrementa y lo aplasta ¡Pobre ponente! Intenta volver al mundo de los vivos, donde las palabras son caracteres inmóviles y su lectura es algo fácil y determinado, pero su propio ser lo detiene en esa iniciativa... Cruz: Sabe que ha llegado tarde, aunque su actitud no expresa ningún afán. Se acerca a la tarima, gira su cabeza hacia todas direcciones, ignorando en cierta medida a todos los presentes quienes han esperado por horas sólo para verlo. Se sienta en una silla que se posa en medio de la tarima, abre con gran lentitud un libro de poesía, su libro, lee el título de uno de sus poemas mientras el corazón parece estallarle de placer, improvisa una leve dedicación hacia Erató e inicia su declamación. Su mente inaugura un barco imaginario, lo aborda y comienza una travesía por sus rimas; su lírica es emocionante, lo llena, lo incorpora en una ilusión de colores jamás vistos, disfruta de todos los manjares que él mismo se ha preparado, la marea de palabras lo traslada hacia paradisíacos destinos. El público está en éxtasis, al igual que él. Termina su primer poema, sabe que ha atravesado corazones y sobrecargado las mentes, sabe que su alegría es irreductible, lo siente y, para llenarse aún más, explica, en una improvisación impecable, el por qué de su dedicación, la Eratofilia, su más desencadenado placer hacía la musa de la poesía. Recita con ahínco otro poema, se inventa otros muchos en la marcha, hace lo que le viene en gana, él esta en su salsa.
Juan Manuel Parra - Colombia
El Coprófilo por Michelle Lamus Betancur Colombia Faltan diez para las siete, mete la mano en su bolsillo… Nada. El otro bolsillo… La factura del almuerzo y el carné de la universidad. ¡Mierda! Le tocó caminar, van veinte cuadras y su cuerpo las siente como cien, respiración agitada, pies palpitantes y gotas de sudor escurriendo por su frente. Nicolás decide hacer una pausa, total, no hay afán, nadie lo espera. Camina por la séptima, y cansado, se sienta cerca de la Javeriana, ve a las dulces jovencitas que pasan y él sutilmente las repasa. Un olor a yerbabuena penetra su cerebro, es aromática, hmmm deliciosa y caliente, tal como Margarita. ¡Puta Margarita! Cuando la conoció era perfecta, era deseo, era un rose pasional, una caricia estremecedora y una conexión total. Grandes expectativas para su noche juntos, cuando llegó, fue vacía. Para él, ella no inspiraba exclusiva lujuria, aunque le excitaba, pensaba que estaban más allá. Para ella, él era alimento de su ego, motivación de sobra y calor de urgencia. A la semana, los gusanos aparecieron en la cama. Nicolás lo ignoró, no se escandalizaba con facilidad. Margarita continúo alimentándose de las vibraciones de Nicolás y cuanto más él la quería, más tibia se ponía. Él podía notar sus cambios físicos, su piel clara se estaba oscureciendo. Ella salía con otros, besaba a otros, deseaba a otros, se acostaba con otros, creían que la poseían, pero ella no era de nadie, ni se pertenecía, no estaba a servicio, dirigía el servicio y los demás sólo servían para eso. Cada pensamiento bueno que Nicolás tenía hacia ella, la volvía escurridiza. Cierto día, los sentidos de Nicolás reaccionaron y sintió el hedor, la putrefacción rodeaba las paredes, la cama, los muebles. Margarita se había ido, sólo dejó su olor. De la inmunda de Nicolás ya nada florecía. Bajó la cisterna. Y ahí sentado repasando universitarias, este recuerdo punzante le pedía revivirlo una vez más, en ese momento descubrió que tenía una fijación por una mujer única, cuyo interior no estaba más que lleno de excremento. Era Margarita, la mierdita. Cagado destino.
