Por la arquitectura

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El Paraíso… ¿perdido?













































Introducción al Libro del Congreso La pérdida de nuestro compañero Luis Moreno Mansilla que nos acompañó en la inauguración del II CONGRESO DE ARQUITECTOS DE LA REGIÓN DE MURCIA, pronunciando la conferencia inaugural, empaña de tristeza este aniversario en que presentamos el libro compendio del que fue y será ya siempre considerado como uno de los más importantes momentos de la historia de nuestro Colegio y de nuestra Profesión. Recordaremos siempre aquellos importantes y emotivos momentos en que, con la maestría del amigo y la sencillez del genio, Luis nos introdujo de lleno en el sentimiento de la Arquitectura en el que ya irremediable discurrió un Congreso que sin duda marcó nuestras vidas y nuestro futuro. La profunda crisis que vive nuestra profesión, con la mayor virulencia conocida supuso que la convocatoria de este congreso fuera la primera de las iniciativas que la Junta de Gobierno puso en marcha el mismo día de nuestra toma de posesión. Era necesario reflexionar acerca de nuestra situación, en conjunto, unidos, en un foro de expresión, de ideas y debate libre y participativo.

El Segundo Congreso de Arquitectos de la Región de Murcia ha supuesto con seguridad la respuesta ante ello y la reafirmación de nuestra condición de Arquitectos por encima de todo. Preciso es destacar la generosidad de una profesión que, ante la peor crisis de nuestra historia, en lugar de entregarse a un comprensible ejercicio de auto contemplación, destinó la mayor parte de sus reflexiones en el Congreso al tratamiento de los problemas de la sociedad y a diseñar las respuestas de los arquitectos ante ellos. Porque esta crisis de múltiples componentes se agrava ante la inmensa carga de responsabilidad que soportamos los arquitectos en España, pesando casi exclusivamente sobre nuestras espaldas la seguridad de la vivienda y los espacios de relación en que habitan millones de personas. La necesidad del cumplimiento y el intento de concordancia entre la creciente maraña de normativas y disposiciones tanto urbanísticas como técnicas, muchas de ellas contradictorias entre sí, algunas de imposible definición, otras de extraña procedencia o inútil aplicación, acaba consumiendo cada vez con mayor protagonismo el grueso de nuestro tiempo, y constituye una de las mayores dificultades de


nuestro ejercicio profesional. En tal situación, venimos sufriendo graves y nuevas agresiones, todas desde la esfera de una legislación supuestamente transcrita del escenario europeo aunque, como podemos fácilmente verificar, esta suposición se aleja notablemente de la verdad. Quizá el más agresivo ataque contra la Arquitectura lo haya representado el intento de descomposición de la formación del Arquitecto, dentro del llamado Plan o Proceso de Bolonia. Esta trasposición ha supuesto para la práctica totalidad de las enseñanzas universitarias su degradación mediante la reducción de las materias y del tiempo de permanencia del estudiante en la Universidad, el cambio de licenciaturas por grados de menor duración y contenidos, en un totum revolutum de títulos y denominaciones que se pretende compensar mediante la creación de los llamados máster o cursos complementarios a los grados, pero al margen de la relativa gratuidad de la enseñanza pública en una babel semántica que poco ayuda a la clarificación del espacio académico y profesional. Aunque la Arquitectura, con gran esfuerzo y desgaste, fue finalmente considerada, en parte, atendiendo a su singularidad, las extrañas vías de trasvase que el nuevo sistema posibilita mediante ambiguas denominaciones, vericuetos y transversalidades ha supuesto quizá la más seria amenaza para la Arquitectura por quienes, curiosamente, pretenden practicarla sin profesarla. ¿Qué motivaciones pueden mover a algunos a intentar ejercer la Arquitectura sin ser arquitectos? ¿Por qué sencillamente no cursan las enseñanzas correspondientes y se forman como hemos hecho los más de cincuenta mil españoles que lo somos? La garantía que supone y fundamenta la cualificación y titulación profesional para asumir las responsabilidades de su ejercicio, no puede verse sustituida por afirmaciones más o menos interesadas sobre supuestos conocimientos de quien pretende invadirla. En todos los casos debe ser preciso acreditar la condición correspondiente en los modos y formas establecidos en las leyes para alcanzar la competencia, es decir, la posibilidad de asumir una responsabilidad social. La convivencia democrática, fundamentada en el respeto a las leyes (y por tanto a la sanción de su incumplimiento) no

