Boletín No. 30
Octubre de 2016
BOLETÍN DE LA ASOCIACIÓN MEXICANA DE TERAPIA FAMILIAR, A.C. Están tan divididos los estereotipos de hombre y mujer… | Entrevista con Morganna Love | El mejor regalo que puedes hacerle a una persona Trans | Sobre el acompañamiento terapéutico con personas Trans y sus familias | Grupo de Estudio de Casos | Próximos Eventos
Editorial Nos hemos pronunciado en contra del feminicidio, en el número 27 de este boletín, Marisol Anzo nos invitaba a mirar de una forma diferente las espeluznantes estadísticas de asesinadas en nuestro país. Nos hemos pronunciado en favor de la diversidad sexual, el número 24 estuvo dedicado por completo a ella. Ahora corresponde como Asociación, como terapeutas y como personas, adquirir una postura clara respecto a los actos violentos contra personas trans: nos unimos a las voces que piden un alto a los crímenes de Transfobia. Este número va dedicado a todas aquellas personas que han vivido las consecuencias de la violencia física, emocional, sexual, biomédica, política, económica y social a causa de su identidad sexogenérica. Este es nuestro pequeño acto de solidaridad para las personas trans, para aquellos cuerpos que han ocupado espacio en la nota roja, en aquellos cuerpos que han caído y no han sido noticia: ¡Esos también son cuerpos importan!
Hugo Gómez Hernández Editor amtfboletin@gmail.com
ESTÁN TAN DIVIDIDOS LOS ESTEREOTIPOS DE HOMBRE Y MUJER, QUE LA VIDA DE UN NIÑO O UNA NIÑA TRANSGÉNERO SE HACE MUY COMPLICADA Me llamo Fernando, tengo 38 años, soy un hombre trans, vivo en Puerto Morelos, Quintana Roo, soy Diseñador Gráfico, me encanta el teatro (actuación), me gusta bailar, cantar, la fotografía y la pintura. Soy rescatista de animales, sobretodo cachorros y hembras en estado de gestación que hospedo en mi casa para que cuando nazcan las crías no estén en la calle y poder esterilizar a todos (incluyendo a la madre) y darlos en adopción. Desde que era muy pequeño me identificaba como género masculino, en varias ocasiones dije abiertamente que era un niño; sin embargo deje de exteriorizarlo cuando todas las personas me corregían diciéndome que no lo era, así que aunque dejé de decirlo por tedio a escuchar siempre lo mismo, nunca dejé de sentirme como hombre. Mi madre cuenta que desde los dos años comencé a ponerme la ropa y los zapatos de mi papá, sin embargo nunca hice lo mismo con las cosas de mi mamá (mi hermana mayor si lo hizo, y ella nunca tomó cosas de mi papá). Cuando yo me visualizaba en el futuro siempre me veía con barba y un suéter de rombos y me encantaba imaginar mi vida de esa manera; en cambio cuando intentaba visualizarme en femenino la verdad es que me sentía incómodo y triste, sabía desde muy dentro que no podría vivir una vida así. Durante toda mi infancia jugué mucho con mi hermana y en todas las ocasiones yo tomaba el rol masculino, por ejemplo, si jugábamos al papa y la mama, yo siempre representaba al papá, incluso AMTF, A.C.
