nº 410- Semana del 17 al 23 de noviembre de 2024
DUC IN ALTUM
El arzobispo de Sevilla continúa desgranando la nueva enclíclica ‘Dilexit Nos’ PÁG. 3
nº 410- Semana del 17 al 23 de noviembre de 2024
DUC IN ALTUM
El arzobispo de Sevilla continúa desgranando la nueva enclíclica ‘Dilexit Nos’ PÁG. 3
3 noviembre Inauguración de la exposición ‘Sedes Hispalensis, Fons Pietatis‘, en la Catedral de Sevilla.
6 noviembre Reunión de los obispos de la Provincia Eclesiástica de Sevilla (Sevilla, Córdoba, Cádiz-Ceuta, Huelva y Asidonia- Jerez), en el Arzobispado de Sevilla.
7 noviembre Santa Misa en la Capilla Real en sufragio de los sacerdotes y diáconos permanentes fallecidos durante el año en la Archidiócesis de Sevilla.
5 noviembre Eucaristía por la fiesta de Santa Ángela, en la capilla de la Casa Madre de las Hermanas de la Cruz de Sevilla.
7 noviembre Reunión del Consejo de Arciprestes de Sevilla en el Arzobispado.
10 noviembre Tercer día del solemne triduo en honor de María Santísima de la Victoria y jubileo circular de las XL Horas, en la Hermandad de las Cigarreras (Sevilla).
17 NOVIEMBRE Eucaristía por el centenario de la Hermandad de Los Estudiantes. En la iglesia de la Anunciación, a las 10 h.
23 NOVIEMBRE Participación en el Encuentro Sevilla organizado por movimiento eclesial Comunión y Liberación. En la Facultad de Teología San Isidoro de Sevilla, a las 12 h. | Celebración de la solemnidad de San Clemente, en el monasterio de San Clemente de Sevilla, a las 20 h.
24 NOVIEMBRE. Eucaristía por la solemnidad de Cristo Rey, en la iglesia de San Esteban, a las 12.30 h.
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en Sevilla 2 Iglesia en Sevilla - Nº 410. 17 DE NOVIEMBRE DE 2024- Año: LXXXIV www.archisevilla.org | iglesiaensevilla@archisevilla.org Foto de portada: Tapiz del beato Torres Padilla desplegado en el Palacio Arzobispal de Sevilla.
Dedico esta segunda carta, de las tres previstas, a la presentación de la encíclica Dilexit Nos del papa Francisco. En la carta dominical del 3 de noviembre presentábamos la primera y segunda parte; hoy las partes tercera y cuarta, dejando la quinta y la conclusión para la solemnidad de Cristo Rey. La tercera lleva por título ‘Este es el Corazón que tanto amó’, y se distribuye entre los números 48 al 91. Desarrolla siete puntos: Adoración a Cristo, veneración de su imagen, amor sensible, triple amor, perspectivas trinitarias, expresiones magisteriales recientes, y profundización y actualidad.
Nadie debería pensar, dice el Papa, que esta devoción nos pueda separar o distraer de Jesucristo y de su amor. La imagen de Cristo con su Corazón, nos orienta a elevar nuestro propio corazón al de Cristo vivo y unirlo a él. El Hijo eterno de Dios nos amó con un corazón humano. Hay un triple amor que se contiene y nos deslumbra en la imagen del Corazón del Señor: el amor divino infinito que encontramos en Cristo, la dimensión espiritual de la humanidad del Señor y por último, su Corazón símbolo de su amor sensible. Existe una perspectiva trinitaria en la devoción al Corazón de Jesús. El amor de Cristo es «revelación de la misericordia del Padre». En consecuencia, bajo el impulso del Espíritu Santo, nuestra relación con el Corazón de Cristo se transforma y nos orienta hacia el Padre que es la fuente de la vida y último origen de la gracia.
San Juan Pablo II enseñaba que «el Corazón del Salvador invita a remontarse al amor del Padre, que es el manantial de todo amor auténtico». Sin duda, las expresiones magisteriales han puesto de manifiesto que esta espiritualidad ha ido tomando forma como un verdadero culto al Corazón del Señor y como respuesta ante el crecimiento de formas rigoristas y desencarnadas de espiritualidad – como el rigorismo jansenista - que olvidaban la misericordia del Señor y al mismo tiempo, como respuesta a un mundo que pretende construirse sin Dios. En este avance de la secularización, se multiplican en nuestra sociedad diversas formas de religiosidad que se manifiestan en una “espiritualidad sin carne”, sin relación personal con un Dios de amor. Por eso el papa Francisco, anima a renovar la devoción al Corazón de Cristo frente a “un cristianismo que ha olvidado la ternura de la fe, la alegría de la entrega al servicio, el fervor de la misión
persona a persona, la cautivadora belleza de Cristo” y a no olvidar la oración más popular que se dirige como un dardo al Corazón de Cristo: «En Ti confío».
En la cuarta parte de la encíclica, que lleva por título ‘Amor que da de beber’ (nn. 92-163), el Papa señala los aspectos fundamentales que debería reunir hoy la devoción al Sagrado Corazón. Es en la imagen bíblica del costado herido y traspasado de Cristo, de donde mana la vida de la gracia, y en la que se concentran todas las expresiones de amor de las Escrituras. El culto al Corazón de Cristo no se manifestó de idéntica manera en la Tradición viva de la Iglesia. El papa Francisco hace un recorrido histórico por esta devoción en la espiritualidad de muchos santos como san Francisco de Sales, santa Margarita María Alacoque, san Claudio de La Colombière, san Carlos de Foucauld y santa Teresa del Niño Jesús, entre otros.
El papa Francisco destaca los íntimos lazos entre la devoción al Corazón de Cristo y la espiritualidad ignaciana, que en sus Ejercicios Espirituales propone un conocimiento interno del Señor. Ante la contemplación de la herida del costado de Cristo, propone un camino espiritual: “Rescatar esa expresión de la experiencia espiritual desarrollada en torno al Corazón de Cristo: el deseo interior de darle un consuelo”; y recuerda que la devoción del consuelo al Corazón de Cristo no es ahistórica o abstracta, se hace carne y sangre en el camino de la Iglesia. Cuando contemplamos el Corazón de Cristo entregado hasta el extremo por nosotros, recibimos la gracia de la compunción y somos consolados. Y deseando consolarle, salimos consolados «para que nosotros podamos dar a los que sufren el mismo consuelo que recibimos de Dios» (2 Co 1,4).
