Proa al sur extremo (Clase Ejecutiva, feb 2016)

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PROA A MALVINAS ES

TEMPORADA ALTA DE CRUCEROS.

Y AMÉRICA

DEL

ESTAR DE MODA.

SUR

VUELVE A

TRAS

CINCO

AÑOS SIN OPERAR EL DESTINO,

NORWEGIAN CRUISE LINE RELANZÓ SU CIRCUITO DE ENTRE DE

BUENOS AIRES

CHILE,

DÍAS

SANTIAGO

INCLUIDA SU DESEADA

ESCALA EN LAS

CRÓNICA

Y

14

MALVINAS.

DE UN VIAJE INAUGURAL

CON SABOR A CUENTA PENDIENTE.

Txt: Andrea del Rio

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i mamá, tendiendo las sábanas en la terraza al unísono con Doña Ñata, nuestra vecina de medianera y esposa del único médico del barrio, mientras el sol del mediodía rebota en las venas negras de brea que convierten la azotea de la casa familiar en un tablero de damas. Debe ser principios de abril, porque las recuerdo eufóricas, comentando las últimas noticias del frente. Mi compañerita María, llorando en un rincón del segundo patio del colegio, ahí donde una podía escabullirse de la dictadura de la alegría —en formato tinenti, juego del elástico o intercambio de figuritas de Sarah Kay— ejercida por las monjas. Debe ser mediados de mayo, con las escaramuzas ya consideradas guerra, porque la recuerdo desesperada por la suerte de su hermano conscripto. Mi mano, dibujando espirales de tinta azul sobre el rostro versión cómic de Margaret Thatcher hasta agujerar el suplemento especial publicado por mi Billiken de cabecera. Debe ser fines de junio, porque recuerdo mi espalda encorvada sobre el escritorio de mi cuarto, mis dientes apretados, mi mente encallada en un loop que repite: “Tras su manto de neblinas...”. De repente, vuelvo a tener 8 años. Y esos fotogramas de mi memoria se proyectan —superpuestos, incompletos, traicioneramente vívidos— en la pantalla donde estoy leyendo la invitación a cubrir la primera salida del Norwegian Sun por América del

M

Sur esta temporada. Es que el itinerario de 14 días, que zarpa de Buenos Aires, incluye a las Islas Malvinas entre sus 8 escalas (Montevideo, Puerto Madryn, Puerto Argentino, Ushuaia, Punta Arenas, Puerto Chacabuco, Puerto Mont y Santiago de Chile). Y en ese dato anclo. No es, sin embargo, la única razón que me lleva a bordo. Sino comprender que será, también, una oportunidad para experimentar la navegación por el Cabo de Hornos, el Canal de Beagle, el Estrecho de Magallanes y los fiordos chilenos, como lo hicieron ciertos antepasados asturianos que se aventuraron a la mar —y hasta estos extremos— para huir del hambre, de la guerra y de sí mismos.

TERRA INCOGNITA “¿Alguna vez te preguntaste qué hay al final del arcoiris? La exótica América del Sur”. Tras cinco años de pausa, Norwegian Cruise Line relanzó la ruta que, con salidas alternadas desde Buenos Aires y Santiago de Chile entre diciembre y fines de marzo próximo, combina el encanto europeo de tres metrópolis latinas con una profusión de paisajes dignos de un documental naturalista locutado por Sir David Attenborough para la BBC. El final del arcoiris... Una imagen ciertamente amigable para evocar nuestra Patagonia austral, un destino arisco, misterioso y épico que remite a inclemencias del clima y quebrantos del espíritu, todo en proporciones bíblicas. Y no sólo en el imaginario de quienes habitan geografías menos


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ARCHIPIÉLAGO AUSTRAL. La escala en las Islas Malvinas (fotos en esta página) es uno de los hitos de la travesía.

feraces, sino también entre los que, teniendo esa vastedad como patio trasero, pecamos de procrastinadores en pos de rumbos dóciles. Para los otros y nosotros, el periplo a bordo del Sun es una oportunidad para cumplir un sueño y saldar una deuda. Al 90 por ciento de los 1.930 pasajeros (90 por ciento son estadounidenses y canadienses en este tramo), les hace ilusión contemplar los santuarios de vida silvestre de uno de los lugares más remotos del planeta: las reservas de mamíferos marinos de la Península Valdés; las colonias de pingüinos Rey, Gentoo y Magallánicos en las cercanías de la malvinense laguna Bluff Cove; los bosques milenarios del Parque Nacional Tierra del Fuego; el filo de los glaciares que custodian el paso del paquebote por esos canales y estrechos que tantas vidas de temerarios exploradores se cobraron; el laberinto de fiordos que convierten a esa porción chilena del Pacífico en el dorso líquido de una mano venosa... Desde luego, ese compendio de maravillas naturales, imposibles de hilvanar en un recorrido por tierra de apenas dos semanas, no deja indiferente a la abrumadora mayoría de argentinos que completa la nómina de viajeros. Pero nada se compara a las expectativas concentradas en el sexto día (si se embarcó en dirección oeste). Poco importa que Malvinas sea la única recalada explícitamente condicional del trayecto, debido tanto a las condiciones meteorológicas extremas como a las particularidades del descenso (en tenders). “Lo que crees, creas”, parece ser el mantra compartido entre los compatriotas. Los menos new age leen la fecha prevista para el arribo a las islas —el pasado 10 de diciembre, en coincidencia con la jura de Mauricio Macri como presidente— como un guiño del destino que les permita, al volver a casa, sumar otra anécdota que demuestre que Dios es argentino.

