Fulvia

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ROMA: EL FIN DE LA REPÚBLICA

N EL MUNDO ROMANO NO SE CONSIDERABA

que CONVENIENTE una mujer respetable fuese objeto de una notoriedad que sobrepasase los muros domésticos. La matrona romana ideal debía ser univira (de un solo varón), lanifica (diestra en trabajar la lana), casta, pía, frugi (frugal) y domiseda (casera). No obstante, entre finales de la República y los primeros decenios del Imperio, a caballo del cambio de era, el juego político con su red de obligaciones, favores y alianzas permitió a unas cuantas mujeres de la aristocracia romana cum-

E

JOSÉ MANUEL ROLDÁN. CATEDRÁTICO DE HISTORIA ANTIGUA EN LA UCM.

plir un papel en la historia e influir directamente en los asuntos públicos, a riesgo de ver para siempre manchada su memoria con juicios negativos, con los que se quiso denostar su injerencia en ámbitos inmemorialmente reservados a los varones. Una de ellas fue Fulvia (ca. 80-40 a.C.), hija de Marco Fulvio Bambalión (el Tartamudo) y de Sempronia. Descendía de dos nobles familias plebeyas, los Fulvii Flacci, que durante siglos habían dado a la República ilustres personajes, y los Sempronii, entre cuyos antepasados se encontraban Tiberio Sempronio Graco, el pacificador de Hispania, y su hijo homónimo, el revolucionario tribuno de 133 a.C. Hija única, recibió una cuantiosa herencia, que la convirtió en una de las mujeres más ricas LA AVENTURA DE LA

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de Roma, lo que seguramente influyó en su matrimonio. Hacia el año 62 a.C., se casó con Publio Clodio Pulcro, un político sin escrúpulos, cuya ascendencia, ranciamente patricia aunque sin medios de fortuna, no fue obstáculo para que se dejase adoptar por un plebeyo y poder servirse así de la magistratura del tribunado de la plebe, que invistió efectivamente en 58 a.C., para utilizarla como plataforma de una política radical, apoyada en la manipulación de la proletarizada plebe urbana. Bandas armadas organizadas por él bajo la máscara de cofradías religiosas o profesionales (collegia) aterrorizaron las calles romanas al servicio de sus intereses. La fortuna de Fulvia le sirvió de inestimable ayuda en este menester, pero


FULVIA, COMO VICTORIA, en

una moneda acuñada en Frigia (Asia Menor), entre los años 41-40 a.C. Fue la primera mujer no mitológica representada en las monedas romanas.

MATRONA DE ARMAS TOMAR

FULVIA AGUERRIDA E, INCLUSO, SANGUINARIA, ACUMULÓ UNA ENORME INFLUENCIA EN LOS ASUNTOS POLÍTICOS DE ROMA, A PARTIR DE SU MATRIMONIO CON EL TRIUNVIRO MARCO LA MUERTE DE CÉSAR, por Jean-

Léon Gérome, 1867. Tras expulsar de Roma a los magnicidas, Marco Antonio, Octavio y Lépido se repartieron el poder y Fulvia salió beneficiada.

también su intervención personal en la organización de estos collegia y su presencia, cuando le acompañaba en sus idas y venidas fuera de la ciudad. En una de ellas, en el año 52 a.C., Clodio tuvo la desgracia de encontrarse con otro grupo armado, liderado por el conservador y no menos radical Tito Anio Milón, y en la refriega perdió la vida. Fulvia no le acompañaba en esta ocasión. Su muerte la dejaba viuda con apenas 20 años y madre de dos hijos, Clodia y Claudio Pulcro. DISTURBIOS PÚBLICOS. La indignada

plebe exigió venganza y el Senado no pudo sustraerse al procesamiento de Milón. Fulvia, antes de iniciarse el proceso, había calentado los ánimos mostrando el cadáver ensangrentado de su

