Excodra xxi el poder

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EXCODRA REVISTA DE LITERATURA (Y OTRAS ARTES)

Nº 21 (EL PODER)

Revista Excodra. Número XXI, El poder. Noviembre, 2014. ISSN 2014-1998.


ÍNDICE Editorial ¿Poder? Prosa De cómo cargarse a Marx, Franco Chiaravalloti El amor en los tiempos del fascismo, Juan Francisco Ferré Cuerda de rojos, Diego Luis Sanromán Ofidio y Máquina, Carlos Barbarito Los huérfanos de Duplessis, José Manuel Vara Eternas dictaduras, Ale Oseguera Poder y despotismo, Maica Bermejo Sophia, Sonia Barba Poesía Contamos contigo y otros poemas sobre el poder, Mag Márquez Si existiera y No desgastes, Alberto García Teresa El baile, Cysko Muñoz El hambre, Diana Álvarez El poder, Sofía Krysiak Pintura Alexander Novoseltsev Jalón de Aquiles Carlos Esteban Resano Vasilchik


Fotografía Ludovica Bastianini Agustín Calvo Galán Caroline Huwart Eli Mora Entrevista Albert Lladó


EDITORIAL El poder, ¿qué es? Esta es realmente una palabra intrigante, que evoca imágenes desde la a a la z. A mí personalmente me deja pensando en la capacidad de, ese transformar potencias en actos. ¿De qué somos capaces? ¿Qué podemos hacer? ¿Hasta dónde podemos llegar con nuestras acciones o pensamientos? ¿En qué punto nuestros pensamientos no pueden dar el paso para ser un hecho realizable quedándose en el mero plano de la imaginación? En realidad, éste es el poder más importante y primario, el poder de la imaginación, de manejar nuestros recuerdos y conocimientos para crear nuevos pensamientos y posibles situaciones. En cualquier caso, lógicamente, en este número se habla sobre política, ese arte de hacer posible lo necesario, de poder hacer posible lo necesario. Este es un número muy crítico sobre el poder a nivel de clase social, deja con la sensación de que el poder fuera, de hecho, como una clase social, como si dijéramos que está la clase de personas que tienen el poder en confrontación con la clase de personas que no lo tienen, siempre desde el prisma de la política. Me gusta mucho que haya derivado por aquí, hacia una cierta expresión de rabia desde la incapacidad, la impotencia, frente a los que tienen el poder, la capacidad de, de consumar actos, que rebajan vidas para ampliar los horizontes de las suyas. Siempre lo digo, vivir es pura dialéctica, lucha incesante, siempre tratando de poder hacer lo que deseamos con la pared enfrente de los deseos del otro. Y quien tiene el poder de limitar, acotar, organizar, modificar el entorno de amplios grupos de personas, tiene en él la llave que abre la puerta de la mejora a estos amplios grupos de personas, de vidas latiendo, la cuestión está en querer abrir la puerta o mantenerla cerrada y disfrutar de su privilegio, de su poder de controlar. Somos realmente muy complejos, y más primarios en nuestras acciones de lo que a veces pensamos. Pero lo que sea el poder va mucho más


allá, hacia otras parcelas de nuestras vidas, más cotidianas, como también se muestra en lo que leeréis a continuación, como el poder que todos y cada uno de nosotros tenemos en el día a día, en nuestras relaciones, sobre las personas, las relaciones de dominio, de prevalencia, el poder del amor y de lo erótico también, como subyaciendo, latiendo bajo todo acto. Es un gran número para dejarse llevar y pensar en lo que sea el poder, ya lo creo. Póngase cómodos para leerlo y disfrutar también de sus imágenes, ustedes pueden. Salud.


PROSA De cómo cargarse a Marx (Foucault versus los discursos marxistas sobre el poder)

I Primer asalto: ¿Has dicho ciencia? ¿Cuánto de mal han hecho al marxismo “los marxistas después de Marx”? Si ahora mismo le pasáramos el micrófono a Michel Foucault para que responda, quizás se reiría, o rechinaría los dientes. Tan incendiario como sensato, el filósofo nacido en Poitiers tuvo numerosos disensos con el marxismo del siglo XX, aquel que se autoproclamaba “ciencia”. Ciencia, sí: de esa manera se empeñaron en etiquetar la doctrina del filósofo alemán nombres tan fulgurantes como Marcuse, Habermas o Adorno. Quizás suene pretencioso el rótulo, o bien parezca un modo efectivo de aunar este saber para propiciar una praxis efectiva. Pero fue en este punto, precisamente, en el que Foucault construyó uno de sus discursos más furibundos, no sólo para contraponerse a estos marxianos –que no marxistas–, sino también para urdir su teoría del poder. Porque si hablamos del poder en la contemporaneidad es casi una obscenidad eludir a Foucault. El francés consideró que la autodenominación de ciencia en lugar de doctrina ha hecho que el marxismo quisiera penetrar en la sociedad como una ideología, y no como lo que debería ser: un discurso. ¿Y esto qué tiene que ver con el poder? La clave está, precisamente, en el término


