Excodra x lo onirico

EXCODRA REVISTA DE LITERATURA (Y OTRAS ARTES)

Nº 10 (LO ONÍRICO)

Revista Excodra. Número X: Lo onírico. Noviembre, 2012. ISSN 2014-1998.

ÍNDICE Editorial Toulouse-Lautrec Ficción Ama tu vómito ¡Vive sin soñar!, Vanity Dust Bird dream, Cecilia Quílez Miento si sueño, Augusta Santana Hernández Réquiem por un loco, Andrea Zecca Sábanas sucias, Klaus Mann Juegos Olímpicos, Ernesto Escobar Ulloa No ficción Sólo quería hablar del caballo de Fuseli, Jordi Corominas i Julián Sueños, Manuel Laza Zerón Un sueño dentro de otro sueño, Santiago Tena Poesía Varios poemas, Lucía de Fraga Van Gogh, Augusta Santana Hernández Dos poemas, Francisco Espinosa Martín Pintura Carlos Esteban Resano Vasilchik Concept Fotografía Concept Elena Korn Agustín Calvo Galán S. Tallón Vicenç Rodríguez Bosch Aurora Martín Ludovica Bastianini

Entrevista Mario Bellatín Reseñas Proyecto desvelos, Agustín Calvo Galán Goo y el amor, de Claudia Apablaza Colaboradores

EDITORIAL

Para este nuevo número de la revista, esta vez sobre Lo onírico, el texto editorial se viste de ficción para comentar sobre sueños, miedos y deseos. Encontraréis tanto en los textos como en las imágenes un verdadero mundo onírico desde gran variedad de ópticas. Grandes colaboraciones y muy agradable lo que os iréis encontrando.

Déjense llevar por este número, lo disfrutarán como un buen sueño.

Toulouse-Lautrec A veces deseo que suceda algo tan extraordinario que, o me vuelva loco, o me mate.

Pero sólo un ratito. Probar la locura, como si de unas vacaciones se tratase. Probar la muerte, como se prueba un buen vino: Con furor y esperanza. A veces deseo que cuando estoy entre sueños, alguien entre en mi casa. Y me violen. Y me peguen. Y me ladren. O sólo para matarlos. Después entiendo el dicho: Ten cuidado con tus deseos.

Es extraño el deseo. ¿Qué mensaje nos traen los deseos? Intuyo que los deseos se escriben en el mismo lenguaje que los sueños: Están cifrados: Son simbólicos: Representan. Lo mismo ocurre con los miedos. Sueños, deseos, miedos: son hijos de una misma madre. Es por eso que hay que tener cuidado con lo que se desea, pues igual no supimos interpretar el mensaje de nuestro verdadero anhelo, no hicimos una buena trascripción. Con los miedos, ocurre lo mismo. No es miedo a volar lo que tiene uno. No es miedo a los espacios abiertos, o a los cerrados. O cualquier otra fobia. Son mensajes de nuestro cuerpo, y hay que descifrarlos, u obviarlos. Y nunca, digo nunca, nunca darles de comer, pues acabarán entonces por comernos: se alimentan de la conciencia que les circunda, de su entorno mental: nuestra memoria: nuestra identidad: nuestro ser (del que ellos mismos forman parte): son los miedos unos caníbales de sí mismos y de uno mismo.

Anfant acabó de escribir lo anterior y cerró su ordenador. No había nadie en casa. Esa noche no había nadie en casa. Erbe salió esa noche con sus amigas y no regresaría, probablemente, hasta que el sol empezara a salir, o, como en ocasiones, hasta que el sol se volviera a poner. Erbe se consumía en los bares entre alcohol y cocaína. Sin comerlo ni beberlo, o absolutamente premeditado, se había vuelto adicta a la cocaína y más todavía al alcohol. A Anfant no le importaba demasiado. No le importaban sus excesos. No le importaba que se acostara con otros hombres e incluso con otras mujeres o con ambos a la vez. Nunca le preguntó nada. Ella tampoco le contó nunca nada. Un tácito pacto fue hecho desde el comienzo de su relación. Un pacto de silencio mutuo. A veces, por los olores que desprendía al llegar, Anfant trataba de adivinar con quién, con cuántos, hasta cuántas veces, lo había hecho. Pero a Anfant, en el fondo, no le importaba, y su búsqueda olfativa respondía a un juego, amante él de Sherlock Holmes, detectivesco. Erbe, siempre que llegaba, fuera la hora que fuera, o el estado en que se encontrara, se follaba a Anfant como si fuera la primera vez.

Pero Anfant, sin embargo, hacía el amor con ella. Anfant amaba a Erbe. Erbe deseaba a Anfant.

Anfant quería ayudar a Erbe a encontrar su deseo mal descifrado. Lo primero que había pensado era lo más evidente, pensaba él que así lo era, por ser de hecho lo primero que pensó -también pensó que, además de lo más evidente, por ello, lo más absurdo-: Erbe deseaba tener compañía. Y de ahí, tiró del hilo: Deseaba no estar sola: Tenía miedo a la soledad. Y se encontró, así, ya de primeras, con la pareja deseomiedo hablando el mismo lenguaje. Pero no podía ser tan simple, porque este razonamiento no le aportaba nada, absolutamente nada. Habría de seguir llamando a más puertas en su mente para ayudar a Erbe -aunque nunca ella le solicitó tal ayudaa encontrar el verdadero deseo por el cual, Erbe, deseaba a Anfant. ¿Por qué desea Anfant ayudar a Erbe? Y aquí podría empezar el juego de los porqués de sus vidas.

Pero no empezó porque Anfant abrió la puerta al escuchar que llamaban levemente.

Sintió un escalofrío que se fue como vino. Era Erbe, ebria hasta la médula, que

llegaba mucho antes de lo esperado. No encontraba sus llaves. Anfant abrió la puerta y follaron en el suelo nada más cerrarla. Luego durmieron. Después se despertaron.

Habrían de ser las doce del mediodía. Hacía un tiempo primaveral. Un espléndido sol entraba por las ventanas. Anfant preparó café para los dos y llevó dos tazas a la cama.

Erbe estaba acostada y aún medio dormida. Anfant se sentó a su vera, puso las tazas de café en la mesita de noche y le acarició el pelo. Erbe metió la mano en la bragueta del pijama de Anfant y acarició su polla hasta empalmarla. Se giró sobre Anfant y la metió en la boca. Anfant seguía acariciándole el pelo y ahora acompañaba con suavidad los descensos y ascensiones de la cabeza de Erbe. Anfant le dijo si es que quería el café con leche y Erbe alzó su cabeza con una carcajada. Se incorporó y le montó con la vagina totalmente húmeda. Anfant se introdujo en ella de un sólo tirón y ambos se estremecieron. Se besaron y al cabo se corrieron al unísono. Se besaron lentamente durante varios minutos, cerrando y abriendo los ojos a intervalos. El café ya estará frío, dijo Erbe. Da igual, lo tomaremos con hielo, contestó Anfant. Se puso de nuevo el pijama y fue a por los hielos.

Erbe era pintora. De existencias rotas, le solía decir Anfant. Tenía multitud de libros sobre pintores en casa. Anfant casi nunca los miraba. Al salir de la ducha, siendo ya las dos de la tarde, Anfant pateó sin querer uno de los libros de pintores que estaban sobre el suelo. Había varios esparcidos por el pasillo. La tarde anterior Erbe estuvo mirando muchos de los libros, buscando una pintura que no lograba localizar en su memoria y necesitaba encontrarla. Qué haces, le preguntó Anfant. No sé, no sé bien, tengo en la mente un cuadro y no recuerdo de quién es, y tampoco sé cómo era exactamente, pero no sé, quiero verlo de nuevo, algo tendrá, contestó Erbe. E iba y venía del salón al pasillo, con un libro en la mano, y se sentaba en el suelo con un cigarro en los labios pasando hojas sin cesar. Así acumuló varios libros en el suelo y cuando salió con sus amigas ahí se quedaron. No encontró la pintura que buscaba.

Anfant tropezó con uno de Toulouse-Lautrec y se agachó. Lo recogió. Llegó a la habitación. Puso el libro donde hace unas horas había puesto los cafés. Erbe seguía en

la cama. Fumaba con la mirada concentrada en el techo. ¿Quién es éste? Preguntó Anfant. Un maldito, corazón, dijo Erbe. Ajá, ¿por qué? No lo conocía, creo, contestó Anfant cogiendo ropa del armario. No sé, era feo, enano, putero, a saber, francés, un borracho, y pintaba muy bien. Me recuerda a algunas de tus pinturas la imagen de la portada, ¿era él a quién buscabas ayer? No, o no sé, ahora lo volveré a mirar, déjame ver, le dijo Erbe y cogió el libro. Espachurró el cigarro en el cenicero que tenía a su vera. Abrió el libro y comenzó a mirar los cuadros. ¿Sabes? Ayer cuando llegaste, me sobresalté, andaba pensando en que deseaba que fueran unos ladrones, y pelearme con ellos. ¿Que qué? Le dijo Erbe con la risa en la cara. Sí, tenía ganas de pelearme con alguien, hacerles daño. Estás como una cabra, corazón. Ya, pero tenía ganas. Te echaba de menos pero no quería reconocérmelo, dijo Anfant acabándose de vestir.

Bueno, mira este cuadro suyo, y Erbe puso el libro de cara a Anfant. Es una puta, ¿no? Hermosísima. ¿Pintaba putas? Y Anfant se acercó para besarla en la boca. Sí, contestó Erbe, y se besaron.

FICCIÓN Ama tu vómito ¡Vive sin soñar!

Tenía 17 años. Me paseaba a mí mismo en correa por el Apolo Club de BCN, flipando con los piercings en aro de las veinteañeras berlinwannabe. Había bastante nivel de escotes saltones, sobre todo de las ravers periféricas, de las afueras, un género cotizado en aquella época, cuando todavía tenían dientes. Corrían tiempos en los que ponerte ciego a porros en la sala principal y que no te pidieran el DNI en la entrada, siendo un chaval curioso, no era ningún problema. Las colas para entrar el día que pinchaba Dj Rush tenían la longitud de un cementerio de Texas plagado de zombies recién abierto por navidad. Y aparcaba la moto dónde me daba la gana, y el regreso a las siete de la mañana era como un viaje remix de 2001: Odisea en el espacio y Miedo y Asco en Las Vegas. Eso y mi santo grial de veinte gramos de chocolate que quedaba aposentado en mis pulmones cada domingo por la mañana.

Me dedicaba a pasar hachís en el instituto. Nada muy a lo grande, movía unos 300 euros a la semana. No necesitaba el dinero, pero me gustaba esa extraña sensación de poder que sientes al poseer algo que todos quieren, pero que solo tú tienes. Me llamaba gente rara, algunos tipos de primero que sabías que te odiaban pero que no les quedaba otra que bajar la cabeza, darle al Nokia 3210 y suplicarte 12 gramos con un sms de "colegas". Y esos fueron los primeros #epicwin de mi vida, eso y las ravers que se encariñaban, puestas de M, de mi joven y bien abastecido escroto.

La pasta que ganaba me la fundía en más merca para mí. La media de 10 canutos al día iba acrecentando mi mal humor, y un aislamiento algo violento con antiguos colegas que no me seguían el rollo. Y no me seguían el rollo porque eran unas nenazas que todavía jugaban al fútbol y se la pelaban con revistas porno de Penthouse, habiendo ya vídeos en la red, esencialmente gonzo, del inestimable estilo "Amateur blonde teen ganged for money by 3 old man". Tenía mis primeros cds de techno, los

escuchaba en la habitación fumando compulsivamente, encerrado, sin nada que hacer, nunca.

Pero este festín de techno y primeras partys postpachangueras en el Apolo evolucionó pronto hacia otro estadio, mezcla de porros y vodkas a lo random, hasta que llegué a un esquizo y bizarro momento en el que apenas recordaba dónde estaba, qué hacía tumbado en la estación de metro de Paral·lel, y cuál era el plan; el estadio en el que ya es demasiado tarde para terminar la partida. Y luego está el día del no retorno, de tomar conciencia de que nunca más podrás regresar con tu equipaje habitual tras estos viajes y, much worse, de que no podrás dejarlos de hacer, ni que sea arrastrando tus encías por cada filtro que te cruces hasta la tarima. Pero ya es demasiado tarde para cuando hueles, o esnifas, la movida.

Mis padres se habían marchado de fin de semana. Todavía vivía con ellos, a ratos.

Hacía poco tiempo que escuchaba techno; rollo duro, Jeff Mills y Christian Smith, Sven Väth. Me recuerdo a mí mismo pisando vasos de tubo de cristal en el piso de arriba del Apolo, cortándome el tobillo sin especial preocupación. Viaje en moto haciendo eses por la ciudad. Los efectos de la clencha de M, de puto M, la primera clencha de mí vida, que me habían dado unos tíos de Hospitalet a cambio de dos canutos, me estaban bukkakeando las neuronas. Escuchaba un raro retumbar en los oídos, como si Richie Hawtin hubiese metido la voz de una vieja en su Ableton, luego un rejuvenecedor filtro de voz de yonqui jovencilla en loop y un estucado final con los bajos de su LP Orange. Me quedé dormido en la entrada de casa, apoyado a la puerta, cerrada sin llave. Cuando me di cuenta de que había vomitado en el suelo, y tenía la camiseta hecha mierda, pero que estaba por primera vez en un subidón chungo, de los que se te escapa de las manos, en vez de sentir vértigo me fui a por más hachís en un cajón del cuarto y me lié un canuto, forzando la afonía y amplificando el maldito techno estridente que petaba mi cabeza. Cuando volví a abrir los ojos, ya entrado mediodía, estaba tumbado en la cama, podrido, con The Bells de Jeff Mills sonando, en-

torpeciéndose con los golpes de escoba de unos vecinos cabreados que ni sabía que existían. Estaba, todavía, borracho y colocado. Completamente borracho, el puto M solo hace que violentar tus cubatas, los azota, tritura, y los arroja a tu tembloroso cuerpo. Intenté hablar, abrir la boca y decir cualquier cosa. No hubo manera. Nein.

