Houston, encanto indómito (Clase Ejecutiva)

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Estados Unidos

ElencantoindómitodeHouston TRADICIONALMENTE

CONSIDERADA COMO DESTINO DE NEGOCIOS O MERA CIUDAD DE TRÁNSITO,

LA FLORECIENTE URBE TEXANA VA POR MÁS.

CUNA

DEL MAYOR RODEO DEL MUNDO, PUNTA DE LANZA DE LA EXPLORACIÓN ESPACIAL Y

FLAMANTE HUÉSPED DE EXCLUSIVOS CRUCEROS, SE CONSOLIDA COMO LA CUARTA METRÓPOLIS ESTADOUNIDENSE. SE EXPRESA EN UNA VARIOPINTA OFERTA ARTÍSTICA, DEPORTIVA Y GASTRONÓMICA.

Y

SU

COSMOPOLITISMO

EL CULTO A UN ESTILO DE VIDA DE SOFISTICADO

TRADICIONALISMO LE CONFIERE SU SINGULAR PERSONALIDAD Texto: Andrea del Río ◆ Fotos: Gentileza Greater Houston Convention and Visitors Bureau

Como atrapado en el sinfín de una cinta de Moebius, quien deje de lado los prejuicios y se anime a permanecer en Houston más allá de lo que indica la estricta agenda de negocios o a elegirla como un original destino de vacaciones familiares, descubrirá una sucesión de vecindarios, una mutación de paisajes y una variedad de actividades que no son otra cosa que la expresión del dinamismo de una ciudad vibrante. Algunas cifras corroboran el ímpetu con que la crisálida está emergiendo del capullo. Houston es la 4º ciudad más grande de Estados Unidos (detrás de Nueva York, Los Ángeles y Chicago en cuanto a población; antecedida por Los Ángeles, Miami y Chicago en cuanto a su extensión), está habitada por cerca de 4 millones de personas, el 38% de las cuales son latinas (de entre 2º y 4º generación). Además, opera con tres aeropuertos y alberga al Texas Medical Center, el complejo médico más grande del mundo, que nuclea 42 instituciones y es reconocido en especialidades tales como cardiología, oncología, pediatría y cirugía plástica. Por otra parte, es sede del NASA Johnson Space Center y de su centro de visitantes Space Center Houston, su Distrito de Museos es el 4º más grande del país y su Distrito Teatral se ubica 2º, detrás de Nueva York, con 14 mil butacas. También cuenta con 165 campos de golf y más de 55 mil plazas hoteleras en el área metropolitana. En los últimos años, su economía diversificada –encabezada por la industria del petróleo y seguida por la aeroespacial, tecnológica, aerocomercial y ganadera– se ha visto reforzada por una serie de planes de desarrollo turístico que pretenden reposicionarla. LA CIUDAD DE LO POSIBLE Houston hechiza. En parte, porque la prosperidad que se deriva de su condición de Capital Mundial de la Energía –en tanto sede de 9 de las 25 grandes compañías de petróleo y gas del mundo–, no se ha empecinado en ocultar el horizonte con una profusión de rascacielos pretenciosos sino que ha definido un entramado horizontal de distritos subyugantes por su escala casi de maqueta. Se suceden, engarzadas mediante una red de autopistas, áreas tan diversas como Uptown o The Galleria (epicentro hotelero y de tiendas de lujo), 10

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Downtown (centro financiero), Midtown (barrio de anticuarios y clubes nocturnos), Theater District, Museum District, Texas Medical Center, Reliant Park Area (zona de estadios), Bay Area y Galveston Island, de donde parten semanalmente los cruceros de lujo Texaribbean hacia la Riviera Maya. Además, el moderno Metro Light Rail vincula, en un recorrido ligero y silencioso de 11 kilómetros, el centro de la ciudad con el polo cultural y la zona de las grandes arenas deportivas, sede de los Texans (fútbol americano), Astros (béisbol), Rockets (basquet), Aeros (jockey sobre hielo) y el flamante Los Houston 1836 (fútbol). Con un clima predominantemente templado y húmedo que evoca los más típicos días porteños, recorrer el centro financiero y corporativo de Houston durante los días laborables es toda una experiencia. En plena hora pico, las aceras lucen desiertas. ¿Dónde late la ciudad de 8 a 17? Bajo tierra. Sucede que el puñado de manzanas que concentran los cuarteles centrales de algunas de las empresas más poderosas de Estados Unidos se encuentran convenientemente vinculadas por una red de amplios túneles, recorridos siempre por una brisa fresca, y donde se acumulan restaurantes, salones de belleza, tiendas de indumenta-

