Correr.
“Si quiere ganar, corra cien metros. Si quiere experimentar la vida, corra maratones” Emil Zatopek.
Un destacado entrenador de fútbol sentenció que, correr es la expresión máxima de la voluntad. Nada más cierto. Si bien la técnica y la prerrogativa genética aportan y mucho, en el llano mundo de los mortales la máxima del director técnico es lo más acertado que escuché. Correr conlleva la belleza de lo simple, de lo primitivo. Tiene la mecánica de lo ancestral. Es solo un paso tras otro, nada más ni nada menos. Cuando uno corre es uno mismo contra todo y con todo. Uno corre en y para todo. Uno es el medio, el vehículo, la transcendencia. La cosa viene desde que éramos monos y por razones que aún se debaten, un día despegamos las manos como apoyo y nos desarrollamos bípedos. De allí, la evolución hizo el resto, fortaleció nuestras piernas y crecieron más proporcionales con respecto al torso. En unos miles de años nos transformamos en un hombre más esbelto y resistente con un centro de gravedad mas despegado del piso. La evolución también se encargó de proteinizarnos y darnos un cerebro más potente, una maquina indescifrable que como veremos en otro capítulo, será nuestro aliado, pero también nuestro más acérrimo enemigo. Sí, leyeron bien, nuestro principal competidor, nuestro rival directo. Correr es la base de cualquier actividad física. Vean que en todo deporte se recomienda el otrora footing. Es común ver pilotos de fórmula uno, trotar en el circuito días previos a la carrera, o boxeadores "transpirar" en el parque haciendo running. Correr es lo recomendable para dar el primer paso hacia una vida saludable, no solo física sino también psíquica. Correr es un camino. Es un camino que invita, que se lanza y se abre. Es el sendero. Correr salvó mi vida. 1
Correr es recorrer. Correr es ir, viajar, es el viaje; la meta es el viaje, la llegada no es la llegada porque no hay llegada. Eso es correr. Recuerdo cuando comencé a correr, al menos consuetudinariamente. Empecé aun cuando fumaba. Tenía 30 años y me había propuesto dejar mi vida de excesos, entre ellos, el del tabaco. Tomé las zapatillas que tenia herrumbradas que estaban lejos de ser especializadas, unos pantalones cortos de rugby y me dirigí a una plaza cuya vuelta tiene cuatrocientos metros enfrente a la facultad de Derecho. Es una placita que hoy esta modificada pero conserva su esencia de pista de iniciación. Está marcada cada cien metros por un grupo de running que se encarga de medir los espacios públicos, un servicio al que nunca les agradecí directamente. Retomando, el caso es que fui caminando desde mi casa, unas quince cuadras y al llegar, me alisté en la marca del cero. Tomé aire y arranqué motivado. Debo confesar que los primeros cien metros me explotó el corazón y no pude mantener la respiración. Ahogado y rebotando sentí que cada paso era un cimbronazo. Me detuve y anclándome en las rodillas agaché el torso. Jadeaba como un jabalí herido, la transpiración era picante, los capilares ardían. Sí, así me sentía. Recordé que en mi adolescencia siempre practiqué deportes aeróbicos y me maldije por el estado al que había arribado, pero no me amedrenté, repuse mis energías y completé los cuatrocientos metros caminando y recuperando el aire. Sentí que las fosas nasales se dilataban tratando de tomar la mayor cantidad de oxigeno. Como las ramas amplias de los paraísos que usaba para atrapar mariposas cuando niño. El cuerpo humano es una maquina envidiable. Los tendones de las piernas parecían calcificados y los músculos una piedra. No obstante me sentía bien anímicamente y creo que caminé sonriente de vuelta a casa. Al otro día volví a la misma hora. No sé porqué. Di pequeños sacudones a las piernas con ademanes propios de un fondista. Adoptar desde lo gestual rutinas de un profesional ayuda y mucho.