No podía hablar, casi ni moverme. De fondo, Jeff Mills, Richie Hawtin, como mirándome desde sus cabinas, y haciéndome pensar en aquel momento que dicen que tu cuerpo se convierte en plástico, como un alien de goma, y a ver cómo sales tú de eso, chaval curioso. Tienes que ceder, apartarte un poco el vómito hacia las mejillas, y comprender que desconoces completamente cuándo vas a dejar de estar así para volver a estar normal. En tus momentos de lucidez dudas de que eso sea posible. Y cuando es tu primera vez, solo, crees que vas a morir.

Siguiente flash. Vómito por todo el pasillo, yo arrastrándome como un soldado por entre la maleza del Vietkong, porque alguien llama a la puerta. Pongamos que son las 2 de la tarde. No he pegado ojo, o sí, o no. Al abrir la puerta, coño, un colega mío que se había estado zumbando a una tía en la calle. Me dice que se ha quedado dormido detrás de un container y lo ha despertado un vagabundo que quería quitarle el sitio.

Me dice eso mientras mi cabeza sigue al ritmo de Orange, sigue hablando y apenas se fija en que he venido a rastras desde el fondo de la casa y ya no entiendo nada de lo que dice y vuelvo a mirar al techo pero esta vez me quedo clavado en el comedor. Me ayuda a levantarme, con toda naturalidad, y me mete una tacha de porro en la boca.

Aunque me sienta como el culo, lo fumo como si fuese eso lo que estaba deseando, y para no perder el ciego y volver a estar más o menos (des)ubicado.

No hablábamos de nada en concreto, la tarde era un continuo de canutos sin terminar, de tachas todavía por apurar. Y birra, lo que faltaba. Visitas al baño, más vómito. Solo el olor a porro puede amortiguar tu propio vómito, y mi colega se quedó dormido apoyado al cristal de la puerta de la terraza.

Después de esas 50 horas de viaje, de haberme levantado un lunes escuchando los llantos de mi madre y abrir los ojos y ver a mi padre pegando puñetazos contra la pared, noche tras noche, al levantarme, con o sin resaca, no recordaba nada de lo que había soñado la noche anterior. Luz apagada, cama, dormir. Nada. Me redirigía a ese limbo diabólico de golpes por los cuatro costados. De escotes raveros que luego se convierten en vómitos por el pasillo y que finalizan con un canuto en los labios que nunca se apaga y un colega que te habla mientras el techno peta tu cabeza, desde dentro, y la vecina mete palos de escoba porque no consigues entender cómo funciona el mando de la mini cadena para bajar el volumen.

A los 17 era incapaz de frenar. Luego creces, vomitas menos, apuntas mejor con tu escroto, guardas mejor la merca, no invitas a colegas que no se callan. Viajas a otras partes del mundo en los que no hay un segurata controlando si meas fuera de la taza del váter. En el fondo, al peor vómito de tu vida, le pillas cariño. Sobre todo cuando tienes la gran suerte de poder vivir sin soñar.

VD

Bird dream Entro por la puerta trasera del jardín. A mi derecha, un arbusto me revela el sosiego de cuatro gorriones. Parece un prodigio que estén quietos, que mi presencia no les haga temblar entre las hojas. Me detengo ante la extrañeza de sus pupilas detenidas en un horizonte que no puedo alcanzar. ¿Qué puede hacer un pájaro sino volar dentro de un sueño? Estiro mi mano para tocarlos. Atravieso un encaje de niebla. Confunde la araña el hálito de su presa. De repente el frío. La rama es un precipicio de calma mortal y silenciosa. Serrín de plumas entre los dedos. Regreso a la hora del café.

Alguien llora la tragedia de un salto. Danza ya con la perversidad de lo efímero.

Salgo de casa por la puerta principal. Todo es silencio.

(A Rubén in memoriam, que soñó antes de tiempo su primer vuelo)

CQ

Miento si sueño Me invitaron las horas a rozar las almohadas y despertar al sueño, pero no era mi sueño el que se deseaba, sino el suyo.

El de horas precisas que sujetan los días con luces amarillas de Sol en despedida. Las noches son insomnio y el alba pesadillas.

El cuerpo va cayendo entre silencios quietos y ruidos que en cambio, al borde de la noche corren aprisa, aprisa y volver a sus casas, donde esperan que regrese otro día.

Como hacia un precipicio se deslizan ideas, palabras alocadas, el furibundo genio de las cosas injustas, suspiros alargados de respirar deprisa.

En contraposición, despacio llega ese soporte etéreo, donde los "alter egos" se instalan en la mente.

Al abrirse la puerta de esa inconsciencia errática, se van precipitando hacia las manos, los ojos, un pie; la luz que aún me define debajo de una sábana... avanzan, avanzan y sin pedir permiso, su alocada aventura se desparrama entera.

El viento acerca nubes raras, donde existe una casa sin apenas ventanas y en cambio varias puertas. Ahora llueve y la llena, pero al llegar al suelo el agua es como arena.

Se va, alguien tiene una cuerda atada en un costado y tira tanto de ella que la mueve, la veo como pasa por encima de mí.

Y se cae una silla y un florero de flores sin colores, que casi me tropiezan.

Un árbol se me ha puesto delante, si intento rodearle se le abren ramas nuevas.

Después de muchas vueltas cansada ya, me siento hacia su izquierda pero allí, ¡ya no hay árbol! Encuentro una escalera.

Despacio giro el rostro y una ciudad me espera vestida de domingo luminoso, con gente que no espera. Me levanto. Intento una pregunta pero nadie contesta.

El único que mira es ese perro de color blanquinegro, que parece que escribe con sus ojos mis letras. Me acerco un poco a él y se retira. Otro paso hacia él y en dos brincos muy ágiles, ha saltado la fuente que apareció de pronto en medio de la acera.

Intento saltar yo, pero no caigo al otro lado de la fuente, sino que subo, subo, subo...

¡me sostengo en el aire! ¡he aprendido a volar!

Muevo los brazos como batiendo remos y me muevo.

Desde arriba es todo muy pequeño. No sé cómo bajar, tampoco sé si quiero. ¡Me gusta cómo vuelo!

Como es un poco cansada esta postura, alargo el brazo y cojo un almohadón pequeño, donde puedo sentarme y otra vez como remos, voy batiendo mis brazos. Abajo, ya no está la ciudad.

Ahora son caminos entre bosques, lagunas como charcos y un hombre que camina por el sendero rojo, que sólo traza un círculo y en el borde derecho según va caminando, aparece y se marcha la verja de una bella cancela, grande y negra con puerta repujada, que siempre está cerrada, con candados y llaves de lunas olvidadas.

Sigo mi ruta y veo al perro de la fuente, que brinca ahora en nubes que huelen ya al invierno.

Parece que en el fondo se ha espesado la niebla.

Y aún más en el fondo me veo desdoblada, vestida sin mis lápices. Sólo con los ropajes con los que me casaba, blanco y ocre como la tierra que ahora estoy pisando... "¡No quiero! ¡qué no quiero casarme, si apenas te conozco! ¿Dónde está mi atalaya?

Necesito subir y que tú no me alcances".

Detrás la luz, la luz. "¡No me retengas loca, qué tengo que marcharme!"

Echo a correr sujetando la falda que se llena de espuma y me abraza mojando mi cuerpo, dulce y tosco.

Me arrastro hasta sus besos y en un loco abandono respiro de su sal y su armonía, en el fondo arenoso del agua azul y verde, que en un punto de cruz, va bordando con olas los pasos sumergidos donde me he recogido, cual monja de clausura.

Abro la boca, trago. Abro los ojos, veo. Abro las manos, tomo.

Salgo a la superficie y han estallado estrellas rodeando algún fuego, que viene a calentarme. ¡Qué bendito silencio! Sólo oigo que respiro y el crepitar de llamas que se arropan, al

lado de mis partidos huesos.

Me dibujo entre huecos de risas que vivieron y sereno el espejo, que me dicta mi tiempo.

Un poco de algún sueño.

Un sueño, abrazando perfiles que se van sosteniendo en los bordes pequeños de esa silueta, que me invita a otro sueño.

Otro sueño.

Necesito dormir ¿sabes?

Huyendo me siento bien, es cuando vuelvo que miento.

ASH

Réquiem por un loco Somos vida atrás de la vida.

Nos gusta esperar, mirar, a ver qué pasa.

Un hombre mata en el barco de al lado a otro hombre. ¿Ya no consigues llamar la policía, verdad? -se pregunta.

Pues, bajo las hostias ha perdido la voz, junto a los sentidos.

Vendrán por mí ahora.

No está bien tener testigos, y el humo de mi cigarrillo no me esconde muy bien.

Pienso en el testamento de mi tío, y sonrío de la suerte, a la suerte, a la vuestra.

A lo mejor después de la muerte hay algo que no sea la última palabra.

Buscada y añorada.

Estaba allí a mi lado, tan bonita y llena. Como la luna.

Ay, Hilanun, que sólo ves afuera de la ciudad, en cada dirección o altura, pero nunca adentro de un ataúd. ¿Aconsejerías leer el capitulo 23 de los Detectives Salvajes?

Igual no, al final, por fin, esto es todo un sueño. Sueño de tirarme al agua y nadar entre miles de millones de peces, mairas y barracudas. Al despertarme miro hacia afuera, el cuerpo exánime de Hans, el holandés del comienzo del pantalán. No va a bañarse en frente de su barco mañana.

Otra noche pasaba indemne, por lo menos para mí.

Difícilmente hubiera podido pasarme algo esta misma noche, me habían recién vuelto a internar.

Era como nuevo en el hogar, y a los locos, les encantan los juguetes nuevos.

Me miran, me estudian, le gusta esperar. Leer lo que pasa en el ruido de las noches.

AZ

Sábanas sucias —Vean, está anocheciendo. En la noche la temperatura desciende hasta los treinta grados bajo cero o más. Moriremos congelados. Y que conste que lo digo con la mayor serenidad.

—¿No hay moteles en Siberia?

—Mira a su alrededor, hermana. ¿Te parece que alguien en su sano juicio abriría ni que fuera un fucking refugio en este lugar?

—No veo por qué no, ¿no han estado en Nuevo México? El desierto es exactamente igual a este, blanco como la nieve, solo que es caliente y te abrasa la piel, y aún así, hay vida en él. Moteles de carretera separados por kilómetros de dunas, como pequeños oasis en la nada. Chamán, usted debe haberlos visto.

—A decir verdad, señora, nunca pasé la frontera. Hay gringos psicópatas armados hasta las cejas. Me quiero demasiado, amiga.

—Pues yo les digo que si hay moteles en Arizona, los tiene que haber en Siberia.

Levantemos el campamento antes de que se apague el sol y vayamos a buscarlos.

Mientras tanto, les puedo explicar una historia real, algo que me sucedió a mí.

—La única mujer del grupo y la más sincera, compadre. Venga aquí ese cuento y ese calorcito, lady.

—¿Saben ustedes que los indios navajos creen que los objetos tienen vida, que la energía de los propietarios nunca los abandona? Bien, pues les puedo jurar que están en lo cierto y que yo conocí el gran polvo de mi vida a través de unas malditas sábanas manchadas de Él. Ocurrió en The Bear’s Wife, un motel apestoso en el desierto de Arizona. Yo viajaba sola, de hecho, siempre viajo sola y, cuando lo hago, me gusta follar con desconocidos. Sé que no es el vocabulario que utiliza una mujer de mi edad pero, qué diablos, no soy una de esas beatas de pueblo; nunca quise llegar virgen al matrimonio, ni siquiera a la mayoría de edad. Como digo, iba camino de Phoenix cuando me paré en aquel motel de carretera. Estaba a rebosar de solitarios viajantes, vendedores de geles de baño y aspiradoras, demasiado hambrientos y

facilones para parecerme interesantes, y aun así, me los habría cepillado si me hubiera apetecido. Dejé mi maleta en la habitación y me tumbé en la cama.

Inmediatamente, percibí un olor familiar, como a semen revenido, un pringue que debía llevar días. Pensé en bajar y armársela al hindú de la recepción, pero estaba tan cansada por el viaje que abrí la cama, obvié el enorme lamparón que la recorría y me eché a dormir. El sueño me llegó enseguida.

