Mauricio Kartun, el señor del teatro (Clase Ejecutiva, dic 2014)

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MAURICIO KARTUN

“CFK ES FOGONERA: NO LA IMAGINO PASANDO A CUARTELES DE INVIERNO” ES

EL GRAN DRAMATURGO ARGENTINO.

CONSIDERADO

UNO DE LOS MÁS AGUDOS AUTORES DE TEATRO POLÍTICO, ESTRENÓ

DONDE RASTREA LOS ORÍGENES BÍBLICOS DE LOS MECANISMOS DE CONSTRUCCIÓN DE PODER.

SU

ANÁLISIS DE LAS LUCES (MILITANCIA

JUVENIL Y RELATO) Y SOMBRAS (CORRUPCIÓN Y DEUDA SOCIAL) DEL KIRCHNERISMO.

n el principio, era la palabra. Así lo proclama el relato bíblico: lo que existe, existe en tanto es enunciado. El resto –lo pensado y lo deseado, lo imaginado y lo temido– no cuenta para contar el cuento. Ese poder de la palabra como creadora de realidad es el santo y seña de la obra y trayectoria de Mauricio Kartun, el gran dramaturgo argentino. Integrante de una generación de autores teatrales desarticulada durante la última dictadura militar, se convirtió en el maestro de los escritores de escenas más convocantes de los últimos 25 años. Por ello, acaba de ser reconocido con el Doctorado Honoris Causa de la Universidad de Buenos Aires, el Gran Premio de Honor de Teatro de Argentores y el Kónex al Mérito. Creador y director de La Madonnita (2003), El niño argentino (2006), Ala de criados (2009) y Salomé de chacra (2011), ahora presenta Terrenal: pequeño misterio ácrata, un texto que retoma el mito de Caín y Abel pero situado en el conurbano bonaerense y ambientado en ese compás de espera que para la historia argentina supuso el exilio y el retorno de Juan Perón. Allí cifra Kartun el origen del capitalismo: si Adán y Eva fueron desterrados al elegir el conocimiento como vehículo del ser, sus vástagos condenaron a la especie al establecer la dialéctica de la disputa por el tener. Kartun citó a Clase Ejecutiva en su departamento de Villa Crespo. Luminoso, el salón de recibo haría las delicias de nostálgicos, coleccionistas y cazadores de antiques: viejos cajones de gaseosas con sus botellas originales, herrumbrosos carteles de bares y almacenes, venerables juguetes de antaño... Pero la joya de la corona se resguarda de la mirada: un archivo de más de cinco mil fotografías que, bajo la temática carnaval, teatro y varieté, revela cómo se disfrazaron los argentinos durante el siglo XX. “Coleccionar es una patología –concede–, pero a cierta altura de la vida comprendí que ciertas patologías es más fácil satisfacerlas que intentar corregirlas”. Acerca de lo que tiene enmienda y de lo que no tiene remedio reflexiona Mauricio Kartun, uno de los más agudos autores de teatro político del país. Acaba de ser multipremiado. ¿Disfruta de este tiempo de cosecha?

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> CLASE

Los premios tienen una contradicción intrínseca, como de condena pasiva, porque no te premian por lo que estás haciendo sino por lo que ya hiciste. Por supuesto, es un hecho honroso y feliz. Pero también creo que mirar para atrás te quita energía para ir hacia adelante. Efectivamente, los premios señalan un lugar. Pero, en términos creativos, siempre es más interesante no ocupar ninguno. Es como la paradoja de la flecha: hay que aceptar que ocupa un lugar en el espacio y, simultáneamente, lo está abandonando. A mí me gusta, como artista, pensarme de ese modo: en movimiento continuo. ¿Cómo es hacer teatro político en la Argentina? Mi generación sufrió un bombardeo temprano: yo tenía 30 años en el momento del golpe militar del ‘76 y buena parte de aquellos dramaturgos que estaban empezando junto conmigo se fueron del país, desaparecieron o dejaron de escribir porque no estaban dadas las condiciones para crear en cierto estado de libertad y felicidad. El arte es energía que fluye, y la nuestra fue cortada, tabicada, endicada. Empecé haciendo un teatro que estaba más marcado, en términos de vínculo con la realidad política cotidiana, que el que hago ahora. Durante un tiempo atravesé otras escrituras pero, en los últimos 12 o 14 años, volví a aquel terreno porque uno escribe de lo que le ocupa la cabeza. Y, en los últimos tiempos, mi cabeza está ocupada –y preocupada– predominantemente por lo ideológico. Pero eso no me condena a ser autor político. Digo, con esto, que no lo vivo como un compromiso en el sentido de tener que hacerlo, sino que espontáneamente es lo que aparece en mi cabeza, es lo que discuto con mis amigos y es lo que está presente en mi imaginario todos los días. No estaría mal que la Argentina me diese un respiro placentero y me hiciera despreocuparme... Pero de ninguna manera me lo tomo como un compromiso ni como algo que me permita honrar a mi generación, sino como un acto espontáneo de pensamiento. Creo mucho en la escritura como forma analógica del pensamiento. Escribir es una forma de pensar. Sus últimas puestas, en el Teatro del Pueblo, son uno de los fenómenos del circuito independiente. ¿Se modificó su público desde que resurgió la juventud militante como actor social?