2. ARZOBISPO DE SEVILLA | Actualidad del arzobispo de Sevilla.
3. Carta pastoral
4. BEATIFICACIÓN DEL PADRE TORRES PADILLA |
5. Homilía del cardenal Marcello Semeraro en la beatificación
7. Palabras de agradecimiento de monseñor Saiz Meneses.
9. Misa de acción de gracias por la beatificación del padre Torrres Padilla.
12. LUZ DEL MUNDO| XXXIII Domingo del Tiempo Ordinario
14. SAL DE LA TIERRA| Diego Castro, laico
15. CINE CON VALORES|El oro verde - PANORAMA LITERARIO| La felicidad en esta vida
16. PATRIMONIO| Alegoría del Sagrado Corazón de Jesús. San Luis de los Franceses (Sevilla)
Director: Leonardo Sánchez Acevedo.
Redacción, edición y diseño: Mª del Pilar Arincón, Alicia Contreras, Pablo F. Enríquez y Karen G. Mendoza.
Colaboradores: Juan Jesús de Cózar, Pablo Díez, Miguel Ángel Garzón, Isidro González, Antonio J. Guerra, Miguel Ángel Osuna, Álvaro Pereira y Antonio Rodríguez Babío.
Distribución: Servicio de Comunicaciones (Reprografía) y colaboradoras (Mª Carmen Fernández, Andrea Jiménez, Conchita Jiménez, Cristina Moya, Encarnación Povedano y Loli Ramírez).
Imprime: Gandulfo Impresores. Depósito Legal: SE-79-1972 ISSN 3010-3126
Esta publicación no se hace responsable de las opiniones vertidas en sus artículos.
Archidiócesis de Sevilla. Plaza Virgen de los Reyes, s/n. Telf. 954505505, ext. 680, 683 681, 685, 686.
El pasado sábado se celebró en la Catedral de Sevilla una solemne misa en el curso de la cual ha sido beatificado el padre José Torres Padilla, cofundador de la Compañía de la Cruz. La Eucaristía fue presidida por el cardenal Marcello Semeraro, prefecto del Dicasterio para las Causas de los Santos, y concelebrada, entre otros prelados, por el arzobispo de Sevilla, monseñor José Ángel Saiz Meneses; el nuncio apostólico en España, monseñor Bernardito Auza; los obispos auxiliares de Sevilla, monseñor Teodoro León y monseñor Ramón Valdivia. Un total de 17 obispos llegados de algunas de las diócesis donde se encuentran las 53 comunidades de hermanas de la cruz. Además, participaron representantes del Cabildo Metropolitano, 213 sacerdotes, 27 diáconos y 84 seminaristas.
Unas ocho mil personas siguieron en directo la celebración, desde el interior de la seo, el Patio de los Naranjos y la plaza Virgen de los Reyes, donde se instalaron dos pantallas de gran dimensión con la señal de la retransmisión. TRECE, el canal de la Catedral en youtube y Radio María, así como COPE Canarias (el beato nació en La Laguna, Santa Cruz de Tenerife), ofrecieron la señal en directo. El acompañamiento musical corrió a cargo de la Coral de la Catedral y de la Schola Gregoriana dirigida por el maestro de capilla, Francisco José Cintado.
La emoción presidió una celebración que tuvo como primer momento significativo el descubrimiento del cuadro en el Altar del Jubileo con la imagen del nuevo beato, obra del pintor Raúl Berzosa. Posteriormente, se trasladaron las reliquias del padre Torres Padilla al presbiterio, en unas andas portadas por cuatro hermanas de la cruz. Naturalmente, el instituto que fundaran el nuevo beato y santa Ángela de la Cruz participó en la misa con una multitudinaria representación que encabezó la madre general, sor Reyes María de la Cruz.
“La
nos anima a encontrarnos”
Hay un texto, queridos amigos, de Isidoro de Sevilla, que comenta el texto que hemos escuchado juntos del libro del profeta Ezequiel: De debajo del umbral del templo salía un torrente de agua... Esta agua, explica, indica el Bautismo, que es el agua que sacia la sed y restaura a todos los sedientos. A esto, sin embargo, Isidoro añade otro simbolismo más profundo: dado que la visión profética habla de un agua que mana del lado derecho del templo, se trata, explica, del costado abierto de Cristo crucificado del que, como narra el cuarto evangelista, “salió sangre y agua” (Jn 19,34; cf. De fide catholica XXIV, 5: PL 83, 5319). En esta referencia a la muerte y resurrección del Señor se comprende también el sentido del relato evangélico, que ha sido proclamado: “¿En tres días lo resucitarás?”, respondieron los judíos a Jesús. Él, sin embargo, “hablaba del templo de su cuerpo” (Jn 2,21).
En este día celebramos con toda la Iglesia el aniversario de la dedicación de la basílica de Letrán, tradicionalmente llamada “iglesia madre” de Roma y de todo el mundo católico; lo hacemos como signo de amor y unión a la Cátedra de Pedro. Sin embargo, nos preguntamos: “¿Es un templo hecho de piedras, al que honramos, aunque monumental y bello?”. La respuesta es ¡no! Toda liturgia de dedicación de una iglesia nos recuerda la afirmación de San Pablo: el templo de Dios sois vosotros (1 Cor 3,1617). Somos todos juntos como Iglesia y también individualmente como bautizados.
Esta imagen del templo, del que brota un torrente de agua que vivifica, renueva y produce mucho fruto, me gusta referirla al nuevo beato José Torres Padilla. Fue un sacerdote siempre fiel, que vivió su ministerio en profunda unión con el Señor, que era su fuerza interior, pero también fue un sacerdote dispuesto a darse, a salir de sí mismo para ir en caridad a los demás, semejante a las aguas que manan del Templo y hacen crecer toda clase de árboles frutales. Así era también nuestro beato. Considerando esto, creo poder decir que en él destaca de modo particular la unidad de vida o, si queremos usar una fórmula ignaciana, el ser contemplativo en acción.
