MICHEL ROLLAND en Clase Ejecutiva (mayo 2017)

Page 1

NdTrolland.qxd

17/05/2017

02:24 p.m.

Page 18

MICHEL ROLLAND "El vino no es una cuestión de charla sino de tiempo"

DE LOS FUE UNO 0 3 E C A H IA, RAYECTOR ICO AÑOS DE T 6 4 N OCINA, ÚN O C EGA MEND MUNDO. D L O E B D U O S D . TIZA TINA A LA ARGEN ER MÁS CO A CON UN CLASS DE WINEMAK D G L IN R Y O W FL A COSECH R PA E E C IM ES EL A R L P E SU OMO USTROS D MALBEC C NIDOS. OS TRES L OSTAR AL L P A A R N B E E L STADOS U S E E O C S , O IA L C N N PIONER E A FR XITO FUERA DE E ES UN É ÑO TO PROPIO EMIUM QU N R P IE EL TERRU D IM N D E N L MÍSTICO D EMPRE O AS DEL B T L A L L E E T R O L B N E DE RIVILEGIA N MILLÓN DE VIDA, QUIENES P IÓN DE U A R T N DÉCADAS O C 7 PRODUCC A IR R L P PA IS M D U , C ISTA , A MESES DE DE POLEM LEYENDA VIÑEDO. Y io L SU E A E N L O IE P F t: Andrea del R UE IM LOGÍA. Tx PELABLE Q O A N E IN A D L A E D E D E LA VER T TERRIBL POR SOBR DE ENFAN N IÓ IC D N A SU CO REIVINDIC


NdTrolland.qxd

17/05/2017

02:25 p.m.

Page 19

CLASE <

19


NdTrolland.qxd

16/05/2017

02:43 p.m.

Page 20

D Discutirán las formas, pero no el fondo. Sospecharán de sus motivaciones, pero no de sus logros. Criticarán su estilo, pero no su éxito. Porque fue Michel Rolland quien, allá por 1988, llegó a la Argentina invitado por Arnaldo Etchart y, con su olfato de sabueso enológico, detectó que el país tenía el potencial necesario y el diferencial imprescindible para convertir al malbec en su cepa de bandera. En paralelo con su intensa actividad como el flying winemaker más cotizado del mundo –asesora a más de 300 cellars, 105 de las cuales visita personalmente entre una y cuatro veces al año–, se dedicó a evangelizar a las bodegas locales de norte a sur, de Salta a Neuquén. Y, fiel a su testarudez de capricorniano, decidió ser profeta en su tierra de adopción. No sólo adquirió 850 hectáreas en Vistaflores, convencido de que el Valle de Uco era el terruño mendocino del malbec world class del futuro, sino que también convocó a un grupo de familias nacidas y criadas en Burdeos como él –con centurias de expertise alumbrando Grand Crus y/o fortunas para apostar por viñedos al otro lado del Atlántico– para que participaran del proyecto que bautizó Clos de los Siete. Quince años y u$s 60 millones después, esa etiqueta elaborada con el aporte en partes iguales de Rolland Wines, Monteviejo, DiamAndes y Cuvelier Los Andes es uno de los blends de malbec de alta gama más exportados (75 por ciento de su producción) a los Estados Unidos, Canadá, Francia y el Reino Unido.

REUNIÓN CUMBRE “Es un proyecto único en el mundo”, desliza Rolland, con delectación, a propósito de su único emprendimiento personal fuera de Francia. Está