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Permítanme contarles que conocí ciclistas que miraban videos de importantes premios solo para reconocer la técnica en trepadas o sprints. Somos lo que hacemos repetidamente pero también lo que copiamos. Como les decía, a la misma hora y en el mismo lugar estaba yo, cual soldado espartano enfrentándome a la inalcanzable vuelta. Tres, dos, uno conté en silencio y salí decidido, esta vez sentí que humeaba el motor a los doscientos metros. Volví a maldecirme pero seguía trotando como un elefante. Cómo puede ser que yo, años atrás, daba varias vueltas a un campo de futbol. La boca se secó y las rodillas no las podía levantar. Pasada la mitad de la vuelta comencé a caminar. Me maldije nuevamente. Estaba excedido de peso, tal vez quince o veinte kilos según las tablas que aparecen pegadas en las balanzas de farmacias barriales, esas, las de color amarillento, las del perchero a un costado. Eso debe ser -me dije. A la misma hora del día siguiente estaba en la línea del cero. Otra vez. Había pensado en esa vuelta todo el día. Hacía calor. Estaba en cuero, esta vez tenía una postura más natural de runner de estación. Respiré hondo y salí especulando el paso. Fue duro. Me sentía duro. Esto pasa por no estirar -lo justifiqué. Había vencido la mitad del circuito, y exigido aun mantenía el paso. Curva. Metro trescientos. Me ilusioné. Solo cien, ya estoy -sonreí. Faltaba el arco de llegada y la cinta para completar la escena. Llegué mirando el cielo con una sonrisa de oreja a oreja. Llegué. Resonaba el tema musical de Rocky en mi cabeza. Exploté de júbilo. Y contemplé lo hecho como un general romano que acaba de tomar una ciudad sitiada. Lo logré -me dije. Lo logré. Fue así.
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Son impresionantes las fibras que se activan en esta clase de satisfacciones. Te recorre un torrente cargado de anguilas por todo el cuerpo. Eléctrico. Así se siente. Electricidad en cada poro. Pequeños cráteres volcánicos en erupción, todos juntos, todos a la vez. Es una energía que viene desde adentro, un infinito manantial incontenible. Una sangría. Sí, todo eso pasa, cuando uno llega. De allí, la importancia de comprender esta fascinante actividad. No importa si tienes un cuerpo atlético. Es muy posible que para correr no se necesite un cuerpo de corredor, pero para lograr un cuerpo de corredor, sí se necesita correr. Los cambios se suceden sin que lo notes, pero la energía se apodera de tu cuerpo y de tu mente. Porque es en ese recóndito lugar, donde se acuna la génesis del cambio. Solo debes imaginarlo con toda tu mente y creerlo con todo tu corazón, que lo lograrás con todas tus fuerzas. Sí. ¿Por qué cambiar entonces? Porque la vida es cambio. Tu cuerpo cambia, tu mirada cambia, tu barrio cambia, tu mente cambia. Aunque no lo aprecias a primera vista, duda de aquellos que frecuentemente dicen "yo no cambio, soy igual que antes" o "pienso lo mismo que hace veinte años". Pues bien, mis queridos, duden de esta clase de personas, son prejuiciosas y rígidas. Y la vida es todo lo contrario, es flexible y cambiante. La evolución es eso: cambiar. Sobrevivieron quienes cambiaron. Acaso, ¿donde están más seguros los barcos? En puerto, pero no fueron construidos para eso. No niegues tu esencia ¡no lo hagas! Porque la piel se arruga. El pelo se vuelve blanco. Los días se convierten en años. Pero lo importante no cambia. Nunca cambia. Estás diseñado para moverte, para conquistar, para buscar, para lograr. La carrera es lo importante, la meta es solo la consecuencia. Es la resultante. Correr salvó mi vida. 4