Un testigo en el proceso de beatificación y canonización señaló, por ejemplo, que el beato José conseguía compaginar oración y estudio: “Pasaba dos horas estudiando y tres meditando sobre lo estudiado y así conseguía dar profundidad a su vida”. Otro decía que, estricto consigo mismo, estaba, sin embargo, lleno de dulzura, hacia los demás, especialmente hacia los más pobres. Esto me recuerda lo que escribe el papa Francisco en la exhortación Gaudete et exsultate: “Ser santo no significa hacer brillar los ojos en un supuesto éxtasis”. San Juan Pablo II decía que “si verdaderamente nos hemos alejado de la contemplación de Cristo, deberíamos saber verlo sobre todo en el rostro de aquellos con los que Él mismo quiso identificarse”... En esta llamada a reconocerlo en los pobres y en los que sufren, (continúa en la página 6)
(viene de la página anterior) se revela el corazón mismo de Cristo, sus sentimientos y sus opciones más profundas, con las que todo santo busca conformarse” (n. 96).
Tal fue el caso de nuestro beato. Muchos, en efecto, hablan de su preocupación por los demás y de su caridad: así, pagaba los estudios de quienes deseaban ser sacerdotes y no tenían medios para mantenerse, mientras él mismo solo tenía una sotana remendada; pagaba la dote de las jóvenes con vocación y, si estaban en peligro, buscaba una familia que las acogiera... Los testigos también declararon que, cuando era profesor en el seminario, no solo vivía en la pobreza, sino que recorría incansablemente los barrios de la ciudad, especialmente Triana, para atender a los pobres e indigentes. En aquella época, debido a la pobreza, la delincuencia y el ambiente popular, ese barrio era considerado el “lado malo” del río Guadalquivir, pero el beato José no tenía miedo de ir allí. Entraba en las casas de los más pobres, las limpiaba, les hacía la cama... Se decía de él que era ‘una especie de prestamista a fondo perdido’; ‘un canónigo extraño que tiene por amigos a vagabundos y vendedores ambulantes’.
Entre sus principales compromisos, sin embargo, estaba la dirección espiritual, y fue sobre todo esta misión la que extendió su fama de santidad. Por esta razón, de hecho, se le llamaba “el Santero”, ya que casi podía contagiar a los demás con su santidad. Entre los que se beneficiaron de su guía estuvo santa Ángela de la Cruz, a
quien apoyó en la misión de fundar el Instituto de las Hermanas de la Cruz. A este respecto, un testigo afirmó que la obra maestra de nuestro beato fue precisamente la dirección espiritual de esta santa fundadora. Por eso se le considera cofundador del Instituto. Es cierto, una vez más, que los santos son como un detector de la santidad de las personas con las que entran en contacto, aunque sea ocasionalmente.
Esto, queridos amigos, me permite hacer una última reflexión: la santidad nos anima a encontrarnos. La oración de Jesús: “Que todos sean uno; como tú, Padre, estás en mí y yo en ti, que también ellos estén en nosotros...” (Jn 17, 21) es, como dijo una vez el papa Francisco, “la ‘matriz’ del vínculo entre nosotros, los cristianos: si estamos íntimamente insertados en esta ‘matriz’, en este horno ardiente de amor, entonces podemos llegar a ser verdaderamente un solo corazón y una sola alma entre nosotros, porque el amor de Dios quema nuestros egoísmos, nuestros prejuicios, nuestras divisiones interiores y exteriores”. Inmediatamente, sin embargo, añadió que este movimiento que va de Dios a los hermanos se complementa con el otro que va de los hermanos a Dios: “La experiencia de la comunión fraterna me lleva a la comunión con Dios. Estar unidos entre nosotros nos lleva a estar unidos con Dios, nos lleva a este vínculo con Dios que es nuestro Padre” (Audiencia del 30 de octubre de 2013).
Que esta certeza, queridos hermanos y hermanas, sea el don que todos -especialmente la Iglesia de Sevilla- recibamos de la gracia de esta beatificación.
Beatificación Padre Torres
Me dirijo al papa Francisco, presente hoy de manera especial por medio de su representante para esta celebración, el cardenal Marcello Semeraro, prefecto del Dicasterio para las Causas de los Santos, y le expreso nuestro profundo agradecimiento. Gracias, muchas gracias, desde Sevilla, España, por este gran regalo a nuestra Archidiócesis. En nombre propio, en nombre de todo el presbiterio diocesano y de nuestros seminarios, de las Hermanas de la Compañía de la Cruz y de la vida consagrada, de los fieles laicos, de los familiares y amigos del padre José Torres Padilla, de toda la familia diocesana de Sevilla y de la diócesis de San Cristóbal de La Laguna, ¡muchas gracias, Santo Padre!
Hemos celebrado con inmenso gozo, en esta Sede de san Leandro y san Isidoro, la beatificación del padre José Torres Padilla, sacerdote de nuestro presbiterio diocesano, canónigo de esta catedral. Fue un auténtico maestro espiritual adornado con celo pastoral profundo y sereno, de enorme fecundidad apostólica, un extraordinario confesor y guía de almas. En Sevilla tenía fama de santidad y orientaba por caminos de santidad a las personas que dirigía. Su existencia irradiaba humildad, y su recomendación a las Hermanas de la Cruz al respecto es ya un clásico de espiritualidad: “No ser; no querer ser; pisotear el yo, enterrarlo si posible fuera”.
Sacerdote de Jesucristo, ministro de la Iglesia, vivió en su ministerio sacerdotal la armonía entre la oración y la acción apostólica, entre la centralidad de la Eucaristía y el amor a los pobres. Fue un auténtico padre de los pobres, pobre para los pobres, que se despojó de todo a favor de los pobres y los enfermos, no dando de lo que le sobraba, sino de lo necesario, viendo en cada uno de sus hermanos necesitados la presencia del Señor, y procurando con amor de padre socorrerlos, aliviar sus sufrimientos y sus heridas, y ayudarles a llevar una vida ordenada y digna. La devoción y amor a María Santísima fue un distintivo de su espiritualidad.
