Educar en la adolescencia. Adolescencia y estudios

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VOLVER LA MIRADA HACIA LO QUE HEMOS TRABAJADO. HEMOS TRABAJADO En las anteriores sesiones hemos visto que para ayudar a adquirir autonomía a nuestros hijos en todas las facetas de su vida teníamos que tener en cuenta: La adolescencia es un período de cambios físicos, sexuales, psicológicos, sociales e intelectuales que permiten a nuestros hijos pasar de la niñez a la edad adulta. Como todos los períodos de cambio es un tiempo de “crisis”. Los padres y madres somos responsables de acompañar a los hijos e hijas en esta transición para que desarrollen autonomía y responsabilidad y construyan un estilo de vida físico, psicológico y social saludable. Para ayudar a nuestros hijos e hijas en la adolescencia tenemos que tener en cuenta: La autonomía se desarrolla desde la infancia dejando espacios de libertad para desarrollar la responsabilidad según el grado de madurez. No podemos pretender que se adquiera de golpe a los 13 años. Por lo tanto, habrá que empezar a trabajar el tránsito mucho antes: durante toda su infancia. El adolescente para buscar su autonomía se “aleja” de la familia y se refugia en el grupo de iguales en el que prueba identidades hasta que se decide por la suya. Por eso en este período es importante el grupo, o los grupos de amigos. Este alejamiento no significa que no nos necesite. Nos necesita más que nunca. Sabe lo que no quiere, pero no sabe lo que quiere. Por principio nos cuestiona, opone sus valores a los que nosotros le hemos ofertado. Al final, de ese cuestionamiento saldrá su sistema de valores, en el que hemos tenido “mucho que ver”. Es muy importante mantener una relación respetuosa con nuestros hijos/as basada en el afecto, el respaldo y la solidaridad familiar. Tenemos que aceptar que la comunicación con el adolescente va a ser diferente, tenemos que buscar los momentos adecuados para hacer llegar nuestro mensaje, sin herir (mensajes yo) y respetar sus silencios.

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Siguen siendo importantes las normas razonadas y razonables, pero ahora se pactan, igual que las consecuencias de su incumplimiento.

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ADOLESCENCIA Y EDUCACIÓN LA FAMILIA Y LA ESCUELA EN LA EDUCACIÓN Hay que tener en cuenta que, aunque la tarea de educar a los hijos/as es fundamentalmente de los padres (así lo asume un 64% en un estudio realizado por La Caixa sobre familia y educación), en esta tarea no estamos solos. La realizamos con ayuda de instituciones educativas como el colegio y ahora el instituto que a su vez trabajan con instituciones locales o comunitarias realizando actividades de promoción de la salud sobre hábitos saludables, sexualidad, prevención de drogodependencias. Todos participamos de la educación de las futuras generaciones, pero cada uno en su parcela. La familia, es el primer ámbito de socialización donde se adquieren los valores de la cultura a la que pertenecemos. Tenemos que asumir que la familia y la escuela tienen parcelas separadas y parcelas comunes en la educación de los hijos/as y que es muy importante trabajar coordinados a lo largo de toda la etapa de crecimiento de los hijos. Del buen hacer de familias y centros educativos dependerá la educación de niños y jóvenes. LA EDUCACIÓN EN LA ADOLESCENCIA Todavía recordamos cuando nuestros hijos/as acabaron 6º de primaria, ellos y nosotros sentíamos cierta inquietud sobre el futuro, nos mostrábamos temerosos ante el cambio, Era el momento de la incertidumbre. Esta incertidumbre producía en nuestros hijos y en nosotros ansiedad, deseo de conocer lo que les esperaba y de que ya hubiera pasado el trago de integrarnos en la nueva etapa: la entrada en el instituto. Nuestra ansiedad y la de nuestros hijos está justificada porque: Se enfrentan a cambios: • De centro, de profesores, de compañeros. • De etapa educativa: la ESO. • De etapa evolutiva: la adolescencia.

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Para resolver la ansiedad y abordar juntos la nueva etapa es necesario ACOMPAÑAR SU APRENDIZAJE desde la familia.