ELIJA

SU PROPIA AVENTURA

De la terminal de cruceros Quinquela Martín, con su sala de embarque desangelada y su servicio de traslados operado por unidades de colectivos desafectados del servicio urbano, súbitamente se ingresa a una dimensión paralela. Subir la escaleri-

lla, hacer el check-in, instalarse en la cabina y sacarse las primeras selfies en cubierta insume apenas 60 minutos. En las horas que faltan para zarpar, es difícil controlar la ansiedad: por ubicarse en el plano general del barco, por descubrir el camino más práctico para llegar a las atracciones al aire libre (las piscinas, los jacuzzis, los bares, las canchas de básquet y fútbol 5, la pista de footing), por decidir en cuál de los 15 restaurantes y bares se cenará (hoy, mañana, pasado, en una semana), por elegir qué actividades indoors matizarán la tarde (una trivia cultural, una clase de baile latino, una rutina de ejercicios en el gimnasio, un masaje en el spa), por definir el bonus track previo a irse a dormir (el casino, el karaoke, la disco, el duty free). Es lógico que ese afán tan humano por dominar el infinito se despierte ante la escala del Norwegian Sun: botado en 2001 por la empresa naviera de origen noruego, es un cinco estrellas flotante de 78 mil toneladas, desplegadas en 12 pisos, donde el freestyle cruising es ley. Lanzado por la compañía en 2000, es una de las innovaciones más revolucionarias en la industria a nivel global. ¿En qué consiste? En la abolición de los horarios fijos y las ubicaciones preasignadas que, antaño, restaban espontaneidad a esta clase de travesías, sujetas a un estricto cronograma que regulaba cuándo y dónde comer, entretenerse y descansar, en un esquema más parecido a un campamento de verano para rebeldes sin causa ni pausa. Además, el concepto se volvió sinónimo de estilo casual en términos de protocolo, indumentaria y actividades, lo cual volvió todavía más amigable a esta alternativa vacacio-

nal, asimilándola a los criterios all inclusive de los resorts en tierra firme. Atardece. La estela del buque hiende las aguas del río de la Plata que, con el reflejo, semejan un derrame de aceite oxidado. Atrás queda Buenos Aires. Y la silueta de sus rascacielos es un troquel contra el cielo fugazmente malva.

ALMA

DE NAVEGANTE

Montevideo es la primera escala del circuito. Es domingo. Y el casco histórico de la capital uruguaya parece empeñado en honrar el lugar común que le atribuye, a su carácter, los rasgos típicos de la morosidad provinciana. El Mercado del Puerto no termina de desperezarse, pero algunos eligen vagar por las callecitas desiertas hasta que llegue la hora del almuerzo: premiarse con un sándwich de chivito y una pamplona, para luego volver a embarcar y dormir una siesta en las poltronas alineadas junto a la piscina, es su objetivo. Otros, más inquietos, optan por la excursión de 8 horas a Punta del Este. Dedico la mañana a caminar, sin rumbo, por la babélica Feria Tristán Narvaja, donde es posible comprar antigüedades, peces tropicales, remeras con las frases más célebres de Pepe Mujica, quesos criollos y long plays dizque autografiados por el mismísimo Carlos Gardel. De regreso en el Sun, y no importa lo que señale el reloj, es lunch time: descubro que la amplitud horaria para consentirse caprichos gastronómicos resulta, para muchos, el mejor plan del día. Queda por delante la primera jornada completa de navegación, y el Freestyle Daily es el aliado de quie-

CLASE <

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Phs: Shutterstock y gentileza Norwegian Cruise Line

nes ya estamos en ‘modo crucero’, decididos a vivir para contar. Nuevamente, la condena de la libertad: cada hora, desde las 7AM y hasta la medianoche, se realizan entre dos y tres actividades simultáneas, que oscilan entre subastas de arte, torneos de póker, clínicas de acupuntura, degustaciones de champagne y espectáculos de comedia musical made in Broadway. Sin embargo, nada iguala la experiencia de ver pasar el tiempo con la mirada perdida en el mar, sea desde el balcón de la cabina, los sillones del bar-observatorio de proa o las reposeras del deck 12. Al despertar, Puerto Madryn regala una excepción a la regla patagónica: no hay viento. Y el Sun queda, durante casi 10 horas, sumido en una calma que, quizás, no volverá a experimentar en el resto del trayecto. Porque nadie quiere perderse la primera oportunidad de entrar en contacto directo con la rústica, salvaje y mítica Patagonia. Cupo completo para las 8 excursiones que se ofrecen en destino. Los gringos recitan Península ValdésPunta Loma-Puerto Pirámides-Punta Tombo con una emoción reverencial que me genera ternura y, sí, orgullo. Por la noche, todo bulle: empachadas las retinas de pingüinos, lobos y elefantes marinos e, incluso, alguna orca prematura, los pasajeros colman los restaurantes, los salones de baile y las mesas de ruleta hasta la madrugada. Los más previsores, habrán reservado su cena teppanyaki: apenas 10 comensales por turno pueden sentarse a la exclusiva chef’s table y presenciar sus malabares con los cuchillos mientras asan, en la plancha de hierro (tepan), los pescados, mariscos, aves, carnes rojas, arroces, fideos y verduras que se maridan con el nockeante cóctel Wasabi (sake, licor de lychee, jugo de limón, narana y granadina). Ya habrá tiempo, mañana, segundo día sin tocar puerto, para reponer energías y rendir su merecido tributo contemplativo al océano Atlántico.