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en juegos donde no se necesita rol, cuando jugábamos a la escuelita yo siempre era el alumno y me ponía un nombre masculino, si éramos superhéroes, ella era la mujer maravilla y yo siempre elegía ser cualquier superhéroe masculino, la verdad no tenia importancia cual era, ya sea Superman, Batman, el Hombre Araña; incluso cuando llegue a jugar con ella a las Barbies, yo siempre jugaba con el Ken; pero siempre eran personajes masculinos cuando jugaba también con mis amigos, jamás tomé un rol femenino, no me gustaba, no me identificaba con ellas. Cuando mi madre intentaba ponerme un vestido, me sentía tan incómodo y ridículo que comúnmente me lo quitaba de inmediato para elegir un pantalón y una playera; lo bueno es que mi papá muchas veces abogaba por mi y le decía a mi mamá que me dejara ir como yo quisiera. A los cuatro años me tuzé el copete con unas tijeras argumentando que lo quería traer mas corto, como mi papá, y me lo tuvieron que cortar chiquitito y me encantaba verme así al espejo, aunque los demás dijeran que se me veía feo, incluso cuando en la calle me decían “niño” me hacían sentir la persona más feliz del mundo, me gustó esa sensación, me sentía identificado. En algún momento, cuando creía en dios y en la palabra de la biblia, me molestaba que las personas dijeran que dios no se equivocaba, porque yo por dentro sabía que sí, que conmigo había cometido un error, porque yo era un niño, yo lo sabía y lo sentía dentro de mi. En muchos momentos imaginaba que de repente me crecería un pene y que la gente se daría cuenta de que se equivocaban al decirme que yo no era un niño; incluso todas las noches le pedí a dios que cuando despertara me creciera para poder sentirme cómodo conmigo mismo. Siempre elegía ropa masculina, siempre quise traer el cabello corto y mi nombre no me gustaba nada, de hecho muy dentro de mi sentía que no me pertenecía, como si fuera un nombre ajeno que no me representaba en absoluto. Cuando entré a la Secundaria, comencé a regresarme yo solo hasta mi casa, y en mi mochila siempre llevaba un pantalón y una playera, a la salida de la escuela me metía al baño para ponerme esa ropa y en vez de ir a mi casa iba a un parque que estaba justo en el camino, me bajaba del microbús y me gustaba estar ahí en el parque siendo yo mismo, hice amigos con los que diario jugaba futbol y a veces patinábamos, eran niños y niñas pero yo siempre me identifique como hombre y me sentía feliz conviviendo con ellos porque por primera vez podía sentirme yo mismo. Desde ahí AMTF, A.C.
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supe que yo llevaría una vida masculina, incluso planeaba huir de mi casa en algún momento para poder vivir como yo quería. En la preparatoria, nos dejaron un trabajo sobre sexualidad y drogas, y un compañero llevó una enciclopedia de sexualidad que me interesó mucho, y fue donde encontré por primera vez el término transexual, que describía lo que yo sentía, pero realmente la información era muy poca, sólo se limitaba a una sola página, donde hablaban un poco más sobre las mujeres trans que sobre hombres trans, pero ahí fue donde me sentí más identificado. Mis padres siempre se dieron cuenta de mi gusto por las cosas masculinas, sin embargo mi mamá fue un poco mas reacia en dejarme vestir como yo quería, me regalaba cosas de niña y ropa también, yo sólo usaba las cosas que eran tipo unisex (lo que se veía menos femenino) y me gustaba más salir de compras con mi papá porque él si me permitía comprarme ropa de hombre y juguetes también. Yo sabía que mi mamá pensaba que era algo temporal que se me pasaría con los años, e intentaba siempre que me pusiera algo femenino, aunque sea unos aretes, pero en cualquier oportunidad me los quitaba, sin embargo nunca fueron impositivos en su actuar, me permitieron con el paso del tiempo ser y vestirme como yo quería, al final de cuentas en ese aspecto siempre terminaba haciendo mi voluntad. Lo único que odiaba era cuando salíamos a algún lado, si alguien me decía “niño” mi madre lo corregía siempre, me gustaba y me sentía feliz cuando la gente me identificaba como hombre y era muy vergonzoso que mi madre siempre aclarara lo contrario, me hacia sentir muy mal. A los 16 años por fin hablamos del tema mi mamá y yo, y fue desde ahí que sabe perfectamente como me siento y quien soy, y desde ese entonces me ha respetado y me ha ayudado en mi proceso, mis padres y mi hermana siempre han sido un apoyo para mi y me respetan totalmente. Impedimentos y barreras nunca he tenido como tal, sé que ser una persona transgénero te hace madurar y enfrentar cosas diferentes a las de una persona cisgénero, pero no hay impedimentos o barreras que no puedas vencer cuando realmente estás seguro de lo que eres y quién eres. Enfrentas