EDUCAR EN LA ADOLESCENCIA. PROGRAMA. DOCUMENTO 1. Desarrollo de las sesiones: 1ª y 2º sesión: • Las relaciones familiares en la adolescencia. Los cambios en los y las adolescentes, los cambios en la familia, la comunicación con el adolescente. • Autoridad, Autonomía y Límites en la adolescencia. Cómo ejercer la autoridad en esta etapa. Cómo poner normas a un adolescente: la negociación. Cómo actuar ante un conflicto con un adolescente. 3ª sesión: • Ocio y tiempo libre en la adolescencia.
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4ª sesión: • Adolescencia y estudios : o Los cambios de etapa educativa. las nuevas exigencias o El papel de padres y madres o Los deberes escolares o La relación con el centro educativo • Cierre del seminario : o Síntesis de lo visto y hablado en las sesiones o Evaluación
Plan de Formación de Padres y Madres. ADOLESCENCIA Y AUTONOMÍA Documento 1.
LAS RELACIONES FAMILIARES EN LA ADOLESCENCIA. LOS CAMBIOS EN LOS Y LAS ADOLESCENTES, LOS CAMBIOS EN LA FAMILIA. INTRODUCCIÓN Llevamos mucho tiempo ocupándonos de nuestros hijos, deseando que sean mayores. “A ver si crecen” “no podemos tener vida propia” ”la última vez que fui al cine fue a ver Pocahontas”… Bueno… pues ya han crecido y ahora, cumplido nuestro deseo, éste se vuelve contra nosotros. Crecen y ¡se nos van de las manos!- Mamá, que me han invitado a un cumpleaños en Parquesur… -¿Cuándo? A lo mejor no puedo llevarte. - No, si vamos solos. -¿Solos?... No sé, tengo que pensarlo. Y lo pensamos y no queremos ni pensarlo. Se han hecho mayores y piden que les soltemos de la mano. ¿Sabremos? Vamos a reflexionar sobre nuestra labor de acompañamiento en el camino de la adquisición de autonomía por parte de nuestros hijos. (Lectura Anexo 1). EL CAMINO DE LA ADQUISICIÓN DE LA AUTONOMÍA DE MANO DE LOS PADRES. Nuestros hijos tienen más de 12 años. Hemos ido añadiendo velas a la tarta de su cumpleaños casi sin advertirlo pero si repasamos el álbum de fotos nos daremos cuenta de su evolución. Durante todos estos años, nuestro/a hijo/a con la ayuda que le hemos proporcionado se ha visto involucrado/a en el desarrollo de su identidad, pero, va a ser a partir de ahora, con su entrada en la adolescencia cuando va a buscar una identidad propia independiente de la de su padre y su madre.
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Los padres y las madres son responsables de acompañar a los hijos e hijas para que desarrollen su autonomía y responsabilidad y construyan un estilo de vida físico, psicológico y social saludable. La autonomía se desarrolla desde la infancia y a cada edad le corresponde la adquisición de un grado diferente. Este proceso de construcción individual y progresiva para conquistar la madurez no es un camino de rosas pero, en cambio, determina el resto de nuestra existencia. La lectura del documento anexo (Ver anexo 1) nos pone en situación de reflexionar sobre ello.
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¿QUÉ ES UN ADOLESCENTE? Un adolescente es la persona que se encuentra en el periodo de transición psicológica y social entre la niñez y la edad adulta. Más o menos, de los 13 a los 18, aunque, por circunstancias sociales, al empezar a trabajar más tarde y permanecer más tiempo en casa, la adolescencia está extendiéndose hasta los 22, 23 años. Se inicia con la pubertad, periodo de cambios físicos en el que el cuerpo de un niño/a se convierte en el de un adulto por acción hormonal, capaz de reproducirse sexualmente y, por acción de estas hormonas, sufre una serie de cambios físicos y psicológicos, que provocan cambios en su manera de actuar que repercuten en la vida familiar. CÓMO SE COMPORTA UN ADOLESCENTE: EN BUSCA DE MÍ Un adolescente, busca su propia identidad para entrar en el mundo adulto. Se pregunta ¿Quién soy? ¿Qué me gustaría hacer? ¿Qué quiero cambiar en mí? Para ello - Se aleja de la familia y se centra en su relación con los amigos donde mejor puede “buscarse”. El grupo de amigos controla su vida y también la nuestra. - Prueba diferentes identidades, la mayoría transgresoras, como el que se prueba un disfraz, hasta encontrar la que aceptará como suya propia. Es un largo camino y a nosotros nos desconcierta porque cuando terminamos de comprenderlo “es otro”. - Busca la confrontación en la familia olfateando aquellas situaciones que harán explotar el conflicto. Se autoafirma en sus ideas y en sus conductas, aunque no se explica las razones por las que lo hace. No es que quiera llevarnos la contraria. Se siente inseguro. - El cambio hormonal le vuelve más vulnerable a las reacciones que los sentimientos le provocan. Esto hace que, a veces, caiga en comportamientos, que por educación, nunca tendría y se pone en situación de riesgo con drogas, violencia, sexo no seguro poniendo en riesgo su salud y su vida. (Sesiones II, III Y IV). - No se aceptan a sí mismos y a sus sentimientos e inclinaciones. Su corazón y su cabeza “no están de acuerdo” y a la hora de elegir, gana el corazón, aún no deseándolo. Una de sus tareas será esa: integrar la razón y la emoción. QUÉ CAMBIOS PROVOCA EN LA VIDA FAMILIAR
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Disminuye la comunicación verbal - Quiere estar siempre solo en su habitación. - No comunica dónde y con quién va. - Cuando se comunica lo hace con hostilidad y atribuye hostilidad a nuestra postura. - Tiene largos periodos de mutismo.
