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Segunda parte

Segunda parte

1916

A continuación, echando mano en primer lugar de un fragmento del libro Combatimos la Tiranía, Conversaciones con Enrique Flores Magón de la página 277 a 280 de la edición de 1960 que escribió Samuel Kaplan y en segundo lugar fragmentos del periódico Regeneración que fue el órgano oficial del plm y que pertenece al archivo de la Casa del Hijo del Ahuizote, me dispongo a presentar algunos aspectos de la segunda huelga del sme en 1916.

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Al estallar la Huelga General de 1916, Ernesto Velasco y camaradas, creían que el gobierno federal

A mi hermano en lucha e ideales Andrés A. Sánchez, rúbrica Enrique Flores Magón Melchor Ocampo (Mex.) diciembre 14/19(24)

los iba a apoyar, cosa que estaba muy lejos de la realidad. Al contrario, Venustiano Carranza amenazó con dar ley fuga a los huelguistas como lo relata Samuel Kaplan:

No había que pensar en apoyar a Carranza después de que este llegó a presidente, sabiendo que no era amigo del pueblo. Barrera trabajo contra él. Como Madero, Carranza nos cortejo. Envió a la madre Jones a convencernos de que nos sería grandemente ventajoso hacernos aliados suyos. Por mediación de ella nos ofreció puestos importantes en su gobierno. —Enrique y yo tenemos un gran aprecio por usted —dijo Ricardo a la Madre Jones—. Pero se engañó usted misma al aceptar esta misión. Carranza no es hombre de integridad. Ha cometido usted un error capital, Madre Jones, creyendo que lo es. —La causa que usted apoya, Madre Jones, no es digna de sus generosos instintos —agregué yo.

Nosotros desconfiamos de Carranza. Los trabajadores de la ciudad y los campesinos lo odiaban. ¿Por qué? Citaré unos pocos incidentes de entre veintenas, para ilustrar el punto.

Uno de los muchos voceros que reflejaban sus discursos era Gerardo Murillo, “Doctor Atl”. En

Atalaya, el periódico que dirigía vehemente, se proclamaba Atl a sí mismo el amigo de los trabajadores.

Cuando el Sindicato (Mexicano) de Electricistas se declaró en huelga en la ciudad de México, instruyó Carranza a sus serviles a que llevaran los líderes ante él. Felices al pensar que el primer jefe actuaría como árbitro, los once miembros del comité de huelga siguieron ansiosos al Dr. Atl al Palacio Nacional.

Carranza flanqueado por los generales Álvaro Obregón y Benjamín G. Hill, se quedó viendo a los del comité con indignación. Ante el inesperado recibimiento, lo miraron asombrados. —¿Por qué declararon la huelga? —habló cortante, sacudiendo la mano hacia ellos—. ¡Son ustedes traidores al país! —con furia creciente les gritó: Yo no mancharía un machete pegando a ustedes con él. Deberían ser sacados a patadas de mi presencia. ¡Ahora yo les ordeno decir en su sindicato que vuelvan al trabajo!

El comité de huelga se le quedó viendo en estupefacto silencio. Entonces Ernesto Velasco, el líder del sindicato, dijo: —Su Excelencia, permítame hacerle un relato de las causas que finalmente nos forzaron a la huelga. —Han paralizado ustedes el servicio de la fuerza eléctrica de la ciudad —rugió Carranza—. Un acto

Junio 5 de 1936, rúbrica Ricardo Flores Magón, dedico este retrato de mi finado hermano Ricardo a nuestro antiguo camarada Andrés A. Sánchez con todo el cariño de su hermano (rúbrica fuera de foco) Enrique Flores Magón

impúdico e imperdonable, contra el interés público. No lo permitiré. —Acercó su poblada barba hasta la cara de Velasco y silbó:— ¿Entienden? ¡No lo permitiré!

Velasco levantó las manos suplicantes. —Su Excelencia, todo lo que pedimos a la compañía es que nos dé un trato humano. —¡Basta! —les apuntó Carranza con su índice—. Ordeno a ustedes levantar la huelga.

Sus ojos flameaban con desafío. Se volvió Velasco a sus compañeros. Estos contestaron a su silenciosa pregunta moviendo amargamente las cabezas. Mirando de frente a Carranza, le dijo Velasco: —Lo siento, su Excelencia, que debamos rehusar.

Girando sobre sus talones, Carranza dijo con voz ahogada a uno de sus oficiales: —¡Apliquen a estos hombres, a estos traidores, la ley de 1862! ¡Era la pena de muerte!