Alejandro Corredor Calder贸n - Colombia
Escuchaba jazz y se comía las uñas todas las tardes en su habitación en la pensión. Entre las tres y las cinco de la tarde, los trozos blancuzcos en forma de lunetas irregulares caían al piso. Era sagrado. Y a las siete y dos de la noche llamaba siempre Cornelio. Preguntaba por su estado y no había vez alguna en que la persona al otro lado de la línea replicara. Se escuchaban sólo sollozos nerviosos. Colgaba. Se seguía mordiendo las uñas. Lo hacía hasta que el primer trozo de carne era herido, enrojecía y comenzaba a sangrar. Llamaba siempre de nuevo a Cornelio. Pero ni una palabra. Dos horas de silencio. Salían las primeras estrellas y caía en un sueño amargo, fruto de su agotamiento, siempre junto al teléfono descolgado. Sin embargo, hoy no llamó. No contestó ninguna de las siete llamadas de Cornelio. Nadie encontró las lunetas ensangrentadas en la pensión. Cornelio desesperó y pensó lo peor. Agarró su revólver, maldijo su soledad y dejó la bala escapar entre amígdala y amígdala. Cornelio pensó lo peor, pero hoy ella se había curado.
por Daniela Marín González Colombia
Sureal Comics - Colombia
Paquete chileno Por Stephania Giraldo Colombia
¿Alguna vez has cogido con los ojos cerrados? Así que ni siquiera los abres para hacer una mirada “picarona” a la persona con la que estas? Yo sí y para ser honesta no me enorgullece decirlo, pero si lo hago es porque y aunque tenga unas ganas más infinitas de que me agarren las caderas y me muerdan la espalda, solo puedo pensar en la persona que debería de hacerlo y no eres tú. No quiero decir que él lo hiciera mejor que tu o su físico fuera mejor que el tuyo. Pero mira, el sexo para mi es importante, créeme, sé distinguir entre sexo y hacer el amor pero se necesita un algo para que ambos funcionen, en mi caso antes de follarme a alguien me follo su mente, lo que tienen para ofrecer en cada pensamiento, en cada palabra que sale de ellos, ese es mi mayor punto de excitación, ya sea algo poético y crudo como la vida de Frida o como una payasada salida del mismo gobierno de este país. y ni hablar de ese momento en el que me inunda la boca con su saliva y el sentir de sus labio, esos besos viscerales que pueden hacerme cambiar la ropa interior hasta 3 veces al día. El punto es en que no eres tú, soy yo la que tiene asuntos pendientes con mi psicóloga y con ese fantasma que disfrazado de ti, me hace erizar la piel, contraer las piernas, dilatar las pupilas, morderme los labios hasta sangrar y sentir como el aire que cruza por mis pulmones sale en un gemido. Entonces perdona mi momento de honestidad y se que ambos estamos muy sobrios para esto, pero estas partes oscuras vienen con el paquete y de verdad, no entiendo como a pesar de todo lo que te he dicho, todavía estas aquí. Salirofilia/Alorgasmia/Basoexia/Odaxelagnia
Javier Siqueiros - Colombia
Colaboradores/as en esta edición En orden de aparición Santiago Oliveros Jhonny Vital Colombia – Bogotá Colombia - Cali sakoasko@hotmail.com Ciervo vitalilustra@gmail.com Adriana Trillos http://www.flickr.com/photos/vital2/ Nicaragua Reventón Camilo Ernesto Diaz Parada adrianalina@yahoo.com Colombia - Bogotá http://adrianalinacartuns.blogspot.com Homicidio camilod321@hotmail.com Andres Camilo Bernal Tobar ‘Roñoso’ Colombia - Bogotá José Miguel Ríos Aza Mi fobia se llama Recuerdo JoiL onosoilustrador@gmail.com Colombia – Pasto http://www.flickr.com/photos/ronosoilustrador/ estereophonic@gmail.com, http://estereojoil.blogspot.com/ Catalina Vásquez “Kathiuska” Luis Fernando Medina Cardona Luscus Colombia - Medellín Colombia - Bogotá El ataque de la aguapanela EL ESPECULADOR.COM katavasquez1@gmail.com luscus9@gmail.com http://pensamientos-mentales.blogspot.com/ http://about.me/luscus9 Benenus Matias Mendoza Argentina schnit_fire@hotmail.com Agorafobia http://www.flickr.com/photos/benenusatrofius/ matiasomendoza@gmail.com matiasomendoza.blogspot.com Alberto Sánchez Arguello Nicaragua David Ortiz Castaño El coleccionista Colombia – Bucaramanga 7tojil@gmail.com Una excusa para soñar http://ofrendando.blogspot.com/ davidoc281190@gmail.com DavidSick Colombia - Bogotá Musofobia davidhatross@hotmail.com http://www.flickr.com/photos/sickdc/
