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AÑO 1 - NOVIEMBRE 2015

director fundador

director gerente

André Bustamante Sabrina Chávez Rossi Jesús Alberto Cumpa Eduardo Malaver

André Bustamante

editor

Jesús Alberto Cumpa

director comercial

Sabrina Chávez Rossi marketing

Eduardo Malaver

diagramación

André Bustamante Sabrina Chávez Rossi Jesús Alberto Cumpa Eduardo Malaver

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Hecho en Perú


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LIMA


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LI MA Del miedo y la paranoia al amor por una ciudad a la que llaman horrible y hermosa a la vez. Un texto de Victor Ruiz Velazco

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El primer recuerdo que tengo de Lima es el epíteto que acompañaba su mención, una y otra vez, sin que yo entendiera el porqué. «Lima, la horrible», repetían como sonsonete mis tíos, profesores y hasta mis compañeros de colegio, sin siquiera entenderlo del todo. En algún momento llegué a pensar que ese era el nombre de mi ciudad y no tuve opción sino aceptarlo.

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is primeras incursiones al centro histórico, llevado por la mano firme de mi padre, en un ya lejano 1988, no harían sino confirmarme que la ciudad tenía bien ganado su nombre, epíteto incluido. Ahora el recuerdo de ese descubrimiento, que más bien fue casi una constatación de parte, es un poco nebuloso, pero tengo muy presente la sensación de miedo y asco que acompañó aquella primera vez: las calles sucias y tomadas por los ambulantes, las veredas rotas y el caos, sobre todo el caos de una bestia informe y multicéfala es algo que nunca olvidaré. Lima era horrible, no había vuelta que darle, era horrible y gris, pero no invitaba a la tristeza sino al rencor.

que en ella vivía un millón de personas». Congrains había publicado este cuento en 1954, dentro del conjunto Lima, hora cero y más de treinta años después su descripción de la ciudad seguía siendo actual.

Algún tiempo después de esa primera experiencia leería el cuento «El niño de junto al cielo» de Enrique Congrains y haría mío el recuerdo de la visión de Lima que experimentó Esteban, el niño protagonista del cuento, un muchacho provinciano que llega a la gran ciudad y es devorado por esta: «Cruzó la pista y se internó en un terreno salpicado de basuras. Llegó a una calle y desde ahí distinguió el Mercado Mayorista. ¿Eso era, Lima, Lima, Lima...? La palabra le sonaba a hueco. Recordó que su tío le había dicho que Lima era una ciudad grande, tan grande

No tuve sino pocos encuentros con el corazón de la bestia hasta después de terminar el colegio. Entonces acababa de ingresar a la universidad y mi facultad se ubicaba en plena Avenida de la Colmena. Habían pasado casi diez años desde la primera vez pero Lima había cambiado poco o nada, aunque entonces, al recuerdo se agregaba la visión de cantinas y bares de media muerte que expendían licores con precios que empezaban desde los dos soles cincuenta y nunca superaban los diez; las barras de a sol eran otro elemento que antes no había logrado registrar, ¡cómo olvidar

Aunque hay algo que no aparece en el cuento y para finales de los años 80 era parte de nuestras vidas: la paranoia. Nunca sino en esos años un auto estacionado por mucho tiempo causaba pavor y el desplazamiento de contingentes policiales. Nunca una caja dejada en medio de la calle significó muert e. Creo que por esa razón las personas mayores de treinta guardamos una relación de dependencia familiar, debido a que el único lugar que sugería la posibilidad de seguridad era la casa, tanto así que pensábamos que poniendo cinta de embalaje a las ventanas estaríamos libres de todo mal.


las barras de a sol!, y a la muchacha, que a veces era muchacho, que parecía esperar un bus que nunca llegaba. Lima entonces me pareció menos horrible y más sórdida.

Después de todo, como con los padres y familiares, uno no elige dónde nacer pero, con algo de suerte, algún tiempo después, sí dónde vivir.

