Carohana 2

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Revis ta Cultural

CAROHANA C AROHAN A

HA MUERTO UN VENEZOLANO EJEMPLAR José Manuel Briceño Guerrero Nació el 6 de Marzo de 1929 en Palmarito, estado Apure. Doctor en Filosofía y Fitología. Pasión por el estudio de lenguas. Merecedor en 1981 del Premio Nacional de Ensayo. En 1996 se le confirió en Premio Nacional de Literatura. Nominado al premio Nobel de Literatura 2008.

Edición

Nro2


Revis ta Cultural

EDITORIA

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03 “EL VIEJO V IVE EN NOSOTROS”

Universidad Pedagógica Experimental Libertador (UPEL).

Fausto Izcaray

Un Hum anista Universa l...

Instituto Pedagógico “Luis Beltrán Prieto Figueroa”.

Emma Rosa Oropeza

Cátedra libre literaria: Juan Páez Ávila

Una Carta que Atravi esa el Velo

DIRECTOR

Cecilia Álvarez

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Juan Páez Ávila ¿ALTA CULTU RA O CULTURA DE MASAS? Mario Vargas Llosa y Gilles Lipovetsky

REVISTA CULTURAL

El rostro de un p oeta de cien años

JEFE DE REDACCIÓN

Julio Bolívar

Violencia y frenesí e n el discurso d e José Pu lido Jos

Reinaldo Chaviel

José Pulido Wilfredo Páez Gallardo Julio Bolívar Fausto Izcaray Jorge Euclídes Ramírez Rafael Montes de Oca Martínez

EDITORIAL

CONSEJO

é Antonio Parra

Amado d

iccionario

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mío

Héctor Abad Facioline

AGOSTO.

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Jose Gre gori artista y sa o Hernandez; bio Gorquin Camacaro.

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Gorquin Camacaro

DISEÑO Andreina Rincón Barquisimeto, Venezuela Todos los Derechos. Copyrigth c Septiembre año 2014

GRÁFICO

DIRECTOR DE ADMINISTRACIÓN

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"El silencio del lector"

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Rafael Cadenas

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de poética

Leonardo Azparren Giménez

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CENTRO S LITERARIA DE CREACIÓN (CASA C HÍO)

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Víctor Hugo D’Paola

Lágrima se procesió n la n Jorge Euclides Ramírez DE LA V A LA RE ENEZUELA VIR OROPEZAL DE LUIS JOSTUAL É A

Alberto Castillo Vicci

Educar e s sembra r otra vez

ENIDO

Leandro Area

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EDITORIAL E

sta segunda edición de la Revista Cultural Carohana viene precedida de un recibimiento entusiasta y estimulante de la número 1, por parte de amigos y lectores en general que nos lo hicieron saber a través de diferentes medios de comunicación, y algunos incluso personalmente. Hoy reafirmamos la convicción de que en el espectro cultural venezolano tenía y tiene cabida una revista plural, sin censura, abierta a todas las corrientes del pensamiento universal, en la que puedan expresar sus ideas muchos venezolanos que escriben y no han encontrado el medio en el cual exponerlas, además de recoger algunas trascendentes reflexiones en entrevistas de consagrados maestros de la literatura mundial. Igualmente algunos especialistas en la crítica literaria han formulado sus análisis y enfoques con absoluta libertad. Nuestra política cultural no será discriminatoria y en ningún aspecto ofensiva contra quienes no compartan sus lineamientos, y las diferencias legítimas serán tratadas con el respeto que el mundo de las ideas impone al hombre civilizado. Y cuando decimos hombre, desde luego que incluimos a la mujer, que en destacada proporción ocupa las páginas nuestra revista. La característica cultural de la Revista nos permite no sólo dar espacio en nuestras páginas a las variadas manifestaciones del pensamiento humano, sino también invitar a sus autores a una posible y fructífera discusión o polémica en una época de grandes cambios científicos, tecnológicos y humanísticos, que enriquecen el conocimiento en el universo de la cultura. Si llegamos a interpretar correctamente las inquietudes intelectuales de profesores y estudiantes de letras y de otras disciplinas de la Universidad Pedagógica Experimental Libertador (UPEL) de las universidades públicas y privadas, en las que no sólo gravitan hombres y mujeres del pensamiento humanístico, sino también social y científico, además de todos aquellos lectores de la sociedad en general, que les preocupa el presente y futuro de la nación, nos sentiremos ampliamente satisfechos de recoger en las páginas de la Revista, la palabra de representantes de diferentes generaciones, que desde hace algún tiempo soñaban con, y buscaban, un canal de comunicación sin fronteras, para dialogar con otras voces de la contemporaneidad.

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Fausto Izcaray

Esta fue la respuesta que me envió un familiar cuando le comuniqué por mensaje que había fallecido nuestro Maestro, José Manuel Briceño Guerrero, el viernes 31 de octubre en horas de la tarde. El viejo era nuestro sobrenombre para el Maestro, cuando queríamos referirnos a él con el cariño, el respeto y la admiración que sus alumnos sentíamos por su persona. A él personalmente lo llamaban unos, doctor Briceño y, otros incluyéndome, nos dirigíamos a él como Maestro. Nuestro primer encuentro con él se produjo en una época en que mi esposa y yo nos encontrábamos en la búsqueda de conocimientos que nos ayudaran a comprender el sentido de nuestras vidas acá y en el más allá. Todavía recuerdo que quien me animó a visitarlo en su casa en Mérida, en la parte alta de La Pedregosa, fue el astrólogo Mario Flores. “Vayan, visítenlo y le dicen que yo los mandé a hablar con él”. En esa época nos gustaba ir a Mérida, por sus paisajes. Llegamos hasta su casa y su esposa nos hizo pasar a la sala. Allí nos encontramos con él, por primera vez, en nuestra búsqueda de comprensión y de conocimiento. Fue muy grato el rato que pasamos con él conversando y tomándonos un café. Su sencillez me sorprendió, para alguien que hablaba 18 idiomas y tenía fama como filósofo y escritor. Ya para despedirnos nos pidió que esperáramos porque iba a buscar uno de sus libros, “a ver si me quedan copias”. Y al regresar nos entregó un ejemplar con dedicatoria: “Para Fausto y Liliam con los buenos augurios del encuentro, cordialmente” y su firma. Eso fue el 10 de agosto de 1992 y, desde entonces, empezó mi peregrinar casi mensual a Mérida para asistir a su seminario sin fin en donde leíamos El Quijote, Shakespeare en diversas obras y tantas cosas más, que llenan mi memoria con gratitud. El Maestro hacía comentarios, contaba anécdotas, para nuestro deleite, que ampliaban la comprensión de los textos bajo estudio. Un conjunto de jóvenes estudiantes de la ULA y de otros países estaban presentes. El Viejo iba pidiéndonos que leyéramos, por turnos, partes de El Quijote o bien obras de Shakespeare en inglés, en alemán, en italiano cualquiera que fuera la versión en manos de uno de los asistentes, para que escucháramos en otros idiomas las grandes obras. Todos los viernes por la noche se realizaba el seminario al cual nos apresurábamos a llegar temprano para poder conversar con él privadamente, y para disfrutar de su inmensa sabiduría cuando dirigía la sesión. Su saber, era una fuente infinita de conocimientos que compartía generosamente, con una sencillez admirable y con un magnífico buen humor. Cada seminario era una experiencia transformadora. Las semillas que sembró en nosotros fueron dirigidas siempre para que ansiáramos conocer y comprender en nuestro camino por la vida. De allí que Fernando Arturo Yépez me escribiera ese mensaje que encabeza este artículo. “El Viejo vive en nosotros”. De esas semillas surgieron libros de poemas que él me animó a publicar. Su apoyo y su confianza en mí, me inspiraron a aceptarme como poeta. El prólogo a mi libro Río Cuántico en el Tao fue un gesto de generosidad que nunca olvidaré. Cuando en una tertulia me hizo leer esos poemas, todavía sin publicar, una y otra vez, recuerdo que uno de los asistentes me preguntó si los había escrito después de hacer meditaciones con relajación. El Maestro le respondió a esa persona: “Eso no es el producto de una meditación. Hay que vivir muchas vidas para escribir eso.” Y, volviéndose hacia mí me dijo: “Mire Fausto, a veces los maestros renacen y escriben, y olvidan que son maestros. Tienen que leer sus propios escritos para recordar que son maestros.” También son semillas las incontables experiencias que compartimos con él en nuestras “noches largas” en las que leíamos Diálogos de Platón, escuchábamos a jóvenes músicos tocar magistralmente sus instrumentos; leíamos poesía, incluyendo las de Río Cuántico en el Tao, que eran de su predilección y fraternizábamos alrededor de una fogata y una mesa en la cual compartíamos la cena. Sus consejos, comentarios y enseñanzas son semillas fuertes y vigorosas en nosotros y seguiremos recibiendo sus frutos completos a través del tiempo. De eso se trata la metanoia, el cambio desde adentro de uno mismo que genera el tipo de Maestro que fue y seguirá siendo para nosotros El Viejo. Queda para el público culto su vastísima obra literaria y cultural. Todavía no hemos estudiado a fondo sus aportes a la comprensión de nuestra identidad como pueblos de Latinoamérica en su Laberinto de los Tres Minotauros, que recoge los tres discursos del pensamiento latinoamericano: el discurso europeo segundo, estructurado mediante la razón segunda y sus resultados en ciencia y tecnología, que incluye la esperanza de los derechos humanos para todos, sin distinciones; el discurso mantuano, cristianohispánico, heredado de España; y el discurso salvaje, producto de la herida sufrida por las culturas precolombinas de América por la conquista. Briceño Guerrero afirmaba en sus conferencias que estaba por venir una nueva cultura latinoamericana y que él pensaba que era a través del arte que podía desarrollarse. Decenas de libros literarios escritos bajo el pseudónimo de Jonuel Brigue incitan a descubrir caminos, reflexiones y conclusiones filosóficas, espirituales y plantean preguntas que hay que “dejarlas quietas” como solía decir, allí en su propia dimensión, alimentándolas hasta que uno viera el fruto del proceso hacia el conocimiento. Recientemente leí un artículo en una revista científica cuyo autor afirma que las personas muertas permanecen vivas en nuestras neuronas. Estoy convencido que las enseñanzas y el cariño que nos ofreció este gran Maestro (así con mayúscula) no sólo vivirán en nuestras neuronas sino en el espíritu de cada uno de sus discípulos. Yo me siento profundamente agradecido de este sabio bondadoso que me escogió como uno de ellos. 04

José Manuel Briceño Guerrero

“EL VIEJO VIVE EN NOSOTROS”


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UN HUMANISTA UNIVERSAL

Emma Rosa Oropeza

Desde Mérida, recibimos la noticia acerca del fallecimiento del Dr. José Manuel Briceño Guerrero, destacado escritor, filósofo y profesor, además de ser uno de los pensadores venezolanos más influyentes de América Latina. Por esta vía le extendemos nuestras más sinceras condolencias a su familia y a todos sus amigos y alumnos. Paz a sus restos. Como homenaje póstumo, transcribimos, EL SENTIDO DE CARORA escrito por el Dr. José Manuel Briceño Guerrero, en homenaje de los ochenta años del Diario de Carora, para acto efectuado en el Teatro Alirio Díaz,para esa fecha. EL SENTIDO DE CARORA Dr. José M. Briceño Guerrero Yo nací en Palmarito, Apure, y desde muy chiquito nos fuimos a Puerto Nutrias y luego a Barinas. No tengo, por lo tanto, ningún paisaje que me sea familiar de manera continua, y el acostumbramiento a las escuelas se rompía cada vez que se mudaba la familia, que era como una o dos veces al año. Después en la adolescencia viví en Barquisimeto, en Maracay, en Caracas y después estuve largos años en el extranjero, en donde aprendí muchas lenguas extranjeras, y he pasado casi la mitad de mi vida hablando idiomas que no sean el español y en lugares donde trato con personas que no tienen la formación cultural característica de los de habla española. Esto ha sido para mí una bendición del cielo en la profesión que escogí, que es la filosofía y la filología, la lingüística, y en este sentido, me ha sido altamente favorable. Pero, por otra parte, ha sido una maldición esa forma de vida, porque quede desarraigado y no había ningún lugar del mundo del cual yo me sintiera parte de él, al cual pudiera pertenecer. Y aquí es donde entra mi relación con Carora: Estando yo en Barquisimeto, en bachillerato tuve unos compañeros que eran caroreños; creo que en Carora no había bachillerato e iban a Barquisimeto a estudiar al Liceo Lisandro Alvarado, entonces me impresionó muchísimo, primero sin que yo lo notara y luego conscientemente, el sentido de pertenencia que tenía el caroreño. Una especie de arraigo, cosa que yo no tenía, y comenzó a ejercer sobre mí una fuerza gravitatoria como la ejercen los soles sobre los planetas, el hecho de que hubiera gente que perteneciera a un sitio de manera firme con igual firmeza con la que yo no pertenecía a ningún sitio y no podía identificarme con ningún lugar. Luego fortificó en mí la amistad con esos caroreños y unas visitas a Carora hechas por compañeros,

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me hicieron comenzar a sentir un gran cariño por Carora. Más tarde el estudio de la historia de Carora y de las instituciones caroreñas y de las cosas que aquí ocurren, me permitieron descubrir mucho más de Carora que esa tan importante pertenencia, sentido de pertenencia del caroreño. Un caroreño en cualquier parte del mundo en que se encontrara, estaba conectado con Carora y yo con ningún lugar. Entonces me fui como contagiando y me hice yo mismo, por cuenta mía, caroreño por elección propia, porque tampoco es que a mí me han adoptado los caroreños ni nada, aunque hay caroreños que me han dado muestras de estimación porque son buenos amigos, y la prueba es que yo esté aquí y sea acogido cordialmente. Ahora mis observaciones sobre Carora, por lo tanto, tienen la claridad que da por contraste. Yo soy más capaz de ver a Carora, lo digo sin falsa modestia, que los caroreños mismos, porque los caroreños mismos están inmersos en su condición de caroreño, mientras que yo desde una distancia extraordinaria me he acercado a Carora y la he podido ver de manera progresiva: Carora es un fenómeno extraordinario en el mundo entero, pienso yo, y particularmente en Venezuela, porque Carora tiene una conexión firme con el pasado, esa conexión no es a través de los estudios históricos, sino que es una relación viva que está presente en cada caroreño. Cada caroreño tiene en la cabeza una mitología relacionada con la historia de Carora, y especialmente con la historia de las familias de Carora y con el hecho de que Carora se formó en una lucha contra un medio inhóspito e inclemente. El gran secreto de Carora, es que surgió en contra de las inclemencias de la naturaleza y su surgimiento está basado exclusivamente en el trabajo de sus habitantes, sigue siendo así ahora, lo será más fuertemente en el futuro y comienza a ser dramáticamente importante en estos momentos históricos de Venezuela en que tienen que verse los caroreños obligados a regresar, en la medida en que se habían alejado de su única fuente de fuerza, de vitalidad, de creatividad, que es el trabajo, y el trabajo en un medio inclemente. Esa relación con el pasado es extraordinaria porque se mantiene aún físicamente. Carora es la única ciudad de Venezuela, la única, que tiene una zona colonial tan amplia que no es monumento histórico sino que viven ahí los descendientes de los caroreños que construyeron esas casas. Yo he sido testigo triste de otras ciudades en Venezuela en que los habitantes tradicionales venden sus casas para que se hagan edificios modernos y luego sus gentes se van a otras ciudades. Eso no se ha dado en Carora


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fuerza, y utilizarla para un progreso futuro. Y la otra dirección, que es evidente ya y está a la vista, es que Carora es ejemplar para el resto de Venezuela. Las autoridades nacionales, quizás, no han comprendido esto, y tal vez no lo comprendan en el futuro, con excepción del propio Ministro aquí presente, Presidente del Conac en quien he notado una gran percepción para todas estas cosas. Y es que Carora puede ser modelo para el resto de Venezuela en muchos campos, en el campo de la cultura es evidente, en el campo de la cría de ganado, en el campo de la creatividad artística, especialmente en la música y la pintura; y también en cuanto a las ideas en el mundo económico, y el ejemplo que puede dar en cuanto a las fuentes del poder de un país, que no es otro que el “trabajo”. Esta condición de Carora le da pues, un doble sentido, un sentido de ejercicio para el futuro y un sentido de ejemplaridad para el resto de nuestro país que tanto necesita esto. Yo creo que lo del futuro lo logrará Carora aún sin ayuda oficial, pero me produce escándalo que con frecuencia las autoridades nacionales, que deberían darse cuenta de esta cosa y apoyarla fuertemente, no lo hacen; y también que los propios caroreños, a veces, dan demostraciones de “falta de diligencia” en estas cosas. Creo haber hablado pues con toda sinceridad y con todo cariño, y agradezco la ocasión que me hicieron de que explique mi relación con Carora. Muchas Gracias.

José Manuel Briceño Guerrero

se ha dado lo contrario, que hay personas que compran casas viejas que han sido de sus ancestros para restaurarlas. Esto yo quisiera que se viera con la importancia que tiene. Creo que es más difícil para los caroreños que para mí ver esa circunstancia tan poderosa, esa conexión fuerte con el pasado. Por otra parte, Carora tiene una relación fuerte, fuente de vitalidad, con la tierra; esa tierra ha sido inhóspita, ha sido difícil y sigue siendo difícil, que ha sido una marca de talento de los caroreños y es evidente que de ahí depende su riqueza, por decirlo así, legítima, mientras que riquezas de otras ciudades se deben a circunstancias históricas, a especulaciones comerciales, a resultados de guerra. La riqueza de Carora se debe exclusivamente al trabajo de sus habitantes, por muchas generaciones y por varios siglos. Esto se está trabajando desde el siglo XVI y enfrentándose a situaciones negativas en gran medida. Esa conexión con la tierra se manifiesta que en cincuenta años, yo tengo setenta años, cuando tenía veinte años recorrí lo que llamaría la NACION CAROREÑA, cuyos límites deberían ser precisados, y habían enormes extensiones de tierra completamente estériles, y ahora veo manejo por la carretera en mi carro, que eso está lleno de sembradíos de caña regados artificialmente, en un lugar donde es difícil conseguir agua, la cual han tenido que sacarla del subsuelo. Otras regiones que tienen agua en abundancia, regalo de la naturaleza, las tierras están abandonadas, son tierras baldías. Eso es entonces en segundo lugar, esa conexión con la tierra de los caroreños. Y en tercer lugar, hablando del sentido de Carora, y para culminar más tarde diciendo qué entiendo yo por el sentido de Carora, está una conexión con el “cielo”, entiendo la conexión de Carora con el cielo no en el sentido religioso sino en el sentido metafórico, es decir, Carora siempre ha tenido una relación con el mundo del pensamiento, el mundo de la ciencia y el mundo del arte, también con el mundo de religión universal, y esa conexión se manifiesta en que ha habido siempre en Carora hombres eminentes en esos campos, y de manera sorprendente siempre ha sido como algo que brotara de la misma tierra, como por milagro, que de repente hay un gran pensador de Carora, gran científico, un hombre que tiene gran influencia sobre las cosas de Venezuela y artistas en que más bien pudiera pensarse que en Carora hay un exceso de artistas, si es que puede hablarse de semejante cosa, porque solamente aquí es posible hablarse de eso, cuando en Venezuela los artistas son despreciados, y conozco artistas creadores auténticos que pasan hambre y no hay auxilio para ellos de parte del Estado. Entonces Carora tendría, pues, esa conexión con el cielo en su creatividad en el campo de la ciencia, de la filosofía y del arte. Todas estas circunstancias hacen ver que el sentido de Carora tenga dos direcciones: Una dirección es el propio futuro de Carora, que tiene que ser diseñado “conscientemente” por sus propios habitantes; en este punto creo que todavía le falta a Carora un crecimiento de la autoconsciencia, de darse cuenta, con justeza, de su propia


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Cecilia Álvarez

Una Carta que Atraviesa el Velo tu ausencia en rincones escondidos porque, cómo no llorar todos estos años de sentir tu compañía; de despertar cada mañana caminando a tu lado, esperando la salida del sol; un sol que cambió su forma esta mañana para siempre. Cómo no llorar por todos estos años de sentarme a tu derecha, de leer contigo, de escuchar regaños con dobles intenciones. Cómo no llorar por las veces en que quise alejarme de ti, caminar y perderme para siempre; y más aún, por esas veces en que no pude alejarme y me quedé sentada, escuchando verdades que sólo tú eras capaz de decirme. Cómo no llorar recordando cuaresmas y noches que se hacían largas celebrando a los astros con tertulias en las que más de una vez me sentí como una hormiga en medio de un inmenso mar de existencias. Cómo no llorar las horas que fueron y que ya no serán. Cómo no llorar nuestro tiempo a solas recordando los discursos de Diotima. Cómo no llorar un patio de tu casa bailando trompos, y todas las veces en que me regalaste la infancia una vez más. Cómo no llorar un cordero, un arco de Rilke que toca dos notas creando armonía. Cómo no llorar las clases de amor, los estadios más altos del alma. Cómo no llorar tus manos protectoras que cuidaron de mí incluso en la distancia. Cómo no llorar lo que no me alcanza para decir, pero que tú y yo sabemos que viví y aprendí a tu lado. Así, ¡oh, Niño del Lenguaje!, déjame llorar mi amor por ti y te prometo que luego, yo misma le pediré a Critón que me lleve a casa para dejarte marchar en paz; y mientras te vas, prometo hacerme cargo consciente de las herramientas que me otorga tu legado. Prometo seguir buscando, prometo girar el compás y medir con la escuadra los terrenos de mi templo. Prometo sostener mis tres cabezas dentro de este laberinto de identidad latinoamericana. Prometo seguir descifrando magnolias desde tu Atalaya; prometo luchar por dejar de ser una simple doula oussa y embellecer mi crisálida para que se transforme en la Helena Oukoussa de tu corazón. Prometo ser tamunangue desde mi morada mantuana. Prometo escribir, prometo pensar y plasmar lo que me diste para continuar tu trabajo sobre esta tierra. Y entre tantas promesas, gracias. Gracias por haber hecho de mí lo que soy, por haberme regalado la verdadera luz de la vida. Y aunque me cuesta imaginar cómo seguir un camino sin ti, me armo de valor y embarco este bateau ivre que continúa un viaje que comenzó contigo, escuchando el canto de los marineros. Prometo, entonces, dejar que mi pensamiento se sumerja en la difícil tarea de comprender las inquietudes metafísicas que agobian a la humanidad, y prometo dejar de llorarte por la falta que me harás, para comenzar a trabajar, de la manera más humilde que pueda, en expandir tu obra sobre aquellas generaciones que no tuvieron la dicha de tener tu materia, pero que sí tendrán la dicha de tener tu corazón, tu alma y tu espíritu. Así que queda tranquilo, que tu paso por esta tierra quedó grabado en la mneesis del mundo y en nombre de toda la humanidad, sobre todo en nombre de la humanidad latinoamericana, te doy las gracias por trabajar sin descanso en el despertar de nuestras conciencias. Queda tranquilo, queda con Dios, queda con los grandes hombres de entre los hombres, con quienes debes estar ya, tú junto a ellos, considerando los asuntos más especiales de la filosofía. Queda feliz, que yo quedo feliz contigo. Amándote para siempre, Tu Cecilia. Carora, 04 de Noviembre de 2014. 11:46am.