ria e incluso gimnasios, de modo que todos los oficinistas puedan realizar sus trámites o aprovechar su hora de almuerzo sin exponerse al tórrido clima houstoniano. Todo cambia en la céntrica calle Main durante los fines de semana, cuando cuatro manzanas se cierran al tránsito para que se despliegue The Main Event, una fiesta al aire libre que se ha puesto de moda por la profusión de shows de música y performances de artistas callejeros, además de espectáculos de rayos láser que se pueden disfrutar desde la vereda de alguno de los 70 bares, restó y nightclubs más chic del centro. Ahora bien, si de sosiego para el espíritu se trata, conviene dedicar un par de jornadas a recorrer el vasto Museum District, un polo cultural que concentra 15 instituciones, desperdigadas en el manto verde del majestuoso Parque Hermann, cuyo zoológico y jardines japoneses también valen un merodeo atento. Un consejo: reserve un lugar especial en su agenda para visitar el Museo de Bellas Artes, el de Arte Moderno y el de Ciencias Naturales, tres deslumbrantes exponentes de la subyugante fusión entre conocimiento y entretenimiento que ha alumbrado la cultura estadounidense. Otra innovadora iniciativa cultural es el Project Row Houses, un centro comunitario de arte que


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consta de 22 casas de tipo shotgun, restauradas, dedicadas a la plástica, la fotografía y la literatura: cada 6 meses se renueva el grupo de artistas responsables de intervenirlas de modo tal que expongan la historia y tradición de la comunidad afroamericana. Por si fuera poco, Houston detenta orgullosa su participación en el ranking de las cinco urbes estadounidenses con compañías residentes dedicadas a las cuatro modalidades de las artes escénicas (ballet, ópera, teatro y sinfónica). Claro está que Houston no ha renegado de su fama como ciudad de servicios de primera clase para exposiciones y congresos. Próximo al Theater

District, se erige el Centro de Convenciones George Brown, en cuya reciente remodelación se invirtieron u$s 165 millones y que cuenta con un hotel anexo de 1.200 cuartos. La zona, que concentra cerca de 5 mil habitaciones, no sólo cuenta con las grandes cadenas sino que también sorprende con una interesante oferta de pequeños hoteles exclusivos, de corte europeo y espíritu boutique, como el Magnolia, el Aldeny el Icon. El Uptown es otro epicentro de hospedaje, con más de 6.200 habitaciones en un área que es también conocida como The Galleria, en honor al mega centro comercial que seduce con una sucesión 375 locales, entre glamorosas boutiques y tiendas departamentales, además de restaurantes étnicos, una pista de patinaje sobre hielo e, incluso, dos hoteles –el Westin Galleria y el Westin Oaks– de la cadena Starwood. La sofisticación del paladar es una de las conquistas recientes en Houston, expresada en una explosión gourmet que contabiliza más de 5 mil restaurantes. Al maridaje histórico entre la comi-

jazz sofisticado hasta límites insospechados.

da cajun (criolla) de Louisiana y la tex-mex, se ha sumado una profusión de ofertas étnicas que alejan la presunción de que el paladar local sólo se rige por las barbacoas, los picantes, las pechugas de pollo fritas o los camarones rebozados. De hecho, es una grata sorpresa que la dieta local integre, con absoluta naturalidad y bienvenida creatividad, los frutos de mar procedentes del próximo Golfo de México: cangrejos, langostas, ostras, langostinos e incluso pez espada son algunos de los infaltables de toda carta que se precie. Entre los imperdibles, conviene agendar una cena en America’s, para degustar un beef brisket ca-

