DAMIÁN SZIFRON en Clase Ejecutiva (julio 2014)

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A LA MESA DEL CHEF

Julio 2014 / Nº 156 Esta publicación forma parte de la edición Nº 32.134 Prohibida su venta por separado. Será opcional a partir de la próxima edición del diario a $ 9

El boom de comer en un laboratorio de sabores.

CAZADORES DEL TIEMPO Lifehackers, los que buscan atajos para ser más productivos.

Tras 7 años sabáticos, el creador de Los Simuladores vuelve con todo. Su película Relatos salvajes retrata el lado violento de la sociedad. Por qué cree que “no hacen falta más políticos, sino nuevos héroes”.

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"No necesitamos más políticos sino nuevos próceres"

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SZIFRÓN DESPUÉS DE 7 AÑOS DE OSTRACISMO CREATIVO, EL DIRECTOR DE LA RECORDADA SERIE LOS SIMULADORES VUELVE CON RELATOS SALVAJES, UNA PELÍCULA SOBRE LA INJUSTICIA, LA CORRUPCIÓN Y LA BUROCRACIA COMO DETONANTES DE LA VIOLENCIA COTIDIANA. PIENSA QUE

POR QUÉ

“PARA ENTRETENER SOLAMENTE, LAS COSAS DEBERÍAN ESTAR DEMASIADO BIEN”.

Txt: Andrea del Rio y Leo González Ph: Nico Pérez

“Los hijos de puta gobiernan el mundo. Y así está el país: todos quieren que estos personajes tengan su merecido, pero no quieren mover un dedo”, sentencia la áspera cocinera de un parador de ruta cuando el usurero del pueblo asoma por allí sus prepotentes narices. “Sos un negro resentido”, le espeta el trajeado conductor de un auto de alta gama al humilde trabajador que, al volante de un vehículo baqueteado, se niega a cederle el paso en un desolado y corcoveante camino provincial. “Los que trabajan para delincuentes, son delincuentes. Sos un miserable servidor de este sistema corrupto”, vocifera un pacífico ingeniero en la ventanilla donde le informan la descomunal suma que debe abonar en concepto de multa y acarreo de su auto supuestamente mal estacionado. “Son una manga de buitres”, se planta el empresario acomodado cuando decide que una coima a funcionarios policiales y judiciales deja de ser un buen negocio en términos estrictamente financieros. Frases comunes, quejas compartidas, conflictos cotidianos. Relatos salvajes, la película que marca el regreso de Damián Szifrón a la primera línea de fuego mediática, es una ficción incómoda estructurada en 6 episodios independientes donde resuenan los ecos de la indignación ciudadana que tiñe noticieros, charlas de ascensor y sobremesas domingueras. Tras 7 años de retiro creativo, el guionista y director de las exitosas series televisivas Los simuladores y Hermanos & Detectives (ambas con remakes en España, Italia, México, Chile) y de las películas de culto El fondo del mar y Tiempo de valientes, está listo para compartir su visión sobre el lado oscuro del sistema capitalista y democrático, cuyas altas dosis de corrupción, injusticia y violencia convierten a los ciudadanos de a pie en vengadores revanchistas de mecha corta. Con fecha de estreno local prevista para el 14 de agosto, Relatos salvajes –coproducción de la argentina K&S Films y la española El Deseo, de los hermanos Almodóvar– llega precedida por su arrollador desempeño en el Festival de Cannes, donde fue aclamada (de pie y durante 10 minutos) por la crítica más exi-

gente y participó de la competencia por la Palma de Oro, ambos hitos sin precedentes en la cinematografía argentina. Y Sony Pictures Classic anunció la adquisición de los derechos para su distribución en Estados Unidos, Australia y Nueva Zelanda. Luego del photocall con el Mediterráneo como telón de fondo, Szifrón y parte de su multiestelar elenco (Ricardo Darín, Leonardo Sbaraglia, Oscar Martínez, Érica Rivas y María Marull; faltaban Darío Grandinetti, Rita Cortese, Nancy Dupláa y Julieta Zylberberg) brindó una conferencia de prensa que lo consagró como el nuevo niño mimado de la industria. Las crónicas reprodujeron, celebratoriamente, sus reflexiones sobre procesos creativos, búsquedas artísticas y desafíos de realización. Pero, entre tanto laudo, se coló la realidad. Los corresponsales consignaron que una periodista española le preguntó, directamente, cómo creía que la presidenta Cristina Fernández de Kirchner recibiría la película, que hace foco en temas calientes de la coyuntura, como la violencia: “No creo que Relatos refleje a la Argentina, sino que es algo universal”, se desmarcó rápidamente, para luego conceder que “si los políticos hicieran su trabajo bien, haría otras películas”. Entre esas declaraciones y el encuentro con Clase Ejecutiva transcurrió apenas un mes. Tiempo suficiente –o necesario– para que Damián Szifrón apelara a su legendario perfeccionismo para afinar su resistencia a dar respuesta a esas preguntas incómodas que su propia película inspira. El público te asocia con historias de humor inteligente, luminosas, de triunfo natural del bien sobre el mal. En Relatos, sin embargo, los mansos le ganan al sistema cuando se vuelven salvajes. ¿Es lo que opinás sobre nuestra realidad después de 7 años de mirarla de afuera? Creo que, de alguna manera, el bienestar te permite tener una mirada crítica mucho más aguda respecto de cómo funcionan la sociedad, las personas, los vínculos. Realmente lo podés ver sin ser parte, sin esa furia o esa cosa contenida que a veces no te deja anali-