Cuando estás acercándote a los veinte años lo que menos quieres es estar en casa, no te das cuenta de que lo que buscas, en el fondo, es una imagen deformada de tu hogar. En esos años de rebeldía no necesitaba sino encontrar «un lugar limpio y bien iluminado», como escribía Hemingway, y así llegué a La Noche de Lima en Quilca.

Allí descubrí que Lima no era horrible sino que faltaba un poco de alcohol para verla en su mejor ángulo. La historia de mi creciente amor por Lima es la misma que da cuenta de mis noches de bohemia y búsqueda de libros, películas y discos recomendados por amigos y maestros, el sonido de la ciudad después de la media noche, cuando el tráfico es solo un recuerdo lejano y descubres la iglesia de San Agustín en Jirón Ica, en la plazuela donde también encontramos una escultura en homenaje a Vallejo que no es la misma que se ubica en Huancavelica, frente al Teatro Segura en que la figura tenue de nuestro más grande poeta se erige para recordarnos que hay poesía en la ciudad otrora llamada de Los Reyes; hay poesía, y también belleza Ahora me resulta imposible imaginar un lugar distinto a Lima para vivir. Lima y yo hace mucho tiempo que hicimos las paces y dejé de pensarla como horrible. Por eso, hoy que esta señora cumple 479 años de fundación española, prefiero recordarla en los versos de Eielson y celebrar por todas la Limas que he vivido: «Guardo de Lima una botella / Llena de lluvia / Y un puñado de arena /La luz de su nublado cielo». 11


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Mick Jagger:


al desnudo el lider de The Rolling Stones La esperada biografía del líder, compositor y cantante de The Rolling Stones, escrita por el destacado periodista londinense Philip Norman (Londres, 1943); retrato del “Casanova del rock” —bisabuelo de 71 años— en toda su seductora egolatría. Parece que tiene un pacto con el diablo: corretea por el escenario como un muchacho de 20 años: el cofundador de la banda de rock más emblemática del siglo XX, The Rolling Stone (desde 1962 a nuestros días), Michael Philip Mick Jagger (Dartford, Kent, Inglaterra, 26 de julio, 1943): figura central de esta agrupación británica de rock de más influjos contiguos con el country, folk, dance, rockabilly, funk, blues, soul y jazz. Los enigmas y todas las excentricidades del otrora tímido estudiante de economía —hoy por hoy, icono concluyente del rock, hard rock, R&B, blues y rock psicodélico— aparecen en Mick Jagger (Crónica Anagrama, 2014). Philip Norman se adentra como arqueólogo en los perturbadores entresijos de una vida sellada por el éxito y los escándalos: arrogante, narcisista, mujeriego, drogadicto, caballero del Imperio Británico, millonario (fortuna de 252 mdd), calculador, inteligente y provocativo. La infancia (no era el preferido de su madre) del intérprete de “Satisfaction”; relación “tormentosa y polémica” con su compañero


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de la Wentworth Country Primary School, el guitarrista Keith Richards; sus gestos heroicos —desconocidos hasta hoy— en el trágico Festival de Altamont (1969); lista interminable de mujeres (Bianca Jagger, Chrissie Shrimpton, Marsha Funt, Jerry Hall, Carla Bruni, Luciana Gimenez...); el virtuoso ejecutante de armónica comparado con los grandes maestros del blues; el compositor (“Sympathy for the Devil”: una obra maestra del pop británico) reconocido tardíamente por sus compañeros de banda, almanaques, que inician en los 60, de un sedicioso que se invento a sí mismo hasta convertirse en un manso aristócrata, quizás algo evasivo hoy, con cicatrices de rebeldía en las arrugas.