La autora de esta carta es una joven caroreña que tuvo el privilegio de estudiar con el Maestro José Manuel Briceño Guerrero durante 7 años, desde los 17 hasta haber cumplido los 25. Briceño fue su tutor en el estudio de idiomas y Filosofía. Entre los idiomas que domina están el inglés, el francés, el alemán literario y griego. Cuando el Maestro celebró su 80 cumpleaños, los asistentes nos asombramos oyéndola recitar el Canto XXIII de la Ilíada en griego, de memoria. Luego la hizo viajar a varios países para profundizar los respectivos idiomas USA, Francia, Alemania y Grecia. El régimen de estudio fue intenso: todos los días de 6 de la mañana a 7 de la tarde. Y de sábado a domingo. Actualmente estudia Filosofía en la Universidad Cecilio Acosta. Temprano esta mañana, al despertarme, me asomé por mi ventana buscando el cielo y asegurarme de que la noche no había traído otra cosa que sueños cargados de angustia, pero al elevar mi mirada, desesperada por encontrar consuelos divinos, noté que este sol que hoy alumbra la faz de la tierra no es el mismo sol de ayer. Así me cayó la conciencia sobre mis hombros, como un bloque, y entre tanta pesadez embriagada de punzante dolor no me quedó otro camino que aceptar tu partida. En variadas ocasiones, tú bien lo sabes, me ha tocado soltar estrellas y verle la cara al dolor; por eso ahora soy capaz de juntar palabras de despedidas que dancen amorosas sobre tu regazo. Sé que bien las atenderás, que las degustarás y que las amarás en honor a nuestro noble y sincero cariño. ¡Oh, Hombre del Lenguaje!, sé que cuando ellas lleguen hasta ti, cargadas de sutiles emociones, las besarás como el padre que se reencuentra con sus hijos después de un largo viaje; del mismo modo en que Ulises besaría a Telémaco luego de tan larga odisea. Sé que serás con ellas tan dulce como lo fuiste conmigo porque aquí va reflejada una parte de esta esencia mía que te busca, y que sabe que, ahora, la única forma de cercanía que puede haber entre tú y yo es el lenguaje. Sólo en él podré encontrarte, y sólo en él podrás sentir los progresos de mi alma. ¡Escribe! Me ordenaste siempre, ¡escribe cualquier cosa! ¡escribe lo que sea, pero escribe! Y yo obedecí y escribí, pero no fue suficiente. Permíteme ahora que viva toda esta vida que pasa sin ti, escribiendo sin descanso para intentar decirte mis más profundas vibraciones, para intentar entonar en tu honor los ascensos y descensos de mi conciencia en ley de octava, para intentar pintar dentro de este cuadro que es la vida, los valores grises de un espíritu encantando por la magia de tu voz. ¡Maestro querido! Permite que escriba ahora y siempre los tormentos de esta pobre mujer, de esta "doula oussa", de este minotauro perdido en su laberinto. Permíteme que escriba, como tú, por amor a las palabras, y no dejes que por terror a ellas, o por la blancura de un papel vacío que se defiende, se quede mi ser sin expresión, ¡hélas!. Lo primero que supe cuando escuché de tu partida fue que pediste no llorar. No lo cumplí del todo, te pido mis sinceras disculpas. No sé si en adelante podré cumplirlo del todo, te pido disculpas de antemano. Sin embargo, aquí estoy, tratando de ser fuerte; porque no quisiera que se me iguale con la mujer de Sócrates y que tú, rodeado de tus discípulos sensatos con planes de elevar el pensamiento hacia la cúspide más alta de la filosofía, mires a Critón, me señales y digas: “apagétoo tis auteen oikade”, atormentando con desgarradores llantos el momento sagrado de que tomes tu cicuta, sentencia que te dieron los dioses que quieren tenerte en el Olimpo a su lado. Y aunque bien no quiero ser la Jantipa de tu historia y retengo el llanto, no puedo prometerte no llorar

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¿ALTA CULTURA O CULTURA DE MASAS? Conversación entre Mario Vargas Llosa y Gilles Lipovetsky El pasado mes de abril, Vargas Llosa honró su talante liberal al dialogar sobre su más reciente libro con el sociólogo francés Gilles Lipovetsky, con quien mantiene una lúcida discusión sobre la alta cultura frente a la cultura de masas. Bajo los auspicios del Instituto Cervantes y la moderación de su directora de Cultura, Montserrat Iglesias, presentamos una edición de este encuentro. Mario Vargas Llosa: La civilización del espectáculo es un ensayo que expresa una preocupación, cierta angustia al ver que lo que entendíamos por “cultura” cuando yo era joven ha ido transformándose en algo muy diferente a lo largo de mi vida hasta convertirse en la actualidad en algo esencialmente distinto de lo que entendíamos por “cultura” en los años cincuenta, sesenta y setenta. El libro trata de describir más o menos en qué ha consistido esta transformación y también de ver qué efectos puede tener esa deriva que ha tomado lo que hoy día llamamos cultura en distintos aspectos de la actividad humana –lo social, lo político, lo religioso, lo sexual, etcétera–, puesto que la cultura es algo que impregna todas las actividades de la vida. El libro no quiere ser pesimista, pero sí quiere ser preocupante e incitar a reflexionar sobre si esa importancia esencial y hegemónica que han tomado el entretenimiento y la diversión en nuestro tiempo puede convertirse también en la columna vertebral de la vida cultural. Creo que es algo que está ocurriendo, y que está ocurriendo con el beneplácito de amplios sectores de la sociedad, incluidos aquellos que tradicionalmente representaban las instituciones y los valores culturales. Desde mi punto de vista, Gilles Lipovetsky, uno de los pensadores modernos que han analizado con mayor profundidad y rigor esta nueva cultura. En libros como La era del vacío o El imperio de lo efímero ha descrito con gran conocimiento en qué consiste esta nueva cultura. A diferencia de mi caso, se ha acercado a ella sin inquietud, sin alarma, por el contrario con simpatía, advirtiendo en ella elementos que considera enormemente positivos: por ejemplo, el efecto democratizador de una cultura que llega a todo el mundo, una cultura que a diferencia de la cultura tradicional no hace distingos, no está monopolizada por una élite, por cenáculos de clérigos o de intelectuales, sino que de alguna manera permea al conjunto de la sociedad. Dice también, cuestión desde luego interesante y debatible, que esta cultura ha permitido una liberación del individuo, porque, a diferencia de lo que ocurría en el pasado –cuando el individuo en cierta forma era prisionero, expresión de una

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cultura–, el individuo de nuestro tiempo puede elegir entre una panoplia de posibilidades culturales, ejercitando de esta manera no solo una soberanía y una voluntad, sino también una afición, una predisposición. Dice que esta cultura es una cultura del placer, que permite que uno busque su placer en actividades que hoy tienen ese signo, el ser culturales, aunque en el pasado no se les considerase como tales. Son ideas debatibles que me convencen a ratos y a ratos me dejan pensativo, y por eso creo que este puede ser un diálogo sumamente fructífero entre dos acercamientos a un mismo fenómeno desde posiciones que son diferentes pero que podrían de cierta manera ser complementarias. Gilles Lipovetsky: Muchas gracias a usted, Mario, por esta bella presentación en la que me reconozco totalmente. Subraya usted que esta sociedad del espectáculo crea una suerte de base ácida para el sentido noble de la cultura. Estoy de acuerdo con usted en este aspecto. He intentado teorizar sobre esta idea en un libro de próxima publicación y voy a permitirme desarrollar un poco este punto, porque creo que va en el sentido que usted enfoca. ¿Qué era la cultura noble, la alta cultura, para los modernos (y así no irnos muy lejos en la historia)? La cultura representaba el nuevo absoluto. Cuando los modernos comenzaron a desarrollar la sociedad científica y democrática, los románticos alemanes crean una especie de religión del arte, que asume la misión de aportar lo que no daban la religión ni la ciencia, porque la ciencia simplemente describía las cosas. Se produce una sacralización del arte. Los siglos XVII y XVIII nos dicen que el poeta y los artistas en general son los que muestran el camino, son los que dicen lo que antes decía la religión. Cuando advertimos lo que es la cultura en el universo del consumo, en el universo del espectáculo, lo que llama usted la “civilización del espectáculo” –estoy totalmente de acuerdo con esa denominación: es un título magnífico–, lo que observamos es justamente la caída de ese modelo. La cultura se convierte en una parte del consumo, en una célula del consumo. Ya no estamos esperando a que la cultura cambie el mundo, como pensaba Rimbaud: cambiar la vida, cambiar el mundo. Esa era la tarea de los poetas, como Baudelaire, que rechazaba el mundo de lo utilitario. Creían que la alta cultura era lo que podía cambiar al hombre, cambiar la vida. Ahora ya nadie puede pensar que la alta cultura va a cambiar la vida. En este plano es la civilización del espectáculo la que, de hecho, ha ganado. De la cultura lo que esperamos es divertimento, una diversión un poco más elevada, pero fundamentalmente hoy lo que cambia la vida es el capitalismo, es la técnica. Y la cultura viene a ser la


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aureola de todo esto. Podemos tener una visión estrictamente negativa, que no es totalmente la suya, de esta civilización del espectáculo y en general de la sociedad de consumo. Sin embargo, durante los años en los que he estudiado a la sociedad contemporánea he intentado demostrar el potencial positivo, a pesar de todo, que representa. Si tomamos el modelo tradicional de la cultura, la parte negativa es mayor, sí, es innegable. Pero la vida no solo es cultura. La vida es también la política –para nosotros, la democracia–, son las relaciones con los demás, la relación consigo mismo, con el cuerpo, la relación con el placer y con muchos otros elementos. En este plano podemos decir que la sociedad del espectáculo, la sociedad de consumo, que por un lado ha masificado los comportamientos, ha dado un mayor grado de autonomía a los individuos. ¿Por qué? Porque ha hecho que caigan los megadiscursos, las grandes ideologías políticas que marcaban a los individuos, que los ponían dentro de un régimen estanco, y los ha sustituido con el tiempo libre, con el hedonismo cultural. Las personas, en general, ya no quieren seguir a las grandes autoridades: quieren vivir felices, quieren buscar la felicidad con los medios que tengan, aunque, añadiría, no siempre lo consiguen. De cualquier manera, la sociedad de consumo, por medio del hedonismo, ha multiplicado los modelos de vida y las referencias. La televisión, por ejemplo, que ha representado una suerte de tumba de la alta cultura, ha nutrido de referencias a la gente, ha abierto los horizontes: permite a los individuos comparar. En este plano, la revolución de los modos de vida de la sociedad del espectáculo ha permitido la autonomización de los individuos, creando una especie de sociedad a la carta donde estos construyen sus modos de vida. Creo que es un aspecto importante, porque las sociedades donde domina el espectáculo son, en general, sociedades consensuadas sobre el pacto democrático. Ya no hay luchas sociales que acaban en baños sangrientos y se ha rechazado en todos estos lugares la figura del dictador. En ese sentido creo que la sociedad del espectáculo ha permitido a las democracias vivir de una manera menos trágica, menos esquizofrénica que antes. Eso nos ha liberado en cierto modo de las dos vertientes fundamentales, o los dos grandes vicios de la edad moderna: la revolución y el nacionalismo. Donde triunfa la sociedad del espectáculo existen los nacionalismos, pero no son sangrientos, y la revolución –la gran epopeya, la gran esperanza revolucionaria escatológica que anunciaba, por ejemplo, el marxismo– ya no tiene muchos fieles ni mucha credibilidad. Recordar lo que los nacionalismos y las revoluciones significaron para el siglo XX nos permite evitar las lecturas apocalípticas de la sociedad del espectáculo, aunque sigamos siendo críticos con ella. Mario Vargas Llosa: Esos son los aspectos positivos de lo que podríamos llamar la civilización del espectáculo, con los que coincido en general. Ahora, veamos algunos negativos. La desaparición o el desplome de la alta cultura ha

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significado también el triunfo de una gran confusión. Con la alta cultura se han desplomado ciertos valores estéticos sobre los que no existe ya un canon o un orden de prelación, unas ciertas jerarquías que la vieja cultura había establecido y que eran más o menos respetadas. Eso hoy prácticamente no existe. Por una parte se puede decir que es extraordinario porque significa que en la actualidad tenemos en el campo de la cultura una libertad infinita. Pero dentro de esa libertad también podemos ser víctimas de los peores embaucos. Y concretamente en algunos de los campos de la cultura es hoy una realidad que verificamos cada día. Quizá el más dramático sea el de las artes plásticas. La libertad que las artes plásticas han adquirido consiste en que todo puede ser arte y nada lo es. Que todo arte puede ser bello o feo, pero no hay manera de saberlo; no tenemos el canon que antes existía y que nos permitía diferenciar lo excelente de lo regular y de lo execrable: hoy todo puede ser excelente o execrable. Al gusto del cliente. En el mundo del arte la confusión ha alcanzado unos extremos que llegan a ser cómicos y risibles. El gran talento y el pícaro se confunden porque ambos son víctimas de mecanismos, el de la publicidad, por ejemplo, que en última instancia tiene la palabra final. Es verdad que en otros campos la confusión no ha llegado a estos extremos, pero de alguna manera se ha infiltrado y existe también un enorme desconcierto. Si la cultura es puramente entretenimiento, no importa nada. Si se trata de divertirse, un embaucador puede divertirme más que una persona profundamente auténtica, sin duda. Pero si la cultura significa mucho más, entonces sí es preocupante. Y yo creo que la cultura significa mucho más; y no solamente por el placer que produce leer una gran obra literaria o ver una gran ópera o escuchar una hermosa sinfonía, o ver un espectáculo exquisito de ballet, sino porque el tipo de sensibilidad, el tipo de imaginación, el tipo de apetitos y deseos que la alta cultura, el gran arte, producen en un individuo lo arman y equipan para vivir mejor: para ser mucho más consciente de la problemática en la que está inmerso, para ser mucho más lúcido respecto a lo que anda bien y a lo que anda mal en el mundo en el que vive. Y también porque esa sensibilidad así formada le permite defenderse mejor contra la adversidad y gozar más, o en todo caso sufrir menos. Hablo de una experiencia personal. Yo creo que haber podido leer y gozar con Góngora, haber podido leer y entender el Ulises de Joyce ha enriquecido mi vida enormemente. Y no solo por el placer que me dio vivir aquellas experiencias culturales, sino porque me hicieron entender mejor la política, me hicieron entender mejor las relaciones humanas, me hicieron entender mejor lo que es justo y lo que es injusto, lo que anda bien y lo que anda mal y lo que anda muy, muy mal. Llenó una vida de la que la religión había desaparecido cuando yo era muy joven de una espiritualidad que sin esas lecturas no habría tenido. Estoy hablando desde un punto de vista individual, pero si nosotros extendemos esto al conjunto de la sociedad y lo que esta


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cultura significa desaparece y es sustituida por el puro entretenimiento, ¿qué pasa con lo demás? ¿El puro entretenimiento es capaz de armar a una sociedad suficientemente como para enfrentar todas esas problemáticas? No estoy en contra del capitalismo, estoy a favor del capitalismo, creo que ha significado un extraordinario avance para la humanidad: nos ha traído mejores niveles de vida, un tipo de desarrollo científico que nos permite vivir infinitamente mejor que nuestros antepasados. Sin embargo, los grandes pensadores del mercado siempre lo dijeron: el capitalismo es un mecanismo frío, es un mecanismo que crea riqueza y que crea también un egoísmo que pasa a formar parte de la vida cotidiana. Eso debe ser contrarrestado por una muy rica vida espiritual. Muchos teóricos capitalistas pensaban que esa vía espiritual era la religión. Pero otros, que no eran religiosos, pensaban que era la cultura. Yo creo profundamente que la mejor manera de contrarrestar ese egoísmo, esa soledad, esa competencia terrible y que llega a extremos de gran deshumanización, exige una muy rica vida cultural en el sentido más elevado de la palabra “cultura”, si no queremos llegar a algo a lo que desgraciadamente la sociedad contemporánea está llegando: a un vacío espiritual tal en el que todos esos aspectos negativos de la sociedad industrial, toda esa deshumanización que trae consigo, se están manifestando a diario. A diferencia de Gilles, yo no creo que la civilización del espectáculo haya traído esa paz, ese sosiego, esa conformidad con lo existente que ha eliminado o disminuido la violencia. Todo lo contrario. La violencia está ahí, es una presencia constante en nuestras ciudades, que están profundamente impregnadas de criminalidad, hay una violencia que se manifiesta en los crímenes de género y en todo tipo de discriminación. Hay fantasmas que nacen, por ejemplo, con la crisis económica que se traducen en xenofobia, en racismo y en discriminación. Está presente la violencia contra las minorías sexuales, por ejemplo, que es manifiesta, con muy pocas excepciones, en todo el mundo. Y eso, ¿a qué hay que atribuirlo?, ¿cómo explicarlo? Creo que uno de los factores en los que esa violencia se manifiesta de esta manera tan cruda, sin contrapesos y sin frenos, es precisamente el desplome de la alta cultura, que es la que enriquece la sensibilidad, la que de alguna manera nos lleva a preocuparnos por los grandes temas; una cultura que, además de ser entretenida, sea preocupante, inquietante, que genere en nosotros inconformidad y un espíritu crítico, algo que no puede crear jamás en sí una cultura que es pura diversión. Eso que en uno de los ensayos de Gilles se llama “cultura-mundo”. No tengo nada contra el espectáculo, el espectáculo me parece formidable y a mí me divierte muchísimo. Pero si la cultura se vuelve solo espectáculo, creo que lo que va a prevalecer en última instancia más que el sosiego es el conformismo. Una especie de conformismo, de resignación, de actitud pasiva. Y en la sociedad moderna capitalista, la pura pasividad del individuo significa no el reforzamiento de la cultura democrática sino el desplome de las instituciones

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democráticas. Porque esa actitud va en contra de la participación activa, la participación creativa y crítica del individuo en la vida social y en la vida política y cívica. Uno de los fenómenos para mí más inquietantes de la sociedad contemporánea es esa desmovilización de los intelectuales, de los artistas frente a los temas cívicos, el desprecio absoluto a la vida política, considerada una actividad sucia, innoble, corrompida, a la que hay que darle la espalda, con la que no hay que de ninguna manera ensuciarse. ¿Cómo puede a la larga sobrevivir una sociedad democrática sin una participación de la gente más pensante, de la gente más sensible, de la gente más creativa, de la gente con mayor imaginación? El desplome de la alta cultura no es solamente una pérdida para una minoría, para esa élite que disfrutaba de los placeres exquisitos del intelecto y la sensibilidad, sino que el conjunto de la sociedad sufre y puede padecer los estragos que de ello puedan resultar. II Montserrat Iglesias: En La civilización del espectáculohay una continua reflexión a lo largo de sus páginas sobre el papel que ha jugado la religión o el laicismo a través de las artes en el sentido de la trascendencia. ¿Cómo encuentra esa trascendencia en su idea de cultura-mundo? Gilles Lipovetsky: La trascendencia la encontramos en la perpetuación de la exigencia ética, que no ha muerto. A menudo asociamos la sociedad del espectáculo con la desaparición de los ideales. Esta, sin duda, es una vertiente, pero no es la única. En las nuevas generaciones de gente comprometida hay una base que ya no es la base política, que era la que aparecía en generaciones anteriores, sino que está vinculada con la exigencia de la generosidad, de la ayuda mutua. Esto muestra que la sociedad contemporánea no es sinónimo de cinismo absoluto o de nihilismo. Es la vertiente dominante, estoy de acuerdo, pero hay contratendencias. Lo vemos con las ONG, con los voluntarios, gente que se compromete y da su tiempo y que busca hacer algo no solo por sí misma sino por los demás. Reconozco que no es un fenómeno generalizado, pero me sorprende que la sociedad del espectáculo, a pesar de todo, favorezca esas muestras de generosidad a escala planetaria. La sociedad del espectáculo no solo crea egoísmo. También crea otros fenómenos que permiten equilibrar la balanza. Quizá tengamos una visión distinta de la alta cultura. Usted ve en la alta cultura un contrapeso, una salvación frente a la desregulación mortífera de la sociedad del espectáculo y del capitalismo. (Usted no está en contra del capitalismo, sino que busca la manera de cómo humanizarlo. En este punto estamos de acuerdo.) No compartimos, sin embargo, el mismo optimismo. Usted piensa que la alta cultura es un medio capital, esencial para rectificar una vertiente del capitalismo. Yo, en cambio, soy más escéptico. Quizá tengo menos fe que usted en la alta cultura. Ha dicho cosas muy interesantes sobre la violencia. Ha dicho que en la sociedad del espectáculo, que también se asocia a la diversión, se ha manifestado toda clase de


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violencia. Sin embargo, Oscar Wilde, durante un momento importante de la alta cultura, pasó veinte años, casi toda su vida, en prisión. También recuerdo que la nación más cultivada antes de la guerra era la alemana. La alta cultura no pudo proteger a los hombres de la barbarie absoluta que significó el nazismo en la nación de Goethe y Kant. Yo soy académico, defiendo la alta cultura, pero pienso que también debemos proponer otras vías, distintas a la alta cultura. El conocimiento de las grandes obras es una vía, pero no es la única. Inmersos en la desorientación del mundo contemporáneo, lo que tenemos que hacer es devolverles la dignidad a los hombres, devolverles la fe en la actividad. No solo fe en el conocimiento y en el disfrute de las grandes obras. La alta cultura hace al hombre, pero también el hecho de que los individuos sean actores y que construyan su mundo. La escuela no debe quedarse ahí e ir en contra de la televisión, etcétera. La escuela tiene que dar herramientas para que los individuos se conviertan en creadores, no solo de arte o de literatura, sino creadores de todo. La alta cultura, que es el humanismo, es una vía. Pero no es la única. Es una vía que debe acompañar a otras, sí, pero si la tomamos como la central, tendremos dificultades. En la sociedad de la imagen, de la diversión, es más difícil que las masas participen en este baño cultural. Que las personas de los lugares más humildes lean el Ulises de Joyce es muy difícil hoy. Es posible, pero muy difícil. De cualquier manera, creo que podemos vivir, y vivir bien, de manera digna, sin conocer las grandes obras. Estamos de acuerdo en el diagnóstico del origen de la sociedad del espectáculo con el desplome de las jerarquías estéticas. Pero aquí tenemos que tomar un poco de espacio y observar que la sociedad del espectáculo no es la única responsable. Comenzó con la más alta cultura: en las vanguardias. Es ahí donde se da el ataque real contra el arte académico, el estilo, lo bello. Duchamp no es la sociedad del espectáculo y fue él quien abrió la vía a cualquier cosa, la idea de que en las exposiciones podíamos poner cualquier cosa y que solo por eso se llamaría “arte”. La sociedad del espectáculo captó esto, pero nació dentro de la alta cultura. La semilla del desplome de la estética y de la alta cultura está dentro de la propia alta cultura. Al final, la sociedad del espectáculo no ha cambiado mucho las jerarquías estéticas. ¿Qué ha hecho? La sociedad del espectáculo crea algo inédito en la historia: el arte de las masas. Las artes eran artes tradicionales, artes rituales, artes mágicas, artes religiosas y artes de clase, artes aristocráticas. La sociedad moderna, desde el siglo XX, inventa algo que no existía hasta entonces y que podemos llamar el “arte de las masas”. El cine, por ejemplo. Una película es una obra que se dirige a todos, independientemente del bagaje cultural; no hace falta haber leído las grandes obras para apreciarla. El cine no ha cambiado la estética, ha creado algo distinto. Al lado de las grandes jerarquías estéticas ha creado un arte de la diversión que nos puede dar obras mediocres pero también