Soñé que había alguien conmigo. El olor de las sábanas era intenso, a sudor y a leche rancia, de borracho. Ustedes me entienden, un amargor que baja por la garganta y te produce arcadas. Me ovillé para contener el vómito, de forma que el aroma se hizo más fuerte, casi pesaba, lo sentía sobre mí, como un aliento fétido que me embozó los sentidos hasta volverse agradable y caliente. Quien fuera que se hubiese colado en mi habitación, me estaba respirando en el cuello y me acariciaba el vientre con unas manos ásperas, embrutecidas, como si llevara puestos unos guantes de estraza. Tenía los ojos cerrados y me fingí dormida, me di media vuelta y quedé de espaldas a él.

Pensé que si me creía inconsciente no se atrevería a despertarme; esas tonterías que quedan de la infancia, como cubrirse la cabeza con las sábanas y ¡plaf!, desaparecer.

Pero a él le importaba poco si estaba despierta o dormida, me enlazó con unos brazos fuertes que casi me cortaban la respiración y me clavó el pene en el coxis, y así fue bajando lentamente, golpeándome con él en las corvas como, si a oscuras, tratara de ensartar una llave en la ranura de una puerta. Hasta que… por supuesto, la abrió. No pude reprimirme y grité. Al momento noté su mano tapándome la boca, le mordí y él se quejó, y me apretó la cara, me hincó los dedos en las mejillas y siguió embistiéndome. Pensé: Qué más da Rosemund, no puedes hacer nada, mejor no te resistas. Relajé el ano y me dispuse a recibir lo que tuviera que darme y, sin saber cómo, tal vez de las mismas embestidas o del calor que inundaba mi cuerpo, el ardor de sentirme atrapada y vejada sin remedio, me encontré de rodillas en la cama, apoyando las manos en las paredes de horrible estampado, donde habían otras marcas de dedos. Coloqué mis palmas sobre las huellas y encajaban y, mientras él seguía tomándome ferozmente, empecé a pensar que aquellas huellas eran las mías, que

quizás en otro tiempo, en otra vida, me había penetrado de aquella forma, en un bucle constante, en la misma habitación. Sé que suena ridículo, pero me excitó imaginar una violación cíclica, una suerte de coito kármico, e inundada de deseo, como si mis brazos no fueran dos, sino cuatro, seis, ocho, el terrorífico Shiva, tomé impulso hacia atrás hasta caer sobre él, de espaldas, como un escarabajo pelotero. Intenté girarme, pero él me agarró del pelo, parecía gustarle tenerme encima. Me obligó a flexionar las piernas y allí volvió a tomarme, doblegando el orden natural, como si estar “sobre de” significara lo mismo que arrastrarse, así yo me sentía también mancillada y a la vez superior. ¿Quién violenta a quién? Luego se fue moviendo, sinuoso como una serpiente bajo las sábanas, y me supe sentada sobre su cara, casi intentando adivinar sus facciones con mis nalgas. Tenía el tabique torcido y la barba cerrada me lijaba la piel, parecía que me estuviese cepillando el culo. Yo lo apreté contra él. Le dije: Ojalá te asfixies, cerdo. No fue una amenaza, más bien ese tipo de comentarios que uno suele utilizar en los momentos más ardientes, pero él se lo tomó a mal y me mordió las nalgas con tanta fuerza que pensé que iba a tener los incisivos de ese cabrón de por vida en el trasero, marcada como el ganado. Me enfurecí, no me parecía nada educado; fui doblándome como pude y le pisé los huevos con los talones. Él chilló de verdad y su grito fue como un mugido, un sonido animal. Eso sí me gustó, así que volví a machacarle los testículos y le oí jadear.

Se me sacudió de encima, me hizo caer al suelo de costado y luego, como si pescara una enorme trucha blanca, me agarró por los tobillos y me devolvió a la cama. Como temí que volviera a lanzarme o, mucho peor, se marchara, me decidí a complacerle como mejor sabía. Introduje su verga apergaminada en mi boca y su sabor me recordó a esos jarabes horribles para abrir el apetito de los niños, una mezcla entre jugo de limón y algo pegajoso, como caramelo pasado de fecha. Se puede recorrer la historia sexual de un hombre a través de su pene. Si hubiera seguido chupándoselo por más tiempo, les podría explicar hasta su historial médico, pero me desperté.

Amanecí lamiendo aquel tacho gigante de semen reseco con la lengua de trapo, hinchada. Y durante mucho tiempo, imaginé que, en algún lugar, tal vez en la misma

Arizona, un tipo apestoso se lo había pasado en grande conmigo… ¿Qué les ha parecido?

—Es lo menos higiénico que he escuchado nunca, lady.

—Sí, realmente nauseabundo.

—¡Eh, miren ahí! ¿No es eso humo? Tras la colina… Tenía razón aquí la Rosemund, incluso en la estepa siberiana hay vida.

—Espero que el patrón haga la colada…

—¡Apúrense, que oscurece, amigos!

KM

Juegos Olímpicos Uno se remonta y encuentra. Me pregunté si alguna vez desperdicié la oportunidad de aprender checo. No la encontré. Pero encontré otras cosas.

Hay momentos para todo, y éste no era uno de acordarse de oportunidades perdidas.

Pude haber aprendido a conducir, a programar, a hablar alemán, a jugar canasta, a degustar vino, y me acordé de eso, que una vez choqué y no volví a conducir, que una tarde no hice los deberes y dejé de ir a clases de alemán, que alguien un día me pidió que lo acompañara y me convenció de que había cosas que mejor dejar: “Si no es lo tuyo, lo dejas, y punto, no te complicas la vida”. Estábamos en un parque, en un parque a las afueras… ¿Qué tenía que ver todo eso con la situación? Nada. La mente viaja, se remonta y encuentra.

En el viaje me detuve en 1992, 16 largos años habían transcurrido desde la primera vez que fui a parar al mismo escondite. La diferencia entre aquel suelo y éste podían graficarla a la perfección las cuatro estrellas que separaban ambos hoteles. Desde una óptica que no es la mía alguien diría que al menos se podría hablar de progreso.

Tampoco creo que progreso sea la palabra, tampoco involución, tal vez estancamiento le venga mejor. Uno en la vida también se estanca, las sinapsis se sedimentan, nada te hace más viejo como ser zurdo y meter primero la pierna izquierda al ponerte los pantalones; es como tener la nariz a un palmo del somier cuando estás tumbado debajo de la cama y alguien le pega al colchón, algo que pasa.

El hotelito de la primera vez estaba en un segundo piso, en una casita mal construida, mal habilitada para los furtivos turistas que se aventuraban a visitar un país en guerra, en un pequeño pueblo zarandeado por el terror, de muros esgrimiendo a brochazos la hoz y el martillo, con la imagen de un ídolo que avistaba el porvenir conmovido por el arrojo de sus huestes. Los pequeñajos soldaditos que bajaban de camiones con pasamontañas, el olor rancio a serrín que poblaba la casa, los gatos

chuscos que tosían el polvo, el frío serrano que traspasaba los tabiques y te erizaba la piel, recuerdo eso, y la callecita de tierra, y la mujer con polleras que me hablaba en quechua la vez que pregunté por una farmacia.

Y la dueña del hotelito, con su cara cuarteada por el sol o por el frío, de grietas que merecían un verso de Vallejo, irrumpiendo temprano por la mañana a cobrar, y los manotazos que remecían las paredes, y que a mí, al tiempo que me despertaban, me hacían escurrirme por el suelo, debajo de la cama, desde donde la imaginaba apuntar con su dedito a mis amigos, mientras la escuchaba contar: uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis...

-¿No eran siete, joven?- ...

-No, señora, seis nomás- le respondía Dante, el mayor de nosotros.

Al salir me sacudía el serrín que la señora había esparcido por el suelo, supongo que para limpiarlo mejor, como se limpiaban los vómitos, escupitajos y meados de las chinganas que por esas fechas frecuentábamos tanto.

Todo eso recordé: Huanta, el hotelito que no pagué al esconderme cada mañana debajo de la cama, las pocas calles que lo rodeaban, los gatos, los perros, la madrugada en que nos fugamos, deslizándonos en la oscuridad de las calles aledañas; huyendo de su hermano, que me habría matado de haber descubierto que fugaba con ella. No hubiera habido otra oportunidad, era todo o nada, por eso tampoco volví nunca más, y años más tarde cambié de país, y luego volví a cambiar, y un día llegué acá con más pasado a cuestas del que hubiera deseado. Aquella última noche nos aguardaba el toque de queda, las luces acechantes de linternas que ya no sabes qué manos empuñan, tuve que desaparecer como un mar que se seca.

*

*

*

-Yo gané una medalla olímpica -se lo conté. Gabriela se mató de risa-. Sé lo que es, en serio, pocos han experimentado la sensación de ganar una medalla olímpica, pocos la han alzado, la han besado… Que sea de tu país o no te aseguro que es lo de menos, te da igual.

Ya lejos de Huanta, en la noche que nos toca, Gabriela escuchaba la historia de mi sueño: Pekín, 4 x100 libres, falta un nadador; su paradero es desconocido y la competición va a empezar. Las cámaras de todo el mundo están atentas a lo que ocurre en el Centro Nacional Acuático de Beijing. 189 periodistas acreditados se transparentan tras unas cristaleras sobre la piscina. El técnico del equipo estadounidense, en un gesto de cinematográfica preocupación, se quita la gorra de béisbol y la estrella contra el suelo mojado. De pronto, atacado por un extraño convencimiento, se dirige a las gradas, pide permiso, se abre paso y se me queda mirando. Al cabo de un momento, en medio de una gran ovación, empiezo a calentar.

El estadio entero ruge, la ovación es ensordecedora. Me persigno. Salto al agua.

-Gané una medalla olímpica en Pekín 2008, junto a Brendon Hansen, Aaron Peirsol y el gran Michael Phelps, ya sé que fue un sueño, pero fue tan real que es como si lo hubiera vivido, no sabes lo que es, no he tenido mejor experiencia en la vida, salvo volar, que ganar una medalla olímpica…

Gabriela parecía reírse de algo más. Y reía aún más cuando sentía que no podía parar.

Entonces era como si el calor que emanaba de sus cálidas tetas, de su cálida piel, se materializara en su risa, en su sudor, en toda ella. Por un momento creí que podía enamorarme pero me seguí riendo. Reímos tanto que cuando paramos, estábamos exhaustos, y pasaron largos minutos hasta que nuestra respiración se calmó y nos envolvió la noche en su silencio.

Cobraron vida otros sonidos hasta ese momento imperceptibles. El viento silbó y al desvanecerse cerró una ventana. No tardó en renacer y cerrar puertas, subir con el ascensor, hacer sonar unos pasos en el pasillo y finalmente ensartar una ranura -clac¡la de la puerta de la habitación! Durante una milésima nos miramos sin vernos cuando el pitido de la tarjeta electrónica abrió la puerta, literalmente experimenté la misma fuerza que 16 años atrás experimenté en Huanta cuando la dueña del hotelito aporreaba la puerta del cuarto, esa misma fuerza resucitó para atraerme nuevamente al suelo, resulta difícil admitir que me escondía por voluntad propia, realmente lo hacía por algo que, superior a la gravedad, me había succionado.

Gabriela Celakovska, mi aplicada alumna del curso de verano, había venido de vacaciones a Barcelona hacía unos días, con su marido, Jaroslav Celakovsky, que le había regalado por su cumpleaños las clases de submarinismo que yo le dictaba. Por un momento creí que ambos se habían matriculado pero fue una grata sorpresa que Jaroslav se limitara a recogerla en un Mercedes y que al cabo de unos días regresara a Praga por cuestiones de trabajo. Quién sabe por qué ahora estaba de vuelta. ¿Le avisó por email o sms y Gabriela no se enteró?

Seguramente el recepcionista del Pulitzer lo reconoció al verlo cruzar nuevamente aquella puerta giratoria y debieron mantener un diálogo tipo: -Nice to see you again, Mr. Celakovsky, what a surprise, did you have a nice trip?

-Thank you very much, yeah, well, I am a little bit tired now, you know, I don’t like airplanes. Do you have my wife's room card please?”

-Oh, sure, Mr. Celakovsky, have a good night, and welcome to Barcelona again.

Horas antes habíamos entrado al hotel con unos cuantos tragos encima, y yo particularmente con la intriga de qué pasaría al final, si subiría a su cuarto o me marcharía a casa con lo de siempre, unos roces, insinuaciones, indirectas. Un apurado

mojito en la barra del bar de la planta baja me infundió una dosis de seguridad que ya no perdería. Vimos avanzar corredores, floreros, pinturas abstractas; el ascensor nos condujo a la terraza, junto al enorme reloj de Plaza Catalunya. Las luces se fueron apagando, el aire pareció vaciar el ambiente, creí que nos echaban, y nuevamente en el ascensor estuve a punto de despedirme, pero al abrirse la puerta nos tomábamos de la mano, dimos pasos decididos sobre una fina moqueta; las paredes nos empujaban, de repente, como en un milagro que se cumple, como en un sueño, la habitación se presentó lujosa, con una ventana al fondo que daba a la ciudad, a otras ciudades distantes, a otros países lejanos. Un dardo imaginario surcó el aire para incrustarse en un mapa de Europa, exactamente en el centro de Praga.