Agradezco al Santo Padre que haya inscrito al padre José Torres Padilla en el elenco de los beatos. Agradezco al señor cardenal prefecto, Marcello Semeraro, su presencia entre nosotros presidiendo esta celebración, y en su persona expreso mi gratitud a todo el personal del Dicasterio para las Causas de los Santos: superiores, oficiales, trabajadores. Particularmente, agradezco al postulador en fase romana Salvador Aguilera López, el tiempo y la dedicación a esta causa; y con él, a los colaboradores de la Archidiócesis de Sevilla, especialmente monseñor
Teodoro León Muñoz, postulador en la fase diocesana, y a la delegada episcopal actual, María del Monte Chacón Montes. Gracias al Cabildo de esta santa iglesia Catedral que tanto se esmera en las celebraciones litúrgicas; gracias a la orquesta y coro que ha llenado de belleza sonora las naves de la Magna Hispalense. Gracias al nuncio apostólico por acompañarnos en este momento tan gozoso, y a los señores arzobispos y obispos, que habéis venido a Sevilla para compartir con nosotros esta fiesta de la fe.
Quiero agradecer en particular a todas las autoridades presentes: autoridades locales, provinciales y nacionales; autoridades civiles y militares, del mundo de la cultura y de la universidad.
La causa que un día inició el arzobispo emérito de Sevilla, nuestro querido don Juan José Asenjo Pelegrina, ha llegado a feliz término en el Primer Grado de la Beatificación. Esperemos que el Señor nos conceda pronto nuevos milagros por la intercesión del beato padre Torres, y podamos asistir a su canonización en Roma. Nos encomendamos a María Santísima, Virgen de los Reyes, Madre de los sacerdotes, y le pedimos que el ejemplo del nuevo beato nos ayude a ser sal, luz, fermento de Evangelio para esta generación y las generaciones futuras. ¡Gracias a Dios, y gracias a todos los presentes! Que así sea.
Beatificación Padre Torres
ROMA.- El papa Francisco tuvo un recuerdo hacia el nuevo beato en su alocución tras el Ángelus de la mañana del domingo 10 de noviembre. Recordó que Sevilla acogió la misa en la que fue proclamado beato el padre José Torres Padilla, y destacó algunos perfiles de su biografía.
“Queridos hermanos y hermanas. Ayer fue proclamado beato en Sevilla el padre José Torres Padilla, cofundador de la Congregación de las Hermanas de la Compañía de la Cruz. Vivió en la España del siglo XIX y se distinguió como sacerdote confesor y guía espiritual, dando testimonio de una gran caridad con los necesitados. Que su ejemplo sostenga sobre todo a los sacerdotes en su ministerio. ¡Aplaudamos al nuevo Beato!”
El arzobispo
SEVILLA.- La Catedral de Sevilla cuenta con un nuevo cuadro con la imagen del nuevo beato. Se trata del segundo canónigo del Cabildo hispalense tras el cardenal Marcelo Spínola que es elevado a los altares (la beatificación de don Marcelo fue en Roma en 1987).
El pintor Raúl Berzosa, autor igualmente del cuadro que se descubrió en el rito de la beatificación la mañana del 9 de noviembre (y que podrá contemplarse en la Casa Madre de la Compañía de la Cruz), ha sido el encargado de representar al beato Torres Padilla en una obra que formará parte de la pinacoteca de la Catedral.
Monseñor Saiz Meneses bendijo la obra la mañana del 10 de noviembre, antes de la misa de acción de gracias que acogió la Catedral.
SEVILLA.- El escultor e imaginero José Antonio Navarro Arteaga es el autor de la imagen que recibirá culto en la iglesia de la Casa Madre de las Hermanas de la Cruz en Sevilla. Monseñor Teodoro León, obispo auxiliar de Sevilla, bendijo esta imagen la tarde del domingo, 10 de noviembre.
La escultura representa al nuevo beato de pie, vestido con el hábito de canónigo de la Catedral de Sevilla, con sotana, roquete y muceta, portando en su mano izquierda una cruz, mientras que con la derecha sostiene el breviario, en el cual introduce uno de sus dedos para no perder la página que está rezando y contemplando, según parece indicar su mirada reflexiva. Como nos tiene acostumbrados este artista, la imagen sobresale por la calidad de la talla y por el gesto lleno de unción con que ha sido capaz de representar al sacerdote canario.
Beatificación Padre Torres
La Catedral de Sevilla acogió la mañana del domingo, 10 de noviembre, la Eucaristía de acción de gracias por la beatificación del padre José Torres Padilla. La misa fue presidida por el arzobispo hispalense, monseñor José Ángel Saiz Meneses. Durante su homilía, monseñor Saiz dijo que la beatificación del padre Torres proyecta una gran luz en la vida de la Archidiócesis, de la Iglesia y de la sociedad, por su ejemplo como persona, como cristiano y como sacerdote.
El Evangelio que hemos escuchado presenta el primer gran discurso que el Señor dirige junto al Lago de Galilea a la multitud que le seguía. Comienza la predicación de su Reino señalando hacia la expectativa, hacia el objetivo principal que alberga el corazón humano: alcanzar una felicidad plena y duradera. Él anuncia y promete la felicidad, ciertamente, pero la sitúa donde el hombre no podía imaginar: proclama felices, dichosos, bienaventurados, a los pobres de espíritu, los afligidos, los misericordiosos, los que tienen hambre y sed de justicia, los limpios de corazón, los perseguidos, los humildes y sencillos que confían siempre en Dios. Las Bienaventuranzas son el camino para llegar a la alegría, a la felicidad, y, en definitiva, a la santidad. La práctica de las bienaventuranzas nos introduce en el sentido profundo de la vida, que solo es posible descubrir desde la fe, desde la confianza absoluta en el Señor. El mejor comentario a este Evangelio de las Bienaventuranzas lo encontramos en la vida de los santos. Así se cumple en la vida del padre José Torres Padilla.