épica actitud, un convite recomendado para los amantes de mitomanías glamurosas. Mick Jagger o la exuberancia transgresora: dicen que celebró su cumpleaños 71, el pasado 26 de julio, con su reciente conquista sentimental, la bailarina de American Theatre Ballet, Melanie Hamrick, de 27 años, a quien conoció semanas antes del suicidio de su novia durante 13 años, la diseñadora L’Wren Scott (se ahorcó con un pañuelo de seda negro en su lujoso departamento de Nueva York: no dejó ninguna nota, pero sí un testamento en el que legaba todas sus propiedades y dinero “a mi Michael Philip Jagger”. “Todavía estoy luchando por entender cómo mi amante y mejor amiga pudo acabar con su vida de esta trágica manera”, expresaría en un comunicado el intérprete de “Tatoo You”). Meses antes su nieta Assissi Jackson de 21 años lo había convertido en bisabuelo de una niña.

“En Mick Jagger todo es falso, pero es tan interesante como lo genuino”

“En Mick Jagger todo es falso, pero es tan interesante como lo genuino”, ha dicho Philip Norman, autor también de ¡Gritad! (1981), la categórica biografía de los Beatles. Sí, en esta semblanza de más de 550 folios, el lector entra a un túnel habitado por sombras y refulgencias: las fábulas se desbordan desde minuciosas anécdotas inéditas que descalzan al compositor del rotundo éxito de 1965: “The Last Times”(coautoría con Richards). Medio siglo de la historia del mejor grupo de rock del mundo: su estrella rubrica, con 16

Philip Norman confirma la “gesta psicodélica” y aventurada de este rockero que sigue siendo noticia después de más de 50 años de haber iniciado un travieso y curioso periplo por la música.


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Mi encuentro con Jordan Un texto de Carlos Verástegui Un sábado de hace ya muchos años me levanté como siempre para empezar el fin de semana haciendo deporte, me puse a mirar noticias y demás y una me sorprendió de sobremanera. Era el fin de semana del Gran Premio de motos de Valencia y la capital (y alrededores) estaba lleno de motos y del consiguiente ambiente. La noticia decía, que había rumores que Michael Jordan iba a estar ese fin de semana por Valencia, apoyando a un equipo que tenía en el Mundial y para disfrutar de una de sus pasiones, el motor. Pronto me puse a investigar e intentar ver como podría acercarme o intentar lo que por aquel entonces era casi un sueño (y ahora casi que también) como sería conseguir una firma, una foto…algo.

Lo primero, ya que acercarme al circuito me era complicado y sobre todo, que allí sería imposible acercarse, fue pensar en el hotel, ya que leñe, tendría que dormir en algún sitio no? Me costó un poco, pero logré confirmar el hotel donde se hospedaba, además muy céntrico, nada de algo apartado a las afueras o en alguna urbanización cerrada a cal y canto, no, pleno centro de Valencia. Bien. Ahí empezó mi plan, cogí el coche, una vieja camiseta de Bulls con el 23 y un rotu-

lador permanente en busca de la firma casi imposible. Llegué después de comer y la plaza donde esta el hotel estaba semi desierta, pero había un cierto ambiente de que ‘ahí hay alguien’ o al menos ahí dormía. Empezó a pasar el tiempo y al cabo de los pocos minutos vi una pareja con un balón de baloncesto. Me acerqué a ellos para preguntar, y sí, iban a lo mismo que yo, la caza y captura de Jordan. Esta pareja venían de Albacete, habían venido a Valencia a ver no se que movida de un pueblo bastante interior y al oír lo de Jordan, no dudaron en ampliar el viaje y llegar a la capital.

Lo suyo tenía aún más mérito, ya que habían ido a un centro comercial que tiene un logo verde en forma de triángulo a comprar el balón y el rotulador para así que les pudiera firmar. Eramos 4 locos a primera hora de la tarde, haciendo guardia en un hotel, esperando a que bajara, apareciera o cualquier otra cosa, sólo para conseguir la camiseta y el balón firmado. Las horas empezaban a pasar y allí no salía nadie. El ánimo bajaba y la locura de venir a hacer guardia al hotel cada vez parecía que iba a convertirse en un fracaso más que en otra cosa, pero no desistíamos. Llegó uno de los momentos claves. Uno de los empleados del hotel nos dijo 23


