Editorial
Al concepto de Comarca como unidad administrativa y territorial se le unen connotaciones y vínculos de indudable mayor importancia, cuales son: el económico, social, histórico y cultural. Precisamente, el “leit motiv” de este grupo de historiadores del Instituto de Estudios Comarcales “Señoríos de Entre-Ríos” es el estudio y divulgación del marco histórico y socio-cultural de nuestra Comarca. Y, a tal tarea, desde hace ya más de una década, venimos dedicando nuestros esfuerzos e ilusiones, abogando por involucrar a todos y cada uno de nuestros pueblos, a través de sus Ayuntamientos, en un proyecto común canalizador de numerosas inquietudes culturales. De ellas son fiel exponente, entre otras, la edición de esta revista, amén de publicaciones como “La Comarca de Torrijos durante la Guerra de la Independencia”, “Retablos en la Comarca de Torrijos”, “Edificios Religiosos en la Comarca de Torrijos” (DVD) o la próxima, “Cuevas y conductos subterráneos en la Comarca de Torrijos”... Bajo nuestro acaso reiterativo lema “La Cultura Une” y su corolario más material “La Cultura Vende” somos y, asimismo tenemos a gala ser, la única Asociación Cultural firme en su intento de eliminar esas absurdas barreras que, en forma de “localismos” nos impiden dar a conocer de forma conjunta los extraordinarios valores que atesora nuestra Comarca: Historia, tradiciones, patrimonio artístico, gastronomía, parajes naturales...
Somos conscientes de las dificultades que entraña el dar el salto cualitativo del “yo al nosotros” y de que, desde nuestra humildad y confesadas limitaciones para gestionar proyectos culturales, solo podemos instar a quienes realmente pueden y deben impulsarlos. De lo que estamos firmemente convencidos es que no se trata de una utopía, de un sueño irrealizable... Las Instituciones Regionales, Provinciales y Locales, nos consta, están trabajando en ello. Las Asociaciones Culturales que, sin duda, lo hacemos en nuestras localidades, nos sentimos decididamente comprometidas. Las expectativas, más que fundadas... ¡Unamos, pues, voluntades, ilusiones y esfuerzos, todos y cada uno de los pueblos de la Comarca! “¡Hacer Comarca” merecerá, sin duda, la pena...! Esperamos y deseamos que esta llamada no sea “clamar en el desierto”. A veces es necesario dar un aldabonazo a las conciencias un tanto adormecidas. Eso sí, dentro del más exquisito respeto...Y, sobre todo, nos anima la esperanza de que los lectores de este nuevo número de “Señoríos de Entre-Ríos” disfruten y conozcan un poco más la rica historia e intrahistoria de algunos pueblos de nuestra Comarca.
Agradecimientos Nuestro más sincero y profundo agradecimiento, no sólo por su aportación económica, sino por su valioso apoyo moral, a los Ayuntamientos de: BURUJÓN CARRICHES CHOZAS DE CANALES ESCALONA HUECAS LA MATA SANTA OLALLA TORRIJOS Fieles a nuestro nada utópico afán de “Hacer Comarca”; pues, formamos una unidad natural, histórica, humana y administrativa, invitamos a todos y cada uno de los pueblos que conforman la “Comarca de Torrijos” a participar en futuros proyectos culturales. La “Cultura une”. Y, en este sentid, aunando, poniendo en común ilusiones y esfuerzos, podemos potenciar nuestros valores tradicionales, históricos, artísticos, humanos, sin perder nuestras características identitarias que definen a todos y cada uno de nuestros pueblos. Y no olvidemos, queridos amigos, que “La Cultura vende...”
Año 2016 – Número 3 Dirección: Julio Longobardo Carrillo y Teodoro Cañada González Dirección y Consejo de Redacción: IEC Señoríos de Entre-Ríos Diseño, Maquetación e Impresión: Lagomar Artes Gráficas Contacto: revistaentrerios@gmail.com Depósito Legal: TO-284-2005
INCIDENCIAS DE LA GUERRA DE LA INDEPENDENCIA EN LA VILLA DE BURUJÓN. La situación de la villa en la ruta de Toledo a Talavera de la Reina y su proximidad a los acantonamientos de tropas francesas en La Puebla de Montalbán y Torrijos supuso grave quebranto para la economía de los vecinos de Burujón; pues las tropas napoleónicas recorrían todos los pueblos de la Comarca en busca de víveres, saqueando cuanto encontraban a su paso. Eso sin contar la gravosa contribución en granos que ha de hacer a la Junta Provincial de Toledo. Desafortunadamente, no hemos podido encontrar documentos acreditativos que cuantifiquen los daños que sufrió esta villa durante el largo quinquenio en que Toledo y gran parte de su provincia se vieron afectados por el dominio de las huestes galas. Solamente hemos accedido a dos fuentes documentales de dicho período: el Acta de Alistamiento o recluta de levas de 1808 y el de la Jura de la Constitución. Reclutamiento de levas en 1808 El acto se celebra el día 14 de agosto de dicho año, ante las puertas de las Casas Consistoriales. Lo presiden los Regidores Ciriaco Fernández y Manuel de la Fuente, el Procurador Síndico General don Francisco Roldán, y el Cura Propio de la villa, don Francisco de los Reyes Soto. No ha podido asistir, por encontrarse enfermo, el Alcalde Ordinario de la villa, Valeriano Nombela.
Redacta el documento, el Escribano de Número y Ayuntamiento, Josef Toral de Llanes quien, curiosamente, no especifica la calidad u oficio de los censados. Figuran en la Primera Clase un total de 28 censados, entre ellos un tonsurado y un voluntario que expresa su deseo de servir en el Cuerpo de Caballería. En la Clase Tercera se registran 9 vecinos, incluido “el presente Escribano de Número y Ayuntamiento, de edad 37 años, y más de cinco pies de talla”. En la Clase Cuarta, sólo hay uno: Bernardo de Illescas, de profesión “sangrador asalariado. Edad 37 años. Más de cinco pies”. En la Clase Quinta, correspondiente a los varones casados y con hijos, se cuentan 24, entre ellos el citado Valeriano Nombela, Alcalde Ordinario, quien “ha servido en milicias, en el tiempo, de ordenanza”. Edad 38 años y Manuel de la Fuente, Regidor de Segundo Voto, asimismo licenciado del servicio militar. Completa este grupo, el vecino Antonio de la Cruz, de 39 años. Los apellidos más frecuentes entre los vecinos del pueblo, en este período, son: de Torres, Velasco, Nombela, Bienayas, del Olmo, del Castillo, Camacho, Alonso, Prudencio… La mayoría de los alistados son labradores y jornaleros. La talla media de “los reclutas”, 5 pies menos 1 dedo, es similar a la de los pueblos vecinos de la Comarca. Jura de la Constitución La Constitución de 1812, conocida popularmente por “La Pepa”, fue aprobada por las Cortes Generales y Extraordinarias, en Cádiz, el 11 de marzo. Promulgada el 18 y jurada por los diputados el 19 de dicho mes, festividad de San José; de ahí su apelativo popular. Mediante los Decretos del 18 de marzo y 22 de mayo, el Supremo Consejo de Regencia, representante del poder ejecutivo, desde Cádiz, ordena que todas las ciudades y pueblos de España, sin excepción, han de jurar la Constitución. Y, al efecto, para llevarla a cabo, las Juntas Provinciales nombran a los correspondientes Comisionados. El Comisionado para los partidos de Toledo y Talavera, don Jacinto Sánchez Palomo, cura párroco de Santa Ana de Pusa, presidió los actos de la jura de la Constitución en esta villa; como lo hizo, asimismo, en la mayoría de los pueblos de nuestra Comarca. Gracias a las actas redactadas por el Escribano de Número y Ayuntamiento don Josef Manuel Toral conocemos perfectamente los actos de la jura de la Constitución, celebrados los días 27,28 y 29 de septiembre de 1812. En ellas queda constancia la ausencia de Burujón del entonces Alcalde Ordinario Manuel Puente, por lo que es sustituido en sus funciones por el Regidor de Primer Voto Antonio
Sánchez. Junto a él figuran y firman dichas actas, Lucio Josef Martín, Provisor General, y Luis Hernández, en calidad de Vecino-Comisionado. Unos días antes, el Comisionado envía una carta al Alcalde y demás Autoridades para fijar las fechas de las tres jornadas de celebraciones. Don Jacinto Sánchez Palomo y su séquito cabalgan en mulas. Vienen de la localidad de Domingo Pérez. El Comisionado custodia un ejemplar de la Constitución y en las cabalgaduras portan un retrato de gran tamaño de Fernando VII “el Deseado”, además de paños de terciopelo carmesí y alfombras para cubrir el tablado donde se han de celebrar los actos; ya que muchos pueblos carecen de dichos ornamentos. Habitualmente, don Jacinto suele hospedarse en la Casa Parroquial, mientras que los miembros de su séquito, lo hacen en los domicilios de las autoridades civiles. Las Autoridades de Burujón, presididas por el Regidor Antonio Sánchez, viajan hasta la villa de Carmena para acompañar desde allí al Comisionado y su séquito. Entran en Burujón, a primeras horas de la tarde del día 27 de septiembre, en medio del entusiasmo generalizado de las gentes, que gritan enfervorizados “vivas” dedicados a Fernando VII y a la Sagrada Constitución. Todo ello acompañado del repique general de campanas, salvas de escopetas, cohetería, al son de dulzainas y tambores. Todo el trayecto, hasta la Plaza está profusamente engalanado con arcos de flores. Al llegar al Ayuntamiento, las Autoridades obsequian al Comisionado y séquito con un refrigerio o “refresco” en el que no faltan limonada, bizcochos “normales”, “de soletilla” y “de canela”. ¡Evidentemente, también participa el pueblo…! En la Plaza, frente al Ayuntamiento, se ha levantado un tablado y, en medio, un dosel cubierto de ricas telas de terciopelo rojo. Sobre él, un gran retrato del Rey, debajo del que se puede leer “Viva el Rey y la Sagrada Constitución”. Ante una gran expectación, el Comisionado, acompañado de las Autoridades, sube al estrado portando en una bandeja de plata el ejemplar de la Constitución. Seguidamente, el Regidor de Primer Voto, Antonio Sánchez, inicia la lectura, a continuación lo hace el Escribano Público, hasta finalizar todos los capítulos. Finaliza el acto con el descubrimiento de una placa que da nuevo nombre a la Plaza Mayor; ahora bautizada como Plaza de la Constitución. Se culmina esta primera jornada con la recurrente cohetería, música, “bailes honestos y serios” y otro “refresco general” para todos los asistentes. La segunda jornada, 28 de septiembre, es el “Día de la Jura” que tiene lugar en la iglesia parroquial, en medio de una Misa Solemne a la que asiste todo el pueblo y Autoridades. El templo se hallaba profusamente iluminado y adornado de flores. Llegado el momento del Ofertorio, el anciano párroco don Francisco de los Reyes Soto, natural de la vecina villa de La Puebla de Montalbán, sube al púlpito y dirige al auditorio “una breve y enérgica plática”, poniendo especial énfasis en la trascendencia del acto y pidiendo a los burujoneros el “fiel cumplimiento de la Sagrada Constitución, obediencia y respeto”. Es el momento más solemne y emotivo. En el lado del Evangelio, se halla instalada una mesa cubierta de ricas telas y sobre ella, un Crucifijo, los Santos Evangelios
y el citado ejemplar de la Constitución. El Comisionado toma juramento al Alcalde y demás Autoridades Civiles y Religiosas, que se hallan en el Presbiterio. Posteriormente, el Alcalde toma juramento al pueblo allí congregado. Finaliza la Misa con un solemne Te Deum. Después, en la flamante Plaza de la Constitución, fiesta y más fiesta… El tercer día es el de la visita a la cárcel, es la llamada “Jornada de los Indultos”; pues en ella, se pone en libertad a los presos encausados por “penas menores” y no “de sangre”, a tenor del Decreto del 25 de mayo. En la cárcel de Burujón no había reclusos. Por la tarde, se representa una graciosa farsa en la que los actores escenifican “en clave de humor” la triste situación en que ha quedado el pueblo por mor de los despojos y tropelías cometidas por los soldados franceses. Desconocemos la autoría de dicha farsa. Curiosamente, el Escribano Público don Josef Toral dedica a la Constitución estas hermosas y patrióticas palabras: “Vivid persuadidos y ciertos que, para nuestra libertad e independencia, es el más grande trabajo que los hombres doctos pueden haber hecho”. Y resume así las celebraciones: “Después de la Jura, se sirvió en casa del Regidor un refresco compuesto de bizcochos, almendras, dulces y vino; iniciándose éste con un brindis del señor cura a la salud del Rey, de la Patria, de la Constitución y de los sabios que la habían sancionado”. Asimismo, comenta: “Burujón es un pueblo naturalmente pobre, compuesto por unos cincuenta vecinos, agobiadas y sacrificadas sus labores, único asilo en el que han fundado siempre la subsistencia con el pesado e intolerable yugo del tránsito de tropas de Toledo a Talavera…” Sin olvidar un curioso dato económico: “…Se dedicó, con la mayor vigilancia y prontitud a disponer de una función de octava de Jesús Sacramentado, con dos sermones…”. Todos los festejos supusieron al municipio la cuantía de 2.000 reales. Cantidad nada despreciable habida cuenta la manifiesta mala situación económica del mismo. Eso sí, las celebraciones en la villa de Burujón revistieron especial alegría; pues, no en vano, nuestra provincia es abandonada por las guarniciones francesas que, se hallan en franca retirada tras la victoria de las tropas aliadas anglo-luso-españolas, al mando del duque de Wellington, en Los Arapiles (Salamanca), el 22 de julio de 1812. El 14 de agosto, abandona Toledo la reducida guarnición del comandante general Capiten, dirigiéndose a Ocaña, donde se concentraron las tropas francesas que habían de acompañar al rey José Bonaparte hacia Levante. Por la noche entran en
la ciudad las partidas guerrilleras de don Juan Palarea “el Médico de Villaluenga”, las de “el Madrid”, “el Comisario de Yepes” y “el Abuelo”. El día 24, “la Ciudad Imperial” juraba solemnemente la Constitución… Eran momentos de júbilo en nuestra provincia; aunque, la alegría fue provisional. El 29 de septiembre, entraba en Toledo el general británico Hill al mando de 2.000 hombres instalando su campamento en la Vega Baja. Pero, nuevamente, la ciudad cambiaba de dominadores. El de diciembre, el mariscal Soult, apodado popularmente “el Robacuadros”, se apodera de la ciudad poco después de ser evacuada por las tropas británicas. Los franceses fijaron una contribución de 1.741.000 reales que había de ser repartida entre los ciudadanos más acomodados de la ciudad. Las tropas francesas permanecieron en Toledo hasta el 10 de abril de 1813. La ciudad y provincia quedaban definitivamente liberadas de las tropas invasoras. El 26 de junio, se conoció la noticia de la victoriosa batalla de Vitoria. Las fiestas se prolongaron durante tres días… El 11 de diciembre de 1813, se firma el Tratado de Valençay mediante el que Napoleón reconocía a Fernando VII como rey de España. El “Rey Felón” entra en España once días después. El 27 de marzo de 1814, la ciudad de Toledo celebró jubilosamente “la vuelta del rey Fernando a os dominios de España, después de su cautiverio en Francia…”
El pueblo español suponía a su rey sufriendo un terrible cautiverio. El propio Napoleón aseguró en repetidas ocasiones que Fernando no era ningún prisionero y que disfrutaba de su estancia en el palacio de Valencia en compañía de su hermano Carlos Mª Isidro y de su tío Antonio. Y así lo confirma “El Deseado” en carta dirigida al Emperador, fechada el 4 de enero de 1810: “… Mi gran deseo es ser hijo adoptivo de Su Majestad el Emperador, nuestro augusto soberano. Yo me creo digno de esa adopción, que sería, verdaderamente, la felicidad de mi vida, dado mi amor y mi perfecta adhesión a la sagrada persona de Su Majestad Imperial, y mi sumisión y entera obediencia a sus pensamientos y a sus órdenes…” Huelgan los comentarios, que bien podían así resumirse: Los españoles habían luchado hasta la extenuación en defensa del “más vil de los monarcas de su Historia”, del bien llamado “Rey Felón”, “Rey Traidor”… Julio Longobardo Carrillo Cronista Oficial de Torrijos. De la Real Academia de Bellas Artes y Ciencias Históricas de Toledo
LA PRIMERA FARMACIA DE CARRICHES.
Hablar en la actualidad de las oficinas de farmacia no resulta nada novedoso; estamos acostumbrados a tenerlas cerca de casa, a acudir en cualquier momento del día o de la noche, y a que nos atiendan personalizadamente de manera efectiva y segura. Pero no siempre fue así. En otras épocas las oficinas de farmacia o boticas, como eran conocidas, no sólo eran escasas, sino que en algunos pueblos (como en Carriches) no habían existido nunca. Si la atención médica en nuestro pueblo era ejercida por los cirujanos barberos, quienes se dedicaban a la atención de patologías de poca envergadura (aunque nunca debe negárseles el servicio público que prestaban), como era el tratamiento de heridas, úlceras, sangrías, extracción de dientes, corrección de fracturas, hernias y otras, con desigual fortuna y casi siempre con unos resultados mediocres, para la distribución de los medicamentos había que acudir fuera del pueblo. Hemos recuperado, a través de la documentación histórica carrichana, recibos de los boticarios de Santa Olalla (1763), Carmena (1764) y La Mata (1799) en varios cuadernos de cuentas testamentarias. Pero no será hasta la segunda mitad del siglo XIX cuando se fundará en Carriches la primera botica, de manos de Federico Sánchez Cabezudo de las Heras. En concreto es en el año 1886 cuando Federico, con oficina abierta en La Mata, decide abrir un nuevo negocio en su localidad de residencia, Carriches, aunque desconocemos en qué lugar concreto de nuestra Villa. Deberán pasar unos años, hasta que compra en la Plaza del Cura dos casas viejas, que derribará y sobre sus solares
edificará una nueva. Será en esta casa donde reabrirá la botica con varios despachos, oficinas y un amplio laboratorio. En noviembre de 1892 se realiza por la Junta Provincial de Sanidad una visita de inspección a la Botica del Dr. Cabezudo, regulada por el reglamento de las subdelegaciones de Sanidad interior del Reino de 24 de julio de 1848: De aquella visita nos ha llegado una crónica de la misma, que seguidamente exponemos: “Hemos tenido el gusto de asistir a la visita de inspección, girada por el farmacéutico de Torrijos D. José Relanzón, a la oficina de farmacia recientemente establecida en Carriches (Toledo) por nuestro querido amigo el Dr. D. Federico Sánchez Cabezudo; y con verdadera satisfacción decimos que la nueva botica reúne condiciones inmejorables, no ya solamente por la esplendidez, el esmero y el acierto que ha presidido en el surtido de materiales, productos y medicamentos, sino también por el cuidado con que se hallan dispuestos los locales destinados a la elaboración, conservación y despacho. La nueva oficina, en suma, está admirablemente montada, demostrando esto una vez más el celo con que el Dr. Sánchez Cabezudo se consagra al ejercicio de la profesión farmacéutica.