La prosecución de cada uno de los estadios propuestos es el mayor estimulante que he probado. Créeme. Mirarás a tu alrededor y te sentirás conquistador porque te has conquistado a ti mismo. -Maldición, agarra tus putas zapatillas y sale a correr. Pruébalo. Sé de lo que hablo. Piensa que el tiempo es demasiado extenso para el que sufre y demasiado corto para el que ríe. ¡Aprovéchalo! Galeano solía decir (palabras más, palabras menos) que el automóvil, el televisor, el vídeo, la computadora personal, el teléfono celular y otras “contraseñas” de la felicidad, son máquinas nacidas para “ganar tiempo” o para “pasar el tiempo”, pero que en realidad se apoderan del tiempo. El tiempo es oro, se suele escuchar, pero no pueden estar más equivocados quienes afirman esto. El oro se compra en cualquier esquina, el tiempo no. Así que el tiempo no es oro, es vida y es oportunidad. Y como tu tiempo es valioso, es tan valioso no lo malgastes en cosas inútiles, está bien que pases algunas horas frente a la computadora o al celular pero no dejes que la tecnología en sus manifestaciones materiales se apodere de tu vida. Mejor, vístete y sal a ver el mundo. Sale a correr! ¿Tienes miedo? ¿Tienes sobrepeso? ¿Tienes dolor? Tal vez no tendrías que correr, porque solo corren los que lo hacen bien. Pero ¿sabes qué? Coraje significa tener miedo pero aun así, hacerlo. Eso es coraje. -Claro que sí. Hablamos de cambiar, de sanar, de nacer. Porque no se nace una sola vez, se nacen muchas veces. Yo nací muchas veces. Nací de cada experiencia. Este libro no es un libro de correr, es un libro de nacer. Correr es nacer en cada paso, en cada kilometro, en cada carrera que corrí. Cada maratón, cada triatlón, cada entrenamiento, nací en todas esas metas. Cada cara sonriente en la llegada son mis postales plasmadas en las retinas. Cada paisaje. Cada lugar. Cada paraje. El
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sufrimiento. El dolor. Las lesiones. Los sueños. Inolvidable. Todas esas veces nací. Dijo Jorge Luis Borges alguna vez "No hay día en que no estemos al menos un instante en el paraíso". Es cierto. Es un instante. El mío es cuando corro. O cuando nado estirándome. O sintiendo el viento en la bicicleta. Estas son mis estadías en el paraíso. Mi paraíso.
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Ahora bien, permíteme darte algunos consejos -que a decir verdad- yo algunos no los puse en práctica y me arrepentí de ello. Primero, empezaría por buenas zapatillas. Sí, es lo más importante. Las zapatillas si no son adecuadas te causarán dolor y lesiones que podrían provocar que abandones la actividad. Créeme, ve a un comercio específico y asesórate, con las zapatillas específicas y adecuadas todo es más fácil. Tu pie y tus articulaciones te lo agradecerán. Luego, comenzaría (yo) de a poco. Que ni se te cruce pensar que correrás largas distancias el primer día. Tampoco lo lograrías. Comienza lento, unos quince o veinte minutos suaves. Todo hazlo de manera gradual, más distancia y menos tiempo pero todo progresivamente. Yo culminaría cada sesión con cinco minutos muy pero muy lento para permitirle al corazón que recobre sus normales pulsaciones. Estirar es más importante de lo que crees. Siempre al finalizar debes estirar. Esto permitirá que al día siguiente no tengas dolor ni endurecimientos. A mí particularmente no me gusta pero no puedo negar que no hay nada que no sea malo en estirar y en realidad no cuesta nada. No te limites en cuanto a lugares. Corre distintas rutas. Corre al aire libre, en el parque o en una pista, donde quieras. Si vas a gimnasio corre en la cinta también. Es un excelente complemento. Lleva una botella de agua o procura mantenerte hidratado. Es conveniente tomar en pequeños sorbos, no te ahogues. La idea es en realidad mantener la hidratación, esto se traducirá en más resistencia. Si te gusta la música, pues escúchala mientras corres. Correr no tiene por qué ser aburrido, de hecho no lo es. Y por último a no olvidarse del descanso. Sí, el descanso. No solo tus piernas sino tu sistema cardiovascular y todo tu cuerpo necesitan descansar, es su forma de sanar y recuperarse. Yo acostumbro a planificar -sin demasiada exigencia- mis salidas, mis entrenamientos para integrar el descanso en ellos. Puedes iniciarte descansando día por medio. Es un buen comienzo. Por algo la cabeza es redonda para que los pensamientos puedan cambiar de dirección. Es innegable que correr transige una forma económica –por no decir barata- de bajar esos kilos de más que tanto nos fastidian. Si lo piensas, Correr salvó mi vida. 7