dificultades desde que eres niño con la imposición de tu género, tu nombre, la ropa; que sabes que no te identifica, porque además no hay otra opción porque o eres niño o eres niña, sólo se divide en dos, ¿y qué pasa cuando no te sientes del género que dicen que tienes? Están tan divididos los estereotipos de hombre y mujer, que la vida de un niño o una niña transgénero se hace muy complicada, pues desde que despiertas en la mañana te ponen un uniforme que no corresponde contigo, todos te llaman por un nombre que tampoco sientes que te identifica, en nuestro lenguaje está muy marcado el género, todos los adjetivos son femeninos o masculinos, la ropa y los juguetes también están divididos, incluso la manera en la que educan a una mujer y un hombre. Otras dificultades que enfrenté fue la falta de información sobre el tema y junto con ello la ignorancia de muchas personas que te discriminan por no ser, vestirte o comportarte como ellos quieren que seas; la segregación que enfrentas de algunos familiares. Desde niño fui a terapia psicológica, sin embargo me costaba hablar abiertamente con ellos sobre lo que exactamente sentía aunque yo sabía perfecto cómo me sentía, tiendo a ser muy cerrado con mis sentimientos y pocas personas logran darme la confianza suficiente para hablar de lo que siento; soy más bien introspectivo y la única vez que lo hable con una psicóloga también me dijo que era un sentimiento temporal, incluso algunos dijeron que tenia TDA y hasta Asperger, cuando no tengo ningún signo del comportamiento Asperger. El TDA era más bien porque yo no me sentía cómodo en mi mundo y casi nunca ponía atención a nada porque en tres segundos me transportaba a un mundo alterno que creé para salirme un poco de la realidad. Hace algunos años fui a un psiquiatra para que me ayudara a entender muchas cosas, pero la verdad lo que más AMTF, A.C.
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me ha ayudado es haber encontrado en internet a grupos de personas trans con las cuales me siento identificado porque muchos de ellos han vivido lo mismo, esa ha sido mi mejor terapia, el conocer personas que viven y sienten desde niños lo mismo que yo; pues yo no había conocido a otras personas trans hasta hace un año apenas, y a pesar de que yo ya estaba en terapia hormonal y ya vivía como hombre desde hace unos 18 años, el convivir con personas que han estado en mis zapatos me ha ayudado a aceptarme mucho más y a sentirme más libre y menos solo. La aceptación de mi madre fue algo que me liberó muchísimo, y gracias al apoyo de mis padres y mi hermana mi transición no ha tenido ningún inconveniente, y gracias a su amor y su aceptación es que puedo ser una persona feliz, no hay nada más maravilloso que la comprensión y el respeto de tu familia. El ser una persona transgénero no es algo que se pueda elegir, es algo con lo que naces, no es un gusto, no es un capricho, no es un camino fácil y estoy seguro que casi ninguna persona transgénero quisiera serlo por toda la discriminación y falta de información que hay al respecto; el índice de suicidios en niños, jóvenes y adultos transgénero es altísima, nadie que yo conozca quisiera estar en estos zapatos, pero es de vital importancia comprender que no es algo que seamos por elección, ni tampoco estamos locos, muchos estudios científicos afirman que no es ninguna enfermedad, es algo de la forma en como se formó tu cerebro desde el vientre materno, tampoco es culpa de nadie; pero es algo que no podemos cambiar dentro de nuestros sentimientos. Ser un niño transgénero es en sí algo complicado de vivir y no hay nada mejor que la aceptación de nuestros padres, hermanos y familiares, pues del apoyo de estos depende también la propia aceptación. Un hombre transgénero puede vivir de manera femenina fingiendo toda su vida ser alguien que no es, incluso hacer una vida como mujer, pero estoy seguro que esa persona no podrá ser feliz fingiendo toda su vida. El amor debe ser incondicional y desinteresado, ama a tu hijo, hermano, sobrino o amigo tal cual y como es, sé que no es fácil comprender lo que sentimos o lo que vivimos, pues si yo pudiera elegir, escogería no ser transgénero por todo el camino complicado, pero eso me tocó sentir y eso me tocó vivir, no tengo elección, o fingir no serlo o ser feliz y poder hacer mi vida aceptándome y sintiéndome yo mismo. NUNCA DEBEN OLVIDAR QUE LAS PERSONAS TRANS SOMOS SERES HUMANOS Entrevista a Morganna Love
HG: Morganna te agradezco el tiempo que tomas para este dialogo. Te conocemos por tu trayectoria como soprano, tu testimonio salió a la luz gracias al documental “Made In Bangkok” ya te hemos visto también en teatro y recientemente te presentaste en la UNAM como activista de los derechos humanos de personas trans. Desde tu experiencia ¿qué significa ser una mujer trans en México?