zar el tema porque lo estás viviendo y experimentando. Pero no fueron 7 años sabáticos: no soy ni remotamente rico, no lo era en ese momento, ni recibí una herencia. El propio trabajo me iba permitiendo avanzar y vivir de lo que escribo. Además, tenía un contrato cerrado con una productora, pero tampoco es que estaba en una situación económica como para pasarme 30 años sin filmar. La película tiene mucha violencia, oscuridad y densidad temática, energética y dramática porque va al hueso de lo que cada historia toca. Tenía ese deseo de penetrar y no dejarla superficial, que no fuera un simple enfrentamiento sino ir hasta el final del conflicto que se planteaba en cada relato. Por eso, creo que es fruto de poder observar en profundidad una sociedad respecto de la que tengo una mirada muy crítica. Y no me refiero sólo a la Argentina, sino al mundo, al capitalismo universal. ¿Qué es lo que más te molesta? La idea de que la gente viva vidas y tenga conductas que realmente no elige aunque cree que sí, porque hay un sistema que nos aglutina a todos, que está prediseñado y que tiene beneficiarios muy claros, aunque no son visibles, y eso hace que perdamos enormes cantidades de tiempo en... ¡la declaración jurada! Cuando escribís, te dedicás a pensar y ver el mundo, más allá de vivirlo. Y yo a veces junto papeles y veo esa situación de que compro algo, tengo un papel, lo pongo en una caja y después todos esos papeles los tengo que separar y dárselos a alguien... ¡Me parece una locura! El sistema impositivo tiene beneficiarios que, en mi opinión, no son necesariamente ni mayormente los ciudadanos. Esas cosas producen presión. ¿Y desigualdad? La desigualdad social... Cuando pienso en el episodio de Relatos donde dos hombres se pelean en la ruta y son víctimas de un mismo sistema... Uno, representa a una enorme cantidad de gente que, a mi criterio, está criada para producir, lo que llamamos gente humilde o pobre, que nace para ocupar puestos de trabajo. Cuando se dice que se está tratando de resolver la pobreza... ¡Ningún país capitalista quiere hacerlo porCLASE <

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que se necesitan pobres para ir a las plantas, para barrer las calles, para cosechar alimentos, para extraer minerales de la tierra, para colgarse de un piolín para construir un rascacielos! Esa gente es necesaria, es parte de lo que se llama la mano de obra. Y después hay un montón de otra gente que normalmente nos hacen creer que es la gran favorecida de este sistema, que es la gran clase media, criada para consumir. Y eso también conlleva un estrés enorme, porque viven un montón de años deseando cosas que nunca van a tener y viendo cómo se las ingenian para poder ser propietarios de algo –una casa, un auto, una computadora– y desde que se despiertan hasta que se van a dormir son bombardeados con una cantidad de publicidad descomunal. Entonces, siento que eso deviene en gente muy estresada y alterada que, cuando se toca en cualquier situación, deriva en una tragedia. Obvio que la película tiene un tono exagerado por momentos, pero también leo noticias así en los diarios. Es exagerado pero verosímil. Me pasa a mí, cuando leo que un tipo se tiró nafta, se prendió fuego y salió corriendo por ahí: nunca pienso que es un loco ni un extraterrestre, siempre la sensación que tengo es: ‘Y sí, entiendo cómo podés perder los estribos en este mundo’. ¿Ves noticieros, programas de debate político? Porque muchos de los diálogos de tu película parecen extraídos de ahí... No, la verdad es que veo poca televisión y leo poco los diarios: los reviso, pero me voy alejando de a poco de esa información diaria porque me parece que no refleja la realidad, sino que la tapa y la distorsiona. Pero sabés que en los medios están presentes los ejes de tu película, como la violencia, la injusticia, la corrupción, la burocracia. Si bien insistís en la universalidad de Relatos, los conflictos se resuelven de una manera muy argentina... ¿Te referís a la corrupción y ese tipo de cosas? Porque yo lo siento parte de este sistema sociopolítico pero también me parece que la especie humana genera ese tipo de vínculos. Hay sistemas o sociedades que podrían atenuar muchísimo ciertos impulsos negativos en vez de exacerbarlos, exagerarlos y fomentarlos. Pero no diría que esta película es una crítica a este país. De hecho, la mostramos en Cannes y todo el mundo se reía o se tensaba ante las mismas situaciones. Claro que varían los matices: hay países con otro tipo de síntomas, donde uno pensaría que está todo bien y de repente entra un universitario con un fusil y mata a 18 personas. Por eso, ¿tu película señala el modo argentino de resolver esos conflictos sociales? Porque el fenómeno del estudiante francotirador es anecdótico en la Argentina, igual que el del asesino serial... O es un funcionario público, que lo hemos tenido... Bueno, obviamente no me refiero a nadie de la actualidad. (Se tensa) Eso, te pido, no lo lleven hacia la crítica al kirchnerismo porque de verdad pienso que es claramente algo general, no siento que esté hablando de eso. Creo que uno no puede evitar dos cosas: ni la nacionalidad ni la universalidad. O sea, si