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que sí, dormía allí, pero que ahora mismono estaba en el hotel, aunque tenía previsto cenar allí… Las fuerzas volvieron y ahora sólo había que ver cuando llegaría y como lo haría. Al cabo del rato, un par de personas más empezaron a llegar, y luego alguno que otro más, en total no más de 10 locos por el baloncesto o por Jordan o simplemente por conseguir algo de uno de los personajes mundiales más míticos que jamás probablemente hayan existido. La noche empezaba a caer, ya eran varias las horas que llevábamos allí esperando, comentando cosas de basket, anécdotas y cosas sobre Jordan y cada vez con la sensación de: seguro que entra por otra puerta, a saber si realmente viene a cenar, hasta que hora vamos a estar aquí… Y en eso que por una de las calles aparece una furgoneta negra, con los cristales tintados. Era él. Aparcó en la puerta del hotel y acto seguido unos 4 gorilas tamaño Godzilla hacían un pequeño pasillo para que pasara, vuelvo a repetir, éramos 10 personas, no más.

Michael Jordan estaba dentro, lo podía ver con un puro en la boca riendo con su inseparable Charles Oakley, nosotros nos acercamos a los gorilas, que una vez puestos hicieron un gesto y él bajó.

Pasó olímpicamente de nosotros, repito, 10 personas, no más que apenas estábamos allí haciendo nada, sólo esperando un gesto o un guiño para conseguir nuestros tesoros, pero no, pasó a nuestro lado, y se metió rápidamente en el hotel,sin saludar, ni hacer ningún pequeño ademán de acercarse a nosotros. Jordan entró en su hotel con sus gorilas, su puro y Oakley y nosotros nos quedamos fuera, sin nada, sin haber conseguido firma alguna y maldiciendo que el amigo Mike no se hubiera parado 5 min a contentarnos, ya que repito, éramos pocos y le hubiera costado nada dejarnos contentos de por vida. Entenderme que desde ese momento Jordan bajó varios pedestales y escalones para mi. Sí, puede haber sido el mejor, pero estos pequeños detalles hacen o deshacen mitos. 25


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CRISTIANO RONALDO,

EL HUMILDE

Así lo recuerdan los maestros de su infancia. 
Pero ya conocemos su obsesión por ganar.
¿Por qué nos obsesiona que aprenda a perder?


Hace unos años, en el salón de juegos del club de fútbol Sporting de Lisboa, un chico se pasaba el tiempo apuntando con un dardo al centro de un tablero. Los adolescentes que compartían la sala se divertían a su alrededor con el futbolín y la mesa de ping-pong. Él tenía doce años y una cara de estreñido, el ceño fruncido y los labios apretados: le daba rabia fallar. El director de la escuela, Aurelio Pereira, aún recuerda esa cara de enfadado. La misma de cuando le ganaban en ping-pong, la misma de cuando lo derrotaban en billar. El gesto irritado de un niño que no se permitía perder. Semana tras semana, el chico insistía en lanzar el dardo al centro del blanco. El ojo calibrando la puntería certera. El pulso firme y el ángulo preciso del antebrazo. El envión justo y balanceado. Hasta que un día se volvió casi infalible. Pereira, su primer maestro, a quien el ex alumno visita cada vez que pasa por Lisboa, descubrió en este acto su perfil obsesivo. Todos eran trabajadores. A ningún otro chico le importaba perder a la hora del descanso. Salvo a Cristiano Ronaldo.