ideología. Una ideología busca posicionarse por encima de otras interpretaciones, representar ella misma la verdad. Los discursos, en cambio, son meras perspectivas, teorías en continua construcción y no un universo acabado. Si se demuestra que tienen más valor que otros discursos es por el uso que se le da en determinado momento, y no por sus propiedades intrínsecas de verdad. Coronarse como ideología le da al marxismo la potestad de adoptar el poder como una posesión. Por el contrario, Foucault sostiene que el poder no puede tener nunca una forma definida, por eso nunca puede poseerse, sino sólo ejercerse. Llamarse ciencia, considerarse ideología, es el primer escalón para elaborar una estratagema de centralización y manipulación del poder. En efecto, son las ideologías lo que suscita rencillas y corrompe el pensamiento. Las ideologías no liberan al ser humano sino que lo conducen a la degradación... y así nos convertimos en lobos hambrientos, ávidos de mostrar los colmillos para luchar por la gestión del poder que la misma ideología desprende. Del mismo modo, las ideas que emana toda ideología no sólo envenenan la condición humana sino también la inmovilizan. Qué mejor ejemplo de ello que los propios marxianos: el respeto a Marx, a sus documentos por encima de los hechos, les ha restado inventiva, los ha transformado en meros repetidores de la doctrina, incapaces de producir nuevos significados. En la célebre entrevista titulada “En qué se equivocó Marx” que Foucault mantuvo con Gilles Deleuze en 1972 –y publicada originalmente en una revista japonesa–, Michel reafirma la idea de que un tipo de discurso jamás puede ser considerado ciencia. Pone el ejemplo de Darwin: sus seguidores y estudiosos no se quedaron en el comentario de sus textos, sino que en base a ellos desarrollaron una teoría, lo que trajo como consecuencia el establecimiento de una ciencia. Categórico, afirma: “Creeré que el marxismo es una ciencia el día que un marxista me muestre en qué se


equivocó Marx”. Para el de Poitiers, el discurso es una presuposición acerca del estado de un tema, en la que entran diferentes planos del mundo y del sujeto. Lo repetimos: un discurso es sólo eso, un estado, no una totalización como pretende ser una ideología. Y todo discurso consigue así producir efectos sobre la realidad: el mismo Foucault lo demostró cuando definió por primera vez el concepto de homosexualidad en su grandioso Historia de la sexualidad, al sustituir la acción –“lo que yo hago”– por la esencia –“lo que yo soy”–. Y en su afán por diseccionar los engranajes de poder, nuestro pensador no parte de la ideología (de la práctica) sino del discurso que le da origen, para así establecer una nueva lógica de la dominación. Se dice que Marx bajó la filosofía al pie de la calle; el propio Karl dijo alguna vez que la realidad certificaba sus premisas; eran, por tanto, premisas reales, con una demostración empírica, capaz de verse y tocarse. Pero ahí aparece nuevamente Michel, que desde el fondo alza la mano para objetar que esta postura fue la que impulsó a Marx a separar la práctica del discurso, una posición que lo inhibió de profundizar en la relación entre pensamiento y praxis, y que dio vía libre a los “marxistas después de Marx” de etiquetarse a sí mismos como ciencia.


II Segundo asalto: Látigos versus jeringuillas Pero no sólo en esta controversia entre ideología y discurso, discurso e ideología, Foucault le plantó cara al marxismo. La desavenencia por la cuestión del poder tiene, de hecho, un sustrato aún más profundo. Mientras que para Marx el poder es abordado desde una perspectiva jurídica –ya que es percibido como aparato represor, que regula libertades–, para Foucault ya no es látigo, sino seducción, una seducción mucho más efectiva puesto que consigue perdurar en el tiempo. Y así es como los poderes configuran nuestra subjetividad: no con golpes de cilicio sobre la espalda, sino con vacunas de jeringuillas invisibles. Porque hoy el poder no somete sino que genera verdad, una verdad construida a partir de mecanismos productores de subjetividad que son –en realidad– estrategias de sujeción. En su tratado La arqueología del saber, Foucault desgrana el conocimiento –y, en particular, el papel de la información– para demostrar el modo en que ese conocimiento es utilizado en pos del dominio de unos sobre otros; en esas páginas demuestras que hoy los modos de informar reemplazan a los modos de producir, porque la actividad económica y la tecnología emplean su tiempo no tanto en la elaboración de bienes, sino en generar, transformar y desplazar los flujos de información. De entre los pilares más importantes que sostienen este mecanismo de seducción, Foucault destaca dos: las formas de saber y las técnicas disciplinarias. Para empezar a seducir, primero hay que apoderarse de los saberes, administrarlos como a uno le convenga y, así, condicionar la gestación de nuevos saberes. Una vez nos hemos adueñado de la sapiencia, la receta foucaultiana señala que el siguiente paso es limitar la conducta humana, tanto física como espiritual; es célebre la metáfora que propone en su


ensayo Vigilar y castigar para evidenciar este mecanismo, en la que toma como ejemplo el panóptico, descomunal estructura edilicia de forma circular creada para la construcción de cárceles, donde en el círculo están las celdas y el centro es presidido por una enorme columna en la que se sitúan los guardias. Allí los convictos tienen vigilancia constante y carecen de cualquier tipo de intimidad. No hace falta subrayar la analogía entre aquel panóptico y nuestra vida actual, siempre más vigilada, siempre más endulzada. Porque lo que hace el poder de hoy es transformarnos técnicamente. Y lo hace mediante agudos métodos de dominación –que Foucault llamó tecnologías de poder– esparcidos en las instituciones que se alojan bajo la tutela del Estado: las escuelas, las universidades, las fábricas, los cuarteles o las prisiones. De esta manera transforman nuestra subjetividad. Delicada, vaporosamente.