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sos honesto y genuino, pertenecés a un mundo, a un país, a una región y a un determinado contexto; y si no filtrás, condenás ni acorralás tu imaginación, lo que surge tiene que ver con la sociedad en la que estás. Y, por otra parte, los países son dibujos imaginarios: somos parte de la misma sociedad global y todo lo genuino es universal. Aunque insistas con que no es un retrato de este momento puntual de la Argentina, sabés que va a ser leído en este contexto... Sí, te entiendo. Eso me parece bien: las películas tienen su momento y tienen su contexto. En ese sentido, acuerdo. La han llamado “un fresco de la sociedad” en el Festival de Cannes. Está bien... Quiero decir, no puedo juzgar cómo cada uno lee la película. ¿Y cuál de todas las historias te representa? Puedo realmente identificarme con todos los personajes en distintos momentos de la vida y no necesariamente en momentos similares a los que viven. Empiezo por decir que me ha llevado el auto la grúa de lugares donde no estaba claramente señalizado que no se podía estacionar y eso genera una indignación. He ido manejando tranquilo por la ruta y que un salame en un Audi se me pegue atrás y me haga luces como diciendo: ‘Movete de ahí, basura insignificante, que tengo que pasar’, y en esos momentos te volvés loco. La conexión con esos espacios la comprendo. He asistido a casamientos en donde ves la tensión propia del ‘tiene que salir todo bien’ pero hay un conflicto de base que está ahí y que no deja disfrutar. También he escuchado historias de gente con dinero tratando de tapar un crimen. Y he deseado que se presente ante mí algún personaje que en algún momento dañó a mi familia o provocó sufrimiento en mis padres. Fantaseé con ese tipo de venganza, pero nada es directamente autobiográfico. Dejaste muy en claro que es una interpretación posible, y que aceptás, que Relatos salvajes sea un

fresco de la actualidad, pero enfatizás que no es tu opinión. ¿Es un llamado de atención? Pienso que sí, que puede ser así pero no porque tenga carácter mesiánico o que quiero iluminar el futuro de una sociedad sino porque pienso que un director de cine tiene esa tarea: tener una mirada crítica sobre el mundo en donde vive porque justamente es alguien que se dedica a revisarlo, pensarlo, procesarlo. Así como te digo que las películas de entretenimiento no me parecen ni me parecerán jamás una mala palabra, no es algo sólo inherente a esta actividad sino que también aplica a tus amigos, a la persona de la que te enamorás: los vínculos están atravesados por el entretenimiento y, si te aburrís, te vas para otro lado. Entonces, así como eso tiene que estar, también hay algo en relación al contenido que me parece fundamental y a veces me resulta casi ofensivo que no lo tenga. Es decir, me parece que para entretener solamente, las cosas deberían estar demasiado bien. Hay tantas cosas que funcionan mal que me parece que al mismo tiempo hay que entretener y opinar, entretener y dar una mirada, una respuesta, una idea y como mínimo –o máximo, en el mejor de los casos– generar buenas preguntas. ¿La violencia, la inseguridad y la injusticia necesitan respuesta prioritaria? Que fueran el eje temático es algo que ocurrió, no lo elegí. Te digo: las ideas aparecían como situaciones conflictivas, imágenes en la ruta... Me imaginaba ofender a alguien desde la comodidad y seguridad que te da estar manejando un auto blindado a toda velocidad, y después inmediatamente estar ante la orfandad del espacio abierto, con la goma pinchada y que ese a quien ofendiste viniera a emparejar la situación. Aparecía esa situación y no la intención previa de (imposta la voz) ‘retratar la lucha de clases para demostrar la peligrosidad del mundo en que vivimos’. Pero no ignoro que la

Un innovador perfeccionista Por Axel Kuschevatzky “Damián es un innovador esencialmente porque es un perfeccionista. Es uno de esos realizadores que se da cuenta que la forma de narrar lo convierte en un rupturista. Una de las cualidades que tiene es cómo utiliza las herramientas en la narrativa del cine de género para contar cosas de la vida cotidiana. Esto es algo que siempre estuvo presente en todos sus programas de televisión, en las series y en sus filmes. Los simuladores respondía a la pregunta de qué ocurría si los miembros de Brigada A o de Misión imposible aplicaran sus capacidades para resolver conflictos de la vida diaria. Parecido es lo que ocurría con El fondo del mar, que construía una suerte de comedia/thriller sobre la fantasía del personaje, que empieza a creer que su mujer lo engaña; o la vida del psicólogo que descubre que ciertas cosas no son como creía en Tiempo de valientes; o ese detective que tiene que convivir con un hermano que no sabía que tenía en Hermanos & Detectives. En todos esos casos, Damián utilizaba la mecánica, los ejes, de la ficción de género para meterse en problemas de la vida cotidiana. Damián es, esencialmente, una forma evolucionada de la misma persona que era cuando estudiaba cine en la universidad, cuando lo conocí. Cuando uno ve, por ejemplo, su primer corto profesional, Punto muerto, está narrado con el mismo espíritu y el mismo arte que está narrada Relatos salvajes. De la misma manera, es una persona que trabaja hasta el más íntimo de los detalles, incluyendo la tipografía de los afiches de las películas. Es tan famoso por ese nivel de obsesión que muchas veces Los simuladores salió al aire en Telefé haciendo play desde la isla de edición, que estaba conectada a la salida satelital del canal. Básicamente, porque terminaba de hacer el montaje de los episodios segundos antes de tener que salir al aire”.


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El tren (1991), Río de culpas (1992), Ruptura (1993), Oídos sordos (1994), Punto muerto (1995), Kan, el trueno (1996), Los últimos días (foto, 1997)

