Suspiros de Vida y otros escombros

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Santiago Alberto Serna

Suspiros de vida y otros escombros Ilustraciones Felipe Camargo

Ambidiestro Taller Editorial 2012


Suspiros de vida y otros escombros © del texto: Santiago Serna, 2012 © de las ilustraciones: Felipe Camargo, 2012 Derechos de esta edición: Copy Right Primera edición: Noviembre de 2012 Diseño y edición: Juan Francisco Carrillo – Natalia Gómez Ambidiestro Taller Editorial Impresión: papel de cubierta: Kimberly Prestige Rojo Cereza 216 g. papel de interiores: ERpack 90 g. tipografía: Adobe Garamond Pro impreso en Bogotá, Colombia facebook: AmbidiestroTallerEditorial ambidiestrotallereditorial@gmail.com




...a テ]gela, supe que te amarテュa eternamente desde el momento en que te perdテュ. ...a Montserrat y Madeline Ustedes son mi mejor suspiro de vida.

Doy gracias a cada una de las personas que con un tinto o una palabra de aliento me han ayudado a mantenerme en la senda del cuentahistorias.



Suspiros de vida — ¡Duerma! ¡Que yo manejo! Dijo ella aspirando el pegante de la botella — ¡Duerma! ¡Que yo lo cuido, mi perro! Él dejó escapar un eructo y se cubrió con una sucia cobija. —Sabe, parce, yo a usted lo quiero. Empezó a bailar una extraña danza creada por ella. Su boca dibujó una sonrisa dejando ver los dos dientes faltantes de su destrozada dentadura. Se sentía alegre, eufórica, por el bóxer, por el sol que calentaba sus congelados huesos, porque estaba con su parce, su amigo, su ñero, su compañero de andén, Con el que compartía esa sucia cobija que los cubría en las heladas noches de Bogotá. Rió de su imagen reflejada en el vidrio, era esa mujer con el pelo enredado y sucio, con los ojos enmarcados por unas amarillas lagañas y sus manos grasientas con las cuales acariciaba el rostro de su hombre. Con los labios todavía con rastros del arroz que les habían regalado en el restaurante de la esquina lo besó. El tipo aceleró la camioneta negra que avanzó amenazante cual ballena orca. El vidrio de la ventana se deslizó hacia abajo, salió una mano empuñando un arma, las balas que expulsó rompieron el silencio de la mañana, acabando con su adicción al bóxer, eliminando el frío de sus cuerpos, segando sus vidas, dando fin a su historia de amor. ­‌- 9 -


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Siempre Te Amaré

Comprendí que te iba amar eternamente, en mismo instante en que me dijiste que no.

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Locura I — ¿Qué has hecho? Estás loco -dije zarandeando a mi amigo de la ropa. Era tanta mi rabia que le di un puñetazo en la boca. —¿A qué te refieres?, ¿a esto? Solo hice lo que tenía que hacer. —su rostro era el de un demente, mientras observaba el fuego que é l mismo había provocado. — ¡Sí! No entiendo por qué tenías que quemar tus libros, tus obras, tus escritos. — Porque ya no valen para nada. Ya nada me interesa. Para qué llenar cientos de hojas con palabras que hablan de amor, de ilusión, de sueños, de vida, de ella. Para qué escribir si no la tengo a ella.

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El Ciego — ¡Puedo ver! ¡Puedo ver! —gritó el ciego. Y pudo ver el hambre, la violencia, la injusticia, la tristeza, la miseria… Y lo más importante un mundo sin ella. Tomó una aguja y la clavó en sus ojos. Al fin la oscuridad, al fin la ignorancia, al fin la soledad, al fin la tranquilidad.

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El último Socialista … a Lionel

Después de la derrota definitiva de su partido, él dejó escapar un suspiro lasti-

mero. Eso demostraba que el socialismo llegaba a su fin. Sus amigos le decían que el comunismo había sido efímero como un sueño. Él creía en Fidel y Hugo. Creía en la reunificación de la URSS. Era un gran optimista. Era el último socialista. Dio el último sorbo a su café y abrió el periódico: Crisis económica en Estados Unidos, caída de las bolsas de valores en el mundo, Europa en bancarrota, guerra en Siria, Libia destrozada. Golpeó con la mano la hoja de papel y dejó escapar una sonrisa llena de esperanza. ­‌- 15 -


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Elección

La princesa o la doncella. Una era su dueña, la otra había curado sus heridas. Era la elección que tenía que hacer el caballero.

Él afiló su espada, la envainó y fue en busca de un dragón con quien pelear.