20> CLASE

sentado a la cabecera de una larga mesa en Espacio Monteviejo, el restaurante de la bodega que, hace apenas dos días, fue sede de la séptima edición del multitudinario festival Wine&Rock. En 24 horas habrá concluido la vendimia –exclusivamente manual– en este enclave a 1.100 metros de altitud, custodiado por el Cordón del Plata. Aquí están, en la gran cita anual que los reúne en el Hemisferio Sur, los herederos de sus partenaires originales. Una segunda generación que asume el desafío de la innovación en la continuidad y esta noche otoñal alza sus copas para celebrar el millón de botellas que alcanzó la cosecha 2014, ya disponible en el mercado. A mi derecha, la vibrante Véronique Bonnie, del clan propietario de Château MalarticLagravière y Château Gazin Rocquencourt, que fundó DiamAndes; enfrente de mí, la apacible Helene Parent, hija de la legendaria madame Catherine Père-Vergé (dizque la versión femenina de Rolland por la visión y pasión con que abrazó la causa del malbec argentino), quien tomó la posta, junto a sus hermanos, de los Château La Violette, Le Gay y Montviel y del capítulo local Monteviejo. A pocas sillas de distancia, el totémico Baptiste Cuvelier, integrante de una dinastía francesa vinculada a la viticultura desde 1804, con Château Léoville Poyferré y Le Crock como joyas de la corona familiar, y uno de los líderes de Cuvelier Los Andes. A su debido turno, la presentación en sociedad de los Monteviejo corre por cuenta del infatigable Marcelo Pelleriti, director General y Enológico de la familia Parent desde hace 15 años, amén de primer latinoamericano en obtener 100 puntos Parker con un vino galo; y el carismático Adrián Manchón, enólogo y gerente General de Cuvelier Los Andes, no se priva de cerrar su speech reivindicador de la filosofía rollandiana con un rotundo: “¡Michel es el maestro del blend!”. Todos para uno y uno para todos. Porque la particularidad que enorgullece a Rolland reside en la dinámica de origen de la cofradía: cada bodega elabora, junto a su equipo de enólogos, las etiquetas que mejor expresan la identidad de su microterroir y, a su vez, aportan el 50 % de su producción al súper blend que él firma y se comercializa como Clos de los Siete. “Hoy, nuestra marca tiene una visibilidad y posicionamiento que nadie pensaba posible de alcanzar en apenas 10 años”. “El vino no es una cuestión de charla sino de tiempo. No es cuestión de creer sino de demostrar. Y ese es mi trabajo”. “La Argentina es el único país capaz de hacer malbec de alta gama en el mundo: hay que estar mal de la cabeza para

no jugarse todo por esa cepa que es la única salvación”. “No se puede correr detrás de la Historia. Y lo cierto es que hace 30 años que yo ‘vi’ el Valle de Uco”. Entre paso y paso del menú criollo que enmarca la degustación de los ejemplares selectos de cada integrante del dream team, el winemaker dispara definiciones que tienen el sabor frío y el corazón caliente de una revancha. Porque le discutieron la forma y el fondo. Porque sospecharon de sus motivaciones y de sus logros. Porque criticaron su estilo y su éxito. Pero, tres décadas después, su divisa heráldica bien podría ser una versión del dicho triunfal atribuido a Julio César: vino, vidi, vici.

HONESTIDAD BRUTAL “En su momento, nuestro mensaje rompió muchos esquemas: vinos de muy alta calidad en un país donde no había tantas bodegas que conocieran y dominaran esa categoría, más la fuerte inversión que los socios realizaron para la época. El otro gran diferencial estratégico fue, y sigue siendo, ofrecerle al mercado internacional un excelente producto a un precio más que razonable”, resume Ramiro Barrios, CEO de Clos de Siete. Todavía no amanece y ya estamos desgarrando la densa niebla otoñal a bordo de su camioneta. Gajes del oficio: a la que madruga, Rolland la invita a desayunar en su bodega. Cinco horas de sueño mediante, el inefable enólogo hace gala de una energía y verborragia envidiables. En la próxima Nochebuena cumplirá 70 años. Un mero detalle para quien entendió que su oficio es el arte de la espera. En los últimos tiempos, extremaste tu reivindicación del malbec argentino. ¿Por qué la cepa de bandera necesita que la defiendas? A esta altura de la vida, todavía me sorprenden algunas cosas... Cuando llegué, la Argentina no tenía imagen como país productor de vinos, no tenía mercado, no tenía nada. Era un desierto en el mundo del vino. ¡No existía! En 2000, incluso, ¿quién hablaba de vinos argentinos? ¡¡Nadie!! Y se logra salir de la nada con el malbec. Ahora muchos empiezan a decir (en sorna): “Podríamos hacer bonarda, podríamos hacer algo más...”. ¡Por favor! El malbec es el malbec. Y el malbec es la Argentina. Listo (golpea la mesa). ¿Vamos a discutir su legitimidad? Es un error. Se pueden leer artículos donde se señala, con tono crítico, que “el malbec está en todos lados”. ¡Por supuesto... y por suerte! Porque si no existiera más malbec en la Argentina, no existiría más la Argentina. El cabernet de acá nunca va a superar a otros lugares que lo elaboran, el chardo-


NdTrolland.qxd

17/05/2017

02:26 p.m.