Jesús exhorta a sus discípulos a confiar en la providencia de Dios, en el amor del Padre celestial que conoce todas nuestras necesidades. Una confianza en la Providencia que no exime de la lucha, del sufrimiento, del trabajo, de las ocupaciones de una vida responsable, pero que libera de la ansiedad, del agobio, de la excesiva preocupación por las cuestiones materiales y también libra del miedo a las dificultades del presente y a la inquietud por el mañana. El beato José Torres nació en San Sebastián de la Gomera, el 25 de agosto de 1811, siendo el tercero de cuatro hermanos. Fue bautizado pocos días después, el 31 de agosto. En el hogar familiar, el padre instruía a sus hijos sobre el camino a la salvación y la caridad con los necesitados. La madre (continúa en la página 10)
(Viene de la página 11) encaminaba al pequeño José a no buscar otra cosa en la vida que cumplir la voluntad de Dios.
En el convento franciscano de los Santos Reyes de San Sebastián de la Gomera recibió su primera enseñanza escolar. Entre el 31 de marzo de 1821 y el 1 de abril fallecieron su madre y su padre. Su tía materna Paula Padilla Cabeza se hizo cargo de la educación y el cuidado de sus cuatro sobrinos. Recibió la confirmación el 3 de junio de 1827. En septiembre de ese mismo año fue a estudiar a San Cristóbal de La Laguna, en la isla de Tenerife. Continuó su formación en Valencia y Sevilla. El 27 de febrero de 1836 el cardenal Francisco Javier Cienfuegos Jovellanos le ordenó sacerdote, celebrando su primera misa el 8 de marzo. Ejerció su ministerio sacerdotal como profesor en el seminario conciliar de San Francisco Javier de Sanlúcar de Barrameda y en el seminario conciliar de San Isidoro y San Francisco Javier de Sevilla, adscrito a la Parroquia de san Marcos, teólogo consultor del Concilio Vaticano I, canónigo de la Catedral de Sevilla y examinador sinodal.
Contemplamos a lo largo de su existencia una actitud de confianza serena, de fortaleza ante las pruebas, de paciencia en medio de las contrariedades. Su experiencia de la providencia de Dios le llevaba a reaccionar con sentido sobrenatural, a vencer las dificultades y a mantener una actitud de audacia, buscando en cada momento la voluntad de Dios. Así sucedió a la hora de superar los problemas para la fundación de la Compañía de la Cruz, cuando tuvo que afrontar junto a Santa Ángela muchas dificultades, y él le solía repetir: “Tú, quédate en tu nada que Dios lo hará todo”. En muchos momentos de su vida tuvo que sobreponerse a penalidades físicas y enfermedades y también a las más variadas incomprensiones. A pesar de todo, el amor y fidelidad a la Iglesia fueron siempre una constante en su trayectoria, así como la benevolencia con las personas que obstaculizaban el camino. El ali-
mento de su confianza en Dios lo hallaba en la oración y la penitencia.
Nuestro Señor Jesucristo era el fundamento de su vida. Cristo era la roca, el cimiento que le daba consistencia y firmeza. La unión con Cristo le permitió superar las contrariedades e integrar su proyecto de vida desde una relación personal con el Señor. En los Apuntes íntimos de los Ejercicios Espirituales de julio de 1861 escribe: “Pedir constantemente a mi Señor la gracia de imitarle, y llevarle siempre en mi corazón, en mi alma y en todas las acciones”. Su existencia estuvo jalonada por el misterio de la cruz: nacido en una familia ejemplar, experimentó la cruda realidad de perder a sus padres a la edad de nueve años. Pero a lo largo del tiempo halló siempre la fuerza para cargar con la cruz desde su unión con Cristo, que se alimentaba en la oración. Su ideal era imitar al Maestro en su vida de sacrificio, pobreza y desprendimiento de todo lo terreno.
Era consciente de la presencia del Espíritu Santo en su vida como el Maestro interior que le enseñaba a penetrar en el misterio de Dios, de la historia, de la vida y del mundo; el Espíritu Santo que le proveía de la luz y la capacidad para enseñar las cosas de Dios, que le conducía interiormente para vivir como auténtico hijo de Dios; el Maestro que le enseñaba a orar, a entender las palabras de Jesús, que le llenaba de la fuerza necesaria para ser testigo de Cristo ante los hombres. Vivía un profundo amor y devoción a la Virgen María, como madre, como mediadora de todas las gracias, como intercesora por todos sus hijos, desde el Cielo, junto a su Hijo Jesucristo. Alentaba a todos para que viviesen el amor y devoción a María. Rezaba diariamente el rosario y, cuando se desplazaba de un lugar a otro, iba recitando una y otra vez el Ave María.
El beato José Torres fue un auténtico maestro y guía de almas. Su existencia irradiaba humildad, sobre todo en su relación con Dios. También era manso y humilde
en la relación con los hermanos. Su recomendación a las Hermanas de la Cruz al respecto es ya un clásico: “No ser; no querer ser; pisotear el yo, enterrarlo si posible fuera”. Duro y exigente consigo mismo y a la vez paciente y comprensivo con los demás. Su vida estuvo muy dedicada a la formación, a la predicación y al acompañamiento espiritual. Los alumnos le apreciaban por sus conocimientos y pedagogía, y, sobre todo, por su coherencia de vida. Fue nombrado consultor pontificio de la Comisión de Disciplina Eclesiástica del Concilio Vaticano I, en el cual participó.
El Señor le había concedido vida de oración intensa, ciencia, experiencia y penetración psicológica para conocer el corazón humano. Dedicaba incontables horas al ministerio de la reconciliación. Fue confesor y director espiritual de muchas personas en diversos lugares de España, haciendo gala de una gran capacidad de escucha, dedicándoles tiempo y energías, sabiéndolas acompañar, en su circunstancia y su historia, por caminos de santidad, con extraordinaria prudencia. En Sevilla se le llamaba popularmente el «Santero» porque tenía fama de santidad y porque introducía por el camino de la santidad a las personas que dirigía. Entre las almas que acompañó espiritualmente destaca santa Ángela de la Cruz, canonizada por san Juan Pablo II en 2003, con la que colaboró en la fundación de las Hermanas de la Compañía de la Cruz. Fue un verdadero padre de los pobres, un modelo extraordinario de ministerio y vida sacerdotal también por su vivencia de la pobreza, que le llevó a despojarse de todo a favor de los pobres y los enfermos, “nuestros amos y señores”, como él los llamaba. No daba de lo que le sobraba, sino de lo necesario. Cuando cobraba su capellanía iba a las tiendas a pagar comestibles y ropas de personas necesitadas que estaban pendientes de pago. Procuró con amor de padre socorrerlos, aliviar sus sufrimientos y heridas. Compartía con santa Ángela el carisma de “hacerse pobre con los pobres para atraerlos
a Cristo”. La contemplación de Cristo, que se ha hecho pobre para llenarnos de la riqueza de su salvación, le movía a vivir pobre como su Maestro. En su pobreza, en su humildad, en su debilidad, se manifestó la gracia y la fuerza de Cristo.