También se dedicó a la famosa Denticina, de manos de D. Vicente Castelló Sánchez, sobrino político del afamado D. Pablo Fernández Izquierdo, heredero de la fórmula específica.
Al acto de la visita asistieron, además de las autoridades, un gran número de médicos y farmacéuticos de aquel distrito de Torrijos, los sacerdotes de Carriches y de algunos pueblos próximos, el diputado a Cortes por aquel partido (Luis del Hierro y Alarcón), y muchos amigos del Sr. Sánchez Cabezudo, el cual obsequió a todos los concurrentes con un espléndido banquete admirablemente servido. Al final brindóse por la prosperidad de la nueva oficina y por la unión de los médicos y farmacéuticos. Enviamos el testimonio de nuestro agradecimiento al Sr. Sánchez Cabezudo y a su distinguida esposa y familia por las atenciones y deferencias que nos han dispensado.” Dentro del funcionamiento normal de la botica, Federico buscaba plantas medicinales en nuestros campos más cercanos; necesitaba de la materia vegetal con la que confeccionar las tisanas, pócimas, ungüentos, polvos y otras fórmulas farmacéuticas que se solicitaban: almendras amargas, amapola, apio, cantueso, cebada, espliego, habas, raíz de hinojo, laurel…que encontraba fácilmente. No así el aceite de Crotón, adormideras, achicoria, aristol, bardana bedello, canela de Ceylán, dulcamara, escorzonera, felandrio, gomenol, matricaria, sangre de drago, tormentilla o zumaque quebrado. Éstos habría que buscarlos en Centros Farmacéuticos para distribución a las boticas. Entre sus preparados más famosos se encontraban las píldoras antitípicas, que prometían la cura de todas las calenturas (cuartanas, tercianas y cotidianas) “sin privar al enfermo que se dedique a sus ocupaciones habituales, mojarse y comer lo que le apetezca”. Estaban compuestas por doce granos de sulfato de quinina, además de otros muchos ingredientes ignotos. La posología del mismo era de dos píldoras cada tres o cuatro horas durante la apirexia (intervalo de tiempo sin síntomas de fiebre).
Se decía en esa época que más del 50% de los niños morían por problemas con la dentición. Por eso, al utilizar este preparado, se aseguraba que ni uno solo moriría de la dentición penosa o difícil. La Denticina curaba las convulsiones epilépticas, los desarreglos de estómago y vientre o el dolor de las encías. Se facilitaba la baba y el desarrollo de los dientes, muelas y colmillos. Se conseguía con su uso unas sanas dentaduras, y que los niños flacuchos y débiles se robustecieran como por encanto.
La farmacia del Dr. Sánchez Cabezudo funcionó en Carriches hasta el fallecimiento de D. Federico en diciembre de 1927. A su muerte, fue la viuda quien se hizo cargo del establecimiento hasta que fue traspasado en septiembre de 1934. Sirva este artículo para dejarnos una perspectiva de esta actividad tan antigua e importante para la salud de los vecinos, que nacida bajo los efluvios mágicos de pócimas, pomadas y elixires, trataron de aliviar con sus preparados todo tipo de males; desde las molestas callosidades y sabañones a los dolores de muelas; desde problemas respiratorios y de presión arterial (para lo que sanguijuelas, ventosas y cataplasmas eran armas útiles), hasta simples resfriados o descomposiciones de estómago o hígado, más de una vez provocados por abusos alimentarios. El antiguo boticario y hoy el farmacéutico han sido y son nuestros más fieles aliados en la lucha contra cualquier enfermedad, con tal de evitarnos sufrimientos gratuitos… por eso merecen nuestro más encomiado respeto y aprecio. Valga este artículo como homenaje a todos ellos.
Jesús Sánchez de Haro Cronista Oficial de Carriches
BREVES APUNTES HISTÓRICOS DE CHOZAS DE CANALES EN LA EDAD MEDIA. Los primeros datos firmes sobre Chozas de Canales se refieren a unos pastores de Canales que construían chozas cuando salían a pastar con su ganado en lugares altos con buena visibilidad del terreno. Puede ser que de ese conjunto de chamizos o cobijos surgiera un caserío o sitio, llamado Zduin, base del pueblo actual. Este vocablo es de origen fenicio, lo que hace pensar que sus primeros habitantes fueran de estirpe gaditana, aunque algunos escritos se refieren a gentes burgalesas. Se localiza tal poblado cerca del paraje llamado Rocanales (aldea musulmana también perteneciente a Canales). En la zona próxima al castillo de Canales y su caserío se han encontrado cimientos de ladrillos y sepulcros de granito carentes de decoración que se asocian al mundo paleocristiano. Algunos de ellos, los de mayor tamaño, se usaron hasta hace unos años en los corrales de los agricultores como pilas para dar de beber a las mulas. Muchas de las piedras y ladrillos de las fortalezas se hallan en edificios actuales de Recas, Cedillo, El Viso y Casarrubios, e innumerables pequeñas cerámicas decoran algunos salones de sus viviendas, sin darles la importancia que atesoran. En el río Guadarrama, y en los arroyos que vierten en él, se han descubierto restos de molinos de la época tardorromana. Las riberas del Guadarrama han estado pobladas, a buen seguro, desde época anterior a la llegada de los musulmanes. Las aguas siempre fueron puntos de riqueza para agricultores y ganaderos y estas no iban a ser menos. Se han localizado partes de villas romanas con mosaicos en un perímetro de diez kilómetros de Olmos y Canales, siendo el yacimiento arqueológico de Carranque el punto más notable. Aseguran los técnicos que lo aflorado hasta ahora es una pequeña parte de lo que existe y que con el tiempo se podría encontrar un poderoso asentamiento de los romanos. Como sabemos, éstos empezaron a colonizar las tierras de Toledo hace 1600 años. Su presencia se confirma con la calzada y los sepulcros encontrados, que por su tamaño y forma pueden situarse a finales de su dominio o en los comienzos del período visigodo. La Calzadilla es el elemento vertebrador de todos los hallazgos y es calificada por algunos eruditos como la vía antoniana que enlazaba Complutum con Toletum. Gran parte de ella ha desaparecido por causa de su escaso uso, falta de escrúpulos de los propietarios linderos de tierras y estar atravesada por varios arroyos, sobre todo por el Riachuelo. En algunos puntos es difícil de seguir, pues las corrientes de agua han socavado el lecho y la fuerte presencia de urbanizaciones en las cercanías no han favorecido su conservación. No parece muy claro el origen árabe del castillo de Canales. Está documentado por el hallazgo de mosaicos, tumbas y pequeños objetos de uso doméstico que antes de la llegada de los musulmanes a España ya existía esta calzada en la margen derecha del río Guadarrama. El castillo, quizá, se construye
como vigía de este camino que une Toledo con el puerto de los Leones. Los musulmanes llegan a España el año 711, tras derrotar a los visigodos, y se encaminan hacia Toledo. Al mando de Tariq toman posesión de la ciudad. En el 713 llega una oleada nueva al mando de Muza y empiezan también a ocupar las alquerías en torno a Toledo. Restos árabes y documentos mozárabes del s. VIII confirman la existencia de aldeas alrededor de Canales. A lo largo de los años tienen lugar muchas escaramuzas entre las facciones musulmanas. Así, tenemos referencias de que en el 883 ya existe la aldea de Majazul y cuenta con pobladores. Durante el s. X se producen muchas epidemias y las aldeas toledanas se despueblan con facilidad, creándose otras nuevas. Hay una tesis que confirma la reconstrucción del castillo de Canales en tiempos de la taifa de Toledo, con el fin evitar los ataques de los ejércitos cristianos. La repoblación de los alrededores de Toledo es un hecho de gran importancia social, cultural y económica, sobre todo entre finales del s. XI y mitad del s. XII. Estos asentamientos y la vida de los núcleos creados sufren fuertes molestias por las guerras continuas con los musulmanes. Sólo a partir del primer tercio del s. XII desaparece el peligro almohade. Muchas tierras abandonadas se ceden por el monarca a los agricultores que iban llegando. Cuando el rey repoblaba directamente se creaba un concejo y cuando se lo daba a instituciones como la Iglesia u órdenes militares, en recompensa por sus servicios, se originaba un señorío. Por ello, los campesinos podían vivir en tres tipos de territorios: señorío de realengo (bajo dominio directo del rey), de abadengo (dependiendo de un monasterio) o laicos (dependientes de nobles laicos). La repoblación se hacía con francos (llegados de Europa), castellanos (procedentes de Castilla), judíos (originarios de múltiples juderías de ciudades) o mozárabes (cristianos que vivían entre los árabes y que habían sido obligados a vender sus tierras a la Iglesia). Canales se repobló muy pronto. Según leemos en documentos mozárabes, próximas al castillo existían en el s. XII diversas
Olmos y Canales, bastante activos en el s. XII, tienen comunicación visual entre ellos. Por la noche, sus habitantes utilizaban para la vigilancia el sistema de fogatas.
aldeas, actualmente despobladas gran parte de ellas. Citemos algunas: Alconchel (abandonada en el s. XVI, pertenecía a la Orden de San Juan y se ubicaba cerca de Palomeque), Boadilla (cerca de Camarena, contaba con ermita), Palombec (Palomeque), Mazarabeas (antigua alquería de la iglesia de Toledo, desamortizada y vendida a particulares en 1842), Huerta de Olmos (junto al castillo de ese nombre, por debajo del Soto Manduche, yermo solar, ahora campo de labor), Cabeza Musanda (la actual finca de La Cabeza), Recachiol o Regachuelo (al norte de Chozas de Canales, en 1201 hay una cesión de un losar con su torre en su término lindante con viñas; tenía iglesia y se abandonó por una peste de paludismo), Villa Algariva (próxima a Arcicollar, junto al arroyo Cantalgallo, llamada Villafranca en el s. XIII ), Casarrubios (lugar poblado en 1124, muy favorecido después por la vía que iba hacia Extremadura o Camino Real de Madrid a Extremadura), Camarena Yuso (poblada en 1139), la alquería de Almoradiel o Moradiel, Villa de Argolla, Dacicolla o Darcilla (el Arcicollar actual, que era acequia de Camarena), Villamocén, Monsalud (aldea de Canales, cedido el usufructo de por vida en 1177 a Eulalia, viuda de Pedro Bernardo, por el arzobispo de Toledo, “por misericordia y para mientras siga siendo decente”), Onclelos (así llamado en 1161, es el actual Yunclillos), la aldea de Aznar Gómez (al lado de Camarena), Renales,... El núcleo más cercano al castillo era Rekab (germen del actual Recas). Toda la economía de la zona era agraria y se basaba en los cereales utilizados en alimentación humana (trigo y centeno) o animal (cebada y avena). Sabemos que Canales ya es conocido como Qanalis a comienzos del dominio musulmán. De esta época parece ser contemporáneo el castillo. Ocupaba dos cerros de gran valor estratégico separados por un gran barranco. Al norte se hallaba la fortaleza y al sur el poblado. Fue hospital con Alfonso VI. Cedido por al-Mamún para ello, no logró reducirlo el almorávide Alí ben Tasufin en su ataque el año 1109. El 21 de agosto de 1143 el rey Alfonso VII, su propietario desde el año 1126, lo cede a Raimundo, arzobispo de Toledo, determinándose en la donación algunos términos anexos sobre los que se extendía el arciprestazgo de Canales: aldeas de Recas y Boadilla o Borgelavager, Regachuelo (existe en 1101) y Zduin. Una bula del Papa Eugenio III, dirigida al arzobispo de Toledo, nombra a Canales como Oppidorum de realengo y le confirma el señorío real. Otra de Inocencio III, fechada a mitad del s. XII, le menciona como relevante plaza cristiana.
Frente a la Calzadilla se asentaron muchas fortalezas: Canales, Olmos y Calatalifa (ahora en la provincia de Madrid) y muy próxima está la del Alamín. No sabemos con exactitud si estas defensas se reconstruyeron o levantaron para proteger el reino taifa de Toledo. Parece que fueron los guardianes del acceso desde la Trasierra por donde pasaban las tropas desde Castilla al reino de Toledo. En 1212 son asaltados todos los castillos próximos a Toledo y el de Canales se mantiene, aunque su caserío apenas tiene censo al haberse anulado el poder militar de la fortaleza. Cuando pasa a ser refugio de maleantes, el rey Pedro I lo manda desmantelar en 1360, pero es restaurado de nuevo en alguna de sus partes por el arzobispo de Toledo don Pedro Tenorio Duque Estrada. Chozas de Canales, con el nombre de Las Choças, ya es conocido por escritos del s. XIV cuando Enrique III señala lo que cada pueblo debe pagar por impuestos. Enrique IV regala en 1466 el castillo de Canales a su mayordomo Juan Pacheco. También en el s. XV se escribe sobre Chozas por el Contador Mayor del arzobispo de Toledo y se incluye en el caserío de Canales. En este siglo, la fortaleza debía mantener un cierto estado de conservación, ya que el 4 de noviembre de 1474 el arzobispo de Toledo procede a recuperarla de la ocupación de los ladrones. En 1517 estaba descuidada, tenía alcaide nombrado por el arzobispo con tres o cuatro criados suyos pero no guarnición, y en 1575 pasa al término de Lominchar y es propiedad de la Iglesia de Toledo. En 1592 no tenía gente, excepto los criados del alcaide, y su armamento se componía de 4 tiros de pólvora de hierro, 8 espingardas, 11 ballestas, 50 docenas de almacén, 9 lanzas, 20 casquetes y 20 paveses. La riqueza cinegética de Canales siempre fue grande y se mencionan algunas partidas de caza de los reyes por la zona a lo largo de varios siglos. La pérdida de su valor militar supone la caída de Canales y la emigración de sus moradores o vecinos. El castillo de Canales está en la actualidad arruinado y sólo conserva el aljibe que recogía las aguas de lluvia. Tiene fábrica de mampostería y bóveda de cañón con arcos fajones de ladrillo recubierto de mortero hidráulico. Existen sólo las paredes con restos de almagra y los arranques de las bóvedas. Del poblado se mantiene un torreón, visible desde lugares lejanos al encontrarse sobre un cerro. Se emplaza en el término de Recas, próximo a la vivienda de la finca denominada El Castillo, propiedad de una familia de ascendencia chocera y fue adquirido a partir de la desamortización de Mendizábal de 1836. Ricardo Rodríguez Rodríguez (del libro “Hablando de lo nuestro...” - 2012)
TE ESPERO EN ESCALONA, VIAJERO. Si encaminas tus pasos de Toledo a Valladolid ó abandonas en Maqueda el rumbo a Extremadura…
digno de contemplar y disfrutar… La historia y la naturaleza coexistiendo siglo a siglo”, a decir de algún poeta.
Si acaso emprendieras camino desde la muralla de Ávila hasta la Ciudad Imperial, por ventura para tu ocio y tu cultura, inexcusablemente hallarás a tu paso la Villa de Escalona, Muy Noble y Muy Leal, ubicada en un otero sobre escarpada ladera, a la margen derecha del río Alberche.
La historia de Escalona está vinculada al origen del “Centinela del Alberche”, uno de los mayores castillos de su época, construido en el siglo XV, por orden de Alfonso VII. Ampliado por D. Juan Manuel al construir el perímetro exterior amurallado, exágono irregular de 420 metros, divido en dos zonas: la plaza de armas al norte y el alcázar al sur con dos fosos, murallas, torres, adarves y ocho magníficas torres albarranas.
Villa próspera, su población cercana a los cuatro mil habitantes se ve triplicada en periodos vacacionales gracias a la docena de urbanizaciones nacidas en su periferia; en ella predomina el comercio y el sector servicios. Equidista de Madrid, Talavera de la Reina y Toledo. En pocos minutos de viaje, puedes contemplar el magnífico conjunto urbano, en el que destaca su trazado medieval y su monumento más emblemático, el castillo-palacio, que la convierten en importante Villa turística amén de disfrutar playas de aguas cristalinas en el río ó sabrosas viandas de cazuela castellana en restaurantes, bares, tascas y mesones de la Villa. Bienvenido, viajero. Antes de entrar, contempla la silueta del muro y su castillo, regocija la mirada desde el puente sobre el río, único punto en su época para cruzar el Alberche entre las ciudades de Ávila y Toledo. Admira el bello contraste: La antigua muralla almenada y desdentada por el tiempo, que, abrazando la parte antigua del pueblo, parte y termina en el alcázar; a la izquierda, Las Palomeras, barrio blanco de la Escalona moderna que se ensancha, siguiendo los dictados de su desarrollo. Desde el vetusto puente de piedra de sillería, de once ojos, sustituto de aquel que el general Soult ordenara construir con preciadas maderas arrancadas del Palacio y posteriormente quemar en su huída durante la Guerra de la Independencia, dos caminos te invitan a subir a la Villa: La Cuesta del Pico para entrar por el Arco de San Vicente y la Cuesta del Río ó Cuesta del Burro, escalinata que regala miradores para contemplar las playas del Alberche, la esbelta torre del antiguo depósito de agua y te conduce hasta el parquejardín de Santa María. Tras el esfuerzo de la cuesta, toma asiento en el parque, recobra el resuello y, al compás del murmullo de la fuente, admira de cerca la emblemática fortaleza del castillo. Contempla las altas torres, observa en lo más alto de sus cimas decenas de cigüeñas, que de febrero a octubre, construyen sus nidales, crían y “machacan el ajo” que así se llama al crotoreo incesante de sus picos. “Verdaderamente un espectáculo,
Mas fue D. Álvaro de Luna quien erigiera un magnífico y lujoso palacio de planta cuadrada con jardín de grandes dimensiones, famoso en suntuosidad, con tal riqueza de adornos y estucos que, según decían, era como de cuento. En su interior conserva la capilla, la torre del homenaje con escalera de estilo gótico (vivienda de los actuales dueños, parte no visitable), el patio noble con forma de claustro, la plaza de armas (de la que sólo se conservan algunos pilares) y restos de mazmorras y caballerizas. Es de especial mención la decoración mudéjar de estuco coloreado, que perdura en la llamada Sala Rica. En el exterior, la torre del homenaje de 22 metros de altura, la muralla y el foso. La fachada norte del alcázar tiene una imponente portada. Decorada con ornamentación floral, se organiza en torno a un arco ojival con impostas de cordoncillo. Bajo éste aparece otro arco, formando entre ambos un bajorrelieve con figuras humanas y escudo de armas en el centro. Parece demostrado que fueran musulmanes los constructores del castillo, muy similar al de San Martín de Montalbán. Según cuentan las leyendas, los estudios de Juan de Mariana, Pedro de Rojas, Amador de los Ríos y los recientes trabajos de investigación de los Doctores en Historia Medieval Óscar López Gómez y Nicolás Ávila Seoane, fueron los judíos expulsados por Nabucodonosor II, en el siglo VI a. de C. quienes realizaron el primer asentamiento, dejando la única certeza fidedigna de la época: el nombre de Áskalon. Otras leyendas hablan de la presencia de íberos, celtas, de un posible asentamiento romano donde fue edificado este “castrum” y hay quien habla también de un asentamiento visigodo cuya única evidencia es el capitel de una columna visigótica hallado en la cueva de una casa próxima a la plaza.