TERRENAL,

Txt: Andrea del Rio

Sí. Una de las alegrías de esta profesión es sentir que se ha ido consolidando un público que conoce este producto, lo espera y lo busca. Desde la extrema modestia del teatro independiente, que es muy humilde en términos de cifras, se ha armado una movida seguidora. Mis obras no son fáciles, no son domésticas, exigen de un espectador activo que decodifique ciertas convenciones, que descubra el valor y el significado de ciertas metáforas. No son obras prepizza: hay que salir a buscar todos los ingredientes para amasarlas. La recuperación de la militancia era algo cantado, natural. Mirá, si para algo sirve la edad, es para poder mirar la vida en perspectiva y ver los ciclos. Y siento que continuamente ha habido momentos de auge de participación de la generación más joven, como olas, y luego valles. Era natural que con la llegada de la democracia se entrase en un valle profundo, que las nuevas generaciones de alguna manera impugnaran ese lugar de compromiso que veían artificial en nosotros a la luz de los resultados. Pero estaba cantado que, en algún momento, el mundo iba a volver a hacer otra de sus trapacerías y le iba a demostrar a la gente –de cualquier edad– que las cosas no están bien, que este sistema en el que vivimos es injusto, excesivamente lleno de fallas y tramposo, que cada tanto te da un golpe de garra y se queda con tu guita aquí o en Europa. La preocupación verdaderamente trascendente del hombre está en esa búsqueda de un futuro más feliz y más justo. Entonces, ¿por qué no iba a aparecer nuevamente esta necesidad de comprometerse con el futuro? La acción es siempre militancia, sea a través de un partido político, una agrupación ecológica o una institución religiosa. Hablo de militancia en el sentido de defender y difundir las ideas de manera activa. Naturalmente, cuando empiezan a aparecer estas voluntades, ciertas zonas de poder se inquietan. Ha sido siempre así: el poder se inquieta mucho con todo aquello que viene a perturbar los equilibrios conseguidos por convención. En alguna época se alteraban y se valían de la fuerza militar; en otros, de la fuerza económica... La gran dialéctica del mundo, su grado cero, está entre los que defienden el estatus quo porque allí están ubicados en un lugar de privilegio, y aquellos que –porque quieren esos privilegios


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El General en la butaca Bertolt Brecht decía ‘Escribo para Carlos Marx sentado en la tercera fila’, aludiendo a un arquetipo de espectador que guiaba su proceso creativo. Kartun alguna vez confesó que, en su caso, allí ubicaba a Juan Perón. ¿Todavía? “Sí. La única manera de entendimiento con los padres es la pelea, para volver a amarse. Si uno no se pelea, compra los mandatos. Y si hay algo poco creativo en la vida es reproducir mandatos. Cuando siento a Perón en la tercera fila a veces espero la palmeadita y a veces la puteada, pero siempre lo tengo ahí”.


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o están dispuestos a resignarlos– creen que así no se sostiene más y piensan que lo que uno debe dejar a su paso es su esfuerzo y colaboración para que lo que viene no se desbarranque. ¿Cree que esta nueva generación militante puede generar cambios políticos reales en el país? ¿Por qué sus referentes no están a la altura de las expectativas cuando acceden a espacios de poder formal? Habría que dividir dos campos. Uno tiene que ver con la militancia comprometida con las grandes causas políticas, y otro está comprometido con la política como causa cotidiana en tanto espacio donde construir poder de decisión. Son dos expresiones diferentes. No siempre la militancia busca un cargo. En realidad, te diría que casi nunca busca un cargo: la militancia tiene que ver con la energía de cambiar sin necesidad de tener que ser ese que lo gestione. Creo que la política se ha transformado en un lugar temible en términos de contaminación. Y que muchos espíritus militantes más honestos, altruistas y generosos a veces le rajan a ese lugar de poder, con todo lo negativo que eso puede tener a la hora, justamente, de encontrar quién rija los destinos inmediatos del país. Me parece que inevitablemente será algo que se revierta con el tiempo y que tiene que ver con la cresta de la ola y el valle: que estemos en el valle no nos impide, al menos a los optimistas, pensar que no estamos en el prólogo para que se levante la ola. ¿Está contento con el país que deja la década kirchnerista? ¿Reclama algo más? Sí, las dos cosas: estoy contento y le reclamo más. Estoy contento en comparación con la Argentina en que viví en las últimas décadas. Tengo la sensación de que somos un país signado por una especie de destino de tragedia y parodia de tragedia que se venían alternando de una manera demoledora y que nos hundía de una manera irremediable. Después de 2001 tuve la sensación de que estábamos con la cabeza abajo del agua y que mirábamos para arriba pero, aunque veíamos un haz de sol, seguíamos sumergidos. Creo que en los últimos años sacamos la cabeza afuera del agua: el mar en el que estamos nadando no es plácido ni muchísimo menos –es tremendo, embravecido–, pero por primera vez estamos respirando. Y quien respira se mantiene a flote, mira hacia dónde está la costa y nada. Por lo menos estamos respirando y sosteniéndonos a flote, con la esperanza de que en cualquier momento pasamos la rompiente y salimos del agua. Eso, en principio, me pone muy feliz, comparándolo con aquellos otros años. Ahora, si tengo que pensar en términos de deuda social, es mucho lo que falta. Ni este Gobierno, ni creo que el mejor que pueda venir en términos de aspiraciones sociales como continuación, puede saldar la deuda social de este país, que es tremenda. Porque son muchos años de una situación ignominiosa, de generaciones excluidas. Me parece que el proceso de inclusión llevará, por lo menos, la misma cantidad de años que el de exclusión. Insis-

