Orden Martinista Tradicional
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LUZ MARTINISTA Documentación editada bajo los auspicios de la
ORDEN MARTINISTA TRADICIONAL
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“Mi tarea en este mundo ha sido conducir el espíritu del hombre por una vía natural, hacia las cosas naturales que le pertenecen “He deseado hacer el bien no ha he perdido deseadototalmente hacer ruido, porque por derecho, pero de pero las que la idea, bienme he dado cuenta de que el ruido el bien falsa y de que el bien no hace ruido”. por degradación, o pornolahace instrucción de sus maestros…”
Louis Claude de Saint Martin (1743-1803)
LOUIS CLAUDE DE SAINT MARTIN En el siglo XVIII Francia se encontraba dentro de una gran agitación política y económica. Un hombre amable, inspirado y misterioso, sorprendió a la nobleza y al pueblo publicando unas obras impregnadas de un elevado misticismo. Este escritor firmó sus libros como “El Filósofo Desconocido”. ¿De dónde provenía su conocimiento? Se le podía tomar por un sofista, y sin embargo tenía la dulzura y la profunda comprensión de un filántropo. Este hombre fue Louis Claude de Saint Martin. Tuvo el valor de presentarse en los salones de los ricos aristócratas para combatir, con la ayuda de inspiradas charlas, sus mezquinos intereses. Todo lo que emprendió tuvo un solo objetivo: Alejar el pensamiento de los hombres de una existencia vana y fácil para hacerles comprender el lugar que ocupan en el plan de la creación universal y las relaciones naturales que existen entre Dios, el hombre y el universo. Quería que la humanidad tomase consciencia del lugar especial que Dios le había otorgado en su estado primitivo, en lo que se había convertido en el curso de los tiempos, y como podía reconquistar esta gloriosa posición. El Filósofo Desconocido Los libros de Louis Claude de Saint Martin fueron leídos en Francia, Alemania, Inglaterra y también en Rusia. Joseph de Maistre veía en él “el más sabio, el más instruido y el más elegante de los teósofos modernos.” El conocimiento que él reveló fue pronto conocido bajo el nombre de “Martinismo”. Este gran instructor negó ser el autor de lo que enseñaba. Rindió homenaje a sus iniciadores. A aquellos que juzgaba dignos, les revelaba que él poseía un conocimiento más alto, al que también ellos podían acceder. Para alcanzarlo, debían transformarse, y esta preparación tenía como base la Iniciación. Louis Claude de Saint Martin nació en una familia noble de Amboise, en Touraine, Francia, el 18 de enero de 1743. Bien pronto, manifestó una viva inteligencia, sedienta de idealismo y de piadosos sentimientos, que en la época de su madurez, encontraron su propia expresión e hicieron de él un místico cristiano y un gran iluminado. Una madrastra comprensiva y aman-
te favoreció los nobles sentimientos y la gran sensibilidad del joven, él mismo declaró más tarde cuánto debía a la esclarecida dirección y a la sabia educación que de ella había recibido. De acuerdo con los deseos de sus progenitores, estudió derecho para tener una profesión, y se convirtió en abogado. No obstante, sus aspiraciones interiores y el interés que sentía por la filosofía no le permitieron ejercer mucho tiempo una profesión que no se adaptaba a sus ideales. Abandonó rápidamente la jurisprudencia para abrazar la carrera de las armas, obteniendo gracias al apoyo de un amigo influyente un nombramiento de oficial. Así a los 22 años, entró en el Regimiento de Foix, que tenía su guarnición en Burdeos. Un encuentro decisivo Al parecer, en esta época la carrera militar dejaba mucho tiempo libre, ya que Louis Claude de Saint Martin tenía sobre todo como meta, encontrar suficiente tiempo para sus estudios esotéricos y sus investigaciones místicas. Uno de sus amigos del círculo de oficiales era miembro de la Orden de los Elus-Cohen de Martínez de Pasqually. Louis Claude de Saint Martin conoció al Maestro Supremo de la Orden y quedó totalmente seducido por sus fines y sus instrucciones. Una gran parte de la vida de Martínez de Pasqually, místico, adepto y teúrgo del siglo XVIII, está velada por el misterio. La tradición pretende que era un iniciado directo del vidente y filósofo sueco Emmanuel Swedemborg, que estaba versado en la Tradición de la sabiduría secreta, tal como había estado incorporada en las enseñanzas esotéricas de Egipto, Grecia y Oriente. En 1754 estableció en París una Logia de iluministas, y en el curso de las dos décadas siguientes, expandió activamente la luz de la filosofía mística y oculta por Francia y por Europa. Poco después de 1760, Martínez de Pasqually fue a Burdeos, en el Suroeste de Francia y allí fundó el centro de actividad de una Orden oculta: los Elus-Cohen. Después de haber recibido la preparación requerida y haber dado prueba de su mérito, Louis Claude de Saint Martin fue iniciado en los ritos de los Elus-Cohen en el año 1769, a la edad de 25 años. Los Elus-Cohen practica-
Esquema teĂşrgico de los Elus-Cohen, segĂşn un documento original conservado en la Biblioteca Nacional de Francia.