Page 21

CLASE <

21


NdTrolland.qxd

17/05/2017

02:27 p.m.

Page 22

Phs: Gentileza Clos de los Siete

nnay tampoco, el pinot noir pocas posibilidades tiene. ¡Listo! Es la realidad. Siempre defiendo mis ideas con mucha energía, pero es lógico lo que digo: podemos hacer todo lo que queramos en términos enológicos en este país, pero no se puede cuestionar lo emblemático del malbec. Además, es una suerte haberlo logrado y en tan poco tiempo. No cualquier país lo consigue. Mirá a Chile con el carmenere: no están haciendo nada y, encima, salen a decir que están elaborando malbec porque quieren subirse a la ola. ¿Y nosotros –no soy argentino, pero me incluyo (sonríe)– vamos a discutir la legitimidad del malbec? ¡Nunca! Sería tonto. El terroir ganó protagonismo como atributo diferencial. ¿El consumidor local ya está maduro para elegir etiquetas no sólo por la cepa sino por su microzona de origen? En Francia hacemos vinos hace 200 años. En la Argentina no vamos a imponer un concepto de terruño en 10 años. ¡Nunca! Eso no existe. Entonces, toda la charla sobre ‘la piedra blanca’... (NdE: Alude a la moda de los vinos calcáreos o minerales impulsada por otros players de esa zona del Valle de Uco) ¡Por favor! Pura chantada. Hay que ser serio en la vida. No se puede engañar a la gente. Un terruño es un terruño, y no depende del descubrimiento de nadie. Entiendo que vender vino no es fácil y, entonces, se desarrolla cualquier tipo de discurso, hasta la tontería. Pero, a mis 70 años, no lo puedo aceptar. Por supuesto que hay terruño en la Argentina, obvio. ¡Pero esperemos un poquito! ¿Quiénes pueden decir que tal parcela es mejor que otra? Pocos. Y, además, van a necesitarse muchos años hasta que ese conocimiento sea un vino de éxito. No se puede decir cualquier cosa para avanzar rápido. Además, el origen es un tema que le importa a los enólogos, pero para el público no es importante.

22> CLASE

¿Pero el vino no necesita un poco de mística? No tanto. El vino es un negocio un poco complicado pero, también, bastante simple. Complicado, porque hay muchas bodegas y cada una, buscando tener mejores posibilidades de venta que su vecina, inventa un discurso o historia. Pero, finalmente, el vino habla en la copa. Siempre. Un ejemplo muy simple. Y perdón, porque no es muy humilde... Clos de los 7 es una marca que no existía: salimos al mercado en 2005 y en 10 años estamos a un nivel de volumen que supera por poquito el millón de botellas. ¡Esa es la verdad! ¿Y de dónde sale? Disculpas, pero no de lo que dice la prensa (sonríe). Y ni siquiera de nosotros. Son los consumidores quienes valoran la relación calidad-precio impresionante. Listo. No se sí hay piedra blanca ni ninguna otra cosa, pero sí hay vino en la botella. Creo que, con la excusa de encontrar un lugar en el mercado, se charla demasiado. ¡Y se dice cualquier cosa! Cuando estoy de malhumor, puede afectarme. Pero hoy estoy de buen humor (risas). Clos de los 7 lleva 10 años en el mercado. Una década que, para el país, ha sido particular. ¿Cómo se incorporaron esas variables del contexto al proyecto a largo plazo? En la época de Kirchner, la situación política aquí era muy complicada. Y para los negocios, un drama. Importar barricas, por ejemplo, era casi imposible: había que presentar tal cantidad de papeles y ni siquiera se conseguía tinta para imprimirlos. Recuerdo que venía de visita con cartuchos para la impresora... Nos castigó mucho la vida, primero; y bastante el negocio, también. Bajó la exportación de vino argentino porque había muchas dificultades. Por suerte, el país tiene un mercado doméstico fenómeno. ¿Qué podíamos hacer? Sobrevivir. No nos facilitaron la vida ni el crecimiento del vino, porque