“Son los cortometrajes que realicé durante el colegio secundario (Escuela Técnica ORT) y la facultad (Universidad del Cine). El primero lo protagonizó mi abuelo, León Stofenmacher; y los últimos, Diego Peretti,Alejandro Fiore y Federico D’Elía. Los conocí a través de Esteban Student, un profesor del secundario muy influyente que luego se convirtió en un gran colaborador. Más tarde, junto a Martín Seefeld, protagonizarían Los simuladores”. Ritmo de la noche & Videomatch (1993) “Mientras estudiaba cine, trabajaba en televisión. Durante esa etapa adquirí muchísimas herramientas.A diferencia de un rodaje de ficción, donde los roles suelen estar más definidos, en este tipo de programas, como asistente de producción o productor de exteriores, te

hacés cargo de pequeños segmentos de punta a punta.Tenés una idea, organizás un equipo, salís a la calle, dirigís, compaginás. Era muy chico, pero había espacio para la creatividad y mi trabajo iba siendo progresivamente valorado. De hecho, el productor ejecutivo era Claudio Villarruel, que dirigía Telefé cuando hice Los simuladores y Hermanos & Detectives”. Perdona nuestros pecados (1995) “Con Gastón Portal éramos compañeros en la Universidad del Cine.Almorzábamos juntos, vio algún cortometraje mío y me invitó a participar del programa. En ese momento, PNP era furor, estaba hecho con inteligencia, tenía una mirada muy crítica sobre la televisión. Como sabía

de cine, tenía facilidad para encontrar escenas o segmentos de películas que aportaran un comentario irónico sobre determinada situación. Pero mi máxima hazaña fue desenmascarar a unos falsos adivinos centroamericanos que habían revolucionado la televisión. Desfilaban por los programas de mayor audiencia con sus pruebas asegurando, por ejemplo, que curaban el cáncer. El truco que hacían era impactante.Y me dediqué a estudiarlos durante varios días hasta que descubrí el código oculto. Cuando PNP emitió el informe, tuvieron que pedir disculpas e irse del país”. Atorrantes (1996/7) “Como en la pantalla, el detrás de la escena de este programa estaba dominado por cierta atmósfera de colegio secundario, en el mejor de los sentidos.A diferencia de otros espacios en que había trabajado, sobre todo en algunas productoras de publicidad por las que pasé fugazmente y se vivía un clima hostil, de bastante opresión, aquí la regla era pasarla bien. Un poco por la naturaleza de su conductor, Pato Galván, otro por la de sus productores, Raúl y Leo Fernández (no son parientes), y también porque salía en vivo a las 12 de la

noche. Circulaba gente muy valiosa –Axel Kuschevatzky hacía informes de cine; Guillermo ‘Fierita’ Catalano, notas– y viajé muchísimo. Durante todo un año, una vez por mes, me enviaban con un equipo de exteriores a alguna ciudad del Caribe, Brasil o Estados Unidos. Además de pasarla extraordinariamente bien y hacerme grandes amigos, conocí a María Marull, mi actual mujer”. La vuelta al mundo (1998) “Cuando Nicolás Goldbart, íntimo amigo de la facultad (que luego sería el montajista de mi primer largometraje), me invitó al estreno en el Bafici de una película que había compaginado, Mundo grúa, de Pablo Trapero, me invadió una gran depresión. La película me encantó.Y tomé consciencia de que me había alejado de aquello que tanto amaba: la ficción. Mientras viajaba por el Caribe haciendo notas del tipo E Entertainment, esta gente había hecho una gran película. Renuncié automáticamente a mi trabajo y me puse a escribir. Lo primero que surgió fue la idea para una serie que titulé La vuelta al mundo. Quería rodar cada episodio de esta comedia romántica en un país diferente, con pocos actores y un equipo muy reducido. Sigue en pág. 21

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película está teñida de todas esas cosas y que la idea, de por sí, conlleva un montón de opiniones relacionadas con la sociedad. Me parece algo bueno y positivo, que hace al contenido. Y además me parece inevitable que, si te imaginás que la situación está buena es porque intuís que en otros también está ese miedo, esa idea de ‘no inicies una pelea que no estés dispuesto a terminar’, que los actos tienen consecuencias. Esta película procesa esa temática, yendo de lo social a lo más íntimo. En uno de los episodios, las redes sociales tienen un rol polémico como validadoras de una conducta extrema y justiciera. ¿Cómo te llevás con esos nuevos foros ciudadanos? No pienso que estemos cada vez peor ni que estemos en medio de una larga serie de involuciones y que ahora es dramático y antes era la panacea. Ni tampoco tengo la ingenuidad de creer que estamos cada vez mejor y que el mundo es más sano, limpio, ordenado y nos hace más felices. Sí soy consciente de que hay una evolución técnica que trae un montón de progreso. Y también creo que no estamos a la altura social o intelectual para utilizarlo de la mejor manera posible y para beneficio de todos. Son tantas las cosas que tuvieron que suceder para que después alguien termine chateando idioteces sin prestarle atención a la gente que tiene al lado... ¡A veces es tan desigual el poder de esas tecnologías en relación con para qué se las usa! O la televisión: me parece un medio espléndido, maravilloso, que está utilizado, como el cerebro humano, al 4 % de su verdadero potencial. Son tantas las cosas involucradas –antenas, satélites, botones en la sala de control, ingenieros de imagen y sonido– para que de repente tengas programas de chimentos... Comunicá otras cosas, expresá otras cosas, hacete cargo de la responsabilidad de ocupar un lugar así. Hace poco dijiste que “tendría que haber un comité de limpieza en la cultura que verdaderamente se meta en los canales y colabore, no por censurar, pero sí que nos dejemos de joder porque a esta altura de la civilización y la humanidad lo que es basura es basura”. Si lo hubieras dicho en medio del debate por la Ley de Medios, no habría pasado desapercibido... Creo que hay muchísimo trabajo para hacer. Si miro la televisión, no se parece a lo que a mí me gustaría ver. Y no siento que esté diciéndolo desde un lugar de espectador sofisticado, con pretensiones. La siento tremendamente hostil, irrespetuosa. ¡No somos tachos de basura como para que nos tiren desechos las 24 horas por día! Y la explicación no es que ‘la gente lo elige, lo quiere ver’: hay un hábito creado pero, si hubiera otra cosa, la gente la miraría. Encuentro me parece una buena señal, ¿ves? Me parece que suma. Pero no es que todo tiene que tener una pátina cultural. Simplemente podría haber series de televisión bien hechas, con más ideas, con más tiempo de escritura, con más tiempo de realización, sin publicidad en el medio. Me parece una falta de respeto que en medio de una escena aparezca un cartel de una casa de electrodomésticos como pase a otra escena. Te vas habituando a cosas que son descabelladas, según mi metier: la gente está metida en una realidad paralela