ban ritos y operaciones “teúrgicas” dirigidas por Martínez de Pasqually. Estas ceremonias muy complicadas sorprendían al joven Saint Martin quien con frecuencia preguntaba: “Maestro, ¿es necesario hacer todo esto para conocer a Dios?”. Esta vía, la de las manifestaciones sensibles, nunca le convenció totalmente. Fue por esta razón por la que entró en la vía del espiritualismo, y a través de la misma, alcanzó finalmente el más alto grado de esta Orden, el de “Réau-Croix”. En 1771, Saint Martin abandonó el ejército para dedicarse enteramente al ministerio espiritual, por el que se sentía llamado. Louis Claude de Saint Martin tuvo entonces el honor de servir como secretario personal de Martínez de Pasqually. Una profunda amistad se estableció entre ambos. Las enseñanzas de Pasqually tuvieron en Louis Claude de Saint Martin una profunda influencia y él conservó toda su vida un gran respeto por quien llamaba “su primer instructor”. El Maestro Supremo de los Elus-Cohen reconoció igualmente en el joven brillante y prometedor, un discípulo elegido y bien cualificado para proseguir y ampliar los trabajos emprendidos. En 1772, asuntos personales obligaron a Martínez de Pasqually a abandonar Francia yendo a Puerto Principe en Haití, donde murió en 1774. Privada de su fundador, la Orden cayó progresivamente en el olvido. En efecto, los Elus-Cohen se dieron cuenta que Martínez de Pasqually había comunicado muy poco de su saber y de su conocimiento a sus discípulos. Su “segundo instructor” Jean-Baptiste Willermoz, rico comerciante de Lyon, antiguo discípulo de Martínez de Pasqually, y los últimos miembros de la Orden de los ElusCohen se unieron a la Estricta Observancia Templaria alemana. Esta Orden se reorganizó adoptando una parte de las enseñanzas teóricas de Martínez de Pasqually creando los Caballeros Benefactores de la Ciudad Santa. Otros se unieron a los Filaleteos. Louis Claude de Saint Martin, viendo que estos últimos no buscaban tanto la verdad como la Gran Obra, prefirió seguir una vía independiente. Saint Martin viajó a Inglaterra, Italia y Alemania estudiando al hombre y a la naturaleza, y confrontando los testimonios de otros con los suyos pro-
pios. Fue en Estrasburgo, por intermedio de Mme. de Boecklin y de Rudolph Salzmann, donde conoció las obras de Jakob Böhme (1575-1624). Este descubrimiento hizo cambiar completamente su vía mística. Para Saint Martin, Jakob Böhme se convirtió en quien el llamaba “su segundo instructor”. Con este filósofo, a quien no conoció más que a través de sus obras, aprendió que la verdadera Iniciación va mas allá de los rituales teúrgicos y que no hay ninguna necesidad de invocar a potencias intermedias de la Creación por medio de complejas y a menudo peligrosas ceremonias. La Iniciación solo puede producirse en el corazón del hombre. Es lo que se llama “la vía cardiaca”. Sus dos amigos de Estrasburgo, Mme. de Boeklin y Rudolph Salzmann, le animaron a leer los textos de Böhme en su lengua original, a fin de asir mejor toda su profundidad. Por este motivo, Saint Martin, ya con 45 años de edad, aprendió alemán. Hasta el final de su vida, se fijó como tarea cotidiana traducir los textos de Jakob Böhme. Saint Martin decía: “Es a Martínez de Pasqually a quien debo mi entrada en las verdades