M: Ser una mujer trans en México, significa adquirir seguridad y carácter. Y tener la convicción de que el ser humano es tan rico y tan diverso, que nadie puede decidir lo que eres o no eres. Es una lucha constante contra las mentes cuadradas. Es la oportunidad de ayudar a liberar el espíritu de otros seres humanos con tu ejemplo. HG: ¿Cuál es el panorama actual de las personas Trans en México?
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Asociación Mexicana de Terapia Familiar, A.C. Indiana #78. Colonia Nápoles Benito Juárez,
CDMX Teléfono: 56580146 Horario atención: lunes, martes y jueves de 10am a 4pm www.amtf.com.mx Correo: amtf_56@yahoo.com.mx amxterapiafamiliar@gmail.com
GRUPO DE ESTUDIO DE CASOS Diversidad Sexual y Psicoterapia: Diálogos sistémicos Ponentes: Hugo Gómez Hernández 5 de Noviembre de 2016, 12:00 hrs Indiana #78, Colonia Nápoles, Del. Benito Juárez, CDMX ¿Quieres traer un caso clínico para su estudio? Mándanos un correo. Les invitamos a ser ustedes quienes den vida a este medio de información, escribiendo en este espacio o dirigiendo una sesión de estudios de caso. Escríbenos a: amtfboletin@gmail.com
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M: El panorama actual de la población trans en México es muy complicado. Por un lado, tenemos muchas mujeres y hombres trans desarrollándose cada vez más y siendo cada vez más admirad@s en sus puestos de trabajo y en los medios de comunicación, y por otro lado ha habido un aumento alarmante en los asesinatos de sexo servidoras trans. Creo que es momento de levantar más la voz y hacerles saber a la población en general que esto no es algo malo. Que así nacimos y que no nos vamos a ir aunque intenten acabar con nosotr@s HG: ¿Cómo ha reaccionado la comunidad Trans con los recientes acontecimientos de transfeminicidios?
M: La población trans hemos reaccionado manifestándonos pacíficamente. Dando información a los demás, en voz alta, para que entiendan que nosotras no somos el enemigo. El único enemigo en esta situación es la ignorancia. Y es a quien hay qué combatir. HG: ¿A qué crees que se deben estos terribles casos de transfeminicidio? M: Me parece que los casos de transfeminicidios están directamente ligados al hecho de que se está abriendo cada vez más la mente de la gente. Un mayor número de personas, reconocen, aceptan y apoyan nuestra identidad y nuestra libertad. Como somos más visibles e identificables, las mentes cerradas y fanáticas creen que tienen el derecho y la responsabilidad de atacar y acabar con lo que ellos consideran dañino. La sociedad pareciera estar dividida. Unos están aterrorizados, y les parecen terriblemente injustos estos transfeminicidios, y otros piensan que lo merecemos. En la mayoría de los casos, no hacen nada. HG: ¿Qué observas de las autoridades? M: Tibieza, corrupción e indiferencia. HG: ¿Qué cosas tenemos que hacer, como sociedad para avanzar en la solidaridad y comprensión a las personas Trans?
M: Creo que como sociedad, tenemos qué levantar la voz en pro de... No sólo de la población trans, sino de todos los seres humanos. Estamos en un país que parece indiferente AMTF, A.C.
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y tibio ante tanta injusticia. Creo que como sociedad es momento de despertar y levantar la voz desde nuestras trincheras, en favor del respeto y de la compasión hacia todos los seres humanos. Por el simple hecho de que tenemos los mismos derechos, por el simple hecho de ser humanos. HG: ¿Qué te gustaría decirle a las familias que tienen un o una familiar transgénero?
