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La acogida en tiempos duros, en nuevos tiempos, en tiempos de Covid

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Anuario

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Patricia Burgueño Barrionuevo

Vicetesorera y voluntaria en acogida Fundación Corinto

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En aquel tiempo, Jesús decía al gentío: «El reino de Dios se parece a un hombre que echa semilla en la tierra. Él duerme de noche y se levanta de mañana; la semilla germina y va creciendo, sin que él sepa cómo. La tierra va produciendo fruto sola: primero los tallos, luego la espiga, después el grano. Cuando el grano está a punto, se mete la hoz, porque ha llegado la siega».

Dijo también: «¿Con qué podemos comparar el reino de Dios?... Con un grano de mostaza: al sembrarlo en la tierra es la semilla más pequeña, pero después de sembrada crece, se hace más alta que las demás hortalizas y echa ramas tan grandes que los pájaros del cielo pueden anidar a su sombra».

(Mc 4, 26-34)

Desde la misma habitación de casa que casi hace un año, me siento de nuevo a repasar en estas líneas todo lo vivido como Voluntaria del Grupo de Acogida de nuestra Cofradía, cuando, sin creerlo, sin imaginar nunca que pudiera pasar algo así, llega a nuestras vidas un “bicho” en forma de Coronavirus para, por desgracia, transformarla casi por completo, al menos la de las personas cabales, responsables, que somos conscientes del peligro de contraerlo y contagiarlo. Por ello, me resulta muy difícil, y no sé si conseguiré transmitir todo lo que como voluntaria he sentido y vivido desde entonces. Los que me conocéis sabéis de mi miedo personal por la enfermedad; tener que parar en seco tu trabajo, encerrarte sin saber cuándo volverás a retomarlo, sentir miedo por tu familia, sobre todo cuando el coronavirus aparece en ella, y en familiares de amigos, y de tantas y tantas personas. Miedo y dolor que en su momento se mezclaba con el que sentía por lo que fuera de mi casa estaba pasando, por la certeza del cambio eco-

nómico en tantas y tantas casas, en tantas familias que de repente se quedaron y siguen sin nada de ingresos económicos, absolutamente nada, por las familias cercanas y lejanas, y que me hacía estremecer el no poder ni imaginar cómo lo pudieran estar pasando: son familias a las que conoces, les pones caras, voces, llantos, y también sonrisas.

Como para casi todos, aquellos días, que parecían eternos encerrada en casa, se volvieron a veces cortos. Faltaban horas… En mi caso particular, la oración, hablar en clave de Dios, se hizo fundamental y hoy tengo claro que fue la que me ayudó a continuar y darme cuenta que Él siempre está, en medio de nosotros, y que tocaba actuar, no parar, no desfallecer, a pesar de esos miedos, y aunque conforme iban pasando los días se viera más difícil saber cuándo podríamos volver a tener una “vida normal”.

Recordar aquel mes de Marzo del 2020, tener que llamar a nuestras “familias acogidas” para saber de ellos y ofrecerles una alternativa a su asistencia al Economato para que pudieran cubrir su compra de alimentos mensual; hacer cábalas y pedir la tan necesaria ayuda de nuestros Benefactores y de todos los hermanos que de alguna u otra forma, en algunas de las Campañas que desde la Cofradía se han lanzado, ofrecieron y siguen ofreciendo su granito de arena (que no es pequeño, que es inmenso) en forma de donativo, fue haciendo y sigue haciendo que cada mes desde el grupo de Acogida de la Cofradía podamos seguir ayudando a las familias que vienen a nuestra Casa, a nuestra Puerta, a solicitar este tipo de ayuda, que hoy más que nunca se convierte en esencial. ¿Y cómo acoges al que viene necesitado en estos tiempos? Toca reinventarse, aprender nuevas formas de estar presente, adaptarse a las nuevas y no tan nuevas tecnologías. Por eso, en aquel momento, la llamada telefónica se convierte en la “nueva acogida”, en la mejor forma de comunicación con nuestros usuarios que, aunque no visual, sí al menos la más cercana y personal que se podía, con la que se intentaba por medio de nuestra voz que cada uno de ellos te viera, te sintiera y le consiguieras transmitir toda tu compresión.

Y hablar con ellos por teléfono es lo que en esos momentos me servía para intuir cómo estaban, y así hacer todo lo posible porque nuestra pequeña ayuda no les faltara. Aquí la labor de nuestros voluntarios ha sido crucial, su disponibilidad, su enorme capacidad de adaptación a lo que ha ido haciendo falta en cada momento, su entrega, su enorme cariño en todo. De ellos, y en mi responsabilidad como Delegada de la Cofradía en la Fundación Corinto, solo he recibido, SIEMPRE, una actitud de servicio hacia el hermano necesitado que supera cualquier expectativa.

Inimaginable hace un año pensar que el Economato tuviera que cerrar sus puer-

tas temporalmente, y que tuviéramos que transformar nuestra ayuda mensual a nuestros usuarios que cada mes iban a hacer su compra a las instalaciones del Economato, en nuevas formas, y que fuese como antes dije el teléfono el que consiguiera unirnos, convertirnos aún más en una gran familia, todos a una. En aquel mes de marzo, nuestra cofradía prestaba su ayuda a 19 familias, más la ayuda anual a la Asociación Solidaria de Integración Social (Asís) y a la Congregación de monjas Clarisas del Monasterio de Santa Clara de Málaga. De ellas, la mitad habían hecho su compra mensual, pero el resto ni siquiera habían ido aún al Economato. Quizás fue uno de los peores momentos de esta voluntaria, cuando aparte de todo lo que estábamos viviendo, necesitaba conseguir que esas familias recibieran de alguna forma su ayuda. Si no se podía salir a la calle, ellas tampoco podían. Y además algunas habían perdido sus posibilidades de ingresos por ello. Y así lo hicimos, ingresando a cada una el importe de sus gastos de comida de ese mes.