superiores, y a Jakob Böhme a quien debo los pasos más importantes que he dado en estas verdades“. Sus obras Saint Martin publicó su primera obra en 1775 bajo el titulo: “De los Errores y de la Verdad o Los Hombres llamados al Principio Universal de la Ciencia”. El objeto de este libro fue combatir el ateísmo de su tiempo. Como todos sus otros escritos, este fue publicado bajo el seudónimo de “El Filósofo Desconocido”. En el transcurso de sus numerosos años de actividad literaria, Louis Claude de Saint Martin escribió muchas obras entre las que destacan: “Esquema Natural de las relaciones entre Dios, el Hombre y el Universo”, “El Hombre de Deseo”, “Ecce Homo”, “El Nuevo Hombre”, “El Espíritu de las Cosas” y “El Ministerio del Hombre-Espíritu”. Dejó también a la posteridad una correspondencia personal reveladora e inspiradora asi como algunas obras póstumas. Publicó traducciones de los escritos de quién el llamaba su “Queridísimo B.”, “La Aurora Naciente”, “Los tres Principios de la Esencia Divina”, “La triple Vida del Hombre”, “Cuarenta Preguntas sobre el Alma” y “Seis Puntos y Nueve Textos”.
Las obras de Saint Martin tenían por objeto, no solamente explicar la Naturaleza a través del Hombre, sino unir todos los conocimientos al Principio que el espíritu humano debe convertirse en el centro. Para él, el hombre debe abandonar al “viejo hombre”, hacerse dueño de su destino y no seguir siendo “El Hombre del Torrente”. Por su propia voluntad, debe convertirse en “Hombre de Deseo” y hacer nacer en él, gracias a la ayuda de la Providencia, un “Nuevo Hombre”. Cuando haya alcanzado este estado, por una regeneración completa de su Ser y por un segundo nacimiento, se convertirán en el “Hombre-Espíritu” tal como lo fue en el origen de la Creación. Cumplirá finalmente el Ministerio que el Invisible le confió en el origen del mundo. Fortalecido por sus derechos primitivos, podrá trabajar en la reintegración de la Creación en el Uno. Los escritos filosóficos de Louis Claude de Saint Martin despertaron el interés de sus contemporáneos. Para estudiar sus enseñanzas, formó un círculo de discípulos conocido bajo el nombre de “Sociedad de los Íntimos”. Esta Sociedad trabajó en la espiritualidad más pura. Saint Martin en efecto, no aceptó más que unos pocos miembros, haciendo uso de una extrema prudencia. Las últimas décadas del siglo XVIII en Francia fueron excesivamente agitadas y trajeron a este país la mayor revolución social y política de la historia. Durante todo este período, Louis Claude de Saint Martin no cesó de escribir y de enseñar. Siendo noble de nacimiento y de grata presencia, se movía en las más altas esferas de la sociedad y de la cultura francesa, interesando en sus ideas a numerosas personas y actuando continuamente para expandir las enseñanzas místicas entre todos aquellos que estaban preparados y se mostraban dignos de ellas. Aunque miembro de la nobleza, no fue nunca molestado seriamente durante la época del Terror, ni en ningún otro momento del período revolucionario. Incluso se le pidió más tarde, que enseñara en la Escuela Normal de París, cuyo objetivo era formar a los profesores de la nueva Francia. Una crisis de apoplejía se llevó a Louis Claude de Saint Martin a la edad de 60 años, el 13 de octubre de 1803.