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Doncella

Una espada fragmentada, una promesa rota, a la orilla de la senda, un guerrero sentado, la damisela no llega.

—Fue una estupidez matar al dragón, esperando que la doncella ciega se fijara en mí -dijo el guerrero.

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La Palabra

Tomé mi biblia y la arrojé contra su cara. Me tenía aburrida con sus citas según San Marcos, San Juan, Apocalipsis, Éxodo, Génesis…

Desde que él empezó a predicarme, yo tenía miedo hasta de bañarme.

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Un Vendedor … a Máximo

Él me miró con esa tranquilidad que le caracterizaba. Me envolvió con las palabras y de nuevo caí. De nuevo me vendió su idea de que las vacas vuelan.

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Locura II

Será que algún día encontrarás la forma de sacar ese fantasma que hay en tu vida —dijo mi amigo, con su mirada clavada en mí.

Yo dejé escapar un gran suspiro, miré las nubes grises y me perdí en mis recuerdos. —No lo sé, pero espero que esa mujer exista —dije. He soñado muchas veces con ella. Es hermosa, alta, su cabello es blanco como el algodón y cae sobre su espalda. Sus ojos negros me llaman a perderme en ellos. Sus labios negros me invitan a besarla. Su piel pálida me reta acariciarla. Quiero poseer su alma, mientras ella me da la felicidad que tanto busco en el alcohol y el sexo. —Parce, esa mujer solo existe en tus escritos. —Ella es real, creo que su nombre es ‘Muerte’. ­‌- 23 -


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Génesis

Una tarde en que Adán estaba peleando con Eva, él se sentó contra el árbol de las manzanas, se sentía aburrido y solo, se rascó entre las piernas e inventó a Dios.

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Confesión —Señor juez preguntáis por qué lo hice. Que por qué con mis huestes azoté vuestro reino, saqueé vuestros tesoros, quemé vuestras casas, masacré a vuestros hombres, violé a vuestras mujeres y asesiné a vuestros hijos. Qué vale tanto para tan alto precio. Vuestra reina. Porque la adoro, la amo, por mi ansia de ver el reflejo del sol en sus cabellos, de perderme en su mirada, probar el sabor de sus labios, sentir la suavidad de su piel. Cada una de sus cualidades vale más que la mitad de estas miserables tierras. ¿Qué si me arrepiento? ¡NO! Llamad al verdugo y que mi cabeza ruede. Mi espada sedienta de sangre acabó con ella.

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Cupido Al fin mi búsqueda había terminado, al fin había encontrado al maldito niño alado y lo tenía a mi merced, mi revólver apuntaba a su frente. - Eres un desgraciado, te había prometido la última vez que jamás volvería a caer en tu juego, y tú con tu cara inocente y estúpida, clavaste una de tus flechas en mi ya maltrecho músculo llamado corazón. Y no te conformaste con que comenzara a latir de nuevo, tenía que ser una flecha con punta de oro, condenándome a amarla por toda la eternidad -dije con furia, toda esa ira que había guardado por años. Él me miraba asustado, una lágrima corría por sus mejillas. Y no me importó, su miedo me hacía sentir bien, él pagaría por todo el dolor que sentía. —Ahora pagarás —no se movió, tomaba con resignación el fin que yo le tenía preparado. —Pero tal vez exista una oportunidad para ti. — ¿Cuál? - fue lo único que dijo. —Que la busques y le claves una flecha para que se fije en mí. —El amor no se impone, no es una obligación, simplemente se recibe, si ella quiere dártelo. Mi arma cayó al suelo, el hijo de puta tenía razón. Me mordí el labio de rabia y clavé mi puño en su nariz destrozando carne, cartílago, hueso. —Esto es por haberme hecho enamorar de ella. Meto mis manos en el bolsillo y empiezo a caminar bajo la lluvia, en silencio, repitiendo el nombre de la que amo, por la cual estoy dispuesto hacer cualquier locura por amor. ­‌- 28-


Suspiro …a Madeleine.

Cuando me perdí en tus ojos, supe que eras parte de mí.

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Un Leve Adiós

No sé cuando llegamos a este punto, pero ya no interesa. Sé que debemos se-

pararnos, he de aceptarlo. Sé que debemos vivir nuestras propias vidas. Aunque sé que la maldición persiste y estamos condenados. Sé que volveremos a encontrarnos.

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Un Tipo Terco … a Ángela

La Majestuosidad de sus alas extendidas me hizo entender que era un ángel. Aun así, yo tercamente seguía enamorado de esa mujer de carnosos labios.