Los fans de Ronaldo en Facebook son un país casi siete veces más poblado que Portugal. Es el atleta más activo en internet y un pionero en los contratos publicitarios que incluyen redes sociales. Gracias a la marca de champú Clear, que lo auspicia, los fans de Ronaldo pueden elegir el próximo peinado de su ídolo. Estos contratos, según FORBES, lo convierten en el segundo futbolista que más ha ganado en el mundo después de David Beckham: recibió cuarenta y cuatro millones de dólares en 2013. Como Beckham, Ronaldo es vanidoso. Se repeina con gel y posa en los partidos cuando la cámara lo enfoca. El delantero inglés Wayne Rooney bromeó diciendo que instalaron

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espejos más grandes en el vestuario del Manchester United cuando el portugués llegó al equipo, procedente del Sporting. Aurelio Pereira detiene el auto cada vez que divisa en el camino a niños jugando fútbol. La obsesión del maestro de Ronaldo, Figo y Nani es educar talentos.

Hoy es el coordinador de reclutamiento del Sporting Clube de Portugal y dice que su trabajo es encargarse de dar confianza a los chicos que llegan al equipo. El Sporting no es el club más rico de Portugal, ni el que despierta las mayores pasiones. En un país

de edad. De allí Ronaldo pasaría al Real Madrid a cambio de la mayor cifra jamás pagada por un futbolista. El niño despeinado que cuando debía descansar de jugar contra los demás competía contra sí mismo frente a un tablero de dardos, se convirtió en un joven de cabellera engominada que hoy no se avergüenza de decir que es el mejor jugador de fútbol del planeta. Un futbolista excepcional con fama de arrogante. Aurelio Pereira —como tantos en Portugal— no entiende por qué ven al chico al que educó durante años como un arrogante. Fuera de Portugal no caen bien las declaraciones autosuficientes de Cristiano Ronaldo, ni su falta de timidez para declarar que se merece los premios que ha gana-

Al niño Cristiano Ronaldo solían encontrarlo de noche medio escondido en el gimnasio del Sporting haciendo amagues con el balón, llevando dos pesas en cada pie. Más de una década después, The Wall Street Journal calculó las horas que había jugado en un año y declaró a Ronaldo como el deportista más trabajador. que divide su corazón entre el Benfica de Lisboa y el Porto de Oporto, el Sporting es el equipo tímido que gradúa estrellas directo a los mejores clubes de Europa. En su escuela, considerada una de las mejores del mundo, se entrenan, estudian y duermen chicos de todo Portugal. Algunos dicen que su arma secreta es Aurelio Pereira, un lisboeta que habla con calma y camina resuelto. En sesenta y cinco años, las entradas han ampliado su frente y enmarcado sus ojos azules. Cuando conoció a Ronaldo, este era un chiquillo desnutrido. Después de seis años bajo su tutela, el Manchester United pagó quince millones de euros por su alumno, que apenas era mayor 34

do. Pereira no se explica por qué le reprochan la pose, la mirada, el peinado, la ropa, las respuestas cuando le preguntan por él mismo, la obsesión por ganarlo todo. «Al contrario de lo que se piensa, es un chico extremadamente humano», dice Pereira. Paulo Cardoso también fue profesor de Ronaldo. Era el técnico del equipo infantil del Sporting. Hoy también rechaza la idea de que CR7 sea arrogante. De los primeros tiempos de Ronaldo en el Sporting, cuenta que cada día se preguntaba: «¿Cómo educamos a alguien así? ¿Diciéndole que es igual a los otros?». Dice que entendió que esa fórmula no funcionaría. «No podemos esperar que quien desde niño es considera-


do el mejor, no tenga autoconfianza o una autoestima altísima. ¿Para qué la falsa modestia?». Pereira dice que su labor con los chicos es enseñarles a respetar y a nunca despreciar a los otros. Porque eso no es de portugueses. En el Sporting, Pereira y Cardoso exigieron a Cristiano Ronaldo más desde que era chico y condujeron su carácter obsesivo a la búsqueda de la perfección.