M: Que ese familiar no es una maldición, sino una bendición. Que si le aceptan, esa persona les ayudará mucho a entender lo que es el amor incondicional. A abrir su mente. A liberar su espíritu y por lo tanto, a mejorar y evolucionar como seres humanos. Que lo ayuden, porque la culpa no existe, y esa persona no eligió nacer trans. HG:¿Qué quisieras pedirle a las y los terapeutas para avanzar en materia de comprensión a las personas trans?
M: Que ante todo, nunca deben olvidar que las personas trans somos seres humanos. Y que se nos debe guiar y apoyar en el mejoramiento de nosotr@s mismos. En los niveles físico, mental e interior.
EL MEJOR REGALO QUE PUEDES HACERLE A UNA PERSONA TRANS Me llamó Noah, soy estudiante de 8vo semestre de la licenciatura en psicología, me gusta muchísimo leer, sobre todo lo que tenga que ver con mi carrera, hago mi servicio social en el Hospital General de México, me gusta la música, ir a la cineteca, estar con mi novia y con mi familia. Sobre mi proceso de transición, lo primero primero fue cambiar mi look, ir a la clínica Condesa y seguir todo el proceso con todos los meses y tiempo que eso implica, cambiar mi nombre y despedirme simbólicamente del otro, hablar con mi familia, comentar a cada profesor acerca de mi identidad, sacar mi INE y ahora tramitar mis documentos de la SEP. Eso en cuanto lo legal, porque en cuanto a mi vida diaria hubo cosas que cambiar, primeramente comenzar a hablarme a mí mismo en masculino, entrar al baño de hombres, vestirme de distinta forma e incluso el como saludar a mis amigos hombres. Mi familia ha vivido varias “salidas del closet" en aquel momento fue difícil aceptarme como lesbiana, sin duda un proceso muy complicado para ellos, era simplemente algo a lo que nunca esperaron enfrentarse, eso fue a los 17 años, aunque claro ya varias años atrás habíamos tenido “problemas” porque se daban cuenta de algunas situaciones, una vez que se los dije ¡boom! ¡Estalló la bomba! fue un año muy difícil para todos nosotros hasta que poco a poco mis papás lo asimilaron, así dure algunos años más hasta que junto a mi novia comencé a ver vídeos de chicos trans, como de la noche a la mañana tenía la repuesta a todos mis conflictos existenciales, ¡yo era un chico trans! obviamente me asustó y pensé ocultarlo a mi familia para siempre, pensaba cosas como un día irme lejos y jamás volver. Un día de repente en una comida le dije mamá que era trans y me dijo: “¡Ah! ¿Y eso qué? ¡Es algo que ya se sabe! Reí y le expliqué el proceso, toda mi
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familia lo entendió perfecto, de hecho ellos se lo dijeron a otros familiares y uno tras otro me llamaba para expresarme su amor y su felicidad por aceptar me como soy. En esta transición hay dos barreras con las que me he enfrentado y que en algunos momentos me han rebasado; la primera es el tiempo, he necesitado disponer de todo el tiempo posible para llevar a la par mi proceso legal como hombre trans con mi proceso de transición. Y otra cosa que me ha sido imposible es que mi universidad reconozca mi identidad en mi credencial pues al parecer no pueden emitir nada mientras los papeles de estudios anteriores sigan siendo los mismos. La mejor experiencia que he tenido en esta transición es la aceptación y el amor incondicional de mi familia, el verme como un ser humano, más que como un nombre o un género me ha permitido a mí mismo verme con más amor y más aprecio de lo que lo solía verme. A las personas que tienen familiares trans les diría que, cuando a mis 25 años descubrí que era trans, esa noche dormí como nunca antes lo había hecho, al fin sabía quién era yo en realidad, sabía que me amaban y lo más importante por primera vez me amaba a mí mismo. El mejor regalo que puedes hacerle a una persona trans es el reconocimiento y la confirmación de lo que siempre ha sido. SOBRE EL ACOMPAÑAMIENTO TERAPÉUTICO CON FAMILIAS TRANS: REFLEXIONES PARA LAS Y LOS TERAPEUTAS CISGÉNERO Hugo Gomez Hernández
