El Recorrido
El recorrido
E
l nombre del viajero que recorre este camino bien podría ser Ulises, Eneas, Dante o Polífilo. Todos ellos hicieron un viaje, en diferentes lugares y tiempos, pero el mismo. Todo viaje es peregrinación,
es búsqueda, es cambio. Aquellos que quieran iniciarse en este viaje que propone develar los misterios de la vida, la muerte y el arte, deben estar dispuestos, como los visitantes al antiguo Oráculo de Delfos, a conocerse a sí mismos. La epopeya Virgiliana comienza al modo clásico con una invocación a la Musa. El camino lo inicia la inspiración. Todo poeta debe tomarse una pausa antes de emprender el viaje y esperar a que la Musa apropiada venga a aligerarle el camino, a recordarle las cosas que deben ser dichas, que deben ser vistas. Así abre el sendero Virgilio: Musa, recuérdame las causas, por qué voluntad herida o qué dolorosa reina de los dioses, hizo vagar tanto al insigne varón y lo llevó a emprender tantos trabajos.7 En Bomarzo, dos esfinges reciben al viajero. Tal vez Melpómene no aparezca en el Monte Cimini, pero cada una de las mujeres con cuerpo de león tienen una interrogante para el paseante: QUIEN NO VA POR ESTE LUGAR CON LAS CEJAS ALZADAS Y LOS LABIOS APRETADOS, TAMPOCO SABRÁ ADMIRAR LAS FAMOSAS SIETE MARAVILLAS DEL MUNDO.
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La advertencia está hecha: este peregrinaje requiere de toda la atención del viajero. El ignorante no sabrá reconocer los símbolos que tienen por mostrar los habitantes de este parque. Recordemos que su lenguaje está cifrado, al modo del libro de Polífilo, su verdadera esencia está velada a fin de que sólo aquellos que están destinados a comprenderlo, lo hagan. Las Musas no descenderán a los parajes de Bomarzo, las esfinges ya se encuentran aquí con sus enigmas. Estos acertijos no hay que resolverlos para entrar, pero hace falta comprenderlos para salir victoriosos de esta empresa:
TÚ QUE ENTRAS AQUÍ, OBSERVA TODO CON DETENIMIENTO Y DIME LUEGO SI TANTAS MARAVILLAS
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HAN SIDO HECHAS POR ENGAÑO O BIEN POR ARTE.
Figura 3.2 Esfinge
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