III Tercer asalto: Grandes, pequeños poderes Pero no seamos necios. No nos quitemos las responsabilidades de encima, dado que el poder no surge exclusivamente de los estratos dominantes. Basado en la idea marxista de que el ejercicio de poder puede observarse en todos los fenómenos donde se establecen relaciones sociales, Foucault añade que el poder atraviesa todas las capas de la sociedad, tanto la de los dominados como la de los dominantes. Esto supone el ejercicio de pequeños poderes, presentes en todo el cuerpo social –o “micropoderes”, tal como los ha llamado–, una estrategia que propicia la existencia prolongada del capitalismo. En un sistema construido sobre el concepto de acumulación, parece natural que nuestra lógica se erija en un infinito crecimiento del patrimonio simbólico. Y esto es lo que genera la riña social: para mantener una posición, para alcanzar el siguiente estrato que debería tocarnos, esta lógica nos empuja a urdir estrategias de control de la individualidad ajena, ya sea en el plano social, económico o, incluso, sexual. Sí, sexual. Quizás la muestra más cabal de este territorio de macro y micropoderes contemporáneos sea nada más ni nada menos que el sexo, esa episteme tan cara al pensador de Poitiers, a la que le ha dedicado quizás sus páginas más brillantes. Y en este campo, Foucault también se enfrenta con dientes apretados a la inmovilidad marxista. Tras el descubrimiento del inconsciente y la instauración del psicoanálisis, la Escuela de Frankfurt se interesó por el tema de la represión sexual, planteando, entre otras cosas, que la familia, en tanto institución base del Estado capitalista, codifica y restringe el flujo libidinal del sujeto. Para Foucault se produce todo lo contrario: el sistema capitalista no reprime el sexo, sino que lo libera. Incluso va más allá:


sostiene que la difusión tan notoria que tuvo en su época el psicoanálisis es un camino para liberar los relatos del sexo, relatos hoy presentes en cada mesa, en cada boca. Así la sexualidad se transforma en tema central. Y he aquí la trampa, ya que parece una liberación, pero es otra manera de sujeción, otra vil relación de poder: la liberación de estos relatos genera dependencia, jerarquiza, cede a los constructores de las ideologías del sexo la potestad de moldear voluntades incluso en este plano, uno de los más íntimos de la condición humana. Ello mana de los macropoderes, de la superestructura, pero es una lógica que también funciona en la cotidianidad, en nuestra enmarañada red de micropoderes. “No hay que creer que diciendo sí al sexo se diga que no al poder –dice Foucault–; se sigue, por el contrario, el hilo del dispositivo general de la sexualidad”.


IV Último asalto: Ser consecuente con las propias ideas Evidentemente, Foucault no se ha quedado en la crítica árida, sino que ha aportado herramientas para contrarrestar con movilidad el anquilosamiento traído por el marxismo del siglo XX. Una de esas premisas es su “método genealógico”, con el que buscó desmontar los mecanismos de la escritura de la Historia como herramienta de dominio. Para el marxismo, el presente emerge como una culminación del pasado, como un ordenamiento encadenado cuya consecuencia es el presente, ya que considera a la Historia como una documentada lista de hechos políticos y militares. Foucault siempre sostuvo que esa defensa de la continuidad no es más que un abrigo con el que los historiadores se cobijan para que el análisis de la Historia siga siendo una herramienta de poder. ¿Su solución? Establecer un análisis discontinuo de la Historia, esto es, dar con la singularidad de los acontecimientos sin depender de los ecos pasados, a fin de demostrar que todo hecho no tiene tras de sí un secreto “esencial” perdido en un ayer inaccesible, un secreto que, generalmente, únicamente detentan quienes trazan las líneas históricas. La ruptura de esa continuidad rompe así la tiranía del saber, del poder de la razón que utiliza al sujeto como un objeto, y ubica al sujeto­autor en una posición de poder que genera discursos parciales, nunca objetivos. A pesar de estas propuestas, su discurso del poder le reportó a Foucault varapalos de uno y otro bando del espectro filosófico. Habermas, Touraine o Giddens coincidieron en que la excesiva “ontologización” del poder no permite encontrar una vía de escape a la postura englobadora y totalizante de ese poder que tanto critica. Ante estas posiciones reprobatorias, Foucault las rebate aseverando que sus ideas no son conceptos acabados, sino apenas


puertas que sólo se limita a abrir, reflexiones que otros podrán hacer crecer o deformar. Lo que reafirma su posición en favor de los discursos, y no de las ideologías. En la ya citada entrevista entre Deleuze y Foucault, el de Poitiers sugiere que los intelectuales son esa facción considerada a sí misma la “conciencia” de la sociedad, lo que corresponde –está claro– a una necesidad de situarse en estratos superiores. Pero la pretensión central de Foucault a lo largo de toda su vida pública ha sido justamente la contraria: adoptar una nueva postura de intelectual apartándose de las corrientes, evitando ser consecuente con ellas. Y como corresponde a un intelectual que se precie de tal, siempre tomando distancia de cualquier territorio de poder. A lo largo de su vida, el calvo pensador nunca dejó de buscar la necesidad de generar un “malestar” en la sociedad, un constante debate público cuyo horizonte, hasta el día de su muerte, siempre ha sido el de generar ideas nuevas y cada vez más fértiles.

FCh


El amor en los tiempos del fascismo Hablar de la vida privada en el fascismo es casi una antinomia. La lógica del fascismo es necesariamente pública: política de escaparate urdida desde la máxima ostentación o exhibición de sus presupuestos estéticos. En ese sentido, los amores de Benito Mussolini y Clara Petacci fueron tan espectaculares y camp como los desfiles imperiales, los mítines multitudinarios, la paradas militares o la arquitectura urbana. El amor de Mussolini y su musa de lino, veintinueve años más joven, sólo podía ser adúltero, romántico y ridículo. Era una historia de amor filtrada por los banales estereotipos del cine italiano de la época (una réplica latina del star system hollywoodiense). Su catastrófico final, en cambio, remite a algunas de las grandes películas italianas de los sesenta y setenta. El fascismo es anterior al cine sonoro, por lo que los documentales de los años veinte sobre las arengas multitudinarias de Mussolini resultan doblemente ridiculizados por la falta de sonido que acompaña a esa exhibición obscena de gestos y muecas. El fascismo es el espectáculo de la fascinación cinematográfica al servicio del poder y la voluntad de poder. No en vano, Mussolini fue el primer teórico del totalitarismo: “todo dentro del estado, nada fuera o contra el estado”. Otro mal lector de Maquiavelo, en definitiva. Como escribiera Susan Sontag: “El ideal fascista es transformar la energía sexual en una fuerza «espiritual» para beneficio de la comunidad”. La pasión totalitaria de Clara Petacci, su amante más duradera y envidiada, por Mussolini es la síntesis tragicómica de la pasión irracional de Italia por su líder dictatorial. La historia de sus amores comienza en 1932, cuando se encuentran por primera vez, como en un fresco sociopolítico de Bertolucci (El conformista o Novecento servirían como modelos ilustrativos de la relación): todo es decorado art decó y nostalgia estética por el desvanecido sentimiento


