Antología de poesía científica 3 ESO A

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Antología de poesía científica 3º ESO A Curso 2015-2016 INS La Serra, Mollerussa


Con motivo de la celebración de la vigésima Setmana de la Ciència (del 13 al 22 de noviembre de 2015), los alumnos de 3º de ESO A recibieron el encargo de escoger poemas que tuviesen algún tipo de conexión con la ciencia. Los recogemos en esta publicación, siguiendo el orden alfabético de los antólogos. Esperamos que os parezcan interesantes. Equipo de antólogos: Sara Baiges, Noura Bellaj, Anna Buira, Mireia Calvet, Miquel Grífol, Júlia Hospital, Jordina Peiró, Abril Pérez, Lídia Salvia, Giorgio Sicari, Arnau Teixidó, Mar Teixidó y Pau Torné.


Sara Baiges Autor: Efrayn La bella ciencia ciencia bella que investas silencios y creas pensamientos, un minuto en el tiempo creando experimentos los hombre te ha bendecido como ciencia linda ciencia que hace de la vida bella existencia y al hombre un ser con experiencia el amor ha llevado al hombre al invento pero dejar de amar no existirĂĄ en ningĂşn momento, pues el amor que ha hecho del hombre un hombre de ciencia. El hombre ha creado diversas ciencias y la ciencia se ha metido en su ser de saber, el hombre mientras encuentre su pensamiento surgirĂĄ allĂ­ un nuevo invento porque el pensamiento del hombre es una ciencia la existencia es ciencia de la verdad.


Noura Bellaj Autor: Lewis Secuiu Finalmente Andrómeda. Estaba vagando por la oscuridad, Viendo luceros y cometas que yo no creía alcanzar, Y llegué a parar en Neptuno, Descartando al gran enano Plutón, Allí vi como el color azul representaba lo profundo, Y como ningún otro variedad de hermosura disipando, Idealismo y compasión. Un crítico del clasismo. Pero me tuve que ir, y visité a Urano Un hombre masculino que su ama compañía es la ingeniosidad, Originalidad, y libertad. Y aun así no fue suficiente, mi rostro cargaba una divinidad decaída. Así que Saturno fue mi siguiente objetivo. Ojalá nunca hubiese visitado aquel lugar, Que un demonio ya estaba en mí esperar. Me hizo percatarme de donde pisaba, y odie su conformidad. Ambicioso y jerárquico, menos mal que no fui hijo suyo, Aunque me ofreciera ser mi padre, no quería que sus colmillos me devoraran.


Y derecho huido caí a Júpiter. Él me dio esperanza y me defendió, mató Saturno por corrupto y violador. Me encantó Júpiter, tan brillante, con nubes gigantes e intensas tormentas. La luz nunca me faltó, me dio su rayo protector, y me fui a continuar mi camino. Llegué a Marte, pero no le tuve nada de amor. No quería ser su enemigo pero era inevitable Tan desafiante empuñó su espada y con mano armada de desafío, me retó. Totalmente la guerra estaba hecha para él. Su testosterona era tanta que siendo muy macho jamás se rindió antes mis súplicas. Muy maléfico. Llegué a la tierra buscando amor, y me decepcioné, Parecía todo tan bonito, y lo fue. Pero algunos de sus habitantes me intimidaron y quedé muy asustado, Me fui llorando por ver algo así. No creía en mi mala suerte, y como si fuera poco, al aterrizar en Venus casi me ahogo. Tan frívola y tentadora. Aunque asquerosa. Pero no por su belleza, porque es innegable que por eso era Diosa. Me prometió darme una descendencia, como fertilidad para la prosperidad. Y acepté, pero a cambio de su total armonía y simpatía. Nos hicimos amigos, y fue muy afectiva. Pero me tenía que ir y por último lugar visité Mercurio. Chiquito, parecía acogedor, y muy cálido. Pero me enseñó tanto mentalmente, y de sus capacidades de raciocinio. Le di las gracias, porque esa era la experiencia que necesitaba, sus conocimientos. Después de todo eso, decidí irme y a pesar de Júpiter, Venus y Mercurio, no regresaría nunca más. Dejé a la Luna y al Sol como un atractivo suficiente para observar a la distancia. Alcé mi mentón, ya divagando por allí, a punto de ser tragado por un agujero negro. Y vi algo mucho mejor, y lo que esta galaxia necesitaba. Andrómeda, al fin te he encontrado.


Anna Buira Autor: José M. Ramos ISAAC NEWTON Es caso paradigmático el de este científico inglés que puso el mundo al revés con su saber matemático. Pues aparte de la ciencia del que era un pionero también era prisionero de a la alquimia la querencia.

En las Escrituras creía de la Biblia textualmente y trabajó arduamente en obtener profecías.

Y pese a sus descubrimientos que persisten hoy en día, cuando estudió tonterías fue una pérdida de tiempo. Si una manzana es verdad que en su cabeza impactó y al momento descubrió la ley de la gravedad, Que me caiga sin dudar en la cabeza un buen coco a ver si con el sofoco algo yo puedo inventar. Tampoco estaría mal que me cayese un melón a ver si tengo la ocasión de en Ciencia poder triunfar.


