La Lazarilla de Torre Un proyecto de escritura colaborativa Alumnado de 3ยบ de ESO B Curso 2016-2017
#8demarรงlaserra
Presentación Después de leer y trabajar en clase la novela picaresca El Lazarillo de Tormes (1554), consideramos con los alumnos de 3º de ESO B las distintas posibilidades que teníamos para evaluar la lectura de la novela. Decidimos llevar a cabo un proyecto de escritura colaborativa: distribuimos las escenas más famosas de la novela entre toda la clase para reescribirlas, de forma individual o bien en grupo, adaptándolas al siglo XXI y además protagonizadas por una chica. De este modo, participamos en el proyecto #8demarçlaserra, un conjunto de acciones de tipología muy variada que tienen como objetivo común sensibilizar al alumnado sobre la situación de la mujer a lo largo de la historia y en la actualidad. El resultado no es una nueva novela, sino una recopilación de cuentos inspirados en el mundo del Lazarillo. No hay una continuidad entre cada una de las escenas, sino que cada capítulo se inspira en un episodio del original y lo recrea a su manera con las dos únicas condiciones de que la protagonista sea una chica y la época sea el presente. Sí que se presentan los cuentos en el orden en que aparecen en la novela original las escenas en las que se inspiran. Esperamos que os divirtáis leyendo las aventuras y desventuras de esta pícara contemporánea.
Todos los que hemos colaborado en este proyecto os damos las gracias por dedicarle parte de vuestro tiempo.
Contenido 1.
LA LÁZARILLA DE “TORRE”.................................................................................................................................................................................... 5
2.
LA ESCENA DE LA JARRA DE VINO ....................................................................................................................................................................... 6
3.
LA ESCENA DEL CIEGO Y LAS UVAS .................................................................................................................................................................... 7
4.
LA LAZARILLA DE TORRE Y LA COMIDA ............................................................................................................................................................ 8
5.
LA LAZARILLA CHONI .............................................................................................................................................................................................. 9
6.
LA LAZARILLA Y LA BELLEZA............................................................................................................................................................................. 10
7.
LA LAZARILLA MULA ............................................................................................................................................................................................. 11
8.
LO QUE LE SUCEDIÓ A LÁZARA CON UN BANQUERO ................................................................................................................................... 12
9.
LAZARILLA, SECRETARIA DE UN BANQUERO ................................................................................................................................................. 14
10.
LOS ZAPATOS DE LA LAZARILLA .................................................................................................................................................................... 14
11.
LA LAZARILLA Y EL ESTAFADOR................................................................................................................................................................... 15
12.
LO QUE LE PASÓ A LA LAZARILLA CON UN VENDEDOR DE ASPIRADORAS ....................................................................................... 15
13.
LA LAZARILLA SIRVE A UN CAPELLÁN Y TRABAJA EN UNA TIENDA ILEGAL................................................................................... 16
14.
FINAL DE LA OBRA .............................................................................................................................................................................................. 18
1. LA LÁZARILLA DE “TORRE” Que sepas, que ante todas las cosas, que me llaman Lázara de “Torre”, hija de Marcos González y de María Pérez, mis padres son de Torregrossa. Me pusieron este nombre porque era el nombre de mi abuela y yo adopté el sobrenombre de Torre porque mi madre rompió aguas en el canal de Torregrossa, mientras estaba dando un paseo por allí en aquel hermoso día de primavera. Pero, por suerte, llegó sana y salva al hospital Arnau de Lleida, donde nací sin complicaciones. Ahora les voy a explicar la historia de mi dramática vida. Cuando yo tenía ocho años de edad, mi padre fue preso. En ese tiempo empezó una larga guerra entre los moros y mi padre tuvo que participar, esa fue la causa de su muerte. Mi viuda madre se arrimó a las personas virtuosas, para ser como una de ellas, por eso, se fue a vivir a Mollerussa. Allí alquiló un piso y empezó a trabajar de ama de casa. Con el paso del tiempo conoció