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piezas magníficas; cada vez más obras medianas, que no son grandes obras de arte pero tampoco son malas, producen emociones y hacen reflexionar a la gente. El capitalismo –el cine es un producto del capitalismo, no hay cine sin capital– no debe rechazarse del todo. Ha creado el arte de masas. Ha creado, también, la publicidad, que podemos denunciar –no siempre es agradable verla, especialmente cuando interrumpe una película o algún programa cultural–, pero ¿cómo podemos pensar en una democracia sin ella? La prensa no existe sin publicidad; hoy, con internet, no puede vivir simplemente de sus lectores. Sin publicidad no puede existir una prensa libre. Hay que denunciar, sí, el fenómeno de publicización de todas las actividades, pero no podemos quedarnos en el aspecto negativo. Mario Vargas Llosa: Me alegro que Gilles haya tocado el tema del nazismo. Lo primero que hizo el nazismo al llegar al poder fue una gran quema de libros frente a la Universidad de Berlín [hoy Universidad Humboldt], donde prácticamente toda la gran tradición cultural alemana ardió en una pira gigantesca. El nazismo, sin embargo, no ha sido el único movimiento totalitario que ha tenido una desconfianza cerval hacia la creación artística, hacia el pensamiento filosófico, hacia los artistas más o menos críticos de su tiempo, de su sociedad, a los que por supuesto reprimió brutalmente. La primera acción de todas las sociedades autoritarias de la historia es establecer sistemas de censura por la gran desconfianza que les merecía la cultura. Y tenían razón. Veían en la cultura un gran peligro. Esto es la Inquisición, una institución que se crea para no permitir la libre emisión de las ideas, de las creencias, para encasillar el pensamiento, la vida intelectual, desde luego la vida espiritual, en ciertas normas precisas que respondían a las convicciones del poder. Eso es lo que hicieron el comunismo, el fascismo, el nazismo, todas las dictaduras que en el mundo han existido. Ahí tenemos justamente la mejor demostración de la importancia de tener una cultura rica, altamente creativa y libre. De hecho, una cultura rica y altamente creativa solo puede ser libre. Por eso una cultura rica y creativa es uno de los fundamentos de la libertad. Si ella desaparece es porque ha desaparecido la libertad en el seno de esa sociedad. Esa libertad puede desaparecer, desde luego, en razón de un régimen autoritario y brutal –Hitler, Stalin, Fidel Castro, Mao Tse Tung–, pero puede desaparecer también de otras maneras: a través de la frivolidad y el esnobismo, puede irse degradando cada vez más si llegamos a creer que para cierta gente Joyce, Eliot o Proust son absolutamente inútiles e inservibles –porque no tienen la cultura necesaria, porque tienen una preocupación inmediata mucho más apremiante, porque tienen necesidades que solventar...–. Ese tipo de pensamiento es muy peligroso. Creo que Proust es importante para todos, aunque algunos no sepan leer. Creo que de alguna manera lo que hizo Proust los beneficia también a ellos, a pesar de no estar en condiciones de leerlo. Proust creó un tipo de sensibilidad frente a ciertas cosas que,


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por ejemplo, hizo a los individuos que fueron capaces de contaminarse de ella más sensibles a la situación de esas pobres personas. Y les dio conciencia de que había unos derechos humanos. Ese tipo de sensibilidad resulta fundamentalmente de la cultura. Cuando la cultura no está detrás esa sensibilidad se embota extraordinariamente. Y eso explica que habiendo sido el nazismo lo que fue haya rebrotes todavía en la Europa más culta y más civilizada. Eso explica que habiendo vivido Europa la experiencia atroz del Holocausto el antisemitismo no solo no haya desaparecido sino que renazca periódicamente. Y que la xenofobia, que es por desgracia una tara universal, rebrote, y no en sociedades primitivas, incultas, sino en sociedades muy cultas, pero justo en aquellos sectores donde no llegan Proust, Eliot ni el Ulises de Joyce. La alta cultura es inseparable de la libertad. Porque la alta cultura ha sido siempre crítica, ha sido siempre resultado del inconformismo y fuente de inconformidad. No se puede leer a Kafka, a Tolstói o a Flaubert sin convencerse de que el mundo está mal hecho, de que comparado con esas cosas tan hermosas, tan perfectas, tan bellas, donde todo es bello –lo feo y lo malo es también bello y hermoso–, el mundo real es tan mediocre en comparación con ese mundo maravilloso que crearon los grandes escritores, artistas. Esto crea en nosotros un sentimiento tremendo de inconformidad, de resistencia y de rechazo de la realidad real. Esa es la fuente principal del progreso y de la libertad. No solamente en el campo material, sino fundamentalmente en el campo de los derechos humanos y de las instituciones democráticas. La defensa de la alta cultura está ligada a esa gran preocupación por la libertad y por la democracia. Es verdad que en las sociedades cultas del pasado se dieron injusticias monstruosas desde el punto de vista social y económico. ¿Qué nos hizo conscientes de que esas injusticias estaban ahí? La cultura. La cultura nos dio suficiente sensibilidad, suficiente racionalidad para hacernos conscientes de aquello que andaba mal a nuestro alrededor. Fue la cultura la que nos hizo entender que la esclavitud era injusta y que había que acabar con ella, que el colonialismo era injusto y que había que acabar con él, que toda forma de racismo y discriminación es injusta y violenta. Cuando Proust escribía En busca del tiempo perdido no sabía que estaba trabajando por la libertad y la justicia, pero lo estaba haciendo. Eso estaban haciendo Rembrandt, Miguel Ángel y Wagner cuando componía su música, aunque era racista en su vida privada. Es lo que han estado haciendo los grandes artistas, los grandes pensadores, los grandes creadores, cuya función no es la de los tecnócratas ni la de los científicos –con la contribución extraordinaria que ellos prestan a la humanidad–, que es un trabajo de especialistas, es un trabajo que va orientado en una dirección. El trabajo de los grandes humanistas, en cambio, no va orientado en una dirección, va orientado al conjunto de la sociedad y de alguna manera establece los denominadores comunes que se pierden en la sociedad con la modernización y la

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industrialización. La sociedad moderna va segregando, va separando a los individuos, y por eso en esta sociedad es tan importante un denominador común que nos hace sentir siempre solidarios y fraternos, porque establece entre nosotros una comunidad de intereses. Esa comunidad de intereses solo la crea la cultura. Esa comunidad de intereses no la establecen jamás la técnica ni la ciencia, que crea especialistas, crea divisiones absolutamente cerradas, incompatibles entre sí. Por tanto, defender la alta cultura es defender no solamente a esa pequeña élite que goza con los productos de la alta cultura, sino que es defender cosas tan fundamentales para la humanidad como la libertad y la cultura democrática. La alta cultura nos defiende contra los totalitarismos, contra los autoritarismos, pero también contra los sectarismos y contra los dogmas. Gilles Lipovetsky plantea en sus estudios que las ideologías –de las que tengo la misma desconfianza y temor– se han ido erosionando en la cultura del espectáculo. Que la sociedad del espectáculo ha sido más eficaz que los argumentos racionales y democráticos en la lucha contra las grandes ideologías utópicas. Esto es, que muchas de las ideologías se han ido desintegrando y desapareciendo a través de la necesidad de diversión, de entretenimiento, de las modas y de la búsqueda del placer inmediato y rápido. Si ese es uno de los logros de la sociedad del espectáculo, enhorabuena, es algo que debemos celebrar. El desplome de las grandes ideologías es el desplome de una de las grandes fuentes de guerra y violencia en la sociedad moderna. Gilles Lipovetsky: Mario ha resaltado un punto en el que estoy totalmente de acuerdo: lo que somos los hombres modernos se lo debemos a la alta cultura. Se lo debemos a la filosofía y a la literatura. La democracia, los derechos humanos y el humanismo no nacen así como así, traídos por la evolución de la historia. Es todo un baño de reflexiones, de sensibilidades modernas traídas por filósofos y escritores y es lo que ha forjado el cosmos humanista, individualista y democrático. El mundo moderno nace del espíritu de ciertos pensadores que han puesto el germen, personas que han dado el código de una sociedad que ya no tiene su base en el más allá, sino que lo encuentra en sí misma al reconocer la libertad, la dignidad y la igualdad de todos. Esta es una invención intelectual que debemos a la alta cultura. Estamos de acuerdo, al igual que en el precepto de que hay que defender la creación como agente de libertad. No estoy completamente convencido, en cambio, de que la alta cultura nos preserve, nos conserve y nos proteja contra el desborde de la violencia, del totalitarismo o de violencia de cualquier otro orden. Si la alta cultura genera libertad, a menudo, como diría Kant, estaría maniatada contra las amenaza del poder y de los intereses. Hoy no solo la alta cultura defiende los valores que usted quiere y aprecia tanto como yo: muchos campos, como la televisión, el cine y todo un conjunto de producciones de


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masa, celebran los derechos humanos y la dignidad. Quizá no lo hagan con obras que serán consagradas por la historia, pero, a pesar de todo, difunden la ideología humanista. Me sorprende ver películas de Spielberg, que no son alta cultura –son éxitos de taquilla y producirlos cuesta millones de dólares–, donde se difunden las ideas humanistas, y se traslada a la sociedad el imaginario democrático y los valores que en su inicio nacieron en la alta cultura. La sociedad de consumo, del espectáculo, da lo mismo, ha aportado muchas cosas: ha creado bienestar, ha abierto las opiniones, ha disuelto las grandes ideologías, ha dado más autonomía y al mismo tiempo no es suficiente. La sociedad del espectáculo, que promete la felicidad, no puede cumplir esta promesa. Sin embargo, no podemos satanizar a la sociedad de consumo, no se debe “tirar al bebé con el agua sucia”. Hay que quedarse con lo que esta sociedad tiene de positivo –libertad, longevidad, modos de vida–; pero al mismo tiempo hay que reconocer, y aquí estamos de acuerdo, que el universo del consumo es incapaz de cumplir con las aspiraciones más elevadas del hombre. El hombre no es solo un consumidor y la sociedad de consumo se dirige al hombre como si fuera solamente consumidor. ¿Cuál es la diferencia entre el consumidor y el hombre? Hay muchas. En todo caso, con una perspectiva humanista, herencia de la alta cultura, esperamos del hombre que sea creativo, que invente, que tenga valores; condiciones que la sociedad de consumo no da. Por esta razón vemos numerosos movimientos que se comprometen, que proponen, que actúan. Las personas necesitan comprometerse. A través de internet y de las nuevas herramientas de comunicación vemos un desarrollo formidable de jóvenes amateurs que hacen, crean videos, cortometrajes, música... No todos esos productos son geniales, pero esa actividad nos dice que aquello que Nietzsche llama “voluntad de poder” hoy es voluntad de creación. Esta voluntad es algo que la sociedad de consumo no ha destruido, no ha logrado que el hombre se convierta en algo que solo quiere marcas. Los hombres siguen queriendo hacer algo con sus vidas. Esto es lo que tiene que hacer la escuela: dar herramientas para que el hombre, esté donde esté, pueda hacer algo con su vida y no ser simplemente un consumidor de marcas y modas. Tenemos un trabajo enorme por hacer. El mecanismo mundial del capitalismo reduce el margen de maniobra, estrecha los márgenes de acción, pero en la cultura sí podemos hacer cosas, la educación puede actuar. Este es uno de los grandes retos del siglo XXI. La sociedad no va a estar conformada solamente por la técnica, también por hombres armados en sus cabezas, en sus deseos. La escuela debe ayudar a los hombres a conseguirlo. La alta cultura es uno de los instrumentos, pero no es el único. Tenemos que repensar la escuela en la era de internet. Tenemos que pensar qué es la educación en una sociedad desorientada, que ya no tiene las referencias de antes. Es un trabajo enorme, pero va a diseñar el mundo del mañana. Mario Vargas Llosa: Estoy completamente de acuerdo. La

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sociedad industrial moderna, la sociedad de mercado, la sociedad de los países avanzados ha mejorado extraordinariamente las condiciones de vida de los individuos. Pero de ninguna manera ha traído esa felicidad que busca el ser humano como un destino final. Lo que falta es justamente eso que se denomina una “vida espiritual rica”, que a un sector de la sociedad se la da la religión –un sector que siente que completa su existencia material a través de la fe–, pero queda un sector muy amplio al que la religión no llega, no le dice nada, y ahí es en donde la cultura debe jugar un papel fundamental. La educación, estoy de acuerdo, debe ser uno de los grandes instrumentos a través de los cuales la sociedad moderna pueda ir llenando ese vacío espiritual. Pero precisamente si hay algo que está en crisis en la sociedad moderna es la educación. No existe un solo país en el mundo cuyo sistema de enseñanza no refleje una crisis profunda, por la sencilla razón de que no sabemos cuál es el sistema más adecuado y más funcional, que cree por una parte a los técnicos y profesionales que la sociedad necesita y, por otra, llene los vacíos que esa sociedad moderna tiene en el campo espiritual. La educación está en crisis porque no ha sido capaz de encontrar una fórmula que una esos dos objetivos. Es ahí en donde tenemos que trabajar si queremos que la sociedad moderna, capaz de satisfacer las necesidades materiales de los hombres y de las mujeres, sea también capaz de llenar el vacío espiritual que acompaña a la sociedad del siglo XX. La educación es absolutamente fundamental, pero junto a la educación también son fundamentales la familia y el individuo, y todo eso requiere que haya unos ciertos consensos a la hora de desarrollar los programas que deben regular la vida de nuestras escuelas, de nuestros institutos y de nuestras universidades. Sobre esto existe una extraordinaria confusión, pero, si existiera por lo menos la conciencia de que es ahí donde nosotros debemos ser creativos y funcionales, creo que habríamos dado ya un gran paso. En todo caso creo que, aunque las discrepancias puedan ser numerosas en la superficie, en lo profundo, Gilles y yo estamos de acuerdo en que hay que leer a Proust, en que hay que leer a Joyce, en que hay que leer a Rimbaud, en que lo que hizo Kant, lo que hizo Popper o lo que pensó Nietzsche son cosas valiosas en esta época, y pueden ayudarnos a diseñar esos programas de educación de los que depende que la sociedad del futuro sea menos violenta y menos infeliz que la de hoy. © Instituto Cervantes, 2012.


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Julio Bolívar

El rostro de un poeta de cien años Veo el rostro de Nicanor Parra en una foto en color usada para un reportaje de una página cultural digital. El texto es de una cronista que siempre me ha sonado feroz, Leila Guerriero, sobre una visita que hizo a la casa del poeta. Por pura casualidad, la celebrada cronista pasa por Caracas. Sorprendido, la escucho en radio, tiene una sabiduría no común en nuestros escritores, conoce sus límites, además, tiene la voz dulce de las mujeres firmes. Regreso a Parra, su rostro es delgado y algo parecido a una colina de donde bajan quebradas que marcan surcos, pocas arrugas. Parece el rostro de un hombre delgado y fibroso. Es una foto de hace tres años. Sospecho que no se arrugará más. Este año cumplió 100 años (otra fecha redonda más) y no creo que haya agregado una arruga más a su rostro. Su cabellera va hacia un lado como si pasara un fuerte viento sobre él hacia la izquierda. Como si en su cabeza estallaran explosivos todos los días. Se nota que se peina con las manos. Sus cejas son como dos rectángulos descuidados, o mal dibujados, no tienen canas, a diferencia de su cabello blanquísimo como la nieve. Las bolsas arrugadas que caen de sus ojos lanzan un mensaje: no duerme o duerme poco. Mirada serena y gesto burlón en sus labios. Parece un italiano del sur. Su rostro está mal afeitado, con cañones que crecen sin apuro y en desorden. Es como si se hubiera afeitado sin espejo. Su barba se sospecha negra, entrecana. Nunca se ha hecho tratamientos faciales. De ojos negros, nariz gruesa y decidida. Recuerda a esos pescadores del norte español, con sus medianas y gruesas patillas, mira directo al ojo de la cámara. Se burla, sin duda se burla de apurado fotógrafo, que no sabe cómo huir de esa mirada de piedra que sabe que va a morir. Lo que intuyó Bolaños sobre Parra parece cierto, escribía para el futuro. Observo otra foto del poeta chileno, algo más joven, el pelo es más oscuro, pero siempre en ventolera, despeinado, es el mismo rostro que ahora trato de descifrar. Por alguna razón desconocida, me recuerda a Pier Paolo Pasolini. Puede que sea ese rostro dibujado a mano con rasgos gruesos, tosco, rudo, como un estibador de puerto. Parece todo eso. Un hombre simple que escribió lo que íbamos a leer. Parra es la demostración de lo residual que son las vanguardias, suEcopoema lo afirma en su contemporaneidad: ataca al capitalismo y su condena por los crímenes ecológicos (sobre lo que no hay dudas) y lo que el llamaba cómicamente el “burrocratismo” del socialismo que lo hacía peor.

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José Antonio Parra

Violencia y frenesí en el discurso de José Pulido La representación que hace José Pulido en su narrativa sobre la realidad venezolana es demoledora. En efecto, la construcción planteada en el libro Los héroes son villanos tímidos supone una profunda reflexión acerca del verdadero drama social en Venezuela: la violencia. Y no queda únicamente aquí el abordaje de esta pieza, sino que se aproxima a aspectos incluso lingüísticos que son resultado obvio de la situación de deterioro nacional que experimentamos en el presente. Basado en una sucesión frenética de atmósferas, el autor hace una puesta en escena de la violencia desmedida y sin asideros. El retrato de la realidad del barrio venezolano, que ha resultado ser una manifestación hiperbólica de los asentamientos humanos en Latinoamérica, es en este contexto un documento que servirá el día de mañana para el trabajo de investigadores que indaguen en este sustrato. Y es que el dialecto del malandro, del asesino y del traficante no puede ser observado desde una perspectiva moral, sino como la manifestación de algo que, en efecto, ha resultado nocivo en la medida que redunda en condiciones de vida deplorables y en la tragedia ilimitada. Encontramos una variedad de historias tan variopintas como insólitas en este libro de cuentos; aparecen así el asesino compulsivo y sin emoción, el traficante de drogas, el joven de “buena familia” que termina siendo un vago de solemnidad, las hermanas que son prostitutas, los personajes del barrio en el clásico juego de fútbol o “caimanera” y el prospecto de grandes ligas que termina, al igual que nos ha ocurrido como nación, saboteando su propio éxito cuando éste está en puertas. Y es que por la naturaleza de las atmósferas la verosimilitud es extrema aun cuando pareciera que los relatos están situados en el lugar más ruinoso del mundo. Esa es parte de la naturaleza del barrio, una mágica religiosidad que redunda en esta suerte de género bien particular que me atrevo a nombrar como fantástico creole. En este sentido no dejan de haber matices de misticismo cuando el narrador alude a momentos trascendentales como la muerte del padre de los protagonistas en el cuento Nunca llegaron rosas para el amor de ayer. De esta forma, con palabras que dan un máximo nivel de realismo a la escena el autor nos refiere que “el hombre abrió los ojos hasta desorbitarlos y luego los cerró llevándose un trozo de techo blanquecino, unas aspas y un aleteo de persianas para el más allá”. Sin embargo, hay una dimensión de lo emocional muy patente en estos pasajes en lo referido a la interrelación padre hijo. Aparece, en este espíritu, el obvio rencor del hijo ante el padre que lo abandona, al igual que el deseo de

aquél por matar a éste. Algo que es leit motiv en este trabajo es la forma como están elaborados los knock outs o cierres de las historias que sin duda llegan a una constelación del absurdo con matices surreales. En líneas generales, el lector culmina los cuentos con un sobresalto que lleva a la interrogante de qué pasó aquí y —más allá de ello— incluso fuera de la ficción y en la realidad aludida por ésta a qué está pasando aquí. En este punto lo paradójico del texto y de la tragedia venezolana aludida por éste se bosqueja en el hecho de que terminemos riéndonos de ella, de que la desgracia termine siendo algo chistoso, así como los 52 muertos de El Yimi, uno de los antihéroes de José Pulido. Pero en medio de esa baraúnda de caos continuado al que alude el escritor, hay momentos que se refieren a emociones cargadas de profunda belleza melancólica, como ocurre cuando es relatada la cremación de la madre del protagonista del cuento El asunto es morirse. En ese instante la narración fluye con un “se fue a la calle a esperar y con el reproductor bajo el brazo, se sentó en un murito y se puso a llorar acompañado por el viento, las hojas y una mariposa”. Asistimos con Los héroes son villanos tímidos a una fotografía sin precedentes del descalabro que suponen estos tiempos en Venezuela. Este trabajo invita a la reflexión de lo que somos y de aquella cultura en la que estamos inmersos y que pareciera llevarnos irremediablemente a un territorio apocalíptico. Los héroes son villanos tímidos. José Pulido. Otero Ediciones. Caracas, 2013.

José Pulido 15


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Bienvenida al nuevo Diccionario de la Real Academia

Héctor Abad Facioline

Cada vez que me preguntan qué libro me llevaría a una isla desierta, contesto siempre lo mismo: mi amado diccionario. Frente a mí, en el escritorio donde empiezo a redactar esta nota, miro y cuento mis diccionarios: tengo 49 en papel (de la lengua, de otras lenguas, de la ciencia, de uso, de autoridades, de americanismos, de religiones, de sinónimos, etimológico, de dudas…). Tal vez no los consulte tan a menudo como debiera. Sé muy bien que antes de terminar este artículo habré cometido al menos siete errores de léxico o de gramática, que me habría evitado si los hubiera abierto, pero los tengo frente a mí como una coraza, como un escudo contra los ataques de ignorancia, de pereza, de descuido, de falta de autocrítica. Escribir con diccionarios al lado es tan cómodo como caminar con zapatos sobre el cascajo, tan útil como un pararrayos en noches de tormenta, como lentes para la miopía y audífonos para la sordera. Cada vez consulto más, por supuesto, los diccionarios virtuales, que son innumerables. De hecho, si lo que tuviera que escoger para llevarme a una isla desierta fuera una sola página web (acabo de buscar esta palabra: está en el de la RAE), creo que escogería Wikipedia (que en el DRAE no sale todavía). Sé muy bien que los eruditos desprecian a Wikipedia. Sospecho que su desprecio es una forma de la envidia, y es por eso que le ven tantos peros y peligros. Yo, que erudito no soy, profeso por ella la misma devoción que los escritores anteriores a Internet le tenían a la Enciclopedia Británica (que también me acompaña, pero que ya no abro casi nunca porque, por ejemplo, en la edición que tengo, no aparece la palabra Ébola, que hoy es indispensable). La quiero tanto que cada mes doy un óbolo (nada qué ver con Ébola) por lo mucho que me desasna. Pero hoy lo que tenemos que celebrar es la salida de una nueva edición del magnífico —con todos sus defectos y carencias— Diccionario de la lengua española de la Real Academia. 93 mil entradas, casi 200 mil acepciones, 19 mil americanismos (pocos, para mi gusto) y una cantidad deliciosa de palabras nuevas que nos harán reír, soñar, protestar, admirar. Da gusto una lengua capaz de fagocitar (acabo de mirarte, palabreja, creo que te uso bien) palabras del inglés (hacker, tuitear, tuitero), del italiano (la hermosísima birra que me tomaré al terminar esta columna), del afgano (burka), del viejo francés (la chaise longue donde pienso hojear el nuevo diccionario cuando me lo compre).

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AMADO DICCIONARIO MIO

Hace 300 años un hombre solo, Sebastián de Covarrubias, publicó su Tesoro de la lengua castellana o española, y su paciencia y genio admirables nos dieron un gran ejemplo. Pero hoy en día los diccionarios, como Wikipedia (donde acabo de verificar los datos sobre don Sebastián), son obra colectiva. Cada vez nuestro mundo interconectado permite con más facilidad que otros cerebros ayuden, añadan y critiquen. Cuatro ojos ven más que dos, y no digamos siete o 70.000. Cada tuit que uno publica, por ejemplo, está sometido al escrutinio de cientos de lectores que aclaran y corrigen, y así lo hagan con saña te brindan una gran ayuda. Mediante un tuit le pregunté el otro día a la Academia Española por qué habían optado, en la palabra gay (en inglés, homosexual), por las grafías gay y gais (pronunciadas con A) y no por una forma más fonética, guey y gueis. La respuesta tardó pocas horas: “Se consideró una adaptación menos violenta: hay hablantes que así la pronuncian. Y por su parentesco con el adj. «gayo, -ya» 'alegre, vistoso'.”. Creo que pueden tener razón y casi me convencieron. Quizá yo me obstine por algunos años en pronunciar 'gueis', pero al final es posible que el uso imponga gais. La gaya ciencia, la poesía del tiempo, es siempre la que decide, según el uso y los sonidos que la gente prefiere, porque, como también dice la Academia, “el Diccionario no autoriza el uso de las palabras, sino que lo refleja.” Y con esta reflexión, y la venia de ustedes, voy por mi birra.