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ACOMPAÑAR ¿PARA QUÉ? ¿CÓMO? ¿CUÁNTO? ¿POR QUÉ? ¿Para qué? Acompañar para ayudar a crecer, a resolver la dificultad que supone el cambio intelectual de la niñez a la edad adulta. ¿Cómo? • Conocer el instituto o el centro escolar dónde va a permanecer de cuatro a ocho años realizando estudios secundarios, su proyecto educativo, la etapa de la Ed. secundaria, sus profesores, su tutor. Lo hacemos a través de las reuniones colectivas o individuales a las que nos cita la Dirección del Centro o el tutor de nuestro hijo. También si nos informamos de la gestión del centro a través de la AMPA o nuestros representantes en el Consejo Escolar. Así entenderemos mejor a nuestros hijos en sus necesidades de aprendizaje y adaptación al nuevo cambio.

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• Conocer cómo las características de la etapa evolutiva de la adolescencia, cambios físicos, psicológicos, sociales, influyen en el rendimiento escolar. Conociendo las dificultades que puede tener y la mejor manera para ayudar a afrontarlas con éxito desde la familia trabajar desde la niñez. para conseguirlo. Podemos orientarnos asistiendo a sesiones de formación de padres sobre el tema, intercambiando experiencias con otros padres y profesionales, es bueno pertenecer a la AMPA, leyendo bibliografía especializada, requiriendo los consejos del Orientador del centro. o De los 11 a los 16, revolución de las hormonas, pubertad, adolescencia, aparición de nuevo de una etapa egocéntrica, asunción de nueva identidad para entrar en la vida adulta. Rechazan nuestros postulados para crear los propios. No admiten órdenes, pero sí pactos negociados. Parece que no escuchan, pero lo que les decimos lo tienen en cuenta cuando les hace falta. Respetar sus silencios. Qué sepan que nos tienen para lo que necesiten. Lo pasan mal. En los estudios, están capacitados para trabajar con símbolos, entran en la etapa de las operaciones abstractas, pero rinden menos porque las emociones les dominan, aparece la pandilla y luego el enamoramiento, el sexo, las conductas de riesgo con la droga y el alcohol, se sienten cansados, su estado de ánimo pasa de la euforia al abatimiento sin razón aparente… Es más difícil mantener las condiciones ambientales físicas y psicológicas necesarias para el estudio, por eso, buenos estudiantes, si no han adquirido hábitos con anterioridad, aunque tengan capacidades, pueden tener un bache y fracasar temporalmente. Muy importante: servir de modelo, mantener la comunicación asertiva, dejar espacios de libertad para crecer, ayudar a planificar el tiempo de trabajo y de ocio y procurar que lo respeten. Ser constantes en nuestro empeño, felicitar por los logros y animar en las dificultades.

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• Mantener un contacto permanente con el tutor mediante citas, teléfono, intercambio de comunicación por la agenda escolar. Muy importante la primera cita en la que aportemos a éste datos de su vida académica y familiar (buen rendimiento o dificultades en cursos anteriores, identidad, dificultades de relación etc.) que le sirvan de referencia para conocer y comprender mejor a su tutelado.


• Respetar sus necesidades para el aprendizaje físicas, psicológicas y ambientales: propiciar hábitos saludables: alimentación adecuada, descanso suficiente; Un chico bien alimentado, que descanse lo suficiente, fortalecido por el deporte (favorece actitudes de empatía, de trabajo en equipo, de superación en el esfuerzo por uno mismo y por los demás) está mejor preparado para el ejercicio intelectual que requiere el aprendizaje. o ambiente cultural propicio, actividades de ocio enriquecedoras. Si nuestros hijos respiran un ambiente cultural en casa: libros, música, teatro… su aprendizaje se verá facilitado. o Lugar y ambiente adecuado: habitación, mesa independiente, material preparado, sin distractores, buena luz por el lado contrario al que escriben. o Tener en cuenta sus necesidades emocionales: sentirse queridos comprendidos y respaldados. • En la adolescencia, es conveniente intentar que nuestros hijos adquieran las necesarias técnicas de trabajo intelectual. Para ello es conveniente que aunque son ellos los que aprenden guiados por sus profesores, nosotros sepamos “de qué va” y les orientemos. Pedir ayuda al tutor y orientador del centro. Sobre todo que fomentemos el esfuerzo, que favorezcamos la adquisición de hábitos de trabajo continuados. Los deberes son necesarios en esta etapa del instituto, es el momento en que se encuentran solos ante la tarea, les confiere autonomía, además de la explicación y el trabajo en clase, el repaso, el estudio, la realización de más ejercicios en casa hace que el conocimiento se haga sólido y permita el avance en el aprendizaje sin puntos débiles, ni lagunas. • Hay tiempo para todo. Enseñar a usar la agenda y a planificar los momentos del día, de la semana y sí fuera necesario, del mes o el trimestre (pedir ayuda al Dpto. de Orientación si lo vemos necesario). De nuevo, ¡cuidado con la TV! - Incluir en su calendario de trabajo un tiempo diario adecuado a su nivel y madurez para el trabajo intelectual en casa. - Empezar y terminar por materias de menos dificultad y entre estas trabajar las que resulten más duras.

