Juan de pareja

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JUAN DE PAREJA. Antequera, 1610 - Madrid, 1670


• Juan de Pareja, conocido como el <<esclavo de Velázquez>>, era originario de Antequera, en la diócesis de Málaga. Según Antonio Palomino, ayudaba a Velázquez en las tareas de moler los colores y preparar los lienzos, sin que el maestro, en razón de la dignidad del arte, le permitiese ocuparse nunca en cuestiones de pintura o dibujo. • Pareja aprendió a pintar a escondidas de su dueño y, no atreviéndose a confesárselo, urdió una artimaña para descubrírselo. Sabiendo que el rey, cada vez que visitaba el taller de Velázquez pedía que se le mostrasen los cuadros que estaban vueltos contra la pares, dejó arrimado a ella como al descuido un pequeño cuadro pintado por él. Cuando el rey quiso verlo, según había previsto, se arrojo a sus pies, << y le suplicó rendidamente le amparase para con su amo, sin cuyo consentimiento había aprendido el arte, y hecho a su mano aquella pintura>>. Felipe IV no sólo le concedió lo que le pedía, sino que ordenó a Velázquez su completa liberación, pues <<quien tiene esta habilidad, no puede ser esclavo>>.


• Se desconoce en qué momento entró al servicio de Velázquez, pero en 1642, sin otro título que el de residente en la corte, firmó como testigo en el poder otorgado por Velázquez a sus procuradores en el pleito entablado con los escribanos de la cámara del crimen, sobre la posesión de un oficio de escribano. En Octubre y Diciembre de 1647, fue testigo nuevamente y lo volvería a hacer en 1653 firmando en esta ocasión el poder para testar de Francisca Velázquez, hija del pintor. • En 1649 acompañó a Velázquez en su segundo viaje a Italia. En ese mismo año, el 23 de Noviembre, todavía en Roma, Velázquez le otorgó la carta de libertad, que había de hacerse efectiva a los cuatro años a condición de que en ese tiempo no huyese ni cometiese actos criminales. • Desde el momento de su libertad (1653) y hasta su muerte en Madrid en 1670 ejerció su oficio como pintor independiente, manifestando en su pintura los conocimientos adquiridos en el taller de Velázquez, donde pudo desempeñar unas funciones más amplias que las sugeridas por Palomino, pero también su conocimiento de la obra de otros pintores tanto italianos como españoles.


• La primera noticia que se tiene de Juan de Pareja con oficio de pintor es una carta dirigida a Pedro Galindo, procurador de la ciudad de Sevilla, fechada el 12 de mayo de 1630, por la que Juan de Pareja le solicita permiso para trasladarse a Madrid a fin de proseguir en sus estudios junto con un hermano de nombre Jusepe. El documento, en el que no se menciona a Velázquez y cuya autenticidad no ha podido ser corroborada al darse por perdido tras su publicación, contradice las restante noticias conocidad, pues en él se dice libre y se da en fecha temprana título de pintor: Señor yo juan de parexa de oficio pinttor pido a V.E permisso para hirme en espacio de quatro meses para seguir mis estudios de ptor. Juntto con mi hermano Jusepe en madrid donde soy requerido para ello y estando libre y orr° (sic) de toda obligación. • Juan de Pareja imitó en sus retratos los de su maestro. Antonio Palomino destacó su <<singularísima habilidad>> para los retratos. En sus composiciones religiosas, sin embargo, se muestra <<completamente ajeno a la contención velazqueña>> aproximándose a las corrientes del pleno barroco y a los modos de hacer de Francisco Rizi o Juan Carreño.


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Vocación de San Mateo, 1661. Incluyó su autorretrato entre los asistentes a la escena llevando un papel con su firma. Curiosamente, en el retrato que hace de sí mismo, como parte de la composición mencionada, se presenta con los rasgos más afilados y el color de la piel más claro, marcando así una diferencia en relación al retrato que le hace Velázquez.


• Retrato del arquitecto José Ratés Dalmau.



El retrato fue pintado en 1650, durante el segundo viaje a Italia de Velázquez y que, a diferencia del primer viaje de estudios, tenía como misión adquirir obras, principalmente estatuas clásicas, y contratar fresquistas para decorar los palacios de Felipe IV. El retrato fue pintado algo antes de realizar el retrato del Papa Inocencio X. Palomino afirmó, y así se ha venido repitiendo, que lo hizo para ejercitarse antes de pintar al Papa, pues llevaba algunos meses sin coger los pinceles. El biógrafo cordobés añadía que el cuadro se expuso en la «Rotonda» con ocasión de la fiesta de San José, patrón de la Congregación de los Virtuosos del Panteón, el 19 de marzo de 1650. Allí pudo verlo el pintor flamenco Andrés Smith, quien informaba a Palomino que estando expuesto entre muchas otras obras antiguas y modernas, «a voto de todos los pintores de diferentes naciones, todo lo demás parecía pintura, pero éste solo verdad», siendo por él recibido académico en la citada Congregación.7 En realidad, se sabe que entre un retrato y otro pasaron algunos meses, dado que Velázquez no retrató al Papa hasta agosto de ese año y, por otra parte, su admisión como académico había tenido lugar algo antes de su exposición, pues consta que ya lo era en el mes de febrero. El cuadro debió de quedar en Roma al regreso de Velázquez. La primera noticia probable que de él se tiene es de 1704, inventariado en la colección de monseñor Ruffo, maestro de cámara del Papa y miembro de una familia vinculada a España, donde era citado como retrato de «un servo che fu servitore del Sr. Diego Velasquez (...) cosa stupenda».El mismo, o una copia, perteneció luego a la colección Acquaviva, donde Preciado de la Vega lo vio en 1765 en el palacio del cardenal Trajano. A finales del siglo XVIII había pasado a Nápoles donde lo compró sir William Hamilton. El retrato permaneció por largo tiempo en diversas colecciones británicas, siendo identificado en 1848 por primera vez con el original de Velázquez por Stirling, comparándolo con la copia entonces existente en la colección Howard y actualmente conservada en la Hispanic Society of America. Fue subastado en Christie's (Londres) 27 de noviembre de 1970, alcanzando un récord de precio y pasó a ser una de las joyas principales del museo de Nueva York. Velázquez retrata a Juan de Pareja de medio perfil y con la cabeza ligeramente girada hacia el espectador al que mira con fijeza. Viste con elegancia capa y valona con encajes de Flandes. La luz incide directamente sobre la frente y se difunde con brillos broncíneos por la tez morena. La figura se recorta nítidamente sobre el fondo neutro a pesar de su reducida gama cromática, en la que dominan los verdes de distintas intensidades. El gesto es altivo y seguro. La mirada ladeada, especialmente, refleja ese carácter altivo y serio.Velázquez, como ya ocurría en sus retratos de bufones, es capaz de dotar de dignidad a los personajes que por su profesión o condición, carecen de ella en la consideración social.


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