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Gorquin Camacaro

Jose Gregorio Hernandez; artista y sabio

José Gregorio Hernández. El venerable, al cual no han canonizado porque "dizque le faltan milagros comprobados". Lo que, a mi modo de ver, se convierte en una gran injusticia, por cuanto sobran los venezolanos y no venezolanos, que dan fe de las curaciones que han ocurrido por este santo. José Gregorio Hernández Cisneros, hijo de Benigno María Hernández Manzaneda y Josefa Antonia Cisneros, natural de Isnotú y de profesión sabio y santo, vino al mundo el 26 de octubre de 1864 tocado por una luz divina, que le permitió hollar el camino de los artistas. Fue pintor, hizo sendos cuadros de la Virgen y el Corazón de Jesús con trazos perfectos. Tocaba el Armonio instrumento de viento y teclado muy usado en música religiosa y el piano con notable maestría, haciendo dúos en las tardes caraqueñas a cuatro manos, con el eminente músico Juan Vicente Lecuna. Publicaba cuentos con alto valor literario en El Cojo Ilustrado; revista de gran valía en la Venezuela de 1912. El filólogo y escritor Víctor Bravo señala en su singular libro Dos Visiones, semblanza novelada de Rafael Rangel y José Gregorio Hernández, que "el cuento Visión del arte de Gregorio, es la historia de una visión, y juega en el filo de la paradoja con la simultaneidad de la fijeza y el movimiento que se extiende; éste es un trazado de un viaje y una amplia visión", haciendo referencia a una narración que toca lo que quizá sea la intencionalidad más profunda de un relato: desprenderse de la realidad y construir otro mundo. Publicó otros cuentos: En un vagón, donde nos presenta un 17

elaborado diálogo socrático, sobre el determinismo, la libertad, la flexibilidad y la dimensión crítica de su pensamiento; Los maitines, donde se denota la importancia de sus silencios, las meditaciones y la música sacra. En el campo de la filosofía y la ciencia destacan,Elementos de Filosofía y Elementos de Bacteriología. José Gregorio Hernández, trajo al país la medicina experimental, poniéndola a la altura de la europea, con las cátedras de microbiología, fisiología experimental, histología, anatomía patológica y normal; las cuales dictó con sin igual pedagogía en la Universidad Central de Venezuela. Introdujo el microscopio óptico a la investigación científica local, enseñando su uso y manejo, lo que le produjo un gran avance a la ciencia y al sistema de salud en general. Este instrumento científico fue usado con la curiosidad de los grandes genios, por Rafael Rangel y le permitió descubrir y curar algunas enfermedades parasitarias que diezmaron a la Venezuela de ese entonces. Rangel fue un dilecto discípulo de "El sabio de Isnotú", se convirtió en el padre de la parasitología y el Bioanálisis de Venezuela. Como corolario, concluimos que el Dr. José Gregorio Hernández fue y es una de las vidas más integrales en el quehacer del arte y la ciencia: músico, pintor, escritor, filósofo, investigador científico, biólogo, teólogo, educador y políglota dominaba el inglés, francés, alemán, italiano, portugués y latín. Además de ser el Santo emérito de Venezuela cuyo mejor milagro, quizá el que le falta al vaticano, es su propia vida.


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"El silencio exige más del lector" Rafael Cadenas

El escritor, Premio San Juan de la Cruz, aseguró que "la poesía siempre está en tiempos aciagos” Actualmente se encuentra trabajando en un libro que se llamará Variaciones Rilke, un homenaje al checo Curado de vanidades, así se muestra el venezolano Rafael Cadenas, a pesar de que estos días no paró de recibir elogios. Mucha poesía pero "siempre para minorías", dice este buscador del misterio en lo cotidiano. "Hay mucha indiferencia en relación con la cultura en general y especialmente con la poesía, algo que no es nuevo, la poesía siempre está en tiempos aciagos", explicó el poeta. Ganador del Premio Nacional de Literatura, en 1985, Premio FIL de Literatura en Lenguas Romances, y Premio San Juan de la Cruz, entre otros galardones, Cadenas, a sus 84 años, es uno de los poetas más importantes de Hispanoamérica, con una legión de incondicionales y devotos que le convierten en un clásico de culto. Se alojó en la Residencia de Estudiantes, el templo de la poesía, donde estuvieron Lorca, Dalí y Buñuel, o él mismo en anteriores ocasiones, pero dijo: "A mí me gustaba mucho Antonio Machado, la prosa de Machado es muy importante en la literatura del idioma", precisa este poeta y exprofesor universitario. PENSAMIENTO Y POESÍA Cadenas formó parte del grupo Tabla Redonda en los 60. Sufrió la cárcel y el exilio durante la dictadura de Marcos Pérez Jiménez y se refugió en la isla de Trinidad hasta 1957. Su poema Derrota fue todo un símbolo en su país. En la poesía de Cadenas se aúna el pensamiento y la poesía, y los nombres de Rilke y Hölderlin. "Me gusta más hablar de poesía y pensamiento, más que de filosofía, y la idea de Unamuno: siente el pensamiento, piensa el sentimiento, se adecúa bastante y esas ideas generalmente van juntas", subrayó. "Desde mi comienzo, o en el principio, mi poesía tenía más palabras poéticas; luego pasó a un acercamiento más a la prosa y hoy en mi poesía hay más palabras de la vida

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cotidiana. Ha habido una progresión hacia más sencillez en la expresión", sostuvo este hombre que escribió: "No quiero estilo/sino honradez". Cadenas encuentra la belleza en cualquier parte pero de forma silenciosa como sus intensos poemas y su voz, pausada, reflexiva y meditada. En breve, el poeta entregará a la editorial Pre-textos su libro En torno a Basho, con poemas parecidos a los haikus japoneses, donde el autor sigue despojando a la palabra de florituras y donde hay más silencio. "El silencio exige más del lector", añadió. Al tiempo prepara, según avanza, un libro que se llamará Variaciones Rilke, con poemas de la vida y la obra de su admirado poeta checo. "Y en Venezuela añadió se publicará Contestaciones, que son respuestas a textos literarios, poéticos y políticos", y un texto con toda su prosa y otro con sus entrevistas. A este escritor humilde y tímido, las entrevistas no le gustan mucho, porque dice que hay dos partes que son opuestas: "la velocidad que exige el periódico y la lentitud del escritor", y añadió que siente la actual situación de Venezuela. "Llevo dos meses fuera pero la situación sigue siendo grave. Venezuela es un país absolutamente dividido. Hay un desprecio al diálogo y existen muchos problemas económicos", concluyó.


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Jorge Luis Borges Habla del Mundo de KAFKA En una edición de La Metamorfosis de editorial ORION, Borges nos cuenta los temas de la obra de Kafka y su modus operandi. Trancribimos aquí la primera parte de ese magnífico ensayo. Habla un discípulo de Kafka, un tardío discípulo de Kafka, pero que sigue sintiéndolo y agradeciendo lo mucho que él le ha dado y lo poco que él ha podido hacer con ese espléndido regalo de su obra. Quiero examinar aquí dos temas de Kafka, el "laberinto" y la "empresa imposible", pero antes quiero decir unas palabras sobre el modus operandi de Kafka, sobre lo que los escolásticos llamaron el "regregresus in infinitum" y que es un proceso intelectual bastante común tratándose de etiología o metafísica, pero raro tratándose de literatura y podríamos decir que fuera de algunos precursores, que de algún modo fueron inventados por él, fue inaugurado por Kafka. Y quiero recordar a mi amigo Carlos Mastronardi, el gran poeta de Entre Ríos, ¿por qué de Entre Ríos? El gran poeta de la patria y del mundo. Yo recuerdo que él había iniciado la lectura de El proceso y me dijo lacónicamente: "Franz Kafka, Zenón de Elea". Y ahora se preguntarán ustedes qué es el "regresus in infinitum", para mí una de las grandes innovaciones de Kafka: es un proceso lógico, conocido por los escolásticos. Comenzaré por uno de los ejemplos más amenos de este método y tema de Kafka. El "regresus in infinitum" puede ilustrarse, creo que del modo más vívido posible, mediante las paradojas de Zenón de Elea, que dijo que si creíamos en la realidad del tiempo como hecho de instantes y la del espacio como hecho de puntos, el transcurso del tiempo y el movimiento son imposibles, e ilustra esto mediante varias paradojas que fueron refutadas por Aristóteles y comentadas por toda la filosofía después, pero recordaré dos simplemente, ya que en ellas se ve claramente cuál es el modo de Kafka y me permite recordar a mi padre. Mi padre —yo tendría 9 o 10 años entonces—, en una casa por las orillas de Palermo una noche después de comer me mostró el tablero de ajedrez y me dijo, señalándome las casillas: Vamos a poner a una persona que está en esta casilla -y me señaló la casilla de la torre, la de la izquierda y quiere ir a la casilla de la derecha. Pues bien, tendría que pasar antes por la casilla de la reina. Yo dije, naturalmente, que sí. Y él me dijo: Pero antes tendrá que pasar por la casilla del caballo. Yo afirmé nuevamente. Y él me dijo: Bueno, aquí tenemos 8 casillas, ya que se trata de 64 casillas, que forman el tablero. Supongamos un tablero más largo, con un número indefinido de casillas. Para llegar de la primera a la última habrá que pasar por todas las casillas intermedias. Dije que sí y él me dijo: Muy bien, pero entonces, antes de llegar a la meta habrá que pasar por la casilla del medio, antes por la del medio del medio, antes por 19

la del medio del medio del medio y así sucesivamente, es decir, que no se llegará nunca de una casilla a otra. Y no mencionó el nombre de Zenón de Elea, no me dijo que estaba exponiendo la ilustre paradoja de la filosofía griega, porque mi padre era profesor de psicología y sabía que son más importantes los hechos que las fechas y los nombres de quienes los inventaron. De modo que me dejó con esa perplejidad y luego de unas noches me preguntó si había oído la historia de la carrera de Aquiles y la tortuga. Dije que no, y me divirtió la idea de una carrera entre Aquiles, el de los pies ligeros, símbolo de rapidez y la tortuga, la morosa tortuga, símbolo de lentitud, y dije que me gustaría oír eso. Bueno, dijo, una vez corrieron una carrera Aquiles y la tortuga. Aquiles le dio a la tortuga 100 metros de ventaja, lo cual es justo, dado lo moroso de la tortuga y lo lento de sus hábitos. Muy bien, Aquiles recorre los 100 metros mientras la tortuga recorre 1 metro. Me preguntó si la cuenta estaba bien sacada, él sabía que lo estaba y le dije que sí. Muy bien, me dijo, recorre ese metro en tanto que la tortuga recorre 1 centímetro. Yo dije que sí, si Aquiles corre cien veces más ligero que la tortuga. Desde luego, me dijo, Aquiles recorre entonces ese centímetro, y la tortuga mientras tanto ha recorrido un milímetro. Y así siguen, de modo que Aquiles nunca podrá alcanzar a la tortuga. Pues bien, esto ha sido discutido después por Poincaré, por Bergson, por Bertrand Russell, por Stuart Mill, antes por Aristóteles, antes quizás por todos los filósofos y es realmente un argumento serio contra el hecho de que si el tiempo se compone de instantes y el espacio está hecho de puntos, una cantidad cualquiera no puede agotarse. Ese argumento lo aplicó William James. En sus Elementos de Psicología James dice: Vamos a suponer un cuarto de hora. Pero antes de que un cuarto de hora pase, tienen que pasar siete minutos y medio, pero antes tienen que pasar tres minutos y una fracción, y antes de que pase la fracción tiene que pasar otra, pero como el número de fracciones es infinito resulta que se saca como consecuencia que no puede pasar nunca un cuarto de hora. Pero curiosamente, cuando Zenón de Elea formulaba esas paradojas en Grecia cinco siglos antes de la era cristiana, un pensador chino, Lie Tsu la formulaba en China bajo la forma de una leyenda, una forma que hubiera complacido más a Kafka. Lie Tsu habla del cetro de los reyes de Liang y supone que ese cetro es heredado por cada sucesor de la dinastía. Cada uno tiene que cortar la mitad del cetro, que no es excesivamente largo, pero como nunca se llegará a la mitad de la mitad de la mitad de algo la dinastía es infinita, es decir, exactamente el mismo procedimiento de Aquiles y la tortuga y de aquella otra del tablero, que muestra la imposibilidad de que un móvil llegue a la meta. Ahora bien, ese procedimiento que se llama "regresus in infinitum" fue aplicado para refutar pensamientos, muchas veces lógicamente, pero Kafka fue el primero, o uno de los primeros, que lo aplicó a la literatura.


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Daisy de Rosas

Crítica: ''La Otra Banda'' / Juan Páez Ávila

Intriga y Prolepsis La intriga Desde la primera línea la narración despierta interés. Surgen interrogantes: qué le pasa a ese personaje Francisco Antonio que va a ciento cuarenta kilómetros por hora, adónde va, por qué, etc. Una curiosa historia ha de venir. En intriga muy complicada se plantea este argumento: Abrahán Siriaco, un vendedor de quincalla, llega a San Francisco, un pueblo de La Otra Banda, comarca aledaña a Carora. Allí conoce a Camilo Yépez, Jefe Civil de esa localidad (p. 17). Lleno de ambiciones se casa con María Antonia, hija ilegítima de Camilo. Adquiere mucho poder. Hace todo cuanto quiere, sin límites. Comete distintos abusos. Humilla y viola a mujeres campesinas y a sus hijas, con falsas promesas las deja embarazadas. Regó de hijos los poblados. Irrespeta a sus colindantes, trasladando las cercas de alambre para ampliar sus haciendas. Poco a poco les va robando el ganado. Diversos hechos delictivos comete. Todo esto va colmando la paciencia de los ganaderos. Surge animadversión y un deseo de venganza. Todos conspiran contra él. Finalmente AS es asesinado después de muchos intentos. La trama o discurso comienza con el regreso a Carora del Dr. Francisco Antonio Siriaco, debido a la gravedad e inminente muerte de su hermano Héctor. Lo recibe su otro hermano, Camilo. Francisco Antonio le habla de la venta de la finca El Escondite por cientos de millones de bolívares para un parcelamiento campesino. Francisco Antonio no tiene ningún interés en trabajar en el campo. Le interesa la política y la ciudad y vincularse a los partidos que pueden gobernar el país. He aquí el primer acontecimiento nuclear o núcleo de acción, en esta novela. En el segundo bloque narrativo o capítulo se encuentran el doctor José Antonio Riera -abogado y ganadero- y Leonardo Hernández, comerciante de ganado y hacendado. Ambos conversan acerca de lo que está sucediendo por causa de Abrahán Siriaco. Creen que hay que eliminarlo físicamente. Ya no soportan más “el latifundista que no conocía límites alrededor de sus posesiones calculadas en más de diez mil hectáreas” (p. 13). Se despidieron como grandes amigos, unidos por el interés común de enfrentar a Siriaco, JAR incita a LH para que asesine a AS. Este es el segundo acontecimiento nuclear. “Un hombre sobre un burro, con dos maletas repletas de quincalla hacía su entrada a San Francisco en momentos en que el recluta pretendía escaparse”. El recluta, Francisco Rodríguez se acercó al quincallero y éste le apuntó con un revolver calibre 38 y le gritó: “¡Párese o disparo!” El recluta 20

levantó sus brazos y se entregó. (p. 17). Acá se muestra el origen humilde de AS, que contrasta con el hombre rico y poderoso en que se convertirá. Hace una gran amistad con Camilo Yépez y éste lo apoyará con su autoridad. Así llegará a ser el mayor latifundista de la región y también el más odiado y cuya muerte es la más deseada. La llegada de AS a San Francisco es otro acontecimiento nuclear. A través de estos tres capítulos percibimos el planteamiento de un problema. El irrespeto, el trato abusivo, las humillaciones que hace AS, el quitarle las tierras y el ganado a los otros ganaderos y campesinos, origina odio y deseos de venganza en sus conterráneos. Habrá un enfrentamiento de ambas fuerzas y muchos acontecimientos con diversidad de situaciones y escenas de acción. En esto constituye la intriga, elemento fundamental en esta novela. Hablaremos de intriga principal y de intrigas secundarias. Su configuración presenta interesante concatenación de acontecimientos o episodios, situaciones, fragmentos narrativos o escenas (una descripción, una acción, un dialogo, que aislados o combinados pueden producir una situación). El problema ha sido planteado. Acontecimientos nucleares nos llevarán hasta su resolución. De la intriga principal forman parte los acontecimientos mencionados. En éstos encontramos intrigas básicas o secundarias: 1. La venta de la finca El Escondite. 2. Un desafío del doctor José Antonio Riera a Leonardo Hernández. 3. Un conflicto principal. Respectivamente. Aunque acá se trata de personajes e intrigas secundarias, están muy relacionados con la historia. Siguen otros acontecimientos nucleares. En el cuarto bloque narrativo (p. 22), la intriga secundaria es la conversión de Abrahán Siriaco en una autoridad marginal. No estaba investido oficialmente, sin embargo la ejercía con apoyo de Camilo Yépez. (p. 29). El acontecimiento nuclear es la boda de Abrahán y María Antonia. En el quinto bloque con la muerte del tigre efectuada por Héctor, éste se confirma como un cazador de tigres y hombre respetable con las armas. Una segunda autoridad en La Siriaquera, sólo sometido a la jerarquía paterna. Adquirió mucho poder, solamente superado por su padre Abrahán Siriaco. (p. 35) Ésta es la intriga secundaria. Acontecimiento nuclear: Héctor mata al tigre. En el bloque narrativo octavo encontramos un episodio o acontecimiento de muchas acciones. Varias escenas se suceden: recoger el ganado que había traído Leonardo Hernández por las serranías de Coro, en fila india (p. 67) y llevarlo hasta Altagracia. Arrearlo hasta la última escala, San Francisco. En horas de la tarde el ganado entró sin control en


Revis ta Cultural la calle principal. Más de trescientos novillos. Veamos este fragmento: “La estampida provocó terror en el pueblo. Las puertas y ventanas de las casas se cerraron” (p. 69). Tenemos acá una intriga secundaria. Las acciones en este acontecimiento están muy ligadas, encadenadas. A la escena de la entrada violenta de las reses sigue la de Leonardo, abandonando la mula y montándose en el caballo (montaje, técnica cinematográfica). En un rápido transcurrir de acciones y conformar escenas se dan el acontecimiento y la intriga, que denominaremos la estampida en San Francisco. En el bloque narrativo noveno (p. 76) encontramos una serie de escenas: Abrahán Siriaco propone a Benito González (p. 77), un campesino dueño de una pequeña casa de bahareque y un conuco, que le venda tal propiedad. Este se niega y argumenta que él no sabe qué hacer ni adonde ir. Ahí vivía con su mujer y cinco hijos. Siriaco le dice. “Yo nunca he querido hacer uso del derecho que tengo en estas tierras que Ud. y otros campesinos están ocupando ilegalmente. No quiero que su familia sufra si le ordena el gobierno que desocupe mis tierras inmediatamente” (pp. 77-78) En siguiente escena Siriaco considera peligroso a Benito González (tenía escopeta y cazaba venados). Le dice a Marrufo su guardaespaldas: “…Yo te voy a hacer nombrar Jefe del caserío La Siriaquera, para que vengas con una comisión a hacerlo preso. Te quedas en la hacienda y lo remites con un recado: “Preso por enemigo del gobierno” (p. 79) Otra escena: Siriaco se entrevistó con el comandante Yépez. Se produce la orden de que cuatro policías acompañarían al Jefe del Caserío La Siriaquera -en comisión- Siguiente escena: Los cinco hombres rodearon el rancho de Benito y entraron violentamente (montaje, técnica cinematográfica). Otra escena: toman la escopeta y le ordenan: -“!Entréguese, Ud. está preso!” (p. 79) Otra escena: González es amarrado, brazos hacia la espalda y sacado a empellones. Es trasladado a Carora con el recado verbal mencionado. Benito González no sabía quién gobernaba el país. El sería el primer preso político de La Otra Banda. Una acción se encadena a otra y ésta a otra y se van formando las escenas. Vemos cómo se ligan acciones e intrigas, se entrelazan las escenas, se forman las situaciones, en una relación de causa-efecto, todo muy bien conformado para originar episodios o acontecimientos. Lo podemos apreciar en la captura y prisión de Benito González. Así ocurre en toda la novela. Las intrigas secundarias están ligadas a la intriga principal: la muerte de Abrahán Siriaco, ocasionada por la rebelión de un pueblo y materializada por uno de sus habitantes. Esta historia está enmarcada en el arquetipo argumental de la rebelión. El oprimido triunfa sobre el opresor.

La prolepsis La muerte de Abrahán Siriaco había sido muy anunciada, desde inicios de la novela. La anticipación de este acontecimiento es reiterada: “…y pienso, Leonardo, que tendré que matarlo, si es que no lo matas tú, primero que yo”. (p. 10) Dice el doctor José Antonio Riera. Leonardo responde: “¡Yo estoy convencido de lo mismo!”…”¿Hasta cuando aguantamos nosotros el abuso de ese carajo…” (p. 10). Otros personajes también

desean hacerlo. Existen muchos motivos. Más adelante le dice Leonardo: “Ud. va a tener que defenderme cuando le atraviese el pecho de un balazo a Abrahán Siriaco” (p. 12). “No se preocupe, doctor Riera, que ese muerto es mío. Sólo lo salva que no lo encuentre. Prepárese para que me defienda. Espere la noticia…” (p. 13) En un sermón del padre Collazos desde el púlpito de la iglesia habla de que hay que ponerle freno al comunismo y de que se ha insultado a honorables trabajadores de la tierra, que se ha ofendido “La memoria de don Abrahán Siriaco, que en paz descanse…” (p. 110) Somos sorprendidos por estas palabras, AS está muerto y enterrado. Desconocemos cómo y cuándo ocurrió. Hábilmente el escritor inserta este hecho. Nos quedamos extrañados y en expectativa por saber los detalles. Se ha anticipado un hecho futuro. Se corrobora la muerte. Dice Víctor Manuel al padre Collazos: “Ni siquiera tuvo tiempo de confesarse, padre, lo mataron antes de llegar a la iglesia” (p. 120). Es una prolepsis prolongada, una técnica narrativa. El orden del tiempo interior –del discurso o trama- se ve afectado. Ruptura temporal. Es una anacronía similar a la técnica cinematográfica del flashforward. Luego la trama sigue su curso normal. Así en la página 132 ocurre el encuentro del doctor José Antonio Riera y Leonardo Hernández. El primero le dice: “Celebro que nos encontremos de nuevo, porque tenemos un enemigo común, a quien tenemos que ponerle un parao, porque si no nos deja limpios. Sabes que me refiero a Abrahán Siriaco. Ese es el que nos está robando el ganado.” En la página 143 se cuenta que As estableció pasar varios meses en su hacienda y otros en la ciudad. Así se cuidaba de posibles atentados. Ello porque “En la Otra Banda circuló el rumor de que varios ganaderos habían firmado un pacto, que obligaba al primero que se encontrara con Abrahán Siriaco, dispararle de frente.” En las páginas 155 y siguientes resurge la prolepsis. Gran celebración ocurre. Cohetes, cohetones, repicar de campanas como en las fiestas patronales. En toda La Otra Banda retumbaba esta algarabía. Nadie sabía qué sucedía. Sólo, cuando el padre Collazos lo anunció en la homilía: “La misa cantada por el alma de Abrahán Siriaco, los fuegos artificiales y las piñatas para que se diviertan sanamente los niños, es producto de la obra caritativa de la familia Siriaco.” A estas alturas de la trama no ha ocurrido el acontecimiento de la muerte. En la página 159 Víctor Manuel dice al padre Collazos: “… el campesino nuestro es muy inocente y muy pacífico, sobre todo el campesino pobre, porque Leonardo Hernández también era campesino y no aguantó. ¡Ud. sabe los resultados, padre!” El padre le responde “-Uno de los mandamientos de la ley de Dios dice: no matarás.” (p. 160) Estas palabras nos resultan muy extrañas y significativas. Hay que leer hasta el final de la novela para entender su significado. Muchas incógnitas planteadas, lagunas, cambios en la temporalidad, nos hacen pensar en la intencionalidad del autor al emplear esta técnica narrativa de la prolepsis. Consideramos que busca la participación del lector para que intervenga y recree episodios y complete lo que no se dice, es el lector cómplice del que habla Cortázar en Rayuela. Se han producido vacíos, ruptura temporal, 21


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incertidumbre, sorpresa, interés y oscuridad, aumento de la tensión narrativa hasta que se llega al clímax y se devela el misterio. Esta estrategia ha sido muy exitosa por los efectos logrados, también aunado al empleo de otra técnica, la suspensión. La novela presenta muchos otros valores. Podríamos mencionar: el fondo histórico, la caracterización de los personajes, presentación de costumbres, el enfoque enigmático de la muerte de Héctor Siriaco, descripciones de ambiente, los motivos temáticos, la intrincada trama, entre otros. Estructura inversa, “in medias res”. Empleo preferente de la modalidad técnica o modo narrativo estilo directo libre, con alternancia del estilo directo. También, de la modalidad técnica o modo narrativo estilo indirecto u oratio oblícua y del estilo indirecto libre que también recibe el nombre de monólogo narrado (p. 280, “Comencé a trabajar a los ocho años…”). El orden del tiempo es retrospectivo, sin embargo predomina el tiempo prospectivo. Los acontecimientos están dispuestos en forma desordenada, el autor empieza la trama por el final. Desorden temporal. Importante es el desenlace. En el relato primario los acontecimientos nucleares o núcleos de acción hacen avanzar la trama y también la historia, esto se da con cierta celeridad, lo que produce mucho dinamismo. Los subnúcleos (situaciones secundarias) y catálisis son momentos de reposo en los que la historia descansa y no hay avance de la acción.

