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Relaciones comerciales de Guatemala con Estados Unidos

Mike McDonald Bloomberg Business Reporter for Central America and the Caribbean

Existen pocas relaciones que sean más importantes para Guatemala que su relación con los Estados Unidos. Estados Unidos es el mayor destino de los bienes y los inmigrantes guatemaltecos, una fuente importante de turistas y compañías estadounidenses que lideran la inversión extranjera directa en Guatemala. 

Esta alianza es tan vital, que incluso una pizca de tensión provoca respuestas rápidas por parte de los políticos Guatemaltecos. Tal fue el caso de cuando el presidente Donald Trump amenazó con un aumento en los aranceles sobre los bienes e impuestos sobre las remesas si el país no firmaba el acuerdo como tercer país seguro. El acuerdo se firmó inmediatamente. 

Su retórica agresiva continuará a lo largo del 2020, a medida que la elección presidencial aumente la tensión en los temas del comercio y la migración. Continuarán surgiendo obstáculos. Sin embargo, que Guatemala tenga esta dependencia de Estados Unidos significa que buscará mantener su relación de la mejor manera posible, incluso si esto implica pagar un precio político. 

Estados Unidos es el aliado comercial más importante, con aproximadamente un tercio de las exportaciones de Guatemala que se envían al Estados Unidos año tras año, lideradas por productos como café, banano y textiles. Las importaciones de Guatemala a los Estados Unidos aumentaron a $4.2 mil millones en el 2018, un 5% más que en el año anterior, y un 35% más que en el año 2005, un año antes de que Guatemala y Estados Unidos firmaran un tratado de libre comercio. A cambio, Guatemala obtiene casi el 40% de sus importaciones de Estados Unidos, particularmente de gasolina y otros combustibles fósiles. 

Las alianzas forjadas entre las compañías guatemaltecas y estadounidenses desde que el TLC se ratificó en el 2006, han contribuido al crecimiento económico y al bienestar de ambas naciones, y el sector privado impulsará la protección de estas alianzas. 

La sólida economía de Estados Unidos también ha sido una ganancia inesperada para Guatemala. El desempleo cayó un 3.5% este año, el nivel más bajo en 50 años, beneficiando a millones de guatemaltecos que trabajan en los EE.UU. Se espera que los inmigrantes envíen a casa un récord de $10.3 mil millones en remesas este año, proporcionando al sistema bancario un flujo constante de dólares estadounidenses, y a los miembros de la familia el dinero en efectivo para gastar en bienes y servicios.  el próximo año, por encima de su potencial. Mientras que el aumento de salarios ha estado estancado, la política monetaria acomodaticia de la reserva federal ha ayudado a aliviar algunos de los impactos negativos de las guerras comerciales lideradas por Estados Unidos, y ha mantenido estable una expansión económica de una década. Las inquietudes de que la economía estadounidense pueda estar tambaleándose han disminuido en las últimas semanas, y los trabajadores y las empresas pueden esperar cosechar los frutos del crecimiento de Estados Unidos durante el próximo año. Tal vez el mayor desafío para Guatemala en el futuro es en el frente político. El próximo presidente, Alejandro Giammattei, ha criticado el acuerdo del tercer país seguro con los Estados Unidos, que obligaría a Guatemala a refugiar a miles de inmigrantes, en su mayoría provenientes de El Salvador y Honduras. Una encuesta realizada por ProDatos durante este año mostró que el 82% de los guatemaltecos se oponen a este acuerdo. Además, la percepción de Estados Unidos se ha debilitado a nivel mundial. Un récord de 30% de los guatemaltecos aprobaron el liderazgo de EE.UU. en 2018, según Cid Gallup. La retórica antiinmigrantes, como la disminución de la ayuda humanitaria por parte de Estados Unidos han deteriorado las relaciones. 

El acuerdo como tercer país seguro aún debe afrontar barreras legales en Estados Unidos, y los expertos comparten sus dudas sobre su implementación. No obstante, dado sus fuertes lazos comerciales y la ventaja de Estados Unidos en la política local, Giammattei puede no tener más opción que aceptar el acuerdo, y quizá soportar el rechazo popular de una población que cada vez es más escéptica sobre la Casa Blanca. 