Las Crónicas de Historia, ya con fundamento documental, hablan de “…una Villa, arrebatada a los musulmanes por el rey Alfonso VI…, reconquista “de gran importancia militar”; así lo muestra la alquería de los posibles habitantes, trazada con callejones sin salida, llamada Saktán y los arcos de ladrillo de una mezquita aparecida en el templo parroquial, pruebas del origen musulmán de la Villa. En 1.118, el Rey Alfonso VII, el Emperador, concede Fuero General a La Muy Noble y Muy Leal Villa. En 1.130, de manos del Rey Juan II, la reciben los hermanos Diego y Domingo Álvarez según el Fuero de los Castellanos de Toledo. En 1.138 Escalona es objeto de una Concordia entre el Arzobispo de Toledo y el Cabildo de la Catedral. Pero es en 1.281 cuando se opera en la Villa un cambio histórico radical: Alfonso X El Sabio la entrega a su hermano, el Infante D. Manuel. Al año siguiente nace su hijo, el mal llamado infante, pero insigne escritor D. Juan Manuel, personaje ilustre de la Literatura española (El Conde Lucanor, Tratado de la Asunción de la Virgen María, Libros: De la Caza, del Caballero et del Escudero, de los Estados, de las Armas) que recibe el castillo de su abuelo, Fernando III el Santo.
A partir de este momento, cabeza de la Comunidad y Villa de realengo de las Tierras de Escalona y Maqueda, Talavera de la Reina y Extremadura, Méntrida y Valmojado, plaza casi inexpugnable por su situación estratégica, de gran importancia militar con moneda y ejército propio, llegó a ser pieza muy codiciada, al punto de verse inmersa en grandes conflictos monárquicos: Juan II, Enrique IV, conflicto sucesorio entre Isabel la Católica y Juana la Beltraneja… Hasta que de D. Álvaro de Luna cae en desgracia, es aprisionado y degollado en Valladolid. En 1.453, sitiada por las tropas reales, su viuda, Dña. Juana Pimentel y sus hijos se hacen fuertes durante veinte días. La Triste Condesa se retira al castillo de Arenas de San Pedro y Escalona vuelve a la órbita de la monarquía. En 1.470, Juan Pacheco, recibió la Villa con el título de Duque de Escalona por parte de Enrique IV de Castilla. Durante la Guerra de la Independencia, el mariscal Soult provocó la ruina de buena parte del soberbio palacio de don Álvaro de Luna, que hasta entonces se había conservado íntegro, para utilizar las maderas en un puente sobre el Alberche. El “Centinela del Alberche”, de magnífico palacio
señorial lleno de armonía y lujo, de fortaleza inexpugnable en asaltos y asedios, tras numerosas destrucciones, es sometido al abandono. En 1.853, el Duque de Frías comenzó su techado y desescombro pero sus sucesores abandonaron la idea. En 1.922, fue declarado Monumento Nacional. Durante años, hizo las delicias de mayores y pequeños como parque de aventuras y juegos, campo de fútbol, plaza de toros y otros eventos pero fue sometido a otro asedio irreparable: La rapiña y feroz latrocinio de sus materiales. En la actualidad es de propiedad privada. Su dueña forma parte de la Junta Directiva de la Asociación Nacional de Amigos de los Castillos de España y gracias al acuerdo firmado con el Ayuntamiento se pueden concertar visitas guiadas, así como asistir en su recinto a la celebración de conciertos y representaciones teatrales, en época de estío. En el parque-jardín donde te encuentras, contempla también el edificio de ladrillo, construido durante la Dictadura de Primo de Rivera, antiguas Escuelas de Primera Enseñanza, reconvertido hoy en Casa Consistorial, Comisaría de la Policía Local, Juzgado y oficinas de la Administración Local. Has de saber que en otros tiempos este jardín fue lugar sagrado. Aquí fue construida la primera de las cuatro iglesias que existieron, dedicada a Santa María, en 1.086, tres años después de ser conquistado el pueblo por los cristianos. De las otras, San Vicente, San Martín y San Miguel, sólo perdura esta última, actual Parroquia, por estar asentada en los cimientos de una antigua iglesia románica. Su nave central gótica, ampliada con otras dos laterales y el coro la convierten en Colegiata, desde finales del s. XVII. La torre-campanario, separada del templo, sin duda para labores de vigilancia, fue construida sobre el Arco de las Campanas, una de las cinco puertas abiertas en la muralla: De la Parra y del Río (desaparecidas), la olvidada Puerta de Alamín, en el Castillo, y las mencionadas anteriormente San Vicente y de las Campanas. La muralla, de un kilómetro de perímetro, rodea la parte medieval de la Villa. Fortificada por los árabes, los Barrancos del Alberche y los arroyos de la Parra y Tordillos la dotan de gran eficacia para la defensa. De la religiosidad de Escalona hablan, además de las cuatro iglesias mencionadas, dos ermitas desaparecidas (S. José y S. Antón), dos Conventos franciscanos (uno masculino, ya desaparecido). El otro femenino, durante quinientos años Convento de Concepcionistas Franciscanas,
ocupado recientemente por Carmelitas de Santa Teresa; fue construido a solicitud del Marqués de Villena, cuando supo la vocación monacal de dos de sus hijas. El conjunto conventual del Monasterio de la Encarnación lo conforman dos componentes principales: El claustro (planta cuadrada de dos alturas en fábrica de ladrillo con cuarenta y ocho arcos apoyados en columnas, unidos entre sí por un antepecho de sillería decorado con motivos florales. La iglesia tiene Planta de Cruz Latina con una sola nave y crucero. Estilo gótico, del siglo XVI, declarado Monumento histórico- artístico y Bien de interés cultural por Bellas Artes. El testimonio de religiosidad popular heredada lo configuran cuatro Hermandades: Los Esclavos del Santísimo Sacramento, tal vez la más antigua, nacida por influencia de la Sacramental de Torrijos, que venera al Niño de los Esclavos y procesiona con el Nazareno en Semana Santa; San Roque, Patrón del pueblo; el Cristo de la Ventana, procedente de la antigua iglesia de San Vicente y la Archicofradía que refleja la herencia de siglos de fervor mariano en Escalona, La Purísima Concepción, fundada en 1.669 por bula del Papa Clemente IX. Dejando lo religioso, aunque vinculados a la Iglesia en su labor social de caridad, consta en los anales de la Historia la existencia de dos Hospitales para pobres: Santiago, más antiguo y S. Andrés, fundado también por orden de López Pacheco en el S. XVII. Desgraciadamente ambos desaparecidos. Pero lo que sin duda destaca en el urbanismo de Escalona es su Plaza Mayor, denominada del Infante D. Juan Manuel, de estilo medieval, porticada, rectangular, en la que destaca el edificio de la Biblioteca Municipal, del s. XVIII, con el escudo heráldico de la Villa y reloj en su frontispicio. En el
Hortelanos, Labradores… En esta plaza se celebra Mercado los jueves desde el s. XIII (Ahora trasladado a los aledaños del Convento) y, tres días al año, en abril y julio, se rememoran los Mercados Medievales, uno de ellos como actividad didáctica para los alumnos de los Centros de Enseñanza de Escalona y Almorox. Gran parte de las actividades de la vida del pueblo se dan cita en la plaza especialmente durante las fiestas y el desarrollo de tradiciones religiosas y profanas: El Baile de la “Guarrilla”. Desde hace más de mil años, del 1 al 17 de enero, se rememora, mediante un repique de la campana del reloj, al alba y al ocaso, el hecho de que Escalona, en tiempos de Reconquista, fue sitiada y al fin liberada. Día de San Antón. El 17 de enero, tras la Misa del santo, el sacerdote bendice a los animales. A continuación se procede al sorteo del Guarro Antón entre los habitantes del pueblo. La Asociación de Mujeres organiza un Concurso de Cocina y Repostería. Día de la Tortilla. El día de San Ildefonso, 23 de enero, en Escalona es tradición “juntar la tortilla”: Los vecinos salen al campo juntos ó se reúnen en las casas a comer una tortilla de patatas a la que se puede añadir chorizo, aportando cada uno algún ingrediente de la tortilla. Carnavales: El Sábado de Carnaval, el Ayuntamiento organiza el tradicional Desfile de Carnaval y Concurso de Disfraces. El Miércoles de Ceniza se celebra el Entierro de la Sardina.
centro, el tradicional templete, testigo de la raigambre que la música tiene en Escalona. Los cuadros de cerámica adosados en los laterales hacen alusión a la idiosincrasia de la Villa. El soportal es escenario de uno de los capítulos del Lazarillo de Tormes. Exactamente en el que el pícaro bribonzuelo hace saltar al ciego, estrellándose éste contra una de las columnas. El edificio en cuestión, antiguo enclave de Carnicerías, evoca los ancestrales Gremios junto a las calles confluyentes:
Virgen de la Asunción. El 15 de agosto, víspera de San Roque, se celebra verbena y pólvora. San Roque. El 16 de agosto, fiesta local en honor a San Roque, Patrón del pueblo, con procesión y después de Misa mayor, la tradición manda repartir el “Chusco del Santo”, bailar pasodobles a los compases de la Banda de Música local, refrescarse con “limonada y concluir con la clásica jota. Fiestas de Verano. Se celebran la tercera semana de agosto, de
miércoles a domingo, con verbenas, festejos taurinos, fuegos artificiales, atracciones en el recinto ferial y actividades de entretenimiento para todas las edades. Es de mencionar la degustación popular y tradicional Concurso de Paellas y el magnífico espectáculo de Fuegos Artificiales en los miradores del río. Fiestas de la Purísima. Los días 7, 8 y 9 de diciembre tiene lugar la celebración de las Fiestas en honor a la Inmaculada Concepción, patrona de Escalona. El día 7 se instalan luminarias en la plaza para combatir el frío durante la verbena y los fuegos artificiales. El día 9, fiesta local, llamada la “Virgen Chica”, se organizan Juegos Populares para todas las edades. Nochevieja. El Ayuntamiento ofrece al pueblo las 12 uvas para las campanadas y con un brindis se despide al que termina y se recibe al año nuevo. En fin, estimado viajero, antes de despedirnos, aún abusando de tu paciencia, he de hablarte de otra herencia, tal vez la más importante recibida en Escalona, que afortunadamente perdura: El legado cultural. Pueblo cargado de Historia (Impresionantes los Archivos Municipal y Parroquial), de Literatura (Lazarillo de Tormes, Infante D. Juan Manuel, Jerónimo Gómez de la Huerta, Fray Alonso de Molina) y de hermosas Leyendas (Marta la Hechicera, El Pozo de las
siete bocas, La Fuente de la Mora)… Permite mi consejo y consulta el excelente Programa de Actividades y Actos Culturales que propone la Concejalía de Cultura en la Escuela de Idiomas, Escuelas Deportivas, Concursos de Literatura y Pintura… Las que desarrollan las Asociaciones Culturales: “Marqués de Villena” en su Escuela de Danza y Teatro, “Santa Cecilia” en su Academia y Banda de Música, “Inmaculada Concepción” en sus Grupos de Baile, la incansable y polifacética Asociación de Mujeres “Iris”, Asociación de Teatro “Mago de Oz”, Asociación Ornitológica, el Coro San Miguel, la Academia de Música Áskalon, la Escuela de Pintura “Eugenio Fernández”… Tantas que la magnífica Casa de Cultura, el Edificio Municipal Polivalente, la Biblioteca Municipal, la Sala de Exposiciones apenas pueden racionalizar tiempos y espacios para acoger el acervo cultural de la Villa. A modo de epílogo, permite que termine emulando al romancero… Pues, el recreo de la Historia de este pueblo pinturero con el arte literario embelesa al viajero, la plaza, su Lazarillo, el infante y el convento, el palacio, la muralla, la iglesia donde se reza con piadosa devoción, en rimas irán trabadas… De siglos, pluma, cruz y espada caminan al mismo son… Mas que nadie se sorprenda que la Historia y que la Lengua viajen entremezcladas porque en épocas pasadas entre la grey de guerreros, de damas y caballeros, de vasallos y señores, juglares y trovadores, en múltiples ocasiones, se organizaron torneos, se cultivaron las rosas, se forjaron las espadas, se tramaron emboscadas, se maquinó la traición, nacieron almas piadosas y también fueron amadas las mujeres más hermosas... Si decides aspirar de las piedras de esta Villa fragancias del medioevo, será grato recibirte… Te espero en Escalona, viajero. José Mª Fernández-Serrano Lázaro-Carrasco
PRIMER BIENIO REPUBLICANO EN GERINDOTE. no se celebraron elecciones y los candidatos se trasformaron en concejales. Al ser los conservadores mayoría designaron como alcalde a Juan Francisco Sánchez de Rivera.(1) Pero el día 20 de abril de 1931, el gobernador publicó en el Boletín Oficial de la Provincia la siguiente notificación: Según instrucciones recibidas del Gobierno de la República, ante las protestas y reclamaciones formuladas, en las localidades toledanas donde se hayan falseado las elecciones municipales, deberán ser impugnadas antes del día 25 de los corrientes, acompañado los medios de prueba en que se fundamente la misma.
Sociedad Obrera La Segura de Gerindote, hacia 1932
En cambio de régimen que todos añoraban se realizó sin grandes traumas en Gerindote. Las elecciones municipales del 12 de abril de 1931 significaron el fin de la monarquía de Alfonso XIII y la proclamación de la Segunda República en España. Esta convocatoria electoral se convirtió en un verdadero plebiscito acerca del régimen político: monarquía o república; algo que en principio no estaba previsto. Los monárquicos sufrieron una fuerte derrota en las ciudades, pero no en las zonas rurales. En realidad, en los pueblos pequeños las elecciones no tuvieron un marcado cariz político, sino más bien administrativo. De ahí que en muchos ayuntamientos los concejales fueran nombrados por el artículo 29 de la ley electoral. Se presentaban igual número de candidatos que de concejales correspondían al municipio y ya no era necesario votar La población de Gerindote vivió la proclamación de la II República con gran expectación y la bandera tricolor ondeó en un ayuntamiento que, durante las primeras semanas, fue gobernado por un terrateniente monárquico: Juan Francisco Sánchez de Rivera. El último alcalde del reinado de Alfonso XIII, Valentín Rodríguez Gómez Olmedo, junto con sus hermanos, Sebastián y Federico, se presentaron a las elecciones del 12 de abril de 1931 en compañía de los mayores hacendados de la localidad, entre ellos el señor Sánchez de Rivera. Estos viejos dinásticos tenían como únicos rivales políticos a la candidatura republica-socialista que, después de tantos años de dictadura, también aspiraban a aproximarse a la Corporación. Pero sus líderes, Cipriano Gutiérrez y Adrián Rodríguez Calvo, eran aún inexpertos. Ignoraban los entresijos de la política municipal porque durante la anterior etapa absolutista no tuvieron oportunidad de acceder al Ayuntamiento. Pero, como en tantos pueblos de la provincia,
En más de setenta localidades toledanas que impugnaron el resultado, se repitieron elecciones el día 31 de mayo de 1931. La izquierda gerindotana no estuvo atenta a los plazos establecidos, o por cualquier otro motivo, no formularon la preceptiva alegación para repetir los comicios. Por ello siguió como alcalde el señor Sánchez de Rivera, aunque su efímero mandato duraría sólo unas semanas. El 27 de junio de 1931, el primer mandatario municipal fue obligado a dimitir ante la presión de la Sociedad Obrera La Unión, a cuyo frente se encontraba el moderado socialista Cipriano Gutiérrez Martín, quien sería su sustituto. Al igual que su antecesor, ninguno de los dos fue elegido democráticamente por el pueblo. (2) Este extemporáneo cambio de alcalde reflejaba el sentir de la población, en su mayoría jornaleros del campo. Sin embargo, las maneras empleadas por estos obreros para provocar su renuncia, empuñando hoces y bieldos en la puerta del domicilio del primer edil, sólo son entendibles desde el convulso contexto histórico en el que se produjeron. Gerindote era un pueblo, como la mayoría de la provincia, con grandes desigualdades económicas y altas tasas de analfabetismo. Estas disparidades sociales alimentaron el resentimiento de los más pobres dedicados al trabajo temporal en el campo, con graves problemas de subsistencia y con 400 de ellos en paro. Una tierra, en su mayoría, propiedad de aristocráticas familias forasteras que sólo pasaban por Gerindote para buscar ojeadores para sus cacerías. También el primer edil saliente, perteneciente a la adinerada familia Sánchez Rivera, era titular de la extensa finca La Casa Nueva. Y un pariente de éste, Eduardo Díaz Prieto, presumía “de que montado en su caballo podía desplazarse desde Gerindote hasta Albarreal de Tajo sin atravesar otras fincas que no fueran de su propiedad”.(3) En Gerindote la propiedad de la tierra marcaba las diferencias sociales. En esta localidad un 71% de la población (2.129 habitantes en 1930) trabajaba para la agricultura y ganadería, y un 61,5% era mano de obra asalariada. Un jornalero con azada ganaba cinco pesetas diarias (aproximadamente lo que costaba una arroba de garbanzos). La legislación republicana trató de paliar este problema.