aristocrático de la vida. Ella soñaba con acercarse a él desde hacía años. La lista de amantes de “il Duce” era tan larga como la de Don Giovanni. Mussolini era un héroe futurista y cinemático de puño hercúleo y retórica magnetizadora: hermoso, elocuente, viril. Ninguna mujer se le resistía. Conforme al credo programático de su amigo el poeta Marinetti, amaba el peligro, tenía el hábito de la energía y era temerario como un tigre. ¿Cómo no amar su facha imponente?, se diría Claretta mientras miraba y remiraba el esplendor de su ídolo potente en todas sus apariciones públicas y le escribía cartas de amor que eran soliloquios de loca “innamorata”. Con las excepciones de rigor, las mujeres italianas lo adoraban, tiraban flores a su paso, ofrecían sus vientres a su potente semilla (otra leyenda colgada del líctor victorioso en todos los desfiles, su potencia seminal y prodigiosas virtudes procreadoras), los hombres italianos lo emulaban y obedecían. Era un payaso carismático aclamado como un dios olímpico, una deidad deportiva al servicio de un estado concebido a su medida autocrática. Los pueblos suelen mostrarse crédulos ante este tipo de demagogos populistas por motivos arcanos. Clara lo había visto tantas veces en las pantallas y en algunos encuentros que lo había transformado en el “principe azzurro” de un cuento de hadas tan azul como la escuadra futbolística que daría gloria mundial a Italia en aquellos años. Imaginemos ahora, durante los años treinta y primeros cuarenta, las interminables conversaciones telefónicas de Clara y Benito, a cualquier hora del día, como en una de esas películas de “teléfonos blancos”, tan odiadas por los neorrealistas, que hicieron la infamia del cine italiano de los años treinta, ese mismo en el que Claretta aspiró a ser actriz sin demasiada convicción (vivía ya en una película, para qué buscar otra con peor partenaire). Un escenario lujoso, de techos altos y estancias inmensas con muebles en riguroso blanco y negro: Clara aprieta el teléfono contra su oreja mientras al otro lado del hilo “il Duce”, el hombre más poderoso de Italia, acostumbrado a clamar consignas estentóreas de obediencia inmediata, susurra palabras de amor,


cuenta chismes políticos y sexuales, le confía asuntos de estado. Ella se excita y entusiasma, él ríe de vez en cuando, se siente relajado, contento. Así durante horas, durante años. El contenido esencial de estas conversaciones, y de otras sostenidas en la intimidad total de la sobrecama, Clara lo anota en su diario, con la fidelidad de una misión histórica (durante años sus secretos han sido custodiados en alguna dependencia estatal, sólo recientemente han ido saliendo a la luz). En 1942, Benito y Claretta empiezan a vivir el final tortuoso de su relación apasionada. Pero Benito se va a comportar también como un villano siciliano, digno de la trilogía de Coppola sobre el Padrino Corleone, liquidando a los traidores, limpiando el establo fascista de viles y cobardes, como él los llama. Comportándose como un mafioso integral después de haber sido el único mandatario capaz de acabar con el poder de la mafia. Ejecutando él mismo a su yerno, el conde Ciano, casado con su hija… En 1945, todo está perdido, la situación se vuelve tumultuosa, incontrolable. La colaboracionista República Social Italiana se ha derrumbado como un soufflé mal elaborado. Benito y Clara tratan de huir de la debacle, refugiarse en la Suiza neutral, pero son detenidos por los partisanos. Benito le ofrece a Clara la oportunidad de salvar su vida, ella se abraza a su destino como una heroína melodramática. No entendería la vida sin él. Cuando van a ejecutarlo al borde de la carretera, ella interpone su cuerpo inútilmente en un último gesto de sumisión amorosa. El 29 de abril Benito Mussolini es colgado boca abajo de la fachada de una gasolinera Esso, en el Piazzale Loreto de Milán, con la cabeza abombada y la cara deforme por las pedradas y los golpes. Clara a su lado, también abatida, irreconocible. Descalzos ambos. Como dos reses desolladas en el matadero de la historia. La multitud ha descargado su odio cerval en esos cadáveres desfigurados, bañado en heces y orina. Los fotógrafos se ceban multiplicando el horror de las imágenes de la venganza anónima y popular.


Esta grandiosa escena final parece salida de Saló, la siniestra pesadilla fílmica de Pier Paolo Pasolini sobre los últimos días del fascismo: la crueldad antropológica de los suplicios póstumos de Benito y Clara sólo es igualada por la euforia colectiva de la liberación. La catarsis política exigía una reacción aberrante. La grandeza moral de la futura república italiana y el cine italiano de la posguerra se gesta en los fotogramas de este acontecimiento atroz y revulsivo. El sadomasoquismo inconsciente de las masas y su peligrosa fascinación con los demagogos es una lección histórica plena de actualidad. El sueño de amor y muerte de Benito y “Claretta” es siniestro y obsceno en el peor sentido. La musa terminal de Mussolini fue una cándida niñata perversa seducida por la abyección política del dictador semental, una groupie estúpida que confundió el rabo emponzoñado de la bestia con la caricia acaramelada y vibrante de una estrella cinematográfica.