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El escritor de prólogos

Miró la hoja en blanco y Ernesto Vivas dio un suspiro, al fin plasmaría en papel su obra que le daba vueltas en su cabeza hace ocho años.

Era un buen escritor. Bueno, eso creíamos todos. Habíamos leído sus prólogos que había hecho a nuestros libros publicados. En nuestro pequeño grupo bromeábamos diciendo “qué el que no tuviera un prólogo redactado por Ernesto no era un buen escritor”. Además, teníamos una apuesta de quién escribiría el prólogo de la primera novela de nuestro amigo. — ¿Y si no les gusta lo que escribo? —se dijo para sí y empezó a escribir el prólogo de mi último libro.

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Amar

El ángel miró a la mujer tendida en la cama, en la cual habían hecho el amor

por última vez. Su tiempo había terminado, debía regresar al Edén. Estúpida ley que nos rige –pensó- amar a un humano por solo un año y el vacío que nos queda al marcharnos por Lucifer. ¿Qué debemos hacer con él? El ángel se acercó a la mujer y besó sus cálidos labios, mientras sus manos apretaban su cuello. Ella abrió sus ojos, cuando sus pulmones empezaron a sentir la falta del aire, para ver que su ángel de la muerte era el hombre que se había prometido amar. El ángel lloró lágrimas de sangre, mientras sus plumas se volvían negras. El ángel rebelde firmaba su admisión al infierno.

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Despertar

Desnudo, sentado en la cama vacía, aún podía sentir su olor, ella todavía no había regresado.

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Final

Después de disparar, llevó el cigarrillo a su boca. Deslizó sus manos dentro de

los bolsillos y comenzó a caminar lentamente, debía encontrar una nueva razón para vivir.

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Santiago Serna Caicedo

Lector despiadado y escritor por naturaleza. Nacido en Manizales (caldas). Sus lecturas

preferidas son la novela negra, literatura ‘pulp’ y novela gráfica. Estudió Literatura en la Universidad Central, en el taller de escritores dirigido por Isaías Peña. Autodidacta como uno de sus maestros, José Saramago. Ganador con el guión para historieta ‘Suspiros de vida’ para Nahualli Comics. Primer puesto con ‘El paso de la marabunta’ en el I Concurso de Poesía y Cuento Internauta Internacional. ‘La Santa Muerte’ y ‘La mujer’ publicados en España. ‘Muerte’, ‘Ruta J-226’ y ‘Relato de un crimen’ publicados en fanzines y medios digitales. Conozca otros de sus relatos en http://www.plumasycolmillos.bligoo.cl


Felipe Camargo Rojas Egresado de la carrera de Artes Visuales de la Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá.

Obsesionado con la incomunicación en las ciudades, la soledad y las ventanas, realizó su primera exposición individual basándose en esos temas. Su primer libro (novela gráfica) ‘El señor solitario y la anciana incomunicada’ tuvo su lanzamiento en dicha exposición. Así mismo, Felipe ha participado en varias exposiciones colectivas. Sus materias de interés y de trabajo son la pintura, la ilustración, las historietas y el diseño editorial. Felipe publicó su trabajo de historieta en la gacetilla ‘Robot’ número 105 y en la revista Larva. Participó como invitado en el Festival Entreviñetas 2012 en Colombia. Para conocer más sobre su trabajo visite http://www.felipecamargorojas.com


Índice Suspiros de vida ..................................................................... 9 Siempre Te Amaré ................................................................. 11 Locura I ................................................................................. 13 El Ciego ................................................................................ 14 El último Socialista ............................................................. 15 Elección ................................................................................ 17 Doncella ............................................................................... 19 La Palabra ............................................................................. 20 Un Vendedor ........................................................................ 21 Locura II ............................................................................... 23 Génesis .................................................................................. 25 Confesión ............................................................................. 27 Cupido ................................................................................... 28 Suspiro ................................................................................... 29 Un Leve Adiós ....................................................................... 31 Un Tipo Terco ....................................................................... 33 El escritor de prólogos ...................................................... 34 Amar ...................................................................................... 35 Despertar .............................................................................. 37 Final ...................................................................................... 39


Este libro consta de una sola edici贸n, numerada e irrepetible, de 70 ejemplares debidamente identificados: Versi贸n Digital


Este libro se terminó de imprimir el 24 de noviembre de 2012, mismo díaque, en 2001, el escritor mexicano Juan García Ponce recibe el XI Premio de Literatura Latinoamericana y del Caribe Juan Rulfo. Bogotá - Colombia 2012




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