Junio 2014 #MGC12ed
EDITORIAL
De todas partes salta la semilla, todas las ideas son exóticas, esperamos cada día cambios inmensos, vivimos con entusiasmo la mutación del orden humano.
Por Carlos del Amor
En esta conferencia me propongo desarrollar la relación simbiótica que, en mi opinión, existe entre cultura e identidad. Así formulado, el tema exige lógicamente definir primero qué entendemos por cultura e identidad, porque sólo así podremos precisar sus relaciones recíprocas. Ya adelanto desde ahora que, si bien defenderé la indisociabilidad conceptual entre cultura e identidad, también afirmaré que, si se asume una perspectiva histórica o diacrónica, no existe una correlación estable o inmodificable entre las mismas, porque vistas las cosas en el mediano o largo plazo, la identidad se define primariamente por sus límites y no por el contenido cultural que en un momento determinado marca o fija esos límites. Por último, si tenemos tiempo abordaré, a la luz de las grandes tesis previamente planteadas, un tema más concreto que suele estar muy presente en los debates contemporáneos sobre la cultura y que puede interesar particularmente a los
promotores culturales: el multiculturalismo. Comenzaré planteando la tesis fundamental que me propongo sustentar: los conceptos de cultura e identidad son conceptos estrechamente interrelacionados e indisociables en sociología y antropología. En efecto, nuestra identidad sólo puede consistir en la apropiación distintiva de ciertos repertorios culturales que se encuentran en nuestro entorno social, en nuestro grupo o en nuestra sociedad. Lo cual resulta más claro todavía si se considera que la primera función de la identidad es marcar fronteras entre un nosotros y los “otros”, y no se ve de qué otra manera podríamos diferenciarnos de los demás si no es a través de una constelación de rasgos culturales distintivos.
ENTREVISTA
EN EL ESTUDIO CON FRANCIS BACON Entrevistamos a a Franck Maubert, autor de «El olor a sangre humana no se me quita de los ojos», libro que recoge las conversaciones que el periodista mantuvo con el pintor británico.
Por Pablo Neruda
La paciencia y la «Se engancha a ti, vive en ti, contigo, es un tormento que se perseverancia le llevaron a aferra y no te suelta más», cuenta Maubert en las páginas de lograr su primera entrevista «El olor a sangre humana no se me quita de los ojos: Conver- con Francis Bacon. saciones con Francis Bacon». El periodista y escritor francés Franck Maubert tardó tres largos años en conseguir su primera entrevista con Francis Bacon (1909-1992). Su pasión por el pintor británico, al que descubrió en su juventud, era tal que consideraba que su figura encarnaba la pintura más que ningún otro artista. De ahí que el momento en el que obtuvo el beneplácito de la Marborough Gallery para acudir a su estudio londinense marcara un antes y un después en su vida.
Hemos tenido ocasión de hablar con el autor sobre los recuerdos que aún conserva de aquellos encuentros: la pasión de Bacon por Picasso (gracias al cual empezó a pintar) y Velázquez y sus recelos hacia Dalí (al que considereba un ególatra) y Goya; su sexualidad (reconoce abiertamente su homosexualidad y habla de sus amantes); la bebida (numerosas botellas de vino fueron descorchadas mientras la grabadora era testigo de sus palabras); su filia hacia la literatura y cierta fobia musical....
Sí, es cierto. Tuve que esperar tres años antes de obtener una respuesta positiva por parte, primero de Miss Beaston, de la Galería Marborough, y luego de Francis Bacon. En esa época, yo era un joven periodista en «L’Express». Insistía, llamaba a la galería hasta el día que me dijeron: «¡Sir Francis Bacon le espera!». Desde nuestro primer encuentro fluyó la electricidad. Después, no paramos de llamarnos por teléfono, de escribirnos o de vernos en París o en Londres. Esto duró casi diez años,
hasta su muerte.
Hablaba con veneración de su pintura…
¿Hubo algo que cesurara, que decidiera no incluir de forma premeditada en el libro?
Se definía como un optimista nihilista. ¿Qué piensa usted?
¿Censurado? No, ¡eso nunca! Hay preguntas que, evidentemente, me hubiera gustado hacerle, pero que por timidez, o más bien por pudor, no me atreví a plantear. Por ejemplo, sobre los suicidios de dos de sus compañeros… ¿Qué clase de hombre era, cómo era su carácter? Lo presentaban como un genio, un monstruo, alguien difícil… Y, de hecho, era adorable, muy divertido, un ser exquisto, de una lucidez muy grande y dotado de un formidable sentido del humor… Algo que no es tan común… ¿Qué hubiera pensado al ver su pinturas expuestas junto a las de Velázquez, al que consideraba un genio, en el Prado? Bacon profesaba una admiración total por las pinturas de Velázquez, era un maestro absoluto. Seguro que le habría halagado.
¡Lo entiendo totalmente! Y comparto esta afirmación. Cómo, si somos un poco lúcidos, no actuar de otra manera en nuestro mundo en plena decadencia. Tenía mil veces razón; era una manera de sobrevivir. ¿Hubo alguna pregunta que no se atrevió a hacerle? Sí, varias. Después de su muerte, te dices a ti mismo: qué pena, podríamos haber hablado de esto o de aquello… Demasiado tarde… Pero, más allá de las entrevistas, lo que añoro es su compañía y sus conversaciones desordenadas. Es irremplazable, como todo genio. Es el artista más sorprendente que he llegado a conocer. Establece una analogía entre el Bacon pintor y el filósofo Bacon. ¿Cree que hay similitudes entre ellos? Sí, me divertí al hacer esa comparación, más allá de la homonimia.
Exposición Francis Bacon Foto Agencia EFE
Ya adelanto desde ahora que, si bien defenderé la indisociabilidad conceptual entre cultura e identidad, también afirmaré que, si se asume una perspectiva histórica o diacrónica, no existe una correlación estable o inmodificable entre las mismas, porque vistas las cosas en el mediano o largo plazo, la identidad se define primariamente por sus límites y no por el contenido cultural que en un momento determinado marca o fija esos límites. Por último, si tenemos tiempo abordaré, a la luz de las grandes tesis previamente planteadas, un tema más concreto que suele estar muy presente en los debates contemporáneos sobre la cultura y que puede interesar particularmente a los p
romotores culturales: el multiculturalis Lo cual resulta más claro todavía si se considera que la primera función de la identidad es marcar fronteras entre un nosotros y los “otros”, y no se ve de qué otra manera podríamos diferenciarnos de los demás si no es a través de una constelación de rasgos culturales distintivos. Como acabo de señalar, los conceptos de identidad y de cultura son inseparables, por la sencilla razón de que el primero se construye a partir de materiales culturales. No puedo desarrollar aquí, por supuesto, todo el proceso histórico de formación del concepto de cultura en las ciencias sociales.
Universidad Carlos III de Madrid Campus Puerta de Toledo 91 624 58 41 mgc@ceaes.ucm.es #RAZONES PARA LA GESTIÓN CULTURAL Nº21 SEPTIEMBRE 2014 #MGC12ed Coordinador Jaime Cubas Redactores Alba Gasca Silvia González
Fotografías Agencia EFE Phillip Lorca Dicorcia Texto original Miguel Ortega
Maquetación Paloma Aransay
www.mastergestioncultural.eu