a un hombre, de piel oscura, con el que mantenían relaciones sexuales. Ese hombre se llamaba Amed y venía de Sud-África. Cuando él tenía veinte años se mudó a Tàrrega, pero trabajaba en el Caprabo de Mollerussa, donde un día mi madre fue a comprar detergente y se conocieron. Poco a poco fueron hablando y se enamoraron. A partir de ese momento, él, algunas veces, venía a nuestra casa y se iba a la mañana siguiente, otras veces venía con la excusa de comprar huevos y entraba en casa. Al principió me molestaba, bastante, que estuviera con nosotras e incluso llegué a tenerle miedo por el oscuro color de su piel, y, porque nunca había tenido a alguien tan cercano con ese pigmento, también, por su feo rostro. Pasaron los días y con el tiempo le empecé a coger cariño, porque siempre traía pan, trozos de carne y en invierno trozos de madera, cosa que no nos venía mal ya que no íbamos excesivamente bien de dinero. Con el tiempo el hombre empezó a vivir en nuestra casa
y mi madre vino a darme un hermanito pequeño muy bonito, yo como buena hermana mayor que era ayudaba a cuidarlo. Me acuerdo que mi hermano estaba jugando con mi padrastro, su padre, y huía de él señalándolo con el dedo, porque nos veía a mí y a mi madre blancas de piel y a su padre negro y se asustaba. Lo que nunca entendí, es que, para mi padrastro la palabra “hideputa” era una expresión cariñosa y con ella se refería a mi madre. Entonces para mala suerte nuestra, la relación que tenía mi padrastro con mi madre llegó a los oídos del administrador y aunque la cohabitación sin estar casados, era tolerada por ley si la pareja era de la misma religión, resultaba que Amed era un musulmán de origen africano. Y al final se descubrió que la cuarta parte de la cebada, leña, cepillos para alisar el pelo a los caballos y bayeta para limpiarlos, los había robado él. Él fingía que todo eso se había perdido. A mí con amenazas me preguntaban, y, como niña, respondía y descubría cuanto sabía. La ley castigaba el robo de cebada con cien azotes y después vertían tocino derretido encima de las heridas de los azotes. Y a mi madre también la amenazaban y le dieron azotes. Mi madre me encargó a un ciego, diciéndole que era hija de un buen hombre el cual por ensanchar la fe, había muerto en los Gelves, y ella confiaba en Dios en que no saliera peor que mi padre, le rogaba que me tratase bien y mirase por mí, que era huérfana. Él respondió que así lo haría y me recibía como hija. Y así le comencé a servir y como mi tutor legal. Estuvimos en Salamanca algunos días, pareciéndole a mi tutor legal que no era la ganancia a su contento. Nos fuimos de allí, nos hubimos de partir, yo fui a ver a mi madre y mi madre me dieron la bendición. Después me fui hacia mi nuevo tutor legal que estaba esperándome. Paula Jiménez Otero Cristina Solsona González Eunice Visa Elcacho
2. LA ESCENA DE LA JARRA DE VINO Barcelona, allí vive una niña de 14 años llamada Lazarilla de Tormes, se dedicaba a acompañar a su amo que es ciego. Él es un músico ambulante que no tiene ni para comer, todo lo que gana tocando se lo gasta en bebidas alcohólicas, esa niña soy yo. Un día que le fue muy bien, decidió darme un poquito de vodka a mí. Ese día fue mi condena. Porque me enganché, nunca había probado una cosa tan buena. Cada vez que cogía vodka le pedía si me daba. Él se negaba, hasta que un día decidí empezar a mangárselo, aprovechándome de que el era ciego. Yo, con una pajita, sorbía algo de la bebida, pero él detectaba que faltaba un poquito. Al final siempre decía: - ¡Qué cabrón! ¡Por 10€ solo me da para dos sorbos! Un día, como ganó mucho dinero, se compró una botella de las buenas. Ese día me puse las botas y estaba muy emocionada, ya que me bebí un cuarto de la botella. ¿Y cómo lo hice?, os estaréis preguntando, pues mirad: Con un alambre que me encontré, perforé ligeramente por abajo, y después lo taponaba con un chicle que me dieron. A partir de ese momento glorioso, el viejo siempre pedía que con el dinero que pagaba al bar, le rellenasen la botella. Gracias a eso nunca faltaba vodka para mi seca y golosa garganta. Lo mejor de todo es que el viejo había comprado esa botella para que dejara de mangarle el vodka con la pajita de los demonios, pero se le volvió en contra la jugada. Un maldito día que a mi amo le faltaban unos pocos céntimos para que tuviese para media botella, la atrevida pero imprudente de yo, fui a servirme de vodka. En ese momento le vi la cara, entonces detecte que
me había descubierto, pensé qué había hecho con mi vida, ya que por un día que estaba cabreado, atento y prudente, yo como una impaciente por un traguito, me acerqué para beber un poquito. Como un rayo el viejo cascarrabias destrozó mi cara con la botella. Con suerte en el bar había un maletín de primeros auxilios y el camarero había sido enfermero, y me curó la cara, ¡ADIÓS A MIS SUEÑOS DE SER MODELO! Entonces cada vez que iba a otro pueblo a tocar también se presentaba para contar las picarezas que hacía yo por un traguito de vodka del bueno. Cuando la gente oía esta historia se partían el pecho de tanto reír. Y ahora que había perdido la confianza del viejo a saber qué iba a ser de mí.