El lado positivo, sin embargo, es que los posibles impuestos sobre las remesas serán muy difíciles de promulgar. Los intentos previos en países como México han fallado. Y, mientras los aranceles sobre los bienes serían detrimentales para Guatemala, por el momento, sigue siendo solo una amenaza a través de Twitter. Estados Unidos mantiene un superávit comercial con Guatemala, haciendo que sea muy poco probable el colocar barreras comerciales. Estados Unidos tiene un déficit comercial con China, Japón y México; países que han sido objetivos de guerras comerciales bajo el gobierno de Trump. 

El año que se aproxima estará lleno de retos. El comercio entre Guatemala y Estados Unidos se ha hecho más fuerte, incluso si las aguas políticas se han vuelto turbias. Las compañías deben enfocarse en lo bueno y expandir sus años de relaciones positivas en curso. Quizá, actualmente, el mejor modelo de negocios sea el ignorar el ruido.

There are few relationships more important to Guatemala than that of the United States. The U.S. is the top destination for Guatemalan goods and migrants, an important source of tourists, and American companies lead foreign direct investment in Guatemala.

The partnership is so vital that even a hint of tension prompts swift responses from Guatemalan politicians. Such was the case when President Donald Trump threatened tariffs on goods and taxes on remittances if the country didn’t sign a safe-third country agreement. The agreement was signed almost immediately.

Aggressive rhetoric will continue through 2020 as the U.S. presidential election heats up on issues like trade and immigration. Obstacles will continue to arise. But Guatemala’s dependence on the U.S. means the country will seek to preserve the relationship as best it can, even if that means paying a political price.

The U.S. is Guatemala’s biggest trading partner, with roughly one-third of Guatemala’s exports shipped to the U.S every year, led by products such as coffee, bananas and textiles. U.S. imports from Guatemala rose to $4.2 billion in 2018, up 5% from previous year and up 35% since 2005, the year before Guatemala and the U.S. signed a free trade agreement. Guatemala, in turn, gets almost 40% of its imports from the U.S, particularly oil and other fossil fuels.

Partnerships forged between Guatemalan and U.S. companies since Cafta-DR was ratified in 2006 have made critical contributions to economic growth and social well being in both nations, and the private sector will push to protect these ties. A strong U.S. economy has also been a windfall for Guatemala. Unemployment fell to a 50-year low this year at 3.6%, benefiting millions of Guatemalans working in the U.S. Migrants are expected to send home a record $10.3 billion in remittances this year, providing the banking system with a steady inflow of U.S. dollars and family members with cash to spend on goods and services.

The International Monetary Fund forecasts economic growth of 2.4% in the U.S. this year and 2.1% next year, above potential. While wage growth has been stagnant, accommodative monetary policy from the Federal Reserve has helped ease some of the negative impacts of U.S.-led trade wars and kept a decade-long economic expansion on its feet. Concerns that the U.S. economy may be faltering have waned in recent weeks and workers and companies can expect to reap the rewards of U.S. economic growth through the coming year.

forward is on the political front. Incoming President Alejandro Giammattei has criticized a safe-third country accord with the U.S. that could force Guatemala to take in thousands of migrants mainly from El Salvador and Honduras. A poll by ProDatos this year showed that 82% of Guatemalans oppose the deal. Additionally, perceptions of the U.S. have weakened around the globe. A record-low 30% of Guatemalans approved of U.S. leadership in 2018, according to Cid Gallup. Antiimmigrant rhetoric, cuts to U.S. aid and threats to trade have soured relations.

The safe-third country agreement could still faces legal hurdles in the U.S. and experts share doubts about its implementation. But given the strong business ties and the U.S.’s leverage in local politics, Giammattei may have no choice but to accept the deal and perhaps weather a popular backlash from a population increasingly skeptical of the White House.

The silver lining, however, is that potential taxes on remittances will be very difficult to enact. Previous attempts with countries such as Mexico have failed. And while tariffs on goods would be detrimental to Guatemala, it has, for now, remained just a threat on Twitter. The U.S. maintains a trade surplus with Guatemala, making it a less likely target for trade barriers. The U.S. has a trade deficit with China, Japan and Mexico, all of which have been targets of trade wars under Trump.

The coming year will bring a full of challenges. Trade between Guatemala and the U.S. has grown stronger even as political waters have become muddied. Companies should focus on the good and expand on positive relationships built through the years. Perhaps the best business model for now is to ignore the noise.

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