Cardoso y Osvaldo Silva, vieron a un chiquillo flaco y débil en cuyo cuerpo no se adivinaba al atleta de 1.85 metros de altura y ochenta kilos de peso en que se convertiría. Pero cuando la pelota llegó a sus pies, la cancha se convirtió en su autopista. Era una premonición: hoy ese terreno lo cruza el Eje Norte-Sur, la vía rápida que atraviesa Lisboa. «Comenzó a fintar a los otros a una velocidad increíble. Miré a Osvaldo Silva. Él me miró y nos preguntamos: ‘¿Qué es eso?’», recuerda Cardoso, un cuarentón jovial con las primeras canas asomando Cristiano Ronaldo tenía la libertad de un entre sus cabellos negros. Al final de la niño de la calle, de esos que roban fruta práctica, los adolescentes rodearon al redel árbol del vecino, escalan muros, juegan cién llegado y le preguntaron quién era. pelota en el camino hasta que es hora de dormir. Con su madre trabajando el día en- Dicen que Maradona no se despegaba nuntero como cocinera, él y sus tres hermanos ca de la pelota, ni aunque la práctica no estaban casi solos. CR7 iba a la escuela en incluyera balones. Del basquetbolista yuFunchal, la capital de Madeira —un archi- goslavo Drazen Petrovic, sus entrenadores piélago portugués más cerca de Marruecos decían que no lo sacaban de la sala de entreque de Europa—, y después salía a jugar namiento ni con un fusil. Al niño Cristiano fútbol con sus primos y también con los Ronaldo solían encontrarlo de noche meamigos de su hermano Hugo, diez años ma- dio escondido en el gimnasio del Sporting yor. Quizás ahí fue construyendo su estilo haciendo amagues con el balón, llevando de correr: bien estirado, como para parecer dos pesas en cada pie. Más de una décamás alto. En la cancha hay jugadores que da después, The Wall Street Journal calcucorren como desesperados. Otros lo ha- ló las horas que había jugado en un año y cen con gesto aburrido. Cristiano Ronaldo declaró a Ronaldo como el deportista más avanza erguido, con la columna vertebral trabajador. En 2010 su obsesión por la peralargada hacia el cielo, y brazos y piernas fección fue tema de un comercial. «Yo no se difuminan con la velocidad. Mientras la pierdo en nada», decía para promocionar pelota está entre sus pies, es imposible mi- las tasas de interés del Banco Espirito Sanrar a otro lado. Cuando Cristiano Ronaldo to. Las imágenes se abrían con Ronaldo corre, es el pavo real más veloz del mundo. lanzando un dardo y acertando en el centro El número 7 del Real Madrid terminaría un del tablero. No era un truco de cámara: el maratón en el minuto setenta y cinco de un chico al que Aurelio Pereira vio fallar dopartido de fútbol si lo corriera a la misma cenas de veces tirando dardos en su tiempo velocidad con que driblea en la cancha. libre ahora es capaz de ensartar sin difiSobre un césped y rodeado de defensas, cultad un tiro al blanco para un comercial según la revista alemana Der Spiegel, el donde bastarían sólo su rostro y su voz. jugador alcanza los 33.6 kilómetros por Al final de uno de los partidos de la Eurohora. Con ese estilo de correr llegó en 1997 copa 2012, Bruno Prata, un conocido pea probarse en la cancha del Sporting. Los riodista portugués, pidió un psicólogo para entrenadores de divisiones menores, Paulo Cristiano Ronaldo. «Cuando esté menos 35


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obcecado con las victorias, con los goles y con él mismo, todo será más fácil», escribió. Volvió sobre un punto común en las críticas locales al delantero: su exagerada obsesión por ganar. Unos días después, la selección nacional perdería las semifinales en tanda de penales frente a España. La llegada de Portugal a la final de esta Eurocopa se frustró cuando uno de sus jugadores falló el cuarto tiro penal. Cristiano Ronaldo, el siguiente portugués en la lista, no alcanzó a patear. Fue un golpe para alguien que a los veintiún años había declarado que estaba dispuesto a todo para ganar. Algunos periodistas creyeron que Ronaldo se había reservado a propósito el último lugar en la lista para patear los penales, y lo interpretaron como un calculado acto de vanidad: para ellos, CR7 había especulado con anotar el gol para salir en las fotos de la llegada de Portugal a la final. Pero el entrenador portugués, Paulo Bento, declararía que él había decidido mucho antes el orden de los pateadores de penales. Además de su obsesión por triunfar, la prensa local había acusado a Ronaldo de nunca jugar bien en los partidos importantes. Se decía que no sabía jugar en las Eurocopas, que tampoco funcionaba en los mundiales, que no jugaba en equipo, que no aparecía cuando se le necesitaba, que sólo servía para jugar por el club que le pagaba el sueldo, que no hacía nada en la selección porque ahí no ganaba millones. En el repechaje para la Copa del Mundo 2014 no se escucharon esas críticas. Ronaldo anotó todos los goles y fue el capitán que la prensa deportiva portuguesa había pedido durante años.