no tienes que pagar la cuota de un gimnasio ni hace falta un entrenador personal. Es más, no es necesario aprender a manejar aparatos ni comprar equipamiento oneroso. Sólo tomar unas zapatillas y salir a la calle a trotar. Aquí el empeño está en el hábito, nada más, lo más difícil. Hacerse del hábito y no dejarlo. Ahora bien, hay temas primordiales que son ineludibles en el comienzo. Ni se te ocurra dejar de comer. Correr y dejar de comer o comer menos es una pésima idea. ¿Por qué? Porque el alimento es el combustible del cuerpo. Basta con llevar una buena alimentación, sin dietas estrictas pero a no olvidar de comer al menos tres o cuatro veces al día. Eso sí, a olvidarse de todas las confituras industriales y sobre todo el picoteo entre horas. Bebe al menos dos litros al día como mínimo. Y cuando corras bebe porque si no fundirás el motor. Levantaras temperatura, sudarás, perderás sales y minerales y estarás próximo a quebrarte. Si no repones liquido, la fuente colapsará, el sistema caerá inexorablemente. Ya no podrás seguir. Ni siquiera con la voluntad de un fanático. No caigas en el sofisma de creer que por entrenar todos los días vas a adelgazar más rápido. No solo no sucederá sino que además puedes sobreentrenarte con efectos y/o resultados indeseables. Así que descansa, la maquina necesita entrar en boxes y ser reparada por sus mecánicos naturales. Nunca olvides de comenzar despacio. Es un engaña pichanga pensar que estas lo suficientemente fuerte para entrenar duro. Después de los primeros meses, notarás que no progresas tanto como quieres. Es normal. Relax. El cuerpo es una maquina endemoniadamente bien calibrada y eficiente. De seguro, pasados los primeros meses de adaptación, nuestro cuerpo “aprende” a quemar menos calorías con el mismo esfuerzo, pero a no desesperar, es momento de variar el entrenamiento saliendo de la eterna carrera continua para comenzar a hacer series más explosivas y cambios de ritmo. Así volverás a quemar calorías más y mejor, de paso te volverás más rápido. Pero recuerda, paciencia, hazlo progresivamente. Recuérdalo. Repasemos:
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a) en la carrera continua, tienes que correr a un ritmo que te permita mantener una conversación con una persona como si la tuvieras al lado, sin ahogarte. Si estas en un parque y hay gente que va más deprisa, no te preocupes ni intentes seguirla, recuerda que estamos haciendo una “carrera continua” y que cada uno lleva su entrenamiento personal. b) Estirar es muy importante, realmente lo es, sobre todo al acabar el entrenamiento. Reconozco que es tedioso y hasta aburrido pero vaya que es importante. Estira. c) La hidratación es ineludible. El mínimo generalmente recomendado por los que saben (médicos entre ellos) es dos litros de agua al día, pero incluso dicen que es más saludable si llegas a tres. Bebe agua, es lo mejor. Y si incorporas varias piezas de fruta al día, mejor que mejor. Aunque corres para adelgazar, ideología cuya finalidad no está mal, no pienses que lo de las zapatillas de correr no tiene nada que ver con la prosecución de ese objetivo. Debes calzarte unas buenas zapatillas de entrenamiento para evitar lesiones. Sé de lo que hablo, hazme caso. Descansa, sí, descansa entre sesión y sesión de entrenamiento. Hazlo correctamente, respetando los tiempos, de esa forma tu cuerpo se recuperará y evitarás sobreentrenarte, que es una de las plagas de esta disciplina. Cuídate. En estos años he escuchado un sinfín de historias sobre cómo y por que determinadas personas comenzaron a correr. Adelgazar, dejar de fumar, buscar compañía, marcar los músculos, relacionarse socialmente, o superarse a uno mismo, entre tantas. Que fulano comenzó para bajar de peso y ahí va con 30 kilos menos haciendo pasadas, que sueña con hacer una buena carrera, bajar tiempos, parece otra persona. Que ella comenzó para verse mejor, para tonificar, para definir y allí está con frio o lluvia al lado de la pista. El otro quería dejar de fumar, decidió correr, lo logró y no solo sus pulmones están mejor sino que él se encuentra mejor, descubrió un mundo que se le abre a cada paso. Ya ni rastros quedan de un fumador. Todos se arrepienten de no haber conocido esto antes o de haber empezado más jóvenes. Es la historia común. También los hay de promesas de maratón, de demostrarse así mismo que son capaces de lograrlo, de la imperiosa necesidad de que su vida Correr salvó mi vida. 9