En este momento, ordenó el general Hill a las mujeres miembros del comité, que se fueran. Como una sola gritaron: —¡No nos iremos! Queremos el mismo trato que den a nuestros camaradas. —Muy bien —gruño Carranza—, arréstenlas. También son culpables.

Viendo que se llevaban al comité rumbo a la cárcel, el Dr. Atl empezó a sentirse de lo más incómodo. ¿Qué explicación satisfactoria podía dar a las clases trabajadoras de lo que había ocurrido? Él era quien había presentado el comité de huelga al primer jefe. Lo llamarían traidor. ¡Perdería su influencia sobre ellos! —Su Excelencia —dijo a Carranza—, con el respeto debido, permítame decirle que ha cometido usted una injusticia contra estos hombres.

Carranza se le quedó viendo fijamente. —¿Qué diablos quiere usted decir con eso? Atl inclinó la cabeza frente a la tormenta. —Su Excelencia, ellos vinieron a ver a usted por su invitación. Debe usted ordenar que a mí también me lleven a la cárcel.

El jefe estalló en risa. —Muy bien—. Y para diversión de los generales Obregón y Hill, ordenó que detuvieran al Dr. Atl en una de las piezas del Palacio Nacional, por insubordinación.

Después, el dictador mandó tropas a ocupar las oficinas del Sindicato Mexicano de Electricistas. Ordenó que se patrullara la ciudad, con soldados en las esquinas. Que no se permitiera congregarse grupos mayores de tres personas. Que todos los sospechosos fueran arrestados. Que un fuerte

destacamento de soldados hiciera guardia en la planta generadora de Necaxa.

El primero de agosto de 1916, Carranza lanzó este pasmoso decreto: “Hay que fusilar a los huelguistas y a los simpatizantes que concurran a sus reuniones de protesta…”

Cuando la noticia de haberse pronunciado sentencia de muerte contra los once nos llegó a Edendale, abandonamos todo lo demás por el momento, para dar a esto nuestra atención. En cálida precipitación, enviamos telegramas a sindicatos en Estados Unidos, cables a otros sindicatos en todo el mundo urgiéndoles que protestaran.

La respuesta de ellos fue inmediata y explosiva. Fue tal la montaña de indignados telegramas y cablegramas que se amontonaron sobre el escritorio del dictador, que el peso de ellos quebrantó su resolución, y puso a los once en libertad.

Se tiene que decir que Ricardo Flores Magón, el plm y el órgano oficial de este que fue el periódico Regeneración reivindicaron al movimiento obrero con sus ideales libertarios al influir con sus textos en gran medida a formar clubes liberales como el de Cananea en Sonora y el gran Círculo de Obreros Libres en Veracruz (Rio Blanco) que

derivaron en las sangrientas huelgas, 1906 y 1907 respectivamente, Ricardo escribió varios artículos en defensa de la huelga del sme de 1916 y contra el gobierno, algunos de ellos fueron éstos (4ª época, número 245, 30 de septiembre de 1916):

Los arrestos. La jauría carrancista participó de la indignación de su amo. Compuesta de parásitos de todas las denominaciones: soldados, clérigos, polizontes, jueces, oficiales, jefes, ministros, diputados, senadores, cagatintas y cuanta polilla vive del sacrificio del trabajador, toda esa basura burocrática se sintió tan perjudicada por el paro general, como la misma burguesía y el propio Carranza. El paro o la huelga general de los esclavos perjudica a todos los que nada útil producen, a todos los que viven a expensas del trabajador. Así, pues, todos los parásitos se pusieron en contra de la huelga y contribuyeron a formar un ambiente favorable a la persecución de los obreros, y cuando el brutal decreto del 1° de agosto, que amplía el del 25 de enero de 1862, fue promulgado en bando solemne por las calles de la ciudad de México, todos los interesados en la perpetuación del sistema de explotación del hombre por el hombre aplaudieron y recibieron con muestras de júbilo la ley que castiga con la pena de muerte al

que tiene hambre; la ley salvaje que contesta a tiros las demandas de justicia; la negra ley que ahoga en torrentes de sangre los gemidos del niño, las súplicas del anciano y los sollozos de la mujer.

Mostrad a un tigre un cuadro de dolor, y tal vez veréis desprenderse una lágrima de sus ojos fosforescentes, plantad a un parásito en el centro de una escena de dolor, y su duro corazón no tendrá un latido de simpatía para el afligido ni en sus ojos se asomará el sentimiento convertido en llanto.

La jauría se puso a la caza del hombre, y uno a uno fueron cayendo en sus garras los obreros que más influyeron en el ánimo de sus hermanos de miseria para declarar la huelga.