JFF


Cuerda de rojos Paco me ha contado que el Carnicero se había tragado los papeles. Llegar al Ayuntamiento, arrojarse sobre la mesa y echarse al buche la lista fue todo uno. Visto y no visto. Paco le tenía ojeriza al viejo ya antes de que comenzase la Cruzada. Yo ya le he dicho que me parecía un descuido imperdonable de los nuestros. No el haber dejado que el viejo se merendase la información, no, sino el no haber hecho dos o tres copias en previsión de que el original se pudiera dañar o extraviarse. El lío, las prisas, los nervios, ya se sabe, ha argumentado Paco y yo me he limitado a asentir con la cabeza. Claro, hombre, se comprende. El problema es que el número de los que íbamos a llevar de paseo había quedado pero que muy mermado. Primero, dieciocho, y después sólo la mitad, pues a los otros nueve los habían dejado donde los tranvías, en la capital. Ahora, que el muy cabrón, ha añadido Paco, se ha llevado un buen par de hostias en los hocicos. ¿Fumas? Yo he rechazado el pitillo con un gesto de la mano. Gracias, camarada. Soplaba un vientecillo recio desde los Torozos y a los hombres se les veía temblar en la trasera del camión. A estas alturas del otoño y de la amanecida va haciendo frío en el corazón de Castilla. Mira, ahí anda ése. Los faros del coche han ido dando forma a los chopos y, ante los chopos, a un camarada que aguardaba con aire relajado a que llegase la cuerda de rojos. Un falangista del lugar, menudo pero con buen porte, al que, según parece, Paco conocía desde los tiempos de las Juntas Castellanas. Se llama Federico, buena


gente. Federico nos ha saludado a la romana y Paco ha dicho: Fin del viaje. Tras apearnos del coche, hemos estrechado la mano de Federico. Paco ha hecho las presentaciones: Andrés y Venancio, los dos camaradas que nos acompañaban en el coche, y Manuel y Alberto, que iban en el camión, “cuidando del ganado”, como ha explicado Paco con una sonrisita canalla. Luego hemos bajado a los otros, sucios, tiritando, con los labios grises y las manos enredadas en una soga de crin, algunos con la pechera manchada de sangre, evitando las miradas de los enemigos victoriosos. Paco ha gritado: ¡Vais a pagar lo de Onésimo y Ruiz de Alda, rojos hijos de puta!, pero yo sabía que lo que le escocía de verdad era que el Carnicero lo hubiera hecho encerrar cuando éste todavía era concejal del Ayuntamiento. Eso y que el viejo hubiese tenido huevos suficientes para tragarse la lista en que teníamos los nombres de sus secuaces republicanos. La madre que lo parió. Federico, por su parte, se paseaba en torno de los nueve hombres maniatados como un general que pasase revista a sus tropas, como un pequeño Napoleón vallisoletano y chulo, he pensado para mí. Al final ha dicho: Bueno, vamos terminando, que se hace tarde.

DLS


Ofidio Lustroso y sibilante, repta por el suelo empedrado. Me busca y me hallará, tarde o temprano, en camisa y en la noche, me morderá un muslo y se irá. Y porque a las cosas no las somete el eje sino el torbellino, porque antes que juicio hay trueno que con su ruido ahoga apelaciones y confesiones, él no tendrá mancha y yo seré, aunque agonizante, el culpable.


Máquina A Daniel Roldán

Lustroso y sibilante, repta por el suelo empedrado. Me busca y me hallará, tarde o temprano, en camisa y en la noche, me morderá un muslo y se irá. Y porque a las cosas no las somete el eje sino el torbellino, porque antes que juicio hay trueno que con su ruido ahoga apelaciones y confesiones, él no tendrá mancha y yo seré, aunque agonizante, el culpable.

CB


Los huérfanos de Duplessis (Comentarios y recopilación de textos de JMV)

El poder absoluto fue y será siempre la causa de la decadencia y de las desgracias de los pueblos, que tarde o temprano llegan a padecer los mismos reyes. Barón De Holbach El poder tiende a corromper y el poder absoluto corrompe absolutamente. Lord Acton Los puestos de responsabilidad hacen a los hombres eminentes más eminentes todavía, y a los viles, más viles y pequeños. Jean De La Bruyère

Definición de PODER: El origen etimológico de poder se halla en el latín vulgar y más concretamente en el concepto posere. El uso más habitual del término refiere al control, imperio, dominio y jurisdicción que un hombre dispone para concretar algo o imponer un mandato. Este concepto, al ser utilizado en combinación con otras palabras, permite nombrar diferentes situaciones. Así, el poder absoluto, por ejemplo, describe al despotismo. Ya dijo John Stuart Mill aquello de: “Todo lo que sofoca la individualidad humana es despotismo, sea cualquiera el nombre con que vaya disfrazado.”


