París, tojours (Clase Ejecutiva)

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DESTINOS ◆ Francia

PARÍS, TOUJOURS TEMPLO

DEL CULTO AL ARTE DEL BUEN VIVIR.

ARTISTAS.

MECA

NA Y EFÍMERA.

DE FASHIONISTAS.

MONUMENTAL

CHIC

FARO

Y BOHEMIA.

Y PUEBLERINA.

EL

DE

ROMÁNTICOS LA ADORAN.

ETER-

TABLE LA PRIMERA VEZ.

CORAZÓN

LOS

220

ADMIRARLA Y ADOPTARLA ES INEVI-

CADA

VEZ.

AÑOS DE LA REVOLUCIÓN,

A

POCO DE CELEBRARSE

CLASE EJECUTIVA

PUBLI-

DE LA CAPITAL FRANCESA LATE EN EL CRUCE DE SUS CON-

CA UN DOSSIER EN TRES ENTREGAS QUE INVITA A RECORRER

TRASTES, CONVERTIDOS EN POSTALES DONDE HISTORIA Y

EL PAÍS GALO, DE LAS PLAYAS NORMANDAS A LOS ENCANTOS

FUTURO SON MERAS CONTINGENCIAS AL SERVICIO DE UN

DE

TIEMPO SIEMPRE PRESENTE.

TOP LIST CAPRICHOSA Y SINGULAR DE SITIOS Y EXPERIENCIAS

AHORA, ES YA.

Y

LA CIUDAD LUZ

ES MUCHAS.

TANTAS

ES HOY, ES

COMO VIAJEROS LA

AÑORAN, COMO FLÂNEURS LA RECORREN, COMO

RHONE ALPES, TOMANDO COMO PUNTO DE PARTIDA UNA

IMPERDIBLES EN LA CITÉ MÁS VISITADA DEL MUNDO.

Texto: Andrea del Río


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Los pecados capitales de Champs-Elysées

Si París es la capital del mundo civilizado, el boulevard elíseo es el epicentro cosmopolita por excelencia. Antiguo feudo aristocrático, hoy simboliza la apoteosis del consumismo convertido en estilo de vida. Allí se camina para ser visto caminar, se compra para ser visto comprar. En esos 1.900 metros, que enlazan el Arco del Triunfo y la Plaza de la Concordia, hay licencia para ejercer la vanidad ante los escaparates de las boutiques de alta gama y las concesionarias monomarca, pero también la

gula ante los macarrones de pétalos de rosa de Ladurée, creados especialmente para la película de Sofía Coppola acerca de la lujuriosa vida de María Antonieta. Se rumorea que apenas una veintena de familias seguirían viviendo en los escasos penthouses que todavía no fueron conquistados por las oficinas corporativas, dispuestas a pagar más de 10 mil euros mensuales por metro cuadrado por una localización envidiable en la avenida que unas 120 millones de personas trajinan cada año. Fotos: Gentileza París Tourist Office

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Picnic en la Eiffel No hay lugar para la improvisación. Tampoco para la planificación. Es un must. Pero también un capricho. El slunch (supper y lunch) es una variante cool del picnic que toma por asalto los espacios verdes parisinos cuando el sábado o el domingo languidecen morosamente. El manual de estilo impone desplegar una vianda sibarita (finger food, foie, baguettes de queso de cabra, frutas frescas y brioches) maridadas con champagne o un vino joven, todo rigurosamente engalanado con cubertería y cristalería ad hoc, para que lo informal no quite lo chic. Para los viandantes de paso, bien vale un vaso térmico de vin chaud (vino tinto, caliente, con canela) y una crepê de queso mientras se contempla la coreografía lumínica de las 20 mil lamparillas que titilan, 10 minutos cada hora, sobre las 7.300 toneladas de hierro del emblema de París.