No se respetó sexo ni edad: hombres, mujeres, ancianos, todos fueron encerrados, con el carácter de rigurosamente incomunicados en las celdas de la penitenciaría del Distrito Federal, los arrestados son: Ernesto Velasco, Luis Harris, Federico Rocha, Ausencia Vanegas, Cesar Pandelo, Alfredo Pérez, Ángela Inclán, Reynaldo Cervantes, Leonardo Hernández, Casimiro del Valle, María Esther Torres y Timoteo García, quienes tenían que comparecer ante un consejo de guerra el 10 de este mes, para responder por el delito de rebelión.

Junta Organizadora del plm. A muerte (30 de septiembre de 1916):

Después de una odiosa farsa de jurado, hecha en consejo de guerra en la ciudad de México, a los compañeros que fueron arrestados por medio del bárbaro decreto de Carranza, de agosto 1°, por haberse declarado en huelga en demanda de un pedazo más de pan que llevar a sus hijos, y por cuyo acto justo fueron acusados de rebelión, once de ellos fueron dados libres y el compañero Ernesto H. Velasco fue sentenciado a sufrir la pena de muerte. ¡Solamente Carranza es capaz de semejante salvajismo!

Velasco se encuentra en estos momentos en manos de la comandancia militar de México, en espera de que se cumpla la sentencia, mientras que en la casa de ese honrado productor que no cometió más delito que pedir en vez de tomar con las armas en las manos, como lo están haciendo nuestros hermanos del sur. Quizás hay una compañera que muere de tristeza y desesperación y unos hijos que agonizan de hambre…. Compañeros tanta injusticia no debe ser pasada por nosotros en silencio y en la inactividad. Ya que desgraciadamente estamos lejos y nuestros dedos no pueden apretar el cuello maldito

del monstruo que lo manda al cadalso, ayudemos a salvar a otros buenos compañeros como Juan Hernández García y Román Delgado.

Os invitamos a que firméis y consigáis que otros muchos firmen el siguiente cupón de protesta:

Venustiano Carranza: México D.F. República Mexicana

Por su prensa mercenaria nos informamos que en consejo de guerra extraordinario verificado en esa ciudad, nuestro compañero Ernesto H. Velasco ha sido sentenciado a muerte por pedir en huelga pacífica un mendrugo más de pan que llevar a su familia que muere de hambre por lo mucho que usted, parásito miserable, y demás explotadores, le habéis robado de su trabajo para vivir vosotros en el lujo y en la holganza.

Nosotros, en nombre de la honorable clase productora que representamos, reconociendo en usted a un canalla embaucador al que se le llenaron los hocicos gritando vivas a la revolución social, mientras que necesitó de nuestros sacrificios para encumbrarse al poder, ordenamos a usted, lacayo despreciable de los capitalistas yanquis, que dé inmediata libertad incondicional a nuestro hermano de clase, Ernesto H. Velasco, o de lo contrario,

de las barbas lo arrastraremos a que responda de su crimen.

Lugar y fecha Firmas. Regeneración, los Ángeles, Calif.

Ernesto H. Velasco, electricista miembro fundador del Sindicato Mexicano de Electricistas en diciembre de 1914; fue su primer secretario del interior, fue secretario general del Sindicato durante la huelga de 1915. En marzo de 1916 volvió a ocupar el cargo tras el arresto de Ángel Frutos. Fue uno de los principales organizadores de la huelga general que estalló en la ciudad de México el 31 de julio de 1916 en demanda del pago en oro de los salarios obreros, formó parte del comité de huelga, detenido el 1° de agosto luego de que Carranza decretara la ley marcial como respuesta al movimiento sometido a consejo de guerra, el 26 de agosto se le culpó del delito de rebelión y se le declaró reo de la pena de muerte. En abril de 1917, la pena le fue conmutada por una sentencia de 20 años de prisión, fue liberado el 18 de febrero de 1918 por gestiones del coronel Filiberto C. Villarreal. Tras la salida de la prisión lo recibió una multitud obrera compuesta por más de 10 mil personas.

Como se lee en los artículos de Regeneración anteriores, incluso el cupón de protesta, Ricardo Flores Magón se interesó vivamente en el derrotero de la lucha sindical de los trabajadores electricistas. Rechaza la intervención del gobierno en los asuntos sindicales. También denuncia las mediaciones espurias y los liderazgos falsos, contrarios al interés de los trabajadores, y como no debería de serlo con su ideología anarquista pura y su espíritu incorruptible, dicha ideología tenía como enemigo común a la Trilogía Sombría 3 personas distintas en una sola, esto es, el capital, clero y gobierno, si todo tipo de gobierno como el de México con sus poderes ejecutivo, legislativo y judicial.

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