Juan Almonacid Colombia - Bogotá Pez de metal jualmona@gmail.com http://www.flickr.com/photos/juanklee/ Edith Hurtado Colombia Epistaxiofobia hurtado.e@javeriana.edu.co http://www.flickr.com/vichannarv/
c_to Colombia – Bogotá ctorreslaiton@gmail.com http://www.flickr.com/photos/c_1/ Santiago Alberto Serna Caicedo Sorelestat Colombia - Bogotá Miedo a vivir el69conde_sorelestat@hotmail.com Laura Vanessa Gutiérrez Colombia – Bogotá lauvan89@hotmail.com http://www.flickr.com/photos/blasis/
Paola Esteban Colombia Saúl Antonio Munevar La esqueleto Colombia - Cali paola_esteban@hotmail.com Antes de ser cremado vivo https://www.facebook.com/enfermo.triste escarceo@hotmail.com Daniel Esteban Vacca Sepúlveda Juan Felipe Osorio Betancur Dano Colombia - Medellín Colombia – Bogotá Warriors danivacca@hotmail.com felipe-b16@hotmail.com http://www.facebook.com/daniel.vacca.3 http://www.flickr.com/photos/lepepe Mateo Ramírez Yulieth Mora Garzón Colombia - Bogotá Colombia - Bogotá Polvo Somos Los perseguidos agonistes4@gmail.com --yulieth.mora@outlook.com
Javiera Cartees Wörner Chile javieracartesw@gmail.com http://www.javieracartes.blogspot.com/ Claudia Villareal VRr Colombia - Bogotá ENTENDER cpva87@gmail.com cvrreal.blogspot.com Detrito Colombia – Bogotá Electrofilia dettritus@gmail.com Fredy Saul Serrano Buitrago Mon Chevalier Colombia - Bucaramanga Los cosos expedientecerebro@yahoo.es
Le Charcuterie Colombia – Bogotá lecharcuterie@gmail.com Miguel Castillo Fuentes Tan claro como un mal sueño otrosudacamas@hotmail.com María Isabel López Reyes Colombia – Bogotá mipezglobo@gmail.com http://mariaisabelopezreyes.wix.com/ artworks Alejandra Mojocó Ramírez Colombia Qué somos alejo8624@hotmail.com Kenshin Himura Colombia – Bogotá A solas con Yulisa kitwalker35@hotmail.com http://www.flickr.com/photos/battousai352002/ Manuela Hurtado Colombia - Cali Fobia Iridiscente mlondonoh@gmail.com http://historiasparadormiroparadespertar. blogspot.com/ Darwin Fuentes Ibarra, Ecuador Vertigo windafu@yahoo.com http://www.flickr.com/photos/darwinfuentes/
Natalia Rodríguez Colombia – Bogotá Lo que quizás hubiera escrito su última vez ragazzagialla@hotmail.es
Mauricio Salcedo Barrera Colombia Pediofobia malbicho_64@hotmail.com Pablo Alejandro Chilito E. Colombia – Bogotá Mariposas parisinas pabloderk@gmail.com Mauricio Soler Colombia – Bogotá maolecula@gmail.com http://www.behance.net/maolecula Felipe Cristancho. Colombia Necrofobia cristancho.felipe@gmail.com Dennys Moratto Colombia – Bogotá Succorbenoth Dennys.moratto@hotmail.com Diego Camilo Mendoza K” Colombia Moneda kabromos@gmail.com Juan Manuel Parra Colombia – Pamplona minna512@hotmail.com Michelle Lamus Betancur Colombia El Coprófilo michellelamus@outlook.com Alejandro Corredor Calderón Colombia – Bogotá aksioneskrita@hotmail.com Daniela Marín González Colombia – Bogotá danielamarin.2495@gmail.com Sureal Comics Colombia sureal.comics@gmail.com Stephania Giraldo Colombia - Cali Paquete chileno stephania.grld@gmail.com flickr.com/photos/stefita_giraldo Javier Siqueiros Colombia Filia - Fobia mumm.ra85@gmail.com http://flavors.me/jsiqueiros
Agradecemos a l@s 72 participantes de la convocatoria por compartir sus obras con nosotros, a l@s seleccionados/as y a tod@s las personas que creyeron en este proyecto ‘hecho con las dos manos’.
Este fanzine se termin贸 de imprimir el 24 de abril de 2013, mismo d铆a que, en 1904, nace Willem de Kooning, uno de los principales exponentes del expresionismo abstracto.
El fanzine consta de una sola edici贸n, numerada e irrepetible, de 100 ejemplares debidamente identificados: Versi贸n Digital
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“ El hombre que tiene miedo sin peligro inventa el peligro para justificar su miedo.â€? Émile-Auguste Chartier
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