La República promulga las primeras normas de su Reforma Agraria con la finalidad paliar esta desigual distribución de la tierra. El decreto de Arrendamientos Colectivos, de mayo de 1931, es acogido en Gerindote con la esperanza de dar solución al desempleo. Acogiéndose al mismo, el Ayuntamiento acuerda en pleno el arrendamiento de las fincas La Dehesilla, propiedad del duque de Teba; Azoberín, cuyo titular era Caslos F. Falcó Stuart, duque de Peñaranda y otras de Arturo Taramonas. Se hicieron lotes de 30 fanegas, además de una yunta de mulas y aperos, para que fueran explotadas por setenta trabajadores pertenecientes a la Sociedad Obrera. Esta experiencia comunitaria se mantuvo hasta 1936, a pesar de que en 1934 existió una Corporación presidida por Pedro Rivera, de signo político contrario.(4) El máximo mandatario municipal, Cipriano Gutiérrez, bajo cuyo gobierno se potenciaron estos avances laborales fue un gran impulsor de la reforma agraria en la villa, que tanto favoreció a los braceros del campo. Pero éste prudente alcalde, propietario de clase media, antiguo miembro del Somatén, católico y padre de diez hijos, pronto se vería sobrepasado por los vertiginosos cambios que la República iba impulsando. Los jornaleros de la Sociedad Obrera, y sus dirigentes, a cuyo frente ya se encontraba Adrián Rodríguez, querían una perfecta sincronización entre ésta y la Corporación municipal. Y sobre todo desean eludir al secretario titular del Ayuntamiento, Manuel Ipola, de ideología política contraria. Sin embargo, Cipriano no era de esa opinión. Quería evitar, sin conseguirlo, por ello presentó su dimisión, que las decisiones municipales se tomaran en el Ayuntamiento y no en la sede de la Casa del Pueblo, a pesar del estorbo que para todos suponía la presencia del secretario derechista.(5) Tenía Adrián Rodríguez 48 años y ocho hijos a los que alimentar cuando llegó a la alcaldía de Gerindote a finales de 1932. Este obrero del campo, socialista convencido, era el líder indiscutible de la izquierda gerindotana. Pero el talante moderado y pacificador del nuevo primer edil no pudo evitar pequeños enfrentamiento que El Castellano, narraba así: “El vecino de Gerindote José Marugán Rivera ha denunciado a la Guardia civil que cuando iba a trabajar a la finca La Casa Nueva fue coaccionado por sus paisanos. Éstos, Juan Rivera Garoz, Críspulo Pulido Molina, Clemente Rodríguez Rodríguez, Julián Béjar Ceneda y Carlos González Calvo fueron detenidos por apalear al denunciante. Se afirma que los promotores del hecho son los dirigentes de la Sociedad Obrera. Todos estos incitaban a proceder contra los obreros que se negaban a asociarse a la misma, como en el presente caso”. (6) La explicación a este suceso debemos buscarla en el decreto de Arrendamiento Colectivos que el Ministro de Trabajo, Largo Caballero, promulgo para intentar atajar el problema agrario. Se establecía que las Sociedades Obreras legalmente constituidas podían concertar un contrato de arrendamiento colectivo. A la vista de la citada norma, el obrero agrícola ya tenía otra obligación más, la de afiliarse a las Sociedades Obreras para poderse beneficiar de aquella. Esta fue una leyenda negra que siempre persiguió a Largo Caballero durante el primer bienio republicano, que atribuía a sus
reformas el propósito de favorecer a la UGT y hacer del sindicato socialista una agencia de colocación encubierta. En el año 1932, otra manifestación obrera acabó en la plaza de Gerindote, frente a la fachada del caserón del derechista Pedro Vázquez. Éste, junto su hermano Avilio, se parapetaron con armas de fuego en sendas ventanas para amedrentar a los manifestantes que, pertrechados con bieldos y hoces, arrojaban piedras a la fachada de su vivienda. Como hubo un herido leve, los autores fueron detenidos y, andando, conducidos por la Guardia Civil hasta Torrijos, ante la alegría de los huelguistas. (7) Otras veces eran los patronos quienes provocaban los conflictos. El gobernador de Toledo, en enero 1932, propuso la imposición de una multa de 1.000 pesetas a varios propietarios de Gerindote por desobedecer un acuerdo sobre jornales aceptado por la representación patronal. Los sancionados eran: el ex alcalde Juan Francisco Sánchez de Rivera, Dorotea Navarro, Eusebio Martín, Lucio Rodríguez, Epifanio Díaz, Dionisio Rodríguez, Abilio Vázquez y Santiago Vázquez. El conflicto debió solventarse amistosamente tras una visita de patronos y obreros al gobernador civil, y el periódico El Castellano imputó la controversia “a las restricciones perturbadoras del decreto de Términos de 28 de abril”. (8) Juan Antonio Morales Gutiérrez
Notas (1) Libro de actas del Ayuntamiento de Gerindote (sesión 16 abril 1931) (2) Libro de actas del Ayuntamiento de Gerindote (sesión 27 junio 1931). Existe una hoja suelta grapada al libro, firmada por el cesante, que recoge la obligada dimisión. Testimonio del vecino nonagenario Eugenio Ruano Camarena: “La mayoría de los gerindotanos eran de izquierdas y no querían a un alcalde de derechas. Todo culminó un día en el que un gran número de personas, en tono poco pacífico, se concentraron en la casa que el alcalde monárquico tenía en la misma plaza. Salió asustado de su domicilio y personalmente entregó el bastón de mando a los cabecillas de la manifestación. Después fue a firmar su dimisión al Ayuntamiento”. Entrevista realizada el 26 de mayo de 2009. (3) Esta frase pronunciada repetidas veces por Eduardo Díaz Prieto, acuñada en la memoria de las personas más ancianas de la villa, ha sido transmitida por éstas a sucesivas generaciones. (4) GONZÁLEZ CALLEJA, Eduardo. Pregón de Fiestas de Gerindote. Año 2004. (5) Libro de actas del Ayuntamiento de Gerindote. Existen varias observaciones, transcritas al libro de actas por el citado secretario, en la que sugería a los miembros de la Corporación que deberían diferenciar las competencias de ésta y las atribuidas a la Casa del Pueblo.(sesiones 25 noviembre 1931; 14 de mayo de 1932). (6) Periódico El Castellano, edición de fecha 26 septiembre 1933. (7) Testimonio de María Robles: “ Los huelguistas hicieron un pasillo a mi novio Pedro y su hermano hasta las afueras del pueblo, camino del cuartel de Torrijos. Los detenidos iban esposados y acompañados por un cabo de la Benemérita, llamado Bonache, recibiendo insultos. Pero como éste guardia era amigo de mi novio, le dijo: “¡Pedro, si se lanzan a por ti, quítame la pistola! Una vez celebrado el juicio, fueron condenados a indemnizar al herido y una pena accesoria”. Entrevista realizada el 16 de junio de 2009. (8) Periódico El Castellano, edición de fecha 30 abril-1932.
Canteras calizas en la comarca de Torrijos. Imaginando los más jóvenes y evocando los mayores la fisionomía que nuestros pueblos han tenido durante siglos y hasta pasado el medio siglo del XX, encontramos casas y corrales encalados y sus edificios más singulares: iglesias, conventos, picotas, castillos, etc. alzados de la piedra blanca caliza que emerge en nuestros cerros. Dos materiales: piedra y cal. La Colegiata o capilla del Cristo en Torrijos, la iglesia o monasterio de Franciscanas de Fuensalida, la iglesia de Huecas, el castillo e iglesia Barcience, la iglesia de Novés, el castillo e iglesia de Caudilla o los castillos de Maqueda y San Silvestre son buena muestra del uso de esta piedra en construcción durante la Edad Moderna.
Localizar estas canteras y tratar de contextualizar el paisaje con el aspecto económico y cultural es una tarea de la arqueología industrial olvidada, ya que sólo nos fijamos en el resultado por ser bello. Tratemos de conjeturar lo que supone tener en una cantera a una centena de hombres “picando” piedra y el trasiego de carros tirados por bueyes en un espacio que comienza “virgen” y se asientan establos para los animales de carga y fraguas para el mantenimiento de herramientas. Ni que decir, si llega el ferrocarril y la pólvora. Y acabado el trabajo visualizar el “bocado”, el paisaje marciano resultante y cómo la naturaleza intenta recuperar el lugar a duras penas. Mientras, en otro lugar brilla una nueva construcción. Ofreciendo un repaso e invitando a visitar estas canteras podemos nombrar las de: Huecas. En mi pueblo se encuentran diversos tajos de frente de roca de los que se ha obtenido roca para mampostería y pavimento de calles, así como hornos de cal. Destacando sobre todos ellos, por su tamaño: • La cantera de piedra labradera del Valle de las Higueras. Se conoce como cantera de piedra labradera a aquella en la que la piedra es labrada in situ en su lugar de extracción, para ser arrancados una vez terminados, para su instalación. En las Relaciones de Felipe II en 1576 es citada con las siguientes palabras “hay una cantera labradera de piedra blanca” por lo que es más que probable que su explotación viniera realizándose al menos desde un siglo antes coincidiendo con la construcción de numerosos edificios religiosos y civiles en la comarca de Torrijos. Y por el otro extremo, su explotación a nivel “industrial” podría alcanzar hasta finales del siglo XVIII, dado que, también es mencionada en las Relaciones al Cardenal Lorenzana.
Por su parte la cal, en construcción era empleada como pintura y protector de superficies. En agricultura para el blanqueado de troncos de árboles o mejora de suelos; en la alimentación para la elaboración del vino o del arrope; y en lo doméstico como desinfectante de viviendas, silos o depósitos de agua. Esta roca caliza que emerge en característicos cerros desmochados y lomas es una formación geológica de calizas lacustres del Mioceno que afloran en abundancia en los términos de Huecas, Barcience, Villamiel, Rielves, Novés o Caudilla, extendiéndose desde las inmediaciones de Torrijos hasta Villaluenga. Rocas con afloramientos diferentes: unas rocas más blancas y otras más amarillas, unas más duras y otras más débiles, unas con más cal y otras con bastante sílice.
Se caracteriza esta cantera por ofrecer una piedra porosa, blanca con tonos amarillos, blanda y fácil de labrar. Dicha piedra se usó como sillares de zócalos, dinteles, columnas, nervaduras y esculturas. A falta de referencias escritas, podemos sospechar su uso en la capilla mayor de la iglesia de Huecas y en la Colegiata, Capilla del Cristo y Palacio de los Duques de Maqueda de Torrijos, siendo sus portadas y ventanas las joyas de esta cantera. Así como, en otros elementos menores como son los rollos de justicia de Huecas y Fuensalida o las pilas bautismales de Huecas y Rielves. Paseando por el paraje se pueden encontrar diferentes tajos de cantera con bloques de piedra labrados o semilabrados preparados para su extracción, restos de ceniza de sus fraguas en los que se aguzaban las herramientas de trabajo y gran número de montones de escombrera. • Las canteras de piedra no labradera. Diversos cortes situados al sur del término (Carrascales, Los Picos, Valle del Concejo, Valle de la Fuente Santa, Valle de las Higueras, Valhondo, Pilillas o el Hierro) reflejan la extracción
de roca para mampostería, cimiento y empedrado. A diferencia de la cantera de piedra labradera, esta roca es más dura y con un mayor contenido en sílice siendo en muchos casos bloques de sílex. Los cortes en dichos parajes revelan que las cantidades extraídas de piedra fueron enormes. Mariano Esteban llegó a escribir que de Huecas salió la piedra de los castillos de Maqueda, San Silvestre, Barcience, Caudilla, las casas solariegas de los grandes señores, los hospitales y conventos y la mayor parte de nuestras iglesias. Yo no me atrevo a realizar tal afirmación, si bien, la cantidad fue excepcional, su extracción es superficial por lo que no alcanza tal magnitud y descuida que existían otras canteras próximas que podían suministrar idéntico material. Su extracción se mantuvo en el tiempo, nuestros mayores recuerdan todavía en la década de los 60 el paso de carros desde Fuensalida que venían a recoger piedra de las Pilillas para adecentar el tránsito de sus calles. • La Cantera de Asland. La “Compañía General de Asfaltos y Portland Asland” fue creada en 1901 en Cataluña. Para su expansión industrial hacia el centro peninsular instaló una fábrica de cementos en Villaluenga de la Sagra que entró en funcionamiento en 1926, siendo inaugurada en 1928 por el rey Alfonso XIII. Pronto se agotó la caliza que ocupaba la coronación del cerro del castillo de Villaluenga y hubo que ir a buscarla a Huecas, a 30 Km de distancia. Para ello, valiéndose de la línea de ferrocarril MadridCáceres, construyó un ramal de 3 km de longitud desde el punto kilométrico 75, que en término de Rielves se adentraba paralelo al camino de Huecas a Toledo hasta alcanzar unos andenes de carga (llegando casi al camino de Huecas a Rielves). Similar operación había realizado la compañía al poner en funcionamiento en 1927 un ramal entre Villaseca de la Sagra y Villaluenga. Situada la cantera en los parajes conocidos como “La Rehoya”, “La Cocinilla y “Las Galianas”. La apertura de la explotación debió tener lugar en 1927 y su cierre en torno a 1932. En un primer momento, para la obtención de Thenardita y posteriormente, para la obtención de cal para la fabricación de cemento. Para este último propósito contaba con dos tajos de corte: uno al oeste, en Rehoyas y otro al este, en “Cocinillas” o “Pernalosa”; línea de ferrocarril en “Las Galianas”, una zona de cocina y vaquerías, un polvorín y dos andenes de carga (uno por tajo). Y muy próximo, un horno de cal. En marzo de 1927 el BOP de Toledo publica la intención por parte de Asland de prospectar el mineral de sulfato de sosa o Thenardita en el paraje de las Galianas en la mina que titularán “Victoria” pero dos años después renuncia a continuar los trabajos, desconociéndose si se llegó a excavar. No obstante, sí existen noticias de estar funcionando como cantera de caliza. La Memoria del curso de 1930 de la Real Academia de Bellas Artes y Ciencias Históricas de Toledo recoge la aparición de “restos prehistóricos y paleontológicos de cierto interés, pero que se perdían para la historia y para
la investigación científica, por la ignorancia de los obreros y por el menosprecio hacia estos asuntos de las personas ajenas a estos estudios”. A finales de 1930 el diario toledano “El Castellano” informa de un accidente ferroviario con cinco heridos por un error en el cambio de agujas. En 1931 se concede la construcción de un polvorín. Y este mismo año y diario se hace eco del conflicto sociolaboral que soportaba el municipio de Huecas aquejado de que la mayoría de los obreros en la cantera eran forasteros a pesar del paro obrero que sufría la población, y por otra parte, de un robo de herramientas. Sin más noticias, todo apunta al fin de los trabajos en una fecha que al menos alcanza el año 1932. Testimonios orales apuntan a que la paralización se debió a la aparición de “pedernales” (piedra muy dura formada principalmente por sílice y que al romperse forma unos bordes muy cortantes) que no ofrecían buena calidad de cal. Cierto es que, el tajo de la Cocinilla es conocido también como “Pernalosa” por la gran cantidad de pedernales que existen. El caso es que, la caliza de Huecas se sustituyó por la de Yepes. Una visita al tajo de la Cocinilla o Pernalosa nos permite imaginarnos cómo eran las fatigosas jornadas de trabajo en la cantera; faena de gran esfuerzo por el trabajo de pico, azadón y pala y el movimiento de cargas. En una primera vista, encontramos un andén de carga del ferrocarril al que llegan carriles por el que circulaban vagonetas tiradas por mulas y/o carretillas cargadas de piedra. Una mirada desde este andén nos permite descubrir el trayecto de la vía del ferrocarril. Paseando, los cimientos de los edificios de cocina y vaquerías de los animales de labor y ya en el corte, los barrenos para explosivo en la roca. Retirado, a lo alto de un cerro, se encuentran los cimientos del polvorín. Y un poco más lejos, junto al camino de Toledo, un pequeño horno de cal, conocido como “el Calerín” en el talud del cerro. Abandonadas las canteras, pasada la Guerra Civil, las personas mayores de Huecas recuerdan como diferentes personas hurtaban los raíles y traviesas de la vía de ferrocarril (que en Rielves era conocida como “La Vía Asland”). Tanto que, no quedan más que tornillos sueltos y la explanación de balastro de la vía ha quedado integrada en las tierras de labor inmediatas soberbiamente. El lugar, quedó impracticable para el cultivo, quedando en la práctica como refugio de fauna donde la tranquilidad que gozaban los conejos, liebres y otros animales, incluidos zorros, tan sólo se veía alterada por ocasionales cacerías, esporádicas prácticas de tiro que realizaba el Somatén y por algún curioso que se acercaba a pasar revista al manantial que creaba un pequeño humedal y a la cueva conocida como “Boca la Zorra”. Dicha calma en el lugar se rompió en abril de 1986 cuando el alcalde del Ayuntamiento de Torrijos solicitaba licencia municipal (denegada) para la instalación de un vertedero “controlado” de basuras en unos terrenos que adquirirá dicha entidad en el año 1998 por 6 millones de pesetas a un terrateniente. Aprovechando la influencia política, el lugar se convirtió durante 20 años en una megaescombrera incontrolada para toda la comarca gestionada por una empresa privada hasta el año 2013 que con una somera explanación parece que se daba por cerrado el lugar sin un plan de recuperación del lugar.
Villamiel. Destaca por antigüedad las canteras de Argance, visibles sus tajos desde el mismo pie del camino de Fuensalida. Los libros de fábrica de la iglesia de Huecas documentan en 1595 el origen de la piedra de la torre de Carrascales y de Valhondo en Huecas y de Argance en Villamiel. El tajo del corte de Carrascales es visible al día de hoy y permite hacerse una idea del sistema de trabajo tradicional. En cambio, en Argance los cortes descubren barrenos para explosivo lo que da cuenta de que, su extracción continuó hasta épocas muy recientes. Por otra parte, están documentadas e igualmente visibles extracciones de rocas en la dehesa de Cabanillas, Cerro de las Cabezas (vértice geodésico), las Caleras y Canteras y el Cerro del Manzanar que fueron explotadas a finales del siglo XIX y comienzos del XX para pavimentación de calles y carreteras y balastro de la vía de ferrocarril Madrid-Cáceres. Las “Canteras” de Villamiel debieron tener bastante importancia puesto que disponían de un camino directo hasta la localidad. Actualmente, es un vertedero incontrolado del Ayuntamiento. Rielves. En el conocido como Cerro de la Mesa (vértice geodésico) a camino entre Rielves y Villamiel son visibles cortes de roca fragmentada, lo que puede indicar que fue utilizado en época moderna como balastro o para el firme de carreteras y calles. Y al sureste compartiendo con Gerindote encontramos en el camino de las Caleras la “Calera del Búho”.
En Escalonilla también podemos encontrar un paraje conocido como “La Calera” en la Cañada Real Segoviana y en las proximidades de Pero-Véguez “Coto Blanco” y “Cerro Blanco”. DESENLACE La aparición del ladrillo supuso el casi abandono del uso de la piedra en construcción de edificios, que quedó relegado a cimientos y zócalos. La implantación de tejares a comienzos del siglo XX en las localidades será unánime, siendo su reflejo en la aparición de “las casas nuevas” al estilo neomudéjar. Si bien, muchas localidades ya poseían tejares desde muy antiguo, siendo el ladrillo su elemento primordial en construcción. Las iglesias de Santa Olalla, Alcabón, Escalonilla, Carriches o Gerindote expresan un predominio del ladrillo sobre la piedra. Por otra parte, el abandono de la piedra supuso el de las canteras, lo que obligó a reutilizar la piedra de construcciones abandonadas. Sirvan de ejemplo: el muro que delimitaba la finca del Bosque en Huecas, que podrían ser los límites de su villa romana o el desaparecido convento de Santa María de Jesús de Torrijos, una cantera a pie del ferrocarril. Y ambientalmente otro desastre, por ser aprovechados los vacíos de la explotación como escombreras incontroladas aunque gestionadas en algunos casos por ayuntamientos.