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• Responsabilizarles del rendimiento en sus estudios según su capacidad y de su trabajo en el centro escolar. Mantener la misma línea que el centro escolar trabajando juntos. Si no cumple con “su obligación”, que previamente habremos negociado con él, hacer cumplir las consecuencias acordadas con él con anterioridad.

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• Trabajar la adquisición de autonomía y el gusto por el aprendizaje desde casa. Lo hacemos con actividades que complementan la labor del profesor para que adquieran las competencias básicas. En el instituto van a aprender conceptos, actitudes, procedimientos, técnicas de trabajo para cada materia, y lo van a hacer mejor si nosotros hemos preparado el camino predisponiéndolos para ello y luego, todo eso, tenemos que intentar que se convierta en hábito, en estilo de vida, con su trabajo en casa, tenemos que dar un sentido a su esfuerzo por aprender, que adviertan que “saber” produce satisfacción personal, que van a disfrutar más de la vida. Tenemos que hacerles ver que es importante para nosotros y para ellos.

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• Trabajar la adquisición de hábitos en todos los aspectos paralelamente a los de los estudios, para fomentar la responsabilidad. Si no es autónomo darle responsabilidades y hacer valer su trabajo… • Animar a nuestros hijos a afrontar su educación con ilusión: o Mantener un cauce de comunicación asertiva abierto con los hijos sobre la marcha de sus estudios y sus relaciones con compañeros y profesores, habitualmente, desde la niñez, para que podamos hacerlo en la adolescencia cuando existan dificultades. (Ver anexo: Cómo comunicar sin herir) comunicándole nuestras expectativas sobre su formación, valorando sus logros y ayudando a superar las dificultades que surjan poniendo los medios y recursos a nuestro alcance. o Apoyar y respaldar a nuestro hijo en las dificultades. Felicitar por los logros. Así cuidaremos su autoestima y se sentirá capaz del esfuerzo. Si el rendimiento no es el adecuado, consultar con el centro la necesidad de ayudas externas. Si les podemos ayudar nosotros o sus hermanos, no hacerles el trabajo, que lo perciban como una ayuda no como un fastidio de ellos y de los padres (no es bueno que se sacrifique toda la familia porque ellos tengan que estudiar… hay que buscar soluciones). ¿Cuánto tiempo? Debemos acompañar y guiar su aprendizaje durante, al menos, toda la ESO. Adecuando la magnitud e importancia del acompañamiento a sus necesidades de maduración, según el grado de autonomía adquirido. ¿Por qué? Porque, aunque ya los veamos crecidos físicamente y no tan indefensos, todavía no han alcanzado la madurez, están en proceso de adquisición de autonomía y responsabilidad también en los estudios, tan necesarias para desenvolverse a lo largo de su formación intelectual. Nuestro seguimiento les ayudará a responsabilizarse de su formación intelectual el resto de su vida. ACTUAR CON ORDEN. SEGUIR UN PROCESO PARA AYUDARLES A ABORDAR LAS DIFICULTADES

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Ante el hecho de bajo rendimiento en los estudios de nuestro hijo, o de cualquier otro problema relacionado con el centro escolar, tenemos que actuar sin ansiedad, con calma, pensando que nuestra meta no es resolver la dificultad sino afrontarla convenientemente, siguiendo el proceso de: • Analizar los hechos y sus circunstancias. • Ver dónde está la dificultad y las posibles causas. • Hablar con nuestros hijos e hijas sobre el hecho.

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Cuando hablamos de falta de rendimiento escolar, este no está relacionado únicamente con dificultades de aprendizaje, generalmente hay que tener en cuenta “a la persona entera” para ayudarle a solucionar el problema que incide en su estudios.