ANTONIO EN LOS TIEMPOS CONVULSOS QUE SIGUIERON AL ASESINATO DE CÉSAR. JOSÉ

MANUEL ROLDÁN RECONSTRUYE LA PERIPECIA DE ESTA EXTRAORDINARIA MUJER

esposo y creando con ello disturbios peor enemigo y mediatizando negatipúblicos, que Pompeyo, cónsul a la sa- vamente el juicio que la posteridad zón, se vio obligado a reprimir. Du- ha transmitido de su personalidad. Fulvia, no obstante su condición de rante la vista, Fulvia, acompañada de su madre, prestó su testimonio como tes- viuda univira y el prestigio que ello imponía en Roma, decitigo y sus lágrimas no dió volver a casarse, sólo conmovieron al LAS CLAVES nuevamente con un público, sino también IMAGEN NEGATIVA. La tradipolítico popular, Cayo al jurado, que condenó ción histórica, cargada de miEscribonio Curión. La a Milón al destierro. soginia, ha empañado la imagen boda se celebró el año De nada sirvieron los de Fulvia, acusada de provocar 51 a.C., el mismo en excelentes oficios de por celos la Guerra de Perugia. que Escribonio obtenía su abogado defensor, J U I C I O P O N D E R A D O . Reel tribunado de la pleCicerón, que por pricientes investigaciones la juzgan be, desde el que tramera vez en su brillande forma más equilibrada. Mosbajó al servicio de Cayo te carrera perdía un tró gran lealtad a Marco Antonio. Julio César hasta su juicio. Éste jamás perLIDERAZGO. En ausencia de muerte, en el 49 a.C., donó a la viuda su conlos triunviros, Fulvia se arrogó la en una acción militar tribución a su fracaso, dirección de los asuntos públien África. convirtiéndose en su ➳ cos en Roma. LA AVENTURA DE LA

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ROMA, EL FIN DE LA REPÚBLICA