Las Puertas de la Luz (“Portae Lucia”, J.B.A. Gikitilla, 1516)
LA ORDEN MARTINISTA TRADICIONAL Tras su muerte, los Martinistas, (asi se llamaban los discípulos de Saint Martin) no fueron muy activos. Las ceremonias y enseñanzas tradicionales fueron transmitidas únicamente de manera personal y privada. La Orden Martinista Después de un largo período de discreción, se realizó un gran esfuerzo en 1888 para estructurar lo que, en aquella época, no podía verdaderamente llamarse una Orden Iniciática, y que se reducía a algunos iniciados. Fue gracias a los esfuerzos de Papus y de Agustín Chaboseau como esta Orden surgió a la luz del día y tomó el nombre de “Orden Martinista”. Este movimiento fue coronado por el éxito en 1891 llegando a la formación del Supremo Consejo de la Orden Martinista, compuesto de veintiún miembros y con autoridad sobre todas las Logias del mundo. El célebre ocultista francés Papus (Dr. Gerard Encausse) fue elegido primer Presidente del Supremo Consejo. Bajo su brillante e infatigable dirección, la Orden creció rápidamente, y hacia 1900, contaba con centenares de miembros activos en la mayor parte de los países del mundo. Papus se convirtió rápidamente en la máxima autoridad en materia de Martinismo, y sus obras constituyen una fuente de información preciosa para los Martinistas y para todos aquellos que se interesan en la Tradición. La guerra mundial de 1914-1918 afectó enormemente al crecimiento y las actividades de la Orden Martinista. Su presidente falleció heroicamente cumpliendo su deber como médico y numerosos dirigentes y miembros de la Orden no sobrevivieron a la tormenta. Efectivamente, después de la guerra la Orden Martinista estaba virtualmente durmiente en Europa. En 1931, la Orden fue despertada gracias a los esfuerzos de Augustin Chaboseau, que había sido cofundador de la Orden Martinista con Papus. Reactivó la Orden en compañía de Victor-Emile Michelet y Lucien Chamuel que, como él, eran los últimos supervivientes del Supremo Consejo de 1891. Por este acto, estos Martinistas reivindicaron “la perennidad de la Orden fundada por Papus y ellos”. Otros Martinistas ilustres como el Dr. Octave Beliard y Gustave Louis Tautain se les unieron.
La Orden Martinista Tradicional Con el fin de distinguir la Orden de cualquier otro movimiento que abusivamente pretendiera ser sucesor de Papus, los fundadores subrayaron su carácter tradicional dándole el nombre de “Orden Martinista Tradicional”. Victor-Emile Michelet fue elegido Gran Maestro, siendo sucedido por Augustin Chaboseau en 1939. Este último, descendiente de una filiación ininterrumpida desde Louis Claude de Saint Martin, sirvió como Grab Maestro y Presidente del Supremo Consejo hasta su muerte, el 2 de enero de 1946. Ralph Maxwell Lewis, Imperator de la Antigua y Mística Orden RosaCruz fue recibido en la Orden Martinista Tradicional el 1 de septiembre de 1939 por George Lagreze, legado y representante de Augustin Chaboseau. En consecuencia, las cartas, manifiestos y cualquier otro documento necesario para el progreso y desarrollo del Martinismo en América fueron transmitidos a Ralph M. Lewis, inmediatamente antes de que comenzaran las dificultades que sufriría la OMT en Europa en el curso de la segunda guerra mundial. Actualmente, el Consejo Supremo de la Orden Martinista Tradicional está dirigido y presidido por el Soberano Gran Maestro, Christian Bernard, Imperator de la AMORC. La Orden Martinista Tradicional, tal como ha sido reorganizada en Francia, se remonta, según una transmisión iniciática de una absoluta regularidad, a las fuentes más puras del Martinismo. Así, la luz martinista ha podido brillar, extenderse y engrandecerse sin ninguna interrupción y sin perder jamás nada de su esplendor original.