En un encuentro de saberes con psiquiatras que brindan consulta en una clínica de género y sexualidad, hablábamos de la necesidad de cuestionar la episteme que nos ha formado como profesionistas de la psicología, la medicina y la psicoterapia, por mucho tiempo se nos adiestró a pensar el fenómeno psíquico y la sexualidad humana tomando como categoría central de análisis a la heterosexualidad cisgénero, falocéntrica y patriarcal. Esta taxonomización de cuerpos, dicotómica y excluyente, generó innumerables mitos paradigmáticos sobre la biología humana, la salud mental y el ejercicio de la sexualidad, que a lo largo de los años han derivado en verdades incuestionables tanto en la academia como en la opinión popular, los cuales han mantenido la marca de prejuicios por orientación sexogenérica. Foucault (1998) anunciaba la construcción de una “verdad sobre el sexo” que instituye el “dispositivo de sexualidad”, produciendo sujetos conformes a los cánones hegemónicos de la sexualidad, que en un marco de inteligibilidad basado en el pensamiento heterosexual (Wittig, 1992) que desde lo biomédico, lo filosófico, lo político y lo psíquico establece lo que se considera normal y lo que se considera patológico. Tanto nuestro oficio de psicoterapia como nuestro ojo humano se han educado y encarnado dentro de idea de sexualidad heteronormativa cisgénero, por ello, como terapeutas nos es necesario reconocer que hemos sido construidos en ese campo simbólico de saberes pues tanto nuestra profesión como nuestra opinión se entrelazan a la hora del encuentro terapéutico con una persona o una familia que recurre a nuestra consulta con un tema referente a las identidades sexogenéricas no hegemónicas. En 1973 la American Psychiatric Association descarta a la homosexualidad (y al lesbianismo) como trastorno mental, no fue si no hasta el 17 de mayo de 1990 en que la Organización Mundial de la Salud la elimina del listado de trastornos mentales, sin embargo la identidad Trans no ha gozado de la misma suerte, ya que es en 1980 cuando se introduce por primera vez en el DSM-III el diagnóstico de “transexualismo” definido como un trastorno en la esfera sexual que se caracteriza por un persistente malestar en el sexo asignado y una constante preocupación por modificar las características AMTF, A.C.
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sexuales primarias y secundarias, adquiriendo las del otro sexo, a través de tratamientos hormonales y quirúrgicos. En la década de 1990, los sistemas internacionales de clasificación de patologías mentales, en específico el DSM-IV-R y la CIE-10 sustituyen el término “transexualismo” por el de “trastorno de la identidad de género”. La última versión del DSM modifica nominalmente la definición psiquiátrica del “trastorno de identidad de género” por el desorden de “disforia de género”, sin cambios sustanciales (Pons, y Garosi, E. 2016). Aquí entramos a una necesaria definición: entendemos por diversidad sexual y de género tanto a lo referente a la orientación sexual (homosexualidad, lesbianismo, bisexuaidad) como a la identidad de género (usando el concepto Trans como integrador de lo referente a lo travesti, lo transgénero y lo transexual) ambas categorías se imbrican, en este momento busco enfocarme en la diversidad de género, en la identidad Trans, para ello habremos de considerar que el discurso dominante en el campo médico construyó como natural y normal la correspondencia entre cuerpo sexuado e identidad de género; todas las experiencias que no encajan en este esquema fueron definidas, de alguna forma, como patológicas, y se vuelven objeto de procesos de normalización con la finalidad de restablecer el “orden natural” entre sexo y género. Debido a la legitimidad social de la medicina se produce una verdad hegemónica sobre lo trans (Pons, y Garosi, 2016) y sobre cómo “tratarle” toda vez que una entidad diagnóstica es susceptible de tratamiento. Paulatinamente diversos estudios antropológicos y psicodinámicos contemporáneos están contribuyendo a la despatologización de las identidades trans, el esfuerzo mayor lo han brindado la teoría querer y personas trans que se han dado a la tarea de generar teoría, desde la academia y como un acto político que nos invita, a los cisgénero, a escucharles en voz propia. En lo que respecta al oficio de la psicoterapia, la terapia familiar posee un origen psicodinámico que nos ha brindado la posibilidad de pensar lo inconsciente (relacional), asimismo