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Un vistazo a la otredad El museo del Quai Branly homenajea a las civilizaciones de África, Asia, Oceanía y América a través de una propuesta que reivindica expresiones artísticas desconocidas, menospreciadas o reducidas a curiosidades durante siglos. Definido como el museo de la mirada sobre los demás y proyectado por el genial arquitecto Jean Nouvel, es uno de los legados del ex presidente Jacques Chirac. En paralelo a su construcción (fue inaugurado en 2006) se implementó una campaña de preservación sin precedentes en la historia de las colecciones públicas francesas para descontaminar, restaurar, clasificar y fotografiar cada uno de los 300 mil objetos que integran su acervo, custodiado por un megalito de piedra volcánica roja en forma de lira (de 2,40 metros de altura y 6 toneladas) procedente de Senegal. Clase Ejecutiva

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DESTINOS ◆ Francia

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After office

Bouquinistes

Escultóricas arañas de cristal tallado, corners de ébano de Macassar o madera de Amboina, jade, granito, mobiliario design en géneros nobles y detalles de decoración en hoja de oro recrean la atmósfera intimista y celebratoria del art decó en Purple Bar. De cara a la rue de Courcelles, el bar del Hilton Arc de Triomphe rezuma estilo y desenfado en la proporción ideal para disfrutar del atardecer. Es el hot spot del 8º distrito.

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Torsadés échalotes Bajo la supervisión del chef Eric Frechon, los panificados elaborados en los altos hornos de Le Bristol, el hotel que acumula 250 años de trayectoria, son una excepcional demostración de que el espíritu gourmandise halla sencillo sosiego en el más básico de los alimentos. Claro que la carta de panes es, también, una proclama estética: panes de copos y granos (mijo, girasol, lino, sésamo, cerveza), rollos de aceitunas marinadas, panecitos de nuez y pasas de uva y panecillos horneados con trozos de salchicha picante (a la piedra, con tomates cristalizados o aceitunas negras) demuestran su vocación por cuestionar el legendario reinado de la baguette. 8

Clase Ejecutiva

En la rive gauche del Sena, ese río que tiñe el aura de París con sus variopintos reflejos dorados, se suceden los puestos al aire libre de los libreros de viejo donde complacer, al paso, el fetichismo por postales, revistas, estampillas, pósters, diccionarios, grabados, novelas, mapas, acuarelas y periódicos de antigüedad dispar.

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Pulgas sueltas Más de 12 mil buscadores de tesoros cotidianos se escabullen, cada día, por el laberíntico Marché aux Puces de Saint-Ouen, un predio de 7 hectáreas donde se desperdigan 2.500 puestos de antiques, cristalería, vinilos, abanicos, sombreros, rejas de hierro, mantelería, bronces, porcelanas. Primero en su tipo y uno de los más grandes del mundo, está organizado en 16 secciones que recorren todas las épocas de producción estética y funcional. Si no se puede destinar un día completo a recorrerlo, bastará con dar un vistazo a los espacios Malik (indumentaria reciclada que hace las delicias de los cool hunters), Dauphiné (el paraíso de los coleccionistas de fotografías, grabados y postales), Biron (especializado en el arte de la mesa y la decoración de los siglos XVIII a XX) o des Rosiers (lámparas art nouveau). Es el patio trasero de los anticuarios de lujo y el refugio de objetos de antigua virtud y futuro dispar.

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Sephora en el aire El paraíso de las narices entrenadas en la sutileza. Con acceso libre a las fragancias, las cremas, las lociones, las esencias y los esmaltes, las tiendas de la cadena creada en 1969 proponen experiencias sensoriales, lúdicas, untuosas, golosas. Las beauty advisors incitan a descubrir aromas y texturas con desenfado.


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La belleza también es numérica 37 puentes, 200 iglesias, 455 parques y jardines, 141 museos, 35 mil obras de arte expuestas tan sólo en el Museo de Louvre, 17.500 boutiques, 10 mil bares y restaurantes, 2.300 botellas de champagne descorchadas cada noche en los cabarets, 297 estaciones de subte, 6 estaciones internacionales de tren, 1.400 hoteles. Y 6.500 años de historia. ¿Qué pensaría Julio César al contemplar la magnificencia de la antigua Lutetia?