Qué lejos quedaba aquello que apenas había ocurrido un par de horas atrás. Cuando el marido entró y me hallé semidesnudo debajo de la cama, cualquier hecho anterior daba la impresión de haber tenido lugar hacía siglos. Lo peor era el checo, no entender una palabra. Del saludo pasaron a un diálogo mustio, que pronto se fue acalorando hasta cambiar por completo de tono y convertirse en ¿reproches, insultos, amenazas? Tampoco podía verlos, ¿me equivocaba al imaginarlos? ¿De verdad se estaban peleando? ¿Los manotazos en el colchón eran una manera de referirse a mí? ¿La estaba amenazando con matarla junto conmigo? ¿Y si sacaba la pistola y me metía un par de tiros atravesando el colchón? ¿Qué le parecía?

Arrojado por la ventana, herido por un cenicero, maniatado a una silla, acusado ante un juez de asesinato; una lámpara que vuela, un bolígrafo ensangrentado; increpado en las noticias del mediodía por curiosos agolpados a las puertas del hotel: “¡Asesino!”. “¡Maldito!”. “¡Desgraciado!”. Y la señora de Huanta, al otro lado del mundo, en plena era de la Globalización mirándome por cable, y pese a los años transcurridos… “La cara de ese chico me suena…” Y otros muchos reconociéndome, a mí, que un día simplemente me borré.

Otra cosa que no lograba entender era cómo se las arreglaban para, en plena madrugada, no levantar queja alguna de las habitaciones vecinas, y tal parecía que se gastarían toda la noche gritando en ese idioma que sonaba a roedores carcomiéndose.

EEU

NO FICCIÓN Sólo quería hablar del caballo de Fuseli Desde hace una temporada noto que sólo recuerdo mis sueños cuando estoy fuera de Barcelona. Si viajo y procedo al rito de abrazarme con Morfeo tengo experiencias oníricas maravillosas, y lo mismo sucede si decido emigrar al pueblo durante unos días. La calma rural aporta sosiego a las sinapsis, que se recrean en mil aventuras imposibles de retener en la urbe, enemiga de esas fantasías inconscientes, ceremonias invisibles de pasaje que solemos desaprovechar pese a la idea primigenia e infantil de su magia, maravilla que, tras el despertar, suele evaporarse en pocos minutos.

Hay una anécdota poco conocida de Federico Fellini. El gran director transalpino dibujó durante decenios sus trances en la cama. Abría los ojos por la mañana y corría hacia su cuaderno para inmortalizar esos viajes libres que nos depara la noche. Esa actividad dio rienda suelta a un imaginario único, y fue así por desterrar la pereza del diván donde solemos activarnos con cafés y algo de comida. El artista de Amarcord optaba por lo mismo, pero antes, como un buen peón de sí mismo, ajustaba cuentas con la luna entre lápices, pinceles en un diario quizá más importante porque mostraba las consecuencias de la jornada.

Al soñar penetramos en la senda de la conclusión diaria, un resumen de sensaciones, encontronazos, placeres y deseos que nadie nos puede quitar. La acción felliniana es como un conjuro que desafía la amnesia y anula las fronteras entre la realidad y su idóneo lapso de ocho horas entre sábanas y oscuridad.

Hay una interesante paradoja en esta cuestión, muy elemental, si quieren. Al dejar fluir el río onírico permanecemos estáticos mientras la mente nos mueve a lugares, situaciones y vivencias que están clausuradas en nuestra caja de pensamiento. Sin caminar damos con la tecla de un avance supersónico que nos transporta a enclaves que pisamos sin gastar la suela de los zapatos.

Hace tiempo que no se repite en mi testa, pero, como todo el mundo, tengo alguna

que otra quimera redundante mientras me aposento en el lado bueno del lecho después de contar ovejas y dejar que la radio se apague a los cincuenta y nueve minutos. Estoy en París, en una de sus suntuosas estaciones decimonónicas. Miro los marcadores con los horarios, noto el bullicio de sudor humano intercalándose entre mis angustias y, de repente, opto por una salida digna, analizo las cuadrículas pétreas que generan esquinas y balanceo mi cuerpo para enfilar una que abre un ángulo hacia lo desconocido y sin comerlo ni beberlo la distancia entre la ciudad de la luz y Roma se ha reducido a menos que nada. Llego a la Urbe y me reciben unos amigos con un descapotable al lado del río, con sus árboles en pleno flirteo con el viento. Dejamos atrás el Lungotevere y los semáforos nos ayudan a alcanzar mi meta, mi antiguo hogar, donde los vecinos, apostados en mugrientos balcones de polución y periferia, me saludan entusiastas.

Los sueños están compuestos de lo imprevisible, ahí radica parte de su gracia. Tanto puedes aterrizar en una villa holandesa y deambular desnudo como hacerlo por una barriada de Barcelona donde la gente se ríe de ti. En el caso neerlandés recuerdo que el pueblito era espectacular, casi como una pintura de la edad de oro de los Países Bajos. Lucía el sol, circulaba en cueros y mis semejantes me ignoraban hasta que subí a una casita de esas que parecen de cuento y me acogió la hija joven de la familia.

Nos encerramos en una habitación e hicimos el amor hasta que su madre irrumpió y nos expulsó a la calle. Éramos Adán y Eva sumidos en el desprecio ajeno. La chica, de piernas torneadas y curvas que ni las del Garraf, clamaba al cielo por un poco de atención, algo que llegó cuando, harto de la situación, me dirigí a una pareja que respondió con mutismo a mis súplicas de reconocimiento en cueros.

Lo erótico juega con el trauma más que ninguna otra efeméride del ritual de conciliar lo palpable con lo volátil. Desde la cópula con la profesora en el instituto hasta el polvo con una turbadora desconocida, el horizonte está repleto de matices carnales que no solemos comprender a la primera y que a buen seguro harán las delicias a Freud en su sofá del infierno, donde ríe a carcajada limpísima por su revolución que ahora está de moda despreciar, como si antes de Viena tuviéramos la libertad actual

en lo de escarbar en nuestro interior. El psicoanalista se casó con la máxima délfica.

Abrí los ojos. Lo hago ahora. No suelo practicar el noble deporte hispano de la siesta, y por lo tanto no sé muy bien cómo sabe Oniria en ese plácido interludio de media tarde. A falta de pan buenas son tortas. Cada uno de nosotros suele escoger sus distracciones en función de unos intereses bastante relacionados con la ilusión de una brújula que nos propulse a un paraíso utópico que en mi caso se halla en partículas cotidianas que reordeno mientras mis ojos captan la realidad hasta estrujarla desde una óptica positiva. Siempre he pensado que las personas somos aburridas porque damos todo por hecho. Nos conmovemos escasamente con lo que nos rodea, y es una lástima, porque eso sólo demuestra nuestra sedación desde lo pedagógico, como si ya fuéramos incapaces de aprehender varitas en lluvia, sonrisas, esquinas y pequeñas migas del camino, repleto de una fábula que se escribe simultáneamente en cualquier rincón del Planeta. Al resignarnos a unas coordenadas fijas levantamos la bandera blanca, factor agravado en lo cultural por un seguidismo a formas tradicionales que con ligeros retoques quieren presumir de vanguardismo. Las nubes cubren el cielo y la pesadilla derriba cimientos para refundar una perpetua mediocridad.

A nivel literario los sueños pueden medir la obsesión por el proceso creativo. En verano de 2005 preparaba mi segunda novela en catalán, Colors. La trama transcurría en un enclave utópico con centro en un paseo rodeado de árboles y masías. Procedía a reposar y mis neuronas ejecutaban una sinfonía que completaba la redacción diurna.

Veía personajes, enclaves y hasta mejoraba con leves bríos lo concebido en las horas laborales. El texto contenía abundantes dosis de delirio, lo que sin duda influyó en la extensión de su machaconería en el asueto de la vigilia de los pajaritos y sus trinos, alarmas naturales que no han retirado el sonido pese a la tecnología.

Quería terminar mi reflexión con una deriva hacia lo que anhelamos en el futuro.

Escribo estas palabras refugiándome en la actitud de mis abuelos. Aún no se han abierto las urnas en Cataluña y noto una profunda desazón por la inminencia de un resultado vendido por un oportunista como un sueño barnizado de banderas que escurren el bulto de recortes y un porvenir de penuria. Esta derrota de la razón huele

un poco a Europa en los años treinta del siglo pasado, época trágica que evitaremos juntando fuerzas, y eso sí que es un sueño auténtico, el de andar juntos para mejorar la sociedad. A veces, sobre todo en medio de crisis tan turbulentas como la que padecemos, lo mejor es darse la mano y aparcar en un ángulo tanta codicia y ego para ir más allá y recoger el testigo de la comunidad, divisa sin colores que debería inundar el panorama de la justicia.

JCiJ

Sueños 1.- SUEÑO Es algo bien sabido que la palabra “sueño”, en nuestra lengua, recubre sentidos muy diversos y que, al contrario que en otras lenguas europeas cultas, no es posible que se den las confusiones de sentido que pueden ocurrir en el español. Reparen ustedes en estas frases: Tener sueño / Tener sueños Tener sueño / Tener un sueño Tener buen sueño / Tener buenos sueños El término español “sueño” procede del latín, y la confusión se produce a partir de ahí, de ese origen, debido simplemente a que en esa lengua había dos palabras muy parecidas, somnium y somnus, para referirse a lo que es el fenómeno onírico de soñar cosas mientras uno duerme (: tener sueños) o para referirse al estado físico del simple necesitar uno dormir porque se tiene sueño (: tener sueño). Y como esas dos palabras al evolucionar la lengua acabaron fundiéndose en nuestro único vocablo “sueño”, la confusión estaba servida. Y de poco sirve que se acuda al término “ensueño” para referirse uno al fenómeno onírico, dejando la palabra “sueño” para el proceso fisiológico, por la simple razón de que ello no elimina en absoluto el uso, muy extendido, de nuestra dignísima palabra “sueño” ya para uno de sus sentidos, ya para el otro.

En otras lenguas, como inglés o francés, o como en la lengua griega, esto no ocurre : comparen ustedes los significados y usos de palabras, (nombres o verbos, según los casos) como los términos ingleses (to) sleep / (to) dream , o los franceses sommeil /rêverie. Y en griego, los términos ypnos y ónar, corresponden de manera

aproximada, respectivamente, al mero sueño fisiológico (: ypnos) y al ensueño fenoménico del que durmiendo sueña cosas (: ónar). Del primero deriva la palabra de uso habitualmente técnico y médico “hipnosis”, y del segundo el vocablo “onírico”.

Ni que decir tiene que nosotros aquí nos vamos a referir al sueño que es centro de atención de todo lo onírico, al que se correspondería con el to dream inglés, y no con el sommeil francés. Nos trataremos de asomar un poco al mundo de los fenómenos oníricos y, dentro de él, a ese vasto universo que es la mente humana cuando, abandonando el mundo de las formas sensibles y concretas propio del estado de vigilia, viaja por esos misteriosos mundos, a veces insólitos, a veces llenos de terrores o de increíbles sorpresas, que suele surgir de una “fuente” de creatividad casi infinita, aún por descubrirse más enteramente, que está en nuestro propio cerebro y que está, -¡o no lo está!- controlada por nuestra mente.

Cuando se centra uno en el dominio de este mundo, y se pone en práctica lo que se conoce por “Sueño Lúcido”, existe tal control mental de esos mundos, en buena medida; y cuando nos dejamos llevar, sin más hacer nada, por nuestros estados oníricos según nos vengan y los recordemos más o menos, no tenemos control de esa tan importante faceta de nuestro ser, de nuestra vida en su día a día (mejor: en su noche tras noche), y de la misma formación de nuestra personalidad psicológica.

Para uso de cualquier lector interesado en este tema, dejamos aquí este link, que puede bajarse gratis de la Red, y cuyos autores son Lynne Levitan y Stephen LaBerge. Sobre este particular no voy a insistir más, pero sí diré que los logros que se pueden alcanzar con la práctica de los sueños lúcidos son inimaginables. Citaré tan sólo el caso de dos alumnas mías, Silvia y Remedios, que se decidieron a practicar lo que se llama simplemente “control de los propios sueños”, y durante meses, y a voluntad, consiguieron soñar, noche tras noche, aquellas cosas que ellas deseaban, y soñarlas conjuntamente (: ambas tenían cada noche el mismo sueño, aun cuando cada

una dormía en su propia casa) continuando cada noche lo antes soñado como si de un libro que se va leyendo por capítulos se tratara.

He aquí el conector con el “Curso” de S. LaBerge : Curso de Sueños Lucidos de Stephen LaBerge 2.- MAGIA Aquí tan sólo vamos ahora a dar el sentido en que se usa la palabra, y para ello nos centraremos en los valores semánticos de los términos como “magia, mago, maga, mágico...”, así como su posible, - yo diría que prácticamente segura : por sentido común -, conexión con los términos “magno, magnífico, magnitud...” Tal cosa, sólo en breve esbozo, lo he hecho ya en un blog sobre temas diversos pero sobre todo de cultura humanística que tengo la suerte de venir llevando en el diario La Opinión de Málaga, blog del que daré también aquí el link en el lugar oportuno.

La semántica y la etimología suelen ir casi siempre de la mano. Quiero decir que acudiendo a la etimología de una palabra, pronto nos percatamos del sentido, del significado que dicha palabra tiene, así como también de las acepciones que a veces adquiere y que, en ocasiones, nos pueden parecer si no extrañas, desde luego sí que chocantes. Pondré un ejemplo : ¿quién se atrevería a relacionar el término “culto”, (: en el su valor adjetivo, esto es, valiendo por “persona que tiene cultura”; la aclaración no es vana : como sustantivo, el culto es otra cosa; comparen “hombre culto” con “el culto a Dios”), con la palabra “cuchillo”?