Símbolo de la Orden Martinista Tradicional
LA VÍA MARTINISTA
La Orden Martinista Tradicional es una Orden iniciática, cuya finalidad principal es la de perpetuar el esoterismo judeo-cristiano. Los Martinistas estudian la historia del hombre, desde su emanación en la inmensidad divina hasta su estado actual, así como los vínculos que le unen a Dios y a la naturaleza. Porque, según el Filósofo Desconocido: “...nosotros no podemos leer en Dios mismo, y lo comprendemos sólo a través de su propio esplendor…” El hombre cometió el error de alejarse de Dios y caer en el mundo material. Al hacerlo, permanece de alguna forma dormido al mundo espiritual, y su Templo interior está en ruinas. Él debe reconstruirlo, porque si bien ha perdido su poder original, aún conserva su esencia intacta y sólo él puede hacerla fructificar. En El Ministerio del Hombre-Espíritu, San Martin dijo: "Hombre, recuerda un instante tu juicio. Quiero disculparte por un momento por desconocer todavía el sublime destino que tendrías que cumplir en el universo; pero al menos no deberías cegarte en el insignificante papel que debes cumplir durante el corto intervalo que recorres desde tu cuna hasta tu tumba. Echa una mirada sobre lo que te ocupa durante ese trayecto. ¿Podrías creer que fue para un destino tan nulo, que te encontrarías dotado de facultades y propiedades tan eminentes?".
El Hombre de Deseo En su condición actual, el hombre se encuentra en el exilio. Nada en este mundo puede satisfacerle plenamente. En efecto, el mundo material puede aportarle ciertos placeres y alegrías, pero en lo profundo de sí mismo, el Hombre sabe que la felicidad a la que aspira no es de este mundo, sino que se encuentra en otra parte. Más o menos conscientemente, siente la nostalgia del estado glorioso que era suyo en un principio, produciéndole cierta melancolía. Desde el punto de vista Martinista, cualquiera que aspire a comprender esta melancolía y recuperar su pureza primitiva es un “Hombre de Deseo”. Su deseo es el deseo de Dios. Saint Martin, dijo al respecto: "No hay nada tan común como la envidia y tan raro como el deseo". Convertirse en un Hombre de Deseo es querer reconstruir el Templo Interior y volver a su condición divina. El Martinista se basa en dos pilares para lograrlo: La Iniciación y el estudio. La primera marca el comienzo de su viaje en la "vía cardíaca", porque este es el momento en que recibe la semilla de la Luz que es la base de su regeneración interior. También es el momento privilegiado donde se encuentra con su Iniciador y en el que es admitido en la filiación Martinista, haciendo de él un eslabón en la cadena iniciática ininterrumpida que se remonta hasta Louis Claude de Saint Martin. Precisemos que esta Iniciación debe ser conferida en un Templo Martinista para ser debidamente reconocida y hacer del recipientario un verdadero Iniciado. Si la Iniciación Martinista es un elemento previo indispensable, se debe a que es la representación terrenal de una iniciación trascendental, la que Saint Martín llama "iniciación central" y que define de la siguiente manera: "Esta iniciación es aquella por el cual podemos entrar en el corazón de Dios y hacer entrar el corazón de Dios en nosotros, para realizar un matrimonio indisoluble ... No hay otro misterio para lograr esta sagrada iniciación, que adentrarnos más y más en las profundidades de nuestro ser y no retroceder hasta que hayamos alcanzado la raíz viva y vivificante, por que entonces todos los frutos que tendremos que llevar, según nuestra especie, se producirán naturalmente en nosotros y fuera de nosotros”.