• Buscar estrategias para afrontarla convenientemente, implicando en ellas a nuestro/a hijo/a y manteniendo comunicación y asesoramiento del tutor y el orientador del centro. • Ejercer un control de seguimiento, apoyando y respaldando el esfuerzo de nuestro hijo y haciendo que se cumplan las consecuencias pactadas en caso de no cumplimiento. (Ayuda en el proceso de asunción de responsabilidades y adquisición de autonomía). • Actuar con constancia y con paciencia. Dando “tiempo al tiempo”. • Evaluar los resultados en función de los cambios que observemos. Las dificultades escolares, a veces, son ocasionadas por la diferencia de criterio a la hora de establecer normas de actuación y convivencia en casa y el centro educativo. Para que el adolescente abandone su niñez y sea cada vez más autónomo, asumiendo sus responsabilidades, es necesario que nosotros, como padres, y el centro adoptemos unas pautas comunes para que nuestros hijos asuman normas adecuadas a la casa y al centro, y las cumplan. El cumplimiento de normas supone la modificación de comportamientos y esto se produce con lentitud, manteniendo la comunicación con los hijos, la constancia en nuestra exigencia, el refuerzo en los logros y teniendo mucha paciencia. Es importante analizar y organizar los datos de los que disponemos. Esto nos ayudará a actuar sabiendo en todo momento lo que estamos haciendo y para qué. Saber lo que queremos conseguir y que podemos hacerlo, nos ayuda a ser constantes, a tener paciencia, a no esperar con los brazos cruzados a que surja “un milagro” y a no desesperarnos… ¡ÁNIMO! MEJOR PREVENIR

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A modo de ejemplo estas serán algunas actividades que ayudarían desde la familia a mejorar las competencias básicas en la etapa 12-16. • Arreglar su habitación. • Poner la mesa, la lavadora y el lavavajillas y pasar el aspirador. • Hacer pequeños recados diarios. • Anotar los productos de la casa (alimentos e higiene) que hay que reponer. • Responsabilizarse de las mascotas; perros, gatos, pájaros, peces. • Dejarles ejercer su responsabilidad y autonomía en espacios de libertad adecuados a su madurez: hora de llegada, cumpleaños, viajes, fiestas… • Conversar con ellos de los temas que salgan en TV que sean oportunos. • Dejarles decidir en algunos asuntos y hacerles ver el alcance de su decisión respetuosamente, valorando su decisión.

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Una buena actuación familiar en la adquisición de autonomía de los hijos e hijas, suele ser suficiente para prevenir los problemas en el centro escolar de los adolescentes. Para ello hay que trabajar durante toda la infancia, desde nuestro papel de padres y madres, ayudando a que nuestros hijos desarrollen las competencias básicas con actividades de la vida cotidiana y familiar. En el centro escolar trabajarán las mismas competencias con las materias de estudio. Así, centro y familia aunarán esfuerzos en conseguir el objetivo de educar a los ciudadanos y ciudadanas del futuro.


• Comprar progresivamente su ropa ajustándose a un presupuesto. • Llegar a acuerdos sobre las tareas y normas de convivencia en la familia. • Colaborar en el cuidado o control de hermanos menores y abuelos o personas dependientes. • Participar familiarmente en actividades de ocio: senderismo, viajes culturales, fiestas del pueblo… cumpleaños, celebraciones. Ir al cine, al teatro, a ver exposiciones. • Animarles a que pertenezcan a algún grupo juvenil, equipo deportivo o realización de actividad física. • Ayudarles a planificar, sus actividades diarias, su tiempo para el estudio y el ocio y controlar y favorecer el establecimiento de buenos hábitos. • Responsabilizarse (con nuestra ayuda, manifestándole nuestro deseo y expectativas en cuanto a sus estudios) de su rendimiento en el centro escolar según su capacidad. • Mostrarnos con naturalidad en nuestros éxitos y en nuestros fracasos para que aprendan a conocernos y aceptarnos y, de paso, a conocer y aceptar sus limitaciones. • Disculparnos ante nuestras faltas y pedirles que se disculpen ante las suyas. • Mostrar nuestros sentimientos ante sus acciones para que aprendan a ponerse en nuestro lugar. Ponernos en su lugar igualmente y comunicarles que sabemos cómo se sienten. • Hacerles participar en las decisiones importantes de la vida familiar, para que se sientan solidarios con todos sus miembros. Pedir su opinión para pasar las vacaciones.

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Estas y muchas otras actividades les ayudan a “crecer en autonomía y responsabilidad” sintiéndose queridos, seguros y respaldados en sus dificultades.

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