cambie, de la búsqueda de un estilo de vida más sano. Todos también maldicen las lesiones, y se ven medio locos asimismo. Todos ganaron, ganaron vida, ganaron otra vida. Hay de los que empiezan en un grupo, se sienten contenidos, estimulados. Encontrar, de eso se trata también, de encontrarse. Todos preguntan por uno, todos se preocupan por el otro. El grupo les da camaradería, les da un lugar. También de los que conocieron a un compañero y se enamoraron, lo que están juntos más allá del running, y corren inmediatos y comparten la vida y las carreras y los entrenamientos y los desayunos. Las historias se refieren a sensaciones, a cansancio, placer, de kilómetros, de anécdotas, de impaciencia, de logros; es como si la vida se atomizara en cada paso. Los relatos coquetean con la edad, con el estado físico, con las personalidades, con la ropa, con motivos, con excusas, con experiencias. Todo concentrado. El vocabulario se transforma en números y los neologismos son amenos y simpáticos. Todos entienden 3 de 1000 o 10 de 200, hacen cuentas y se lamentan por un segundo perdido como quien pierde su anillo de bodas. Sin duda correr te cambia.
Correr además te lleva de pasar y pensar como una persona normal a sentirte que eres y piensas como un atleta, te lleva a hacer cosas distintas, a correr cosas distintas, la ciudad, la montaña, el bosque, nunca sabes donde terminará esta locura. Creces y te fortaleces de adentro hacia afuera, porque primero fortalecerás la mente antes que los músculos, y si te sientes igual desde que comenzaste a correr es porque aun no te atrapó este hermosísimo deporte. Nunca sabes dónde está la frontera entre jugar y tomarlo en serio. Es así, extraño a veces.
Pero una de las primeras dudas que asaltan al inicio es cómo respirar cuando se corre, al menos, es lo que preguntan todos cuando se inician. Durante años hemos escuchado o recibido la instrucción de inspirar por la nariz y espirar por la boca, ya sea en el colegio, en una clase de
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gimnasia o una instrucción militar. Pero a rigor de verdad, no hay una forma correcta. Les aseguro que cuando corres por encima del ritmo normal se torna difícil respirar sólo por la nariz. Es realmente insuficiente. Por eso se torna normal respirar por nariz-boca, porque se vuelve instintivo, inconsciente. Es común hacerlo. No voy a negar que al inspirar por la nariz el aire se limpia y se aclimata antes de llegar a los pulmones, pero créeme que cuando a los músculos les falta energía poco importa estos menesteres. Solo quieres aire, mas aire y mas aire, y como una vez me dijeron “¡Respira todo lo que puedas, por todos lados, por las orejas si puedes, pero respira!” De allí que cuando se demandan grandes volúmenes de aire, la boca es el canal más conveniente y sobre todo menos costoso. Es intuitivo. Yo sugiero concentrarse en respirar profundamente, inhalar gran cantidad de aire, llenar los sacos de nuestros pulmones a más no poder para así alimentar de oxigeno nuestros músculos. Si respiramos lentamente y de manera profunda disminuirá notablemente el esfuerzo que hacen nuestros pulmones y seremos capaces de correr más distancia antes que el agotamiento nos golpee la puerta de nuestro cuerpo. Un recurso a tener en cuenta es respirar de manera diafragmática. El diafragma es el musculo protagonista -junto a los intercostales- de expandir la caja torácica a la altura de las ultimas costillas permitiendo la entrada de mayor cantidad de aire y su consecuente ingreso de oxigeno. Mientras inspiramos debemos constreñir el transverso abdominal, seguidamente contraemos el diafragma que se abre y desciende, notaran que la caja torácica se expandirá en su zona más baja, ahí el pecho se proyectará hacia arriba y hacia adelante. El aire entrará rápido a los pulmones para llenar el vacío, entonces al relajar el diafragma y los músculos intercostales, éstos vuelven a su posición original y el aire se expela mientras se cierran las últimas costillas. Respirando así mantendremos contraído todo momento a los músculos abdominales logrando una resultante estabilidad en el tronco y fuerza en la columna. Esta transmisión de fuerzas nos otorgará una ventaja mecánica. Piensen que mientras corremos los pulmones se expanden al máximo y con más frecuencia. En reposo –por ejemplo- podemos ventilar unos cinco litros por minuto pero en una competencia o un ejercicio límite Correr salvó mi vida. 11