De la misma forma, hay que hablar de lo que es el poder de la Iglesia y la religión. Una institución o una doctrina que también tiene la capacidad para influir sobremanera sobre el ser humano. Una Iglesia, que según comenta Paola Hernández: “Desde mi punto de vista muchos eventos históricos nos dejan entrever que la iglesia a lo largo del tiempo se ha "prostituido". A mi juicio hubo un abuso del poder por parte de la Iglesia, del poder espiritual. Desde el año 800 d.C. la iglesia se reorganizó para tener un mejor control, y así a través del tiempo el Papado contó con un eficaz sistema de tribunales eclesiásticos que poco a poco fortalecían la manipulación directa de tierras, no sólo de Italia sino de gran parte de Europa. Es así como la Iglesia incursionó en aspectos políticos, sociales, y espirituales, no dejando a un lado, por supuesto, los económicos, los que reclamaría en el año de 1303 d.C. el Papa Bonifacio VIII, proclamando tener el derecho de recolectar los impuestos.” El caso que a continuación nos ocupa sugiere la extrema corrupción y falta de ética absoluta que surgen cuando se alían despotismo político y el ansia voraz de ambición económica de una Institución en decadencia, se trata de la historia de unos niños de corta edad que quedaron a merced de la despiadada ambición de Maurice Duplessis, Primer Ministro de Quebec (Canadá), quien formó parte de un perverso plan para enriquecerse junto a destacados miembros de la Iglesia Católica, todo ello a costa de la salud mental de los pequeños huérfanos. El caso habla por sí mismo y he optado por limitarme a recopilar información y reagruparla de forma coherente. Y a “morderme casi literalmente la lengua” a cada párrafo, a cada línea, a cada palabra leída. En un artículo fechado el 12 de abril del 2013 Clarina Duguay, una de las supervivientes del caso de los huérfanos de Duplessis, comenta: “Un convento me puso en un hospital psiquiátrico”.


Según el artículo Clarina Duguay fue falsamente etiquetada de “retrasada peligrosa” cuando tenía 11 años. “Nací en 1936; vivíamos en un pequeño pueblo de Quebec, Cap d'Espoir. Mi madre murió de tuberculosis cuando tenía nueve años y el médico del pueblo y el sacerdote convencieron a mi padre que sería mejor para mí y para mi hermana Simone ser adoptadas por monjas. Había cinco de nosotros y mi padre no nos podían mantener. Simone y yo fuimos enviados al orfanato Soeurs de la Charité en Rimouski. Mi padre no sabía leer y escribir; él pensó que estaba haciendo lo correcto. Simone tenía 7 años, yo tenía 11. Cuando llegamos al convento lloramos mucho, pero las monjas nos dijeron que teníamos que callarnos porque estábamos molestando a los otros niños. Solían darnos baños de agua helada y nos metieron en camisas de fuerza. Nos dieron la medicina para que estuviéramos tranquilas y nos hicieron limpiar y limpiar y limpiar. Cuando tenía 11 años, las monjas me escogieron a mí y a otras 10 chicas y nos dijeron que, como habíamos sido tan buenas, podríamos salir. Nos subieron a un autobús y estuvimos mucho tiempo de viaje. Cuando se detuvo frente a un edificio pensamos que este era el lugar que habíamos venido a visitar, y nos pusimos en la fila, de dos en dos. Las monjas nos agarraron por las orejas y nos obligaron a entrar por una puerta grande de hierro. Luego supe que aquel edificio era el hospital psiquiátrico de San Julián. Nos volvieron a dar duchas de agua fría y horas más tarde yo estaba atado a una cama de resortes de acero sin colchón, con un collar en el cuello y las manos y los pies atados. Durante la noche me había convertido en un paciente psiquiátrico. Me hicieron pruebas, incluyendo una para la sífilis. Las monjas tenían que justificar mi traslado a un hospital psiquiátrico; su declaración decía que mis hermanos y hermanas eran retrasados mentales, que tenía un abuelo alcohólico y que mi madre había muerto de sífilis y fue enterrado en otro hospital psiquiátrico. Esta era una mentira completa. Cuando el doctor


vio los papeles aportados por las monjas fui clasificada como retrasada profunda, peligrosa e incurable. Todavía vivo con esa etiqueta falsa aunque podría ser borrado fácilmente si el gobierno quisiera hacerlo. Dos años después, Simone llegó al hospital. Alrededor de un año más tarde la trasladaron a trabajar a un pequeño convento. Un día ella escapó. Se las arregló para esconderse en un tren y viajar las 500 millas de regreso a casa. Mi tío materno escribió al hospital sobre mí y me dejaron salir. Me inscribieron como "amélioré" ­¡Mejorada! ¡Un milagro! Me fui a vivir con mi tío, pero me daba miedo incluso a entrar en el baño, porque pensé que mi cabeza iba a ser empujada bajo el agua. Cuando cumplí 19 años, me fui a Montreal. Encontré un trabajo en una fábrica, y conocí a mi marido: tenemos cinco hijos. Yo no le dije nada acerca de mis experiencias hasta 1992, cuando los huérfanos y otros niños adoptados comenzaron a presentarse y a salir en la prensa. Sufrí durante seis años y medio. Sólo entendimos después que estas cosas fueron hechas contra nosotros para obtener ganancias financieras. Había muy poco dinero del estado para los huérfanos, pero el gobierno federal pagaría los honorarios para los niños en los hospitales psiquiátricos. Los orfanatos y guarderías comenzaron a vaciar los niños en los hospitales para recoger los subsidios federales. A algunos niños se les hicieron lobotomías y choques eléctricos. Ahora se nos conoce como los Huérfanos de Duplessis. Hemos luchado durante años para el reconocimiento y la compensación. De esto hemos logrado que una pequeña cantidad de dinero se asigne a cada huérfano que ha sobrevivido, pero la documentación que la avala la llama ayuda financiera, en ningún caso la cita como una indemnización o reparación. Nuestro caso es una vergüenza nacional y el gobierno sólo quiere enterrarlo. Todavía nadie quiere escucharnos.” Dice Alfred López en agosto del 2013 en el blog Cuaderno de Historias: “La escalofriante historia de los huérfanos de Duplessis.