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que alguien creó y no podés interrumpir así como así, cada tres o cuatro escenas, con un chirimbolo que entra y sale. ¡Es desvergonzado! Se fue prostituyendo al punto que dan pocas ganas de hacer algo en ese contexto. No critico tanto el resultado sino la falta de ambición o la falta de intento de hacer algo diferente. La televisión está evolucionando mucho en otras partes del mundo y hay series que son extraordinarias. Son muchas cosas que tienen que ir avanzando en paralelo en una sociedad, como la educación, la cultura. Pero pienso claramente que la comunicación y la televisión son parte de la educación y la cultura. Un chico aprende de lo que le dice una maestra y de lo que ve en la pantalla. Y diría que una pantalla tiene una autoridad. Es como algo oficial: hay mucha gente que autorizó que se vea algo para todos nosotros; son muchos los filtros que pasan los programas para poder estar en el aire, y de repente ves cosas que son una barbaridad. No sólo moral, estética también. Con lo cual, no es un tema de recursos. Porque en estos últimos años hay una política generosa de subsidios para producciones audiovisuales... No, para nada, no me parece un tema de recursos. Me parece que muchas veces hay más plata que bue-

Un niño sabio y fatal Por Rita Cortese “Relatos salvajes es mi primer trabajo con Damián. ¡Y es un director que me encanta! Me parece interesantísimo, creativo, inteligente. Lo más rescatabale es su pasión, su curiosidad por todo, su capacidad para estar conectado con el universo, que se ponga nervioso cuando dirige, que tenga sentimientos. Es un ser especial, un niño tan sabio como fatal. Lamentablemente, estamos atravesando tiempos pasteurizados. Por eso, cuando aparece alguien tan apasionado y talentoso, me atrae. Nuestro segmento se filmó de noche y cada madrugada, cerca de las 6, cuando se cumplía el horario, él seguía con ganas de filmar: teníamos frío y hambre, casi caminábamos por las paredes, pero él estaba fascinado con la imagen. Todavía lo veo ahí sentado, inclinado hacia adelante, tan cuidadoso y obsesivo, queriendo un poco más. Damián tiene esa profundidad que tiene que ver con ser artista, con tener identidad y estar atravesado por la realidad. La película se corre del deber ser para mostrar una época de verdad. Es algo por lo que brindo”.

nas ideas. Y me parece que no hay un esquema que reciba, busque o persiga las buenas ideas, lo cual me genera mayor angustia. ¿Se trata realmente de buscar buenas ideas, alguien trata de hacer acá, de verdad, Breaking Bad o Mad Men? ¿Ven ese intento en los esquemas de poder que son ciertas productoras? Si no lo hacen los privados, ¿deberían hacerlo la TVPública y otras señales estatales? Sí, creo que sí. Pero ahí no veo que los intereses de unos atenten contra los de otros. Quiero decir: los gobiernos van a ir cambiando y espectadores de cine seguirá habiendo. Y la ficción genera entusiasmo porque es una necesidad en el ser humano desde las pinturas rupestres: hay algo en relación a capturar el comportamiento de nuestros semejantes que ejerce fascinación desde siempre y que va a seguir así. Sea privada o estatal, no veo un conflicto con que la televisión, además de ser buena, sea comercial: esa es una barrera que no reconozco ni voy a reconocer. ¿Alguna vez filmaste con subsidio oficial?

Tuve la suerte de que lo primero que hice fue Los simuladores y, naturalmente, un proyecto que fue muy exitoso atrae capitales para los siguientes. Entonces, no te puedo hablar como director del problema de conseguir financiación porque, sinceramente, no lo sufrí. Pero cuando otro director habla de lo difícil que es hacer cine, hay que darle micrófono. Yo lo escucho porque se que es tremendamente costoso filmar y me parecen válidos los señalamientos que quieran hacer, pero no los hago porque no los experimento. Al contrario, siento que me proponen muchas más cosas de las que puedo hacer: me veo diciendo que no a un montón de cosas que me atraerían, me dan ganas de producir y filmar más. Más que saber por dónde va el problema, tengo en claro por dónde va la solución: hacer cosas mejores. Y para hacer cosas mejores siento que hay que estudiar mucho, esforzarse y tener el deseo y la ambición de hacerlas. Luego, hacerlas. ¿Por qué genera tanta expectativa tu regreso? Lo que puedo decir es que amo lo que hago, siempre


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Leo Fernández, productor de Atorrantes, se sumó a la aventura de financiar el piloto. Lo rodamos en Zihuatanejo, México, con Rodrigo de la Serna y Érica Rivas como protagonistas. Fue un caos, me costó muchísimo hacer un trabajo decente en tan pocos días y al principio me asusté, creí que nunca iba a poder dirigir nada. Pero luego lo pudimos sacar adelante y el piloto quedó bastante bien. Jamás salió al aire, pero gustó mucho, y cada persona a la cual se lo mostré me ofreció un trabajo”. Calientes, Por ese palpitar, Un mundo de sensaciones (1999/2000) “Durante un par de meses fui dialoguista en una tira de Canal 13, pero duré poco.Tenía que escribir escenas sin conocer la totalidad de la historia, me costaba muchísimo encontrarle sentido a las situaciones y me sentí expulsado. Había gente capaz, pero ese sistema definitivamente no era para mí. Luego escribí algunos episodios completos de los programas que produjeron los actores Andrea Pietra y Carlos

