El coworking está de moda (Clase Ejecutiva, febrero 2017)

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EL COWORKING ESTÁ DE MODA POR ANDREA DEL RIO n el corazón del Distrito de Diseño porteño funciona un espacio de coworking textil, pionero en el país, que desde fines de 2015 apuesta a cambiar el paradigma de creación y producción vigente en la industria de la moda local. Su impulsora es Carolina Gaitán Montoya, una emprendedora que llegó hace 10 años desde su Colombia natal para estudiar Diseño de Indumentaria en la Universidad de Belgrano. Ya graduada y con el plan de negocios de La Cortesana, su marca de outfits femeninos para noche y ocasiones especiales, en marcha, decidió involucrarse en los entresijos del sistema de producción de prendas para iniciativas de pequeña a mediana escala, como la suya. “Uno de mis intereses iniciales fue conocer las particularidades de cada etapa del proceso, desde la moldería y el corte hasta la confección de muestras y colecciones. Así, fui vivenciando lo caótico que es, para un diseñador, llevar adelante su visión creativa. Porque, aquí, todas las instancias se manejan por separado. Entonces, una tiene que lidiar individualmente con los modelistas, los muestristas, los costureros y los terminadores. En teoría, deberían transcurrir 15 días entre cada tarea, que ya de por sí es muchísimo, pero en la realidad los tiempos se dilatan y pueden llegar a los 30 días. Me encontré, pues, con que pasaban tres meses y no tenía ni siquiera un prototipo”, describe. Además, por supuesto, dio con el lado menos luminoso del sector: “Visité desde talleres clandestinos en barrios peligrosos hasta supuestos profesionales que, una vez que les encargás un trabajo, ni siquiera te devuelven las llamadas telefónicas. Buscando una solución que me permitiera agilizar el proceso final y tener mis colecciones sin depender de tanta informalidad, me inscribí en un curso de armado de taller, donde conocí a costureras y gente de oficio así como a otros diseñadores, tanto de grandes marcas como emprendedores. Y detecté por qué llevar a cabo una producción textil en la Argentina es un acto heroico... ¡Es que estamos todos incomunicados!”. Es más, Gaitán Montoya también vio, blanco sobre negro, que todos tenían problemas similares: desde un cortador que tiene limitada la cantidad de encargos que puede asumir dado que no puede emplazar una mesa de corte profesional de tres metros en el espacio del hogar que destina a su faena diaria; hasta el designer que tiene que viajar durante horas con sus muestras a cuestas hasta el estudio de algún colega que le habilite el uso de una máquina de coser collareta, que se utiliza para terminaciones como dobladillos y cuellos... Guiada por una corazonada, a la emprendedora se le ocurrió no sólo aplicar el concepto de coworking a la labor textil sino presentar la idea al Centro

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Phs: Antonio Pinta y Gentileza La Cortesana

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Metropolitano de Diseño (CMD). “Aquí funcionan escuelas de oficios en indumentaria (estampería, corsetería, moldería industrial y por computación, operario de máquina, corte y tizado, camisería y sastrería), marroquinería y alta costura, gestionadas por Fundación Paz, la Cámara de Marroquineros y Afines y la academia Donato Delego, respectivamente”, apunta Felicitas Rama, responsable de Comunicación del Distrito de Diseño. Y detalla que “decidimos abrirle las puertas del edificio a la propuesta por dos razones: por un lado, es acorde a nuestra misión de volver accesible el diseño al ciudadano, que quizás sigue considerándolo elitista cuando, en verdad, es como el arte, en el sentido de que nos atraviesa cotidianamente; por otro lado, fomenta el emprendedurismo y la responsabilidad social al darle salida laboral efectiva y digna a quienes egresan de nuestras capacitaciones gratuitas”. ¿Qué es, entonces, La Cortesana Coworking Textil? Un taller boutique a puertas abiertas donde pueden

trabajar entre 12 y 15 personas al mismo tiempo, sea en proyectos individuales o grupales. Tanto el espacio físico como las máquinas y los especialistas que las operan se contratan por hora, una flexibilidad que permite adaptar valores, tiempos y formatos a la escala de cada marca. También se brinda el servicio de coaching textil, que consiste en cronometrar el proceso de confección integral, de molde a muestra, en apenas una jornada, para que sea posible estimar los costos reales de producción. Allí influye otro diferencial, según Gaitán Montoya: “Trabajamos de manera sustentable, justa y responsable. Cada operario cobra lo que corresponde según los sindicatos y las cámaras del sector, la jornada laboral es de 8 horas porque es la medida humana y pagamos todos los impuestos, que gravan con un 35 por ciento a cada prenda”. Rip Curl, Cher, Giesso y Vero Alfie ya se acercaron al CMD para conocer este modelo alternativo de negocio.◆ adelrio@cronista.com / @andrea_del_rio


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