Duplessis ocupó el cargo en dos periodos (1936­1939 y 1944­1959) y fue en la segunda etapa cuando se puso en práctica la estrategia ideada para conseguir más subvenciones a través de los fondos federales. Los orfanatos se estaban llenando de niños allí abandonados por miles de madres solteras que, obligadas por la vergüenza de no ser señaladas por culpa de la política ultraconservadora que se ejercía, decidían dejar a sus hijos en las instituciones públicas. El nombramiento como Primer Ministro de Canadá del quebequés Louis St. Laurent ayudó para que su gobierno central dotase de generosas subvenciones de los fondos federales a su provincia de origen, siendo de las más beneficiadas las instituciones mentales gestionadas por miembros de la iglesia católica (religión oficial y mayoritaria en Quebec). Esa generosa contribución económica desde el gobierno central para los centros mentales (que triplicaba en cuantía lo que recibían los orfanatos) hizo que se pusiera en marcha un plan con el que se traspasó durante los siguientes años y de forma gradual a miles de huérfanos hacia los hospitales psiquiátricos, de forma que cuantos más niños hubiese allí internados más dinero recibirían (aunque esa cuantía no se destinaría a ese fin, sino a enriquecer los bolsillos de Duplessis y sus socios eclesiásticos). Los huérfanos de Duplessis sufrieron todo tipo de maltratos, abusos y vejaciones. Se calcula que más de 21.000 niños sanos fueron internados en los centros mentales, diagnosticándoles falsamente enfermedades psicóticas. Debido a que periódicamente se recibía diferentes visitas por parte de inspectores provenientes de Ottawa (capital de Canadá) que comprobaban la buena marcha de las instituciones, miles de esos niños fueron sometidos a todo tipo de experimentos científicos, con el fin de dejar mermadas sus facultades y poder hacerlos pasar por verdaderos enfermos mentales. Se les practicó lobotomías y múltiples sesiones de electroshock, que en un gran


número de ocasiones acabaron con la vida de las inocentes criaturas. Pero los niños fallecidos a consecuencia de esos experimentos no eran enterrados sin más, sino que seguían proporcionando pingües beneficios económicos a la institución, ya que tenían un acuerdo por el que sus cadáveres eran vendidos a las facultades de medicina con el propósito de que los estudiantes pudieran experimentar y practicar con los cuerpos sin vida de los pequeños, quedando de éstos tan solo múltiples pedazos descuartizados que finalmente eran lanzados a fosas comunes. Los huérfanos que no corrieron tal desgracia no se puede decir que tuvieran un destino mucho mejor, ya que también se cuentan por miles los que sufrieron todo tipo de abusos y vejaciones, tanto físicas como sexuales. Miles de huérfanos fueron llevados a instituciones mentales controladas por la iglesia católica. La repentina muerte en 1959 de Duplessis, a causa de un accidente cerebrovascular, destapó las atrocidades cometidas en el infame caso de los huérfanos enviados a los hospitales psiquiátricos y uno de los mayores casos de pedofilia de la historia por parte de destacados miembros de la iglesia. Un hecho que escandalizó a la sociedad quebequense, que durante cerca de dos décadas había vivido bajo una represión gubernamental, tanto a nivel social, político y laboral por culpa del catolicismo ultraconservador ejercido durante todo ese tiempo por Maurice Duplessis. No fue hasta 1990 en el que los juzgados comenzaron a tramitar y admitir demandas presentadas por cerca de 3.000 supervivientes de las atrocidades en las instituciones mentales, consiguiendo reunir las pruebas e informes médicos suficientes que demostraban todos los martirios por los que tuvieron que pasar durante sus infancias. A día de hoy todavía no se ha resuelto la totalidad en los casos de abusos, aunque un gran número de los ya conocidos como ‘los huérfanos de Duplessis’ (que todavía continúan con vida) recibieron algún tipo de compensación económica, algo que por muy cuantiosa que fuese no podrá borrar de sus cabezas los


horrores vividos durante la infancia.” Buscando más información sobre el caso encuentro un artículo escrito por Nuria Meléndez fechado en julio del 2011 en Toronto: El Vaticano accede a estudiar el caso de los abusos a los huérfanos de Quebec. Paul St. Aubin, una de las víctimas de los orfanatos, asegura que fue azotado, encadenado, encerrado en una celda e incluso obligado a tomar drogas. El Vaticano ha accedido a estudiar el famoso caso de los huérfanos de Quebec, después de que el pasado mes de abril el activista de los Huérfanos de Duplessis, Rod Vienneau, y el abogado experto en Derecho Internacional, Dr. Jonathan Levy, presentaran una querella exponiendo el caso a la Congregación de Institutos de la Vida Consagrada y Sociedades de la Vida Apostólica, con base en Roma, dirigida por el arzobispo João Braz de Aviz, quien a su vez forma parte de la Curia Vaticana y se encarga de la conducta de las órdenes católicas. El pasado jueves 7 de julio Vienneau y Levy recibieron una respuesta del Vaticano en la que se les informaba sobre la intención de la institución a estudiar e investigar el caso. La querella interpuesta por Vienneau y Levy denuncia los presuntos crímenes cometidos en los distintos orfanatos y hospitales psiquiátricos donde fueron internados miles de niños canadienses. Las ocho órdenes católicas acusadas por su supuesta implicación con los escabrosos hechos son Los Pequeños Franciscanos de María, Los Hermanos de Nuestra Señora de la Misericordia, Las Monjas Grises, Las Hermanas de la Misericordia, Las Hermanas de la Providencia, Las Hermanas de la Caridad de Quebec, Las Hermanas del Buen Pastor y Las Hermanas de Nuestra Señora Auxiliadora. Durante los años 40, 50 y 60 miles de niños fueron internados en orfanatos y hospitales psiquiátricos del país administrados por la Iglesia Católica. Estos