puede admitir conductas de fraude. Y mucho menos puede premiar a quienes así lo pretendan. En suma, los defraudadores, tramposos y timadores no deberían, no deben encontrar cabida en una sociedad madura. El intrusismo profesional es un delito y un fraude particularmente grave en los casos en que entra en juego la seguridad física, social y jurídica de las personas. Y los poderes públicos, lejos de contribuir a su extensión con posiciones tibias o permisivas, falsamente liberalizadoras, tienen el deber y la responsabilidad de evitarlo e impedirlo. La fundamentalista prohibición a las organizaciones profesionales de establecer ningún tipo de orientación económica sobre los modos de ejercicio, basada en una legislación que pospone todos los principios éticos y deontológicos a la libre competencia y a las leyes de los mercados, para los arquitectos (y en general para todos los profesionales en ejercicio libre con responsabilidades deontológicas) supone en la práctica una injusta violencia de las condiciones de trabajo llegando a crear situaciones de verdadera indefensión. En España existen en todos los mercados laborales medidas de regulación y protección económica. El trabajo de los arquitectos queda fuera de esa regulación y esto supone una gravísima discriminación para los profesionales en ejercicio libre. Es inadmisible pretender la equiparación de los servicios profesionales a los objetos de mercado, su tratamiento como simples productos de consumo sometidos a las sacrosantas leyes de la oferta y la demanda. El servicio que presta el Arquitecto no es un mero objeto de mercado, sino que supone el ejercicio de los conocimientos adquiridos por el profesional en las materias de su competencia (ahora sí, competencia en su significado de capacidad, aptitud, idoneidad, etc., y no en el que tanto se defiende en cierta legislación: emulación, antagonismo, rivalidad, disputa, contienda, etc.) y ello en un marco de especial exigencia procedente de la gran responsabilidad que el profesional adquiere en el proceso de prestación de sus servicios, de su trascendencia y su función social y de la garantía de la seguridad de las personas. El Congreso ha denunciado el reiterado ataque contra las estructuras organizativas profesionales como instituciones civiles en que pueda residir un mínimo de libertad y capacidad de intervención en la sociedad al margen de las je-


rarquías de poder público preestablecidas. Camuflando las intenciones de estas cargas legislativas bajo el paraguas u ómnibus de una pretendida convergencia con Europa o de la defensa de la libertad de mercado (al parecer la única que parece interesar en ciertas esferas) en realidad se está pretendiendo desconectar y desactivar a los colectivos profesionales y a las organizaciones civiles de la actividad pública. Olvidan quienes hoy pueden ejercer libremente sus derechos ciudadanos democráticos que lo deben en gran parte a las históricas actuaciones de los Colegios Profesionales y a su decidida posición progresista, constituyéndose en su día en foros de pensamiento, cultura y libertad cuando tales opciones resultaban prácticamente inexistentes e imposibles en nuestro país. El ataque a las estructuras asociativas civiles que puedan significar foros de pensamiento y de opinión libre, supondría una gravísima acción de manipulación social y de desactivación cultural que de ningún modo debemos admitir. El Congreso, ante el Programa de Actuación del Consejo Superior de los Colegios de Arquitectos de España y desde la reflexión y debate de las Ponencias y Comunicaciones aportadas, plantea a la Sociedad junto con el compromiso ético, estético y técnico de los arquitectos, un justo e irrenunciable conjunto de reivindicaciones y propuestas: 

Los Arquitectos exigimos la normalización de la financiación inmobiliaria y la necesaria reactivación de la obra mediante los nuevos modelos de desarrollo en equilibrio y como herramienta indispensable para la recuperación económica en general.

Apostamos por la promoción de la rehabilitación como necesario complemento de la producción y renovación de las ciudades, desde la perspectiva de la necesaria sostenibilidad medioambiental, económica y humana.

Los poderes públicos deben fomentar la concienciación y formación del usuario de la Arquitectura que ha de ser consciente de la importancia del mantenimiento y conservación del patrimonio inmobiliario.

Reivindicamos la urgente modificación de la Normativa de Concursos a fin de que en la concepción y desarrollo de la Arquitectura prevalezcan los valores trascendentes, sociales, funcionales, estéticos y éticos sobre los meramente mercantilistas y monetarios.

Exigimos el respeto y valoración que merece nuestro trabajo profesional y la imprescindible cobertura económica y social que permita su desarrollo en condiciones de equidad y libertad, con absoluto respeto a la objeción de conciencia profesional y al derecho a informar de acuerdo con el leal saber y entender del Arquitecto. La prestación de los servicios profesionales y la responsabilidad consecuente no es un producto de consumo o intercambio. En su desarrollo intervienen componentes humanos, estéticos, éticos y sociales que exigen su regulación y tratamiento desde perspectivas que trascienden de meras condiciones mercantilistas debiéndose fijar un marco de relación que garantice suficientemente su defensa.