este volumen puede llegar hasta doscientos litros por minuto, esto es treinta y cinco veces más. Con el entrenamiento se producirá un aumento de la superficie respiratoria ampliando así, nuestra red capilar pulmonar. Resultado: mejor capacidad respiratoria. Mejor calidad de vida. Les dejo una interesante hipótesis preparada por la gente de una reconocidísima marca de zapatillas a los estudiantes del MBA de la Universidad del Norte de Carolina (UNC) Kenan-Flagler Business School. Ellos plantearon ¿Qué ocurriría si todo el mundo corriese en los EEUU? La finalidad del estudio buscó poner de resalto el potencial que podría tener el running en los problemas y desafíos que enfrenta la sociedad americana hoy en día. Los resultados concluyeron en lo siguiente: Se ahorrarían alrededor de 143 mil millones de dólares en cuidar la salud. Vivirían 20 millones más de abuelas. Se fumarían 48 millones de cigarrillos menos al día. Las personas tendrían un 20% más de memoria. Se beberían 135 millones de cervezas más para celebrar una victoria. Se perderían cerca de 4 millones de kilos de peso total. Aumentaría más de u$ 47 mil millones el PBI. La gente pasaría 7 mil millones de horas en el exterior (al aire libre). Habría 63 millones de perros más felices. Habría 5 millones de visitas menos al hospital. Se emplearían 14 mil millones de horas menos online. Se vería 135 millones de horas de televisión semanales menos. Se dormiría un 32% mejor. La gente tendría unos ingresos 10% superiores.
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Se consumirían 100 millones de kilos más de pasta. Se respiraría un 25% más de aire fresco. Se vería 27 Millones de veces más la salida del sol. Habría un 37% más de sonrisas. Ahora bien, ¿crees que no tienes tiempo? O tal vez, ¿el deporte te quita tiempo para el trabajo? Te cuento algo sobre el gran Haile Gebreselassie, el etíope que aun corre con los mejores a los cuarentitantos años de edad, el que se retira y se desdice, el que ha ganado dos medallas de oro olímpicas, el ganador de siete medallas en campeonatos del mundo, el poseedor de decenas de records mundiales. Sí, el de 2:03:59 horas en Berlín en 2008. El considerado mejor corredor de fondo de la historia. Hace casi dos décadas Haile fundó junto a su esposa “Haile y Alem International PLC”, una compañía que ha construido tres hoteles, dos escuelas primarias, seis torres de oficinas, una plantación de café de 1.500 hectáreas y el primer cine de Addis Abeba. Además, otra de sus empresas “Marathon Motors” importa los vehículos Hyundai a Etiopía, y tienen planes para construir una planta de ensamblaje de SUV (sport utility vehicle) en Addis Abeba. Como si administrar todo esto fuera poco, ha decidido incursionar en la política, estableciéndose como objetivo entrar al parlamento en el 2015, tal lo anunció a sus cien mil seguidores en Twitter. Sin embargo, él no ha renunciado a su preparación y a las carreras. El pasado año, Gebrselassie corrió paso a paso con el doble medallista de oro olímpico Mo Farah, de 30 años de Inglaterra y el tres veces medallista de oro olímpico Kenenisa Bekele , de 31 años, de Etiopía, durante 12 kilómetros de la media maratón de Bupa Great North Run. Terminó tercero en 1:00:41, 32 segundos detrás del ganador, Bekele. Nunca se levanta después de las cinco de la mañana, trabaja de nueve a cinco de la tarde y se entrena antes y después de su jornada laboral. Incluso cuando está en Europa se lo ve entrenando a las cinco treinta de la mañana cuando aun esta oscuro. Le gusta entrenar en un bosque cerca de Ararat, que le ofrece un terreno variado, y cuando es oscuro suele conducir hasta Entoto, donde la montaña le ofrece senderos atractivos.