fico de documentos pertene- Bolonia, llegó con Antonio y Lépido a Durante su corto matricientes supuestamente a las un acuerdo –el llamado “segundo triunmonio con Escribonio, Fulvia actas del dictador y asistió, virato”–, mediante el que se instituían fue de nuevo madre. Ahora, en Brindisi, a la ejecución como gobernantes colegiados y se recon sólo 25 años, tenía tres hide los soldados amotinados partían la administración del Imperio. jos y era viuda por segunda contra su marido, según Ci- La alianza se selló con un acuerdo mavez. Pero volvería a casarse. cerón, “contemplando impa- trimonial: Octavio, reconocido mienEl elegido en esta ocasión fue sible la escena mientras la san- tras tanto como hijo adoptivo de César, Marco Antonio, que, como Escrigre de los hombres más valero- aceptó como esposa a la hijastra de Anbonio, había hecho carrera polísos y de los mejores ciudada- tonio, Clodia, hija del primer matrimotica a la sombra de su lejano panio de Fulvia. Como esposa y suegra de nos salpicaba su rostro”. riente César. En el año 48 a.C., Antonio, enfrentado al gobier- los triunviros, la influencia de Fulvia en sus dotes militares le convirno senatorial, se enajenó la vida pública en provecho propio setieron en magisterequitum, luMARCO ANTONIO, también gratuitamente a ría ahora determinante. garteniente del dictador y, gracias a su un nuevo y peligroso factor: tras él, el hombre más pomatrimonio con Fulvia rehabilitó su el sobrino-nieto y heredero ENEMIGOS DE ROMA. Lo iba a mostrar deroso del Imperio. Marco mala imagen ante el de César, Cayo Octavio, a cuando, poco después del arreglo poAntonio, que ya había sobreCésar. Busto propiedad del quien el Senado, aconseja- lítico, en aras de la concordia, se conpasado la treintena, no había Museo Arqueológico do por Cicerón, intentó uti- sideró necesario liquidar a los enemigos sido precisamente un homNacional de Madrid. lizar como contrapebre ejemplar. políticos en Roma. Una Lex TiAntes de su matrimonio con Fulvia, en so político del líder cesariatia, que daba apariencia de leel año 46 a.C., había estado casado dos no. Se orquestó así una galidad al crimen político, veces más: la primera con Fadia, la hija eficaz propaganda condesató el horror de las de un liberto; la segunda, con Antonia, tra Antonio liderada por proscripciones: un río de su prima, de la que se divorció de for- Cicerón en sus famosas sangre en el que cayeron ma no precisamente elegante: para po- Filípicas, que le empujó 300 senadores y 2.000 der casarse con Fulvia, con quien su- a una acción militar precaballeros. Ejemplo y puestamente ya había tenido un affaire cipitada y errónea, la llasímbolo tanto del envilecisentimental, utilizó como pretexto para mada Guerra de Módena. miento de una legalidad ensu divorcio precisamente la infidelidad Antonio fue declarado enetregada a los más bajos insDENARIO CON LA IMAGEN DE MARCO de la esposa. Su enlace con Fulvia permi- migo público, a pesar de los tintos, como de la agonía EMILIO LÉPIDO, el tió a Marco Antonio hacerse perdonar desesperados intentos de de un régimen y su base tercer triunviro. Apoyó a Marco por César, ante quien había caído en des- Fulvia por impedirlo. ideológica, fue la muerte Antonio cuando fue Acompañada de sus hijos gracia por sus deudas y su vida irregude Cicerón. Octavio hubo declarado enemigo lar, aunque en un principio el matrimo- y de Julia, su suegra, se pre- público, antes de que de olvidar los muchos serOctavio les sentó, enlutada y nio no sirvió para hacerle sentar vicios que el viejo senador propusiera pactar. deshecha en lála cabeza, pues una honorale había prestado para satisgrimas, en la sesión del Se- facer la sed de venganza de Antonio. ble matrona y una comenado en la que debía todiante, Cytheris, siguieron El 7 de diciembre de 43 a.C., Cimarse la determinación cerón fue decapitado por el centurión gozando de sus favores. y trató de convencer a los Herennio, a quien había defendido en miembros más influyen- otro tiempo en un juicio por asesinaCARRERA POLÍTICA. La retes de la cámara de que de- to. Su cabeza y sus manos fueron exconciliación definitiva llesistieran de su propósito. En puestas por mandato del triunviro en la gó cuando Antonio fue eleun principio, su intervención tribuna de oradores del Foro. El histogido colega de César en el contuvo éxito y el Senado decidió riador Dión se recrea en los repugnansulado, el año 44 a.C., unos meenviar una embajada a An- tes detalles con los que Fulvia profanó ses antes de que el dictaOCTAVIO AUGUSTO, ya tonio para llegar a un com- los restos del orador, que durante tandor fuera asesinado por un como emperador, grupo de senadores. Los si- siglo I d.C. El Senado promiso, que fracasó en su tos años había perseguido tanto a ella quería que sucediera guientes años harían de An- a César, pero se alió intento. Así, Fulvia no pudo como a sus esposos. Fulvia aprovechó tonio uno de los hombres con Marco Antonio y evitar que, finalmente, se le las proscripciones para ajustar otras Lépido. La boda con más poderosos de Roma y, la hija de Fulvia selló declarase enemigo público. cuentas pendientes. Según Apiano, en consecuencia, también el acuerdo, Toulouse Pero, aunque fue derrota- un tal Cesetio Rufo era dueño de una Museé St. Raymond. do, logró hacerse con un propiedad vecina a la de Fulvia, que ella su esposa se convirtió en centro de atención. Fue también en- nutrido ejército, gracias a los oficios en vano trató de comprarle, aunque al tonces cuando comenzó la carrera polí- de otro jefe cesariano, Lépido, y al fren- comenzar las proscripciones, se la ofretica de Fulvia. Al lado de Antonio, en los te de estas fuerzas avanzó hacia Roma. ció como regalo. Esto no fue obstácurevueltos tiempos que siguieron a la Octavio entonces traicionó al Senado y, lo para que fuese proscrito y su cabemuerte de César, participó en el trá- el 11 de noviembre del año 43 a.C. en za llevada a presencia de Marco AntoLA AVENTURA DE LA