Mireia Calvet: Autor: Felipe Antonio Santorelli Los tiempos que se han ido

Burbujas de nitr贸geno me bullen en las venas mis manos ya cian贸ticas te buscan entre versos mis labios casi hip贸xicos evocan de tus besos sus rojas emociones de rosas y cayenas y vuelan en su busca cual tristes azulejos vagando por los cielos con alas malheridas... Te busco en la fragancia de flores florecidas te busco en el perfume de mieles y tomillos de ramas y de esencias de polvo de las hadas y solo te consigo en sue帽os de nostalgia de tiempos que se han ido


Miquel Grífol Autor: Felipe Antonio Santorelli Estrés Post-Traumático Traumas enquistados como dioses en su Olimpo; enterrados y escarbados una y otra y otra vez. Exhumando los complejos que llamean sus memorias en nucleares inconsciencias que nos traban al hablar surge nuevo y tan triunfante un vocablo singular: El estrés, esa palabra tan moderna y popular el estrés es ese ruido complicado, escandaloso que escuchamos sin que nadie se dé cuenta al parlotear sin que nadie nos lo pueda sonsacar o desglosar... El estrés es una escena confundida abarrotada de sonidos y de imágenes que se mezclan al azar y esas voces, ay esas voces que no escuchan los demás ¿qué será lo que desean esas voces fantasmales sin figura, sin formato ni armonía o claridad? Loco, loco, loco, loco, estoy loco de verdad y el estrés que me acorrala es asedio desleal, obsesión y enfermedad... ¿Culpa?, ¿miedo?, ¿es vergüenza? ¡qué más da! sin la rabia es apatía, catatonia, mortandad.


TEOREMA DE GARCÍA Júlia Hospital Autor: Francisco Núñez Roldán

Galileo, Arquímedes, Pitágoras, Einstein, Franklin, Marconi o Anaxágoras..., vidas que se han gastado en buena gana mejorando la condición humana. Pero yo quiero nombres conocidos. ¿La ciencia no tiene mis apellidos? ¿No sería magnífico que hubiera una ley de un ibérico cualquiera? ¡Logaritmos de López o de Hernández, postulados de Márquez o de Fernández! Y... ¿qué honra española no sería si existiera el Teorema de García? Pero no sueñes más, que no es viable ver nombres tuyos en la ciencia amable. Aquí sólo destacan el corrupto o el de algún balompédico exabrupto; aquí sólo hay memoria del que mata o del que descomulga a una beata. Inviables científicos hispanos olvidad vuestros celos ciudadanos, relegad a ese reino incombustible del sueño que ya no será posible vuestra sed insaciada de saber, vuestra ciencia, que nunca llegó a ser.


Jordina Peiró Autor: Felipe Antonio Santorelli Esquizofrenia Conmigo cual testigo con ojos subterráneos, futuros y presentes se funden a pasados. Momentos invencibles de tiempos solapados como en caleidoscopio de eventos simultáneos. Y observo clandestino los hechos que; foráneos, desglosan mi impaciencia, golpeando mis costados. Como en un hoyo negro mis pasos son pesados y todos mis recuerdos se trocan en coetáneos. Asombro y confusión reclaman valentía... -Me embarga la emoción, me invade la agoníaMi historia se diluye, se vuelve cobardía... Momentos imbatibles de espacios camuflados que se aglomeran como cadenas y candados y me espaguetifican los sueños derrotados. Así la esquizofrenia me aliena de este mundo y caigo en la vigilia de un pozo muy profundo...


Abril Pérez Autor: Luis Zaror Paso los días en los cubículos de las ciencias. Cada una me exige lealtad y para escapar de ese sopor asfixiante, para reencontrarme vuelvo al viento, al mar, al sol y.....danzo


Lídia Salvia Autor: Andrés Neuman

LA BOTÁNICA Paracelso llevaba una flor en cada mano: una, amarga y concreta, le enseñó la mezcla de lo exacto que embellece la ciencia en los manuales. Improbable, la otra le tentaba la sien más distraída dibujándole pozos sin final allí donde las brújulas se pierden. Su sabor, imagino, era más dulce. Botánica secreta, igual que a Paracelso permíteme espiarte las raíces, que tu tallo al hervir se transparente aunque sea un instante y luego sigas creciendo por la tierra alborotada, impregnando la atmósfera agridulce, enloqueciendo cada microscopio


Giorgio Sicari Autor: S. Cecilia E. Del macrocosmos al átomo puedes hallar poesía no puedo explicarte cómo jamás lo pretendería El fulgor de las estrellas en las noches te acompaña iluminando tus huellas mientras la Luna te baña. Dicen que el mundo fue creado con exactitud científica lo terrestre y lo elevado en todo hay química y física.