Alessio Longo Arnau Mestres
3. LA ESCENA DEL CIEGO Y LAS UVAS El ciego animado por los consejos que le daban en el bar, no hacía otra cosa que castigarme sin móvil. Pensaba que no podría llevarlo bien, pero descubrí que me divertía más tratándole mal. Por ejemplo: poniéndole una chincheta en la silla y que se sentase, y se la clavase en el trasero. Una vez le pinté cosas con un rotulador en la cara mientras dormía, y cuando se despertó, se fue a comprar y todos se rieron de él. También una de mis mejores bromas, fue poner “superglue” en un botón en la máquina tragaperras en la que él jugaba en el bar. La considero una de las mejores bromas porque tenía uno de los mejores castigos, estar cuatro semanas sin ver la tele. Aunque yo siempre le prometía por mi madre, que yo no era, siempre se había olido que sí. Una vez, salíamos de Lleida para ir a Barcelona, porque la gente de Barcelona era muy rica pero poco solidaria. En cada pueblo que pasábamos, nos íbamos parando, y en el que recaudábamos mucho, el día siguiente repetíamos. Normalmente nos poníamos delante del “Caprabo” de cada pueblo. Un 5 de enero, en un pueblo llamado Sabadell, unas personas disfrazadas de reyes no tiraron caramelos. Cogimos un total de setenta. El día siguiente nos sentamos en un banco al lado de un semáforo y el ciego me dijo: -Pequeña hoy no voy a ser tan mala persona contigo. Vamos a repartir los caramelos que hemos conseguido a partes iguales. Sin estar aún confirmado el trato, él, ya empezó a comer de dos en dos como un desesperado. Como vi que no cumplía con las normas que había puesto, empecé yo a comer más que él. Comía más rápido que cuando me atraganté con las uvas de fin de año en 2011. Bueno, también fue un poco porque mi
hermano, alucinaba con el vestido que llevaba Cristina Pedroche: tan apretado y corto... Yo intenté aguantar como una mujer fuerte, pero no aguanté más la risa y escupí todo lo que tenía en la boca. También me quedé sin móvil durante una temporada. Acabados los caramelos, el ciego hizo que no con la cabeza y dijo: -Me has engañado maldita traidora, has comido más uvas que yo. Yo lo negué con un no rotundo. Después de un rato, el cuerpo se me llenó de curiosidad y le pregunté: -¿por qué lo has sospechado?, él me respondió: -porque cuando yo comía lo más rápido que podía, tú callabas y no te quejabas como siempre haces en el “Wathsapp”. Me aguanté la risa, y me pregunté cómo podía ser tan astuto. Otra vez, estábamos en una mesa de Terrassa y el ciego me dio una longaniza para que la asase. Después de comer un trozo de pan con el aceite de la longaniza, sacó 10 euros de la bolsa que llevaba, y me mandó a por una caja de cervezas “San Miguel”. Antes de que sacara los euros, vi que una cebolla había quedado en el asador. Probablemente, no la quería ni el perro. Y cuando tuve la más mínima oportunidad, cambié la cebolla por la longaniza y fui a comprarme las cervezas. El ciego aún no se había dado cuenta. Íngrid Llena Genís Solsona
4. LA LAZARILLA DE TORRE Y LA COMIDA Estábamos en un parking cerca de un McDonald’s de Lérida y el ciego me dio cinco pavos para comprar un Happy meal. Después de comerse un trozo de baguette untada con mantequilla, sacó un euro y me mandó a por una Coca-Cola del Mercadona que había al lado. Pero el demonio me puso la ocasión delante de los ojos, y como la ocasión hace el ladrón, según se suele decir… El caso que en aquel momento estábamos los dos solos. Yo tenía mucha hambre, después de oler la gente que pasaba con los Nuggets y las patatas fritas, de las que no sabía si disfrutaría de manera que, sin pensar qué podía pasarme, dejé a un lado el miedo para satisfacer mi deseo. Y así, cuando estuve dentro me encontré con unas pantallas enormes. Cuando las presionabas con el dedo seleccionabas la imagen y te enviaba la orden de pedido a los cocineros del lugar. En total tardé más o menos un cuarto de hora creo yo. Luego en una pantalla salió un número que imprimió la máquina y fui a recoger la cajita. Esa caja olía de maravilla, decidí comérmelo sentado en una de esas mesas para no llamar la atención. Todo eso estaba buenísimo pero en aquel entonces la caja estaba vacía y no tenía más dinero para comprar otra cajita de esas. Vi al ciego vendiendo boletos. Supuse que tenía tiempo. Así que empecé a buscar en las bolsas de cartón que habían tirado. Oi un ruido chirríoso de una puerta y fui a verlo. Salté una valla y vi un empleado tirado unas cebollas podridas y apestosas. Cogí una y les puse un papelito, dentro de una caja y lo metí en la bolsa. Se la llevé al ciego. Cogió la cebolla y le pegó un mordisco por la parte donde había más hongos:
-¡Lazarilla! ¿Qué es esto?- dijo el ciego después de escupir la cebolla ala suelo. -Sí, pobre de mí- dije yo- si no he ni abierto la caja. - No, que va, he sido yo claro- dijo él. Le dije mil millones de veces que yo no había hecho nada. El ciego se levantó y me dijo: -Lazara levante y ven. Me cogió la cabeza y me abrió la boca y puso dentro de ella su enorme nariz hasta tocarme la garganta. Entonces con los nervios de que me pillara me dio por soltar lo que había comido. Lo vomité. El sabía que yo no había comido ayer así que me pego un paliza impresiónate. Llevaba tota la cara roja. La gente que estaba cerca vino a ver si estaba bien y el ciego les iba diciendo lo que había hecho. Era imposible que no se me escapara la risa por debajo de la nariz. Poco a poco se hizo de noche. El ciego se hizo muy amigo de una estudiante que se encargaba de empaquetar los pedidos. Mientras tanto, una familia de dos hijos me estaba curando con un botiquín que llevaba en el coche. El ciego siguió contado las historias una y otra vez tuvimos que iros, aunque fue difícil porque el ciego iba muy ciego. Manu Domènech
5. LA LAZARILLA CHONI ¿Por qué me adoptó una ciega? Todavía no lo entiendo, estoy todo el día ayudándola. Lo único bueno de que esa chica (que es una arrogante) sea ciega es que no me está todo el día diciéndome que me saque ese moño tan alto y que me cambie los pantalones porque son muy cortos. Y últimamente la estoy liando un poco. En casa, en el instituto, en todos lados. La directora de mi instituto ha hablado un par de veces con la arrogante, diciéndole que no era bueno que una chica como yo estuviese viviendo con una ciega, es decir, con una persona que no me puede controlar. Y he de admitir, que alguien que me controle me iría bastante bien, pero me da igual. Hago lo que quiero, cuando quiero y porque quiero. Yo era una chica diez, me portaba muy bien y sacaba buenas notas. Mis padres me querían y yo les quería a ellos. Tenía una hermana (que todavía tengo). También la quiero muchísimo. Nos lo explicábamos todo y siempre íbamos juntas. Tiene un año menos que yo y éramos inseparables, hasta la noche de la tragedia. Mi madre cumplía cuarenta años y estaba muy deprimida porque no quería ser una cuarentona, pero nosotras le habíamos preparado una sorpresa igualmente. Le habíamos pagado una cena en el mejor restaurante de la ciudad. En esa cena nos pusimos el mote de las tres mosqueteras y nos prometimos que nunca nos separaríamos, ya que mi padre murió cuando yo tenía 3 años. De camino a casa, mi madre se despistó en uno de los cruces y tuvimos un accidente. Mi hermana y yo estábamos en la parte trasera del coche y no nos pasó nada. Pero a mi madre no la pudieron salvar. Entonces, a mi hermana y a mí, huérfanas y tristes, nos enviaron a un centro de Vilanova de Bellpuig. En ese centro estuvimos un año, e hizo que nos uniéramos más. Nos ayudábamos mutuamente y sobretodo nos consolamos mutuamente. Hasta que vino la desgraciada ciega y me adoptó.
No la perdonaré nunca. Me separó de mi hermana y tengo unas inmensas ganas de verla. Supongo que por eso la lío, no estudio y para rematarlo me he enganchado al tabaco. Pero, ¿sabéis qué? Esta tarde me desharé de ella. La mujer es adicta a ir a coger setas y la acompañaré (supongo que se extrañará, pero da igual). Hoy los árboles se convertirán en mis amigos, porque le diré que tiene un río pequeño y que ha de saltar al otro lado del río. Lo que espero es que dé un paso atrás para hacer un salto mayor, que luego se abalance y que se dé con la cabeza en el árbol. Y si no funciona el plan, ya me las arreglaré para escaparme de ella. Y volveré a mi antigua felicidad. Mi hermana. Deseadme suerte. Marina Casas Ares Marí
6. LAZARILLA Y LA BELLEZA Al día siguiente, como me parecía que allí no estaba segura, me fui a otro pueblo llamado Torre. Andando por el pueblo, me encontré con un mercadillo lleno de gente en medio de una plaza y no pude perder la oportunidad de ponerme a cantar y así poder ganar algo de dinero para poder comer. La verdad es que no me había ido mal la actuación improvisada en el mercado, a la gente le gustó ver algo diferente y me dieron bastante dinero. Paseando por la plaza, pensado qué podía comprar con ese dinero, de repente vi a unos niños jugando a la pelota y comiendo unos bocatas de chorizo y me entró mucha hambre. Me acerqué a preguntarles dónde se encontraba la pastelería más cercana y me dijeron que si giraba a la derecha y luego a la izquierda la encontraría. No me fiaba mucho de esos chicos pero como tenía mucha hambre les hice caso y fui por el camino que me dijeron, y por lo que vi no me habían engañado. Al entrar a la pastelería me choqué con una señora y se le cayó una tarjeta. Se la recogí, pero se fue muy rápido y pensé que tenía prisa. En la tarjeta ponía “Centro de Belleza”. Me compré dos magdalenas con mermelada de fresa y me fui a