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esposo ausente, al que mostró una inquebrantable lealtad. Eran en aquel año cónsules Servilio Isaúrico y el hermano menor de Antonio, Lucio. Pero se decía en Roma que, en realidad, era el consulado de Lucio y Fulvia. Ausentes de la ciudad Antonio y Octavio, Fulvia, como esposa y suegra respectivamente de ambos, se arrogó la dirección de los asuntos públicos y el Senado y el pueblo se plegaron a su voluntad sin atreverse a dar un paso sin su aprobación. Así, cuando Lucio solicitó del Senado la concesión de un triunfo sobre algunas tribus alnio, quien dijo no conocer el persona- y arriesgada, pero también prometía pinas, la enérgica Fulvia se opuso aleganje ni tener nada que ver con el caso, enormes ventajas. Si con las expropiacio- do que no había cumplido el requisito remitiéndola a su esposa. Fulvia or- nes corría el riesgo de atraerse el odio de de acabar con al menos 5.000 enemidenó clavarla frente a la casa del in- la población de Italia, el asentamiento gos y la cámara sólo dio su aprobación de 60.000 veteranos le proporcionaría cuando Lucio consiguió convencerla. fortunado propietario. La esposa del triunviro mostraría en una plataforma de poder real absoluta- Comenta el historiador griego Dión estos difíciles tiempos su dureza tam- mente segura. Según lo acordado, mien- que, aunque el triunfo lo celebró Lubién en otro ámbito. Un impuesto de tras el joven César regresaba a Roma, An- cio Antonio, en realidad era de Fulvia. Cuando Octavio volvió a Italia, se ocuguerra, establecido por los triunviros tonio se dirigió a Asia Menor. Allí pasó el pó de la tierra prometida a sus veteranos, que exiAUSENTES DE ROMA ANTONIO Y OCTAVIO, EL SENADO Y gía la confiscación de parEL PUEBLO SE PLEGARON A LA VOLUNTAD DE FULVIA SIN celas de dieciocho ciudaATREVERSE A DAR UN PASO SIN SU APROBACIÓN des italianas, con la consiguiente resistencia por para sanear las maltrechas finanzas del invierno del 42-41 a.C. con una mujer de parte de sus propietarios. Estas activiEstado, gravaba a las más ricas matronas nombre Glaphyra, en Capadocia. Poco dades crearon inestabilidad política y romanas. Las afectadas pidieron ayuda después se encontraba en Tarso con la social. Fulvia, como representante de los a las parientes femeninas de los triunvi- reina Cleopatra, a la que siguió hasta intereses de su marido en Italia, trató en ros, que trataron de interceder por ellas. Egipto, para vivir con ella todo el año connivencia con Lucio de explotar en beneficio de Antonio las dificultades Sólo Fulvia se mostró despiadada y echó siguiente una tórrida historia de amor. El año 41, el último de la vida de Ful- de Octavio en la distribución de la tiede su casa a las afligidas mujeres. via, fue también en el que mostró cua- rra, primero exigiendo las mismas conlidades de liderazgo, coraje y dedicación cesiones también para los veteranos EXPEDICIÓN A ORIENTE. En el año 42 a.C., Octavio y Antonio abandona- poco comunes, siempre al servicio de su de Antonio y, luego, con un radi- ➳ ron Roma para enfrentarse a los asesinos de César, Casio y Bruto, en Filipos. Tras la derrota de los magnicidas, en la que Antonio fue el verdadero vencedor –Octavio manifestó sentirse indispuesto y abandonó a su colega la dirección de la batalla–, ambos líderes acordaron remodelar los objetivos y las provincias a espaldas del tercer triunviro, Lépido. Se decidió que Antonio permaneciera en Oriente para preparar la proyectada expedición de César contra los partos, mientras Octaviano regresaría a Italia para hacer realidad los prometidos repartos de tierras a los vete- CON LA CABEZA DE CICERÓN, por Pavel Svedomsy, 1870. El historiador Dión relató cómo ranos. La tarea de Octaviano era difícil Fulvia profanó los restos de su enemigo, expuestos en el Foro. CICERÓN

denunciando a Catilina ante el Senado, en una recreación de Cesare Maccari, 1889. El popular senador fue decapitado por orden de Octavio.

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ROMA, EL FIN DE LA REPÚBLICA MARCO ANTONIO Y CLEOPATRA,

reproducción de su primer encuentro por Lawrence AlmaTadema, 1883.

de Antonio la dejó, mientras se embarcaba rumbo a Italia, y allí murió a mediados de año 40 a.C., con el corazón destrozado por las infidelidades de Antonio y por sus reproches.

