El Sacro Bosco

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El Sacro Bosco de Bomarzo Esta doncella fue recompensada; las estrellas guardan su belleza despreciada por el príncipe ateniense. De la misma manera esta piedra retrata la belleza de aquellas jóvenes. Al modo que Catulo había cantado la labrada escultura bacante que guardó la mirada desolada de Ariadna, así Ariosto petrificó también la belleza de su personaje en estas palabras: Or si ferma s’un sasso, e guarda il mare;

Sobre un mármol miraba el mar cuál crece,

né men d’un verso sasso, un sasso pare.

y más que el mármol, piedra en él parece.

Orlando Furioso, Canto X, 34 En Bomarzo la admirable mujer durmiente conmemora también su historia, la escultura tiene la gracia de la amada de Pigmalión. Tal vez de igual manera el Duque Pier Francesco deseaba abrazarla y besarla hasta volver a la vida a su amada Adriana della Rossa o a la joven Julia Farnese. Sin embargo, esta muchacha duerme eternamente en el sendero del jardín de Bomarzo. La descripción de Ariosto bien le haría honor a esta figura: I rilevati fianchi e le belle anche,

Ijadas y caderas relevadas

e netto più che specchio il ventre piano,

y limpio más que espejo el vientre llano;

pareano fatti, e quelle coscie bianche,

las bellas piernas parecían labradas

da Fidia a torno, o da più dotta mano.

por Fidia a torno o por más docta mano.

Di quelle parti debbovi dir anche,

¿Debo decir las partes delicadas

che pur celare ella bramava invano ?

que muere por celar la dama en vano?

Dirò insomma ch’in lei dal capo al piede,

Digo que toda junta la hermosura

quant’esser può beltà, tutta si vede.

verse podía por toda su figura.

Orlando Furioso, Canto XI, 69 El hilo de Ariadna es un elemento indispensable para ahondarse en caminos como el de Bomarzo. Es sólo con él que se puede continuar por este sendero sin perderse en sus misterios. En esta ocasión podemos optar por no olvidar a la doncella y continuar con ella y su seda rumbo a la salida.

Neptuno NOCHE Y DÍA DEBEMOS ESTAR VIGILANTES Y DISPUESTOS 19

PARA SALVAGUARDAR DE CUALQUIER DAÑO ESTA FUENTE.

El dios de los mares custodia una fuente, bajo su mano asoma la cabeza de un delfín derruido por el paso del tiempo. Dentro del jardín este dios es el guardián de la fuente, pero su historia en Bomarzo es mucho más antigua, se remonta a las creencias de sus primeros habitantes. El pueblo etrusco aprendió el arte de la navegación gracias a su contacto con los griegos y los comerciantes jonios asentados en la costa tirrena. Queda constancia de su intercambio con estos y otros pueblos desde el siglo VII a. C.,20 y la influencia que recibió de ellos fue de suma importancia en el desarrollo de su civilización.

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