COWBOYLANDIA Una vez al año, la fiebre vaquera se apodera de Houston. Y, ante la señal de largada del Livestock Show & Rodeo, miles de rancheros –reales o virtuales– coronan su peregrinaje al grito de “¡yeehaw!”, expresión celebratoria que resume el sentimiento de orgullo y goce que el terruño les inspira. El Rodeo es heredero de una tradición que reconoce sus orígenes centenarios en las épocas heroicas en que los cowboys conducían el ganado a través del territorio estadounidense, cuando die-

sado con un Mac Murray Pinot Noir 2003 o un almuerzo en Arcodoro’s para saborear un linguini al nero acompañado por una botella del exclusivo Colli del Limbara. Ahora bien, si se trata de disfrutar al aire libre, nada como la taquería The Cadillac Authentic Mexican Restaurant, emplazada en el parque costero Kemah Boardwalk, cuyo malecón de 14 hectáreas reproduce el clima festivo de las ferias de atracciones de antaño. Y si el ánimo noctámbulo reclama swing, la cita será en Sullivan’s, un restó de

ron en inventarse unos juegos de destrezas para despuntar el vicio en medio de las praderas. Y resulta una oportunidad única para comprobar que el look, los usos y las costumbres reflejadas en los western de John Wayne que todavía se dejan ver en alguna nostálgica matiné televisiva tienen más de documental que de ficción. Un consejo: antes de llegarse hasta el impresionante complejo Reliant Park, chequee su atuendo. Es imprescindible lucir jeans (azules, de corte clásico, nada de modelitos made in Palermo Soho), botas tejanas, sombrero alado y camisa a cuadros. Practique frente al espejo: combe ligeramente sus piernas, disponga sus pies en el eje 10 y 10 y respete la distancia entre talones que le impondrían unas imaginarias espuelas. Ahora ensaye un andar acompasado, arrastrando las suelas. No olvide enderezar la espalda, levantar el mentón y ladear ligeramente la cabeza, que se trata de demostrar temple vaquero y no urbana indecisión. Pero no cifre vanas esperanzas: por más que el atuendo logre mimetizarlo, hasta el más ínfimo detalle del Rodeo conspirará para que un gesto de asombro lo delate a cada instante. Clase Ejecutiva

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Estados Unidos Abajo, izq.: El Reliant Stadium fue construido específicamente para el Rodeo. Tiene capacidad para albergar a 70 mil personas cómodamente sentadas, escaleras mecánicas, techo retráctil, aire acondicionado, escenario móvil y giratorio y un sector vip. Abajo, der.: Downtown Aquarium es un complejo gastronómico y de entretenimientos que alberga un mega tanque donde habitan más de 300 especies marinas. Abajo, centro: La topografía ondulada y boscosa de Houston se aprecia en los 165 campos de golf, públicos y privados, que se pueden visitar durante cualquier estación del año.

Sucede que el Houston Livestock Show & Rodeo no es otra cosa que la combinación de una feria agrícola-ganadera, una competencia de destrezas criollas y un festival musical. Para que se entienda: es como si, en esta tierra de gauchos, se fusionaran la Feria Rural de Palermo con el Festival de Doma de Jesús María y el de Folklore de Cosquín. Claro que la dimensión del evento houstoniano resulta difícil de empardar. Primero, el objetivo: se trata de un evento eminentemente benéfico que lleva recaudados, desde su inicio en 1932, cerca de u$s 200 millones destinados a programas educativos y becas de investigación y producción, que permiten promover las prácticas agropecuarias entre los jóvenes, de modo de perpetuar la tradición y revitalizar el sector con nuevos jugadores. Segundo, la convocatoria: este año, el Rodeo recibió cerca de 1.7 millón de visitantes durante sus 20 días de duración, que pu-