LAS ENSEÑANZAS MARTINISTAS Las enseñanzas transmitidas al Martinista constituyen para él un alimento espiritual gracias al cual hará crecer la semilla recibida en la Iniciación. Entre los temas tratados en estas enseñanzas podemos citar en particular: - El Gran Arquitecto del Universo - El Adam Kadmon - La Caída del Hombre - Los Orígenes de la Creación - El Templo Universal - El Templo de Salomón - La Sophia - La Ciencia de los Números - Los Arcanos de la Kábbala - El Antiguo Testamento - El Nuevo Testamento - Los Evangelios Apócrifos - El Libro de la Naturaleza - El Libro del Hombre - La Misión del Cristo - Los Ciclos de la Humanidad - El Mundo Invisible - Los Ángeles - El Simbolismo Celeste - La Alquimia de los Sueños - La Oración - La Reintegración de los Seres - etc.
Figura del Adam Kadmon
En sus trabajos, los Martinistas no utilizan la teurgia o la magia, porque se ajustan al ideal del Filósofo Desconocido: "Conducir al espíritu humano de forma natural hacia las cosas sobrenaturales que le pertenecen por derecho, pero de las que ha perdido por completo la idea, ya sea por degradación o por la falsa enseñanza de sus maestros". Para ello, es inútil acumular un conocimiento intelectual, porque "no hay que romperse la cabeza, sino el corazón." En su trabajo, el Martinista utiliza dos libros: el Libro de la Naturaleza y el Libro del Hombre. La naturaleza es "la verdadera fuente de la abundancia de nuestro estado actual... De hecho, es el punto focal de todas las virtudes creadas ... Por lo tanto, todas estas virtudes divinas, ordenadas por el gran principio para cooperar en la rehabilitación de los hombres, existen siempre a nuestro alrededor". Esto significa que Dios ha sembrado en la naturaleza los símbolos de su sabiduría, para poder descubrirla por nosotros mismos. Por eso constituye para el iniciado una inmensa reserva de conocimientos. El Libro del Hombre El Libro del Hombre es también esencial para los Martinistas. Según Saint Martin, el hombre es el "único libro escrito por la mano de Dios”; es en él donde se encuentran escritas todas las leyes del universo, así como "todas las verdades importantes y fundamentales [existen] en todos los hombres antes de estar escritas en ningún libro". El conocimiento sólo es accesible por medio de la introspección, es decir, volviéndonos hacia el centro del ser, el corazón, sobre el que el Filósofo Desconocido dijo: "Es el órgano donde se encuentran todas nuestras facultades y donde se manifiesta su acción; y como estas facultades incumben a todos los reinos que nos constituyen, ya sea el corporal, el espiritual y el divino [...], el corazón es el encuentro y la continua expresión del alma y del espíritu". Este retorno del ser hacia su centro, esta contemplación interior, es la verdadera oración, ya que "empapa el alma de este hechizo sagrado, de esta doctrina divina que es la vida secreta de todos los seres". Según el Filósofo Desconocido, el trabajo del hombre de deseo provoca una transformación interior, una "elevación espiritual" que contiene la promesa de un renacimiento interior. A través de este trabajo, el viejo hombre va dando paso gradualmente a un hombre nuevo. Este hombre nuevo, una vez nacido, pasa entonces por todas las etapas de la evolución hasta llegar a
su plena madurez. Convertido en Hombre-Espíritu puede realizar su "Ministerio" y convertirse en un intermediario activo entre la naturaleza y Dios. Así, "la comunicación se restablecerá entre las partes superior e inferior, y la Tierra podrá encontrar el Sabbat". El hombre así regenerado participará en la reintegración de Todos en el Uno y volverá a ser el Templo de Dios: “Hombres de Paz, Hombres de Deseo, tal es el esplendor del Templo en el cual ustedes tienen derecho de ocupar un lugar algún día. Debe por lo menos asombrarles el que ustedes mismos puedan enriquecer el privilegio de poder comenzar a elevarse desde aquí abajo, en todos los instantes de su existencia. Recuerden que, según las enseñanzas de los Sabios, las cosas que están arriban son iguales a las que están abajo; y conciban que ustedes mismos pueden recurrir a esta semejanza, obrando de manera que las cosas que están abajo, sean como las que están arriba”.