Maestro del humor inteligente Por Gustavo Garzón “Creo que Szifrón es la aparición más importante que tuvo el medio audiovisual argentino en los últimos 10 años. Tiene una capacidad para escribir, dirigir, musicalizar y editar fuera de lo común. Mi experiencia con él se remonta a su primera película, El fondo del mar. No lo conocía, todavía no había hecho Los simuladores, y me mandó un guión. Leí las 10 primeras páginas y lo felicité porque sentí que eran las mejores que había leído de un guión de cine argentino en mi vida. Llamaba mucho la atención la síntesis, la claridad, el lenguaje, el humor y los colores. Me mostró el piloto de Los simuladores: lo terminé de ver y le pregunté en dónde tenía que firmar. Cuando me dirigió, usaba una sola palabra: parco. Era todo lo que me decía y sólo con eso me alcanzaba para hacer lo que tenía que hacer. Me sentí actuando muy a gusto. Creo que maneja un humor inteligente y a cara de perro, que pocos lo hacen como él. Mientras él hacía Los simuladores, yo actuaba en una tira en Telefé. Mi camarín estaba pegado a la oficina de producción de la serie y se escuchaba cómo lo puteaban en todos los idiomas porque tenía que hacer un capítulo en 6 días y se tomaba 25. No lo podían creer. Me causa gracia porque, finalmente, creo que nadie les hizo ganar el dinero que les hizo ganar él. Damián demostró por qué se tomaba ese tiempo y para qué: les tapó la boca a todos los que lo criticaban porque era un obsesivo, un detallista y un hinchapelotas. Sin dudas, fue el mejor programa que hubo en la televisión argentina. ¿Algo que lo pinta como persona? Cuando escribí mi primer guión para mi ópera prima, él desinteresadamente lo leyó y me hizo una devolución impecable. Se tomó un trabajo enorme, mientras estaba ocupado escribiendo cuatro películas, sin pedir nada a cambio. Eso habla de su generosidad. Lo admiro”.

Santamaría. Fue una experiencia mucho más saludable. Disfruté, aprendí y me gustó el resultado, sobre todo el de un capítulo que protagonizó Gustavo Garzón, un actor extraordinario al que luego convoqué para El fondo del mar”. Peor es nada (2001) “En realidad, a esta altura ya había rodado el piloto de Los simuladores, e incluso teníamos confirmación de aire, pero en tanto las grabaciones no arrancaran, necesitaba trabajar. Peor es nada regresaba después de muchos años, Raúl Fernández se había asociado con Jorge Guinzburg, y me convocaron. Fueron pocos meses pero intensos. Produje unos segmentos de corte anarquista con Ernestina País como notera que eran interesantes: llevábamos un grupo de actores disfrazados de superhéroes al Ministerio de Economía para presionar por una Ley de Cine, o a tres mimos callejeros para que se interpusieran ante la grúa justo cuando iban a retirar algún vehículo de la vía pública. Había

mucho del espíritu de Los simuladores que aparecía aquí en forma de nota de color, y de hecho era el mismo momento creativo.También me llevaron preso, porque se me ocurrió mandar a 10 extras corriendo desnudos por el Obelisco para manifestarse en contra de un juez. El abogado de Guinzburg nos vino a sacar. Pensé que Jorge iba a estar enojado, pero todo lo contrario, estaba feliz, se reía a carcajadas. Tuve la suerte de compartir largas conversaciones con él, un tipo extremadamente pícaro, inteligente y gentil. Nos invitaba a su casa y nos trataba como si fuéramos de su familia”. Los simuladores (2002/3) “Desde el secundario arrastraba el deseo de generar una serie-serie, como las que no se solían hacer en la Argentina. Existía Poliladron, cuya aparición me sorprendió –y creo que abrió puertas–, o miniseries como El garante, pero no personajes bien definidos que llegaran a la pantalla una vez por semana en episodios autoconclusivos.Ya en los primeros bosquejos había un cerebro que planificaba los operativos, un investigador y un camaleón que componía a distintos personajes, aunque los casos eran más bien de acción: el secuestro de un chico, una toma de rehenes, cosas así. Digamos que no se diferenciaba demasiado de Brigada A o Misión imposible. Pero durante una de las infinitas rupturas con mi novia, actual mujer, llegó un insight: ¿qué pasa si este grupo comando, con técnicas de espionaje sofisticado, militar, en vez de recuperar un microchip o de enfrentar una banda de mercenarios, se dedica a resolver casos sencillos, cotidianos, de esos que nadie más puede resolver? Cambió el género. Dejó de ser acción con humor y pasó a ser comedia con acción. En términos de guión,

fue una gran plataforma para ensayar la imaginación y, como director, pude revisitar todos los universos del cine de género que tanto amaba: aparecían rusos, nazis, extraterrestres, vampiros, clones. Me di todos los gustos, y pienso que ese goce se trasladó a la audiencia.También fue muy importante el espíritu de grupo y de proyecto autogestivo”. El fondo del mar (2003) “Mientras desarrollaba el piloto de Los simuladores, en una productora de cine donde había gustado La vuelta al mundo me encargaron la escritura de un largometraje. Originalmente era para un conocido actor que finalmente tuvo Sigue en pág. 23