Brújula Aéreos: Air France vuela directo a París todos los días. Desde u$s 10.200 (impuestos incluidos), su nueva clase l’Espace Premiere consiste en un área con únicamente 8 asientos dispuestos en batería y de una longitud excepcional de dos metros, que se transforma en cama anatómica con apoyo lumbar ajustable y función de masaje relajante. El código de color y textura del cubículo se inspira en el concepto de lounge y la tecnicidad permite que las pantallas de video y las mesillas auxiliares se integren discretamente al mobiliario, asegurando comodidad y privacidad. El diseño de menú lleva la firma de Guy Martin (Grand Véfour). En tanto, desde u$s 3.460 (más impuestos), l’Espace Affairs fue rediseñada para disponer de asientos-cama lie-flat con inclinación de 180º y estructura envolvente. Más información: www.franceguide.com y www.parisinfo.com.

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Deliciosas criaturas Alexa, Nooka, Douchka, Ixo y Hanna son algunas de las 19 bailarinas (francesas, rusas, búlgaras, ucranianas, australianas y siberianas) que honran la tradición de Crazy Horse, el cabaret que, desde hace 58 años, es sinónimo de sensualidad sofisticada. El nuevo show (Forever Crazy) es un tributo a Alain Bernardin, fundador del reducto, y simboliza la entrada triunfal del burlesque parisino en la era digital. Así, la belleza extraordinaria de las show girls, su proverbial coordinación y precisión en coreografías grupales y el vestuario rubricado por luminarias de la moda como Paco Rabanne, Karl Lagerfeld y Emmanuel Ungaro se maridan a la perfección con un diseño lumínico de alta tecnología que vuelve inquietantemente desafiante el ejercicio de acertar dónde termina la piel y dónde comienza el reflejo. La sucesión de cuadros vivos se puede disfrutar por espacio de una hora y media bajo diversas modalidades: champagne show (butacas centrales o laterales, entre 120 y 100 euros), dinner show (cena posterior en Chez Francis, Devez o Fouquet’s, desde 155 euros) y dinner cruise show (banquete a bordo de los exclusivos bateaux-mouches, por 205 euros). Aquí debutó el cancionista Charles Aznavour, aquí triunfó la diva del striptease Dita Von Teese, aquí Woody Allen filmó escenas de What’s new, pussycat?, aquí se inspiró Salvador Dalí para crear su lips sofá, aquí se usan –anualmente– 2.500 pares de medias de red, 720 pares de pestañas postizas y 300 labiales de fórmula exclusiva. Aquí, en este night spot ineludible de la coqueta avenida George V, la vida es divina.

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Antojos a cubierto A mediados del siglo XIX, cuando la reforma urbanística impulsada por el barón Georges Eugéne Haussman convirtió a París en la ciudad escenográfica y funcionalista (bella, pero también ordenada y eficiente) que es hoy en día, se impusieron les grands magasins, almacenes departamentales que, con sus amplias superficies desplegadas en múltiples niveles, introdujeron nuevos hábitos y tiempos de consumo (en serie, masivo, explícito). Fue el comienzo del fin para la red de pasajes y galerías bajo techo donde el placer (en sus variantes de ocio gastronómico, consumo cultural y citas galantes) se paseaba a resguardo de las inclemencias climáticas pero también de las dificultades para circular por una ciudad sin asfalto, caótica, maloliente. Apenas una veintena de estos callejones industrialistas –de hierro y vidrio, enormes lucarnas y pisos de mosaico italiano– sobreviven como refugio de tiendas, boutiques, talleres de artes y oficios perdidos, bistrós, anticuarios, filatelistas e incluso restaurantes con estrellas Michelin, como el Grand Véfour (hoy a cargo del reputado chef Guy Martin, fue fundado en 1784 y es famoso por el sorbete de almendras amargas que hacía las delicias del antojado Napoleón). L’association Passages & Galeries organiza tres itinerarios de visita (15 euros cada uno) por algunos de estos paseos que simbolizan el art de vivre parisino.


