Dedicatoria Para ese que fui, al que le hubiese encantado –por entonces- leer este libro, y a aquellas (personas)… las que juntaron pedazos de mí.
Palabras preliminares. Habrán observado que la dedicatoria de este libro sujeta un pronombre femenino. No es menor el detalle. Es que realmente fueron ellas (esas personas) quienes apiñaron mis fragmentos, porque cuando yo escribí este libro era eso: un montón de trozos diseminados por todos lados. Pedazos dispersos en una habitación de forma confusa, sin sentido, como los cartoncitos de un rompecabezas tirado en el piso… en un piso cualquiera. Pero, un puñado de letras ordenadas (también) nos puede cambiar la vida. Quisiera además, hacer una particular nota al lector. Esta es una historia. Es un libro sobre mi intimidad con el deporte. No es la desgrabación de un curso. A veces me pondré a contar una historia, una anécdota, o reviviré un recuerdo en primera persona. Hablaré como Nestor, pero también lo haré como un mero observador, como un curioso, o un mirón. Será como de esas charlas sobre banalidades, o cosas livianas al borde de una pileta o después del entrenamiento o en una sobremesa. Sé que persigo una pretensión desmedida: contar, historiar, desentrañar y transmitir una parte cardinal de mi vida. Sabrán disculparme por el atrevimiento. Como lector de estas líneas, no me gustaría que solo soñaras con correr algún día un maratón o un ironman, me gustaría que después de leer este prefacio te pusieras unas zapatillas y salieras a correr 1, 2 o 3 kilómetros, solo eso. Así empecé yo, a correr… y acabé corriendo lo que quise. Es increíble lo que puede hacer un simple hábito con el tiempo.