frustración en el campo es cinematográfico. Durante temporadas pareció que escogía prendas apretadas con colores que lo hicieran resaltar entre la multitud: rosas, celestes, rojos y gamas fosforescentes. En un comercial de Nike, donde aparece junto a otros futbolistas, su papel es hacer de sí mismo: entrena en el gimnasio, busca en el vestuario una camiseta tamaño infantil y después sale a la cancha con pose de modelo y ombligo al aire. Ronaldo es capaz de burlarse de su propia fama de vanidoso. Pero él sabe que no siempre fue vanidoso. do quiso dar un regalo a su hijo, que cumplía dos años. Después de anotar de cabeza el gol que puso a Portugal en las semifinales de la Eurocopa, salió corriendo hacia un extremo de la cancha, rodeado por sus compañeros, que reían y lo abrazaban. Después corrió hacia la cámara de televisión gritando «¡Para ti, para ti!», y mandó un beso con las dos manos. Para Scott Moore, periodista deportivo inglés, CR7 «no es el hombre arrogante ni el crack enmascarado que mucha gente imagina. Hace poco ya mostró su carácter al proteger celosamente de los policías a un hincha que invadió el césped para abrazarlo». Entre sus agradecimientos al recibir el Balón de Oro 2013, Ronaldo recordó a Eusebio, el ídolo histórico del fútbol portugués, quien acababa de morir. Al día siguiente, el diario Público fue en busca de un psicólogo para que explicara el llanto de CR7, quien diagnosticó que eran lágrimas de alivio. Luego de recoger su trofeo, Cristiano Ronaldo dijo que se trataba de un premio especial, porque era la primera vez que su hijo lo veía recibirlo. Después de su consagración, en una entrevista con France Football, admitió que se había equivocado años atrás al declarar que le tenían envidia por ser rico, Casi nada en Cristiano Ronaldo es discre- guapo y un gran jugador. Había vuelto a ser to. Sus goles de cabeza son publicidades el chico de Madeira que, después de tantos para champú. Cualquier gesto suyo de esfuerzos, acertaba un dardo en el blanco. 36


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La cuenta, por favor Un texto de Alexandra Ortiz

La propina causa una suma de problemas, ninguno de aritmética. Cuando llega la cuenta en el restaurante, mis ojos se deslizan al final, donde la gerencia tiene la atrevida idea de sugerir una propina que es casi siempre una imposición y una condena, y rara vez una elección libre: pague el diez, el quince, el diecisiete o el veinte por ciento, insinúa el papel, y ayude a estos asalariados que dependen del favor social para alimentar a sus hijos. Comprendo el valor estimulante del pago extra —alguien se esmerará por esas monedas en la charola— y su lado compasivo —la culpa de no ayudar a quien lo precisa—, pero, por sobre todo, me atosiga la abusiva convención que ha convertido un gesto de gratitud en un mecanismo de presión que promete bochorno social a quien la niega. En los bares y restaurantes de Washington, donde vivo, abundan los carteles que claman —como si se tratase de una recaudación solidaria— Se aceptan propinas, Las propinas no están incluidas o Deje propina: no sea un bastardo egoísta. Y yo suelo dejar entre un quince y veinte por ciento de la cuenta, lo que puede confortar a quien la recibe pero no a mí, en especial cuando el acto se ha transformado en un impuesto social ubicuo. Hoy se la llevan al bolsillo meseros, peluqueros, jardineros, botones, recepcio-