el fundamento cibernético sobre todo de segundo órden, es decir, “la inclusión del terapeuta” de sus horizontes de sentido presentes en su forma de mirar el territorio y construirse un “mapa” de lo que escucha, observa y forma parte. Una tercera influencia ha sido el construccionismo social, pues el lenguaje como estructura de significado construye sistemas relacionases expresados en interacciones enmarcado por un campo de carácter simbólico. Pero también tenemos una influencia antipsiquiátrica que dinamita el diagnóstico y diluye la concepción de patología, así la terapia familiar ha sumado saberes que delinean un “pensar sistémico”. En la formación nuestras maestras y maestros nos han invitado a mirar la relación, la estructura familiar, nos exhortan a la exploración de historias significativas y eventualmente deconstruir historias dominantes con miras a historias alternativas y construir hipótesis (un tema central en la supervisión) recordemos la formulación de una hipótesis por parte del terapeuta, se desarrolla basándose en la información que posee acerca de una familia, establece el punto de partida para la investigación, que su función en el desarrollo de la sesión familiar es sobre todo, ayudar en su trabajo, que consiste en averiguar cómo son las relaciones entre los distintos miembros de la familia y que, siguiendo a Selvini, Boscolo, Cecchin y Prata (1980) un punto fundamental a tener en cuenta, es que todas nuestras hipótesis deben ser sistémicas, es decir, deberán incluir a todos los miembros de la familia. Hasta aquí podemos generar puntos de encuentro entre quien escribe y quienes leen este texto, mi cuestionamiento es que, al nadie estar fuera del orden simbólico (patriarcal, herero-cis-normativo) podemos caer en el atentado de reproducir dicho orden y pensar lo que pensamos a partir de dicha inteligibilidad, me pregunto entonces en qué medida reproducimos en psicoterapia los estereotipos que patologizan las identidades diversas y colonizan la sexualidad de los cuerpos que rompen el binarismo de género. AMTF, A.C.
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Mi prejuicio me dice que la hipótesis sistémicas que pensamos las pensamos desde la heteronorma y desde los elementos que poseemos del símbolo “género”, mi prejuicio apunta también a pensar que, en el tema trans, ellas, ellos, ellEs, quienes construyen las relaciones que nos presentan como “un problema” para la terapia son identidades diversas culturalmente calladas y constantemente señaladas bajo la sombra del estigma, me niego a una mirada reduccionista de la complejidad humana, me es complicado pensar en una ruta de pensamiento para el encuentro clínico (o hipotetización sistémica) sin el contexto que la enmarca: la orientación sexual y la identidad (cisgénero) de la persona del terapeuta, que si bien estamos invitados e invitadas a la curiosidad, a las exploraciones profundas, poner sobre relieve el cómo observamos y qué comprendemos del tema trans, puede reducirse en la perpetuación del prejuicio o bien, aceptar el llamado de hacer del encuentro terapéutico un espacio micropolítico que de voz a la persona trans, que diluya las historias que le patologizan y convertir cada sesión en un acto de solidaridad. Eso pretendemos, un dialogo sistémico que atente contra el orden simbólico de las identidades fijas y los cuerpos sexuados. Recuerdo que en Prácticum 2016 organizado por Instituto Crisol, Jean Malpas, de Ackerman Inst, fue el invitado al entrenamiento para terapeutas; en las sesiones que se trabajaron bajo circuito cerrado, presenciamos un encuentro terapéutico con una adolescente trans y su madre, la compañera terapeuta que presentó el caso, Mina, estudiante de Crisol, nos narraba una historia de violencia física y psicológica en torno al tema de la diversidad de género, preexistente y que lo enmarcaba de una forma en particular también en actos de violencia simbólica (la coherencia entre el “síntoma” y el sistema): Ella, nuestra consultante guía, transitaba no sólo de un sexo biológicamente asignado a la confirmación de su identidad de género, también transitaba de la sintomatología psiquiátrica a vivirse fuera de la idea de patología, la propia familia