➳ cal giro, defendiendo los intere-

ses de los propietarios despojados. Octavio culpó sobre todo a Fulvia de estos ataques y dirigió contra ella todo su rencor: repudió a su esposa Clodia y se la devolvió a su madre con el insulto gratuito de una declaración jurada en la que afirmaba que seguía siendo virgen. Siguió a continuación una guerra de propaganda, en la que Fulvia fue objeto de ataques difamatorios, fuente de inspiración de muchos de los bulos que se le achacarían en la posteridad. Las tensiones entre las partes dieron finalmente como resultado el estallido de la llamada Guerra de Perugia. GUERRA POR CELOS. Apiano culpa a Fulvia de haber provocado la guerra por celos, alertada por el comentario de Manio, el procurador de Antonio, de que el triunviro sólo permanecía al lado de Cleopatra porque Italia estaba en paz, pero que regresaría de inmediato en caso de guerra. Otras fuentes también coinciden en considerarla como el alma de la contienda, acusándola de una actitud poco femenina, con la espada al cinto impartiendo órdenes a los soldados. Rechazadas las ofertas de mediación de Octavio, ambos cuñados establecieron su base de operaciones en Preneste, después de la conquista de la plaza, en la que Fulvia se significó dando a los soldados la consigna, arengándolos, celebrando consejos de guerra

y acudiendo a los puntos clave, impartiendo órdenes. Pero, en el curso de las operaciones, Lucio fue sitiado en Perugia por Octavio, ante la pasividad de los oficiales de Antonio, a quienes la desesperada Fulvia instaba en vano a poner más energía en romper el cerco. El desacostumbrado e indecoroso comportamiento de una mujer según las costumbres romanas se convirtió en objeto de chanza no sólo para los legionarios de Octavio, que la utilizaron como blanco de burdas provocaciones obscenas, sino para el propio general, de quien conservamos un procaz epigrama contra Fulvia. En algunos de los proyectiles de plomo (glandes) lanzados contra la plaza, se conservan graffiti del tipo: “¡Fulvia, abre el trasero!” o “Apunto a la vagina de Fulvia”. Finalmente, Lucio Antonio, obligado por la falta de provisiones, en febrero del año 40 a.C. hubo de entregarse. Octavio, que no deseaba una ruptura total con su colega, perdonó a su hermano y a Fulvia, pero tres centenares de senadores y caballeros, partidarios de Antonio, fueron sacrificados ante el altar del divino César. Fulvia, con sus cinco hijos –dos de ellos fruto de su matrimonio con Antonio– y un nutrido número de adictos, emprendió viaje a Grecia para encontrase con su marido en Atenas, en marzo del 40 a.C. Acusada por Antonio del desastre italiano, enfermó en Sición en el golfo de Corinto, donLA AVENTURA DE LA

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ACTITUD MASCULINA. La muerte de Fulvia ofreció la posibilidad a los dos triunviros de reconciliarse. Tras largas negociaciones, se llegó finalmente a un acuerdo en Brindisi, que fue sellado con una alianza matrimonial: Antonio desposó a la hermana de Octavio, Octavia, que más tarde se hizo cargo de los niños de Fulvia. Las fuentes han sido unánimemente negativas en su juicio sobre esta extraordinaria mujer: Cicerón la acusa de codicia y crueldad; Veleyo Patérculo llegó a decir de ella que no tenía nada de mujer, excepto su cuerpo, y Plutarco comenta que la reina Cleopatra, la futura amante de Marco Antonio, estaba en deuda con ella por haber enseñado al marido a obedecer la autoridad de una mujer. La tradición histórica, cargada de misoginia, ha repetido esta imagen de “marimacho”, que sólo la reciente investigación ha sido capaz de superar, reconociendo sus méritos personales, con una evaluación más justa y equilibrada. Es cierto que Fulvia hubo de adoptar actitudes masculinas, pero para poder cumplir hasta el final con las dos cualidades más valoradas de una esposa: la pietas y la fides. Fue la primera mujer no mitológica cuya efigie fue representada en las monedas romanas. Y, teniendo en cuenta su influencia política y sus acciones militares, puede con justicia ser calificada como la primera emperatriz del Imperio romano. ■

BAUMAN, R. A., Women and Politics in Ancient Rome, Londres/Nueva York, 1994. KEELEY, M. D., Fulvia, en Women in World History, tomo 5, 2000, págs. 825–829. VIRLOUVET, C., Fulvia the Woman of Passion, en FRASCHETTI, A. (ed.), Roman Women, Chicago/Londres, 2001, págs. 66-81.


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