Barcience. En el mismo cerro del castillo e inmediato hacia Huecas florecen grandes bloques de piedra y cortes de cantera superficiales lo que hace suponer que son la cantera de esta fortaleza. En el cerro de la Cruz de la Calera (vértice geodésico) y el que sigue “la cuerda” en su superficie se descubren grandes bocados donde predomina la cal como su nombre indica. Sin embargo, en la cuerda mayormente es sílex. Actualmente, gran parte está oculto por escombros modernos. En los cerros en torno al camino de Caudilla se localizan muchos más cortes y en el mismo camino en una vaguada una estructura que parece un horno de cal. Torrijos - Novés. Continuando por dicho camino, en el término de Torrijos a la izquierda se sitúa “Las Mesas” y en Novés (Olveite) a la derecha “Las Caleras” se hallan numerosos y prolongados cortes de cantera de grandes bloques de piedra con sílex. Ambas explotaciones han funcionado hasta pasados los años 60 del siglo pasado. Las canteras de Torrijos fueron utilizadas como vertedero y se ha pretendido su recuperación ambiental. Fuensalida. En Renales, en el camino de Fuensalida a Camarenilla se localizan igualmente pequeños cortes de cantera, que nos llevan hasta “Las Canteras” próximas a Algurilla.
Croquis de la cantera de Asland en Huecas a partir del vuelo americano (1945-1946).
Roberto Félix García
LOS ORÍGENES DE LA MATA (TOLEDO). No están muy claros los orígenes del pueblo de La Mata. Para intentar desentrañarlos vamos a basarnos en los escritos del historiador Jiménez de Gregorio que escribió un magnífico estudio sobre “Los pueblos de la provincia de Toledo” y en “las Relaciones Topográficas de Felipe II, de 1576, que presentó, a requerimiento del Monarca, el Licenciado Diego Ruiz de Caralta, siguiendo un cuestionario que le presentaron. Hay que resaltar que las observaciones del cura Ruiz de Caralta pueden estar algo trucadas, ya que los curas propios de todos los pueblos de España sospechaban que esta petición de información era para exigir más impuestos; cosa que no interesaba al pueblo ni a ellos mismos. Según estas fuentes “parece ser que el nombre de La Mata, al decir de los antiguos, viene de una gran mata o espesura de zarzas que había junto al pozo del Concejo, a cuyo alrededor se fundó el pueblo y (en 1576) nadie había oído decir que se llamar nunca de otra manera”. Tampoco nadie recuerda en esta fecha el tiempo de su fundación ni cuando fue ganado, aunque se tiene por muy antiguo. Sabemos que, en una donación del rey Alfonso VIII, se ceden al Maestre de Calatrava, don Martín, propiedades en “Santa Olalla, Salamanquilla, Adovea, Ronda, Carmena y La Mata. Se puede asegurar que ya existía en tiempos visigodos y mozárabes e incluso en épocas romanas y celtibéricas por su topografía llana, la riqueza de su suelo y la abundancia de agua; aunque estas son hipótesis que esperamos algún día confirmar documentalmente. Durante el siglo XIV su historia marcha pareja con la de todas las aldeas de los alrededores, pues todas ellas, con Santa Olalla a la cabeza, forman parte del “Estado de Santa Olalla” propiedad o Señorío de los Señores de Orgaaz. La Mata era el límite de dicho Señorío, pues la pequeña aldea de San Pedro, situada a unos metros de La Mata y que hoy forma parte del pueblo, no pertenecía a este “Estado”, sino a los Condes de Montalbán. Componían el “Estado de Santa Olalla” los siguientes pueblos y/o aldeas: Santa Olalla como cabeza del Señorío y, posteriormente, Arciprestazgo; Carriches, Domingo Pérez, Lanchete, La Mata, El Otero, Techada y Valverde, comprendiendo una superficie de 23.866 hectáreas y una población de 5.000 habitantes, aproximadamente. El primer Señor de Orgaz fue Rui Gutiérrez de Toledo, a quien sucedió Gonzalo Ruiz de Toledo, apodado “el Santo”, en cuya memoria, el ilustre pintor El Greco pintó su famoso cuadro “El entierro del Conde de Orgaz”. Hasta el rey Enrique II, primer monarca de la Casa de Trastámara, el Señor de Orgaz sólo tenía el disfrute solariego y territorial; pero este rey, muy generoso a la hora de conceder privilegios y mercedes, le otorgó, de forma expresa, “la
jurisdicción civil y criminal, la escribanía pública y el pecho (tributo) de los moros”. Por esta razón, aunque es el pueblo el que elige a los representantes de la Autoridad, el Conde tiene la facultad de confirmar o revocar ese nombramiento. Dichos cargos son para La Mata: un alcalde ordinario, un regidor, mayordomo, alguacil y escribano. TOPOGRAFÍA Estaba situado nuestro pueblo a mitad de camino entre Toledo y Talavera, a seis leguas de ambas ciudades en “Camino Real”, razón por la cual “se cobraba portazgo de todas las mercancías que por él pasa y bestias herreras y otras cosas por la orden del arancel que el arrendador tiene, es este portazgo del Mayorazgo del Conde de Orgaz”. En la época que estamos estudiando, la situación de nuestro pueblo era privilegiada, ya que cualquier camino real que partiera de Toledo era una vía principal; pues Toledo fue considerada durante muchísimos años capital del Reino. Luego, cuando Felipe II estableció la capital en Madrid, el camino real de Toledo a Talavera fue perdiendo importancia a favor del camino real de Santa Olalla. En la actualidad, La Mata es un hito importante en la ruta de peregrinación a Guadalupe, ya que es el punto de intersección que une el camino de Madrid con el camino de Toledo. Retomando nuestra historia, diremos que la leña, elemento fundamental en aquellos tiempos, era bastante escasa en La Mata, pues no había mucho bosque. No ocurría lo mismo en San Pedro, que se proveía de los montes de Montalbán, cuyos árboles eran “xara y parte coscoxa y algunos acebuches”. La dehesa actual ya existía en el siglo XVI, pues, en este documento, el Licenciado Ruiz de Caralta afirma que “La Mata y San Pedro tienen sendas dehesas boyales”. En la Edad Media existía “un poco monte de encina”, que era donde recogían leña los campesinos. La de San Pedro suponemos debe corresponder al paraje que llaman “La Dehesilla”. El pueblo “está situado a la halda (falda) de un cerro llamado Cerro Arcolla (actual Cerro del Palo), como a media legua de éste, desde donde se domina una gran cantidad de tierras, pudiéndose contemplar desde él varios pueblos”. Las tierras eran “fructíferas de pan y vino y sus aguas dulces, de buen beber, descendiendo de este cerro al sur unos valles abundosos de agua y con muchas arboledas, existiendo gran
cantidad de granados de muy buena fruta y olivos de buen esquilmo y aceite calificado”. Lo cual contrasta mucho con la realidad actual… ASPECTO SOCIAL En el año 1576, tiene La Mata ochenta vecinos y San Pedro, veinte; aunque, cincuenta o sesenta años antes, pensamos que hubo bastantes más; pues, según libros consultados en el Archivo Parroquial, hemos podido comprobar que, a partir de 1650, se viene bautizando una media de 30 niños-as por año, lo que nos lleva a considerar la existencia de muchos más vecinos y, por lo tanto, un gran aumento de la población, sobre todo la más joven. La mayor parte de estos vecinos “son labradores pobres que sólo saben de labranzas”; si bien, con el aumento de la población, hacia 1650, hay “bastantes alarifes (albañiles), sastres, herreros, cerrajeros, maestro de primeras letras, maestro librero y algunos otros oficios”. De todo lo cual deducimos que, en los siglos XVII y XVIII, el pueblo experimentó un notable avance en todos los aspectos. La ganadería era escasa. Existía “un poco de ganado ovejuno y algo de vacuno, pues la tierra se empleaba toda para la siembra y no había prados”. El vacuno eran bueyes que se empleaban para las labores del campo. Para moler el trigo, cosa muy importante ya que e pan se hacía en las casas, los campesinos tenían que desplazarse a los “molinos del Taxo, distantes una legua y media al mediodía”. Las casas eran “de tapiería y froga (mezcla) de cal y arena y ladrillos. La madera era muy escasa y había que traerla de la sierra”. Con estas dificultades, no es extraño que no existiera hasta esa fecha ningún edificio noble e importante ya que, incluso, la iglesia debía de ser bastante humilde a juzgar por las muchas reparaciones y rehabilitaciones que sufre en años posteriores, como hemos podido apreciar en los Libros de Fábrica de la Parroquia referentes a los siglos XVII y XVIII. No había escudos de armas en las fachadas, por lo que cabe suponer que, por lo menos, hasta esa fecha de 1567, no hubo personajes importantes ni casa señorial alguna, ni siquiera
del Conde que sí tenía una mansión (no podemos llamarla palacio) en Santa Olalla que, a día de hoy, no existe. Hacia 1660, en los libros del Archivo Parroquial, se habla de la “Casa del Hidalgo”, lo que nos hace suponer que, en esa fecha, hubo al menos, una familia noble; aunque desconocemos su nombre y su casa. No tenía el pueblo ni ninguno de sus habitantes privilegios ni exenciones de ninguna clase. Para los “repartimientos y otras cosas” había que acudir a la villa de Santa Olalla, y para las apelaciones, a la Chancillería de Valladolid. Poseía el pueblo un “hospital” u hospedería para albergar a los pobres, el cual estaba dotado para sus gastos de tierras con una extensión de veinticinco fanegas “en sembradura” y cuya renta era, un año con otro, de doce mil maravedíes. La única iglesia que había en La Mata, dedicada a la advocación de San Juan Bautista, estaba dotada con un beneficio curado que tenía un valor de 60.000 maravedíes. Este beneficio constaba de bastantes tierras (unas 130 fanegas “en sembradura”) donadas por los vecinos en el momento de la fundación de la iglesia. Estos datos económicos – insistimos – pueden estar algo trucados, ya que el Ldo. Ruiz Caralta, al igual que los demás curas propios de los demás pueblos, sospechaban que la encuesta estaba destinada a castigar a los vecinos y a las iglesias con nuevos impuestos. Algo parecido a lo que se hace en la actualidad con Hacienda… Y para terminar con estas reflexiones sobre algunos aspectos de la vida de nuestro pueblo en la antigüedad, diremos que las fiestas más importantes eran: en junio, San Juan Bautista, y el último día de enero se celebraba una fiesta de voto en honor de Santa Brígida, la cual, según personas antiguas, se hacía por una promesa o voto por los daños ocasionados por el pulgón, que debió causar terribles efectos en las vides de toda la comarca; pues, esta fiesta se celebraba también en todos los pueblos de los alrededores. Félix Muñoz Fernández
La capilla de la Concepción de Novés y los mayorazgos del Castillo-Vargas La capilla de Ntra. Sra. de la Concepción En 20 de mayo de 1536, el Arzobispo de Toledo don Juan Pardo de Tavera, concedió licencia a Francisco del Castillo y su mujer para que pudiesen edificar una capilla en la iglesia parroquial de San Pedro de Novés, bajo la condición de que los domingos y fiestas de guardar debería estar abierta para que la gente pudiera escuchar en ella la misa y los divinos oficios. La capilla, de veinte pies de ancho por veintiséis de largo (5,57x 7,25 m.), estaría adosada a la pared del cierzo, que por estar entonces a falta de construir, el comitente levantaría a su costa. Dotó a la capilla con 40 fanegas de tierra de sembradura en Novés, cuya renta anual era de unos cuatro ducados(1). Por tratarse de las mismas tierras que había dejado su padre, Luis del Castillo, para que le dijesen una misa cada semana, reclamaron los interesados. Francisco del Castillo, en compensación hizo cesión de un tributo de 1.000 maravedís a la fábrica de la iglesia sobre 39 olivas en los términos de Gerindote. Francisco del Castillo, se reunió, en 18 de abril de 1536, con Pedro de Velasco y sus fiadores, los canteros Francisco Deán y Francisco Martínez, y el albañil Juan de Soria, ante el escribano Alonso de Uceda, para otorgar la escritura donde se establecerían las condiciones para comenzar la construcción de esta capilla.
A finales del siglo XV, Luis del Castillo, escribano de cámara de los Reyes Católicos, hijo del hacendado conquense y secretario de Enrique IV, Juan Ruiz del Castillo, se establece en la villa de Torrijos. Luis del Castillo poseerá propiedades en Novés, Torrijos y Caudilla. Junto a su mujer, Leonor de Vargas, dejó fundada una memoria de dos misas semanales en la iglesia parroquial de Novés con cargo a la renta de ciertas tierras en el mismo lugar; cuando falleció fue sepultado junto a su padre, en dicha iglesia, donde tuvieron enterramientos “de losa blanca”. El hijo de Luis del Castillo y Leonor de Vargas, llamado Francisco del Castillo o Ruiz del Castillo (†h.1560), seguirá la tradición familiar, llegando a ejercer como secretario del Consejo Real durante los reinados de Carlos V y Felipe II. Contrajo matrimonio con Ana de Vargas y Sotomayor, descendiente de aquel Juan de Vargas, conquistador de Madrid y, según la tradición, patrono de San Isidro. El matrimonio va a construir una capilla para su devoción y enterramiento en la iglesia de Novés, fundando tres capellanías y varias obras pías. Este matrimonio no tendrá descendientes, por lo que en sus testamentos dejarán sus bienes a sus sobrinos por vía de mayorazgo, quedando vinculada la capilla y fundaciones pías.
Velasco se obligaba a realizar la capilla por 135.000 maravedís y darla por acabada en plazo de año y medio, contando desde el primero de julio de 1536, día en que recibiría un tercio de la cantidad acordada(2). No podemos descartar la intervención en esta obra del maestro mayor de la catedral y de la ciudad de Toledo, Alonso de Covarrubias (1488-1570), ya que el mencionado maestro de cantería Pedro de Velasco era su aparejador y colaborador habitual. Más tarde recibiría esta capilla la advocación de Nuestra Señora de la Paz; según un inventario de 1736, esta imagen compartía el altar principal con las imágenes de San Miguel y San Esteban. Frente a frente, en los laterales, se situaban los altares de San Juan de Mata y San Francisco. No sabemos con exactitud la fecha exacta del establecimiento en esta capilla de la Cofradía del Cristo de la Columna, pero ya en 1775 la cofradía estaba construyendo aquí un nuevo altar y retablo para su imagen titular y para la Virgen de los Dolores, de quién terminará tomando denominación. Capellanías y obras pías Mediante una escritura, otorgada por Francisco del Castillo y su mujer, en 6 de junio de 1551, ante Salvador de Laborda, escribano del número de Valladolid, fundan tres capellanías y varias obras pías, para lo cual dejan una dotación de un juro de 25.000 mrs. sobre las alcabalas de las villas de Colmenar
de Oreja y de Ocaña; otro juro de 100.000 mrs. sobre ciertas rentas de las alcabalas de Valladolid; 250 mrs. de censo sobre unas casas en Novés y ciertas gallinas; y alrededor de 25 fanegas de tierra en ésta última localidad. Una de las capellanías era mayor, su capellán quedará obligado a decir cada semana tres misas cantadas. Los capellanes de las otras dos capellanías menores dirán cada uno cuatro misas a la semana. Estas misas tendrán lugar en la capilla desde Pascua de Resurrección hasta el día de San Miguel de Septiembre, y desde las siete de la mañana hasta las ocho.
Torrijos, que sean de buena vida y fama, a las cuales se dará una saya, unas calzas y unos zapatos. Anualmente se dará, cada Domingo, fiestas de guardar y de Nuestra Señora, un real de plata a pobres vergonzantes de la villa de Torrijos. El patrón dará cada año 15 libras de cera blanca, para que ardan dos candelas durante la celebración de cada misa. El Viernes Santo se repartirá entre los pobres de Torrijos, 100 libras de pan, media arroba de pescado, diez libras de sardinas y dos arrobas de vino. Anualmente se darán 10.000 mrs. para casar dos huérfanas, que sean honestas, de buena vida y fama, y de las más pobres que hubiere en Novés y Torrijos, dando a cada una 5.000 mrs. cuando casase. Para velar por el cumplimiento de todo lo dicho y de la elección de las personas beneficiarias dejan encargo al cabildo de capellanes de la iglesia del Santísimo Sacramento de Torrijos, al padre guardián del monasterio franciscano de dicha villa, el cura o teniente de la parroquial de Novés y los capellanes(4).
El patrón que fuere del mayorazgo elegirá, junto al cura propio o teniente de la iglesia de Novés y el capellán mayor de la del Santísimo Sacramento de Torrijos, a los clérigos, debiendo éstos ser del linaje del Secretario; no habiéndole de su familia, será de la familia de su mujer, y a falta de estos, se preferirá que sean naturales de Novés. Cuatro muchachos, de entre nueve y catorce años, ayudarán en las misas; anualmente se dará a cada uno de ellos, por el día de Navidad, ropa, un par de calzas y un par de zapatos. Cada año, en los días de San Miguel y San Francisco, se dirá en la capilla misa cantada, con sus vísperas, ayudando los otros clérigos como diácono y subdiácono(3). Finalizarán todas estas misas con su correspondiente responso. Dejan, además varias obras pías que serán cumplidas por el patrón con cargo a los bienes del mayorazgo: Todos los años en la capilla, por el Jueves Santo, se repartirán a ocho pobres vergonzantes de Novés y Torrijos, 12.000 mrs. en paño, sayos, zapatos y calzas.
Institución de tres mayorazgos Francisco del Castillo, en su testamento, otorgado en Valladolid, ante el escribano Diego de Gálvez, en 11 de octubre de 1557, deja el primer mayorazgo a Alonso Suárez, su sobrino, y sus descendientes. Pone como condiciones para heredar el mayorazgo, las obligaciones que generalmente solían tener estas instituciones en la sucesión; precederá el varón a la hembra y el mayor varón al menor, quedando obligados a llevar el apellido del Castillo. A falta de sucesión de éste, pasará a Luis del Castillo, también su sobrino, y a falta de sucesores de éste, a su hermano mayor. Los bienes que quedarán vinculados a este mayorazgo serían los siguientes: 104.500 mrs. en juros sobre ciertas rentas en Toledo, Valladolid, Novés, Colmenar de Oreja y Ocaña; 981 olivas en los términos de Novés, Torrijos y Gerindote; casas, una huerta junto al monasterio de San Francisco y 5. 250 mrs. de censo sobre varias propiedades en villa de Torrijos; y el molino de aceite que heredó de su tía en Gerindote. Como él y su mujer están de acuerdo en que Alonso Suárez se case con su también sobrina Catalina de Sotomayor, hija de Sebastián Pinelo y Beatriz de Vargas Sotomayor; dejan a sus sobrinos, además de los bienes que tienen en Madrid y otras partes, 2.000 ducados, todo el dinero, oro, plata, joyas, y bienes muebles.
Por el día de Ntra. Sra. de la Concepción se vestirá a doce labradores pobres impedidos para trabajar, seis de Novés y seis de Torrijos, dándoles a cada uno un sayo, unas calzas y unos zapatos.
El segundo mayorazgo, no menos importante, es fundado en cabeza de Pedro de Vargas, sobrino de su mujer, a quien tratan de casar con Ana del Castillo, sobrina de Francisco del Castillo, con las mismas disposiciones sucesorias, pero debiendo llevar el apellido Vargas. Si éstos no tuvieren herederos, el mayorazgo pasaría a Francisco Gudiel de Vargas, sobrino de Ana de Vargas, hijo de Diego Gudiel de Toledo y María de Vargas.