Y llega abril, y llega una Semana Santa sin Procesiones, sin poder hacer nuestra particular manifestación pública de fe, sin poder besarnos y abrazarnos, con una mezcla de dolor y pena contenidos, pero descubriendo una nueva forma de celebrarla: “Unidos todos en un Solo Corazón”. Lo vivido aquellos días, con aplausos, marchas sonando por las calles en medio de un silencio contenido, rostros, amigos, familia, que sólo veía a través de una pantalla digital… no consigo explicarlos y se quedarán siempre en mi corazón, como seguro que en el de todos nosotros.

En ese mes la ayuda a nuestros usuarios no cesó, aunque cambiara de formato, y ya en mayo y gracias a los donativos recibidos, doblamos el número de familias atendidas. También se crea un grupo de voluntarios para ofrecer un ayuda excepcional a nuestras familias desde la Fundación puesto que el Economato aún no podía abrir sus puertas (ayuda tanto para montar Lotes de Comida como para repartirlos a domicilio a nuestras familias). Y una vez más los hermanos del Amor brillan y demuestran que donde hay Caridad y Amor ahí está Dios, donde hay sembrado “grano de mostaza”, brota el compromiso rápido y fuerte, y se forma en cuestión de horas ese grupo excepcional que sin pensarlo ofrecen una ayuda al hermano necesitado; ellos saben lo que recibieron a cambio.

Mensajes de agradecimiento de nuestras familias que se quedan también grabados en nuestros corazones, el mío y el de Cristina desde luego.

Y me vuelvo a repetir; hemos tenido la gran suerte de contar con “voluntarios” que de urgencia se plantan en el Economato y reparten la comida a nuestras familias, o que van a ordenar, reponer, limpiar… lo que hiciera falta, o pasan horas delante de un ordenador... Todo por echar una mano, porque las familias tuvieran su compra, y porque se hiciera todo con las más minuciosa y cuidadas medidas.

En junio el Economato abre de nuevo sus puertas con un trabajazo enorme de la Fundación y los usuarios, previa cita, puedan volver a hacer su compra mensual, con libertad y absolutas garantías. Y así siguió incluso en Agosto, mes en el que normalmente se cerraba. Y así hemos seguido hasta hoy. El que nuestros usuarios pudieran ir ya a hacer su compra mensual y el mismo día hizo que pudiera ir a verlos, reencontrarme con ellos, y encima recibir de ellos el mejor de los regalos, su agradecimiento, que

hace que se te olvide todo lo demás. Nuestro número de familias atendidas baja un poco en verano, porque algunos de nuestros usuarios encuentran trabajo y con inmensa alegría nos lo hacen saber, o han recibido otras ayudas. Pero como era de esperar vuelve a subir por Navidades, cuando esas ayudas “oficiales” se van acabando, y también las posibilidades de encontrar trabajo. Gracias a Campaña que la Cofradía lanza en Navidad, “Regala Caridad”, hemos podido, dentro de nuestras posibilidades, seguir ayudando económicamente a nuestros usuarios. Y estos ingresos en forma de donativos, en unas Navidades tan diferentes, tan difíciles, a mí de nuevo me llenan de alegría, pero a la vez de no saber cómo agradecerlo.

Sólo se me ocurre recordar el texto de Marcos que os comparto: la “semilla” que creo que Dios ha puesto en cada uno de nuestros corazones, como “grano de mostaza”, hace que continuemos construyendo un mundo mejor, o que lo intentemos, y que, aunque ese grano sea pequeño, puede llegar a ser fuerte y fructífero.

Por eso, sólo puedo desde aquí dar las GRACIAS, a lo grande, en MAYÚSCULAS, a todos los Benefactores que en este año tan difícil han mostrado su lado más solidario en nuestro Proyecto del Economato y, por supuesto, a todos los Voluntarios desde el primero al último, desde los que han ideado soluciones temporales de urgencia, a los que han estado al pie del cañón de forma presencial mañanas, tardes y noches en el Economato, los que siempre han tenido un sí para todo, y a “mis niños” de la Cofradía que se organizaron para repartir los lotes, y a los que desde sus casas no han parado de pensar en cómo atender a las familias delante del ordenador. Y todos con nuestra Amalia a la cabeza, nuestra Los sentimientos de miedo, incertidumbre, impotencia, se siguen mezclando en esta voluntaria, porque por desgracia esto aún no ha acabado, aunque con fe y esperanza seguimos en el camino de la reinvención y adaptación.

Así llega de nuevo febrero y estamos aún peor que hace un año. El número de familia que siguen llegando a pedir ayuda a nuestra puerta va en aumento. Así que toca seguir arremangándose, rezar mucho, y pedir al Señor del Amor y a su Madre de la Caridad que nos de fuerzas para continuar, que nos de esperanza en que más pronto que tarde la terrible situación vaya mejorando, que nos ayude a ser más corresponsables y se siga fortaleciendo “mi diminuto grano de mostaza”.

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