Vivía con todas las consecuencias su configuración con Jesucristo, las actitudes de Cristo Buen Pastor, la caridad pastoral cuya esencia es la donación total de la propia vida, la entrega hasta el extremo. Su caridad pastoral encontraba el alimento principal y la mejor expresión en la Eucaristía. La celebración de la Eucaristía era el fundamento y la cima de su vida sacerdotal, el misterio que llenaba su existencia, porque configurado a Cristo también le ofrecía su vida, que se iba transformando progresivamente. En la Eucaristía encontraba la fuerza que le llevaba a anunciar la Buena Nueva sin desfallecimiento, que le impulsaba a entregarse a los más pobres y necesitados sin reservas ni cálculos humanos. La beatificación del padre Torres proyecta una gran luz en la vida de nuestra Archidiócesis, en la vida de la Iglesia y de la sociedad, por su ejemplo como persona, como cristiano y como sacerdote. Nos encomendamos a María Santísima, Virgen de los Reyes, Reina de los sacerdotes, a santa Ángela de la Cruz y santa María de la Purísima, y les pedimos que el ejemplo del beato José Torres Padilla nos ayude para avanzar decididamente por el camino de la conversión y la santidad, de la humildad, de la oración, de la formación cristiana, del amor a los pobres y la transmisión de la fe a nuestros contemporáneos. Hoy pedimos también al Señor, por intercesión del nuevo beato, la paz en el mundo, en tantos lugares en los que todavía hay guerra, violencia y destrucción; y pedimos por los fallecidos y damnificados a causa del temporal que ha azotado buena parte de España, especialmente Valencia. Nos ponemos en la situación de lo que el padre Torres haría en circunstancias semejantes y actuamos con su mismo corazón sacerdotal. Así sea.
Primera lectura Daniel 12, 1-3
Entonces se salvará tu pueblo
Por aquel tiempo se levantará Miguel, el gran príncipe que se ocupa de los hijos de tu pueblo; serán tiempos difíciles como no los ha habido desde que hubo naciones hasta ahora. Entonces se salvará tu pueblo: todos los que se encuentran inscritos en el libro.
Salmo responsorial Sal 15, 5 y 8. 9-10. 11
R/: Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti
- El Señor es el lote de mi heredad y mi copa; mi suerte está en tu mano. Tengo siempre presente al Señor, con él a mi derecha no vacilaré.
- Por eso se me alegra el corazón, se gozan mis entrañas, y mi carne descansa esperanzada. Porque no me abandonarás en la región de los muertos ni dejarás a tu fiel conocer la corrupción.
- Me enseñarás el sendero de la vida, me saciarás de gozo en tu presencia, de alegría perpetua a tu derecha.
Segunda lectura Hebreos 10, 11-14. 18
Muchos de los que duermen en el polvo de la tierra despertarán: unos para vida eterna, otros para vergüenza e ignominia perpetua. Los sabios brillarán como el fulgor del firmamento, y los que enseñaron a muchos la justicia, como las estrellas, por toda la eternidad.
Con una sola ofrenda ha perfeccionado definitivamente a los que van siendo santificados
Todo sacerdote ejerce su ministerio diariamente ofreciendo muchas veces los mismos sacrificios, porque de ningún modo pueden borrar los pecados.
Pero Cristo, después de haber ofrecido por los pecados un único sacrificio, está sentado para siempre jamás a la derecha de Dios y espera el tiempo que falta hasta que sus enemigos sean puestos como estrado de sus pies.
Con una sola ofrenda ha perfeccionado definitivamente a los que van siendo santificados.
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «En aquellos días, después de la gran angustia, el sol se oscurecerá, la luna no dará su resplandor, las estrellas caerán del cielo, los astros se tambalearán.
Entonces verán venir al Hijo del hombre sobre las nubes con gran poder y gloria; enviará a los ángeles y reunirá a sus elegidos de los cuatro vientos, desde el extremo de la tierra hasta el extremo del cielo.
Aprended de esta parábola de la higuera: cuando las ramas se ponen tiernas y brotan las yemas, deducís que el verano está cerca; pues cuando veáis vosotros que esto sucede, sabed que él está cerca, a la puerta. En verdad os digo que no pasará esta generación sin que todo suceda. El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán. En cuanto al día y la hora, nadie lo conoce, ni los ángeles del cielo ni el Hijo, solo el Padre».
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El año litúrgico acaba. El domingo que viene es Cristo Rey, la última solemnidad del año. Por eso hoy las lecturas tratan sobre el final de la historia. El lector moderno puede quedar confundido por el género apocalíptico de los textos. La apocalíptica emplea un tipo de lenguaje simbólico que relata la batalla cósmica (la gran tribulación de la que hablan Daniel en la primera lectura y Marcos en el Evangelio) entre las fuerzas de Dios (Miguel, en la primera lectura; Cristo y sus ángeles, en el Evangelio) y las fuerzas del mal (los enemigos, en la carta a los Hebreos). Tras los velos de este lengua-
je imaginativo subyace una certeza: el final de la historia no consistirá en la destrucción del mundo, sino en la segunda venida de Jesucristo y, gracias a él, en la salvación de los elegidos. Así pues, todas las realidades, incluso las más estables -el sol y la luna- se tambalearán, quedarán relativizadas. Sin embargo, las palabras de Jesucristo no pasarán. Igualmente el profeta Daniel promete la salvación de los santos del pueblo fiel que se levantarán para una resurrección de vida y serán como las estrellas del firmamento.