bajó mucho la llegada de inversores para otros proyectos. Ahora están empezando a volver, así que vamos a ver... Estamos esperando una nueva era, de cambio. Pero sí, aquel contexto nos castigó y el país se quedó estancado. Si no hubiera sido tan complicado, ya estaríamos con la previsión original de 120 mil cajas: demoramos 3, 4 ó 5 años en acercarnos a nuestro objetivo por las complicaciones económicas. Perdimos plata, tiempo, energía. Pero aquí estamos. ¿Significa que tiene esperanza en el nuevo ciclo político y económico? Lo que viene para la próxima etapa es muy simple: seguir así. Hacemos un montón de vino bueno y vamos a seguir compitiendo. La producción la tenemos bien, la calidad es excelente: el problema es salir al mercado internacional. Imaginate a un tenista, Federer, por ejemplo: si en vez de salir a jugar normalmente lo hace con una raqueta que pesa 4 kilos, va a tener problemas. Y eso es lo que hace la política: te pone peso en la espalda cuando estás jugando contra el mundo. ¿Qué pasa? Te cansás un poquito más rápido. Pero si no mueres, puedes sobrevivir. ¿Cuál es el lugar de la Argentina en el mapa mundial del vino? Hace 20 años, el Viejo Mundo hablaba del Nuevo Mundo. “¿¡Cómo que hacen vino en la Argentina!?”. Hoy, esa distinción ya no existe más. Ahora hay grandes países productores, que son Italia, Francia, España, los Estados Unidos y la Argentina. Entre ellos está la competencia, especialmente en Asia, donde los compradores miran el precio porque ya saben que la calidad está más o menos pareja. Claro que algunos, por posicionamiento, todavía tienen alguna ventaja: un bordeaux, aunque no sea de la mejor calidad, se va a vender seguro porque su imagen todavía es influyente. Vendo vinos


NdTrolland.qxd

16/05/2017

02:44 p.m.

Page 23

de Francia, Sudáfrica o la Argentina y te aseguro que en Asia no se fijan en el origen sino en la relación precio-calidad. Y, si es buen negocio, el terruño no les importa. Eso es nuevo para la industria a nivel mundial. El mercado asiático demanda 280 millones de hectolitros, del país que sean. Es muy simple. Y muy difícil. Te entrevistamos en 2010, a propósito del lanzamiento de tu libro El gurú del vino. ¿Por qué no escribiste otro? Va a quedar como el último porque no tengo más tonterías para contar (risas). Ese libro fue una respuesta a todas las tonterías que dijeron de mí después de 35 años de carrera, en un momento en que me calificaron con todos los títulos posibles... ¡Me llegaron a llamar “el Maradona del assemblage”! Por eso, elegí la palabra gurú para enojar a quienes hablan demasiado, como los que hicieron la película Mondovino. Son personas que le hacen daño a la profesión, como este Nossiter (NdE: Jonatan, director del polémico documental que, en 2006, alertaba sobre la supuesta globalización del vino impulsada por los flying winemakers, con especial acento en Rolland). Ahora este tipo... Puff, ya no está, nadie sabe quién es. Pero, en su momento, hizo acusaciones totalmente falsas y fuera de la realidad que recibieron atención cuando, en verdad, no valían la pena. Mi explicación es que lo agresivo o polémico fascina a la gente. Y, bueno, hay que vender... ¿Cuál es el secreto de tu vigencia? Un muy buen chaleco antibalas (risas). Y una energía enorme que me ha permitido sobrevivir en este trabajo durante 46 años. ¿Realmente ninguna crítica te afecta? Por supuesto que sí. Cuando algo no me gusta, tengo casi una reacción epidérmica. Me gustaría ser más diplomático y tratar de explicarme amablemente, pero ¡pum! (risas). No maté a muchos, pero me defiendo así. Hay veces en que me pregunto cómo se pueden llegar a decir tantas estupideces de mí. Te graduaste en 1971. ¿Imaginabas que tu profesión iba a darte la oportunidad de hacer vinos en todo el mundo? Pasaron 46 años y cambió mucho la profesión. Hoy, en el mundo, la cantidad de enólogos es enorme. En una empresita como la mía aquí somos nada menos que 5. Y así es en todas las bodegas, porque se convirtió en la formación necesaria para hacer los vinos que pide el mercado: el enólogo tiene un conocimiento superior al de los cellar master de antes. El vino necesita del saber técnico, y la prueba es el mejoramiento del producto desde que hay más enólogos involucrados en los últimos 20 años. Creo que va a seguir esa tendencia de que ellos estén al frente de las bodegas y, luego, estemos los asesores. ¿Es preocupante que el consumo mundial del vino haya bajado? Ha bajado en los países tradicionales, la Argentina incluida, pero por suerte está subiendo en los