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Esto es necesario para controlar la tensión narrativa. Esto se logra acá. Bien trabajadas la intriga y la prolepsis. Hay que leer la obra, hasta el final y actuar como lector cómplice. Esta novela es una sólida construcción intelectual y artística.


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"El exceso de Realidad

Jorge Edwards

represivas, una cárcel mental: necesidad de vestirse, de ponerse una corbata, de no reírse, de hablar de una manera y no de otra, a fin de asistir a rituales, a ceremonias, a confirmaciones religiosas y no religiosas. En las mejores novelas de Faulkner se respira el aire bíblico, la distancia en el espacio y en el tiempo, los grandes conflictos de la vida y de la muerte. Mientras yo agonizo es una epopeya, una marcha por vastas llanuras, por interminables planicies inundadas, por ríos crecidos, torrenciales, en busca de la tierra prometida o de la tumba definitiva. En los textos de Roth, los espacios se han reducido al detalle, a la realidad mezquina: un cuarto de baño, una cocina, una calle de suburbio, en el mejor de los casos, un techo. La extrañeza, el misterio de los grandes personajes clásicos, el de un Macbeth o un Hamlet, de un coronel Sartorius o de uno de la tribu de los Snopes, se transforma en Roth en perplejidad frente al hormigueo sin sentido de la existencia cotidiana: al enigma de una gota de sudor, de unos pezones femeninos, de una mancha de sangre o de materias fecales. No sé en qué consiste, con mediana exactitud, la mancha que corresponde al título de una de sus mejores novelas: ¿el origen de la desgracia, el pecado original, la caída? Una definición posible sería la siguiente: esa mancha es la caída, la pérdida, una forma de maldición, el pecado original, pero degradado, despojado de su misterio, traído a tierra. Coleman Silk, judío, especialista en lenguas clásicas, maravilloso profesor, héroe universitario, comete un error fundamental. El hombre tiene la acidez, la ironía, el látigo, de los auténticos, insobornables, implacables, líderes intelectuales. No disimula su desprecio, como suele ocurrir en casos como el suyo, de los alumnos aprovechadores, cínicos, sacadores de vuelta. Pues bien, a propósito de dos de esos estudiantes que nunca se presentan a clase, se permite hacer una pregunta pública: ¿quiénes son esos zombis? Y ocurre que los supuestos zombis son dos estudiantes negros, que recurren a sus asociaciones, a sus abogados, y convierten la pregunta despectiva en acusación. El novelista Nathaniel Hawthorne, a mediados del siglo XIX, había señalado que su país tenía el “genio de la persecución”. Los hechos están narrados poco después del episodio de Bill Clinton y la joven universitaria de la Casa Blanca, de la transmisión por los medios de los detalles eróticos ocurridos en el mítico salón oval. Todas las furias censoras del país, latentes, agazapadas, habían ocupado los primeros lugares del escenario. Y Coleman, el profesor, viudo reciente, de setenta y un años de edad, era visitado en su casa por una amante de treinta y cuatro años, modesta encargada de la limpieza en un establecimiento cercano. La narrativa norteamericana, en sus diversas formas, con más propiedad y más intensidad que otras, es arte de lo

Mi generación leyó y devoró a los clásicos de la novela norteamericana moderna: John Dos Passos, William Faulkner, John Steinbeck, Ernest Hemingway. En muchos casos, los clásicos nos llevaron a conocer a los antiguos, los precursores: Melville, Hawthorne. Walt Whitman fue una lectura frecuente, y parece que todavía lo es en alguna parte. En cambio, en mi caso por lo menos, la lectura de los actuales ha sido irregular, espaciada, más bien esporádica. He leído de cuando en cuando a Philip Roth y a veces vuelvo a esa lectura. Conocí a la familia Portnoy a su debido tiempo, leí con atención y con momentos de horror, de emoción intensa, La mancha, y ahora acabo de terminar un libro que se me había quedado en el tintero, Adiós, Colón, que suena mucho mejor como Goodbye, Columbus. En realidad, en ese goodbye, en esa despedida de todas las ilusiones de la juventud, en ese choque despiadado con el clasismo, con la indiferencia profunda, con la insensibilidad radical, con la crueldad de una forma de vida, se encuentra el germen de toda la obra futura de Roth. Roth escribió siempre, con singular intensidad, con pasión no extinguida, a partir de una memoria lacerada, memoria convertida en ficción, en mito particular, en fantasma, en espiral, construyendo temas y variaciones. En la medida en que lo leo y lo releo, me asombra la diferencia entre su escritura y la de William Faulkner. Faulkner era lector de Shakespeare y era lector de la Biblia. No sé si era un lector deliberado de la Biblia o si los aires bíblicos flotaban alrededor suyo y entraban por el aire, con la respiración, en un proceso de osmosis. Ese monólogo de Macbeth, el del sonido y la furia, el de la vida como historia contada por un idiota, no discordaba con los acentos de la tradición bíblica. Tenía una visión amplia, casi desesperada, reivindicada en último término por el instinto de vida, pero volcada, por eso mismo, hacia la muerte, hacia el drama inevitable. Kafka, en otra cuerda, pertenece a una especie humana parecida, aun cuando su escritura es otra: detallada, lenta, densa, cuajada de símbolos, llena de metáforas crueles, de fragmentos de profecía. Quizá lo central en Philip Roth sea un proceso —y uso la palabra proceso a sabiendas— de secularización, de abandono deliberado, y apasionado, de los tonos religiosos, de entrada en un laicismo no menos apasionado, proclamado con rabia, esgrimido. El niño Portnoy ha vivido en un ambiente de religiosidad congelada, represiva, hipócrita, manipulada para convertirla en norma de conducta. Su madre es un emblema, un ícono, un castigo permanente. Sigmund Freud observó y a la vez profetizó la proliferación de las figuras maternas de esa especie. Hay, en la narrativa de Roth, una vida natural, por un lado, un paraíso perdido, y por el otro un conjunto de normas

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particular. Conocemos el pecado de Coleman, o la mancha de Coleman, a lo largo y hacia el final de su amargo desarrollo. Amargo y placentero, desde luego, sin que falten los detalles sadomasoquistas (Sigmund Freud, una vez más). En cada una de sus novelas, en el conjunto de su obra, Philip Roth construye una sinfonía del dolor, de la rabia, de la frustración de cada día. La búsqueda de la tierra prometida se transforma en caminata a la intemperie, en el asfalto, en laberintos urbanos de mal augurio. Todo termina mal y parece que el destino de todo consiste en terminar mal. La escritura es rítmica, llena de explosiones de ingenio callejero, sinuosa, soberbia. Si uno tiene buen oído, la música se escucha a pesar de todo, a cada rato. Jorge Edwards Valdés (Santiago de Chile, 1931). Abogado y Pedagogo (U de Chile). Postgrado en Ciencias Políticas (U. de Princeton). Diplomático de carrera ente 1957 y 1973, ocupa diferentes puestos: primer secretario en París (1962-1967), consejero en Lima (1970), encargado de Negocios en La Habana (1970-1971), donde fue declarado persona non grata, por sus discrepancias con el autoritarismo de Castro. De allí su obra Persona non grata

(1973). Ministro consejero en París (1971-1973). Tras el golpe de estado de Chile, en 1973 sale del Servicio Exterior y se marcha a Barcelona, donde trabaja como Director Editorial de Difusora Internacional y colabora como asesor en la Editorial Seix Barral. Funda, y posteriormente preside, el Comité de Defensa de la Libertad de Expresión, formado por escritores y periodistas. Entre 1994 y 1997 es embajador ante la Unesco en París, siendo miembro del Consejo Ejecutivo de la Unesco y Presidente del Comité de Convenciones y Recomendaciones (1995-1997), que se ocupa de los derechos humanos. Como escritor es autor de numerosas novelas, cuentos y ensayos. Destacan, entre otras obras, El peso de la noche, La mujer imaginaria, El origen del mundo, Gente de la ciudad, Las máscaras, Adios, poeta... Algunos de sus libros han sido traducidos a diversos idiomas. Colabora en diversos diarios europeos y latinoamericanos, como Le Monde, El País, Corriere della Sera, La Nación o Clarín, de Buenos Aires. Es miembro del consejo de redacción de las revistas Vuelta y Letras Libres de México y ha dictado cursos sobre temas latinoamericanos en diversas universidades norteamericanas (Chicago, Georgetown) y europeas (Universidad Complutense de Madrid, Universidad Pompeu Fabra de Barcelona).


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Rafael José Alfonzo

LA ESPOSA DEL Dr. THORNE A la memoria de Denzil Romero…

El peor destino que puede aspirar un ser humano es verse convertido en símbolo de un régimen político. En un signo banal, hueco, en fin, en un simple bagazo histórico. A Manuela, a Manuelita Sáenz le han confiscado su memoria, de la misma manera como se han apoderado de los horizontes de un pueblo que ha sido engañado con la esperanza. Ahora, Manuelita, es sólo una frase baldía, un espectro histórico que un sistema político recicla y marca para mantenernos en las ergástulas del pasado. Otra opereta de mal gusto ha montado el gobierno central. Una ceremonia de utilería es la que se le ha mostrado a la gente. Circo y más circo, efemérides patrias, mucho redoblante, discurso y anestesia colectiva. De nuevo han creado un parapeto histórico para distraer la atención hacia los problemas que tienen doblegado al país: la inseguridad, el dolo, las toneladas de comida podrida de PDVAL, las persecuciones políticas, las expropiaciones, la mordaza a la libertad de expresión, la merma del presupuesto universitario, el atentado a la autonomía de las máximas Casas de Estudio, el excesivo gasto en armamento militar y otras epidemias impuestas. ¡Pobre Manuela! Ella no se merece tanta ridiculez, tanta maniobra oficial y falsedad. Y ahora bien. Por un momento, preguntamos. ¿Qué contiene esa misteriosa urna depositada en el Panteón Nacional? Nunca lo sabremos. Porque aquí nada se sabe. Todo se oculta. Y si no despide mal olor, si no atrae a gusanos, moscas, ratones y otras sabandijas, jamás lo sabremos. Aquí, en esta malograda patria la verdad es cada día más sospechosa, como lo diría el célebre dramaturgo mexicano Juan Ruiz de Alarcón. Solo sabemos que un discurso engañoso atrapa, arropa y pudre. Vivimos bordeando el espejismo, la incertidumbre y la demencia. Lo único real que se percibe es el odio, la vulgaridad, el vituperio, la procacidad, el desprecio al otro, la obsesión desquiciante por instalar una dictadura ideológica que tienda a confiscar la libertad social. Siempre he preferido a la otra Manuela Sáenz. No a ésta que han sumergido en un indecoroso melodrama oficial. Sí, prefiero a la otra. A la rebelde, a la que abandonó al gélido y desapasionado Dr. Thorne para compartir con el Libertador diferentes batallas. A la iracunda, erótica, gozosa, contradictoria, irreverente y subversiva mujer. Pero aquí las cosas andan de otra manera, mejor dicho, el país va a contracorriente, sigue un curso invertido, opuesto al desarrollo, sumido en el retroceso, en el desgaste y la pobreza. Los heraldos de la muerte y los carroñeros del poder han convertido todo esto en un mundo bizarro, al revés. Primitivo. Anacrónico y doloroso. Se han dedicado a diseñar otra historia que responde a un inconsulto proyecto

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político malandro. Más temprano que nunca subirá el telón de una nueva realidad. El escenario será otro y se configurará un proyecto de país que tenga entre sus fines la creación de una sociedad capaz de corregir el abuso y la pobreza. Los forjadores de la libertad de este continente tendrán el lustre, el respeto y el lugar merecidos. De allí nuestra invitación a refundar esta patria, arrastrada, en este momento, por el autoritarismo, la pérdida de la confianza y la sumisión de los poderes públicos. ¿Cuál será el guión de la próxima necrófila zarzuela?, nos preguntamos. Dentro de tres meses los restos simbólicos de la amante y guerrera inmortal quedarán en el tremedal del olvido. La treta preelectoral habrá terminado. Pero aquí, en este desfigurado Trujillo, les aseguro que las cien y tantas heroínas estarán en cola esperando ser ungidas y ascendidas a caprichosos rangos militares por el Círculo de Croniqueros Trujillanos. No cabe duda. Ellos son capaces, entre otras triquiñuelas, de inventar un nuevo Panteón de héroes, heroínas, caciques y otras especies, para seguir con la parranda de efemérides oficiales. Estos “sesudos” voceros de la Historieta Regional, son así, no tendrán escrúpulos en recoger tierra de la escabrosa Avenida Cruz Carrillo o de las ruinas del Colegio Federal de Varones para convertirla en restos simbólicos de sus fantasmas históricos. Los resentidos son diestros en el ardid, eso lo sabemos. Pobre Trujillo. ¡Ah, rigor…!


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La esencia de las obras de Charles Dickens no pasan de moda: las desigualdades y la pérdida de valores sociales y democráticos están más vigentes que nunca tras la crisis económica. Foreign Policy

Dickens para el Siglo XXI David Mathieson

“¿Voy a ser el héroe de mi propia vida?", reflexiona Charles Dickens en la primera línea de su gran novela autobiográfica, David Copperfield. Él no tenía motivos para preocupase por su fama: junto con Shakespeare es uno de los dos únicos escritores en inglés que han prestado su nombre a toda una época. Hoy, cuando Dickens hubiese cumplido 200 años, la relevancia de sus observaciones de la época, reflejadas en sus novelas, constituye su mejor legado. A pesar de su extraordinario éxito, Dickens pasó toda su vida adulta inquieto y nervioso. Nunca superó el trauma de estar obligado a trabajar 10 horas al día en una fábrica en condiciones miserables, después de la encarcelación de su padre cuando él tenía solo 12 años. Finalmente, Charles fue rescatado por un familiar y se puso a trabajar como reportero en el Parlamento de Westminster. Obsesionado con las palabras y el lenguaje, publicó su primer libro cuando tenía 24 años y de la noche a la mañana se convirtió en una estrella literaria. Después, motivado por una mezcla de tremenda energía e inseguridad profunda, escribió obra tras obra hasta que murió, a los 58 años, en 1870. Dickens, considerado el escritor más importante de la Inglaterra victoriana, era esencialmente democrático, del pueblo, por el pueblo y para el pueblo. Este hecho explica la notoriedad que continúa teniendo sus obras para los lectores contemporáneos. Lo atemporal de sus escritos hace que sus textos se puedan emplear en un momento como el actual, en el que los valores democráticos y sociales disminuyen frente a los económicos. Dickens tuvo la habilidad de reconocer el potencial de un nuevo medio de difusión, comparable a la expansión de otros medios desde entonces, que abrió la literatura para las masas: la revista. Solo los ricos podían permitirse el lujo de comprar un libro, pero las revistas de un penique, junto a un aumento de la alfabetización, pusieron al alcance del autor un público muy amplio y heterogéneo, y viceversa. Al igual que el guionista de una película o de una serie de televisión de hoy, Dickens escribía sus historias para las revistas semanales con varios hilos en la trama, siempre tratando de crear tensión en el final de cada episodio. Sin embargo, lo que hace que el autor sea famoso no son las tramas bizantinas, sino los protagonistas de sus libros. En total creó cerca de 1.000 personajes: estaba fascinado por la gente, por el ser humano. Durante horas se paseaba por las calles de Londres sólo para observarlas. “No miro a nada en concreto, pero lo veo todo”, aseguró una vez. La habilidad de Dickens era describir e inspirarse en los hombres y mujeres de todas las clases sociales. Muchas de sus preocupaciones y manías reflejan nuestras inquietudes de hoy en día, en un 26

momento en el que la diferencia entre clases se agrava lentamente. Como consecuencia, el tema duradero de todos los trabajos de Dickens es la condición humana. Escribió sobre todos ellos (ricos, pobres, hombres o mujeres…) con gran calidad, comprensión y compasión. Pero aquellas personas que no tenían compasión con los demás, Dickens las reflejó sin clemencia. Uno de sus personajes más memorables es el señor Gradgrind, el dueño de una fábrica en la novela Tiempos difíciles, que desprecia los sentimientos e insiste en que la vida consiste únicamente en trabajar, en los beneficios, las cifras y los hechos probados. La caricatura de Gradgrind ha entrado en la cultura popular de hoy en día: no existe una descripción más devastadora de un neoliberal en la escritura inglesa. Gradgrind y los excesos de la revolución industrial no eran los únicos blancos que suscitaban la ira de Dickens. Como dijo George Orwell, en sus novelas Dickens “atacó a las instituciones inglesas con una ferocidad que no había sido igualada desde entonces... sin embargo, parece que tuvo éxito en atacar a todo el mundo sin que nadie fuera antagonista”. Tal vez esto se debía a que, a diferencia de sus contemporáneos como Karl Marx, a Dickens no le interesó en especial la política, ni las teorías revolucionarias. A veces utiliza una ironía burlona inolvidable, por ejemplo, en su descripción de la Oficina de Circunlocución, en la obra Little Dorrit: un departamento gubernamental que existe para que se estanquen todos las demás partes de la burocracia de un país. Dicho retrato podría haber sido escrito ayer en casi cualquier Estado del mundo y aplicada a muchos de los órganos gubernamentales. En otros momentos simplemente era capaz de levantar un espejo que reflejara la miseria y la pobreza de la época industrial. Así dejaba al lector decidir si le gusta o no lo que veía. Dickens estaba en la vanguardia de las reformas que obligaron el país a cambiar no a través de la agitación política o de la revolución, sino porque se sentía avergonzado y quería cambiar. El objetivo de un gobernante es cambiar el sentimiento nacional y transformar los términos de un debate, y lo continúa siendo a tenor de las promesas que nos lanzan los mandatarios, y sin ser político esto mismo es lo que Dickens logró. Por desgracia, las descripciones de la vida laboral de Manchester en el siglo XIX podrían aplicarse en igual medida a los talleres clandestinos de Yakarta o Bombay en el siglo XXI. Todavía hay chicos de 12 años trabajando 10 horas al día. Según el Índice de Trabajo Infantil 2012, publicado por la consultora británica Mapplecroft, muchas empresas internacionales cuyos productos se compran en el rico mundo occidental corren el riesgo de ser cómplices en el uso


Revis ta Cultural de trabajo infantil. En la actualidad, hay 76 países en los que el riesgo del trabajo infantil en la fase de producción es extremadamente alto. Una de las razones que explican el creciente uso de trabajo infantil es la crisis económica global. Otra es la fragilidad de la seguridad humana en muchos países, donde el desplazamiento continuo de la población hace que los niños sean cada vez más vulnerables a la explotación. En varios países -desde Bangladesh a Zambia y desde Argentina a Uzbekistán- hay evidencias de la utilización de mano de obra infantil en el proceso de producción. Algodón, ladrillos, alfombras, café, chocolate, oro y diamantes: todos son productos que se consumen en Occidente y que, posiblemente, hayan sido producidos por niños explotados en los países en vías de desarrollo. Estos informes describen con cifras y detalles lo que está sucediendo. A lo mejor la prosa de estos documentos es muy seca y el contenido no sirva para un bestseller. Pero sinceramente, ¿necesitamos otro Dickens para cambiarlo? David Mathieson Abogado, trabajó en Bruselas y Londres donde ejerció derecho comercial e internacional. Doctor en Historia y Economía por la U. de Londres. Desde 1997 hasta 2002, trabajó en el ministerio de Asuntos Exteriores británico como asesor especial de Robin Cook, Ministro de Asuntos Exteriores durante 1997-2001. Ha publicado varios artículos en Expansión, El País, El Correo, La Razón, la revista Temas para el Deabte, The Guardian, Tribune, The New Statesman y el Foreign Policy Centre. Actualmente colabora con Foreign Policy.

Charles Dickens

Charles Dickens Biografía Charles John Huffan Dickens (Portsmouth, Reino Unido, 1812-Gad's Hill, id., 1870). Escritor británico. En 1822, su familia se trasladó de Kent a Londres, y dos años más tarde su padre fue encarcelado por deudas. El futuro escritor entró a trabajar entonces

en una fábrica de calzados, donde conoció las duras condiciones de vida de las clases más humildes, a cuya denuncia dedicó gran parte de su obra. Autodidacta, si se excluyen los dos años y medio que pasó en una escuela privada, consiguió empleo como pasante de abogado en 1827, pero aspiraba ya a ser dramaturgo y periodista. Aprendió taquigrafía y, poco a poco, consiguió ganarse la vida con lo que escribía; empezó redactando crónicas de tribunales para acceder, más tarde, a un puesto de periodista parlamentario y, finalmente, bajo el seudónimo de Boz, publicó una serie de artículos inspirados en la vida cotidiana de Londres (Esbozos por Boz). El mismo año, casó con Catherine Hogarth, hija del director del Morning Chronicle, el periódico que difundió, entre 1836 y 1837, el folletín de Los papeles póstumos del Club Pickwick, y los posteriores Oliver Twist y Nicholas Nickleby. La publicación por entregas de prácticamente todas sus novelas creó una relación especial con su público, sobre el cual llegó a ejercer una importante influencia, y en sus novelas se pronunció de manera más o menos directa sobre los asuntos de su tiempo. En estos años, evolucionó desde un estilo ligero a la actitud socialmente comprometida de Oliver Twist. Estas primeras novelas le proporcionaron un enorme éxito popular y le dieron cierto renombre entre las clases altas y cultas. Además de novelas, Dickens trabajó como articulista en varios periódicos y como editor de semanarios, escribió varios libros de viajes, Notas americanas (1842), y mantuvo una compañía de teatro en la que adaptaba sus propias obras. Por su prestigio como escritor fue recibido con grandes honores en Estados Unidos, en 1842; sin embargo, pronto se desengañó de la sociedad estadounidense, al percibir en ella todos los vicios del Viejo Mundo. Sus críticas, reflejadas en una serie de artículos y en la novela Martin Chuzzlewit, indignaron en Estados Unidos, y la novela supuso el fracaso más sonado de su carrera en el Reino Unido. Sin embargo, recuperó el favor de su público en 1843, con la publicación de Canción de Navidad.