CLAMA

EL VIENTO Y RUGE EL MAR

Hacia arriba. Hacia abajo. El estómago en suspenso. Hacia la derecha. Hacia la izquierda. El cuello en péndulo. Y, ahora, en círculo. Los pies en el aire. Otra imagen de mi infancia ochentosa se me impone, justo en la duermevela del día señalado. Tengo 8 años y estoy en el samba del Italpark. Entre el griterío y el machacante Twist del colegio de Parchís, descubro que si, en vez de

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ÚLTIMA OPORTUNIDAD. En lo que queda de la temporada estival, el Norwegian Sun tiene dos salidas programadas para el circuito Patagonia y Fiordos Chilenos: el 12 y el 26 de marzo próximos. El precio es de u$s 2.489 por persona, e incluye: 14 días en cabina interna base doble, aéreo de vuelta (Valparaíso-Buenos Aires vía LAN), transfer puerto-aeropuerto, y asistencia al viajero (Universal) con seguro de cancelación. Con relación a los paquetes de excursiones adicionales, con guía en castellano, se puede optar entre Península Valdés (7 horas, u$s 116), Parque Nacional Tierra del Fuego (4 horas, u$s 98) y Saltos de Petrohué y Frutillar (8 horas, u$s 121). Consultas y reservas: Vanguard Marketing - Agente oficial de Norwegian Cruise Line para la Argentina, Uruguay y Paraguay: 5353-0580 / www.ncl.com.ar / www.vanguardmarketing.com.ar. estrangular mis bracitos para no soltar la baranda dejo que mis codos cuelguen del frío pasamanos, solo pasa lo que tiene que pasar... Todavía no abro los ojos. Por primera vez en las últimas 24 horas, el Sun navega con la placidez de los videos promocionales. Es un buen augurio, considerando la mala fama climática que tiene el destino de este jueves. Dejo que la mente rumie, todavía en penumbras: “¿Por qué, justo hoy, me acordé de esa salida al parque de diversiones que me dio una lección zen que recién comprendí años (décadas) más tarde?”. El wake-up call interrumpe mis cavilaciones. Son las 5.30. Conciente de la trascendencia, en mi hoja de ruta vital, de todo lo que hoy ocurra, me incorporo despacio, camino lento hacia el balcón y, mirándome la punta de los pies, corro los cortinados. Recién ahí, vista al frente: las Malvinas. En verdad, las primeras estribaciones parduzcas de ese archipiélago yermo, compuesto por más de 200 islas, que sigue siendo una de las (tantas) heridas abiertas de nuestra Historia. Durante las maniobras de aproximación del crucero a la bahía de Puerto Argentino, me dedico a contemplar ese enclave habitado por 2 mil almas, casi tantas como las que viajamos en el Sun. Bajo el sol de la mañana ya declarada y con un viento

apenas testimonial, los 9ºC son un dato menor de disconfort en la cubierta principal, donde nos vamos concentrando los argentinos, mientras el resto de los pasajeros desayuna opíparamente para sobrellevar las excursiones full day que nos esperan. Camino al meeting point, chequeo que en el bolsillo interno izquierdo de mi campera está el shore ticket que me asegura desembarco preferencial para el tour Falkland Battlefields, un circuito de tres horas que luego combinaré con una caminata, a mi aire, por la ciudad de casas bajas y coloridas clavadas en la costa Este de la isla Soledad. Justo entonces, el anuncio del capitán: destino cancelado. Al trote, regreso a cubierta: nos alejamos tan rápido que ya parecen esos espejismos de ruta caliente... Cuando, menos de una hora después, y ya de regreso en altamar, una tormenta de viento, lluvia y nieve nos jaquea, empiezo a entender. Me lleva casi el resto del día (que paso aturdiéndome con clases de origami, bachata, siesta larga), comprender. Y, confieso, se me va lo que queda del viaje en aceptar. Entonces, puedo decirle a esa niña de 8 años durante la Guerra de Malvinas en 1982 — terraza, colegio, cuarto, Italpark—, que un deseo no cambia nada, pero que una decisión lo cambia todo. Y, 33 años después, me prometo volver.◆


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