Estados Unidos y en China. ¿Y qué hacemos, desde aquí, para tener presencia en China? ¡Nada! Es un mercado muy especial, interesante y atractivo. En la Argentina no tenemos muy buena imagen allá. Me explico: no tenemos mala imagen, pero tampoco tenemos buena. Y tendríamos que trabajar en ese sentido porque los chinos están bastante abiertos y, como hoy día no tienen un gusto particular, pueden aceptar cualquier propuesta. Creo que es más un problema de negocio y de posicionamiento. Llegada esta instancia, interviene Barrios, CEO de C7: “China es riesgosa. Por un lado, está el mercado de los hoteles o los wine shops, que representa el 25 % de todo lo que se exporta. El crecimiento es paso a paso, de bajo volumen pero alta exhibición. Por otro lado, el 75 % está en manos, a grandes rasgos, de empresarios chinos que vivieron acá, volvieron a su país, importan vino argentino y se lo venden a empresas que lo comercializan entre sus empleados y a ciertos distribuidores. En ese caso, no

importa la marca sino la relación entre los canales; entonces, el día que el importador se cansó y cambió, no hay demanda posible porque se construyó volumen y no marca. Uno tiene que decidir, en China, si quiere hacer marca o volumen. Todos queremos hacer ambas a la vez, pero no es fácil lograrlo allá. Uno puede ir a todas las provincias y lograr volumen en un año pero, al siguiente, desplomarse. Por eso es una operación riesgosa”. Mientras tanto, Rolland apura su tercera taza de café negro y la bruma matinal da paso a un cielo índigo contra el que los viñedos y la cordillera se recortan como un troquelado 3D. ¿Hay alguna región del mundo donde todavía no hayas elaborado vino? ¡Puffff! Desgraciadamente, son muchas. Hasta que no se hace vino, no se puede decir si una región tiene o no potencial. Cuando se tiene la curiosidad que he tenido, vas a cualquier lado, tratas de entenderlo y de hacer vino allí. Hoy, quizás ya es un poco

Ph: Château Cordeillan-Bages (gentileza Wine Paths)

Wine Paths

Es la más reciente aventura de Michel Rolland. Se trata de la primera plataforma digital especializada en experiencias enogastronómicas cinco estrellas en las regiones vitivinícolas de Francia, Portugal, España y Sudáfrica. A principios de junio, se suma oficialmente la Argentina al exclusivo portfolio que, en breve, también incorporará bodegas de Italia, Chile, Australia, Nueva Zelanda y los Estados Unidos. El site compendia, a través de una exigente curaduría editorial, no sólo una selección de bodegas y destilerías sino también de restaurantes, hoteles y agencias de viajes vinculados con el turismo epicúreo. Así, los visitantes acceden a la información y contacto directo con los players más exclusivos en el destino de preferencia, pudiendo organizar un wine trip absolutamente a medida. Con 130 referencias actuales, el objetivo es llegar a los 200 recomendados hacia fin de año. Esta iniciativa lleva el sello de Stéphane Tillement, fundador de Wine Tour in France, la agencia online pionera en organizar recorridos temáticos por los viñedos y los châteaux que mejor representan el art de vivre galo. En el caso de Wine Paths, Rolland no sólo ejerce como partner consultant sino que también avala, con un sello dorado, a aquellas bodegas de su especial preferencia, como Marianne Wine State, en la sudafricana Stellenbosch; Château d’Esclans-Domaines Sacha Lichine, en la Provenza francesa; Dominio de Cair, en la Ribera del Duero; y DiamAndes, en Mendoza. “Mi selección personal combina gemas ocultas y bodegas reconocidas, con el común denominador de la excelencia tanto de sus vinos como de sus servicios de hospitalidad”, resume el enólogo.