Todo se intenta explicar con álgebra y matemáticas cuentas de nunca acabar que a mí siempre me complican. Si las estrellas yo miro o veo a la Luna creciendo se me escapa algún suspiro pues amor estoy sintiendo. Si alguna noche nublada a las estrellas no encuentras piensa en el todo y la nada mientras en tu alma te adentras…


Arnau Teixió Autor: Andrés Neuman LA ENERGíA “Con el razonamiento puro nos formamos una imagen sublime de este mundo”; eso escribió Max Planck, genio inocente. ¿Pero acaso hay razones sin afecto, pureza sin caprichos, imagen sin temblores? Lo curioso es que el físico en su ensayo la primera palabra que pronuncia no es evidencia, ley ni hecho: la primera palabra es entusiasmo. (Cuando nombro tu cuerpo no es la urdimbre de músculos radiantes, de sangre revoltosa y de nervios veloces lo que digo, artesana; aunque también la física intervenga en la manera que tenemos de hablarnos al oído: la energía del nombre se transmite, el tacto cobra fuerza y aumenta lo probable.) Y a ti, Max Planck, que amabas la entropía, ¿qué misterioso impulso de poleas te empujó a cruzar cartas con un tal señor Sommerfeld y a intercambiar poemitas como aquel de la flor que corona tu libro sobre ciencia?


Mar Teixidó Autor: Pablo Neruda Oda al átomo Pequeñísima estrella, parecías para siempre enterrada en el metal: oculto, tu diabólico fuego. Un día golpearon en la puerta minúscula: era el hombre. Con una descarga te desencadenaron, viste el mundo, saliste por el día, recorriste ciudades, tu gran fulgor llegaba a iluminar las vidas, eras una fruta terrible, de eléctrica hermosura, venías a apresurar las llamas del estío, y entonces llegó armado con anteojos de tigre y armadura, con camisa cuadrada, sulfúricos bigotes, cola de puerco espín, llegó el guerrero y te sedujo: duerme, te dijo, enróllate, átomo, te pareces

a un dios griego, a una primaveral modista de París, acuéstate en mi uña, entra en esta cajita, y entonces el guerrero te guardó en su chaleco como si fueras sólo píldora norteamericana, y viajó por el mundo dejándote caer en Hiroshima. Despertamos. La aurora se había consumido. Todos los pájaros cayeron calcinados. Un olor de ataúd, gas de las tumbas, tronó por los espacios. Subió horrenda la forma del castigo sobrehumano, hongo sangriento, cúpula, humareda, espada del infierno. Subió quemante el aire y se esparció la muerte en ondas paralelas, alcanzando a la madre dormida con su niño, al pescador del río y a los peces, a la panadería y a los panes, al ingeniero y a sus edificios, todo fue polvo

que mordía, aire asesino. La ciudad desmoronó sus últimos alvéolos, cayó, cayó de pronto, derribada, podrida, los hombres fueron súbitos leprosos, tomaban la mano de sus hijos y la pequeña mano se quedaba en sus manos. Así, de tu refugio del secreto manto de piedra en que el fuego dormía te sacaron, chispa enceguecedora, luz rabiosa, a destruir vidas, a perseguir lejanas existencias, bajo el mar, en el aire, en las arenas, en el último recodo de los puertos, a borrar las semillas, a asesinar los gérmenes, a impedir la corola, te destinaron, átomo, a dejar arrasadas las naciones, a convertir el amor en negra póstula, a quemar amontonados corazones y aniquilar la sangre. Oh chispa loca, vuelve


a tu mortaja, entiérrate en tus manos minerales, vuelve a ser piedra ciega, desoye a los bandidos, colabora tú, con la vida, con la agricultura, suplanta los motores, eleva la energía, fecunda los planetas. Ya no tienes secreto, camina entre los hombres sin máscara terrible, apresurando el paso y extendiendo los pasos de los frutos, separando montañas, enderezando ríos, fecundando, átomo, desbordada copa cósmica, vuelve a la paz del racimo, a la velocidad de la alegría, vuelve al recinto de la naturaleza, ponte a nuestro servicio, y en vez de las cenizas mortales de tu máscara, en vez de los infiernos desatados de tu cólera, en vez de la amenaza de tu terrible claridad, entréganos

tu sobrecogedora rebeldía para los cereales, tu magnetismo desencadenado para fundar la paz entre los hombres, y así no será infierno tu luz deslumbradora, sino felicidad, matutina esperanza, contribución terrestre.


Pau Torné Autor: Andrés Neuman Los ojos

Hay ojos que verán nuestra memoria. El doctor Barraquer, viejo oftalmólogo, conoció la crueldad junto al milagro y comprendió lo frágil del don de la mirada: al fallecer su padre, que lo inició en la ciencia, pudo guardar sus ojos y devolver la vista a varios hombres. ¿Retendrán los fulgores de ese amor más allá de la estrella de la córnea y del pozo sagaz de la pupila? Explorando los fondos deslumbrados, las cavernas perplejas donde habitan las veloces imágenes, las formas, los colores que aún no tienen nombre y los amaneceres de una vida, el doctor Barraquer ha encontrado un pasillo que va desde la tierra a las alturas, de las tinieblas rotas a la bendita luz. Y al final de la tarde, cuando el sol se ciega entre las ascuas de este mundo, el doctor Barraquer recuerda absorto las palabras del último paciente tras quitarle las vendas de la cara. Y el ojo de su padre, que es la luna, vuelve a abrirse y blanquea cada sombra. .




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