Pues bien : su origen etimológico es el mismo, y cuchillo no es más que un derivado del diminutivo latino “cultellu”, de la misma raíz que “cultor” (latín, “agricultor” ; viene del verbo latino “colo”, cultivar; y el objeto con que el agricultor araba la tierra

era algo así como un gran “diente o cuchillo”, el arado, que literalmente la hendía, cortándola como puede cortar un gran cuchillo) con lo que, conocido el origen de la palabra, se nos hace más nítido no sólo sus sentidos sino también sus posibles cambios y evoluciones semánticas, significativas.

La raíz indoeuropea MAGH- que significa “poder, tener poder”, es la madre directa de las palabras “magia, maga, mago, mágico...” De ahí viene el latín magus, posiblemente relacionado con el también latín magnus, éste último significando “grande”, y derivado de otra raíz también ide. (: abreviatura de “indoeuropeo”) MEG. ¿No resultan estas cosas hasta cierto punto asombrosas, que la cultura y los cuchillos sean hijos de la misma madre, y que decir de algo que es “magnífico”, (de magni - ficare : “hacer grande”) no sea sino, simplemente, una trivial descripción laudatoria de magnitud?

De momento, retengamos esta idea : Los sueños, esos episodios que suelen tener lugar en nuestro cerebro durante la fase REM del dormir de cada día, y en los que vemos, sentimos, hacemos o nos pasan cosas, contienen en sí elementos mágicos de una extraordinaria importancia aun cuando hayan venido siendo casi desapercibidos por el común de las personas.

Y esto lo podemos resumir aún más: Existen sueños mágicos.

Tratemos de dar una “prueba”, -en el sentido de indicio-, de esto que acabamos de decir: ¿Algunos de ustedes alguna vez no se ha percatado de que si se acostó con un problema sin resolver, con algo que no acababa uno de ver cómo hacer o solucionar, no ha experimentado (digo: alguna vez) el hecho de que, al despertar y volver sobre la misma cuestión, ya la percibe como más solucionable, e incluso le halla bien pronto la solución? Pues es ese componente mágico del dormir/soñar lo que hace eso posible y lo que habilita una explicación de ese fenómeno.

Como es lógico, los elementos “mágicos” que existen implícitos en el sueño o universo onírico del ser humano no se limitan en absoluto a eso que acabamos de señalar a modo de “indicio”: La cuestión es mucho más honda y extensa, sus implicaciones son mucho mayores de lo que a primera vista se puede imaginar. Y la prueba de esto que decimos está en el hecho, éste ya fuera de toda duda, de que han sido muchas las culturas que han acudido a los sueños como elementos constitutivos de terapias. Desde los griegos clásico con sus “centros de poder”, tal el templo de Epidauro, con sus “sacerdotes - terapeutas” y sus incubaciones de sueños con fines curativos, y sus intérpretes u oneiromantes, hasta las actuales técnicas de psicoanálisis herederas de las teorías freudianas, primero, y más tarde de su “díscolo discípulo aventajado” Carl Gustav Jung.

3.- LETRA VIVA 1º) Cuando alguien escribe un formulario, una alegación carente de sentido, un texto cualquiera sin fundamento, eso podemos llamarlo (creo) con todo derecho “letra muerta”. Pero si una persona pone en letra impresa algo suyo muy personal y propio, algo vivido y sufrido y experimentado por su ser en tanto está en su juicio en este mundo, eso debe, a mi entender, llamarse “letra viva”.

Y ahora llamo así a aquellos relatos de sueños que nos han legado algunos escritores, de los que vamos a reproducir unos pocos aquí, a manera de muy ligera introducción a lo ultimo que deseamos dejar a la opinión de los lectores, por si de ello puede alguno, y quiere, sacar algún tipo de provecho.

Sobre los sueños hay numerosos tratados, siendo el más conocido el que en la Antigüedad escribió Artemidoro de Daldis, del siglo II después de Cristo. Es también conocido como “de Éfeso”, ciudad donde nació, pero según él mismo refiere prefirió unir su nombre a la pequeña localidad de Lidia donde naciera su madre, Daldi o Daldis.

El título de su obra, “La Interpretación de los Sueños”, es curiosamente idéntico al que en 1900 publicó el patriarca de la era moderna del estudio de los sueños, Sigmund Freud. Se sabe sin embargo que en la Antigüedad han existido muchos textos sobre estos temas, el de la interpretación de los sueños, y no sólo entre los griegos, sino en otros pueblos y culturas , como entre los hebreos, los egipcios, entre los persas, y en general en todas las culturas de todos los tiempos y pueblos hasta la actualidad.

Como curiosidad citaré una obra medieval, “El Sueño”, de Bernat Metge. B. Metge, nacido en Barcelona en el siglo XIV, escribe “Lo Somni” (El Sueño) estando en la cárcel, y en su escrito se le aparece el hacía poco fallecido Juan I, que le visita en sueños desde el Purgatorio. A raíz de la publicación de su libro sobre este tema, es liberado junto con otros partidarios del difunto monarca del reino de Aragón, a cuya Cancillería estuvo muy ligado ese gran prosista en lengua catalana : Metge es quizá uno de los mejores prosistas de lengua catalana ya en el albor del primer Renacimiento. La obra se redactó en 1399.

Si comparamos lo que dice Artemidoro de Daldis en su “Interpretación...” con lo que dice Freud en la suya, sin duda podremos sacar una serie de conclusiones curiosas que nos valdrían para hacer una especie de “evaluación de mentalidades”: la de Occidente en el siglo II frente a la del mismo mundo occidental sólo que ahora ya en el inicio mismo del siglo XX. Pero esto sería otra tarea, que ahora no nos llama a ella.

Que los sueños son materia de interés de todos los tiempos y pueblos lo pueden comprobar los lectores acudiendo, por ejemplo, a la obra del antropólogo británico Kilton Stewart, que estudió el uso que entre unos pueblos “primitivos actuales”, los senoi, se hace del soñar. El pueblo senoi, con el que el psicólogo y antropólogo inglés antes citado convivió unos quince años, practican una auténtica “cultura del sueño”.

Todos los días, antes de desayunar, la tribu se reúne y los ancianos preguntan a los niños sobre sus sueños, y cuando éstos los han relatado, y en función de lo que de esos sueños se interpreta, así organizan ese día sus tareas.

Se trata, no se olvide, de pequeñas tribus de los llamados “primitivos actuales”, organizadas en grupos de nunca más de un centenar de individuos, entre 70 y unos 130, pongamos por caso, y como mucho en la “tribu nuclear” o central del jefe y del chamán de máximos renombres, unos 200 individuos. Estos grupos deambulan por zonas de la selva virgen y salvan cada día su supervivencia como si cada día fuera el principio del mundo y cada noche una incógnita: “¿saldrá mañana el sol?”

2º) ¿Quiere algún lector comenzar con el apasionante mundo de los sueños, implicándose de un modo directo en su conocimiento e interpretación? Me refiero ahora, de manera obvia, a que si alguien está interesado en conocer el sentido de sus sueños, y llegar a ser el propio intérprete de éstos, eso es algo que está al alcance de la inmensa mayoría de las personas, con sólo que se atengan a estos pocos y muy simples principios : Uno: Deseo firme de recodar los propios sueños. Esto se logra en un máximo de dos o tres días, con sólo hacerse uno, en estado de vigilia, una formulación interior de este tipo: “Mañana cuando despierte deseo recordar lo que haya soñado”. Si eso se lo verbaliza uno, interiorizándolo, unas cuantas veces a lo largo del día en estado de vigilia.

Dos: Llevar consigo un pequeño cuaderno, una libreta que quepa fácilmente en un bolsillo con un lápiz o bolígrafo donde en cuanto recordemos algo que se ha soñado, y se anote el sueño. Una vez anotado, a ser posible, se añaden datos, siempre que sea posible, como hora, día, fase lunar...

Con estos dos simples elementos se puede iniciar un camino de importancia notable, y cuyos logros finales nunca los podremos saber hasta haber recorrido tal camino, pero con la certeza de que en todo caso dichos logros serán siempre de gran valor : es el llamado CAMINO DE LOS SUEÑOS.

3º) Libros de sueños Hay muchos, como se ha dejado entrever antes. Pero ahora voy a limitarme a citar algunos autores que han escrito sus sueños, en forma de libro, sin más propósito en principio que darnos una muestra viva de la trascendencia que este aspecto del vivir humano tiene, pese a que sean hoy día una inmensa mayoría quienes apenas prestan atención a lo que sueñan, si es que alcanzan a darse cuenta de que ni lo recuerdan, o si recién despertados sí los recuerdan, al poco de empezar el día ese recuerdo se hunde en un olvido que suele ya ser permanente.

Y citaré sólo a un par, apenas tres autores, todos ellos de nuestro tiempo : porque se podría empezar por citar, pongo por caso, el Libro de Daniel, del Antiguo Testamento, o hablar de los sueños del faraón que fueron interpretados por José. Pero no : nos ceñimos a unos contados ejemplos tomados de la actualidad.

Robert Graves es autor de un librito, de grata lectura, que se titula “El sentido de los sueños”. Lo que ahí podemos aprender es inapreciable : en el sentido positivo de ese término “inapreciable”: Que tiene mucho valor, y por eso no se le puede poner precio.

Apareció en el 2007.

Teodoro W. Adorno tiene una obra titulada “Sueños”, traducida del alemán por la Editorial AKAL en el 2008.

Juan Eduardo Cirlot, publicó sus allá en 1951 sus “80 Sueños”, editado en Barcelona.

Puede encontrarse esta publicación, de gran interés además para el estudio de su obra en general, en el volumen “EN LA LLAMA (Poesía)”, de Ediciones SIRUELA. Año 2005.

De entre libros clásicos, podríamos destacar el famoso “Sueño de Escipión”, que nos llega a través de la obra de Marco Tulio CICERÓN, y ya en nuestra modernidad, el

famoso “Somnium” de Johannes KEPLER. Pero vamos a poner ya fin a este texto, y será con unas palabras tomadas de un libro, de esencial valor como todos los suyos, de María Zambrano. El libro se titula “Los Sueños y el Tiempo”, cuya tercera edición, de Ediciones Siruela, es del 2006. Dice esto la gran filósofa de nuestra tierra: “Todo sueño es la inmovilidad de un movimiento” (pág. 76 de la citada obra).

MLZ

Un sueño dentro de otro sueño Hipótesis, de una cita de Sherlock Holmes tomada del Sherlock completo de Cátedra que editó Jesús Urceloy: “Life is nothing but a dream within a dream", la vida no es sino un sueño dentro de otro sueño.

Recuerdo de la película Origen, estrenada en España hace unos años: los protagonistas viajan por los sueños de una persona para en ellos encontrar o sembrar ideas o deseos, en la trama principal han de descender de sueño en sueño, y a cada escalón sucesivo de sueño dentro de un sueño el tiempo transcurre más despacio, de tal modo que lo que en la realidad es un minuto en el sueño puede ser una semana, en el sueño dentro del sueño un mes y en el sueño dentro del segundo sueño un año.

Punto: En los sueños todo es posible, incluso una vivencia coherente y acorde con la realidad de la vigilia, de modo que si seguimos soñando algo que continúe lo que vivíamos en la vigilia nada nos impide creer que lo que soñamos es lo real, y si dentro de este sueño soñamos una continuación coherente de lo en él vivido nada nos impedirá creer que esto es también la realidad despierta, esto es: Se puede soñar hasta el infinito e incluso cambiar dentro de los propios sueños de nivel en dirección ascendente o descendente indefinidamente sin en ningún momento poner en duda que lo soñado es la vida misma, con todo lo milagroso e imposible de los sueños sucediendo continuamente bajo la coartada de la apariencia de realidad.

En fin, se puede escapar sin límite hacia delante del sufrimiento buscando siempre el escalón de sueño en el que el dolor sea menor.

Pero toda esta hipótesis es del todo innecesaria para los que sabemos que la supuesta realidad es tan milagrosa e imposible e inasible como los mismos sueños, ¿a qué

llamamos ilusión cuando nadie nos da seguridad de que el asidero en lo real sea firme?: Lo único real es lo que se siente y vive, sea en sueños o en vigilia, no hay otra realidad que lo que cada uno percibe como vivo, no hay otra vida que la que cada uno vive.

ST

POESÍA Varios poemas Un infierno que habitar Todo se transforma entre las sábanas que las parcas han hilado con sombras de difuntos.

Hay una gran diferencia entre la noche y la ceguera, pero no consigo distinguir entre una y otra.

Todo me parece un mal sueño, un laberinto, un grito.

Las sábanas se me enredan entre las piernas, voraces machos hambrientos de mi sexo aniquilado.

Yo estoy montada con los pies en los estribos, mientras un hombre de bata blanca me vacía con una cucharilla de plata.

No puedo gritar, porque tu recuerdo me amordaza.

No puedo moverme ni un ápice porque las correas ya me han marcado la piel.

Veo cómo chorrea la sangre, se tiñe la bata y en mis vísceras desparramadas juegan los que nunca serán nuestros hijos.

No, no estoy dentro de un sueño.

Camino con mis piernas enclenques y ensangrentadas; busco la Salida de Emergencia de puntillas: ¿Dónde?