El Evangelio de hoy termina con un dicho misterioso sobre la ignorancia
-Álvaro Pereira, sacerdote-
acerca de cuándo será el fin. El texto es paradójico: por un lado subraya la esperanza ante el tiempo final, por otro previene contra la soberbia de creerse conocedor de la cronología del fin. En último término, por tanto, solo queda la confianza en Dios, Señor de los tiempos y de la historia. Por eso, el salmo de hoy está magníficamente escogido. Ante el futuro solo queda decirle a Dios: Yo sé que «no me entregarás a la muerte ni dejarás a tu fiel conocer la corrupción. Me enseñarás el sendero de la vida, me saciarás de gozo en tu presencia, de alegría perpetua a tu derecha».
1. La apocalíptica sintetiza la historia en una lucha entre Dios y las fuerzas maléficas. ¿Crees sinceramente que los poderes del mal no prevalecerán? ¿Confías en Dios?
2. Las lecturas de hoy invitan a ver las tribulaciones y penalidades presentes como una preparación para el triunfo final. ¿Eres capaz de reconocer la presencia de Dios incluso en medio de tus sufrimientos?
3. La breve comparación de la higuera invita a discernir los signos de los tiempos. ¿Interpretas los acontecimientos de tu vida a la luz de la fe?
Domingo 17
XXXIII Domingo del Tiempo Ordinario
Jornada Mundial de los Pobres
Lunes 18
Dedicación de las Basílicas de los Santos Pedro y Pablo, apóstoles
Ap 1, 1-4; 2, 1-5a; Sal 1; Lc 18, 35-43
Martes 19
San Crispín de Écija, obispo y mártir
Ap 3, 1-6. 14-22; Sal 14; Lc 19, 1-10
Miércoles 20
Ap 4, 1-11; Sal 150; Lc 19, 11-28
Jueves 21
Presentación de la Bienaventurada Virgen María
Ap 5, 1-10; Sal 149; Lc 19, 41-44
Viernes 22
Santa Cecilia, virgen y mártir
Ap 10, 8-11; Sal 118; Lc 19, 45-48
Sábado 23
San Clemente I, papa y mártir. Aniversario del restablecimiento del culto cristiano en la ciudad de Sevilla
Ap 11, 4-12; Sal 143; Lc 20, 27-40
Jubileo circular en Sevilla (capital): Días 17-19, Templo de Jesús de la Salud (calle Verónica); 20-22, iglesia conventual de San Clemente (calle Reposo, 9); 23-25, iglesia de Santa Catalina (calle Alhóndiga).
Diariamente: Capilla de San Onofre (Plaza Nueva), las 24 horas; convento de Sta. María de Jesús (c/ Águilas); Parroquia de la Concepción Inmaculada (c/ Cristo de la Sed); Parroquia de S. Bartolomé (c/ Virgen de la Alegría); Parroquia de las Stas. Justa y Rufina (c/ Ronda de Triana, 23-25); Parroquia de la Anunciación de Ntra. Sra. y San Juan XXIII (Pza. S. Juan XXIII), iglesia de San Antonio Abad (c/ Alfonso XII, 3).
Jubileo circular en Écija: Días 15-18, Santiago; 1927, San Francisco (N. Milagrosa).
Exposición del Santísimo, a las 17.30 h, con rezo del rosario a la Divina Misericordia y canto de vísperas, a las 18.30 h, en el convento de de la Encarnación-MM Agustinas (Pza. Virgen Reyes).
“La Iglesia es en salida o no es Iglesia”
Diego forma parte del grupo de coordinación del proyecto
Beato Pedro Donders desde sus inicios en 2016, con sede en la Parroquia del Santísimo Redentor, de Sevilla. Se trata de una de las cuatro iniciativas de calle que coordina Cáritas Sevilla de atención a personas sin hogar. El proyecto se basa principalmente en tres áreas: ruta, acogida y acompañamiento. Actualmente son unos 60 voluntarios los que forman parte de esta labor. Hasta el año pasado ha formado parte activa del área de ruta que recorre cinco noches a la semana las calles de la ciudad para llevar un caldo caliente a las personas en situación de calle. “Más que el caldo (que en las frías noches sienta muy bien) lo que muchos hermanos esperan es la charla, la compañía, pasar de ser invisibles a recuperar la visibilidad por algunos minutos. Sin duda, estos momentos son un encuentro con
Dios, Evangelio puro”.
Encuentro entre dos amigos
El objetivo de la ruta es invitar a todas las personas a la acogida que tiene lugar cada lunes en la parroquia, “donde además de tener la oportunidad de tomarse un café y merendar, tenemos espacios donde sentarnos, charlar y trazar un camino para que nuestros hermanos puedan dejar de estar en la calle”. La tercera área del proyecto es el acompañamiento: “Una vez hemos conseguido encauzar el camino (han accedido a algún recurso o centro), los seguimos acompañando en sus gestiones o compartiendo con ellos un café, convirtiéndose estos encuentros en un encuentro vivo entre dos amigos”.
Las palabras del papa Francisco, “la Iglesia es en salida o no es Iglesia”, fueron las que impulsaron y animaron a Diego a dar el paso de comprometerse “a proclamar el Evange-
Sevilla (1981) | Casado y con dos hijos, es arquitecto |Feligrés de la Parroquia del Santísimo Redentor y coordinador del proyecto Beato Pedro Donders
lio con mi voz (como catequista), a trasmitirlo con mis manos”.
Diego reconoce la presencia de Dios en los hermanos de la calle y subraya que, a parte de la atención a las personas sin hogar, una de las cosas que más le produce alegría, es saberse acompañado en esta tarea. “El proyecto cuenta con voluntarios excepcionales en los que nos apoyamos los unos a los otros cuando pasamos momentos de dificultad. Saber que cuentas con personas que reman en la misma dirección, con un mismo objetivo, es bastante reconfortante”.
Este thriller medioambiental, aborda la cuestión de la deforestación en Indonesia para la producción del aceite de palma y las consecuencias nefastas para sus lugareños. Se trata de un tema ecológico en el que se entremezclan los intereses tanto de las grandes corporaciones como de las relaciones internacionales.