Todos los años or el día de la Encarnación, 25 de marzo, se vestirá a seis mujeres pobres, tres de Novés y el resto de
Todos los bienes vinculados a este segundo mayorazgo radicado en Madrid, serán los siguientes: las casas principales
En 23 de septiembre de 1563, fallece en Madrid Ana de Vargas, su testamento es mucho más prolijo en lo que a mandas pías se refiere:
de la parroquia de Santyuste (San Justo, Madrid); 157.657 mrs. y más de 60 gallinas repartidos en numerosos censos sobre casas; varias tierras y viñas; 18.000 mrs. de juro sobre las alcabalas de dicha ciudad(5). Su mujer Ana de Vargas, en su testamento otorgado en Madrid el 28 de noviembre de 1562 ante el escribano Miguel López de Mella, ratifica la anterior institución de mayorazgo a su sobrino Pedro de Vargas, instituyendo además un tercer mayorazgo en su sobrino Francisco Gudiel de Vargas, con la condición de que éste y el anterior mayorazgo, al que había sido llamado en segundo lugar, no recayesen en una misma persona por falta de sucesión. Al último mayorazgo deja vinculados varios censos sobre casas y haciendas por un total de 110.776 mrs(6). A pesar de que Ana dispuso que si los llamados a los dos mayorazgos no tuvieren descendencia pasarían a los hijos de su también sobrina Catalina Sotomayor, los descendientes de Francisco Gudiel acabarían gozando también del mayorazgo instituido a favor de Pedro de Vargas, pues pleitearon frente a una supuesta hija suya y de su mujer Ana de Borgoña, aduciendo conocida impotencia de Pedro por tener cercenado el miembro viril. La propiedad de la casa principal de San Justo, vinculada a este mayorazgo, revestía de especial importancia pues su titular heredaba también una de las llaves del sepulcro de San Isidro. Los Gudiel de Vargas custodiaron la llave hasta finales del siglo XIX, aunque por sucesión femenina el apellido quedara paulatinamente tras los patronímicos César, Lorenzo de Pedrosa, Macanaz y Maldonado de Guevara. Últimas voluntades El secretario Francisco del Castillo fallece hacia 1560; por su testamento, dejó encargado a sus albaceas las siguientes mandas: - Que sea enterrado con el hábito de San Francisco en la capilla de Ntra. Sra. de la Concepción, que hizo con su mujer. - El día del entierro se digan veinte misas en la iglesia donde muriere. - Que vistan doce pobres y den un real a cada uno. - Se hagan honras y cabo de año en nueve días.
- Que su cuerpo sea enterrado en el hábito de San Francisco. - Que para su entierro se de la limosna acostumbrada. - Que sea sepultada en la Capilla de Ntra. Sra. de la Concepción, junto a la sepultura de su marido. Mandó que pongan una piedra en la sepultura de su marido con sus armas, si no estuviese puesta al tiempo de su muerte, y otra piedra en su sepultura. - Que su novenario, honras y cabo de año, se hicieran con la ofrenda y cera que les pareciere a sus albaceas. - Que el día de su fallecimiento se digan por su ánima sesenta y tres misas repartidas en la parroquia y en algún monasterio. - Manda, que vistan veinticuatro niños pobres, doce del colegio de niños de La Doctrina de Madrid, y los otros doce del lugar de Novés, dando a cada uno una ropa, una camisa y un real a cada uno. - El que posea las casas de Santyuste, en Madrid, dé anualmente a la iglesia de Santyuste, dos cirios de cera para cuando salga fuera el Santísimo Sacramento; también, mandará decir todos los años en dicha iglesia, por la festividad de Todos los Santos, una vigilia y misa por las ánimas de su difunto esposo Francisco del Castillo, de ella y sus padres. - Que se dé a dicha Capilla de la Concepción dos casullas de terciopelo, una verde y otra azul, que tenía hechas, dos albas, dos estolas y amitos. - Que se dé a Catalina de Sotomayor, su sobrina, mujer de Alonso del Castillo, una cama de damasco azul. - Que se dé a su hermana Isabel, monja, 3.000 mrs. - Que a partir de su fallecimiento, se digan perpetuamente en la Capilla de la Concepción doce aniversarios, el primer o segundo día de cada mes. Francisco J. de Fuentes Fernández Rafael Delgado Maldonado de Guevara, descendiente directo de Diego Gudiel de Toledo y María de Vargas, hermana de Ana de Vargas.
Notas
(1) ADT. Reparación de Templos, Caja 42, expte. 4. (2) AHPT. Protocolo 1435, escno. Alonso de Uceda, fº. 195-198. (3) Quizás estamos ante el origen de la devoción a San Miguel en nuestra localidad, creándose una cofradía bajo su advocación en 1555; además, sabemos, que en 1736, la imagen de éste Arcángel era una de las que se hallaban en el altar principal de la capilla. (4) APN. Traslado de Escritura de patronazgo. Libro de Capellanías. (5) ADT. Caja 1151. Toledo. Exp. 9. Capellanía de Francisco del Castillo. Pleito. (6)AHN. Archivo de la Real Chancillería de Valladolid. Registro de Ejecutorias, Caja 1769,36. Año 1594.
UN POCO SOBRE LA VIDA DE SAN COSME Y SAN DAMIÁN. La memoria de san Cosme y san Damián (+287) es reconocida por vez primera por Teodoro, obispo de Ciro (+458), que nos habla del culto tributado a estos santos mártires en su sede. Se puede decir que San Cosme y San Damián son los más conocidos y los principales en el grupo de santos venerados en el Oriente; son llamados colectivamente “anárgyroi”, “los sin dinero”. Esta acepción les es dada por su modo de proceder en su oficio de médicos ya que practicaban la medicina sin aceptar ningún pago ni recompensa por parte de sus pacientes. A pesar de que algunos escritores han afirmado que lograron entresacar de las ”actas” fabulosas y sin valor histórico, de estos santos , algunos fragmentos de los originales auténticos, perdidos hace siglos , en opinión del padre Delehaye “es muy probable que el origen y la verdadera historia de Cosme y Damián no lleguen nunca a ser aclarados por los investigadores”. Alban Butler resume la esencia de su historia de esta manera: Cosme y Damián eran hermanos gemelos, naturales de Arabia; estudiaron las ciencias en Siria y llegaron a distinguirse por su habilidad en la medicina. Como eran cristianos y estaban impulsados por el santo aliento de la caridad en que se nutre el espíritu de nuestra bendita religión, practicaban su profesión con toda su pericia y notable éxito, pero sin aceptar jamás pago alguno por sus servicios. Vivían en Aegeae, sobre la costa de la bahía de Alejandreta, en Cilicia, donde ambos eran distinguidos por el cariño y el respeto de todo el pueblo a causa de los muchos beneficios que prodigaba entre las gentes su caridad y por el celo con que practicaban la fe cristiana, ya que aprovechaban todas las oportunidades que les brindaba su profesión para difundirla y propagarla. En consecuencia, al comenzar la persecución, resultó imposible que aquellos hermanos de condición tan distinguida, pasasen desapercibidos. Ellos fueron de los primeros en ser aprehendidos por orden de Lisias, el gobernador de Cilicia, luego de haber sido sometidos a diversos tormento, murieron decapitados por la fe. Conducidos sus restos a Siria, quedaron sepultados en Ciro, ciudad ésta que llegó a ser el centro principal de su culto y donde las referencias más antiguas sitúan el escenario de su martirio. Las leyendas adornan esta sencilla historia con numerosas maravillas. Se dice por ejemplo que, antes de ser decapitados, salieron con bien de varios tipos de ejecución infalibles, como ser arrojados al agua, atados a pesadas piedras, quemados en hogueras y crucificados. Cuando se hallaban clavados en las cruces, la multitud los apedreó, pero los proyectiles, sin tocar el cuerpo de los santos, rebotaron para golpear a los mismos que los arrojaban. Lo mismo sucedió con las flechas disparadas por los arqueros que torcieron su trayectoria e hicieron huir más que de prisa a los tiradores y gente que allí había. Se habla de innumerables milagros, sobre todo curaciones maravillosas, obradas por los mártires después de su muerte, a veces, los propios santos se aparecieron en sueños a los que les imploraban en sus sufrimientos, a fin de curarles inmediatamente.
Eso fue lo que sucedió con algunos paganos en el propio templo de Esculapio y Serapis. Entre las personas distinguidas que atribuyeron su curación de males gravísimos a los santos Cosme y Damián, figuró el emperador Justiniano I, quién visitó la ciudad de Ciro especialmente para venerar las reliquias de sus benefactores. A principios del siglo V, se levantaron en Constantinopla dos grandes iglesias en honor a los mártires. En el siglo V sus reliquias se trasladan a Roma, dedicándoles una basílica alrededor del año 530. Sus nombres son inscritos en el Canon I de la Misa (canon actionis), después de Juan y Pablo (Iohannis et Pauli). Son considerados como patronos de los médicos y cirujanos, así como farmacéuticos, enfermeras, químicos, hospitales, facultades y escuelas de medicina, se les invoca como protectores contra las epidemias y úlceras. La fiesta se celebró desde el inicio el día 27 de septiembre, pero con la reforma del Calendario Romano en el Concilio Vaticano II se adelantó al 26 de septiembre. En Portillo se sigue celebrando en la fecha primitiva. Pronto en toda la cristiandad occidental se propagó el culto a estos hermanos mártires. En el siglo VII ya eran venerados en las Galias y en la España visigoda. Según señala Fernández Alonso, la procedencia de esta fiesta es de Oriente. En Toledo, capital del reino visigodo, se les dedica un monasterio, extramuros de la ciudad, del que salieron varios obispos para la sede toledana. Entre ellos san Ildefonso, que fue abad del mismo monasterio durante los años previos a su elección como metropolita. Así queda claro que el santo obispo compusiera himnos y oraciones en su honor a los médicos Cosme y Damián como nos recuerda su biógrafo Cixila. Contamos con el testimonio de antiguas inscripciones y calendarios. Estos últimos establecen su memoria el día 22 de octubre, no coincidiendo con la romana (26 de septiembre). No es clara la originalidad de la fecha, pudiese estar ligada al aniversario de la dedicación de la iglesia toledana del monasterio de los santos Cosme y Damián o bien se debería a un influjo griego, llegado con el texto de la passio de estos santos. El nacimiento de la parroquia va parejo a la constitución del pueblo. Portillo (portellu=pequeña puerta o pequeño puerto de esquilaje lanar) se funda en el siglo XII. En 1152 Alfonso VII (1105-1157) hacía referencia a Portellu en una donación al Cabildo de la Catedral de Toledo. Desde el inicio acompañó a dicha población el patronazgo y protección de los santos médicos, Cosme y Damián (+287). El culto a estos santos, como ya se señala arriba, se extendió por toda Europa penetrando en territorio hispano a través de la Liturgia hispano-mozárabe, vigente hasta el siglo XI en todo nuestro territorio. De modo particular la devoción a dichos mártires se conservó en la iglesia toledana, donde encontramos numerosos vestigios en la Liturgia hispano– mozárabe, como vimos. Con toda probabilidad el culto a nuestros santos patronos hunda sus raíces en el mozárabe tributado a estos hermanos. Nuestro pueblo es el único de la Archidiócesis de Toledo que los venera.
La iglesia y la parroquia, así constan en los libros sacramentales del archivo y nos señala el Cardenal Lorenzana en su libro Las Descripciones, fue erigida bajo la protección de los santos mártires San Cosme y San Damián. Fue a finales del siglo XVII cuando la iglesia cambia de titularidad de los mártires a Nuestra Señora con el título de la Paz. La obra del Cardenal Lorenzana relata el hecho: Esta parroquia es la de Nuestra Señora con el título de la Paz y la Santa Imagen, que está colocada en el altar mayor. Según la tradición fue conducida desde el Brasil a España por don Francisco Sarmiento Sotomayor, señor temporal de esta villa, quien la encontró en poder de bárbaros en una encina sirviendo de tajo y este la colocó en esta iglesia, empezando desde entonces esta advocación y cesó la de los Santos Mártires San Cosme y San Damián, que hasta aquella sazón habían sido titulares de esta iglesia. En concreto, sabemos que a partir del 9 de agosto de 1694 los libros sacramentales de Bautismos abren sus partidas denominando a la Parroquia con el título de Nuestra Señora de la Paz. Un hito significativo en la historia de nuestros Mártires es la llegada de sus reliquias a nuestra Parroquia en las fiestas del año 1911. El cambio de titularidad no hizo perder el culto y devoción hacia san Cosme y san Damián. Así, y según consta en el Archivo Parroquial, se levanta acta de la autenticidad de las reliquias que llegaron a nuestra parroquia. De singular importancia para todo portillano es el prodigio que Dios obró por medio de los santos Mártires en nuestro
pueblo. En el año 1918 una grave peste (bronco neumonía gripal) asoló nuestro pueblo. El párroco, Don León Juárez García, junto con otros fieles decidieron suplicar la intercesión de san Cosme y san Damián para que ésta cesara. Los acontecimientos se remontan al mes de septiembre – octubre de 1918. Según consta en el Libro de Bautismo 14, eran múltiples las muertes que en este tiempo se produjeron. Había días que hasta murieron ocho personas (9 de octubre). El Día 10 de octubre se elevaron fervorosas plegarias a los Mártires y sus imágenes fueron sacadas en procesión. Así consiguieron frenar las letales consecuencias de aquella enfermedad. Se puede comprobar en el Archivo parroquial cómo fue remitiendo el brote de la gripe. Paulatinamente y hasta el 27 de octubre va desapareciendo dicha enfermedad mortal. Los hijos de este pueblo reconocieron en aquel cesar de la enfermedad una gracia, un milagro concedido por mano de quienes en la fundación del mismo fue puesto bajo su custodia y patrocinio: san Cosme y san Damián. Desde aquel mes de octubre se ha venido celebrando una fiesta de acción de gracias por los beneficios recibidos cada 10 de octubre. Se denomina entrañablemente como de los “Mártires Chicos” por ser precedida de la fiesta más antigua del 27 de septiembre, que siempre se celebró este día, incluso a pesar de su traslado al día 26 en el calendario romano, reformado en 1969. Carlos Martín González
Dos atribuciones al pintor Antonio de Pereda en Santa Olalla Cristo camino del Calvario y la Transverberación de Santa Teresa Entre las pinturas de caballete con las que cuenta la iglesia de San Julián de Santa Olalla, destacan dos obras de gran formato “Cristo Camino del Calvario” y “La Transverberación de Santa Teresa” que aparecen ya inventariadas en 1669. En el inventario elaborado por el visitador don Pedro Gracián el 5 de octubre de 1696, aparecen entre las pinturas “una Santa Teresa de Jesús grande con marco negro y Jesús con la cruz a cuestas (Caída), igual tamaño que la de Santa Teresa”.(1) Con este artículo queremos dar a conocer estas dos pinturas no documentadas, que deben unirse al catálogo de la producción del prolífico pintor de la escuela madrileña Antonio de Pereda. Se trata de dos interesantes cuadros de temática religiosa, plenamente característicos de su estilo; reproducciones fieles, casi idénticas, de otras obras que este pintor barroco elaboró en esos mismos años. Antonio de Pereda y Salgado (Valladolid, 1611 - Madrid, 1678)(2) fue un pintor barroco español, formado en el naturalismo tenebrista. Era hijo de un modesto pintor del mismo nombre y tras la muerte de su padre cuando el tenia once años se traslada con un tío a Madrid, allí estudió en el taller de Pedro de las Cuevas, teniendo por compañeros a Juan Carreño de Miranda, Francisco Camilo y Jusepe Leonardo entre otros. Fue un gran pintor de bodegones independientes
o incorporados a las composiciones de sus cuadros. Durante algún tiempo fue pintor habitual en la corte pero una vez fuera de esta el grueso de su obra es principalmente encargos de asunto religioso, de pequeño tamaño para oratorios privados y de gran tamaño obras de altar para las diferentes órdenes y parroquias. Pereda se desenvolvió mejor en obras de composición sencilla, con sólo una figura o un número reducido de ellas.(3) Sus dos oleos sobre lienzo de la iglesia de San Julián de Santa Olalla son fiel reflejo, coincidiendo incluso en el tamaño, con los que pintó en 1640 para los retablos de las carmelitas descalzas del Convento de San José de Toledo. La primera de las obras “Cristo camino del Calvario” representa a Cristo cargando la cruz en una de sus caídas durante su camino hacia el Gólgota o Monte Calvario, una de las manos de Cristo abraza la Cruz y la otra se apoya sobre una piedra. Tras la cruz un personaje masculino, Simón el Cirineo, le ayuda a levantarse y cargar con su cruz, ambos personajes cruzan sus miradas. En el primer plano un suelo árido y rocoso con una escasa vegetación, al fondo se vislumbra el monte en el que se alza cruz y finalmente un cielo nuboso y oscuro. Esta composición de Pereda se inspira
en la que Tiziano realizó para la primera de sus versiones de Cristo camino del Calvario ejecutada en torno a 1560 y conservada en el Museo del Prado y procedente del Escorial. La Segunda de las obras es “La Transverberación de Santa Teresa”, en el primer plano aparece la santa carmelita en éxtasis, sufriendo una experiencia mística, con una flecha clavada en su pecho, dos ángeles niños la sostienen y un tercer ángel coloca sobre su cabeza una corona de flores. Tras ella un cielo que se abre y de donde aparece un cuarto ángel con capa roja y apoyado sobre una esfera y que con un arco dispara sus flechas sobre la santa. El suelo que aparece en primer plano es muy similar al de Cristo camino del Calvario. Ambas imágenes están enmarcadas con marco de madera negro, tal y como se menciona en la descripción del siglo XVII, estuvieron colocados en dos de los pilares de la iglesia pero actualmente se sitúan en el coro. En este momento ambos lienzos necesitan restauración y limpieza. Josué López Muñoz Santa Olalla, 2016 www.eulaliense.blogspot.com
Notas (1) ARCHIVO PARROQUIAL DE SANTA OLALLA: Libro 2º de fábrica de la Parroquia de San Julián, 14/APSO; (de 1662 a 1730). (2)Ficha de autor en el Museo del Prado: https://www.museodelprado.es/aprende/ enciclopedia/voz/pereda-y-salgado-antonio-de/b53e10b7-ade8-4311-8586891442bdcc1c (3)PÉREZ SÁNCHEZ, Alfonso Emilio: Pintura barroca en España 1600-1750, (Ediciones Cátedra. Madrid, 1992).
LA PRIMAVERA DE 1936 EN SANTA OLALLA. Con el triunfo del Frente Popular en las elecciones de febrero de 1936 se repusieron los Ayuntamientos destituidos durante el bienio anterior; pero no ocurrió así en Santa Olalla. Aquí y en otras poblaciones, aunque debió retomar el poder el primer alcalde republicano y su corporación, no sucedió de esta manera, por ello Arroyo lo reclamaba públicamente en un pleno:
contenido del acta municipal transcrita, a través del cual Arroyo solicitaba a los dirigentes del Frente Popular su vuelta al Ayuntamiento, recordándoles que solo él tenía la legitimidad que dan las urnas. El hecho de querer regresar al Ayuntamiento en estas fechas tan agitadas socialmente, 20 de mayo de 1936, denotaba una ideología muy distante de ser conservadora.