La recuperación y transformación del proceso de producción y renovación de las ciudades requiere el compromiso en todos los ámbitos de la totalidad de los agentes implicados en el proceso edificatorio.

La Ley de Ordenación de la Edificación española, doce años después de su aprobación aún no se ha puesto en vigor en su totalidad. Esta inadmisible situación debe ser corregida, activando la totalidad de sus disposiciones, principalmente la exigencia de la responsabilidad y seguro trienal, de manera que todos los agentes de la edificación intervengan desde ahora en condiciones de equilibrio y equidad.

La formación del Arquitecto, dentro del proceso de convergencia europea, debe resolverse a favor de la calidad, evitando la tentación minimalistamercantilista, y reafirmando el conocimiento global y generalista de nuestra profesión, de sólida formación humanística y estética pero también


conceptual y técnica, incluyendo, como siempre ha sido, la formación técnica superior, sus responsabilidades y competencias. Desarrollando el carácter integral de nuestros conocimientos y, a la vez, profundizando en la especialización individual en los diferentes campos y materias del ejercicio profesional. Los poderes públicos deben propiciar el incremento de la calidad de la enseñanza como un valor fundamental, lo que constituye la mejor inversión de futuro para nuestra sociedad. En la enseñanza de la Arquitectura los españoles debemos continuar representando en el contexto europeo y mundial el mejor modelo existente de formación, tal y como se ha venido reconociendo desde siempre en todo el mundo. Quisiera concluir esta introducción con la expresión del más profundo agradecimiento a todos los amigos que nos acompañaron en las jornadas del II Congreso y muy especialmente al Sr. Presidente de ASEMAS D. Fulgencio Avilés, Sr. Presidente de la Asociación de Promotores D. Juan Hernández, Sr. Concejal de Urbanismo del Ayunta

miento de Murcia D. Fernando Berberena, al Ilmo. Sr. Decano del Colegio de Granada D. Emilio Herrera, al Ilmo. Sr. Presidente del Consejo Andaluz D. Luis Cano, Ilmo. Sr. Secretario General del Consejo Superior D. Enrique Soler, Ilmo. Sr. Presidente del Consejo Superior D. Jordi Ludevid, Ilmo. Sr. Director General de Territorio y Vivienda D. Antonio Navarro, Excmo. Sr. Consejero de Obras Públicas y Ordenación del Territorio D. José Ballesta, y al Excmo. Sr. Presidente de la Comunidad Autónoma D. Ramón Luis Valcárcel. Gracias a todos los compañeros que de uno u otro modo colaboraron en la convocatoria y organización de este congreso. A los participantes, ponentes y miembros del Comité Organizador que con total desinterés y entrega dedicaron tantas horas a conseguir que este Congreso pudiera llegar a ser una realidad. Y especialmente quiero expresar el agradecimiento de todos a nuestra compañera Vicedecana Dª. María Pérez Zulueta, Presidente del Comité Organizador, que con su esfuerzo, su simpatía y su paciencia supo hacerlo posible.




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Solicitar a todas las asesorías jurídicas de todos los Colegios un dictamen acerca de la condición de crédito refaccionario de nuestros honorarios profesionales. Reunidos todos estos dictámenes encargar a un gabinete externo de reconocido e indiscutible

prestigio en el ámbito jurídico correspondiente un dictamen – estudio jurídico como compendio y desarrollo global que permita fijar los conceptos con total fundamento frente a terceros. Producir la difusión máxima posible de este Dictamen mediante su publicación, envío a las Instituciones, publicidad en medios de comunicación, etc., para reafirmarlo como un concepto básico incuestionable y generalizado en la opinión jurídica, pública y general. Utilizar este Dictamen en todas las reclamaciones de honorarios que puedan producirse desde las diferentes asesorías jurídicas, y en que pueda resultar pertinente, a fin de ir creando y asentando doctrina jurisprudencial que reconozca la incorporación del esfuerzo y trabajo profesional, creativo, intelectual y físico del Arquitecto al valor del objeto inmobiliario – o incluso no inmobiliario – en que se han materializado nuestras ideas, conocimientos, cálculos, dibujos, inspecciones, visitas de obra, decisiones, riesgos, tiempo y trabajo en general.



































































Siendo: P = precio K = cantidad para P oo K para P 0 K

0 oo

Siendo: P = precio K = cantidad para P = 0 K=0 para P oo K Kmรกx

=







La financiación de los Colegios: las “cuasitasas”