ver si encontraba ese centro, pero antes me eché una siesta en un banco ya que estaba muy cansada. Cuando me desperté me fui a dar una vuelta y topé con el centro de belleza. Vi entrar a la señora a quien se le había caído la tarjeta y le quería pedir perdón por el golpe de antescuando entre todos se quedaron callados observándome y al cabo de un minuto oía como me criticaban y se reían de las pintas que llevaba, me empezó a sentar muy mal lo que decían y de pronto oí unos gritos diciendo “¿qué es este alboroto?”, era la jefa del centro de belleza y cuando me vio me hizo pasar a su despacho y me dijo qué hacía allí, le conté toda mi historia y muy amable me ofreció una taza de té verde. Entonces me propuso un trabajo de señora de la limpieza y me dijo que a cambio me daría de
comer. Yo, encantada, le dije que sí. Ella me dio unos zapatos y un uniforme digno para trabajar allí. Empecé a trabajar, los primeros meses me fue dando de comer pero unos meses más tarde parecía que ni se acordaba de mí. Le pregunté por la comida que ya no me daba y me dijo que si quería comer que hiciera bien mi trabajo. Yo lo intentaba hacer lo mejor que podía, pero ella me decía lo contrario. Esa señora se estaba aprovechando de mí de mala manera porque le hacía todas las tareas y no me daba nada a cambio. Un día la señora me dijo que limpiara el almacén y cuando entré en el almacén, ¡era un paraíso!, un lugar donde todas las mujeres querían estar. Había montañas y montañas de productos de belleza, desde productos para el pelo hasta para el cuerpo y también estanterías llenas de maquillaje. Como mi jefa no me daba de comer pensé en coger unos cuantos productos y vendérmelos para sacar un poco de dinero con ellos. El día del mercadillo cogí una mesita y puse todos los productos que había cogido en el almacén y los puse en venta, la verdad es que saque mucho dinero y desde ese día no pude parar de robarle a mi jefa productos del almacén. Aina Minguell Ariadna Iglesias
7. LA LAZARILLA MULA Aun estaba con el trabajo de repartidora, no me pagaban mucho y me faltaba dinero para comer y pagar el alquiler. Un día, mientras estaba repartiendo, se me cayó una caja y se entreabrió. Yo, cegada por la curiosidad, quería ver qué se hallaba dentro, y vi algo que no tendría que haber visto. Me dijeron que llevaba fruta, pero lo que llevaba realmente era bolsas llenas de diferente droga. Nunca había visto tanta cantidad de droga junta y eso que yo he visto mucha. Me encontraba en un momento económico muy malo. Conocía a un amigo mío que me la podía vender si íbamos a comisión, así que sin que nadie me viese me lleve una caja llena de droga y rápidamente la dejé en casa. Allí llame a mi amigo. Él me dijo que vale, pero que un 40% sería para él., Acepté porque no me importaba, lo estaba pasando muy mal. Mi amigo conocía a un narcotraficante muy rico y se la vendió toda en un día, sacó 100.000 euros, 60.000 para mí y 40.000 para él. Estaba muy contenta ya que con ese dinero me podría cambiar de piso porque la casera que tenía era muy pesada. Fui a alquilar un piso de la periferia. Ya llevaba dos semanas sin ir a trabajar porque no me gustaba ese trabajo, aparte de que era ilegal. A las semanas recibí un mensaje privado que decía “¿Dónde está la droga?”. Yo estaba muy asustada, ellos ya sabían que les faltaba una caja entera de droga y me dijeron que les devolviera la caja por las buenas. Le dije que no la tenía, que la había vendido. Entonces ellos, enfadados, me dijeron que les devolviera todo lo que había sacado, pero yo, que estaba muy ilusionada, con mi nueva casa les dije que no y les amenacé con que diría a la policía todo el negocio de droga que tienen montado. Ellos me dijeron que vale, pero que no dijera nada.
Pero la tragedia llego una semana más tarde. Uno de sus matones me encontró y sin piedad y sin que les importara que fuera una chica me empezaron a dar patadas y puñaladas. Ellos no me mataron porque querían que les devolviera el dinero. A la mañana siguiente desperté en un descampado con una cicatriz en la espalda, me habían robado un riñón. Raül Cugat Eric Grosu
8. LO QUE LE SUCEDIÓ A LÁZARA CON UN BANQUERO Me acababan de echar de mi trabajo con el (clérigo). Literalmente me echó de su casa a patadas y me dijo que no volviera. Tuve que sacar fuerzas e irme de allí. Me dirigía a Barcelona, para buscar otro trabajo, porque no podía seguir más días en la calle. Cuando llegué a la gran ciudad, me crucé con un señor que iba bastante bien vestido y bien peinado. Me miró, yo le miré, y él me dijo: -¿Qué haces así en la calle? -Busco trabajo señor- le contesté -Pues tienes suerte hoy chica, tienes suerte, busco secretaria para que me ayude con mis papeles, mis reuniones…Pues vente conmigo vivirás en mi apartamento.
