El Sacro Bosco

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Las Metamorfosis Ariadna La doncella se quedó dormida y el héroe la abandonó. Es la historia que se repite, el olvido que regresa, la soledad que no termina en una playa desierta. Encontramos en nuestro camino la imagen de una mujer al despertar: el retrato del momento en que Escila se descubrió abandonada por Minos, cuando Ariadna vio que Teseo18 la dejó en Naxos, o como Olimpia se descubrió olvidada por Bireno. En uno de los poemas más bellos de la tradición clásica, Catulo escribió los versos que hasta le fecha los poetas recogen para sus creaciones: Necdum etiam sese quae visit visere credit,

Aún no creía lo que veía

utpote fallaci quae tum primum excita somno

apenas despertó del sueño traidor,

desertam in sola miseram se cernat harena.

la desdichada se descubrió

(...) Quem procul ex alga maestis Minois ocellis, saxea ut effigies bacchantis, prospicit, eheu,

abandonada en la playa sin su amor. Lejos, los tristes ojitos de Minos, en roca de Bacante imitación, desde la costa lo miran, ¡ay!, mira

prospicit et magnis curarum fluctuat undis.

y perturba la marea con dolor.

Catulus, Carmina, LXIV También adivinamos al héroe que huye, el cruel compañero que olvida a su dama. Ariadna había ayudado a Teseo a vencer al monstruo que había arrebatado la vida de tantos de su raza, ella le otorgó el título de héroe al traicionar a su patria, y a él sólo le tomó un instante, abandonarla: Protinus Aegides rapta Minoide Diam

Teseo tras raptar a la minoide

vela dedit comitemque suam crudelis in illo

zarpó rumbo a Dia, y a su compañera,

litore destituit; desertae et multa querenti

cruel en aquella playa abandonó;

amplexus et opem Liber tulit; utque perenni

a la solitaria y muy quejumbrosa,

sidere clarat foret, sumptam de fronte coronam

el amante Baco elevó a los astros

inmisit caelo.

perpetuos, a fin de que fuera clara

en el cielo su frente coronada. Ov., Met., VIII, 174-177 También Ludovico Ariosto hará sufrir a la bella Olimpia la suerte de Ariadna. El malvado Bireno la engaña para abandonarla en alguna tierra lejana, cuando ella se le había entregado voluntariamente por amor:

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Rimase a dietro il lido e la meschina

La isla dejó atrás con la mezquina

Olimpia, che dormì senza destarse

Olimpia, que durmió sin despertarse

fin che l’Aurora la gelata brina

hasta que el alba su frescor inclina

da le dorate ruote in terra sparse,

por las doradas ruedas con celarse

e s’udîr le Alcïone alla marina

y se oye el Alción por la marina


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