Mi cuerpo está vacío...

La Vida ya no podrรก habitar este Hueco, pero os juro que mis carniceros lo han de pagar.

Tiempo disoluto Los ojos del pájaro inmóvil te han sentenciado.

Atente a tu condena...

La mirada impertinente se te clava en las manos.

Son miles los alfileres que te abren llagas mesiánicas y demoníacas, señales imborrables de tu fe.

A borbotones, mana tu sangre lechosa y negra.

Mancha tus paredes virginales y tiñe de luto la que fue la alegre barcarola de tus sueños.

No huyas a las ciudades subacuáticas, porque, tarde o temprano, darán contigo.

Puede que Venecia se hunda y tú también, mientras caminas cristianamente sobre las aguas.

Ingenua...Siempre saldrán a flote de las apestosas cloacas las risas macabras de las máscaras con dientes y sin cara que te persiguen y te vejan con sus gritos de Carnaval Obsceno.

Los cuervos en aquelarre rodean tu patíbulo en espiral.

Abren sus alas negras y bailan en la hoguera de tus entrañas.

Picotean tus párpados y, poco a poco, devoran tu tierna córnea.

Escucha, escucha cómo te cantan en sus melodiosos graznidos: “Ride, ride, si sapis, ¡¡¡Zorra!!!”.

El tiempo que se para es la perversión de los sentidos.

Déjate destrozar en este sueño o pesadilla -locura de sinrazón-,

porque cuando quieras abrir los ojos, sólo encontrarás dos cuencas vacías.

Ausencia en el salón Un televisor estropeado retransmite su niebla.

No temas...Acércate y mira hacia dentro. ¿Qué te puede pasar?

Ausencia; silencio; La Nada.

Caes lentamente dentro de tu propio abismo corporal.

Vas hacia atrás en una encriptada cinta aeróbica y continúas la caída dentro de ti.

Estúpida... Has caído en la trampa, porque no sabes quién eres.

Bienvenida al salón de los ocho espejos.

No hay instrucciones ni prospectos.

Sólo tu instinto de conservación.

Nadie te puede decir ya nada.

Estás en el carrusel de la identidad circular, así que adivina cuál de ellas eres.

Los espejos no se rompen con tus alaridos, sino que te devuelven la reverberación de todos tus reflejos.

No grites más que nadie puede oírte.

Te multiplicas por ocho en ocho épocas distintas, mientras el salón gira a tu alrededor y vas de la Vida a la Muerte.

No te rompas los puños ni manches de sangre el salón.

El espejo octogonal te devuelve cada golpe en el vientre hasta que se te llene la boca de salvaje saliva roja.

Esas ocho mujeres te esperan para que tú elijas a una. ¿Cuál de ellas eras?

Te mareas frente a las ocho caras sin saber escoger.

Hay dos fulanas, una madre, una joven revieja, una hembra estéril con el útero vacío, una matricida, una niña inocente y una desgraciada solitaria. ¿Todo eso eres tú?

Un televisor estropeado retransmite su niebla.

El salón se ha quedado vacío.

Sólo se oye el ruido gris de la niebla televisiva.

Se ha roto el espejo del cuarto de baño y del techo cuelga sin cara un cuerpo femenino.

Las ondas silentes No busques más.

El tiempo a destiempo no sirve de nada.

Has perdido tu angélica asexualidad Y ya es tarde para las nínfulas durmientes.

Despierta, Mujer...Sufre la metamorfosis.

Tu contorno de hembra cambia ahora al antojo de las agujas punzantes de un reloj.

La carne se convierte en vaivén hipnótico de ondas silentes que modulan tu cuerpo.

Eres recorte danzante entre dos curvas caprichosas.

No te mires más en el espejo, donde un día, tal y como hoy, te quedaste atrapada.

Las ondas silentes continúan su baile, se mueven y se estiran, mientras te pierdes dentro de su acordeón delirante: eres grande, pequeña o, tal vez, un monstruo.

Sigue esta melodía chirriante que te somete al trance.

Esas líneas onduladas dibujan caminos humanos Llenos de curvas sibilinas y cinturas que se estrechan en silueta de dos copas rotas que se unen por la base y, sin darte cuenta, aparecen uno tras otro los barrotes.

Tú, animal cautivo en una celda de reflejos, contempla cómo te pervierten las olas silenciosas.

No te reconoces –no sufras...-, ni nadie lo volverá a hacer.

La geometría corrupta te disecciona: La curva ha dado paso a la recta.

Ya eres presa de un cubismo carnívoro.

Mírate, hembra estéril de pechos seccionados y triangulares.

Tus piezas ensangrentadas se disponen en un llanto de cubos y orden mecanicista.

No cierres los ojos –no sufras-... El baile ha acabado.

Vivirás para ya siempre dentro de un marco, contenida en la planicie y la perspectiva alegórica.

Cuelgas en una sala de ordenada humedad y temperatura con el horror de la dolorosa sonrisa permanente: “Muchacha con sombrilla”- Él te ha capturado.

LdF

Van Gogh El borde de una plĂĄcida presencia, el sucio suelo amargo de los pasos perdidos, el sudor transparente, los besos incumplidos, la extraĂąa placidez de ese cansancio, que se atreve y aniquila vigilias para encontrar discursos, de mentes confundidas.

Se sujetan almohada contra almohada, presintiendo el ataque y la patraĂąa, de voces vigilantes y malvadas que te duermen, sin dejarte siquiera un puntito de luz, en la distancia.

Lo verde cae en rojo, lo azul en amarillo, el naranja adolece de la pauta marcada

por el violeta fuerte, que se esconde en la magia.

Todo existe y está como si nada.

Pinturas atrevidas, locas, enajenadas, que pasean o corren, o patinan, o besan, o se abrazan... sobre el lienzo blanco que aguarda a la esperanza.

Ya el boceto concluye y aquel pincel que queda sin pintarse de nada, termina sutilmente la rúbrica dorada.

El sueño de despiertos se resuelve, al dibujar el alma en el muro silente y arrugado, de la sábana helada.

En los bordes, clavados los herretes.

Y en el resto de ese mar blanco y de plata, un infierno cautivo...

para dormir la calma.

ASH

Dos poemas A un tiranosaurio famélico A A. Monterroso y R. Benigni Un tiranosaurio rex -que medía 33 pies en toda su amplitudpensaba, con inquietud, una tarde a fin de mes: “Creo que hace que no ceno desde el fin del pleistoceno y a mi estómago le azuza tal pedazo de gazuza que ruge con desenfreno”.

Soñando iba con chuletas de brontosaurio a la brasa, cuando, ya cerca de casa, tras un grupo de mosquetas, vio saltar unas mofetas.

En 6 pasos -tal vez 7se plantó nuestro amiguete al lado de los bichejos creyendo que eran conejos, aunque olieran a retrete,

y, abriendo mucho la boca -que en esta especie no es pocadevoró de sopetón 10 mofetas, del tirón, gritando “Vaya bicoca”.

En la lengua le quedó mal sabor y dijo “Jo, tienen un regusto raro.

No me queda a mí muy claro si eran liebres. No sé yo…

Pero al menos he comido”.

Y apestando a “eau” de cuesco se marchó con viento fresco por las sábanas de Guido. con un paso muy chulesco.

Novela nívola A don Miguel y a su “Niebla” CAPÍTULO I: LUIS JAVIER. La vida de Luis Javier es un verdadero drama: tiene problemas de cama con su amante, su mujer y su prima Mariesther; en el sitio que trabaja está la venta muy baja (no sería pues extraño que a finales de este año se rompiera la baraja); le chirría el intestino, le retumba el colodrillo, no tolera bien el vino y los chicos del casino, piensan de él que es un membrillo; su papá ya ni le habla, su mamá, pues medio medio, todo le produce tedio y más serio que una tabla se confiesa “No hay remedio”.

CAPÍTULO II: A CULTURIZARSE Sentado en un parque sucio, reflexiona: “Soy un rucio ignorante analfabeto.

Leeré a T. de Mileto, a Descartes y a Confucio.

Aprenderé ortografía, historia, química, ciencia.

Debo armarme de paciencia e ir de la teoría a la práctica en un día.

Sin duda, el conocimiento es llave del firmamento y para mi mente enteca lo mejor, la biblioteca. ¡Ya está bien de tanto cuento!”.

Y cruzando todo el trecho que va desde el dicho al hecho, se nos marcha Luis Javier a cumplir con su deber de estudiante de provecho.

CAPÍTULO III: EL ENCUENTRO. Saliendo del parque choca el prota con servidor dejándome gran dolor

en el cielo de la boca por la parte posterior.

“Discúlpeme, caballero”, me dice el Luisja azorado, “perdón por haber chocado con usté en este sendero y de un modo inesperado”.

“Perdonado, Luis Javier”, le respondo yo sonriente. “¿Me conoce?”. “Es evidente”.

“Pues no sé de qué va a ser…

Refrésqueme usté la mente”.

“Soy quien escribe tu paso”.

“Este tipo está bien loco”, piensa el Luisja, “Por si acaso, fingiré que le hago caso y hablaré con él un poco”.

CAPÍTULO IV: EL DESENLACE. “Soy el autor de tu vida tan rastrera y tan jodida”. “¿Por qué me tratas tan mal?”, me pregunta a mí el chaval con carita compungida.

“Por purita diversión.

Me aburro en mi habitación y me divierte escribir sin ponerme yo a medir dónde te lleva la acción”.

“Vaya, hombre, qué…”. “Detente, que no soy macho cabrío”.

“Era justo y mismamente, lo que le iba a llamar”. Río, “Lo sabía, amigo mío.

De todas formas, tunante, desde ahora en adelante te prometo mejor suerte hasta el día de tu muerte.

Sé feliz ya (Dios mediante).

EPÍLOGO Ahora le va fetén al Luisja en su día a día y rebosando alegría se me ha vuelto un poco zen en menos de un santiamén.

FEM

PINTURA

PINTURA I Carlos Esteban Resano Vasilchik

HERIDA COMO LA NIEBLA POR EL SOL

FUEGO

PINTURA II

IN ORDER OF APPEARANCE Jeremy Norton / Catalunya / Untitled No.96 Hallveig Ágústsdóttir / Iceland – Belgium / Pianosketch Jackie Gardiner / Scotland / Seen at a Harbour

Lucius / Nederland / Composition nr. 29 in green and yellow: Spring walk Etienne Boiteux / France / Untitled Anait Abramian / Canada / Pantomime Jaakko Bashmakov / Finland / Beyond Shuli Bar Navon / Israel / from series “little dancers” Zina Ferraz / Brazil / Untitled Jelena Ilić / Serbia / from series “drawings and details”

k

Aurora MartĂ­n

FOTOGRAFÍA FOTOGRAFÍA I

IN ORDER OF APPEARANCE

Vladimir Zaikin / Kazakhstan / Knockin' on heaven's door Magdalena Zeisel / Austria / Dance-light-geometry Liz Davidson / Canada / from series “the Coffee Cantata” Anastasia Potekhina / Russia / Palmistry...

Alexander Fredés / Sweden / Empty conversations...

Helen Speelman / Israel / Mental image Dale Blackledge / New Zealand / Soft Form Caroline Huwart / France / To the bottom Zlatka Bascandzieva / USA / Changing Juanluis Yañez Sempere / Spain / Light experiment v 2.0 (hidden)

FOTOGR Elena

RAFÍA II Korn

FOTOGRAFÍA III Agustín Calvo Galán

FOTOGRAFÍA IV S. Tallón

FOTOGRAFÍA V

VicenÇ Rodríguez Bosch

FOTOGRAFÍA VI

Aurora MartĂ­n

FOTOGRAFÍA VII

Ludovica Bastianini

ENTREVISTA Mario Bellatín, por RDF. Hola Mario, gracias por aceptar esta entrevista con Lo onírico como punto de referencia. Es un tema curioso, la verdad, este de los sueños, del que se ha estudiado ampliamente desde varios campos del conocimiento, y lo cierto es que aún no se sabe muy bien qué sean. Creo que ninguno de los dos somos expertos en este tema, así que nos podremos ir por las ramas todo lo que deseemos.

ENTREVISTA a Mario Bellatín ¿Qué son para ti los sueños?

Mentiras.

No sé por qué siento que los sueños, los miedos y los deseos, hablan el mismo lenguaje, digamos. Siento un poco como si estuvieran encriptados para nuestro entendimiento, no estando basados en la razón, más en el campo de la emoción y lo abstracto y lo que nos entra por los sentidos en estado puro, no sé, me pierdo bastante con esto; sueños, miedos y deseos basándose en nuestros recuerdos más sensoriales e informándonos sobre nuestro estado, como si nos dijeran lo que necesitamos para seguir con vida pero en un lenguaje que se nos figura metafórico. ¿Qué piensas de todo esto, qué función crees que tienen nuestros sueños, nuestros miedos, nuestros deseos?

Creo que sería bueno consultar a Freud, Lacan y los escritos de los seguidores de María Sabina para tener un mínimo acercamiento. En todo caso me parece que lo podrían expresar mejor de lo que podríamos hacerlo alguno de nosotros dos.