transitaba de las expectativas de un cuerpo de hijo varón, a la comprensión amorosa de una hija (sí, sin el apelativo “trans”), por supuesto que esto también implica la transición del lenguaje, de “él” a “ella” con una cuidadosa escucha terapéutica de puntuar los momentos en que la madre apelaba al adjetivo “hija” y los momentos en que se refería a su “hijo”, esto se puso en la conversación, a fin de prevenir violencia pero al mismo tiempo, con un respetuoso andamiaje con la madre, a su propia transición; en la sesión que presenciamos, cuando se persistía en nombrarle desde el pronombre masculino, existía síntoma (lo que la literatura le denomina “disforia de ginero”) así que tanto Mina como Jean (en coterapia) desde una forma muy cuidada y solidaria (ambos son cisgénero) colaboraron para una historia implicita: Esta familia tiene una hija. Adicional al trabajo poético en la sesión, cuando acompañamos una familia en transición, habremos de estar atentos a lo emergente como la idea del no querer vivir, ideación o intentos suicidas, la sintomatología psiquiátrica asociada y la presencia de violencia. Paulatinamente ir bordando un sistema de significados explorando el momento en que se llega a la terapia (en el ciclo vital familiar), las expectativas puestas en la hija o hijo que busca transitar y confirmar su identidad de género, lo que la familia sabe de la identidad trans, explorar las reacciones de los familiares cercanos y las historias que se cuentan a partir de la identidad trans (hago explícita la cibernética de segundo orden y el construccionismo social, es decir, el sistema construido a partir del tema trans y diluirlo en el lenguaje) evitando utilizar un vocabulario de déficit y disfunción, reemplazando la jerga de la patología (y la distancia) con el lenguaje empático y cotidiano, siguiendo la idea de Terragona (2006) sobre las terapias posmodernas. Eventualmente se ponen en el dialogo terapéutico el momento y las formas de expresar su identidad de género: Uso de pronombres, ropa, salidas a calle, salida familiar del “clóset” e identificar quiénes son las personas aliadas a fin de construir redes de apoyo AMTF, A.C.
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asistiendo a grupos de familiares y personas trans, saber las mejores condiciones del reemplazo hormonal si el chico o la chica trans deciden llevarlo a cabo, así como las formas legales de cambio de identidad en documentos oficiales. Hay que ahorrarnos el mito o la despectiva forma de referirnos a la “psicoeducación” pues el o la terapeuta puede brindar información a un tema desconocido requiere de eliminar mitos y lo más importante, buscar comprenderlo “desde dentro” como un acto de darle voz a la identidad trans, un acto de profunda solidaridad. Las y los terapeutas habremos de transitar en nuestras formas tradicionales de comprender la diversidad de género. Esa transición la tenemos pendiente. Hugo Gómez Hernández cuenta con estudios de maestría por el instituto Crisol de Terapia Familiar, es cofundador del grupo interdisciplinario “Diversidad Sexual y psicoterapia” que brinda acompañamiento terapéutico a personas LGBTI y sus familias, talleres y charlas sobre la diversidad sexual y de género en escuelas de los diferentes niveles educativos, empresas y asociaciones. Mail: psic.hugo.gomez@gmail.com Facebook: https://www.facebook.com/PsicoterapiaLGBTI/
PRÓXIMO NÚMERO Acompañamiento familiar en la resignificación del Trauma
PRÓXIMOS EVENTOS Programa de Maestría y doctorado en Psicología, XXV años de Residencia en Terapia Familiar • Diferentes normalidades, entendimentos de las familias contemporáneas. 24 de noviembre de 2016, Auditorio de Posgrado, sala 1, unidad de posgrado, Ciudad Universitaria (UNAM). Entrada Libre Facebook: https://www.facebook.com/events/223975004689195/
Sistémica Relacional: • Seminario “La competencia psicoterapéutica y las conversaciones transformativas” con la Dra. Laura Fruggeri del Centro Bolognese di Terapia della Famiglia los días 25, 26 y 27 de Noviembre de 2016. Unidad de Seminarios “Dr. Ignacio Chávez” Ciudad Universitaria, UNAM. Informes: www.sistemicarelacional.com.mx geresendiz1@gmail.com AMTF, A.C.
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