nistas y conserjes de hotel, camareros, croupiers de casino, repartidores, porteros, caddies de golf, conductores de limusinas, maîtres, masajistas, aparcacoches, porteros, músicos de restaurantes, limpiabotas, taxistas, guías turísticos, mi manicurista. En Estados Unidos, donde la práctica de la propina es tan universal como un saludo, das por descontado que al final de la cuenta debes sacar de la billetera hasta un veinte por ciento extra. Es más razonable invitar al mesero a cenar que convertirse en su coempleador para completarle el salario. Soy un abolicionista del pago gratuito. Cuando no es por ética, mi resistencia es contra su clasismo rampante, su falsa filantropía. Es revelador que la génesis de la propina sea el miedo de los ricos a los miserables. Ofer H. Azar, un economista que ha investigado su origen e importancia, dice que la propina nació durante la Edad Media cuando los nobles que viajaban entre pueblos comenzaron a dar dinero a las turbas de pedigüeños desdentados a cambio de que no los ataquen. Azar sugiere también que es posible que la propina por un servicio haya comenzado en aquellos tiempos como un modo de ostentación de los más ricos. Atractiva teoría del poder, la evolución de la dádiva pasó del miedo al sometimiento de los pobres a monedazos. 39


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Foto del a単o - Contemporary Issue Mads Nisse


WORLD PRESS

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La edición número 58 de este concurso de fotografía que reunió a 5,692 fotógrafos de un total de 131 nacionalidades quienes enviaron un total de 97,912 fotografías para participar por uno de los premios y el reconocimiento Internacional de ser uno de los mejores fotógrafos de prensa de todo el mundo.

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Daily Life - Cai Sheng Xiang

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General News Sergei Ilnitsky

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Nature Yongzhi Chu

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Portraits Raphaella Rosella

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Spot News Bulent Kilic

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VERA LENTZ Una vida dedicada a la fotografia

Probablemente la memoria de los peruanos sobre el conflicto armado no sería igual sin el gran aporte fotográfico de Vera Lentz. Desde 1983 retrató los pavorosos escenarios en donde se iba esparciendo el terror de Sendero Luminoso y del Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA). Ayacucho y la selva de Junín fueron los lugares donde Lentz pasó la mayor parte del tiempo, a la intemperie de la muerte: aferrada a su cámara y con la convicción de seguir captando instantáneas de una guerra. “Era casi la única fotógrafa mujer que llegaba a los lugares más peligrosos”, recuerda. “Muchas personas no entendían por qué hacía esto, pensaban que había algún medio de prensa que me empujaba a ir; pero no, yo iba sola, no estaba respaldada por ningún medio, por eso los permisos para retratar eventos como los que tuvieron que ver con la fuerzas del orden fueron muy difíciles de conseguir. Sin embargo, a pesar de que era una iniciativa propia, yo no decía por qué lo hacía. Eran épocas donde no había tiempo para explicaciones”.

Empezó a los 16 años, retratando situaciones cotidianas de las calles, siempre fuera de su casa. Su madre, la también fotógrafa alemana Anne Herringuel, la cuidaba de que estuviera exponiéndose a situaciones de peligro. “Una vez, me sacó con policías y todo de un cine donde estaba tomando fotos”. Y con esa ascendencia alemana e historias de familiares que habían huido de la Alemania nazi, Vera tuvo el tema de la guerra entre ceja y ceja. “Siempre me sentí muy conectada con el deber de retratar la violencia. El Holocausto fue terrible y en el caso peruano, sentí una responsabilidad de dejar constancia de lo que pasó”, dice Lentz, quien actualmente está trabajando en la publicación de un primer libro que recogerá las mejores fotografías de su invaluable trabajo e incentivando el fotoperiodismo a sus alumnos de la UPC.

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