Datos útiles ■ Continental Airlines opera vuelos diarios y sin escalas, desde diciembre pasado, entre el centro de conexiones de la aerolínea en el Aeropuerto Intercontinental George Bush en Houston y Buenos Aires. El vuelo se origina en Nueva York/Newark y hace escala en Houston antes de continuar a Buenos Aires, utilizando un avión Boeing 767-200ER, con cupo para 25 pasajeros en la cabina de clase ejecutiva BusinessFirst (foto). La duración del vuelo es de 10 horas con 20 minutos viajando hacia el Sur y de 10 horas y media hacia el Norte. La tarifa en BusinessFirst, ida y vuelta, Buenos Aires-Houston es de u$s 3.500 más impuestos. Consultas: www.continental.com ■ La entrada a los museos oscila entre los u$s 6 y los u$s 15, en tanto que el ticket para ingresar al Space Center cuesta u$s 19. En tanto, la cuota diaria para practicar golf en alguno de los 165 campos que posee Houston puede trepar hasta los u$s 145 ■ El ticket para pasar un día en el Houston Livestock Show & Rodeo cuesta u$s 26, e incluye el pase al concierto, al show de destrezas y demás actividades que se realizan en Reliant Park ■ Información en la web: www.visithoustontexas.com, www.rodeohouston.com, www.houstonmuseumdistrict.org, www.spacecenter.org 12

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dieron disfrutar de la exhibición de animales, el shopping telúrico, el patio de comidas típicas, el parque de diversiones, el show de destrezas, el mega recital de cada atardecer y el baile country de cada sábado por la noche, todo por u$s 26 diarios. Claro que, si lo que se busca es una experiencia más íntima, se pueden desembolsar u$s 300 y acceder a los asientos cercanos a la línea de salida de los jinetes, saborear una cena típica con los vaqueros junto al fogón y disfrutar del recital en el medio centenar de butacas que se disponen en la arena e incluso llevárselas a casa, aprovechando su coqueto diseño plegable. Tercero, la infraestructura: las instalaciones del Reliant Park (Arena, Astrodome, Center y Stadium) están al servicio de la celebración de la vida vaquera. Tan sólo el Reliant Stadium –una mole de acero y cristal, techo retráctil, escaleras mecánicas y aire acondicionado para el resfrío– tiene capacidad para albergar a 70 mil personas. Cuarto, el show: potros, toros, becerros y novillos, a cual más broncos, le ofrecen tenaz y corcoveante resistencia a los cowboys que cada día, ataviados de fiesta, los persiguen, los montan, los enlazan, los derriban. El cierre de cada jornada de competencias se corona con la aparición de un escenario móvil y giratorio que, en el término de escasos 20 minutos, se sitúa en el centro de la arena y da paso a la actuación de alguna rutilante figura de la música country. Y los sábados, la multitud, tarareando, abandona el megaestadio en menos de 10 minutos y se dirige, como por encantamiento, hacia el vecino Astrodome, cuyo campo abraza hasta a 5 mil personas que, en ordenada ronda, dibujan sobre la arena las coreografías que les dictan, en vivo, los acordes de las bandas folk. Si este relato le resulta desbordado, increíble, exagerado, anímese a comprobar el “efecto Rodeo” en 2007. Eso sí: vaya reservando los pasajes y ensayando gestos de suficiencia canyengue. Porque el Rodeo cumple 75 años y habrá que ver quién se resiste a su conjuro.



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AIRE, AGUA, TIERRA... “Houston, aquí Base Tranquilidad. El Águila ha alunizado”. El 20 de julio de 1969, el astronauta Neil Armstrong convirtió a Houston no sólo en la primera palabra pronunciada en la Luna sino que también le confirió su identidad como SpaceCity. Desde la época de las heroicas misiones Apollo, el Space Center Houston –el centro de visitantes contiguo al Johnson Space Center de la NASA– se ha convertido en una meca de peregrinaje para todos aquellos fascinados con la superación de los límites humanos (¿y divinos?) que supone la industria aeroespacial. A mitad de camino

entre la puesta en escena museística y el despliegue de parque de diversiones, propone un recorrido por la historia de los viajes tripulados a través de la exhibición de cápsulas y de réplicas de naves y trajes espaciales. También se puede participar en los juegos interactivos, que enseñan a aterrizar un módulo lunar o que demuestran los desafíos que supone la falta de gravedad, e incluso sumarse a un tour detrás de escena e ingresar en el mítico Edificio 30, sede del Mission Control Center que funcionó entre 1965 y 1996, y desde el cual se comandaron más de un centenar de misiones espaciales. El bonus track llega a la hora de