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Phs: Gentileza M.K.

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“LAS DENUNCIAS DE CORRUPCIÓN CONTRA EL GOBIERNO SÓLO TENDRÁN VALOR CUANDO SE PUEDAN DEMOSTRAR” to: soy optimista porque el sumergido ahora saca la cabeza y empieza a nadar. Pero también tengo temor: siento que aquellos que nos tiran para abajo de las patas siguen estando ahí, con traje de buzo, viviendo muy cómodamente en las profundidades. ¿Qué le producen las denuncias de corrupción contra el Gobierno? No me inquietan. En todo caso, las denuncias de corrupción solamente tendrán valor en el momento en que se puedan demostrar. A mí me parece que buena parte de esas denuncias tienen que ver con una energía opositora de ciertas zonas del poder que a veces actúan de una manera te diría que hasta grosera y obvia. No cabe duda de que habrá muchas cosas ciertas y otras que tienen que ver justamente con encontrar un flanco en el cual pegar. Y el argumento de la corrupción tiene siempre algo muy poderoso en tanto no puede ser corroborado sino en mucho tiempo. Entonces, estas denuncias son como cierto lugar de enchastre inmediato que, por acumulación, crean una especie de panorama tremendo pero incomprobable, por lo menos en este preciso momento. ¿El relato, como construcción de realidad y poder, llegó para quedarse como práctica política? A mí me gusta mucho esa actitud de Cristina Fernández de Kirchner de pensar hablando. Tengo la sensación de que otros presidentes que nos han tocado eran absolutamente incapaces de pensar hablando. En realidad, tenían un discurso prefabricado que repetían de manera actoral, como letra aprendida. Por lo tanto, no eran dramaturgos sino cómicos menores de otro que creaba. Entonces, cuando veo esta actitud y capacidad en alguien a

quien respeto –y con quien a veces disiento–, tengo la sensación de estar en buenas manos. Sí, tengo la sensación de estar en manos de alguien que tiene los recursos para pensar en la Argentina. Que su propia condición, que el entorno y que las circunstancias políticas le permitan hacerlo... Bueno, es algo que nos excede a todos. Pero me da alegría cuando encuentro, en un político, la capacidad de pensar la realidad. Me parece que hacía mucho tiempo que no teníamos a alguien con la claridad de pensar en el acto de interlocución mismo. ¿Hay alguien que pueda tomar esa posta? Bueno, pienso que sí, pero decírtelo... A mí me parece que sí, que sin dudas sí lo hay. Lo que no se es si las condiciones políticas están dadas para que aquellas personas tengan en este momento una posibilidad presidenciable. Pero que las hay, no me cabe ninguna duda. ¿Y cómo se imagina el día después de CFK? Cuando la veo, como sucedió recientemente, padeciendo algunos males físicos o cierto estado de debilidad recurrente, me perturbo o temo que no se produzca aquello que yo creo que se va a producir con ella. A Cristina la veo fogonera: no la veo pasando a un rol de consulta superior sino que me la imagino –y la sueño, en realidad– en un rol de poder menor en la política pero extremadamente más cercano que como estadista de consulta. Creo que va a dar una sorpresa en este sentido. ¿CFK vuelve en 2019? Creo que no va a dejar pasar ningún período y va a ocupar un lugar de acción muy cercano y de acción política cotidiana. Creo que no va a descansar, y por eso señalo que me preocupa a veces si la energía la acompaña. Creo que va a ocupar otro cargo que no es el de la presidencia, lógicamente, sino un cargo menor pero que ya tenemos institucionalmente. Me la imagino en un cargo inferior en términos del verticalismo natural de la escala de gobierno, pero importante y fogonero y ejecutivo y cotidiano. No me la imagino ni pasando a cuarteles de invierno ni subiéndose a ningún trono. Me parece que ha demostrado algo muy vital. Y creo en esa vitalidad. Por eso me animo a ponerlo como expresión de deseo en esta entrevista.◆


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