Nos sentamos en una especie de banco, y me hizo bastantes preguntas, de dónde era, cómo había llegado hasta aquel lugar. Cuando acabamos de hablar, nos quedamos callados un buen rato, solo se oía rugir mi estómago. Me fijé en la casa y solo veía paredes, no había ni muebles, ni se oían pasos de algún ser vivo. Me comenzó a dar mala espina aquella casa. Como veía que no me iba a dar comida, saqué de mi chaqueta una pequeña chocolatina. Él me vio: -¿Qué comes, chica? Yo me acerqué y le enseñé la chocolatina. Me cogió un buen trozo y lo devoró en un momento. Ya se hizo de noche y ni si quiera cenamos, se le veía muy concentrado con sus papeles, parecía que tenía bastante trabajo. Me miró, y me dijo que podía dormir en ese cuarto, abrí la puerta y solo había una cama con aspecto viejo, me daba miedo dormir ahí.
Le seguí un buen rato andando, en medio de la multitud, eran las once y aun no había comido nada des de hacia unos días. Andábamos más y más, se notaba que era un hombre de negocios, hasta que el reloj dio la una del mediodía y nos paramos delante de una puerta. El hombre sacó una llave de su bolsillo, abrió la puerta y entramos. La entrada era muy oscura, daba miedo pasar.
Llegó la mañana, nos levantamos y el banquero comenzó a organizar sus papeles y a ponerlos en su maletín. Para lo visto yo no le hacía mucha falta para esto. Él me dijo que me quedara a vigilar la casa, a hacer la cama y luego tenía que ir a buscar agua. Mientras, él iba a trabajar y no volvería hasta tarde. Hice la cama deprisa, porque necesitaba salir de esa casa, no sabía cómo compraría el agua, no me había dado nada de dinero. Hurgué
todos los rincones, pero en esa casa no había nada. Salí a la calle y vi unas botellas vacías, las cogí y decidí llenarlas en una fuente. De lejos vi al banquero hablando con dos mujeres, le invitaron a comer, pero como él no tenía ni un euro, dijo que no. Luego sin que me viese volví a casa.
Entonces resulta que él ya había comido, y se quedó tan ancho, ayer no cenamos y hoy come él solo. No lo entiendo. Me obligó a guardar la comida que me habían dado para mañana, y no pude probar ni un bocado. Luego me dijo que la gente no podían saber que vivía con él para poner a salvo su honra. Me di cuenta de que ese hombre fingía aparentar lo que no era, se fue a revisar sus papeles, y yo como siempre, a dormir en una mísera cama. Mariona Porta
Esperé sin hacer nada, como veía que tardaba mucho, fui al centro a buscar algo de comida. A una vendedora le di pena y me dio un poco de pan y embutido. Cuando llegué a casa, él ya había llegado. -¿De dónde vienes?- me preguntó - He estado aquí todo el día, pero cuando vi que no venía, me fui al centro a por comida.
9. LAZARILLA, SECRETARIA DE UN BANQUERO Era secretaria del gran banquero Sr. Cugat. Parecía muy rico, pero en realidad, era más pobre que yo. Ese día me dijo que había alquilado otra oficina para el banco. Y que fuese a comprar vodka de garrafón y galletas María, para la inauguración. De camino a la piruleta,vi cómo venia un coche fúnebre y todos los familiares detrás. Continué caminando y me fui a comprar. Me dijo que tenía un descampado con casas. Desde que estoy en la ciudad he engañado a muchos ancianos con créditos fantasma. Luego, llegó una anciana a casa y le pidió el dinero de la prostituta, luego dijo que se iba a buscar el dinero. Pero ya no volvió. Después, la anciana entró a robar pero no encontró nada. Y tras rebuscar mucho finalmente me cogió por el cuello y me dijo: - Dame el dinero o te mato. - Lo único que tiene mi amo es un solar con casas en Entrepenes (Asturias). Y ella me dijo: - ¿Te estás riendo de mí? - No, eso es lo que me dijo mi amo. Vino mi vecina y me salvo diciéndole que yo era un novato y que hacía poco tiempo que trabajaba para él. Ella se lo creyó y se fue a buscarle. Mi amo ya no volvió jamás. Y así es cómo me abandonó mi tercer amo. Marc Asensio Adrià Vilalta
10.