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trato de hacer las cosas lo mejor que puedo, no hago nada por el dinero. Quiero decir: cualquier otra persona en mi lugar, simplemente porque estaba la posibilidad, hubiese seguido haciendo más temporadas de Los simuladores. Pero donde siento que se cerró una etapa, estoy siempre dispuesto a pasar a la siguiente, aún asumiendo los riesgos de que lo próximo no sea tan exitoso. Me parece que eso transmite cierta confianza de que van a ver algo que al que lo hizo le importa mucho. No quiero hablar en detrimento de nadie, pero muchas cosas se hacen porque sí, porque está el hábito de hacerlas, porque está la necesidad económica, porque hay una industria que hay que mantener viva, y no tanto porque alguien tiene una idea que quiere comunicar. Y también me parece que, como espectador, me encanta un cine que le gusta a muchos, que coincide con ellos. Siempre me gustaron las películas que reúnen espectáculo y arte, entretenimiento y una mirada profunda sobre el tema que procesan. Me resulta difícil decir si El Padrino es arte o espectáculo: es flor de espectáculo y una gran obra de arte. Duro de matar también me parece una gran obra de arte cinematográfica... Eso debe establecer vínculos con la gente. En Cannes dijiste que si los políticos hicieran bien su trabajo, no hubieras tenido que filmar Relatos salvajes... (Sonríe, nervioso) No, fue un chiste. Quiero decir que obviamente esta película... No... O sea, si te tengo que decir la verdad, es muy compleja. Lo que siento es que los villanos del mundo, para decírtelo de alguna manera, o digamos, los grandes capitales, ya tienen perfectamente dominado lo que llamamos sistema democrático. Son palabras muy lindas, pero mi opinión es que el pueblo no gobierna desde hace muchísimos años. Y cambian los gobiernos, pero realmente no se produce este efecto que nosotros practicamos yendo a votar cada cuatro años: simplemente vamos y elegimos una boleta con un nombre y normalmente no estamos votando ideas. Creo que es bastante así. Y hay un sistema del que no veo a

Un verdadero capitán Por Érica Rivas “Todo lo que pueda decir sobre Damián está teñido de mi profunda admiración. Desde la primera vez que leí algo que él había escrito, me hizo su cómplice. Es que su obra apunta a un espectador que se le parece: inteligente, al que le gusta reírse, emocionarse, tener pensamientos –no lineales, sino contradictorios y sublimados– sobre temas que, en general, hablan del orden, de los límites, de la mentira. ¡Tantas dimensiones se entretejen en sus trabajos! El Damián que me dirigió en Relatos salvajes es alguien cuidadoso, concentrado, sensible. Ya tenía esas cualidades, pero ahora están en altos niveles, sumadas a una implacable relación con lo que quiere. Me acuerdo de mi último día de rodaje: debíamos filmar toda la noche, hasta la madrugada, en la terraza descubierta de un piso 26, con viento fuerte y mucho frío. Hicimos muchas tomas. Damián es un verdadero capitán, de esos que nos hacen viajar a lugares que no conocemos, que hacen que podamos aprender de vidas que no vivimos, de historias que no conocíamos. Szifrón es un corazón enorme que apunta a una estrella alta”.

Popular y exitoso Por Gastón Portal “Damián es el mejor director argentino de cine industrial, sin que casi haya industria de cine en la Argentina. Es como una paradoja increíble, pero él siempre sabía lo que quería hacer. Respira cine desde que tenía 17 años. Tan clara la tiene que es muy difícil encontrar otro director, sobre todo en nuestro país, en que cada plano sea el correcto y esté justificado y buscado de algún modo intelectual y no intelectualoide. La verdad es que tiene un talento absolutamente innato, muy difícil de igualar. Y lo que pasa en esos casos, con tipos que tienen tanta voluntad, es que elevan su mundo a ser parte del mundo de muchos. Logró popularizarlo y lo ves claramente en cada una de las cosas que hizo. Realmente es un caso paradigmático de éxito y talento en un país donde cuesta eso porque es muy desparejo, incluso por no tener una industria. Su obra es compacta y tiene una cosa que no tiene el cine de nuestro país –en realidad, el cine hecho por argentinos–, que es un sello que nos identifique, según mi punto de vista: no tiene miedo a que sea un lenguaje simple ni a que guste popularmente. Popular y exitoso: esa es la parte invencible que tiene con respecto al resto. Cuando nos conocimos, en la Universidad del Cine, ya sabía exactamente lo que le gustaba, tenía conceptos, recitaba El padrino como si recitara el preámbulo de la Constitución... Damián ya estaba construido”.

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muchas personas en el mundo tratando de salir con convicción, proyectos y planes para plantear una salida del capitalismo. Y no lo hiere al capitalismo que haya un gobierno más de izquierda o menos de izquierda, más populista o menos populista: no cambia el gran mecanismo de extracción que es el capitalismo. Entonces, pienso que ese mecanismo, valores, concepto y modus operandi generan un montón de chisporroteo en la sociedad, incluso distorsionan los vínculos familiares, distorsionan nuestras necesidades y nos hace dedicarle tiempo a cosas que no van en la dirección de lo que queremos lograr o vivir, sino que hacemos lo que tenemos que hacer porque el mundo es así, entre comillas. Entonces, la película se concentra en la gente que vive en esa jaula y no es consciente de su existencia, como le pasa a muchos, y sobre todo a los más jóvenes, que quizás no lo piensan tanto. No es que necesitamos más políticos, sino que necesitamos nuevos próceres que cambien realmente... Como algo más cercano a una revolución que a un gobierno de cierta orientación... Es mi opinión. Te repito, no trataría de llevarlo a una crítica a este Gobierno... Pero sabés que durante estos años de retiro creativo, la colonia artística atravesó el mismo proceso de polarización política que el resto de la sociedad. ¿Cuál es tu mirada? ¿Creés que eso habla de un vaciamiento de representatividad? Me parece que la pregunta reduce de una manera muy drástica los conflictos a los que te estás tratando de referir. No pienso que se reduzca a apoyo o no apoyo. Eso no es nada. Me parece que uno opina mucho más desde lo que hace que desde lo que dice frente a un micrófono. Y además –y te pediría que no lo omitas– pienso que todo lo que uno dice frente a un micrófono es distorsionado de una forma descomunal por quien lo desgraba, lo segmenta, lo edita y lo publica. Lo que sí veo, es que tanto de un lado como de otro, en este mundo polarizado al que te referís, se termina yendo en detrimento de la gente que de pronto da una opinión o un parecer. Eso me parece que es una autocrítica que tienen que hacer ustedes, los periodistas, de cómo manejan esa información, de qué intereses defienden y si lo hacen por convicción o porque así se los pide el medio que les paga el sueldo. Veo mucho de eso, tanto del mundo privado como de periodistas que trabajan en sectores de la información apoyados por financiación estatal. ¿Y aún así no te parece que esté bueno que la política haya vuelto a ser tema de conversación? Sí, claro. Tengo casi 39 años y desde que tengo memoria escucho hablar de la inseguridad como un gran problema. Por supuesto que hay, mucha, y creo que es consecuencia no sólo de este Gobierno. La cantidad de gente que quedó sin trabajo en los ‘90 es descomunal y eso genera inseguridad también. Todas las críticas y los pensamientos me parecen bien, pero me inclinaría por encontrar o que surjan personas que realmente... Eh... Sean capaces de pensar un nuevo sistema donde se termine tomando decisiones mucho más ideológicas... Uf, ¿ves? A medida que me escucho me lo imagino puesto ahí, como título, con algunas otras cosas sueltas... He sufrido mucho eso ya...