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Revis ta Cultural nivel de personajes que forman una serie de Microsecuencias en la obra, y que se van desarrollando, en este caso la Universidad Central hasta que se ven atrapados en ese mundo del petróleo, las financias y la corrupción. Las descripciones de las escenas amatorias entre Ida y los personajes masculinos que transitan su fisonomía femenina, además de la vida personal de los personajes que se debaten entre la pasión política, la carnal y los ideales de un país que se enrumbe hacia un mejor destino económico. El universo arquetípico de los personajes femeninos presentados en la obra Hombres de Petróleo de Juan Páez Ávila da para replegar una gama de mujeres, que como señale al principio de este trabajo, seductoras y hasta soñadoras y en cierto modo inocentes, Cito el caso del personaje Mireya, quien estando atraída por su jefe, por muchos años, jamás lo manifestó, Vicente, llamado así en homenaje a Juan Vicente Gómez, pensó en ella como una futura esposa, pero jamás el pudo dejar ese mundo de prostitutas y mujeres quien las encontraba en un apartamento discreto, su chofer se las facilitaba, chicas universitarias que se daban por servidas por la cantidad de 300 dólares. Las escenas de protestas de la Universidad Central, las reuniones clandestinas que se mezclan con las reuniones de las grandes cenas en el Hilton y los sueños trasnochados entre las sabanas de un activista político y militares repliegan la madeja de unos acontecimientos que si bien son históricos, echan a volar la imaginación de un lector que no solo conoce a PDVSA como estructura petrolera sino el origen de sus altos gerentes y psicologías que los empujan a un destino de luchas por las mejoras y el estudio petrolero y los mercados, pero también muestran al lector que no solo el petróleo dirige y moldea nuestras vidas a nivel económico, transforman la vida y el cristal con que miran su entorno los gerentes y el personal de ese momento histórico de la obra, que cambio sus vidas para siempre.


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Lic. Mireya Grau

EN TORNO A HOMBRES DE PETROLEO DE JUAN PÁEZ AVILA Y LOS ARQUETIPOS PRESENTES EN ESTA OBRA En los personajes de una obra narrativa vive la verdadera historia del mundo creado por el escritor, quien le da forma a los mismos con sus manos y decide como un Dios quien sobrevive en ese mar de pasiones y quien naufraga en la avalancha de palabras. Mireya Grau Es importante comenzar el análisis de esta densa obra literaria perteneciente al Catedrático y periodista Juan Páez Ávila, desglosando que significa según el diccionario de la Real Academia Española que es un Arquetipo. Cito textualmente “Imagen o esquema congénito con valor simbólico que forma parte del inconsciente colectivo”, de la misma forma se plantea que un arquetipo se representa como un modelo a seguir, y que psicológicamente hablando se proyecta en un modelo de ideas o conocimientos del cual se derivan otros tantos que logran modelar actitudes propias de cada individuo. Según Jung define los arquetipos como formas o imágenes de naturaleza colectiva, y como patrones fundamentales en la formación de los símbolos. En la obra Hombres de Petróleo, se muestra un universo arquetípico l femenino, citemos el caso de mujeres soñadoras, seductoras, transformadoras, revolucionarias, apasionadas y asalariadas, no solo en el ámbito económico, sino también, pasional. Esta gama de mujeres se engrana en el aparato narrativo de la historia o macro secuencia narrativa, marcando desde el inicio la pauta a lo que narración se refiere. Rosmary, la dama perteneciente a las altas esferas sociales, quien estaba presta a seguir la rutina de las fiestas en el Contry, y quien tenía temores inconfesables de inscribir a sus hijos en una escuela pública , se negaba a acompañar a Juan Manuel en su lucha, “ Citemos en el texto: Rosmary reaccionaba cada vez con mayor agresividad. Observe que su rostro perdía la frescura de nuestros primeros años de convivencia. Dejaba traslucir entre el entrecejo una señal de disgusto y desamor que distanciaba nuestros encuentros amorosos, atrás iban quedando los encantos de su sonrisa, sus besos y abrazos cargados de erotismo, sustituidos por un gran formalismo rutinario. Comencé a considerar que no comprendía y por lo tanto, no me acompañaría en el gran despertar de la sociedad civil que había decidido participar e influir en el rumbo de la nación” este arquetipo se contrapone totalmente a Analuisa, Ingeniero Petrolero, perteneciente al Frente de Liberación nacional, quien en sus fogosos encuentros amorosos con Celestino, enciende la llama de la pasión turbulenta entre las páginas de hombres de petróleo. “ Me le acerque (A Celestino) le desabotone la camisa y busque sus labios. Celestino respondió levantando lentamente mi corta

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bata con la cual siempre lo esperaba para desafiarlo a un encuentro amoroso. Como no encontró pantaletas toco mi clítoris y comenzó a estimular las llamas de mis pasiones. Lo desnude y lo invite a la cama a liberar la corriente espiritual y hormonal que comenzaba a transitar por todo nuestro cuerpo. Atenuado el fuego de nuestro mundo interior volvimos a la nueva realidad creada para conquistar el cielo”. Entre Berta y Ramírez, la pasión no solo por la política y la Revolución y causas justas a la sociedad los unió, Berta Casanova, Economista, Egresada de la Universidad Central quien se dejo seducir por el verbo encendido de Alirio Ramírez, se presenta como el arquetipo o modelo de mujer seductora, batalladora, pero capaz – cito el texto- Capaz de generar todos los orgasmos posibles y el éxtasis del mundo interior de ambos-. En contraposición a estos arquetipos femeninos esta Mireya, eficiente secretaria, del Bufete de abogados del prominente Vicente Valladares, quien lucha internamente por no gastar su dinero, como lo hizo en su época su padre en mujeres, ligera o que solo están con el por tarifa. Mireya, en el transcurrir de la narración desea firmemente se le aumente su sueldo, que no se lo trague la devaluación, y ansia pertenecer al círculo económico y petrolero, en el cual está inmerso su jefe, quien en una jugada algo perversa, desea internamente con todas sus fuerzas encontrarse íntimamente con su subalterna, pero Valladares, tenía un mejor plan para él: “Mireya Usted está muy elegante hoy la pensaba invitar a cenar pero tenemos un trabajito que hacer de inmediato y a lo mejor nos ocupa toda la tarde y parte de la Noche”. Mireya sonrió con cierta gracia pero recupero rápido su compostura”. Se dio la vuelta y camino hacia su oficina, esta vez la vi escultural y la imagine desnuda, yo como que soy medio morboso, pensé”. Y nos preguntaremos, ¿quien en la bonanza petrolera no necesita testaferros o encubridores en la compra o venta de algún complejo habitacional donde te ganas 1500 millones de bolívares? Cito la obra hombres de Petróleo “Vamos a comprar dos edificios en construcción. - Bartolomé te tengo un negocito para ganarnos aproximadamente 1500 millones de bolívares y me acorde de ti antes de hablar con el presidente para que no vayas a quedar afuera. En esta obra narrativa, se ven desfilar una serie de personajes que tejen una crónica de los acontecimientos que se gestaron en el paro petrolero del año 2000 los detalles y documentación a nivel económico son fascinantes, pero el impacto que causo en mi como lectora es la red que se teje a


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Luis Eduardo Cortés Riera

Faceboock y la Universidad de Harvard Mark Zuckerberg, nacido en 1982, fundador de Faceboock, se encontraba en Davos participando en el Foro Internacional de Economía, cuando se le acercó uno de los responsables de las más poderosas empresas de comunicación del mundo, rogándole que le dijera cuál es su secreto. El joven, de apenas 22 años, que es un geek (persona fascinada por la tecnología) de pocas palabras, le respondió al empresario: “No puedes”. Agregó que “no se pueden empezar comunidades, puesto que ellas ya existen. La pregunta que deberías hacerte es cómo puedes ayudarlas para hacer eso mejor”. Quiso decir este joven multimillonario: organización eficaz. Esto fue lo que aportó a la muy prestigiosa universidad de Harvard, luego a otras universidades y después al resto del mundo con su plataforma social. “La comunidad de Harvard ha hecho lo que quería hacer durante tres siglos antes de que Zuckerberg pasara por allí”, dice enfático Jeff Jarvis, autor del libro: Y Google ¿cómo lo haría? (Planeta, 2010). “Lo que él hizo fue simplemente ayudar a que lo hicieran mejor”. Zuckerberg contó su historia de su curso en arte en Harvard: no tenía tiempo para ir a clases ni para estudiar, pues al fin y al cabo estaba muy ocupado fundando una empresa de quince billones de dólares. El examen final iba a ser en una semana y le entró pánico. El joven hizo lo que es natural a cualquier nativo de la web. Se metió en internet y descargó las imágenes de todas las obras de arte que sabía entraban en el examen. Las puso en una página web y añadió una caja de texto en blanco debajo de cada una de ellas. Escribió un e-mail a todos sus compañeros con la dirección de la página diciéndoles que había construido una guía de estudio. La clase obedientemente se conectó y fue rellenando las cajas de texto con los datos esenciales de cada obra de arte, colaborando para que todo fuera correcto. Dado que eran de Harvard -dice Jarvis-, hicieron un buen trabajo. El resultado no se hizo esperar: Zurkerberg aprobó. Pero lo mejor de todo es que el profesor dijo que la clase globalmente había sacado mejor nota de lo habitual. Ellos consiguieron capturar la sabiduría de la multitud y ayudarse mutuamente. El joven geek había creado el camino para que la clase colaborara entre sí. Les proporcionó una organización eficaz. (pág. 70-73) Ahora bien, ¿sería legítimo ser optimistas ante este hecho simplificador de la alta cultura, como diría Mario Vargas Llosa? ¿No será acaso síntoma de decadencia de Harvard,

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como sostiene Morris Berman, quien al abordar las instituciones educativas de Estados Unidos afirma que el 45 por ciento de los universitarios “no han aprendido nada” después de 4 años de cursos. Y agrega esta astilla encajada en esa imagen de grandeza y autocomplacencia que profesa la mayoría de sus compatriotas: “El propósito de la mayoría de los universitarios en Estados Unidos ahora es tener una experiencia social, no intelectual.” Berman sostiene en su libro titulado La edad oscura Americana, que existe un serio desprecio por las humanidades en su país. El 60 por ciento apenas lee un libro al año, libros de novelas románticas baratas y de autoayuda. Este feroz crítico de la cultura estadounidense dice que internet encarna una gran paradoja, pues cualquiera puede publicar sus producciones literarias, pero la mayoría de lo que se publica no es más que basura. Por otro lado, afirma Morris, leer en internet corremos el riesgo de perder la profundidad que tenemos al leer en texto impreso.” Jarvis, refiriéndose al libro impreso se atreve a decir que “las cosas físicas apestan. Lo impreso apesta.” Este desbocado optimista de la “cultura Google” y quien relata la experiencia simplificadora del arte y la pereza de Zurkerberg en Harvard, agrega que lo impreso limita tu espacio, restringe tus tempos y tu capacidad de mantener informado al minuto a tus lectores. Lo impreso es ya viejo cuando acaba de ser impreso. Sigue un modelo de talla única. No te permite hacer clic para ampliar informaciones. No puede ser buscado ni reenviado. No tiene archivos. Mata árboles.” (pág.102) Este curioso personaje, que escribe un libro para afirmar que el libro no es necesario, alaba lo que se ha llamado la Universidad Google. ¿Quién necesita una universidad cuando tenemos Google?, se pregunta Jarvis. De modo pues que estamos ante la muerte de la universidad tradicional que viene de la Edad Media, para dar paso a una universidad como Harvard: “cálidas maderas alrededor de un fuego encendido. Harry Potter sin la pompa y el kitsch, la experiencia -de Disney World- de la educación.” Y dice este fundamentalista que: “Faceboock puede suplantar a las universidades como creadoras de redes.” Pero, dónde está el espíritu crítico, el rasgo distintivo principal de la cultura de Occidente, en una universidad diseñada de tan frívola y superficial manera, es la pregunta que con angustia me hago al leer el libro de Jeff Jarvis. Carora, 12 de agosto de 2014.


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Enzo Traverso: "La sociedad hoy no genera utopías, y los intelectuales son el espejo de esa impotencia" ENTREVISTA

Atrás parece haber quedado el rol estelar que los intelectuales cumplieron a lo largo de la historia y, en particular, durante el siglo XX. Inmersos en sociedades sin utopías ni perspectivas de futuro, los intelectuales deben hoy repensar su rol y hacer audible su voz en un espacio público dominado por expertos y especialistas que refuerzan el orden establecido en lugar de cuestionarlo; por figuras mediáticas sin una obra que los respalde y cuya "autoridad" pública ha sido artificialmente construida en estudios de televisión, e intelectuales que dedican esfuerzos a mirar el pasado, en lugar de debatir alternativas de futuro. Así lo plantea Enzo Traverso en ¿Qué fue de los intelectuales? (Siglo XXI), un libro que analiza el rol del intelectual a lo largo de la historia y alerta sobre una trampa peligrosa: que el intelectual abdique de la autonomía crítica y la imaginación utópica, se llame a silencio y renuncie a la toma de posición sobre los problemas y las encrucijadas que atraviesan a las sociedades contemporáneas en un mundo global. "Hay muchos motivos para levantar la voz y, frente a la globalización, el principal es el crecimiento impresionante y traumático de la desigualdad", sostiene, enfático. "Estamos viviendo la refeudalización del planeta. Esto amenaza la libertad, la democracia y la noción misma de ciudadanía. La defensa del principio de igualdad me parece una causa central." Y sobre aquellos intelectuales seducidos por un proyecto político, el historiador advierte sobre la tentación de convertirse en propagandista del gobierno de turno: "Se planteó en el pasado con respecto a Cuba, se plantea hoy con respecto a Venezuela y se plantea también con el peronismo en su versión kirchnerista". Italiano de nacimiento, graduado en la Universidad de Génova, Traverso se doctoró en la Ehess en París y durante 20 años ejerció la docencia en Francia. Hoy, lo hace en la Universidad Cornell (Estados Unidos) y es uno de los más importantes historiadores de las ideas del siglo XX. -En la historia hubo distintas definiciones de la figura del intelectual. ¿Cuál elegiría hoy? -Ciertamente, hay varias definiciones de "intelectual" como figura social y muchas de ellas hoy tienen pertinencia. Si se trata de sugerir una definición general, para mí el intelectual es un hombre o una mujer que produce ideas, que trabaja con su pluma o computadora, que produce conocimientos, que puede crear también -un escritor, un artista- y que al mismo tiempo toma una posición en el espacio público con respecto a los problemas del conjunto de la sociedad, en el

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mundo global. Lo que hace de Einstein un intelectual no es la creación de la teoría de la relatividad, sino el hecho de que después de la Primera Guerra Mundial tomó posición sobre el fascismo, la guerra y la paz, y sobre las relaciones internacionales. -O sea, requiere autonomía crítica, perspectiva universalista y capacidad de denuncia. -Sí, el intelectual debe tomar posición, aunque también se pueda discutir sobre las posiciones que toma. No todos los intelectuales tienen esa autonomía crítica y eso es un problema fundamental que se plantea en la historia de los intelectuales del siglo XX. Uno de los peligros que históricamente afecta la figura del intelectual es la caída, la limitación o la abdicación de su autonomía crítica. -Hoy se suele llamar "intelectuales" a profesionales de la academia, profesores universitarios e investigadores. ¿Hay un abuso del término "intelectual"? -El problema no es tanto el abuso, sino que hay que ser consciente del papel del intelectual y del hecho de que el intelectual representa hoy una capa mucho más grande que antes. Al final del siglo XIX, los intelectuales eran una pequeña porción en la sociedad, que tenía el monopolio de la palabra y de la escritura, y el espacio público estaba estructurado en torno a esa pequeña capa de privilegiados. Hoy ser un universitario, un investigador significa hacer cualquier trabajo y no implica pertenecer a una elite. El abuso puede darse en la medida en que hoy el universo mediático produce "intelectuales" y hay mucha gente que es respetada, que tiene una palabra muy escuchada y cuya autoridad es artificialmente construida por la televisión. Y no estoy seguro de que podamos llamarlos "intelectuales". -¿Por ejemplo? -Un ejemplo en Francia es Bernard Henri-Levy. Es la típica figura construida por los medios de comunicación cuya obra es un apéndice de su papel público como figura mediática. La industria cultural es la reificación del espacio público, y en ese espacio se crean nuevas figuras que son productos del mercado y del capitalismo neoliberal en el campo de la cultura. Y eso es distinto de los escritores, investigadores, artistas y científicos que produjeron una obra y que además explotaron su autoridad y su influencia para tomar una palabra en el espacio público. Es el caso del escritor Mario Vargas Llosa, a quien admiro mucho como escritor, aunque políticamente tengo discrepancias de él. Si él es escuchado cuando toma posiciones sobre un conjunto de problemas políticos y sociales es porque es una autoridad que está arraigada en su obra.


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-Los medios de comunicación e Internet han modificado las formas de circulación y de debate de ideas. ¿Qué destrezas nuevas le exigen a un intelectual? -Hay una actitud conservadora y muy estéril en quienes rechazan el uso de los medios de comunicación, como muchos intelectuales en la década del 60 o 70 con respecto a la televisión. Pero otra cosa muy distinta es plegarse y postrarse completamente a las reglas, las pautas y los mecanismos de funcionamiento de los medios. Es decir, tener dos segundos en televisión para expresar una idea. Aceptar este tipo de restricciones implica la destrucción del pensamiento. Pero si yo tengo que decir algo sobre lo que está ocurriendo en Palestina o sobre las relaciones entre la Argentina y los bancos, utilizar los medios es fundamental. -¿Cree que en el debate público el "experto" y el especialista han ganado terreno y visibilidad, en detrimento del lugar que anteriormente ocupaba el intelectual? -Creo que sí. Eso es una tendencia general. Los sistemas de poder son muy complejos y se necesitan competencias técnicas. La universidad se reformó y se reorganizó para formar técnicos y especialistas capaces de articular los mecanismos del poder. La especialización es inevitable en el complejo mundo de hoy. No pretendo hacer un alegato en contra de los saberes específicos y las especializaciones. Sería una batalla retrógrada y perdida desde el principio. Hay expertos que tienen competencias que la gente común no tiene y esas figuras son fundamentales. El problema es que esas figuras no tienen, en la mayoría de los casos, ninguna autonomía de pensamiento crítico. Juegan dentro del horizonte social y político de nuestro orden y eso es un problema que está vinculado a lo que yo llamo el "eclipse de las utopías". -¿En qué sentido? -En un mundo sin utopías, en el cual el sistema económicosocial, la democracia liberal, la sociedad de mercado y el capitalismo aparecen como algo natural, finalmente no se puede sino actuar como parte de ese mecanismo. Hoy falta una visión utópica que los intelectuales tenían a lo largo del siglo XX. Esa figura del intelectual como crítico del poder me parece que es muy débil hoy y su voz es inaudible. -¿Qué sucede cuando un intelectual deviene funcionario público? ¿Es posible mantener la mirada crítica o necesariamente se transforma en publicista o propagandista? -Es una tentación muy fuerte: que un intelectual que tiene una visión del mundo quiera actuar y para lograrlo establezca un vínculo orgánico con el poder, con un partido político o un movimiento. Ése es el problema de la ceguera que afectó a muchos y que se planteó en el pasado con respecto a Cuba, se plantea hoy con respecto a la Venezuela de Chávez y también con el peronismo en la forma kirchnerista. Algunos intelectuales que comparten las posiciones de los Kirchner con respecto a los derechos humanos cayeron en la trampa peligrosa de volverse intelectuales orgánicos del kirchnerismo. No quiero meterme en el debate argentino, porque miro al país desde la distancia, pero una cosa es apoyar una determinada posición del Gobierno, y otra distinta es volverse propagandista de un gobierno. Ésa es una abdicación del 32

papel crítico del intelectual. -¿En que medida la gravitación que antes tenían los intelectuales la tienen hoy los economistas? -Los economistas han ganado lugar porque en el mundo de hoy la política está aplastada por la economía. En el caso de la Unión Europea, por ejemplo, quienes deciden la política económica de Francia, Italia y Alemania son el Banco Central Europeo, el FMI, el Banco Mundial. Y los economistas no pueden tener pensamiento crítico en la medida en que la mayoría de los que toman posición públicamente en los diarios financieros son quienes tienen vinculaciones orgánicas con el mundo financiero. Ésa es una realidad tanto en Alemania como en EE.UU., Brasil y la Argentina. Entonces, se transforman en intelectuales orgánicos en el sentido gramsciano. Gramsci define a los intelectuales como una capa social cuyo papel es elaborar una visión del mundo vinculada a una clase social. Esa definición en muchos aspectos todavía sigue vigente. Los economistas son los intelectuales por excelencia del capitalismo financiero en el mundo neoliberal: intervienen en los debates públicos como expertos y si vemos los sueldos que muchos de ellos obtienen de los bancos u organismos que asesoran, son mucho más altos que el que reciben como investigadores o universitarios. -Hoy, el intelectual parece más dedicado a extraer las lecciones del pasado y a pensar el presente que a debatir alternativas de futuro. ¿Cree que hay un déficit de debates sobre el futuro? -Cuando yo hablo del eclipse de las utopías no lo entiendo como una limitación específica de los intelectuales. Los intelectuales son los que formulan un imaginario colectivo y visiones que para existir tienen que estar arraigadas y empujadas por la sociedad. El problema es que la sociedad misma hoy no mira al futuro, no genera utopías, y los intelectuales son el espejo de esta impotencia. Entonces, no se puede pedir a los intelectuales que "sobrepasen" los límites de su época. Ésa es la contradicción fundamental del mundo de hoy: es una temporalidad de aceleración permanente con un horizonte cerrado, sin proyección al futuro y sin ninguna estructura prognóstica. Y eso explica también la obsesión por la memoria. -¿Por qué una sociedad que no mira al futuro no tiene otra opción que mirar al pasado? -Exacto, una sociedad que no tiene futuro está "casi obligada" a mirar al pasado y esa mirada muchas veces toma un rasgo apologético: "Hay que sacar lecciones del pasado para confirmar que el presente es un orden sin alternativas posibles porque las revoluciones fracasaron, crearon monstruos totalitarios, hubo fascismos y dictaduras y, entonces, hay que aceptar el orden de hoy como un orden sin alternativas", sostiene esa sociedad. Esa falta de imaginación utópica es terrible. Hay ejemplos: la falta de alternativas y horizonte de futuro de las revoluciones árabes fue llenada por los fundamentalistas. O los movimientos de "los indignados", que tienen una idea muy clara de qué es lo que no les gusta del mundo de hoy, pero que no tienen la capacidad de formular una alternativa. -Pero caídos los socialismos reales y fracasadas las revoluciones, ¿a qué asociar hoy la utopía? -Ésa es la gran cuestión. Las utopías de hoy son distopías:


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aparecen las visiones catastróficas del mundo, reforzadas también por la industria cultural. - ¿C uá le s s on los m ot iv os por los que los intelectuales hoy deberían levantar la voz? -Hay muchos motivos y, frente a la globalización, el principal es el crecimiento impresionante y traumático de la desigualdad. Estamos viviendo la refeudalización del planeta. Esto amenaza la libertad, la democracia y la noción misma de ciudadanía. En un mundo en el cual la riqueza y la pobreza se desarrollan en formas extremas e incontrolables, no se puede hablar más de democracia, de una comunidad internacional o de un espacio público compartido. Desde un punto de vista social, el mundo esta volviendo al Antiguo Régimen, a pesar de que este proceso tome rasgos posmodernos, con una aristocracia financiera en lugar de la nobleza terrateniente. La defensa del principio de igualdad me parece una causa central, como ya fue en el siglo XVIII para los filósofos de la Ilustración.

defendían los intelectuales eran más claras; el mundo estaba dividido y no era difícil elegir su parte: contra el fascismo, contra el imperialismo, para la liberación de los pueblos, en defensa de la democracia. Hoy el mundo parece más complejo y confuso. No es fácil tomar posición con respecto a Siria o Libia. Y denunciar la masacre de los palestinos implica también criticar a Hamas y su modelo de sociedad. Pero eso no justifica el silencio. Para alertar a la opinión y promover una reflexión en el espacio público, los intelectuales tendrían que estar un paso adelante. Hoy parecen estar un paso atrás..