La Vía Cardíaca (Según una plancha extraída de la obra «Símbolos Secretos de los Rosacruces de los Siglos XVI y XVII»)
LA AFILIACIÓN MARTINISTA Existen dos formas de estudiar las enseñanzas de la Orden Martinista Tradicional: 1) Ser miembro de una Heptada o Taller
Esta afiliación es la más tradicional. Se trata de asistir a una Heptada o un Taller, es decir, un Organismo Martinista, con el fin de estudiar la enseñanza oral de la Orden, bajo la supervisión de Oficiales debidamente autorizados, en un contexto ritual simbólico y en presencia de otros Martinistas. Esta enseñanza se distribuye en tres grados, cada uno de los cuales es precedido por una Iniciación particularmente inspiradora. Tenga en cuenta que se necesitan dos años para estudiar cada grado, a razón de un Conventículo (una reunión) por mes. Al final de los seis años de estudio, el Martinista puede solicitar su admisión en el Círculo de los Filósofos Desconocidos, cuyo trabajo es de una gran importancia filosófica. La admisión en una Heptada o Taller está sujeta, no obstante, a una condición: Ser miembro de la AMORC y frecuentar uno de sus Pronaos, Capítulos o Logias. Si desea asistir a un Taller o Heptada, debe rellenar la correspondiente solicitud de afiliación, y enviarla a la sede de la Orden Martinista Tradicional, junto con la cuota de inscripción y la cuota de Heptada o Taller. Si su solicitud es aceptada, le escribiremos para comunicarle la dirección de la Heptada o Taller más cercano a su localidad, y le adjuntaremos a esa carta el carné de miembro para que usted sea admitido en la misma y pueda participar en sus trabajos. 2) Ser miembro del Oratorio Si usted está interesado en el Martinismo, pero no quiere o no puede asistir a un Taller o Heptada, tiene la oportunidad de recibir las enseñanzas de la OMT por escrito en su propio hogar, sin necesidad de ser miembro de la AMORC. Estas enseñanzas se envían en forma de manuscritos que cubren también tres grados. Estos manuscritos son una adaptación de los que
se estudian en una Heptada o Taller, por lo que poseen un gran interés para todos los buscadores que deseen explorar el esoterismo judeo-cristiano. Si decide estudiar en el Oratorio, debe rellenar la correspondiente solicitud de afiliación, y enviarla a la sede de la Orden Martinista Tradicional, junto con la cuota de inscripción y la cuota anual del Oratorio. Esta cuota puede ser fraccionada en semestres o trimestres. Si su solicitud es aceptada, usted recibirá un manuscrito mensual para estudiar de la manera que le será indicada. La duración de esta forma de afiliación también es de seis años. En caso de que no pueda asistir regularmente a una Heptada o Taller, es posible no obstante recibir la Iniciación al Primer Grado de la Orden Martinista Tradicional. Gracias a esta Iniciación, Ud. podrá asistir a los Conventículos que se realizan durante las Convenciones Martinistas o Rosacruces. Le permitirá igualmente visitar las Heptadas o Talleres con motivo de alguna actividad particular, por ejemplo cuando se celebre el Año Nuevo Martinista, alrededor del 25 de diciembre. Esta forma particular de afiliación representa naturalmente ser miembro de pleno derecho de la OMT. Lo ideal, por supuesto, es la combinación de las dos formas de afiliación Martinista, es decir, asistir a un Taller o Heptada y estudiar al mismo tiempo los manuscritos del Oratorio. Si desea realizar esta doble afiliación, recuerde que es necesario ser miembro de la AMORC. Una libertad total Queremos hacer hincapié en el hecho de que un Martinista conserva en todo momento una plena libertad para abandonar la Orden cuando lo desee. Si es miembro de una Heptada o Taller, sólo tiene que dejar de asistir a los Conventículos y notificarlo a los Oficiales. En este caso, puede proseguir con su afiliación rosacruz normalmente. Si recibe los manuscritos del Oratorio, simplemente debe devolverlos a la sede de la Orden Martinista Tradicional, ya que son propiedad legal y moral de la Orden. Si desea obtener más información o aclarar cualquier duda, puede ponerse en contacto con la Gran Heptada Española.
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