Muchos escritores de ficción emplean bastante el recurso de describir los sueños en sus narraciones, y suelen ser fragmentos que destacan en forma y fondo sobre el resto. Recuerdo un libro de Coetzee, creo que Esperando a los bárbaros, pero ahora mismo no estoy seguro, donde buena parte de la narración vienen a ser sus sueños, los del protagonista, en los cuales se le va representado lo que le va sucediendo, pero como si fuera una historia paralela, una vida paralela. ¿Vivimos, metafóricamente hablando, dos vidas, la que soñamos y en la que estamos en estado de vigilia? Divaga a placer...

Desde mi perspectiva sufí, nuestra orden se basa en sueño y revelación, pero no como dos universos separados sino formando una unidad, la unidad que es en, en realidad, la unicidad de todas las cosas que podemos percibir, ¿Sueles hacer uso de los sueños en tus escritos? ¿Has tenido algún sueño en particular que te haya marcado, nos lo contarías?

A veces sueños, otras revelaciones. Recuerdo que una vez describí con detalles el Patíbulo de Mansur Al Hallajh, un santo musulmán sin tener idea de que lo estaba haciendo.

Sueños tenemos de muchos tipos, a mí los que más me llaman la atención, además de los eróticos... son esos sueños que llamamos pesadillas... ¿por qué serán tan intensas? Aquí es donde pienso que sueños y miedos están relacionados, y con los sueños eróticos se me enlazan los deseos, por ejemplo.

Cuéntanos un poco qué representan para ti las pesadillas, alguna anécdota, lo que se te ocurriera.

Vuelvo a contestar que recurramos a los sueñólogos profesionales para averiguarlo.

Creo que la felicidad que te da constatar que una pesadilla no fue más que una pesadilla es una experiencia impagable, tanto que a veces uno desea tener otra

pesadilla para experimentarla. Para tener unos pocos segundos como pretexto para apreciar aunque fuera unos segundos la realidad.

Tienes una bibliografía extensísima, casi el sueño de cualquier escritor... a mí me gusta mucho la calidez que se desprende de tu literatura. Se te cataloga bastante de escritor de vanguardia, experimental ¿cómo sientes que es tu literatura?

Pésimo. Cualquier etiqueta es una suerte de epitafio. Por eso creo que los sueños más interesantes son muchas veces los que no se presentan como tal. Aquellos en los que no estamos seguros si hemos soñado o ha ocurrido en lo cotidiano. ¿Es El Gran Vidrio tu gran obra? ¿Cuál es la relación con Duchamp?

Creo que ninguna. Duchamp es un personaje de otro siglo. Cuando era joven todavía no se inventaban los autos ni los aviónes. Es un referente histórico ya y no, como muchos lo siguen utilizando, alguien presente al momento de la creación. ¿Se escribe para sobrevivir o para modificar nuestra vida? O ninguna de las anteriores... ¿qué representa para ti la literatura?

Se escribe porque es algo que se tiene que hacer -sabe Dios por qué- y se ejerce con el único fin de que la propia escritura permita la aparición de nueva escritura.

Juegas mucho con la autobiografía y la ficción, mezclándolas y perdiendo bastante al lector curioso que busca conocer al autor de la obra desde su obra ¿piensas que los escritores, con su vida de carne y hueso, son también parte de su obra?

No hay diferencia. Discrepo de lo binario en lo que estamos atrapados. En la mayoría de los asuntos solemos concluir que si una cosa no es algo es lo otro, y todo es mucho

más complejo. Se puede ser sin ser, estar sin estar, escribir sin escribir. ¿Cuál es el escrito tuyo al que le tienes más cariño y, por qué? Y ya puestos en estas curiosidades ¿cuál es el autor que piensas que más te ha influenciado?

Todos los autores cuyas obras admiro -no sólo de la literatura sino de las demás artesy ninguno. No encuentro una influencia directa. No le tengo cariño a ninguna obra en particular porque los libros son sólo trances y no fines por los que hay que pasar para seguir escribiendo.

Algún día me haré mirar mi fijación por lo maldito, pero es que la colección de respuestas que ya tengo es impresionante, así que ahí voy: ¿Qué es para ti lo maldito?

El no ser coherente con tu propia maldad.

RESEÑAS Proyecto desvelos, de Agustín Calvo Galán Pliegos de la visión nº 42, BABILONIA Es difícil etiquetar, clasificar, encuadrar, no sé, darle una identidad concreta a lo que uno ve y que quiere encajarlo en algún lugar de su imaginario. Al leer, o ver, o las dos cosas a la vez, o sentir, el poemario visual, por darle una identidad al vuelo, el libro de Agustín Calvo Galán, lo primero que piensa es que no sabe dónde se está metiendo. Al menos esa fue mi impresión, y eso que ya conocía parte de su trabajo gráfico. Según iba mirando, o leyendo, o sintiendo cada página, me sentía Indiana Jones tratando de descifrar jeroglíficos. Porque tal vez este proyecto, Proyecto desvelos, venga a ser un poco eso, jeroglíficos con una narrativa interior que tiene los límites que le pongan la imaginación de cada uno. Durante varios días he abierto y cerrado su libro, remirado o releído o resentido cada página, y siempre hallaba sentimientos diferentes en lo que me transmitía. Estoy seguro que su autor tiene un significado concreto para cada obra que nos muestra, pero la magia está en que sus significantes nos abren a dos manos nuestros horizontes y nos perdemos en significaciones.

Uno juega a saber que sabe cuando se introduce en Proyecto desvelos.

Agarrar este libro es una buena ocasión de poner a prueba los límites de nuestra imaginación. Déjense tentar, será un buen recorrido.

Goo y el amor, de Claudia Apablaza Premio ALBA de novela 2012 A esta nueva novela de Claudia Apablaza la subtitularía Metamorfosis. Empiezo la reseña diciendo que tras acabarla me dejó como si me hubieran dado tres palizas seguidas. Y eso para mí, en el arte, es lo mejor que hay, porque es que como si te reestructura por completo. ¿Quieres ser Walter Benjamin, Chile, Pessoa, Sylvia Plath y Ted Hughes, una Bella Durmiente que nada más renacer siente que no soportará la vida? ¿Quieres ser humo, aire, la vida entera, el amor? ¿Quieres saber lo que es el amor, el jodido amor, madre, padre? Con tintes a ratos de relato de terror psicológico por los sentimientos inesperados que uno se encuentra, es una novela sin fronteras entre el mundo vivido y el mundo leído y el mundo soñado y entre todos los mundos, donde cae el telón que antes separaba la realidad de la ficción. Es una novela paranoica, absolutamente paranoica, cambiante, no sabes nunca si subes o bajas, se pierde el norte, no existen brújulas donde manejarse en ese espacio que queda entre la emoción y la razón, ahí habita esta novela, entre las aguas turbias de la necesidad y el deseo y la frustración. Esta novela es emoción en estado salvaje, desbocado, sinceramente contradictoria, los textos se manejan siempre entre dos mundos que no se pueden mezclar y sin embargo se mezclan. La novela es un sí que a su vez es un no. Te golpea a la vez en la razón y en la emoción, en las ideas y en los sentimientos, te desubica por completo. El amor como telón de fondo, la paranoia y las metamorfosis como hilo conductor, las emociones a sus anchas paseándose por lo posible, por lo imposible, por lo deseado, por lo no obtenido, por los miedos, por el miedo al miedo, por el lado más sincero de las personas que es ese que suele estar a oscuras en nuestras mentes, y que cuando sale, así, disparado, todo estalla. Sus textos son desquiciados, obsesionados, catárticos, liberadores, son un grito de socorro y angustiado que en cualquier momento, de repente, te hacen sonreír o temblar o te dan deseos de llamar a tu familia si está lejos y decirles, estoy bien, estoy mal, estoy todo a la vez, madre, padre. En esta novela Claudia Apablaza logra unir al todo con la nada sin que uno se percate del salto. Hay tal desesperación de amar entre sus frases que

no se sabe si es goce o tortura no conseguir lo deseado. Todo está infectado de un sentimiento trágico y derruido, dijo el amor. A veces uno quiere ver a David Lynch en esta manera de narrar, pero Claudia tiene su propio sello, en ningún momento sabemos dónde estamos, si en un sueño, si en un relato soñado, si en un pensamiento que está soñando. Todo es uno y lo mismo en esta novela. La historia, por supuesto, acaba en el vacío, en el silencio, ese que hay cuando todo es posible. Chapó por este trabajo y feliz viaje al conjunto vacío.

COLABORADORES Vanity Dust, aka VD, aka Polvo de Vanidad, nació posiblemente en Occidente, aunque el autor afirma que le hubiera gustado nacer en los templos de Angkor, Cambodja, en su momento de esplendor, en 1412.

A la temprana edad de 6 años, escribió su primer poema titulado "Si te pone la escuela, te molará el trabajo" que, 18 años después, daría nombre a un título de un libro de Irvine Welsh.

A los 10 años se aburrió de todo, y desapareció del mapa para viajar a un paraíso fiscal y realizar gestiones económicas con el fin de preservar su economía y poder vivir de renta el resto de su vida.* *algunos biógrafos dicen que nunca regresó, con lo que se acabaría aquí este texto.

Andrea Zecca. Nacido en Ancona (Italia) en 1985. Después de formarse como Técnico Químico, y teniendo ganas de visitar otros lugares, se matricula en la Universidad de Bologna en el 2004 para estudiar Biotecnología. En el 2008, para seguir trabajando como Biólogo, se desplaza hasta Alemania por un año y en septiembre del 2010, se encamina hacia Barcelona donde actualmente se prepara para doctorarse.

Escribe poesías y relatos desde pequeño participando en varios concursos literarios. Y así, entre experimentos y cervezas, intentar seguir escribiendo.

Cecilia Quílez Lucas, Algeciras (Cádiz). Tiene publicados cuatro libros de poemas: La posada del dragón (Ed. Huerga & Fierro) Un mal ácido (Ed. Torremozas), El cuarto día (Ed. Calambur) y Vísteme de largo (Ed. Calambur). Ha colaborado en programas de radio y coordinado y dirigido exposiciones de pintura y escultura los catálogos de éstas.

Tiene relatos y artículos publicados en diversas revistas y publicaciones. También ha participado como ponente en diferentes jornadas sobre literatura y realizado recitales y conferencias nacionales e internacionales, programas de televisión y radio. Ha sido incluida en recopilaciones junto a otros poetas: “Entre el clavel y la rosa” (Ed. Espasa Calpe), “Madrid Capital” (Ed. Sial), “Madrid: una ciudad muchas voces“ (Ed.Arteidea),“Fuga de la Nada“ (Bohodón Ediciones), “El río de los amigos” (Ed. Calambur), “Poetas a orillas de Machado“ (Abada Editores, 2.010), “Mujeres en su tinta“ (Ed. Atemporia & UNAM) y “Por donde pasa la poesía” (Ed. Baile del Sol).

Coordina y dirige varios recitales de poesía (“A-Puesta en Blanco”, “Cruce de caminos”, etc.). Algunos de sus poemas han sido traducidos al inglés, italiano, portugués, árabe y holandés. Actualmente colabora con algunos proyectos sobre redes y con la Asociación Poética Caudal. Su blog personal es http://ceciquilez.blogspot.com/

Klaus Mann (Dusseldorf, 1967) Escritor y pornógrafo aficionado. Regento hace más de diez años una librería anticuaria en la ciudad Granada, donde llegué a través de una cita en el margen de un libro. He publicado las novelas Casiopea desnuda (2001), Humedad relativa (2004) y Die Königin und der Henker (‘La reina y el verdugo’, 2010), y los libros de relatos Burmese Sirens (‘sirenas birmanas’, 1996) y Erotomanías (1999).

Augusta Santana Hernández, nacida en Madrid en el año 1957.

He vivido en varias ciudades, a causa del trabajo de mi padre y tengo terminado el bachillerato, el C.O.U. , soy técnico de medicina nuclear y aux. de clínica y puericultura, pero no ejerzo en ese campo ahora.

Me ha gustado siempre curiosear y he estudiado algo de canto, algo de lengua de signos española, y a veces algo de la vida misma jajajajaja Escribo desde pequeña, porque siempre me ha gustado garabatear páginas.

He colaborado, con Grupobuho, una web literaria, donde editaba las poesías de mis compañeros y moderaba el rincón de micro-relatos.

También he colaborado ( porque alguna ya no existe ) y colaboro con revistas litrarias, como " Yo Mujer ", " La Mujer de Hoy ", "Amanecer", " Asociacion pro música amadeo L sala" , ocasionalmente con "Scrivere " una página de literatura italiana ( publicando mis poemas en italiano ) y puede que alguna más que no me acuerdo ahora.

Me he presentado a varios premios de poesía, relatos, cuentos etc...

He participado en la puesta en escena de algún teatrillo ( escenas sueltas de obras o entremeses) en la televisión local de Almería, con unas amigas de allí y en algún recital de el Grupo de Poesía al que pertenezco, Numen, en Alicante.

Tengo publicados dos libros. Uno es de poesía " Una esquina de dos luces " y el otro un cuento " La princesa escondida", con la editorial on line www.Bubok.es He sido finalista en algún concurso como en el Primer Certamen de Poesía Amanecer, en Linares.(Jaen) Seleccionada como una de los ganadores de POESEU 2012, donde participamos en el recital que se dedicó a Miguel Hernández, en la Sede Universitaria de Alicante.

Primer accesit del II Certamen de Poesia del Grupo Numen, Com. Valenciana.

Gestiono el blog del Grupo Numen,que se llama : " Numen arte litterae " .