MANO A MANO OBSESIONADO POR LAS VIOLENCIAS DEL SIGLO XX Bastó con convenir coordenadas en el ciberespacio para concretar un encuentro virtual con Enzo Traverso a través de Skype. Es que este italiano, que vivió y trabajó por más de un cuarto de siglo en Francia, desde hace dos años está instalado en Estados Unidos, donde se desempeña como profesor de humanidades en la Universidad Cornell. Italiano de nacimiento, francés por adopción y ciudadano del mundo, Traverso habla un castellano perfecto, idioma en el que se realizó la entrevista. Sus campos de investigación, cuenta, son la historia intelectual europea y la historia del pensamiento político, trabajadas a través del "prisma judío": el papel de los judíos en todos los movimientos de vanguardia, de la literatura a la teoría crítica, del psicoanálisis al marxismo. De esa manera, afirma, pudo acercarse a la historia de las violencias del siglo XX: de las guerras a los genocidios. Entre sus libros se incluyen La violencia nazi. Una genealogía europea (2003); Los judíos y Alemania. Ensayo sobre la simbiosis judío-alemana (2005); El pasado. Instrucciones de uso. Historia, memoria, política (2007) y La historia como campo de batalla. Interpretar las violencias del siglo XX (2012). Un futuro posible, según Traverso. ¿Cuál podría ser el rol de los intelectuales de cara a los actuales conflictos en el mundo? Hoy el silencio de los intelectuales frente a estas crisis es "ensordecedor". Es lamentable que la masacre de Gaza haya tenido lugar frente a la indiferencia general. En el pasado, los intelectuales jugaron un papel fundamental para sensibilizar y movilizar la opinión internacional en contra de guerras, conflictos y opresiones. Basta pensar en la guerra civil española, en la guerra de Vietnam o a la denuncia de las dictaduras militares en Chile y Argentina. Es verdad que en aquellas épocas las causas que

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ALBERTO ARVELO TORREALBA UNA VIDA OFRENDADA A LA POESÍA POPULAR TRADICIONAL Reinaldo Chaviel

El poeta Alberto Arvelo Torrealba nació en Barinas el 4 de septiembre de l905 en una casa colonial de la Calle Real, hoy Calle Bolívar. La ciudad era para esos momentos una simple aldea, donde la mayoría de las viviendas tenían techo de palma, habitadas por un millar de personas aproximadamente, para ese entonces habían huido de esa población los mejores tiempos. Pompeyo Arvelo y Atilia de Arvelo, también nativos de Barinas, fueron sus padres. El padre según palabras del poeta “ era comerciante de caucho , por el río Santo Domingo bajaba al Masparro, de éste pasaba al Apure, y del Apure al Orinoco, y lo remontaba hasta San Fernando de Atabapo, y luego se metía en curiaras por la selva”. Todos esos inquietantes relatos llegan al futuro poeta de labios de su padre, lo que hace crecer en él un mundo de fantasía. La madre del Alberto Arvelo, fue una mujer amante de la lectura y poeta. Conocida según las crónicas de la época como “La Dulce Alondra del Santo Domingo”. En 1927 publicó un volumen con el nombre de “ Cantares y Leyendas”. De esta manera nace y crece nuestro escritor en un ambiente rodeado de la magia de la poesía; por un lado las narraciones orales de su padre, durante su transitar por la región cauchera de aquella Venezuela rural, remontando aguas de los ríos Apure y Orinoco, unido al trabajo poético de su madre. De allí que a los 15 años ya había escrito algunos poemas y el llano comenzaba a ser uno de sus motivos. El 17 de julio de 1920 apareció publicado en el periódico barinés Patria y Unión, su soneto El Tábano. Por cierto que la gente de Barinas, muy dada entonces a la murmuración, empezó a hacer circular la especie de que aquellos poemas no eran originales del joven, sino de Doña Atilia, su madre. Rumores que pronto fueron destruidos por la evidencia de los hechos. Por la presencia vigorosa de un verdadero bardo. Alberto Arvelo vivió intensa y activamente el momento histórico que le correspondió. El año de 1928 es de gran agitación estudiantil y política, donde el joven Arvelo Torrealba sufre cárcel política en la prisión de las Tres Torres en Barquisimeto, de igual manera se desempeñó como maestro de dilatada trayectoria pedagógica en las ciudades Caracas y Barquisimeto. Durante su desempeño como docente de literatura en el Colegio Sagrado Corazón de Jesús en Los Dos Caminos, cuenta el poeta Oscar Rojas Jiménez (quien fue su alumno), “que Alberto Arvelo era un

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joven triste pero no romántico ni sentimental y con un gran sentido del humor”, resaltando la anécdota de un curioso hecho ocurrido en Petare cerca del año 1935 “El cura de Petare organizó una velada artístico literaria, para recoger fondos destinados al templo parroquial, allí se recitó El canoero del Caipe, pero el interprete al gesticular exageradamente rompió los vasos y un fino jarrón de porcelana que le habían prestado al cura, quien indignado dio por terminada la función. A raíz de esto se tuvieron que retirar, pero algunos estudiante que habían tomado parte como asistentes y actores, con su profesor de literatura, no tenían dinero para regresarse a Los Dos Caminos, por lo que buscaron al sacerdote quien ya dormía. Cuando al fin los atendió desde una ventana les gritó: VAYAN A PERDIRLE DINERO A ESE CANOERO APUREÑO.” Hombre de pueblo, estudioso y gran trabajador, llegó a ocupar la Presidencia del Consejo Técnico de Educación, en el año 1935 se recibió de Abogado en la Universidad Central de Venezuela, fue presidente de su estado natal, embajador en Bolivia e Italia, Ministro de Agricultura y Cría, además de otros altos cargos políticos y administrativos. Contrae nupcias con Rosa Dolores Ramos Calle (Barinesa); procreando dos hijos, Mariela y Alberto. Fallece el poeta en la madrugada del 28 de marzo de 1971 en Caracas. Su primer libro, Música de Cuatro (1928) considerado por algunos críticos un libro menor, bebe de las aguas del romanticismo y el modernismo. Con el poemario “Cantas” 1932, inicia el bardo su paso seguro hacia la realización poética. Este libro, al decir de Humberto Cuenca: “Es con que el paisaje del joropo y el corrío va a tener puerta de entrada en nuestra literatura culta”. Luego vendrán “Glosas al Cancionero” 1940, el cual es considerado por la crítica un paradigma de la poesía con raíz popular, después aparecerá su poema más conocido “Florentino y el Diablo”, que conoce sucesivas ediciones, la primera en 1940 y dos versiones posteriores en 1950 y en 1957; la versión de 1950 es la más conocida, El encuentro con su obra, nos deja ver un Alberto Arvelo que apela al folklore y es a partir del numen que le brindan las tradiciones de la tierra llana que va construyendo su poesía. Trabaja con tesón el rico repertorio de la canta llanera (el octosílabo, la copla, la décima, el romance),


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donde el poeta logra giros extraordinarios, como se observa en las siguientes estrofas:

populares y una expresión estética ricamente elaborada, como se observa:

...¿Cuáles son los cuatros ríos que llevan la misma ruta silentes si no los pasan, sonoros cuando los cruzan?

...De bandera va su capa su caballo de puntero, baquiano, volando rumbos, artista, labrando pueblo, hombre, retoñando patrias, picando glorias tropero...

Sonoros cuando los cruzan Las cuatro cuerdas del cuatro En pecho de quien las pulsa: Salpica el tono en el traste Como la piedra en la espuma. El que interroga se enreda En sus propias conjeturas Si el que aprendió a responder Juega con la repregunta.

...Por aquí pasó, compadre, dolido, gallardo, eterno... Por aquí pasó Logra Arvelo Torrealba imágenes de la más variada especie, sin dejar de apoyarse en un lenguaje típicamente popular, donde encontramos sus versos hechos más para el oído que para la vista, versos más dispuestos para el canto. Como queda demostrado en 1965, cuando aparece la versión musical de la obra Florentino y el Diablo, que se debe a los cantores venezolanos, José Romero Bello (Florentino) y Juan de los Santos Contreras “El Carrao de Palmarito” (el Diablo), en un larga duración que goza del reconocimiento nacional e internacional.

Florentino Y el Diablo Su canto comienza a crecer a la sombra del pentagrama folklórico, hasta llegar al logro de una estatura propia y sólida dejando de lado los falsos nacionalismos, sin conceder ni un ápice a la facilidad y el parroquianismo, brindando a la poesía un aporte considerable.

Alberto Arvelo Torrealba es, sin duda alguna, nuestro último poeta criollista, quien al describir en sus versos todo un mundo arquetipal, se convierte en el “tlaquetzqui” del mundo prehispánico náhuatl, que según ellos; “ES AQUEL QUE AL HABLAR HACE PONERSE DE PIE A LAS COSAS”.

En sus poemas cobra vida la llanura con todo lo que cabe en su inmensidad; sus juegos metafóricos enraizados en la diversidad vegetal de la sabana, la particularidad de su fauna, el vuelo de las aves, el sonido del viento, el llanero, sus costumbres y la magia veloz del contrapunteo. El poeta aproxima y cultiva la glosa de donde se enriquece y alimenta la mente y la voz de los improvisadores llaneros.

Reinaldo Chaviel. Profesor de Literatura Lic. Comunicación Social

Ese vuelo certero y rápido del cantor es el que recoge el poeta cuando trabaja y decanta una tradición del pueblo que no tiene dolientes, ni importancia en el mundo “ culto “ y “académico “, por tanto, sin representantes en dicho ámbito, él le va a inyectar un vigoroso y novedoso impulso que la realza. De esta manera, Alberto Arvelo Torrealba cumple con la premisa del criollismo, que es la búsqueda de lo propio para llegar a lo universal y la alcanza a través del folklore tradicional, apoyado en la conjunción de tres elementos: el tema popular, las formas métricas y estróficas

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CENTROS DE CREACIÓN LITERARIA (CASA CHÍO) Rossana Dìaz COMPÁS

POEMA DE OLIMPA BRACHO

Me pierdo en la nada de tus manos Esa vieja prisionera de mis cadencias Enciendo la calle de los deseos quietos Para arrancar tu nombre de voces y caracoles Mientras el cielo de estrellas quebrados Aguarda el monumento o la bola del estiércol Que se consume el amanecer de un beso Me pierdo Giro en la sin razón Esculpidos huesos me delatan Salto a la locura Encuentro el verbo en el bolsillo roto del mendigo Que entonces bordaba los sueños Asalto la locura Robo mil metáforas en el delirar del tiempo Melodía Ajusticio el silencio Soledad Me pierdo La memoria palpita a lo lejos con la piel de los años Cuando doblan las campanas y te busco.

¿A DÓNDE VAN LOS PÁJAROS? Apuré la última gota de tu licor ardiente me sumergí en tu enigma con el alma mojada de imágenes de cuerpos estampados en el mar Y esa epopeya silenciosa que colmó mis noches de jornadas insomnes Tú el beso fundido en el olvido como todos los recuerdos pájaros posados fantasmas de otro tiempo Tú desterrado de Luz en el lienzo como si vivieras danzando en el espacio que separa las quimeras Tu cuerpo desnudo invadido de acuarelas como escribiendo deseos en el viento Más allá de la ausencia ¿Quién te habita? Cada noche te reconstruí a golpe de memoria y trozos de nostalgia tu licor el beso el olor de tus ganas… Salgo a la noche gris con mi cuerpo de paja espantando recuerdos Un día anclaré en el olvido como si durmiera y se posarán pájaros en mis hombros volviendo a ser de nuevo mis propios fantasmas…

CECILIO GONZÁLEZ EL BOSQUE DE LAS MADRUGADAS La rutina se multiplica Puntual, Obediente, Mantiene cielos impregnados De poemas escondidos En agua… El silencio en mis dedos muere, Provoca lluvias en la tormenta, Calcina hábitos prestados, Condena el llanto a ser perseguido Mientras se desgasta en vendavales nocturnos Circuito sin sed… Respiro el paisaje de jardines inventados, Me detengo… Frío… Inmune… Así termino, Así despierto, En el canto del sol cuando despide la noche.

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En rededor de poética LEONARDO AZPARREN GIMÉNEZ La traducción más aceptada del perí que acompaña al poiêtikês es en rededor de, y de la otra palabrita, poética. El asunto es qué entender por la última. Como otras parecidas, deriva del verbo poiein, hacer. Para algunos es "arte poética" concebida activamente. Valentín García Yebra, el mejor traductor de Aristóteles concluye que poética "tiene básicamente sentido activo: `arte de la composición poética'", sin excluir otro: "estudio de los resultados de dicho arte". Arte, en griego, es téjne, de donde viene técnica y, por extensión muy flexible, el ars latino. Lo anterior viene a cuento para decir que la obra de Aristóteles no es una disquisición filosófica con términos inquietantes como catarsis, sino, simplemente, un libro en el que expone lo que, a su entender, es la estructura de la tragedia como género poético; hoy en día nos referimos a la obra de teatro. Dos ideas rigen su teoría. La principal, su inequívoca preferencia por las obras de Sófocles, tanto así que, a partir del modelo de tragedia por él desarrollado, propone su teoría general con el consiguiente perjuicio para los demás. Esquilo preparó el terreno; Eurípides desdibujó lo alcanzado. Para hablar de la técnica de escritura, Aristóteles define, primero, su objeto de estudio para establecer diferencias específicas con otras técnicas poéticas, la epopeya en primer lugar. Es claro cuando habla de la mímesis. Primero dice que es una acción esforzada y casi enseguida redondea: no imita anthrópos sino acción (práxis) y vida (bíos); de manera que atribuirle un realismo copión de la realidad es un error. Tan no es Aristóteles partidario del realismo copión de la realidad, que esto último parece asignárselo al historiador, cuando lo diferencia delpoietés: "uno dice lo que ha sucedido y el otro lo que podría suceder". Una obra de teatro es imaginación, no realidad. Entonces, lo importante es conocer el esqueleto de la obra de teatro para saber cómo funciona. Y en ese esqueleto hay un principio racional que le da armonía y coherencia, la systasys, la exposición ordenada de los hechos. Como la sintaxis en cualquier lengua, sin ella no hay unidad inteligible de la acción de hechos y vidas. Para que funcionen y causen efecto esos hechos, la systasys tiene que ver con los componentes cuantitativos y cualitativos de una obra de teatro. Unos, sobre las partes que lo componen; otros sobre las partes que le dan calidad comunicativa. Asunto de pura técnica, nada de elucubraciones ni exquisiteces intelectuales y filosóficas. Por eso, Aristóteles no le presta atención a los argumentos de las obras, ni a su significación política, religiosa y moral; por cierto, aspectos por los que en la posteridad han sido considerados los trágicos clásicos. Cuestión de eficacia, Aristóteles se interesa por el buen empleo de los recursos que garanticen una adecuada comunicación y una recepción eficaz. Que "no haya nada irracional en los hechos" contenidos en el texto; es decir, en el discurso representado. Y si los hay, que sea fuera del texto y 37

cita el Edipo Tirano de su autor preferido. Una consecuencia importante e indispensable es lograr la verosimilitud; habida cuenta, añadimos, que el texto habla de lo que podría suceder. Y aceptamos la pelea entre Afrodita y Ártemis en Hipólito como aceptamos a Blanca Nieves, sus enanitos y su maléfica madrastra. Si tanta téjne es necesaria sus razones son inequívocas. El texto dramático no era una diversión para pasar el rato. El ciudadano (politikós) era convocado a participar de una experiencia directamente pertinente para su vida en la ciudad (pólis). Y esa experiencia comprometía porque no era posible ser indiferente ante los hechos que sucedían en la escena. Ahora bien, esa no indiferencia no se daba de manera espontánea. Era provocada, digamos premeditadamente, por la manera como eran empleados los elementos del esqueleto. Dos de ellos muy importantes, la muy manoseada kátharsis, digamos purgación, y la poca consideradanagnórisis, agnición o reconocimiento, que están al servicio de los propósitos (teatrales e ideológicos) y a las estrategias discursivas para lograrlos. Si la primera debía ser el gran efecto aleccionador, la otra era condición sin la cual no podía alcanzarse tal resultado. Por ser un asunto de técnica dramática, Aristóteles llegó a decir algo que hoy es considerado un exabrupto, que la fuerza del texto dramático existe sin representación ni actores. Y tenía razón, por cuanto su teoría era sobre el lenguaje dramático, el discurso (lógos) cuya eficacia dependía de la coherencia necesaria entre sus componentes. La systasys. Por ejemplo, sin reconocimiento no puede haber un desenlace lógico al conflicto. Es necesaria la chispa que se produce cuando uno o dos personajes se reconocen en lo que son. En consecuencia, primero se da la nagnórisis, como ocurre entre Electra y Orestes, seguida de la acción producto de ella y, por último, la kátharsis. La primera hace que los personajes pasen de la ignorancia (del otro y/o de lo que sucede) al conocimiento, indispensable para que la peripecia siga su curso. Como hablamos de teatro y el espectador es convocado para participar de una experiencia política, la no indiferencia ante lo que sucede se da por el impacto que produce conocer algo y a alguien. A Aristóteles no se le ocurrió mejor palabra que una de la medicina, purgación. Y no se le ocurrió por inspiración. Fiel devoto de Sófocles, quedó impresionado de la agnición que experimenta Odiseo cuando ve a Ajax víctima de una sanción de Atenea, enloquecido y sin sentido de la realidad por soberbio. Odiseo sintió piedad por su desgracia y, en consecuencia, pensó de inmediato en él, tuvo temor. Tomó conciencia de sí después de un reconocimiento (nagnórisis) que le produjo una purgación (kátharsis) que lo llevó a pensar en sí. Había sido espectador de la sanción impuesta por la diosa en castigo a su soberbia, la de Ajax. Libro de técnica dramática, sin eufemismos ni filosofismos, del primer crítico teatral de la historia.


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VARGAS LLOSA

LITERATURA Y POLÍTICA Desde que se publicaron los primeros textos literarios y a través de todo el tiempo transcurrido hasta nuestros días, la literatura y la política han desarrollado vasos comunicantes, algunas veces directos, aunque la mayor parte han estado relacionados de una manera sugerida. Incluso algunos regímenes han tratado de utilizar la literatura como instrumento para fines ideológicos, frente a lo cual se han rebelado los más auténticos y trascendentes creadores del arte literario, sin dejar de escribir sobre política, pero colocando cada actividad en el lugar que le corresponde. El Premio Nobel de Literatura 2010 otorgado a Mario Vargas Llosa ha llenado regocijo no sólo al autor de La Ciudad y los Perros, La Casa Verde, La Guerra del Fin del Mundo y La Fiesta del Chivo, entre decenas de novelas, cuentos, ensayos, obras de teatro y una excepcional labor periodística, sino también a sus lectores en el mundo de la literatura y en particular a los amantes y luchadores por la libertad y la democracia. El autor lo merecía y seguramente lo esperaba desde hace algunos años, por la titánica y sólida labor literaria traducida a diferentes idiomas, reconocida por críticos y disfrutada por millones de lectores en el mundo. Exitoso en su país desde sus primeras publicaciones, fue proyectado a Latinoamérica y al universo de las letras al ganar el Premio de Novela Rómulo Gallegos en 1967 cuando apenas frisaba los 30 años de edad. Defensor de la Revolución Cubana y de todos los movimientos políticos que anunciaban un cambio social y un progreso económico para bien de los pueblos subdesarrollados, rompió con Fidel Castro cuando trató de imponer el realismo socialista, detuvieron al poeta Padilla y lo obligaron a confesar en público que su obra merecía la censura de la revolución porque no defendía al régimen existente. Desde esos tiempos Vargas Llosa se convirtió en un crítico de todas las dictaduras políticas, de izquierda o de derecha, que en nombre del futuro de los oprimidos cercenan las libertades públicas. Pero ha sido su obra literaria la que lo ha revestido de prestigio y de gloria en diversas latitudes hasta donde han llegado sus magistrales novelas y ensayos. Declarado en diversas ocasiones partidario del realismo literario, ha creado una nueva realidad que si bien refleja algunos aspectos del mundo real objeto de su observación directa o documentada, le ha permitido ganarse el respeto y la admiración de quienes privilegian la estética, la recreación de la realidad del entorno humano y la invención de una obra de ficción extraordinaria. Según su propia visión de la literatura, su obra es una gran mentira que transmite los efectos de las más grandes verdades de la sociedad contemporánea, el rostro oculto de la realidad que percibimos, que sólo la novela puede decir y

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transferir a los lectores, y el novelista puede auscultar con su imaginación. Otras verdades y en algunas oportunidades las mismas que encierran sus ficciones y mentiras literarias, las ha expresado directamente a través de su labor periodística, con tanta vehemencia y pasión como la que transmiten sus grandes obras narrativas. Su labor literaria está perfectamente delimitada de la periodística, las une su prosa magistral, el estilo directo y sus geniales sugerencias. Finalmente, el Premio Nobel consagra a un escritor ya consagrado. La obra de Vargas Llosa, antes del Nobel, ya formaba parte de la literatura universal, ubicada en un contexto global había trascendido fronteras, convertida en una verdadera escuela para sus lectores y seguidores. Después del más resonante Premio, miles o millones han comenzado a releerlo, otro tanto, más difícil de cuantificar, tendrán la oportunidad de descubrir a uno de los más grandes escritores de nuestro tiempo. Juan de Boraure


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Juandemaro Querales

LA FECUNDIDAD DE LA TIERRA COMO TALISMAN EN LA NUEVA IDEOLOGIZACION Para el escritor Luis Saúl Vargas Delgado: “La Fuerza del Amor”. Salamandra Grupo Creativo. Tunja. 2013. El amor de gente sencilla integrada fundamentalmente por labriegos, arrieros y artesanos, de los pueblos de la Cordillera Colombiana, revisten de una gran importancia antropológica, tomando en consideración preceptos cristianos, mitos mágico-religiosos que influyen de manera directa en la socialización e integran los calendarios cósmicos, en grupos humanos basados en economías fisiocráticas. La novela se estructura en dos historias, en primer lugar la de Ceferino y Asunción, y en segundo término la de Anita “la costurera”. Los dos relatos transcurren simultáneamente, y cuyo denominador común va a ser la adoración de los santos, y en su pináculo se encuentra El Nazareno o Cristo redimido; símbolo de pureza y androginia, con esto deja a un lado la adoración Mariana, curioso detalle en una comunidad que solo la mortifica la fecundidad de la tierra que pisan. La fidelidad de Ceferino a su mujer Asunción, quien desdoblada da motivos para agregar historias sueltas, que solo se explican por una esquizofrenia en desarrollo, que explota para desear la muerte del Padrote-Varón dispensador de recursos materiales; instalados en los Modos Marxistas de Producción . Paradigma y eje del enmarañado discurso para visualizar el curso del Desarrollo Capitalista atrofiado en nuestra relación periferia-metrópoli. Es Lenin o Rosa de Luxemburgo las referencias obligadas, en nuestro mal aprendido Materialismo en nuestro paso por las aulas universitarias en los años románticos de la década de los años sesenta del siglo XX. La dupla Asunción-Anita “la costurera” nos permite obtener un Angulo de visión diferente, para explorar nuevas patologías mentales, como la Paranoia puesta en escena por estos guiñapos: una con tendencia a la Posesión a ultranza : Asunción-Anita “la costurera”; Penélope de la Sierra Colombiana, en cuyo Atelier le permite congelar el tiempo en puntadas y cortes por patrones sacadas de revistas extranjeras; para vestir los cuerpos apetecidos, anatomías de campesinas anheladas que irán de seguro al altar, al lecho conyugal, al sepulcro. Dialéctica trazada previamente por el Demiurgo Luis Saúl Vargas Delgado; quien ha extraído el momento transicional de la migración, propia de una sociedad nomada, acostumbrada a mudarse por las constantes Reformas y Conflictos armados que han protagonizado los amos políticos y económicos, en los pequeños feudalismos en que la modernidad se expresa, en ese archipiélago poblado por sombrerudos, alpargatudos o enruanados como los “compadres” en los Andes Venezolanos.