CLASE <

23


NdTrolland.qxd

16/05/2017

02:45 p.m.

Page 24

tarde para mí. Me quedan muchos lugares pendientes... A Alemania, que es un gran productor de vino blanco, fui una sola vez. Y cuando empecé a trabajar en el Hemisferio Sur, primero vine a la Argentina, después a Chile y luego a Sudáfrica, pero me faltó tiempo para ir a Australia. Claro que podría ir de vacaciones, pero puedes imaginar lo que diría mi novia si le dijera que nos vamos a tomar 15 días, lo que no hacemos nunca, para visitar bodegas en Australia... Ella siempre quiere matarme, pero en ese caso me mataría dos veces (risas). Ya están involucrados los hijos de tus socios. ¿Qué aportará la segunda generación? No hay que confundir innovación con revolución. Está claro que vamos a mantener la continuidad de estilo, pero también es cierto que algunos de los más jóvenes han hecho cosas que sus padres nunca habrían intentado. Estamos todos listos para entrar en una nueva etapa. Y se vincula más con el concepto de evolución que con la transformación. En ese sentido, estamos estudiando los vinos orgánicos, que son el futuro, sin duda, pero no vamos a lanzarnos de un día para el otro porque no sería prudente. Hemos construido un proyecto que funciona bien y es porque no está en nuestro ADN hacer cosas raras. Creo que, para los próximos 10 años, tenemos un potencial que nos permitiría llegar a las 120 mil cajas. El business plan original de esta sociedad es bien simple: hay una marca central de alta gama a la que todos aportan pero, al mismo tiempo, cada uno desarrolla su propia etiqueta. ¿Por qué lo pensé así? Porque cada uno de mis socios elabora vinos de primer nivel en Francia y tiene su propia red de distribución. Con la crisis de 2010 y la política que no nos ayudó, bajó un poquito la exportación de Clos, pero el objetivo es fortalecer la marca en el exterior. No es algo que se hace en unos meses, sino que se necesita tiempo. ¿Cuánto influyó en tu vida profesional y personal haberte involucrado tanto con la Argentina? Siempre agradezco a Arnaldo Etchart, el hombre que me ha permitido descubrir el país. Hace 30 años me invitó a visitar Cafayate y con él aprendí mucho del vino y de la cultura. La Argentina ha ocupado en mi vida un lugar importante porque he hecho muchas cosas en este país. Por eso, cuando llegó el momento, no tuve dudas en hacer aquí mi bodega. Definime, en cifras, el lado flying de tu labor como winemaker. En total, soy consultor de 105 bodegas en todo el mundo, que son las que visito personalmente entre una y cuatro veces al año. Pero con mi equipo tenemos 250 en asesoramiento. Aquí no tengo muchas porque, con este emprendimiento, no me es posible. Y en los Estados Unidos es donde más asesoro: son 21 bodegas en Napa Valley. En total, paso 6 meses al año viajando por el mundo. En noviembre, mi novia, Isabel, me dijo, un poco eno-

24> CLASE

LOS MOSQUETEROS DEL MALBEC. Jean-Jacques Bonnie (DiamAndes), Baptiste Cuvelier (Cuvelier Los Andes), Jean Guy Cuvelier (Cuvelier Los Andes), Verònique Bonnie (DiamAndes), Michel Rolland (Rolland Wines), Bertrand Cuvelier (Cuvelier Los Andes), Henri Parent (Monteviejo), Alfred y Michèle Bonnie (DiamAndes), Ramiro Barrios (CEO de Clos de los Siete).