La exigencia de titulación para el ejercicio de la profesión La obligatoriedad de la colegiación Los requisitos de la colegiación La prohibición de crear varios Colegios con el mismo ámbito territorial Restricciones territoriales Restricciones a la publicidad Restricciones a la estructura del negocio Otras limitaciones. Restricciones a la libre fijación de los precios de los servicios profesionales El cobro de honorarios a través de los Colegios






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Una calidad cero requiere un coste cero para su obtención. Existe una determinada calidad inalcanzable para un producto o servicio (que consideramos teóricamente perfecta, pero de dimensión finita) a la que no se podrá llegar, es decir que por más que se incremente el coste para su producción ya no será posible aumentar la calidad. La llamaremos Calidad Ideal (inalcanzable y por tanto utópica pero a la que hemos de tender).

En donde: Q = Coste C = Calidad Ci = Calidad Ideal p = Parámetro



Para un determinado servicio o producto y una determinada calidad asociada a él, con un margen de beneficio razonable, existirá un precio deseable de equilibrio, que se determinará en función de la oferta y la demanda en una situación de competencia perfecta o cuasi-perfecta. Dicho precio es deseable que se mantenga dentro de la zona de competencia leal, es decir, dentro del área de beneficios y no debe situarse por debajo de costes, pues dicha práctica únicamente puede deberse al dumping, práctica indeseable, o a la generación de pérdidas involuntarias, que conducirá a la ruina a la empresa.











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Existe un único perceptor del servicio: La Administración Hay numerosos prestadores dispuestos a competir en la contratación del servicio que se hará a futuro.






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En particular han de evitar disposiciones o medidas excesivas o discriminatorias que dificulten que un profesional con la debida habilitación pueda libremente colegiarse cuando ello sea necesario para ejercer la profesión y para poder competir en condiciones de igualdad con los profesionales ya colegiados.

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Disposiciones o medidas que pudieran dificultar el que los profesionales presten sus servicios, con carácter ocasional o permanente, en otros territorios distintos del aquél en el que normalmente o principalmente operan.


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últimos diez años se ha duplicado el número de arquitectos en la región. Además tenemos alrededor de 400 arquitectos que vienen a trabajar desde otros puntos de España. - ¿Existe intrusismo en esta profesión? - La arquitectura es tradicionalmente la profesión con una incidencia más preocupante de intrusismo que otras profesiones. Porque colateralmente al ejercicio de la arquitectura como tal, determinadas profesiones no tienen muy claro cuál es su ámbito de trabajo e intenta introducirse en el área de la arquitectura mediante trabajos complementarios, que más tarde nos producen bastantes problemas. Como por ejemplo, naves agrícolas que se convierten en viviendas… -¿Cómo valora la construcción actual en Murcia? - ¿Cuál es el balance de los quince años como Colegio independiente? - Muy positivo. El colegio se ha constituido como una entidad con una presencia social bastante importante. Tenemos una serie de ventajas que no tienen los colegios multiprovinciales y es que el contacto del colegio con los colegiados es más intenso y directo, y por tanto el servicio que pude producir y produce es más personalizado. En cuanto a la trascendencia que en la sociedad tiene el colegio, estamos intentando que cada vez sea mayo, porque el colegio debe servir a la sociedad y facilitar el acceso a la profesión a todos los usuarios con todo tipo de garantías. - ¿Por este motivo se va a crear un servicio telefónico de información al usuario? - Estamos intentando implantar conjuntamente con la federación de municipios y el ayuntamiento de Murcia unos servicios de gestión de toda la normativa urbanística de manera que permita, no sólo a los arquitectos, sino también a los usuarios, coordinar la consulta y la información urbanística en toda la Región. También queremos implantar un servicio de asesoramiento jurídico sobre el ámbito de nuestras competencias para consultar cualquier tipo de duda que puedan tener en el ejercicio profesional. Además hemos puesto en marcha un servicio de gestión profesional, de manera que el usuario que necesite contactar con un arquitecto, y, en principio, no conozca ningún profesional, no tenga que recurrir a un intermediario. - ¿Cuántos arquitectos colegiados hay en estos momentos? - 377 es la última cifra. Todos ellos residentes en nuestra región. En los