Fui elegido por voluntad popular en las elecciones de 1931 y ahora que el Gobierno ha dado órdenes de cesar a los concejales y alcaldes que fueron designados en época derechista por el Gobernador, es la hora de nuevos nombramientos...(1)
En cualquier caso, a Arroyo no le fueron concedidas sus pretensiones de volver a ser alcalde porque desde Toledo ya se cuidaban de no contravenir los intereses del PSOE. El panorama social y político, en este mes de mayo de 1936, estaba ya tan enrarecido que solo tendrían cabida en los Ayuntamientos los alcaldes auténticamente de izquierdas, preferentemente de este partido político sumergido ya en una actitud revolucionaria. Y Arroyo había sido, y así continuaba en la actualidad, un moderado republicano de clase media-alta que había gobernado desde el centro, sin formación política que le respaldara desde finales de 1933. La gobernabilidad del Ayuntamiento, con una masa de jornaleros enfervorecida, no estaba ya para tibiezas ideológicas. De esta manera, el gobernador de Toledo, Vicente Costales, designó como alcalde al socialista Lorenzo Navarro, que ya era concejal desde 1931 pero llevaba ausente del Consistorio varios años. A partir de ese momento los acuerdos municipales se tomarán de forma consensuada, tanto con la Casa del Pueblo como con la Sociedad Obrera La Palanca.
Sin embargo, y a pesar de esta rotundidad con la que Arroyo expresaba una gran verdad, no sería él quien sustituiría como alcalde a Eugenio de la Vega Plaza. Pero al menos, la victoria del Frente Popular había servido para que el primer edil republicano diera un golpe en la mesa de legítima autoridad y volviera a retomar la autoestima perdida, que no el bastón de mando. ¿Apoyó, realmente, Arroyo la victoria del Frente Popular? ¿ Era Arroyo un político de izquierdas en la última etapa de su mandado?. Según su paisano Anastasio Jiménez Vadillo, primer alcalde franquista al finalizar la guerra civil, Arroyo no ayudó a la formación izquierdista que ganó la elecciones de febrero; y así lo reflejó en multitud de informes solicitados por los tribunales militares que
Fiestas patronales de Santa Olalla, antes de la II República.
juzgaron y condenaron a aquel. Pero estos documentos (a modo de antecedentes políticos) hay que interpretarlos con mucha cautela y es posible que Vadillo solo pretendiera salvar la vida de Arroyo, poniendo en riesgo su cargo, a pesar del antagonismo ideológico existente entre ambos. Por contra, es más creíble la opinión de que Arroyo siguiera los mismos pasos que alguno de los grupos del escindido partido político (PRRS), de pasarse a Izquierda Republicana o cualquier otro afín a su ideario. Este criterio, con el que coincidimos, es más acorde con el
Las disputas habidas años atrás entre el nuevo mandatario y Arroyo son de todos conocidas: aquel abandonó su puesto de concejal durante casi dos años por incompatibilidad con el primer edil al que acusaba de realizar “chanchullos” en el Ayuntamiento. Pero éste ya estaba acostumbrado a sufrir acosos desde todas las posiciones políticas, tanto de la derecha como de la izquierda. Ignoramos si durante el mandato de Lorenzo Navarro se adoptaron acuerdos municipales dignos de resaltar porque el último libro de actas, correspondiente a estos meses de mandato frentepopulista, desapareció junto con otros del Registro Civil. Pero sabemos que el Ayuntamiento ya se gobernaba desde la Casa del Pueblo, que acababa de ser abierta tras su clausura por los sucesos de octubre. También conocemos que este nuevo edil tenía el apoyo mayoritario de gran parte de la población y así lo expresó votando a la izquierda, siendo junto con Barcience, Los Cerralbos, Gerindote, Maqueda, Mesegar y Novés, uno de los pocos pueblos de la zona en que se dio esa circunstancia. Lorenzo Navarro Rodríguez sería el último alcalde republicano de este municipio, acompañado en la corporación municipal por el teniente alcalde Pedro Salido Luna (nuevo presidente de la Sociedad Obrera La Palanca que representaba al sector más radical de PSOE). Aunque el primer edil era el más moderado de toda su corporación, en unas semanas todos tuvieron que soportar la presión de las muchedumbres que exigían medidas de castigo contra los anteriores mandatarios: desarme de escopeteros, destitución
y expedientes al guardia municipal o serenos, depuración de secretarios de Ayuntamientos, destitución de jueces de paz hostiles etc. Anastasio Abad Hierro y Guillermo de la Vega fueron destituidos de su cargo de juez de paz y delegado gubernativo, respectivamente, y cuatro meses después serían asesinados en Santa Olalla. Por contra, los dos únicos presos santaolalleros por los sucesos de junio de 1934 se beneficiaron de la amnistía y salieron el libertad, así como Esteban Rodríguez Lozano que llevaba en prisión desde 1933 por el mismo hecho que los anteriores: enfrentamientos huelguísticos con la Guardia Civil. No cabe duda de que la victoria del Frente Popular “autorizó” a los jornaleros a imponer su voluntad sobre los patronos en la más completa impunidad. Además, la FETT convocó movilizaciones campesinas para el 15 de marzo con el fin de urgir al Gobierno el cumplimento de la Reforma Agraria; sin embargo las gestiones realizadas por la UGT facilitaron su desconvocatoria. Sin embargo, en esa misma fecha se protagonizaron multitud de desfiles campesinos que llenaron de terror a las clases propietarias. Así narraba el sacristán de Santa Olalla, Sebastián Recio, una de estas marchas: “...ya no vemos a las Juventudes Socialistas uniformadas por la calle, ni manifestaciones como antes, pero siguen mandando y con ganas de temas todos los días puesto que no se les reprime en sus muchos desmanes...”. (2) Mientras, en Santa Olalla el moderado alcalde socialista Lorenzo Navarro se vio incapaz para imponerse a las manifestaciones obreras, que surgían de forma espontánea, muchas veces encabezadas por su propio hijo Rufino, miembro destacado de las Juventudes Socialistas. En uno de estos desfiles, los jóvenes izquierdistas acosaron y amenazaron al cura Mariano Ruiz García que se vio obligado a abandonar la parroquia. Las relaciones entre los miembros de la Casa del Pueblo y los representantes de la Iglesia en el municipio, crispadas desde años atrás, se agudizaron mucho más. Los Padres Camilos, principales beneficiarios de la herencia de doña Elisa Gómez de Agüero, no conseguían aplacar los ánimos de la clase obrera de Santa Olalla que llevaba seis años esperando recibir su pequeña participación en el legado de aquella rica señora. Las protestas, organizadas por los líderes socialistas locales ahora en el poder municipal, se sucedían con insistencia. Reclamaban trabajo y el fiel cumplimiento del testamento de la acaudalada dama. Por su parte, Mariano Ruiz García y Urbano Ferrer Martín de Yanguas, albaceas de la difunta, se afanaban en explicar en distintos escritos, ante el juzgado de Escalona y el gobernador civil, que la Iglesia había vendido la finca Salamanquilla y otros bienes relictos para soportar los gastos de la adjudicación hereditaria. Carecían, en consecuencia, de metálico efectivo para atender los numerosos legados de carácter piadoso realizados, entre ellos los de “repartir todos los años 48 fanegas de trigo entre los pobres de Santa Olalla y fundar un Hospital en la plaza de la villa. (3) Las Sociedades Obreras de muchos pueblos se enfrentaron a este último gobernador civil, acusándole de dirigir su política en contra de los intereses de la clase trabajadora, a pesar de ser
un dirigente de Izquierda Republicana. La reacción de dicho primer mandatario no se hizo esperar y publicó una circular insertada en el Boletín Oficial de la Provincia de fecha 14 de julio de 1936: Enterado de que se dan instrucciones de carácter subversivo para desobedecer al representante del Gobierno de la República en Toledo, e incitando a declarar huelgas en los municipios, se hace saber a las autoridades locales y organismos obreros que tal procedimiento es delictivo. Quedarán incursos en responsabilidad criminal los que impartan dichas instrucciones así como, los que permaneciendo a la sombra sin dar la cara, secunden estas actitudes tan poco dignas. Las Juventudes Socialistas se unificaron con las del PCE en abril de 1936 y crearon las Juventudes Socialistas Unificadas (JSU). A mediados de mayo, en la plaza de toros de Toledo, se celebró un multitudinario mitin para sellar la unión. Según los organizadores, asistieron más de 20.000 jóvenes para escuchar a Santiago Carrillo y a Largo Caballero. Los ánimos de estos adolescentes entusiastas, sermoneados por sus líderes, se iban soliviantando cada vez más. Conviene señalar la importancia que las JSU tendrán en los hechos violentos de esta primavera y más tarde, tras la sublevación militar, en la autoría de muchas de los asesinatos contra derechistas. En Santa Olalla, sus desfiles marciales con adolecentes uniformados por las calles del pueblo eran muy habituales. La noche del 6 de junio amenazaron al cura párroco Julián Arroyo y colgaron un gato muerto sobre la puerta de su domicilio, sin oposición alguna de la Falange local, muy inferior en número de afiliados y organización. Estos jóvenes de izquierda ocuparían puestos de mando de sus pueblos, en comités y milicias, durante las primeras semanas que siguieron al inicio de la guerra. Con anterioridad al 18 de julio, sólo la agresión sufrida por el falangista santaolallero Francisco López Rodríguez ha trascendido documentalmente a través de la Causa General. Esta misma fuente también hace referencia a un conato de huelga campesina que la Guardia Civil disolvió a tiros. La extrema derecha no era ajena ni mucho menos a aquel clima de terror, alimentado a diario por pistoleros y provocadores de grupos radicales como Falange Española, el Requeté y las Juventudes de Acción Popular. Quienes estaban conspirando para asentar el golpe militar necesitaban motivos que les avalasen, y que mejor que el caos social. Unos y otros mozos, de ambos bandos, eran los sectores más dinámicos y violentos de la sociedad que condujeron al desorden general. Los obreristas superaban en número de militancia a los jóvenes activistas de las organizaciones derechistas y sólo los partidos moderados parecían confiar en la ley. Juan Antonio Morales Gutiérrez Notas (1) Libro de actas, sesión 20 de mayo de 1936. Archivo Municipal de Santa Olalla. (2) Dionisio Vivas, Miguel Ángel: El clero toledano en la Primavera Trágica de 1936., pag 143. Instituto Teológico San Ildefonso, Toledo 2014. (3) Juzgado de Escalona, Ayuntamiento de Santa Olalla y Archivo Histórico Provincial de Toledo, Junta de Beneficencia, 1935.
EL CUERPO DE DOÑA TERESA ENRÍQUEZ DEL MONASTERIO AL CONVENTO, SEGÚN MIGUEL ALARCÓN QUINTO CENTENARIO DE LA IGLESIA DEL SANTÍSIMO SACRAMENTO DE TORRIJOS ( TOLEDO). 2009-2018.
Hace ya tiempo me encontré con un documento importante de nuestro Archivo Municipal. Se trata de un certificado que extendió, de puño y letra, don Miguel Antonio Alarcón desde Valencia en 1902. En dicho escrito el autor da por cierto (“certifica”) lo que hasta ese momento se podía saber sobre los restos mortales de doña Teresa Enríquez. Para ello se basa en tres referencias documentales: el testamento de doña Teresa, donde se manifiesta la voluntad de ser enterrada en el Monasterio de Santa María de Jesús; “La vida del reverendo Fernando de Contreras”, escrita por el padre Aranda (Sevilla, 1692) y el testimonio escrito de sor Juana, abadesa del Convento de la Concepción de Torrijos, año 1891. Vamos a añadir ahora una serie de cuestiones interesantes sobre el asunto: 1) Salta a la vista la pulcritud y belleza del manuscrito. ¿Quién sabía que don Miguel era un estupendo calígrafo? Casi nadie… 2) ¿Quién era Miguel Antonio Alarcón para que se le encargara el informe? A la mayoría este personaje le resulta desconocido, otros lo podrían relacionar con el nombre de una calle céntrica de Torrijos, una minoría sabe que escribió la primera historia de Torrijos y/o la primera biografía extensa de
doña Teresa Enríquez. El mismo autor nos da a conocer su currículo en el encabezamiento del certificado… Creo que ya va quedando clara la respuesta. 3) ¿Por qué motivo era conveniente enviar el documento? Desde luego por entonces había un movimiento en Torrijos a favor del culto eucarístico y la beatificación de la “Loca del Sacramento”. Y, más concretamente, se había planificado una excursión en la que se expondría al público el cuerpo de doña Teresa, prevista para el mes de octubre… Finalmente, el tema del cuerpo de “La Santa” ha despertado pasiones e incluso polémicas; que no apareciese el cadáver de la señora de Torrijos en su sepultura y que se haya conservado incorrupto tanto tiempo son casos que oscilan entre el misterio y el milagro. Creo que valía la pena divulgar la existencia y el contenido de este extraordinario certificado. Así lo espero. Torrijos, abril de 2016. Autores: Fernando Alcántara, diseño fotográfico. Javier Buitrago, texto. Agradecimientos: A Dalila Álvarez, archivera municipal de Torrijos.
LA GAITA EN LA COMARCA DE TORRIJOS: LOS ÚLTIMOS DULZAINEROS Si en la actualidad hacemos referencia a la gaita toledana en nuestra comarca, a buen seguro muy poca gente sabrá decirnos a qué nos referimos. Lo más probable es que se asocie este instrumento que durante varios siglos fue célebre en toda esta zona de la provincia de Toledo, con las gaitas de fuelle gallega y asturiana que todos tenemos en mente. Aunque ambos instrumentos son de viento y reciben el mismo nombre, no tienen relación alguna. Cuando hablamos de gaita en la Comarca de Torrijos nos estamos refiriendo a la dulzaina, un instrumento de viento con lengüeta doble que amenizó la mayoría de las fiestas de los pueblos de este entorno y que hace unas décadas cayó en el olvido hasta el punto que puede parecernos raro el hecho de que se tocara aquí. Seguramente cuando nos referimos a la dulzaina la asociamos con otros lugares de Castilla como Ávila, Segovia, Zamora…, y no apreciamos –en general porque se desconoce- la importancia que tuvo en otro tiempo en esta comarca toledana. Tanto es así que sabemos gracias a la memoria de nuestros mayores que hubo afamados dulzaineros o gaiteros que se dedicaron a recorrer nuestros pueblos llevando su música e integrándola en sus fiestas y tradiciones. Cuando hablamos de la figura del dulzainero no podemos por supuesto olvidarnos del tamborilero que le acompaña con los toques de caja, tamboril o redoblante. La gran mayoría de las fiestas que se celebran en la actualidad en los pueblos de la Comarca de Torrijos tuvieron presente hasta hace algunas décadas la música de la dulzaina y el tambor. Así se recoge como veremos más adelante de la mano de las personas mayores que lo recuerdan y en diferentes documentos históricos. Toques de procesión, seguidillas y rigodones, toques para bailes de bandera, pasacalles, toques para danzas ejecutadas por danzantes… son las piezas que en otro tiempo interpretaban la dulzaina y el redoblante, y que hoy se encargan de tocar las bandas de música de cada lugar o como es el caso de La Mata, un saxofón y un clarinete o requinto. La desaparición de la dulzaina en muchas ocasiones la encontramos aparejada a la desaparición de algunas de nuestras más antiguas tradiciones. Es el caso de la Fiesta de los Mayordomos de San Sebastián de Carmena que se estuvo celebrando aproximadamente hasta los años setenta del siglo pasado, o los tradicionales Paloteos de Escalonilla de los que poca gente se acuerda ya por haber desaparecido hace muchos años, y que según me contaban mis informantes pudieron ser traídos de Navarra por un párroco que estuvo al frente de la parroquia de Escalonilla entre los últimos años del siglo XVIII y los primeros del XIX. A pesar de no tocarse ya con el referido instrumento, la gran parte de los toques se han conservado hasta nuestros días, conservándose incluso partituras. Y podemos decir que se trata de un fenómeno comarcal por el hecho de que los gaiteros iban con su música de un pueblo a otro adaptando los toques de dulzaina a las diferentes fiestas
Desfile de Gigantes y Cabezudos en la Feria de Torrijos. Años 50. (Archivo Municipal de Torrijos. B0049-008).
que se celebraban. De ahí que encontremos una misma pieza musical repetida en varios pueblos y en fiestas de caracteres muy diferentes. Un ejemplo puede ser el toque de procesión que estos gaiteros interpretaban en La Mata en las fiestas de San Ildefonso y San Sebastián, que también se tocaba en la procesión de la Cátedra de San Pedro en Antioquía en Carriches, en el Tinaní de Quismondo, y en el desfile de gigantes y cabezudos de la Feria de Torrijos. Podía variar ligeramente de un sitio a otro pero al final se identifica con el mismo toque, y vemos que se interpretaba lo mismo en celebraciones religiosas como en otras de carácter totalmente profano. Cuando me reuní con mis informantes para poder recabar datos para este pequeño trabajo, me llamó mucho la atención y a la vez me alegró saber que a este típico toque se puso letra a modo de coplilla en La Mata y en Carriches haciendo alusión a los músicos de los que hablaremos más adelante. En La Mata lo cantaban así: Minuto toca la gaita El Pinta toca el tambor Y el forastero del Carpio Toca el saxofón.(1) La versión carrichana era como reproduzco a continuación: Minuto toca la gaita El Pinta toca el tambor Dolores con los platillos(2) Nos hacen bailar a tós. Seguramente hubo en nuestros pueblos varias personas que supieran tocar este instrumento tan habitual por aquel entonces, pero hubo un grupito que destacó y que como ya hemos señalado se dedicaba a amenizar las fiestas de nuestros pueblos. Nos referimos especialmente a Vicente Fernández Escribano (tío Minuto), dulzainero de La Mata; a Antonio de los Santos Ajero (tío Pinta) de Carriches que le acompañaba con el redoblante; al tío Juanito “el Lolo”
dedicó a la reparación de pucheros y nunca llegó a contraer matrimonio según me comentaba su sobrino, que le recuerda bien, puesto que siempre vivió en casa de su madre al ser “mozo”. Tenía gran habilidad con la dulzaina y siempre protagonizó con su música las fiestas de San Ildefonso de La Mata. Me contaba Gregorio que su tío recorría diferentes pueblos acompañado por el “tío Pinta” de Carriches, hojalatero de profesión. Recuerda el día que le robaron la dulzaina viniendo en tren de tocar de un pueblo: “se quedaría dormido y la dulzaina la llevaba metida en una funda de cuero que se ataba a la cintura con una cuerda o un cinto. A alguno que la viera le gustó y se la quitó, y se tuvo que comprar otra nueva”. Lucio “Requinto” me contaba el referido robo con otra versión: “en Quismondo bebieron los músicos y en un descuido le quitaron a Minuto una parte de la dulzaina, se la rompieron y sólo quedaron dos piezas”. La última dulzaina que tuvo Minuto fue precisamente esa nueva a la que hacía referencia su sobrino y que tuvo el detalle de mostrarme el día que estuve hablando con él. Tras haber hablado posteriormente con Lucio deduzco que es la que le desguazaron en Quismondo, pues de aquella gaita que tantos pueblos recorrería, tan solo quedan el cuerpo de madera y la campana de metal, la pipa o lengüeta no se conserva. También conserva Gregorio la funda de cuero seguramente de aquella primera dulzaina, que deja ver el paso de los años por ella, y que según me explicaba siempre llevaba atada al cinto su tío Minuto.