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Relacionados con las relaciones familiares: Aumentan las situaciones de conflicto: Su conducta independiente y todavía no del todo responsable provoca ocasiones de conflicto familiar causadas en la primera etapa por asuntos relacionados con la adquisición de más libertad: hora de vuelta a casa, aumento de paga…desorden y más tarde por temas más importantes: abandono de estudios, conductas de riesgo físico y social…
Relacionados con el cambio de roles de los padres. - Nos cuestionamos nuestro estilo educativo - No aceptamos que nuestro hijo tiene que buscar su identidad separándose temporalmente de nosotros. - Puede aparecer una baja autoestima y depresión. - No entendemos el ocio sin los hijos. - No reconocemos que además de haber cambiado nuestros hijos, nosotros, en todos estos años, también hemos cambiado. LAS RELACIONES FAMILIARES EN LA ADOLESCENCIA En una etapa tan complica un adolescente necesita que la familia: - Le proporcione cariño y afecto: No sólo durante la niñez, en la que nuestro hijo busca nuestra aprobación y nuestros abrazos, debemos dar cariño, en la adolescencia, a pesar de las manifestaciones de rechazo, el sentimiento es de necesidad de afecto y debe percibirlo. - Le ofrezca respaldo: Que nuestro hijo/a sepa que estamos ahí cuando nos necesita. En momentos difíciles le hace sentirse más acompañado. - Que haya solidaridad entre sus componentes: compartan responsabilidades, se apoyen mutuamente, cuiden los espacios comunes. Si hemos mantenido una comunicación acertada con ellos hasta este momento, la relación está “viva”. Sólo tendremos que: - conocer qué le está pasando, y comprender su comportamiento (como ya hemos visto). - cambiar algunas formas de relacionarnos (como veremos a continuación) Si durante la niñez no hemos seguido las pautas educativas y de comunicación adecuadas, durante la adolescencia será muy difícil iniciar un intercambio comunicativo, pero podemos actuar unidireccionalmente, comprendiendo y actuando para “no echar más leña al fuego”, la necesidad del momento debe hacernos hablar, no callar, el efecto surtirá en el momento necesario. Lo único que no debemos hacer es “no actuar”. LA COMUNICACIÓN CON EL ADOLESCENTE
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La comunicación con el adolescente se realiza no solo verbalmente, con lo que decimos, sino por los gestos con que nos acompañamos, también por lo que callamos y por cómo actuamos. Ellos buscan en todo momento nuestras reacciones y responden a ellas. Esta reacción puede ser agresiva en muchas ocasiones y en otras de evitación (se marchan).
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Principios para comunicarnos con ellos: A la hora de comunicarnos tenemos que tener en cuenta que: - Ya no son niños, no podemos tratarlos como tales - La finalidad es buscar una convivencia armónica (no plantarles cara) - Hay que mantener un tratamiento de respeto, como trataríamos al hijo de otro. - El que está aprendiendo es él. Nosotros tomamos la iniciativa. - Sabemos que por principio un adolescente “nos cuestiona” y eso no quiere decir que no nos quiera. - Estamos ante un enfrentamiento de valores (no de personas) Habilidades para conversar con nuestros hijos A través de la conversación manifestamos a nuestro hijo/a adolescente nuestros sentimientos y pensamientos y lo que esperamos de ellos. Tenemos que hacerlo con un estilo asertivo (frente al agresivo o al pasivo). - Pensar y expresar de manera clara, sin mensajes contradictorios, lo que queremos decirles y lo que deseamos que se haga. - Sin herir, sin juzgar, respetando los derechos de nuestros hijos a la vez que los nuestros. - Utilizando un lenguaje claro y firme: Opino, pienso, me estoy sintiendo, ¿Qué piensas? Ofreciendo explicaciones cuando podamos. - Utilizando una postura relajada, manteniendo el contacto visual y orientando la postura hacia ellos. - Respetando una distancia adecuada. - Creando un clima adecuado. - Haciendo que nuestro hijo sepa que le comprendemos y que sabemos cómo se siente. - Tener la mente abierta a los mensajes que nos comuniquen (a todos nos gusta que se tengan en cuenta nuestras opiniones). - El silencio, a veces, acompañado de un gesto de comprensión, vale más que mil palabras. Así aprenderá a ponerse en nuestro lugar, (saber conversar es trasmitir empatía) y será más fácil comunicarle nuestro mensaje.
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La conversación se apoya en nuestras acciones. Debe existir coherencia entre lo que decimos verbalmente y lo que hacemos en la vida. Para cumplir este objetivo debemos plantearnos que es un buen momento para cambiar nuestras acciones si la educación de nuestro hijo/a nos lo exige. No debemos sentir culpa si no nos comunicamos bien, sino trabajar para mejorar y utilizar otras estrategias.
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La comunicación se verá dificultada si -
No verbalizamos nuestras opiniones o sentimientos, por prisa, pereza, desinterés. Nos perdemos comunicar y obtener información a cambio.
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No respetamos los silencios en la adolescencia, y no decimos abiertamente que cuando quieran estamos ahí. Los hijos/as se niegan a hablar ante nuestra insistencia.
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No tenemos paciencia.
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No entendemos que la comunicación requiere conocimiento y relación. Hay que evitar los enfrentamientos.
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No mostramos atención, cortamos a nuestros hijos cuando hablan…
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No cuidamos los mensajes que decimos: Generalizamos Etiquetamos Hacemos reproches. Somos rencorosos sacando temas antiguos. Damos órdenes en vez de sugerencias u opiniones.
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Escogemos un mal momento.
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Hay que evitar perder el control, amenazar, decir a los adolescentes que somos más listos que ellos, (ya te lo decía yo…) quitar importancia a sus cosas y sermonear.
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