LOS ZAPATOS DE LA LAZARILLA
Un día, fui a comprarme unos zapatos nuevos ya que los otros ya se me quedaban un poco viejos y quería cambiar un poco de aires, así que aposté por mis primeros zapatos de tacón. Sin embargo, me acompañó mi amiga Sonia, una loca por la moda y con mucho estilo. Ella conocía una tienda donde vendían zapatos a buen precio y, encima, tenía buena relación con el empleado que hacía el horario de tarde. Pasamos mucho rato ahí dentro probándonos diferentes tipos de tacones, por desgracia mi amiga rompió unos y tuvimos que pagarlos también. Media hora después, por fin encontré los tacones de mis sueños, sin dudar, me los compré. Una semana después de la tarde de compras con Sonia, los hermosos zapatos se me rompieron, y la verdad, pensé: qué suerte, no me gustaba andar con ellos. Y desde aquel día no he vuelto a comprarme unos tacones nunca más. Alba Caba Marta Casals
11.
LA LAZARILLA Y EL ESTAFADOR
12. LO QUE LE PASÓ A LA LAZARILLA CON UN VENDEDOR DE ASPIRADORAS
El estafador subió al estrado, y de rodillas suplicó a Dios que le creyeran, que él nunca había estafado a nadie, y ya que era muy religioso, pidió a Dios que si de verdad él mentía, que le castigara a él, pero que si era el alguacil el que mentía, que le castigara a él. No había acabado la frase cuando de repente el alguacil empezó a vomitar y echar espumarajos por la boca como si le hubiera poseído el demonio. Vinieron dos ambulancias a toda prisa para salvar al pobre alguacil. Mi amo estaba en silencio, pensativo. Por votación de los que estaban presentes en ese juicio, tanto mi amo como el alguacil quedaron libres, y se hicieron famosos por el lugar por la posesión que tuvo el alguacil, cosa que les hizo ganar bastante dinero. Cuando terminó todo, vi reírse a mi amo con el alguacil, cosa que me hizo pensar que fue todo un plan maquinado por el ingenioso de mi amo. Estuve con el casi cuatro meses más, con el que pasé varias penas.
Por casualidad, me encontré con un vendedor de aspiradoras que iba recorriendo las calles en busca de compradores fáciles de engeñar. Yo iba a hacer la compra porque a mi madre le faltaba sal para hacer la comida cuando me paró con su furgoneta y me preguntó: -
¿Quieres comprarme una aspiradora, bonita? -dijo después de levantar la ventanilla de la furgoneta.
-
Es de muy buena calidad, a un precio asequible, con multifunción y estoy seguro de que a tu madre le va a encantar prosiguió.
-
No, gracias señor. Solo me ha pedido que le compre sal y no llevo bastante dinero como para comprarla -dije yo con un tono
Isaac Bravo
educado. -
¿Está usted segura? -intentó de nuevo.
-
Sí, señor. No necesitamos ningún aspirador en casa.
Estuvo media hora intentando convencerme de que le comprase un aspirador hasta que se cansó y me explicó que hacía varios días que nadie le compraba nada y que necesitaba dinero para poder pagar sus gastos y para poder mantener a su familia. A mí me dio por escucharle. Le dije que si quería que la gente le comprase algo tenía que parecer más convincente y ser un poco más amable y menos insoportable como hacía yo cuando quería conseguir alguna cosa de mi madre. Permanecimos hablando otra media hora cuando me acordé de que había prometido que a las dos del mediodía estaría en casa y solo
faltaba un cuarto de hora para que diesen la hora punta, así que me despedí y reprendí mi camino hasta el supermercado más cercano. Cuando llegué allí, me encontré de nuevo al vendedor de aspiradoras, pero esta vez estaba parado en medio de la calle y parecía discutir con otro vendedor ambulante en el logo de cuya furgoneta ponía: “venta de aspiradoras”. Parecía mucho más joven y llevaba una camiseta con el mismo logo de la furgoneta. Entonces, decidí pasar del tema y comprar la sal que hacía una hora que debía haber comprado.
13. LA LAZARILLA SIRVE A UN CAPELLÁN Y TRABAJA EN UNA TIENDA ILEGAL Había una vez una chica, ni pobre ni rica, una niña muy simpática. Ella era bajita, siempre llevaba unos pantalones pitillo que le encantaban, un jersey de lana ancho, y unos zapatos Adidas de imitación que había encontrado en la calle. Esa chica era yo.
Al salir, vi que el hombre que me había encontrado antes seguía discutiendo con el otro vendedor de aspiradoras, pero esta vez se estaban gritando y había mucha gente que intentaba calmarlos. Me acerqué para oír mejor la conversación: -
¡Eres un falsario! Vendes aspiradoras de segunda mano y a un precio muy por encima de su valor. -decía el hombre que me había encontrado minutos antes.