Gaitero y tamborilero de La Mata. Foto tomada con el pertinente permiso del libro Legados de la Tierra, editado en 2006 por el Ayto. de La Mata
de La Mata que probablemente según me informaron sustituyó al “tío Pinta”; a Gregorio “Tinte”, alguacil de La Mata y fundador de la banda de música que, después del tío Minuto continuó con el toque de la dulzaina en La Mata acompañado por Gabriel, un sobrino del tío Juanito “el Lolo” que tocaba la caja. A Gabriel años más tarde le sucedió su hermano Teodoro que actualmente sigue tocando la caja en las fiestas de La Mata, siguiendo así la tradición familiar. Otro gaitero fue Jesús Rodríguez “el esquilador”, sobrino de Minuto. El último dulzainero de La Mata y a buen seguro de toda la comarca fue Lucio Escribano de Castro, apodado “Requinto”, que actualmente sigue tocando la dulzaina y otros muchos instrumentos en su tiempo libre. Me aportó mucha información para poder dar forma a este trabajo y además tuve el placer de escucharle tocar la antigua dulzaina que aún conserva y que según me dijo perteneció a su pariente Jesús, dulzainero al que anteriormente hacía referencia. Me comentaba que su hijo Ángel también aprendió a tocar la gaita pero que desde hace muchos años ya no tocan en las fiestas de los Mayordomos de La Mata. Quizá el más célebre de todos sea el “tío Minuto”, de quien he tenido el placer de conocer datos gracias al señor Gregorio, un sobrino suyo que vive en La Mata y que con mucha amabilidad me recibió para aportarme información al respecto. Vicente Fernández Escribano, apodado en La Mata “Minuto”, nace en los primeros años del siglo XX. Se
Fue tanta la importancia de este dulzainero en su pueblo que incluso protagonizó algunas coplillas de los mayordomos como por ejemplo las del año 1934, según se recoge en el libro editado en 2006 por el Ayuntamiento de La Mata, y que lleva por título “Legados de la Tierra”. En ellas se hace alusión a su condición de mozo soltero y a su famosa gaita. Decían así: Minuto toca la gaita El hijo de la Francisca Toca y retoca la vista Minuto no tiene novia Y para entretenimiento Se pasa muy buenos ratos Tocando el instrumento. ¡Ay!, pobre Minuto, Qué apenado está Porque la flautilla No quiere tocar Y él dice: a estos mayordomos Los engaño yo Por tocar la gaita Toco el rigodón.(3) También se alude a Minuto en una coplilla que actualmente sigue siendo un toque propio de La Mata: “Por la calle el Cerrillo”, que cantaban así: Por la Calle el Cerrillo Baja el tío Pepe Con su amigo Minuto Y el de los lentes.
Me aportaron además un dato muy curioso, pues al parecer muchas de estas coplillas las inventaba un churrero de Carmena que acudía a La Mata para elaborar los tradicionales churros de las fiestas de San Ildefonso. Se sabe gracias al testimonio de los más mayores, que estos gaiteros y tamborileros mateños acudían a las fiestas de San Pedro de Antioquía en Carriches, a la Feria de Torrijos al pasacalles de gigantes y cabezudos, al Tinaní de Quismondo… En todas esas fiestas interpretaban piezas propias como es el toque de procesión al que hacía referencia anteriormente, y otras jotas y pasacalles, como por ejemplo la conocida “Jota del tío Vicente”, que intuyo que Minuto tomaría como pieza para su repertorio por llevar su nombre. Esta jota está muy extendida por otras partes de España, sobre todo por la provincia de León donde he podido comprobar que es un baile habitual. La letra de esta jota dice así: En casa del Tío Vicente Con tanta gente qué pasará Son las mocitas del pueblo Que con los mozos quieren bailar. Encontramos en Torrijos una jota con letra y aires similares que precisamente recibe el nombre de “Jota de la Dulzaina” o “Jota de los Gigantones” y que en todo momento hace referencia al instrumento en cuestión: Detrás de los gigantones Corre la chiquillería Y detrás del dulzainero Van las ilusiones mías Estando la tía Juliana Cogiendo ranas en el corral Ha cogido una lileta De la bragueta del tío Julián.(4) La salida de los tradicionales gigantes y cabezudos en Torrijos tenía lugar en la víspera de sus Ferias y Fiestas de septiembre, y también en las fiestas del Cristo según atestiguan los documentos. Una tradición que estuvo muy arraigada, sobre todo entre los torrijeños más pequeños, y que desapareció sin dejar rastro como lo hizo el toque de gaita del que se acompañaba. He tenido la oportunidad de rastrear entre los documentos que guarda el Archivo Municipal de Torrijos para intentar dar con algún dato referente a esta celebración, y por suerte he localizado referencias sobre el tema.(5) En los programas de festejos de las Ferias de 1945 y 1947 encontramos lo siguiente: 27 de septiembre (año 1947): “A las 12 paseo por la localidad de Gigantes y Cabezudos acompañado de Gaitas y Tambores”. Me sorprende encontrar además que no sólo se celebraba este desfile en la Feria de septiembre, sino que también los gigantes y cabezudos salían acompañados de la gaita y el tambor en las fiestas del Stmo. Cristo de la Sangre, según recogen los programas de las denominadas entonces “Feria y Fiestas de Mayo” (en 1944 se solicita hacer feria de ganados para el Cristo) de los años 1946 y 1947:
La gaita del tío Minuto
19 de mayo de 1946: “Gigantes y Cabezudos que, acompañados por Gaita y Tamboril, recorrerán las principales calles de la población durante todos los días de Feria”. 22 de mayo de 1947: “Durante los días de Feria, una comparsa de Gigantes y Cabezudos con su correspondiente acompañamiento de Gaita y Tamboril recorrerán las principales calles de esta Villa”. Vemos por tanto a través de los documentos la importancia que tuvo este instrumento en Torrijos, y por ende los tan recordados Gigantes y Cabezudos, de los que también he tenido la suerte de encontrar documentos alusivos a los jornales que se pagaban a los mozos por portarlos, así como algunos referentes a restauraciones que sufrieron. Reproduzco algunos ejemplos que son testigo claro del peso de esta tradición en nuestro pueblo: “He recibido del Sr. Alcalde la cantidad de 110 ptas., importe de los jornales invertidos en llevar los gigantones. Torrijos, 20 Mayo 1945. Florentino Palomo.” “He recibido del Sr. Alcalde la cantidad de 20 ptas., importe de mi jornal invertido el día de hoy en la reparación de gigantones. Torrijos, 17-5-1945. Recibí: Jacinto Vázquez”. “Jornales por llevar los Gigantones los días 21 y 22 de mayo de 1945. Florentino Palomo (2 días) 15 ptas., Vicente Sánchez (18 ptas.), Florentino Rodríguez Vera (15 ptas.), Marcelino Nombela Cobas (15 ptas), Fidel Colilla (5 ptas.), Pedro Molina V. (5 ptas.), Rafael González (5 ptas.), Cesáreo Castaño (5 ptas.), Marcelino Cobas (5 ptas.), Florentino Rodríguez (5 ptas). Total 83 ptas. Torrijos, 22 de mayo 1945”.
Fernando Jiménez de Gregorio en su obra “Los pueblos de Toledo juran la Constitución de 1812”. Las danzas a la Virgen de la Natividad en Méntrida que actualmente se siguen tocando con dulzaina y tambor siendo el único pueblo que conserva la presencia de estos instrumentos. El Baile de la Bandera al Cristo de la Caridad en Santa Olalla; el Paloteo de Escalonilla; en Fuensalida el toque de procesión de la Cruz de Mayo…
La gaita del tío Minuto
Volviendo a los pueblos de la Comarca de Torrijos nos encontramos con varias fiestas en las que se sabe que la dulzaina y el tambor tenían especial protagonismo:
Con este sencillo estudio he pretendido fundamentalmente dedicar un homenaje a todos esos músicos de nuestra Comarca que fueron testigos directos de la tradición y que vieron como la dulzaina o gaita pasaba poco a poco a un segundo plano hasta llegar a desaparecer de nuestras fiestas. Sirva este humilde trabajo para que nuestros pueblos, encabezados por sus autoridades, sepan valorar las “joyas del pasado” que atesoran y que no estaría de más volver a recuperar. Mi más sincera gratitud a quienes me han abierto las puertas de su casa y de su memoria para poder realizar este trabajo: Gregorio, Teodoro y Arsenia, Lucio del Valle, Lucio Escribano, Indalecio, Julio Longobardo, Jesús Sánchez, Dalila Álvarez.
Es el caso del Tinaní de Quismondo donde estos instrumentos han sobrevivido hasta hace pocos años, cuando fueron sustituidos por la banda local de música. Sabemos por las referencias de los más mayores que los gaiteros mateños fueron los encargados durante algunos años de interpretar los toques propios de esta fiesta.
Jesús del Castillo Martín Humanista
La Fiesta de Santiago en El Carpio de Tajo con sus carreras de caballos enjaezados donde se interpretaba la “Marcha de los Caballos”. Hace pocos años que este pueblo ha recuperado felizmente el toque con dulzaina y caja de esta preciosa melodía que protagoniza el día grande de El Carpio. Las Fiestas de los Mayordomos de La Mata donde se tocaban las seguidillas, rigodones y otros toques propios tales como “Por la calle el Cerrillo”, “el Machaquito”, el “Tarí-Tarí” y la “Jota del Tío Vicente”. En la actualidad se conservan todas ellas pero se interpretan con saxofón y clarinete. Las Fiestas de los Mayordomos de San Sebastián de Carmena donde se interpretaban toques similares a los de La Mata en una fiesta que por desgracia desapareció el siglo pasado sin dejar rastro. Las fiestas de la Cátedra de San Pedro en Carriches con su tradicional toque de procesión y las seguidillas. Las danzas de Carnaval en Gerindote donde se tejía el cordón. En los años 80-90 del siglo pasado el grupo de coros y danzas hizo un intento de recuperar esta danza pero ya sin la presencia de la dulzaina. La “Danza de la Madroña” en Alcabón, que desapareció y queda constancia de ella en los datos aportados por
Agradecer también la labor de recopilación y difusión de "Mayo Mayero" de los diferentes toques de dulzaina y tambor de la Comarca de Torrijos, que a lo largo de los últimos años ha incluido en Foro Toletho a través de vídeos, partituras y otros materiales.
Notas (1) Al dejar de tocarse la gaita, los mateños optan por el saxofón y el clarinete para interpretar estas antiguas melodías. En ocasiones se recurría a músicos de pueblos limítrofes como se sigue haciendo en la actualidad. Además de los músicos mateños, como Teodoro que toca la caja como lo hicieran su hermano Gabriel y su tío Juan “el Lolo”, acuden músicos de otros lugares como por ejemplo Alcabón. (2) Según me contaba uno de mis informantes, Dolores era una de las hijas del tío Pinta de Carriches que les acompañaba con los platillos. (3) El rigodón o regodón es junto con las seguidillas una de las piezas propias de las Fiestas de los Mayordomos de La Mata. Se trata de una danza de origen francés de los siglos XVI y XVII que ha llegado hasta nuestros días con aires de jota en esta localidad. (4) Esta segunda estrofa es la que se canta de la misma forma que la “jota del tío Vicente”. Rompe con el ritmo de la jota que se mantiene invariable hasta este punto. Esta pieza aparece recogida en: LONGOBARDO CARRILLO, J., et al., Dos siglos de canciones populares torrijeñas (Semblanzas de Torrijos a través de su folklore). Gráficas Torrijos, Torrijos, 2007. (5) AMT-A137. 1943-1947. Fiestas Patronales.
DON GUTIERRE DE CÁRDENAS TOMA POSESIÓN DE LA VILLA DE TORRIJOS Tras este importante compromiso formal, todos los presentes hicieron juramento y pleito-homenaje (en manos de los referidos procuradores), y les besaron las manos. A continuación sigue el documento con la descripción de los variados actos simbólicos de la toma de posesión. En primer lugar, consta cómo los procuradores de don Gutierre nombraron a Gómez de Robles “gobernador e justicia mayor” y le entregaron una de las varas de justicia “para regir e gobernar las cosas pertenecientes al señorío de la dicha Villa”. Acto seguido, hicieron los actos posesorios del palacio, entrando y saliendo de él, además de acceder al tribunal o audiencia donde se libraban los pleitos.
Mucho se ha escrito sobre la compra de la Villa de Torrijos por don Gutierre de Cárdenas y Chacón, Contador Mayor, Comendador Mayor de León, Señor de Elche y Crevillente, al Deán y Cabildo de la Santa Iglesia de Toledo en 1842. Entre otros, Miguel Antonio Alarcón, Gregorio Sánchez de Rivera, Manuel de Castro y Castro o Julio Longobardo Carrillo nos han acercado a todos las fechas del principal acontecimiento histórico de nuestra Villa. Pero resulta curioso que ninguno de ellos haya sacado a la luz la continuación del documento de compra: el que se refiere a las tomas de posesión de Torrijos y Alcabón. Y sí, pluralizamos, ya que fueron dos los actos posesorios de don Gutierre a este respecto: primero, con el Deán y Cabildo de la Santa Iglesia de Toledo sobre el señorío, y después con el Concejo de Toledo sobre la administración de justicia. La primera de las ceremonias tuvo lugar el 4 de junio de 1482, y para este formalismo, el Deán y Cabildo toledano mandó hasta Torrijos al Arcediano de Guadalajara, don Juan de Morales, y al canónigo Pedro Díaz de Madrid. Por parte de don Gutierre, llegaron como procuradores a nuestra Villa el Chanciller Mayor de los Reyes Católicos, Dr. Antón Rodríguez de Lillo, don Pedro de Ayala y don Gonzalo de Baeza, Tesorero Real. Fueron recibidos a las puertas del palacio que el Cabildo tenía en la plaza del Mercado, por los alcaldes y alguacil mayor con las varas de justicia, que les fueron entregadas en señal de posesión del señorío. Ya en su interior, se produjo el juramento del Concejo, alcaldes, alguacil, regidores “e omes buenos, lo mismo que los judíos moradores en la dha. Villa que juraron por el nombre de Dios e los Cristianos por la señal de la Cruz e los dichos judíos por los diez mandamientos entregados a Moisés”.
Posteriormente, la comitiva se desplazó hasta una puerta de la muralla “que se dice de la Fuente” (sic) donde el Arcediano y Pedro Díaz les entregaron las llaves, abriendo y cerrando las mismas en señal de propiedad. El escenario final de todo el acto tuvo lugar fuera ya de las murallas, cuando se disponía la comitiva a salir camino de Alcabón, en el paraje denominado “El Pedazo”, donde el Deán y Cabildo toledano tenían unos olivares arrendados y otros entregados a tributo. Bajados de sus mulas, el Arcediano y el canónigo toledanos “dixeron que daban e dieron e entregaban e entregaron al dicho señor Comendador Mayor e a los dichos sus procuradores en su nombre la posesión corporal, real y actual de todos los olivares e de las rentas e tributos e ajoxos que a los dichos señores Deán e Cabildo habían pertenecido” dándose por bien contentos los procuradores de don Gutierre. La segunda ceremonia tuvo lugar quince días después, el 19 de julio de 1482, en el ya palacio “del muy magnífico don Gutierre de Cárdenas”, donde estaba reunido el Concejo torrijeño junto a muchos vecinos, siendo testigo don Diego de Cisneros y Suarez de la Cueva, Regidor de la Ciudad de Toledo y su procurador en Cortes, en representación del Concejo toledano. Se presentaron ante ellos el Dr. Antón Rodríguez de Lillo, Chanciller Mayor; Gonzalo de Baeza, Contador de Relaciones y Luis de Sepúlveda, Secretario de don Gutierre con tres documentos: un poder del mismo Contador Mayor, una carta merced de los Reyes Católicos y una fe del Concejo de Toledo. El primero de los documentos, el poder de don Gutierre, está fechado en Córdoba el 12 de junio de 1482. En él,
continuos e señalados servicios que avedes fecho e facedes cada día a nos y a la Corona Real”; y el tercero, una fe del Concejo de la Ciudad de Toledo donde se reflejaba que obedecían y cumplían con el mandato de los Reyes, tal y como se les pedía. Leídos ante el Concejo torrijeño, acordaron estar prestos a cumplir con lo mandado, y entregaron a los procuradores las varas de justicia. Y para completar el acto simbólico de la toma de posesión “salieronse de los dichos palacios e fueronse a andar e andovieron por las plazas y mercados de la dicha Villa con sus varas en las manos”. Y estando en la Plaza Mayor “ficieron e mandaron poner una picota de madera con su devanadera” e hicieron pregones entre los vecinos torrijeños para que no “osaran de traer armas ni rebolver ruidos” bajo cuantiosas penas. De regreso al palacio, y en su puerta principal que era donde se encontraba la audiencia o tribunal, los procuradores nombraron al gobernador Gómez de Robles como Justicia Mayor de Torrijos, tomándole juramento “por Dios e por Santa María e por la señal de la Cruz”. Después salieron de la Villa hacia el campo por la puerta de Maqueda hasta una tierra a la izquierda del camino que va a la de Santa Olalla donde mandaron hacer “una forca de maderos la cual luego fue fecha e por su mandado puesta e asentada en dicha tierra en lo mas alto della”.
otorga poder a sus procuradores para que se presenten en Torrijos para “tomar la posesión real y actual de la dicha justicia e jurisdicción civil e criminal alta y baja y mero mixto imperio”; el segundo, una carta de los Reyes, fechada también en Córdoba el 11 de junio de 1482 dirigida al Contador Mayor, donde se le hace “Merced, Gracia y Donación de la nuestra justicia y jurisdicción civil y criminal alta y baja mero mixto imperio y de las escribanías, yantares, martiniegas, rentas, pechos, derechos, penas e caloñas por razón del señorío de la Villa de Torrijos” gracias a los “muchos e buenos y leales y
Desde aquí, los procuradores de don Gutierre de Cárdenas se dirigieron hasta Alcabón primero y después a Gerindote, donde hicieron las correspondientes ceremonias posesorias. De regreso a Torrijos, llamaron como alcaldes de la Villa a Ferrand Flores y Juan García Barbero, tomándoles juramento como comúnmente se acostumbraba. Jesús Sánchez de Haro A.A.C.T.