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complicaciones de fechas y no lo protagonizó. Para ese entonces me había encontrado con un sentimiento que hasta el momento desconocía: los celos. Me resultó tan ajeno y propio al mismo tiempo que escribí esta historia para exorcizarlos. Fue muy enriquecedor el vínculo con los actores: Daniel Hendler, Dolores Fonzi y Gustavo Garzón”. Tiempo de valientes (2005) “Este guión ocurrió, no es que me lo propuse. Apareció. Una imagen, luego otra, una historia, y comenzó a crecer. Confluyeron los temas de la película anterior, el amor por las buddy movies –principalmente Fuga a la medianoche, de Martin Brest–, mi amistad con Diego Peretti –aliado incondicional durante el rodaje de Los

simuladores–, y una similitud en el nivel de las emociones que encontraba entre Luis Luque y mi papá. Ese policía sensible, más propio del cine que de la realidad, oficiando de anfitrión en el universo de las aventuras para un psicoanalista híper racional que en el fondo está deseoso de riesgo, me remitía, por alguna razón, a los días de la infancia en que mi papá me llevaba al Centro a ver películas. Fue el inicio de mi relación con K&S, compañía a cargo de Relatos salvajes, y conté con productores de lujo: Hugo Sigman y el gran Oscar Kramer”. Mientras más puedan dejar la nota relacionada con la película, el cine y la televisión se los agradezco, porque he visto a mucha gente pasarla mal y pensar ‘¿para qué?’. ¿Te referís a la polémica que se produjo en su momento entre Ricardo Darín y CFK? Sí, fue justo durante la filmación de esta película. Y Ricardo la pasó pésimo. ¿Sabés lo que son cataratas de tuits puteándote? No lo podés ignorar. Así que, en ese sentido, les pido que me protejan de eso porque no es mi intención relacionarme... En todo caso, lo haría en un programa en vivo, sin interrupciones, donde me quede tranquilo de que lo que estoy diciendo es lo que está llegando, porque he visto muchas veces cosas que no dije... Somos grandes: la edición es todo. Les pido que sean responsables.◆

trabajar con María, mi mujer, Rodrigo de la Serna y Rodrigo Noya –uno de los mejores actores que conocí– quedé completamente capturado por las aventuras de estos dos hermanos y terminé dirigiendo toda la serie. En el último episodio, a Lorenzo lo vienen a buscar de una universidad extranjera y él se debate entre quedarse en Buenos Aires a resolver casos policiales junto a su hermano mayor, e iniciar un viaje de descubrimiento para investigar los grandes misterios del universo. Claramente, era una metáfora de una nueva etapa creativa que se prolongaría durante los próximos 7 años”.

Big Bang (2007) “Apenas terminó Hermanos & Detectives empecé a escribir El extranjero, una historia de ciencia ficción. Las preguntas que me hice a la hora de expandir ese universo trascendieron la ficción y me encontré embriagado, subyugado, por diversas lecturas, razonamientos, y una especie de técnica introspectiva para conectarme de forma directa con el pensamiento inconsciente. Algún día pienso rodar una serie autobiográfica sobre esta etapa. Y mientras investigaba cosas como el origen de la inteligencia o la sustancia de lo que llamamos realidad, seguían surgiendo ideas. Entonces, para que no me ocuparan espacio en la cabeza, creé Big Bang, una productora de contenidos”. Relatos salvajes (2014) “Aún con varios largometrajes en desarrollo, seguían apareciendo imágenes, conflictos. Para que no se convirtieran en nuevas películas, hice el ejercicio de comprimirlos a su mínima expre-

Hermanos & Detectives (2006) “Patricio Vega, que colaboró en Los simuladores, me contó la idea. En principio sólo la iba a producir, pero cuando me metí de lleno a escribir los guiones y comenzaron a combinarse elementos como inteligencia, emociones y el universo de lo policial, sumado a la posibilidad de sión. El resultado fue una serie de relatos breves de muchísima potencia, que encima estaban conectados a nivel temático. Eran todos salvajes. Me iba a Colonia, y quizás durante una sola noche, escribía un relato completo. Sentí el poder de la brevedad. La libertad de la brevedad.Y, sin darme cuenta, tenía entre manos el guión de un nuevo largometraje”.

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