-
¡Y tú eres un estafador! Dices a la gente que tus aspiradoras persisten mucho más tiempo cuando sabes que todas son iguales -contraatacaba el otro hombre.
Al final, tuvieron que separarles porque parecía que la pelea llegaría más allá de insultarse mediante el habla. En el momento que vi que el hombre con que me había topado antes estaba mucho más relajado, me arriesgué a preguntar qué había sucedido. Él me contestó que el joven se había puesto en su camino y no quiso dejarle pasar porque estaba vendiendo un aspirador a una señora mayor y él que no podía perder más el tiempo se enfureció y todo comenzó a desencadenarse.
Aran Porta
Soy de familia pobre, pero siempre me había ganado mis dinerillos para comprarme mis cosas. Ahora estaba sola, sin familia, y tenía que encontrar algún trabajillo que me permitiese comprar comida y ropa. Estaba en un pueblo pequeño, con una catedral muy conocida. Entré,
estaban oficiando una misa, pero me esperé a que terminasen para pedir al señor capellán si me dejaría trabajar con él y ganarme algunos euros. Aceptó mi trato, yo no quería mucho dinero, solo el suficiente para sobrevivir. Me dio una bicicleta, papeletas que anunciaban las misas de los domingos y empecé a repartirlas por todo el pueblo y por los alrededores. Eso fue lo primero que hice como ayudante, y la verdad no me iba nada mal. Al capellán le daba 10 euros cada día por la comida que me daba y lo restante me lo quedaba yo para mis gastos. Me fue tan bien en el trabajo que al cabo de unos cuatro meses ya tenía suficiente dinero para comprarme este altavoz inalámbrico que tanto había anhelado. Todo y que sabía que era de segunda mano y estaba un poco lleno de polvo, me tomé aquello como una pequeña victoria personal. Desde el momento el que me compré aquel altavoz vi que era capaz de conseguir lo que quisiera. Después le devolví la bicicleta al capellán y le dije que muchas gracias, pero que yo ya no quería trabajar más con él y me fui a buscar algo que me interesara más para poder ganarme un poco más dignamente la vida. Me despedí del capellán y entré de canguro de los hijos del aguacil. Pero viví muy poco con él porque el oficio me pareció peligroso. Mayormente porque una tarde los niños me corrieron a pedradas y a palos. Yo salí huyendo y no me alcanzaron pero mi jefe les quiso frenar y ellos lo maltrataron. Por esto deshice el trato. Teresa Baiges Maria Mir Blanca Sisteré
14.
FINAL DE LA OBRA
Pensando en todo lo que me había sucedido robé una bici y volví a Torregrossa. Estuve durante unos días viviendo por la calle y comía del bar 9.6 de las sobras que me daban. Dormía en los jardines municipales. Finalmente, me decidí y me fui al ayuntamiento a buscar al alcalde. Estuve con él y le expliqué lo dura que había sido mi vida durante estos años. Así que me ofreció alojamiento en un cobertizo suyo. También me daba de comer. Me dio varios trabajos: a primera hora de la mañana siempre hacía la cama, le preparaba el almuerzo y limpiaba la casa. Luego cuando él iba a trabajar yo me iba a recitar el pregón, gracias a esto aprendí a leer. Por la tarde me iba al ayuntamiento a limpiar el edificio. Durante el anochecer iba a pasear los perros del alcalde. Llegaba a casa muy cansada. Trabajé durante muchas semanas para poder tener suficiente dinero guardado y así, poder comprar ropa y algo de comer por mí misma. Las cosas me iban bastante mejor en comparación con la vida que había tenido. El alcalde tenía un hijo de la misma edad que yo. Era un chico muy atractivo y amable. A veces me acompañaba a pasear los perros. Un día, después de pasearlos, me acompañó al cobertizo donde yo dormía, y vi que en mi cama había un vestido precioso. Me lo había comprado Sergio, el hijo del alcalde. Era para salir de fiesta aquella noche. Nos lo pasamos muy bien y tal vez bebimos demasiado, y debido a la gran cantidad de alcohol que nos tomamos acabamos juntos en la cama. A partir de entonces quedábamos como mínimo dos veces por semana, pero había un problema, estaba casado. Pasaron semanas y semanas y seguíamos viéndonos, pero yo me cansé de ser solo su amante y le pedí que si de verdad me amaba que dejara a
su mujer y montásemos una vida juntos. Pero él no lo quiso aunque de verdad me amaba, no quería dejar sola a su mujer. Así que seguí con mi vida de pregonera y criada intentando no cruzarme con Sergio para así no ponerme más triste.
Gemma Balcells David Corbella
Imprimióse para la red en Mollerussa, el octavo día del mes de marzo de 2017, un día del Ventoso republicano, el día de la mujer. https://es.wikipedia.org/wiki/D%C3%ADa_Internacional_de_la_Mujer
#8demarçlaserra 8 de marzo de 2017 Mollerussa