Lujo en las alturas El Sistema de Aeropuertos de Houston (SAH) merece una mención aparte. Se trata de una tríada integrada por el George Bush Intercontinental (posee cinco pistas, y su flamante Terminal de Llegadas Internacionales permite atender hasta 3.500 pasajeros por hora), el Willian Hobby (sirve a destinos locales) y el Ellington Field (militar) que, tan sólo en 2005, movilizaron a un total de 48 millones de viajeros. El 69% del tráfico internacional del SAH corresponde a conexiones con América latina, con lo cual se confirma su posicionamiento como el cuarto sistema aeroportuario de Estados Unidos. Entre las facilidades, se destaca el TerminaLink, un monorriel que enlaza, en tan sólo 90 segundos, dos de las terminales, pudiendo transportar hasta 80 pasajeros por vagón. Además, un tren subterráneo vincula las terminales con el Marriot Hotel, situado en el aeropuerto. El George Bush Intercontinental (IAH) detenta, a nivel nacional, la mayor cantidad de vuelos directos semanales hacia México, y es el mayor de los tres centros de distribución de vuelos de Continental Airlines (empresa houstoniana) en Estados Unidos. En enero de 2005, se inauguró la Terminal E de Continental, que procesa todos los vuelos internacionales de esa aerolínea. Se trata de una estructura de corredores espaciosos, de altos techos abovedados y una iluminación azulada que convierte al habitual deambular nervioso de los pasajeros en una suerte de paseo levitado. A este clima relajado se suman los monitores de pantalla plana, los murales y los censores, que compensan automáticamente el sonido interior. Aquí se encuentra, además, el Presidents Club –el mayor de los cuatro salones vip de que dispone Continental en el IAH–, un espacio exclusivo para miembros que ofrece, en dos pisos de sosegado ambiente y decoración elegante, una amplia gama de servicios para que los viajeros aguarden su vuelo distendidos o adelantando trabajo. Desde cubículos privados donde conectar la laptop hasta cuartos individuales de duchas, pasando por salones para reuniones y una barra donde degustar tragos y snacks livianos mientras se observa el trajín ajeno, cada detalle es una garantía de privilegio. 14

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acariciar un pequeñito trozo de piedra lunar, cuya antigüedad ha sido estimada en 3.8 billones de años y que trajo consigo el Apollo 17, último vuelo tripulado que dejó su marca en el satélite terrestre. Sumergirse en los secretos del Downtown Aquarium es otra experiencia obligada. Se trata de un complejo de restaurante y entretenimiento construido en función de un acuario de 2 millones de litros, soberbio hogar de más de 300 especies. Resulta singular disponerse a disfrutar de la alta gastronomía especializada en frutos del mar en los salones que, a la manera de cuevas submarinas, se abren a la vista de un tanque central que ordena verticalmente todo el edificio, y donde un auténtico catálogo de peces se pavonea, orondo, indiferente, empoderado en ese reino clonado. Antes o después, según lo dicte la conciencia o lo imponga el estómago, se pueden recorrer las galerías Louisiana Swamp (con lagartos, tortugas y peces salvajes), South Seas Ship Wreck (con ejemplares de goliath grouper, pulpo y un arrecife de corales vivos), Amazon River (un ambiente tropical donde espiar las pirañas, las anguilas eléctricas y las ranas venenosas). Si se anima, existe un área interactiva donde los visitantes pueden acariciar las mantarayas, los cangrejos y los tiburones bebé. Si tanta originalidad logró agobiarlo, nada como buscar el equilibrio perdido en los links. Houston dipone –por obra y gracia de su topografía ondulada y boscosa– de más de 165 campos de golf, entre públicos y privados, donde es posible despuntar el vicio pagando cuotas diarias, como en el Memorial Park Golf Course, fundado en 1936, que es el más antiguo campo municipal y fue recientemente modernizado con una inversión que rozó los u$s 5 millones. Desterrado el lugar común y la postal simplista, habrá que darle la razón a los locales cuando insisten en proclamar que Houston ha mutado de lugar de paso –por negocios o convenciones– en refugio para vivir y meca para disfrutar. ◆


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