Soy vocal de la direciva de Numen.

Numen publica una revista literaria bimensual y tenemos reuniones semanales para compartir poesía , relatos, cuentos cortos etc.

Colaboro con otros grupos de poesía en Alicante, como Crisálida, Espejo de Alicante , Anuesca ...

Tengo un blog personal que se llama : Las palabras vencidas

Ernesto Escobar Ulloa. Lima, 1971.

Licenciado en Filología Hispánica. Ha publicado relatos, poemas y critica literaria en diferentes revistas. Se desempeña como profesor y es director de Canal-L http://www.canal-l.com/

Jordi Corominas i Julián nació en Barcelona el 28 de abril de 1979. Licenciado en Humanidades por la Universidad Pompeu Fabra, desarrolla varias actividades en el mundo literario. Como narrador ha publicado dos novelas en catalán (Una dona que sap jugar amb els peus y Colors, ambas publicadas en Abadia Editors), una biografia en italiano (Macrina la madre) y a finales de 2011 publicará en Barataria su primer libro de relatos, El mayordomo de la muerte. Asimismo tuvo la idea y coeditó la antologia Matar en Barcelona, publicada en 2009 por Alpha Decay. A nivel poético ha publicado la suite Paseos Simultáneos (Vitruvio, 2010) y a lo largo de los próximos meses espera sacar al mercado Oceanografías y en e-book Loopoesía(s), poemas que sirven para articular su show multidisciplinar Loopoesia, que dirige junto a Laura Fillola. Por otra parte Corominas desarrolla una intensa labor crítica en revistas, entre las que destaca su labor de coeditor en panfletocalidoscopio.com y sus constantes escritos en Revista de Letras, Culturamas, Literaturas, Benzina, Excodra, Serra d'Or y otros medios nacionales e internacionales. Asimismo trabaja en la radio, hasta el año pasado en Cadena SER y desde 2011 en Radio Nacional en Catalunya en el programa Wonderland. Puedes visitarlo aquí: http://www.corominasijulian.blogspot.com

Manuel Laza Zerón. Desde 1944 hasta hoy, camino. Primero lo hice a gatas, ahora lo hago a dos patas, y no sé si acabaré otra vez a gatas, je je. O a tres : con un bastoncito de vejete, jejeje. Tampoco sería para tanto, ¡hay tantos así!

Santiago Tena nació el 29 de julio de 1965 en Montevideo (Uruguay). Es español y reside en Madrid.

En 1994 obtuvo el IX Premio de Poesía Antonio Oliver Belmás, de Cartagena (Murcia) con su libro Última voz, que publicó en 1995 la Editora Regional de Murcia. La mansedumbre calculada fue publicada en 1998 por SIAL (Madrid). Esta misma editorial publicó en 2004 Aunque Dios tenga sed. Los tres son libros de poemas. Colabora como articulista en el diario ABC de Madrid desde 1997.

Lucía de Fraga. Das sonorosas cordas, 2005 (Eneida); 80 voces poéticas 2006 (Sial); Hilanderas 2006 (Amargord); Nostalgia del Acero 2006 (Follas Novas); Pensar en tiempos de Oscuridad.

Homenaje al profesor Sergio Vences (Universidade da Coruña, Couceiro Bueno (ed.), 2006); La manera de recogerse el pelo.Generación Blogger (Bartleby editores, 2010), Yo soy mujer. Mención de Honor (Mujeres Petas Internacional), Viscerales (Ediciones del Viento, 2011); Nocturnos (Origami, 2011);El Péndulo de las Emociones (2011, ed. La Fragua de Metáforas); Maratón de Escritores (Visión Libros, Enrique Gracia y Emilio porta (ed), 2011); Guía viva de ortodxos y heterodoxos en la poesía gallega contemporánea (Antonino Nieto (ed); Endymion Poesía, 2012), etc . Ex-columnista en El Correo Gallego. Labores de investigación literaria y publicaciones en Peter Lang, con Frank Baasner y Acero Yus, en el Anuario de estudios literarios Gallegos, etc. Miembro de la Asociación española de Historiadores del cine (colaboraciones). Colaboraciones en la revista digital "Groenlandia" de Ana Patricia Moya y "Revista Áurea" de Miguel Losada, entre otras.

Francisco Espinosa Martín.

Nací en Málaga el 6 de mayo del 71.

Ahora vivo en Pamplona. He trabajado en varias cosas diferentes, pero donde más en el INE. Llevo parado desde finales de abril. Fue entonces cuando empecé a escribir (bueno, antes había escrito versos para regalo y algunos relatos). Y poco más. Quizá apuntar que estudié Ciencias Políticas.

Carlos-Esteban Resano Vasilchik. Buenos Aires 22 de octubre de 1956. Vive en Buenos Aires hasta 1976. Se traslada a Mar del Plata, provincia de Buenos Aires donde estudia arquitectura. Obtiene el título de arquitecto en 1982 y comienza la tarea profesional. Dicta cursos de dibujo arquitectónico para la ASOCIACIÓN DE ARQUITECTOS DE MAR DEL PLATA. Exposiciones colectivas de arquitectura y dibujo artístico. Colaboración con revista de arte i cultura (INTEGRARTE). Se traslada a Barcelona en 1988. Fija su domicilio en El MASNOU, província de Barcelona.Desarrollat la tarea profesional juntamente acon la plástica.Colaboración con publicaciones del àmbito local (Castelldefels) y de Argentina (INTEGRARTE). Exposición Colectiva EL ARTE EN EL CÓMIC\" en Sant Pol de Mar, Galeria Sant Pol Art (2003)Exposición Individual restaurant EL BLAU, El Masnou (2004)Exposició Individual restaurant EL BLAU, El Masnou (2009)Exposició Colectiva \" RECORDANDO A GENIA\", en Sant Pol de Mar, Galeria Sant Pol Art (2010). Exposición permanente en Espacio de arte de ARQNOU scp. Exposición Indiv¡dual Sala Leix del Raval, Febrer/2011.

Concept International online ART Project on FB abstract art // painting / photography True art takes note not merely of form but also of what lies behind... /Mahatma Gandhi/ http://fbconcept.tumblr.com/ The project was founded by Elena Korn

Elena Korn, 1.06.1972 https://www.facebook.com/ElenaKornPh otography "There is only one power that can modify the consciousness of people it is Art!"

Agustín Calvo Galán. Nacido en Barcelona, 1968. Ha publicado los libros de poemas: Letras transformistas, una selección de sus poemas conceptuales y visuales (2005), Otra ciudad (libro objeto, 2006) Poemas para el entreacto (2007) y A la vendimia en Portugal, (2009). Y, desde el colectivo Labcrom di Sol, ha promovido la publicación de homenajes a poetas experimentales contemporáneos. Su obra como poeta visual ha sido recogida en diferentes antologías especializadas como Poesía experimental española (1963-2004) Ed. Marenostrum (2004), Breviario de poesía experimental y mail-art. Ed. Corona del Sur (2006). Poesía visual española (antología incompleta) Ed. Calambur (2007), Fragmentos de entusiasmo, poesía visual española (1964-2006) Ayuntamiento de Guadalajara (2007). Esencial visual Instituto Cervantes de Fez (Marruecos, 2008). Ojos que sí ven, antología de poetas experimentales de México y España Ed. Corona del Sur (2010), etc. En marzo de 2008 participó como ponente en el I encuentro con la poesía española contemporánea en la Universidad de Bari (Italia). Colabora habitualmente en revista y publicaciones de poesía. Desde noviembre de 2006 hace crecer un blog de interconexión entre poetas españoles llamado [las afinidades electivas].

Exposiciones: Por otro lado, ha participado en numerosas exposiciones colectivas con sus poemas visuales, además, ha realizado exposiciones en solitario: “Letras transformistas”, poemas visuales y collages, junio de 2003, Centre Cívic Drassanes (Barcelona), “Fotopoemas”, diciembre de 2006, La Vaquería (Tarragona), “Proyecto Desvelos”, abril de 2008, Sala Valentina (Barcelona), "Poemas y objetos" octubre de 2008, Ateneu Igualadí (Igualada, Barcelona), "Fotopoemas" julio de 2010, Centre Cívic Ca l'Herrero, Portbou (Girona) y "Paisatges i poemes visual" abril de 2011, Biblioteca de Ripollet.

Aurora Martín. Si bien es cierto que mi introducción a la fotografía, a mis18 años, fue puramente casual, desde el primer momento tuve claro que era eso a lo que quería dedicarme de forma profesional, que era la fotografía lo que me llenaba de verdad. Fue entonces cuando mi vida hizo un giro de 180 grados, y es que con la fotografía empezó a desarrollarse una cosa todavía por descubrir... mi faceta más expresiva, sentimental y melancólica. Poco a poco empecé a entender que, no tan sólo las cosas materiales y tangibles, sino los hechos, los pensamientos y la vida en general también podían ser presos de diferentes puntos de vista, de diferentes ángulos, diferentes enfoques...

S. Tallón. Nací el 14 de diciembre de 1990, soy de Granada, y estudio Arte.

Vicenç Rodríguez Bosch (20/07/1978 - BCN), intenta que la fotografía sea una cosa verdadera.

Es una ilusión de la realidad con la que creamos nuestro propio mundo privado.

Siempre busca cosas nuevas y con su cámara en mano intentará hacer que las cosas más simples se conviertan en una inmensa fuente de arte.

Ludovica Bastianini es Licenciada en la Facultad de Conservación del Patrimonio Artístico, realizó los Cursos de Dibujo y de Ilustración en la Escuela Comix de Nápoles y publicó con las Editoriales "L'isola dei ragazzi" y "Larcher editore", además fue premiada en el Concurso Fotográfico "Cucu tete", sobre la relación entre la ciudad y los niños. Ahora estudia la especialización universitaria de Historia del Arte Contemporáneo en la Universidad Suor Orsola Benincasa de Nápoles, participando también en el Curso Profesional de Fotografía de Autor en el Instituto Idep de Barcelona. Parte de sus obras pueden ser vistas aquí: http://www.ludovicabastianini.com/Ho me.html

Caroline Huwart. I'm a photograph amateur that has been hooked a couple of years ago . I first watched other people pictures on different photo groups. It took me quite a while before finding the courage of posting that first picture on one of them.

I discovered a new way of expression and feelings.

I'm passionate, it feeds my soul. I learned to see things with a different eye. Minimalism, is what I enjoy the most for the moment. My camera is like a second skin, always with me. I don't know anything about technic. ( I know I should put some effort in it ) but what drives me is what my eye catches and the feelings I get out of it.

Imagen Portada: Caroline Huwart

Mario Bellatín. Ciudad de México, 23 de julio de 1960. OBRA: -Mujeres de sal, Editorial Lluvia, Lima, 1986 -Efecto invernadero, Jaime Campodónico Editor, Lima, 1992 -Canon perpetuo, Jaime Campodónico Editor, Lima, 1993 -Salón de belleza, Jaime Campodónico Editor, Lima, 1994 (Tusquets Editores, México D. F., 1999) -Damas chinas, Ediciones El Santo Oficio, Lima, 1995 (Editorial Anagrama|Anagrama]], 2006) -Tres novelas, Ediciones El Santo Oficio, Lima, 1995) -Poeta ciego, Tusquets Editores, México D. F., 1998 -El jardín de la señora Murakami, Tusquets Editores, México D. F., 2000) -Flores, Matadero-LOM, Santiago de Chile, 2000 (Anagrama 2004) -Shiki Nagaoka: Una nariz de ficción, Editorial Sudamericana, Barcelona, 2001 -La escuela del dolor humano de Sechuán, Tusquets Editores, México D. F., 2001 -Jacobo el mutante, Aguilar / Alfaguara, 2002 -Perros héroes, Alfaguara, 2003 (a fines de 2011 la editorial chilena Pehuén lo reeditó con ilustraciones de Tomás Ives6 ) -Obra reunida, Alfaguara, 2005; contiene: Salón de belleza; Efecto invernadero; Canon perpetuo; Damas chinas; La escuela del dolor humano de Sechuán; El jardín de la señora Murakami; Bola negra; Shiki Nagaoka: Una nariz de ficción; La mirada del pájaro transparente, Flores; y Underwood portátil -Lecciones para una liebre muerta, Anagrama, 2005 -Underwood portátil modelo 1915, Sarita Cartonera, Lima, 2005 -La jornada de la mona y el paciente, Almadía, 2006 -Pájaro transparente, Mansalva, 2006, "rearmado de obras anteriores"7 -El gran vidrio, Anagrama, 2007 -Condición de las flores, Entropía, 2008 -Los fantasmas del masajista, Eterna Cadencia, 2009 -Biografía ilustrada de Mishima, Entropía; Matalamanga, 2009 -El pasante de notario Murasaki Shikibu, Editorial Cuneta, Santiago de Chile, 2011 -Disecado, Sexto Piso, México, 2011 -La clase muerta, Alfaguara, México, 2011; contiene dos textos: Biografía ilustrada de Mishima y Los fantasmas del masajista -La mirada del pájaro transparente, con ilustraciones de Daniel Bravo; Pehuén Editores, Santiago de Chile, 2011 -El libro uruguayo de los muertos, Sexto Piso, México, 2012

LO ONÍRICO

NÚMERO X

NOVIEMBRE 2012

REVISTA EXCODRA

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