- De la construcción de los años 60 a la actual, creo que se ha mejorado mucho. Quiero reivindicar ese éxito para los arquitectos que se suelen encontrar bastante solos en la defensa de la calidad en la edificación. Por su formación, el arquitecto intenta realizar las cosas lo mejor posible, y a veces se enfrenta con que tiene que rentabilizar determinadas inversiones cuando el mercado de la vivienda no tiene unas expectativas muy positivas. El promotor intenta ajustar al máximo las calidades y las condiciones en que desarrolla la construcción, frente a la lógica de la rentabilidad de la industria de la construcción. Afortunadamente, los profesionales de la promoción van percibiendo cada vez más que la construcción, la arquitectura, debe realizarse con mayor calidad. Esto es muy positivo, y por este motivo estamos trabajando con la federación de empresarios de la construcción y promotores para defender la calidad de la vivienda. - ¿Qué opina sobre la organización urbanística de Murcia? La ciudad de Murcia se enfrenta en este momento a la realización de un nuevo Plan General. Después de conocer la propuesta de avance, organizamos unas jornadas de análisis sobre este plan con sus autores y los ingenieros de caminos. Entre las sugerencias propuestas yo destacaría que el planteamiento que se hace de Murcia como cabeza de área metropolitana queda un poco soslayado, porque no se plantea ninguna propuesta de intervención – quizá por un evidente respeto a la autonomía municipal – con los municipios periféricos. Además, a nuestro juicio se pierde la oportunidad de organizar la Región a través de su ciudad cabecera como un enlace fundamental entre el Arco Mediterráneo y Andalucía.













La nueva revista del Colegio de Arquitectos es demostrativa de la buena salud de la arquitectura murciana Dice el decano del Colegio de Arquitectos de Murcia que "la

arquitectura de la Región está entre las mejores de España, lo que significa estar entre las mejores del mundo". Sin duda, quien haya leído la frase de Antonio García Herrero creerá que este señor está influido por "el síndrome Barnés", el concejal de Cultura y festejos de la capital regional, para quien en sus momentos de euforia – recuérdense sus comentarios en la retransmisión televisiva del Entierro de la Sardina – no hay en


el mundo nada que se pueda comparar a “las cosas de esta tierra”. Y esto, que desde la sentimentalidad es perfectamente aceptable, queda un poco ridículo si se dice con intención objetiva, (Aunque tengo que reconocer en el caso de Barnés, que visto el reportaje de una magnífica revista italiana sobre el Entierro murciano – y por el que el Ayuntamiento no ha pagado un duro - a lo mejor es cierto que esta fiesta tiene sus equivalencias con los Carnavales de Venecia; si lo dicen los italianos para su propio consumo, ¿por qué no hemos de pregonarlo nosotros?) Decía más arriba, creo, que el análisis de García Herrero sobre la arquitectura murciana podría parecer excesivo a primera vista o propio de un desvarío corporativista. Pero, ¿por qué no darle credibilidad? Tan grave es pecar por exceso que por defecto, y ya va siendo hora de que, desde esta Región, actuemos sin los complejos de inferioridad que tanto nos atenazan, y en tantas cosas. Las afirmaciones genéricas corno la del decano de los arquitectos, por cuanto hay elementos que pueden respaldarlas, no deben confundirse con delirios folclóricos o soflamas con boina que crean una falsa autoestima. Yo mismo sin ir más lejos, pienso lo mismo que el decano de los arquitectos en mi caso respecto de la pintura. Creo que en la Región de Murcia se esconden algunos de los mejores pintores del mundo, y no estoy hablando precisamente de los más cotizados. ¿Pasa algo? En lo que toca a la Arquitectura hay ejemplos evidentes, que no voy a detallar, que avalan la afirmación de García Herrero. Y ello a pesar de la existencia de un sector social, especialmente localizado en la ciudad de

Murcia que no para de llorar por "la Murcia que se fue” – la Murcia que se fue bien ida está, a tomar por saco – y contempla la Arquitectura contemporánea como una agresión a los divinos paisajes que contienen sus recuerdos idealizados. Este personal, que no concibe una plaza pública sin una fuente hortera en el centro, viene confundiendo arquitectura con arqueología (creen que la Arquitectura debe reproducir hasta el infinito estereotipos fijados en su memoria, lo que, de haber sido un pensamiento constante a través de la historia habría impedido evolucionar desde las cuevas y los palafitos) y, al mismo tiempo, confunde también arquitectura con modernidad (creen que toda construcción ajustada a esta época es “moderna” cuando lo que ellos llaman moderno era ya clásico a mediados del siglo). En fin, en realidad lo que queríamos venir a saludar desde aquí es la aparición de la revista Catálogos de Arquitectura, editada por el Colegio, realizada con una factura impecable, y demostrativa por sus contenidos de que el decano quizá no habla en vano.




































Los arquitectos critican la opacidad de la Ley de Colegios Profesionales













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