jada, que estaba superando ese tiempo: busqué mi agenda, saqué la cuenta y dio 182 días. Exactamente uno menos que la mitad del año. ¡Gané yo! (risas). ¿Ya tenés asegurada tu sucesión? Mi hija Stephanie es quien maneja las finanzas y mi hija Marie es responsable de imagen y promoción. Ellas van a seguir con el negocio, así que voy envejeciendo poco a poco y tranquilamente. ¿Pero te imaginás retirado? ¡Es que no sé pescar! (risas). Lo único que me podría limitar, en algún momento, sería algún problema físico. Pero a mí me encanta: hoy estoy en Mendoza, en dos días me voy a Nueva York, a la semana viajo a China. Es lo que me gusta. Para quien está a mi lado puede volverse un poquito complicado, pero mi vida es mi vida. A fin de año cumpliré 70. ¡Y llego bastante bien! (risas). ¿Qué es el ocio para un workaholic? No creo en el tiempo libre. Pero, cuando lo tengo, me gusta viajar a lugares que no conozco. Tengo la misma curiosidad de siempre para todo. Y me interesa la gente. Puedo ser un poco peleador, pero me encanta la gente. ¡Y me gusta pelear, porque me mantiene joven! (risas). También juego al golf y cazo todo lo que puedo. ¿Para ejercer el abuelazgo sí te hacés tiempo? ¡Eso es muy importante en mi vida hoy! Es muy divertido ser abuelo. Con cada uno comparto algo: a Camile (10) le encanta leer, los mellizos Arthur y Theo (7) aman el fútbol, con Raphaël (4) vamos a ver los patos y las flores del parque frente a mi casa porque le gusta la naturaleza. Y si alguno de tus nietos quisiera seguir tus pasos, ¿qué le aconsejarías? Eso es lo único que les reprocho a mis hijas: me hicieron abuelo demasiado tarde... De hecho, Marie va a volver a ser madre en breve, de una niña. Si llego a los 80, mis nietos van a ser adolescentes. Y no es suficiente tiempo para tener influencia en ellos en ese sentido. Es una pena. Sólo podemos diver-

tirnos. Y tampoco está mal, ¿eh? ¿Cuál fue la figura familiar que te influenció? ¡Nadie! Hoy soy un tipo malo, pero de joven siempre tuve un carácter... De mierda, vamos a decirlo (risas). Mi padre me hizo estudiar viticultura y enología para ayudarlo en la propiedad de la familia, que eran 15 hectáreas de viñedos. Mi hermano es abogado, pero yo no tuve la posibilidad de hacer algo diferente. Ni se me ocurrió. Ahora, si no hubiera ido a la universidad, quizás hoy seguiría manejando el tractor en la viña... No, no lo creo: no está en mi ADN (risas). ¿Por qué no hay flying winemakers mujeres? Creo que es una ocupación muy buena para las mujeres, porque se necesita feeling e intuición. El único problema es que te toma la vida. Yo dejé todo de lado, incluida mi vida familiar. Pensá que a fines de los ‘90, y no pasó tanto tiempo, hacía 155 asesoramientos en todo el mundo... ¡Sin asistentes! Era vivir arriba de un avión y trabajar de 7 de la mañana hasta la medianoche. Esta profesión necesita que uno esté un poco loco y que le dedique todo su tiempo. Sí, este trabajo te come la vida... ¿De qué error aprendiste más? Cometí muchos... El más importante, cuando era joven, fue querer lograr todo rápido y pretender que las cosas cambien de un día al otro, sin darme cuenta que todo tiene una inercia que hay que aprovechar sin empujar. Y, también, diría que a llevar mejor las relaciones humanas es algo que aprendí con el tiempo. Siempre lo he dicho: no hay buena enología si no hay buena psicología. Porque nuestro trabajo, si bien tiene una parte técnica, implica fundamentalmente convencer a la gente de nuestra visión. Con los años y la variedad de gente que conocí, desde millonarios hasta vendimiadores, adquirí una capacidad de interpretación de las personas que me enseñó que, a la hora de elaborar vinos, ellas son más importantes que el terruño... ¡Y que ‘la piedra blanca’! (risas).◆


Turn static files into dynamic content formats.

Create a flipbook
Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.