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Es uno de los programas más exclusivos del Spa Anne Sémonin en el hotel Le Bristol. Se trata de un paquete de belleza y salud que, durante tres a cinco días, combina una rutina de fitness personalizada –con mancuernas, pesas y muñequeras diseñadas por el cotizado personnal trainer Bruno Fuscien Trasan en piel de avestruz y con detalles en vidrio de plomo o piedras preciosas–, sesiones de beauty (con especial foco en la aromaterapia) y un menú orgánico desintoxicante (desde

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5.550 euros, por persona, en habitación deluxe, durante cinco días). Si no se hospeda en el hotel pero ansía paliar el cansancio del viaje o de un intenso día de compras, es imperdible apuntarse una cita con Bastien González, considerado el mejor experto en pies del mundo por la revista Vogue. Sus sesiones de “renacimiento” para las extremidades inferiores (135 euros la hora) combinan masajes relajantes con ejercicios de flexibilidad y pulidos epidérmicos.

Ecología sobre dos ruedas

A dos años de su implementación, el sistema comunal de bicicletas de alquiler implementado por la alcaldía de París contribuyó a reducir sensiblemente los legendarios congestionamientos de tránsito. En una urbe donde el 50 % de los traslados cubre una distancia inferior a los dos kilómetros, las vélib’ (de los vocablos vélo, bicicleta, y liberté, libertad) se pueden rentar en más de 1.500 estaciones diseminadas por la ciudad. Previo desembolso de un depósito de garantía (150 euros) y el pago de un abono (29 euros anuales o 5 euros por siete días), una suerte de pilar con candado electrónico libera una de las más de 20 mil bicicletas de tres velocidades, lista para circular por más de 370 kilómetros de bicisendas parisinas. Dado que la intención es promover los viajes cortos, de no más de 20 minutos, la primera media hora es gratis (luego, la fracción se incrementa notoriamente). Prácticas y ecológicas, de 22 kilos de peso, estas bicicletas de tono gris nacarado son también un accesorio chic para trasladarse por París.

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Clase Ejecutiva

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Transatlántico en el 8º

Haute couture getaway

A cinco minutos de caminata de Champs Elysées, en el corazón del 8º distrito –cuyas town houses (edificios neoclásicos de piedra) son el símbolo del poderío de dinastías de banqueros como Péreire, Menier, Camondo o Rothschild–, el imponente Hilton Arc de Triomphe es una evocación de la locura creativa de los años ‘30 y un homenaje al concepto de turismo de lujo que impusieron los cruceros durante la primera mitad del siglo XX. Cada rincón del cinco estrellas testimonia el trabajo de los más exquisitos artesanos y anticuarios europeos para reproducir, tanto en los 463 cuartos y 59 suites como en las áreas comunes, desde la paleta cromática hasta los patrones de textura de la época, sin descontar materiales altamente cotizados (palisandro, ébano, absolut black granito, jade, mármol, piel de tiburón o mantarraya) en el período de entreguerras. Absolutamente imponente el lobby, con su escalera monumental y sus luminarias ornamentales. Vale la pena arrellanarse en alguno de los sillones, réplica exacta de los que engalanaran el paquebote Normandie.

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Placeres simples

Crepês callejeros, fritadas de mariscos en los merenderos a orillas del Marne, caracoles de Borgoña (con manteca y perejil) en un bistrot, ostras en una brasserie escondida. Las terrines y los patés (de pato y ganso, pero también de alondra, cerdo y conejo) en toda charcutería que se precie, la soupe á la’oignon en un mercado cualquiera, la degustación de quesos camembert, brie, munster o cantal (a coeur, a punto). La complicidad de un beaujolais o un cote de Rhone.Y la absolución final de un armagnac o un calvados. Delicatessen de pura cepa.


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