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Buena, la excusa del autor de Tipacoque: recrear viejos mitos griegos, para darnos unas coordenadas por donde comenzar a entender nuestras deformaciones, que nos han impedido completar nuestro ingreso como sociedad a la Modernidad en todos los órdenes. La historia polivalente vaciada en la famosa Trinidad cristiana, tiene en lo más alto de la estructura de sociedad cerrada del grupo humano: a un semental, sátiro benévolo, cuya cronología vital se malgasta en los fogones de hornos cavados en la tierra, para cocer los ladrillos. Toda la vida como deidad del Génesis , moldea en barro las rectángulas piedras, materiales que harán posible fabricar las cavidades de los alveolos de esas infernales colmenas.Recipiente-utero donde descansa la sociedad de artesanos y campesinos enfeudados, todos dominados por el puño de hierro de Clérigos y Latifundistas, para de esta manera vaciar el campo, generando las condiciones para que se repita hasta el cansancio, el fenómeno del desplazamiento forzado y la mitollogizacion del desarraigo. Con la violencia como escenario coránico, oprimen a aquellas masas, quienes son eternamente controladas, antes con ejércitos y ahora con los recursos que brinda la ideología orwelliana desde el espacio. Septiembre de 2014-09-04 Juandemaro Querales: Autor venezolano. Profesor UPTA “Federico Brito Figueroa”.


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Yo mismo autobiografía VLADIMIR MAIAKOVSKI

El Tema Yo soy poeta. Creo que en esto reside todo mi interés. Y en las cosas sobre las que escribo: el amor, las canciones, las calles, los rostros, las ciudades, los niños. Y, también, los paisajes del Cáucaso. Pero solo me pongo a escribir cuando todas esas cosas han ido haciendo subir en mi interior el nivel de las palabras. La Memoria Burliuk decía: la memoria de Mayakovski es como el camino de Poltava, todo el mundo se deja un zueco en él. Pero la verdad es que nunca recuerdo los rostros ni las fechas. Lo único que recuerdo es que los Dorios emigraron a alguna parte el año 1100. Pero he olvidado los detalles de este asunto (que debió ser importante). En cambio, almacenar en la memoria cosas como «Ocurrido el 2 de mayo en Pavlovsk», es algo indiscutiblemente mediocre. Por eso me gusta tanto flotar libremente en mi cronología. Lo Principal Nací el 7 de julio de 1894 (o del 93): la opinión de mamá y el registro administrativo de mi padre no se ponen de acuerdo. En todo caso, estoy seguro de no haber nacido antes. ¿Dónde nací? En una aldea llamada Bagdadi en el departamento de Koutassi, Georgia. Miembros de la Familia Padre: Vladimir Constantinovitch (guarda forestal de Bagdadi), muerto en 1906. Mamá: Alexandra Alekseevna. Hermanas: a) Liuda, b) Olia. También tenía una tía, Aniuta. Al parecer, no existen más Mayakovski. Primer Recuerdo Conceptos pintorescos. Lugar desconocido. Invierno. Padre se ha suscrito a la revista Patria. Patria tiene un suplemento «humorístico» muy celebrado (esperábamos impacientes su llegada). Padre se pasea y entona su habitual «Allons enfants de la par quatre». Acaba de llegar Patria. No he terminado de abrirla cuando me pongo a gritar (al ver un dibujo): «Qué gracioso. ¡Un señor y una señora que se están abrazando!». Se rieron mucho. Pero después cuando llegó el suplementó (y el verdadero momento de reírse), comprendí que era de mí de quien se habían reído antes. Así fue como aparecieron nuestras divergencias a propósito de los dibujos y el humor. Segundo Recuerdo Conceptos poéticos. Verano. Muchos invitados. Un estudiante muy alto y muy guapo –B. P. Gluchkovski–. Dibuja. Un hermoso cuaderno con tapas de cuero. Papel brillante. En el papel un hombre muy alto, sin pantalones (o quizás es que los lleva muy ceñidos) y delante de un espejo. El hombre se llama «Eugenioneguine». Boria era alto y el hombre dibujado también. No había duda: 40

«Eugenioneguine» era Boria. Lo seguí creyendo durante tres años. Tercer Recuerdo Conceptos prácticos. De noche. Papá y mamá cuchichean sin parar al otro lado del tabique. A propósito de un piano. No me puedo dormir en toda la noche: una frase se agitaba en mi cabeza. En cuanto nos levantamos se lo pregunto: «Papá, ¿qué significa «con temperamento»? La explicación me fascinó. Malas Costumbres Ve r a n o . D e m a s i a d o s i n v i t a d o s . A c u m u l a c i ó n d e cumpleaños. Papá está orgulloso de mi memoria (y cada vez que hay una fiesta tengo que aprenderme varios poemas). Para el cumpleaños de papá tuve que recitar: Un día, ante una multitud. de montañas congéneres... Estaba harto de los congéneres y de las «rocas». No sabía lo que eran, y nunca en la vida tuve ocasión de tropezarme con ellos. Más tarde supe que esto era lo «poético» y empecé a detestarlo. Las raíces del Romanticismo La primera casa que recuerdo claramente, era de pisos. El primero es el nuestro. En el bajo, un pequeño establecimiento de vinos. Una vez al año, arbas de uva. La pisan. Yo la como. Ellos la beben. Estamos en una antiquísima fortaleza georgiana, cerca de Bagdadi. La fortaleza está dentro del rectángulo de una muralla. En cada ángulo, montículos ascendentes de tierra batida, para los cañones. Al otro lado de las murallas –llenas de troneras, para las ballestas– están los fosos. Y después de los fosos, los bosques y los chacales, las montañas, emergiendo de los bosques. Había crecido. Y quería escalar la más alta. Hacia el norte, las montañas iban en disminución y luego desaparecían. Pensaba: esto es Rusia. Y me sentía increíblemente atraído hacia ella. Lo Extraordinario Unos siete años. Padre me llevaba con él cuando hacía la ronda, a caballo, por el distrito forestal. Un puerto. De noche. Nos envuelve la niebla. Hasta padre es invisible. Avanzamos por un sendero estrechísimo. Padre engancha con su manga una rama de escaramujo. En un abrir y cerrar de ojos, la rama cae sobre mí y las espinas se me clavan en los mejillas. Me quejo en voz baja, mientras me arranco los pinchos. Niebla y dolor desaparecen al mismo tiempo. Cuando las madejas de niebla se desvanecen hace su aparición, bajo nuestros pies, un resplandor más intenso que el del cielo: la electricidad. Es la fábrica de duelas para toneles del príncipe Nakachidzé. Después de la electricidad, la naturaleza perdió interés para mí. Era demasiado imperfecta. El Aprendizaje Mis maestros fueron mamá y diversas primas hermanas de


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todo tipo. La aritmética me parecía algo inverosímil. Por ejemplo, cuando se repartían manzanas y peras entre los chicos, había que contarlas. A mí nunca me las habían contado (hay tanta fruta en el Cáucaso). El ABC, en cambio, me pareció muy agradable. Primer Libro Se titulaba La granjera Ágata. Si en aquella época hubieran caído en mis manos muchos libros como aquél, habría abandonado definitivamente la lectura. Por suerte, el segundo fue Don Quijote. ¡Eso sí que era un libro! Me construí una espada y una armadura de madera y me puse a atravesar de parte a parte todo lo que me rodeaba. Fragmento de “Yo Mismo. Cómo hacer versos”. Alberto Corazón Editor. España, 1971.


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VÍCTOR HUGO D'PAOLA

Viaje al final Desde hace unos años se menciona a Corman Mc Carthy entrelos posibles ganadores del Premio Nobel de Literatura. Este año lo obtuvo Patrick Mediano, de quien conocemos algunas de sus obras, entre otras las tres breves novelas que conforman LaTrilogía de la Ocupación. En verdad la mejor literatura que seescribe actualmente es en los Estados Unidos. Desde hace años son favoritos al Nobel Philip Roth, Saul Bellow, Don De Lillo, Joyce Carol Oates y Corman Mc Carthy. De este último recuerdo su Todos Los Hermosos Caballos, así como también No Es País Para Viejos, que fue llevada al cine en una excelente película por los hermanos Cohen, teniendo deprotagonista a Javier Bardem. Ahora cae en nuestras manos unanovela magistral, La Carretera, tal vez una de las mejores novelasde nuestros tiempos. No he conseguido en las librerías caraqueñas otros libros de McCarthy. Algunos libreros no lo conocen, y otros tuvieron algunosejemplares de La Carretera. La crítica norteamericana considera a este escritor como miembro del "realismo sucio", junto a CharlesBukovsky, con el submundo marginal de Los

Ángeles; de Raymond Carver, un cuentista heredero de lo mejor de Edgar Allan Poe, y de Richard Ford. De este último nos ha sido imposible conseguir en Caracas su última gran novela llamada Canada. Leer La Carretera es entrar en un mundo espantoso, aunque es futurismo no es la ciencia ficción poética de Ray Bradbury, es el camino aterrador hacia la muerte. Un padre con su hijo, en un viaje sin fin, en un mundopatético donde el hombre es el perseguidor del hombre. No hayespacio para la amistad, lo que hay es hambre y lossobrevivientes de una confrontación nuclear se devoran los unos a los otros. La novela nos anuncia un porvenir terrible, va más allá del "realismo sucio", viene de William Faulkner y más allá de Dostovieski, en Los Endemoniados por ejemplo. Este mundo de ficción de Corman Mc Carthy nos recuerda la Venezuela que vivimos. Escasez, falta de productos básicos, violencia desatada, bandas armadas para ser usadas políticamente por el gobierno amenazador de la paz y la libertad ciudadana. Seguiremosleyendo, cuando lo consigamos, a Corman Mc Carthy.

LÁGRIMAS EN LA PROCESIÓN Jorge Euclides Ramírez Francisca y Luciana Cordero Chirinos son hermanas. Nacieron en Aguada Grande, una en 1931 y la otra en 1933. Su padre José Consagrado Cordero fue criador de chivos y su madre Perseverancia Chirinos era ama de casa y legendaria artesana de panes dulces. Las hermanas Cordero Chirinos crecieron como morochas, p´arriba y p´abajo siempre juntas, no tuvieron más hermanos y por ello la vida las hizo también cómplices y confidentes la una de la otra. Estudiaron juntas hasta el tercer grado y de allí pasaron, apenas arrancando la pubertad, a la leña del horno y al corral de chivos donde a veces el cují se convertía en atalaya para mirar los novios que siempre pasaban de largo por la carretera de yises quejumbrosos. Buenasmozas, oficiosas y con esa inocencia rural que convierte en quijotes enamorados a cualquier citadino de ande y peaje de hostales campesinos, Francisca y Luciana mucho antes de los veinte años se casaron de velo y corona teniendo como única dote una fiesta de bodas donde abundó el pan dulce, el queso de cabra, el hervido de gallina y el cocuy especial traído de Sicua por don Amenodoro Caripà. Francisca, la mayor, contrajo matrimonio con el maestro 42

Lorenzo Salazar y como a los dos años del emparejamiento y con el hijo mayor apenas de meses de nacido, se mudó a Caracas donde procreó seis hijos más para totalizar siete, quienes les han dado catorce nietos y tres bisnietos. Por su parte Luciana se casó con Pausides Mendoza, médico veterinario, quien de una vez se la llevó a Maracaibo donde tuvieron cinco hijos, quienes para no quedarse atrás le han adornado la vejez con doce nietos y cuatro bisnietos. Se pusieron canosas Francisca y Luciana, adentro de sus casas escribieron una bella historia de amor y compromiso familiar, Francisca pasó a llamarse Mamachica y Luciana Abuelù, nombres cariñosos que se hicieron emblema de orgullo parental entre quienes le rendían culto a su origen campesino mediante visitas frecuentes entre Caracas y Maracaibo. Lograron graduarse de profesiones universitarias casi todos las hijas y los hijos de Mamachica y Abuelù, los de Caracas vocacionados a la educación como su padre y los de Maracaibo en áreas de la industria petrolera. Pero en una de tantas reuniones surgió un desencuentro dramático que casi terminó a puñetazos. José Gabriel, hijo de Mamachica y fogoso líder de izquierda desde sus años de


Revis ta Cultural La separación se hizo costumbre en la vida de ambas familias pero Mamachica y Abuelù enfermaron y los médicos no daban con el diagnóstico, dijeron que ya no tenían fuerzas en las piernas y se alejaron de la cocina, manifestaron que tenían ardores en el estomago y casi ni comían, dieron fe que sus ojos se opacaban, enfermas de lo mismo y sin ponerse de acuerdo a 900 kilometros de distancia. Mamachica y Abuelù se instalaron en sillas de ruedas con achaques que ningún médico podía medir con sus modernos aparatos. Ambas familias y sin ponerse de acuerdo decidieron pedirle sanación de sus abuelas a la Divina Pastora. Sin ponerse de acuerdo la esperaron en el mismo sitio, cerca de que su prima Mercedes. Estaban a unos veinte metros unos de otros, cada familia con su abuela en sillas de ruedas, sin mirarse, sin ningún gesto que indicara intención de aproximarse. De pronto pasó la imagen de la Virgen y todo fue un corri corri, por más esfuerzos que pusieron hijos y nietos Mamachica y Abuelù fueron tragadas por la muchedumbre, dentro del rebulicio tuvieron que hablarse y unieron gritos para llamar a las desaparecidas. Pasada media hora de búsqueda infructuosa, todos unidos en la misma tarea, con la misma angustia y el renacido cariño de años antes, los hijos y nietos de Mamachica y Abuelù las encontraron paraditas en una esquina, con las piernas firmes, riendo y comiendo, con ojos de águila mirando el andar de la Divina Pastora. Las rodearon en silencio y entendieron plenamente. Se abrazaron y lloraron como niños. La Virgen había curado a Mamachica y Abuelù, la Virgen les había curado a ellos del odio. La Virgen les había hecho un milagro, el milagro del perdón. Y esto pasó en la visita número 155 de La Divina Pastora, como uno de los miles de milagros invisibles que suceden todos los años.

estudiante, ahora profesor del Pedagógico con varias maestrías, con talante de Marat, el amigo del pueblo, quería imponer su criterio político a todos los concitados al evento fraternal. Con verbo y enjundia intentaba explicar las bondades de una revolución comprometida con el destino de los más pobres, “Al fin decía, se le está haciendo justicia a nuestros abuelos José Consagrado y Perseverancia. Al fin las promesas sobre igualdad se están concretando. Al fin hemos rescatado nuestras raíces y nos hemos quitado el coloniaje cultural norteamericano según el cual lo único que sirve es lo de ellos, la educación, la medicina, los corotos y hasta la gente….” Airado Alcides José, hijo de Abuelù, ingeniero petrolero con posgrado en Berkeley, le contestó:” Eso es pura paja primo, aquí en Venezuela casi todos venimos del campo y todos hemos tenido oportunidades de echar palante. Tú te graduaste de profesor sin pagar un bolívar, haz hecho varios posgrados sin pagar un bolívar y cuando lo hiciste no había esto que llaman revolución, yo me gradué en la LUZ sin pagar nada y me fui a una buena universidad con una beca del gobierno y tú bien sabes que nunca he sido político. El premio que me dio tu presidente fue sacarme de Pdvsa y además……” Las voces subieron de tono, hijos y nietos de Mamachica hicieron bando en contra de los hijos y nietos de Abuelù. Las dos hermanas sacaron fuerzas de su asombro y lograron acabar de inmediato el pleito familiar. Todos a dormir. A primera hora de la madrugada, sin desayunar como era costumbre la tropa de Mamachica partió a Caracas, no hubo ni abrazos ni “nos vemos”. Cinco años pasaron y ni un telefonazo, ni un email, los nombres bloqueados en facebook, solamente el frío, frío debajo de un sol que derrite, frío como si el diablo soplara para apagar los hornos del pan dulce.

DE LA VENEZUELA VIRTUAL A LA REAL DE LUIS JOSÉ OROPEZA Alberto Castillo Vicci

Bajo el título “Venezuela: fábula de una riqueza. El valle sin amos” (artesano editores, 2014), el abogado, escritor y economista, Luis José Oropeza acaba de publicar un ensayo de alto rigor científico en cualquiera de las ciencias que aborda: economía, sociología, política y antropología. En un lenguaje elegante y erudito, el doctor Oropeza devela las fábulas y los mitos que han conformado una Venezuela virtual de creernos en algún sentido bendecidos por los dioses, con una descomunal riqueza que nos predestina a ser una potencia, que en el menor de los casos, sino mundial, al menos de nación líder entre nuestros pueblos hermanos de Latinoamérica. Una fantasía alimentada a través de cuatro siglos por colonizadores, autócratas, líderes políticos, escritores, académicos y pensadores a pesar de recurrentes desengaños, en que el actual para las generaciones 43

presentes es el más calamitoso. De una Venezuela virtual donde se llevaría a cabo la sociedad utópica, como no pudo lograr la Unión Soviética en 75 años de intento fallido, a una Venezuela real empobrecida, endeudada, dividida, sin instituciones y sin Estado de derecho; donde los parámetros de comparación nos señalan como las de mayor inflación y entre las de mayor inseguridad en el planeta. La Venezuela real es un país asfixiado en el caos. Propone el doctor Oropeza, encontrar en la fragua formativa de nuestro destino, con una orientación más veraz y constructiva, en sus propias palabras, menos ficticio, para no dejarse atraer por visiones alucinantes y conjeturas que nos alejan de nuestras posibilidades reales de construir una sociedad donde al fin sea posible convivir mejor en un mayor y compartido bienestar.


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¿De dónde viene nuestra atrevida sobre valorada autoponderación? La respuesta nos la van dando página tras páginas el autor de “Venezuela: fábula de una riqueza”. Comienzan nuestras fantasía virtuales y fábulas de paraíso encontrado en el mito colombino, sigue con el Dorado de los conquistadores hasta el valle avileño de amos de una tierra nuestra que por embrujo, designios providenciales y por imperativos de su historia está predestinada a la opulencia eterna como ninguna otra en el tercero de los mundos. Alimentada con fines de subyugación por el cinismo políticos de los tantos caudillos que han ofrecido un patronazgo redentor, como lo plantea el autor, contra todo riesgo o desventura nacional. Particularmente, el que actualmente por herencia nos agobia, de la realidades de las glorias del pasado por la lucha independistas suramericana, en que jugamos un papel de preeminencia, al virtual mito de que tenemos asegurados o hasta nos deben un papel distinguido en la primera fila de los acontecimientos del continente, por herencia si se quiere. Pero, la realidad es terca, como lo

devela la obra del doctor Oropeza: nunca fuimos ricos, pero tampoco lo llegamos a saber conscientemente. “Venezuela: una fábula de riqueza” no es una crítica plañida al venezolano ni al Estado como ente de sostén republicano, sino al Estado que los venezolanos nos hemos dado con el autoengaño de un bienestar sin fundamentos firmes. La prosperidad, para que sea permanente, debemos sustentarla en el ascenso de la gente en los peldaños culturales de la sociedad y en su aptitud para asimilar los conocimientos y tecnologías más actuales y provechosas. Con esto en miras, el autor va tumbando mitos: el de los grandes cacaos; del cesarismo democrático; de la autocracia pletórica; de los amos del valle de Caracas; de la siembra del petróleo; de la concepción romántica del Estado; hasta los siglos XX y XXI, incluyendo el fenómeno del beisbol. Para desprendernos de las creencias residuales falsas que nos quedan, y crear riquezas fraguadas en los afanes del esfuerzo y el trabajo, como es la Venezuela realmente posible que debemos construir.

Educar es sembrar otra vez Leandro Area

Educar es sembrar otra vez, acunar la golosa semilla, alimentar su sed de árbol dilatado acompañando al enjambre nutriente que la abona o le ofrece su sombra protectora. Enseñar es saber esperar, creer, ayudar, desbrozar; es derramar otra vez y hasta el cansancio, la convicción madura de que formar alberga un horizonte desmedido y esquivo. Sembrar no es recoger, es distanciarnos libres para mirar emancipados nuestro esfuerzo. Educar requiere de la convicción de sabernos íngrimos, pasajeros en tránsito. Enseñar es repartir desde adentro y de allí para todos, que es casi como decir ninguno, ya que no hay ni posesión ni hacienda en lo entregado. Recoger es no sólo después, es más allá, es volver a empezar y observar ese fruto vedado será esparcir en la conciencia que se puede partir y compartir. Nada se pierde todo se disimula. Multiplicar es después de sumar, aunque sembrar sea sumar multiplicando. “Sueño que siembro”, debería ser la ambición que acompaña el camino del vivir, que es el dejar a veces apartándose. Cada paso que doy es una entrega aunque no se distinga, mi sombra es su vereda y mi fragmento está para soñar que pienso. Y si llego a sentir que “luego existo”, ya estaré dando gracias a los que tal vez sin saber me hicieron el que soy para que recogiera el bien regalado de su heredad tan próxima e incomprendida. Y puede que los que transitan por el mismo camino de los que ya pasaron se reúnan en homenaje de los que no sabemos aún, que somos todos. O insistimos o erramos. 44

Educar será siempre un corazón errante y saber que ese fruto logrado no es propio y sí efímero, y se irá sin sentir que fue sembrado por tu siembra como tú lo olvidaste en su momento y ahora por fin tal vez comprendes, es florecer. Porque sentir amor o filo de rechazo sólo se puede apreciar después de muchas talas y de quemas que diste o que te dieron. A veces aprender a sentir no es tarea fácil, requiere de tanto fruto recogido que se pudrió a la vera sin poder entregarse a su reconocimiento de luz ensimismada. Que eres al ser tragado no es fácil de digerir y cuando vienes a darte cuenta eres, en sorprendida perplejidad, abono transportado por ángel disfrazado de pájaro. Ser es caminar descalzo sobre seco que necesita de húmedo para dar de vivir. Tú eres el puente sobre el que tendrán que andar tantos viajeros que no recordarán su travesía ni la tuya mientras cubrían su intemperie sin brújula en las rendijas de tu conciencia vaga y de su viaje presuroso hacia quién sabe dónde. Eres al fin y al cabo la semilla que abonará el terreno que tienes a tus pies y a lo mejor florezcas en tiempo que pasó o en el futuro, ya que educar no es un límite sino una aventura del espíritu. Y mientras más me resumo en la semilla, más me dispongo al ayuno, más me despacho satisfecho de origen. A lo que vine y aún no sé completo es que no tengo sino el sol que se avecina, el cielo que me cubre y la tierra que se abre y se cierra contigo de testigo.


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