Carole (Alexandra Lamy) lucha por salvar a su hijo Martin (Félix Moati), injustamente condenado a muerte en Indonesia bajo acusaciones de narcotráfico al tratar de destapar todo este oscuro entramado. En su búsqueda por la verdad y la justicia, Lamy evoluciona desde una mujer aterrorizada
por perder a su hijo a una guerrera dispuesta a desafiar a los más poderosos.
La narración se mueve entre el drama íntimo experimentado por Carole y Martin y la denuncia de problemáticas locales con implicaciones globales. El guion va desenmascarando a los responsables que perpetran estos abusos de poder, desde los lobbies que obstruyen la justicia hasta los gobiernos que no solo son permisivos sino también cómplices. El conflicto es representado con crudeza, de manera que la película se convierte en un vehículo para denunciar los crímenes ambientales y las depravaciones cometidas contra los pueblos dentro de un sistema que parece diseñado para perjudicar siempre a los más vulnerables.
La fotografía del film está al servicio de este mensaje. Abundan los amplios planos de la selva tropical devastada por la deforestación. A través de estos paisajes, Bergeon enfatiza la pequeñez de Martin, de Carole, de las poblaciones autóctonas que desean sobrevivir, frente a la inmensidad de las corporaciones y entidades políticas a las que se resisten.
LA PROMESSE VERTE (2024) Thriller dramático. 124 min. Francia.
Dirección: Edouard Bergeon
Reparto: Alexandra Lamy; Antoine Bertrand, Julie Chen, Adam Fitzgerald ¿Dónde verla? En cines
El oro verde, por tanto, es una propuesta audaz con un discurso sólido. Nos encontramos ante un thriller que no solo examina el drama familiar de los protagonistas o el de la pequeña comunidad indonesia retratada, sino también la deshumanización y explotación propias de un orden mundial como el actual. Es una historia que puede ser utilizada para reflexionar y dialogar.
Larisssa I. López (Pantalla 90)
Desde el punto de vista ético, la película indaga en los límites hasta los que estamos dispuestos a llegar cuando nos enfrentamos directamente a sistemas corruptos. Carole y Martin encarnan esta lucha ética y moral, retando al espectador a cuestionarse sobre el valor de la justicia y el precio del silencio. Además, el argumento interpela directamente al papel de la comunidad internacional, evidenciando la inconsistencia de su compromiso con los derechos humanos y la preservación del medio ambiente ante la presión constante de intereses políticos y económicos.
Panorama literario
Cómo el amor de Dios nos sostiene, nos levanta y nos guía
Papa Francisco. DEBOLSILLO. 2017. 236 págs.
Este libro recoge una colección de homilías y discursos que reúne la sabiduría del papa Francisco para encontrar la felicidad. Cada homilía y discurso de este libro, escrito en un lenguaje cálido y accesible, es una lección de vida que guiará a los lectores en la búsqueda del amor y la felicidad en un mundo tan caótico. En esta recopilación de enseñanzas, el papa Francisco reflexiona sobre la dignidad de la mujer y sus derechos, habla sobre cómo el amor al deporte puede sacar lo mejor de cada uno y explica por qué luchar contra la discriminación es clave para amar al prójimo. Además, comparte historias personales y anécdotas de su vida.
El Papa Francisco acaba de regalarnos su cuarta encíclica, titulada ‘Dilexit nos’, en la que profundiza en el amor humano y divino manifestado en el Corazón de Cristo. Por ello, presentamos hoy la alegoría del Sagrado Corazón de Jesús que se encuentra en el techo de la sacristía de la Capilla Doméstica de San Luis. Antonio Rodríguez Babío, delegado diocesano de Patrimonio Cultural
La Capilla Doméstica o de los Novicios forma parte del impresionante conjunto jesuita de San Luis de los Franceses y fue inaugurada en 1712, siendo dedicada a la Virgen, decorándose la bóveda del presbiterio con la Asunción de María, obra de Lucas Valdés, mientras que Domingo Martínez es el autor de los frescos de la bóveda de la nave, que presentan las letanías marianas. De este pintor sevillano pueden ser asimismo las pinturas murales que ornamentan la bóveda de paños de la sacristía, en cuyo centro se representa alegóricamente el Corazón de Jesús, ya que el noviciado de San Luis fue uno de los centros en que más tempranamente se difun-
dió esta devoción en España, como señala el historiador Juan Luis Ravé.
Así, aparece una cartela central en cuyo interior figura el anagrama JHS con el Corazón de Jesús, que se presenta rodeado por la corona de espinas y rematado por la cruz que sobresale de las llamas que escapan de la parte superior del corazón, bajo el cual se encuentran los tres clavos, rodeándose todo el conjunto de cabezas de querubines. Esta composición, como nos informa el investigador citado, pudo tener como inspiración la portada del libro de las ‘Evangelicae Historiae Imagines’, de Jerónimo Nadal, fechado en 1596.
Las llamas representan
el amor infinito del Hijo de Dios, mientras que la cruz y los clavos aluden a la Pasión del Señor, momento culminante en que se hace patente el amor hasta el extremo de Cristo por toda la humanidad. Esta cartela central está flanqueada por dos ángeles que se muestran arrodillados adorando el Sagrado Corazón de Jesús.
Aunque ya en el siglo XV encontramos algunos grabados alemanes con el símbolo del Corazón de Jesús, será en el siglo XVI cuando aparezca la representación del corazón ceñido por la corona de espinas y traspasado por los clavos. Un siglo después se desarrollará en Francia esta iconografía, fomentada por san Francisco de
Sales, san Juan Eudes y santa Margarita de Alacoque, quien encarga a una religiosa salesa un dibujo a tinta, conservado en la iglesia de la Visitación de Turín, que muestra el corazón solo.
A partir de la segunda mitad del siglo XVIII ya se representa a Cristo mostrando su Corazón, para hacer evidente que “es parte de su Cuerpo santísimo y resucitado”, como indica el Papa en la nueva encíclica, en la que también nos recuerda que el Corazón “no es un símbolo imaginario, es un símbolo real, que representa el centro, la fuente de la que brotó la salvación para toda la humanidad”: El amor de Cristo.