LATINOAMÉRICA ES UN CEMENTERIO TEXTIL ANGIE GONZÁLEZ
La producción desmedida de ropa por parte de grandes marcas de fast fashion y el sobreconsumo de dichas prendas ha ocasionado innumerables problemas en términos sociales, económicos y ambientales aceleradamente en las últimas décadas. La mayoría de estas marcas lanza aproximadamente 50 colecciones al año a precios muy económicos, con textiles de baja calidad y mano de obra barata, lo cual incentiva el sobreconsumo de tendencias y un desecho textil acelerado. Este sistema lineal de producción y consumo de moda es inviable en un planeta de recursos finitos y espacio limitado. Actualmente, la cantidad de desechos textiles es tan grande que, según un informe de las Naciones Unidas (2019), “cada segundo se entierra o se quema una cantidad de textiles equivalente a un camión de basura”.
El desierto de Atacama en Chile es uno de los más grandes afectados por el desecho textil masivo. A este desierto llega ropa de segunda mano desechada proveniente de Europa, Estados Unidos y Asia. También llegan prendas de fast fashion que no se pudieron vender en las tiendas de todas partes del mundo. Chile es el mayor importador de ropa usada de Sudamérica. Se estima que “59.000 toneladas anuales entran por la zona franca del puerto de Iquique en Chile, a 1.800 kilómetros de Santiago” (Bustamante, 2022).
Estos millones de prendas se venden a comerciantes locales y se exportan de contrabando hacia el resto de latinoamérica, pero la realidad es que mucha de la ropa llega en calidad deplorable y la cantidad es tan grande que se vuelve casi imposible de controlar. Como indica Paula Bustamante (2022): “Bajo tierra hay más prendas tapadas con ayuda de camiones municipales, en un intento por evitar incendios provocados y muy tóxicos por los químicos y telas sintéticas que la componen. La ropa enterrada o a la vista también desprende contaminantes al aire y hacia las napas de agua subterráneas propias del ecosistema del desierto”.
Es sabido que la industria de la moda actualmente es la segunda industria más contaminante del mundo después del petróleo. Esta es una realidad que en entornos relacionados a la moda siempre se nos está recordando o advirtiendo, pero realmente son muy pocas las personas que toman acción para dejar de contribuir al problema y empezar a ser parte de la solución. Si bien es verdad que la mayor parte de la responsabilidad recae sobre las empresas que producen ropa de forma masiva y poco ética, como diseñadores emergentes tenemos la obligación de reducir el daño que la industria ha hecho sobre el planeta. Particularmente, como diseñadora latinoamericana, encuentro necesario establecer mi marca a través de valores sostenibles que contribuyan a la reducción del cementerio textil al que nos enfrentamos en el sur global.
Como respuesta a la situación actual de la industria, mi propuesta para tomar acción es establecer una marca de ropa que utilice activamente los principios de la moda sostenible, haciendo énfasis en el medio ambiente. Partiendo de textiles pre-existentes (telas recuperadas, reparación de prendas de segunda mano, retazos, deadstock) se elaborarán prendas únicas con una confección de alta calidad y siluetas que perduren en el tiempo, con el fin de que la persona que las adquiera pueda usarlas durante años.
También, con el propósito de cerrar el círculo, cada prenda llevará un código que servirá para devolverla a la marca cuando necesite reparación o cuando ya no se pueda usar más y se encontrará la manera de re-utilizarla o de disponer de los textiles adecuadamente.
Por último, considero que el camino a una moda sostenible se lleva a cabo a través del acceso a recursos y no a través de la acumulación de conocimientos, por lo cual la marca también contará con acceso a información sobre cómo encontrar textiles pre-existentes y maneras de reparar prendas en casa, con el fin de que más personas puedan tomar conciencia del daño irreversible que genera consumir y desechar ropa de manera acelerada.
Como seres humanos y como planeta, estamos enfrentándonos a una crisis climática que parece no tener solución, y las poblaciones más vulnerables parecen ser las más afectadas por esto. Sin embargo, llegará el día que nos afectará a todos si no tomamos acción. Puede parecer abrumador e imposible para cada persona tratar de llegar a una solución de manera individual, pero si cada vez hay más comunidades en búsqueda del mismo objetivo, podremos hacer una gran diferencia en el planeta en que vivimos y para las comunidades por las que nos preocupamos.