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Termina antes de las ocho treinta, y si bien es demasiado tarde para ver a sus cuatro hijos (tres nenas y un varón entre siete y dieciséis años) antes de ir a la escuela, se ducha rápidamente, desayuna y se dirige a la oficina. La oficina de “Haile Alem” está situada sobre la transitadísima Bole Road de Addis Abeba, en el octavo piso no deja de sonar el teléfono donde se encuentra el departamento de finanzas y en el que Haile es el CEO. La sala de espera nunca está vacía, los empleados se agolpan para verlo y los empresarios le acercan negocios. Se lo suele ver rodeado por tres secretarios con diferentes peticiones: firmar cheques o buscar respuestas a problemas. Se mueve por todo el piso mientras el teléfono móvil suena constantemente a pesar de que le apaga el timbre y mira quien llama, "el mejor momento para llamarme es justo después de entrenar a las 9 en punto, porque es tiempo del negocio", dice con una sonrisa, siempre con una sonrisa. "Yo creo en la discusión. Por supuesto a veces soy un poco terco. Si no me gusta algo o si no veo algo bueno me niego". Quien conoce esto muy bien es su amigo Getaneh Retta, el arquitecto encargado del diseño de todos sus edificios y aunque fue padrino de su boda, sabe muy bien que no tiene carta blanca para sus planes de construcción. Al menos dos veces al mes, medios internacionales lo entrevistan, y estas sesiones se intensifican en noviembre en los días previos a La Gran Carrera de Etiopía, que Gebrselassie fundó hace quince años, la cual llegó a tener treinta y siete mil corredores, convirtiéndose en la más grande carrera de calle de África. También es el main sponsor de la Addis Mujeres Primeros 5K, que cuenta con 10.000 corredoras. Además el año pasado se celebró el Maratón Haile Gebrselassie sobre el hermoso Lago Hawassa donde se encuentra –obviamente- el Haile Resort Hotel. En cada uno de estos eventos, él en persona entrega los premios y anima la jornada. Gebrselassie, que cuenta con más de mil empleados, visita personalmente cada uno de sus proyectos, supervisa sus progresos y mantiene la moral del personal motivándolos continuamente. Visita escuelas, viaja a sus hoteles situados en Ziway, Shashemene y Hawassa al menos dos veces al año. Cuando está en Addis Abeba, después de su jornada laboral, baja al “Alem Gimnasio” sito en el subsuelo del edificio para su segunda jornada de entrenamiento que generalmente consiste en una hora en la Correr salvó mi vida. 14
caminadora y posterior levantamiento de pesas. Se lo suele ver, además, montar una bicicleta fija para completar su rutina. Luego se va rápidamente a su casa, "Esa es la única vez que no respondo a cualquier teléfono, ese tiempo es sagrado para mi familia” –dice sonriendo. Siempre sonríe. Su compromiso social no tiene límites, todos conocen su rostro. Camina por las calles saludando a todos, es más, nunca niega un autógrafo, inclusive minutos antes de correr un maratón en el que rompiera records mundiales. Así que piensa antes de sentenciar que no dispones tiempo. Todo se puede. En el runnig todo se puede. Todo.
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