centros fueron considerados un lugar seguro donde los pequeños, en su gran mayoría huérfanos, eran cuidados y educados por sacerdotes, hermanos cristianos y monjas. El Gobierno canadiense destinó durante años millones de dólares a estas órdenes católicas para que pudieran albergar y mantener dignamente a los pequeños, cuyos padres habían muerto o eran incapaces de hacerse cargo de ellos. Gracias al testimonio de cerca de los 3.000 supervivientes que decidieron exponer lo que vivieron dentro de esos centros, se ha descubierto que algunos niños internados eran víctimas de vejaciones sexuales, tortura y trabajo forzado. En los internados y hospitales psiquiátricos denunciados por Vienneau y Levy también se han detectado casos de tráfico de menores y de asesinato, según se recoge en las acusaciones documentadas por el abogado y activista. Unos 100.000 niños de Quebec habrían desaparecido o sido asesinados, y miles de menores fueron diagnosticados erróneamente con retraso mental o fueron distribuidos ilegalmente en hospitales psquiátricos ubicados en toda la provincia de Quebec, el resto de Canadá y Estados Unidos. Rod Vienneau lleva desde el año 1992 luchando para que se haga justicia y se condenen los presuntos crímenes perpetrados contra todos aquellos niños, ahora ya mayores, que sufrieron de los abusos de la autoridad. En 1992, Vienneau consiguió acceder a los archivos médicos de una de las víctimas, su mujer Clarina Duguay. Desde entonces, Rod no ha dejado de investigar sobre los abusos contra los huérfanos de Quebec, además de promover marchas de protesta, campañas de denuncia y otras actividades para denunciar y mostrar al público los horrores que habrían sufrido miles de niños canadienses. Clarina ingresó en un orfanato después de que su madre Clara enfermara de tuberculosis y fuera enviada a un sanatorio. Al padre de Clarina, Joseph Fuguay, le persuadieron para que mandara a dos de sus hijas, Clarina y Simone, a un orfanato con el fin de que recibieran una buena educación. Lamentablemente,


dos años después de llegar al orfanato, las dos muchachas fueron enviadas, sin que su padre fuera informado, al hospital psquiátrico St. Julien, un manicomio a más de 1.000 kilómetros de su hogar. Allí Clarina asegura que fue testigo de cómo los responsables del centro maltrataban a los niños que se habían portado mal con castigos que iban desde arrodillarse durante horas en una postura altamente incómoda, hasta ponerles una camisa de fuerza o atarlos a la estructura de una cama sin colchón, con la cabeza inmovilizada por un collar de perro atado alrededor del cuello. Desde su experiencia en St. Julien, Clarina siente absoluto pánico cuando el agua la cubre, ya que allí les “hundían la cabeza en agua helada” y les obligaban a mantenerla dentro hasta casi ahogarse, según explica la propia afectada, quien también denuncia que sufrió asaltos sexuales durante sus días en el hospital psiquiátrico. Asimismo, las monjas de St. Julien le contaron a Clarina que su madre había muerto en otro hospital psquiátrico, cuando en realidad falleció dos años más tarde debido a la tuberculosis que padecía.” Rod Vienneau: Huérfanos utilizados como ratones de laboratorio. Según el testimonio de otras víctimas y de la documentación recopilada por Vienneau, en los orfanatos de Dufferin se administró a los niños una droga llamada chlorpromazine. Esta medicina antipsicótica cambia las acciones de químicos del cerebro y sirve para tratar condiciones psicóticas como la esquizrofrenia, el trastorno maniaco­depresivo o los problemas graves de conducta anormal entre niños. Vienneau afirma que “cada uno de los huérfanos de Quebec ha explicado la misma historia” sobre el chlorpromazine, por lo que “3.000 personas no pueden mentir”. Esta droga, además de otros estupefacientes, se empezó a dar a los niños a finales de los años 40 y continuó en la dieta diaria de los menores hasta los


años 60. Los registros médicos de los huérfanos de Quebec, así como los testimonios de las víctimas, señalan que los niños fueron usados como conejillos de indias para probar la nueva medicina chlorpromazine. También conocida en Canadá como Largactil, o Thorazine en Estados Unidos, esta droga se usó en Francia antes de la Segunda Guerra Mundial como un anestésico. Posteriormente, se ha demostrado que el chlorpromazine puede ocasionar discinesia tardía, una enfermedad que afecta al sistema nervioso central y que provoca movimientos crónicos, involuntarios y grotescos en el cuerpo y cara del afectado. Algunos de los huérfanos internados en el hospital Jean­de­Dieu recuerdan haber sido tratados por Ewen Cameron, el psiquiatra que habría llevado a cabo experimentos inhumanos en el Allan Memorial Institute de la Universidad de McGill, como parte de los programas de control mental promovidos por la Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos, a principios de los años 40 y hasta los años 60. Cameron es conocido por usar chlorpromazine en sus experimentos, además de combinarlo con otras drogas, descargas eléctricas y lobotomías. Bruno Roy, el presidente del Comité de los Huérfanos de Duplessis, fue la persona encargada de examinar las grabaciones de centenares de huérfanos y afirma que el nombre de Cameron es citado por los menores en las cintas consultadas. Rob Vienneau también expone el caso de los huérfanos de Quebec al líder del NDP (Nuevo Partido democrático de Canadá), Jack Layton. Tráfico de menores El caso de los huérfanos de Quebec también denuncia el presunto tráfico de menores que hubo en centros administrados por la Iglesia Católica. El Hôspital


Miséricorde de Montreal es uno de los centros donde las Hermanas de la Misericordia ayudaron a nacer 159.000 bebés. Recientemente se ha descubierto que las monjas de este hospital engañaban a las madres solteras que acudían a dar a luz y les decían que su hijo había muerto durante el parto, pero en realidad el nuevo nacido era entregado a otra familia que pagaba una cuantiosa cantidad de dinero a cambio del bebé. Los niños se vendían a familias de Canadá y también de Estados Unidos, y los precios podían variar según la belleza del recién nacido y del poder adquisitivo de la familia que deseaba adoptarlo. Pero, además de realizar adopciones ilegales, los responsables de este hospital y otros del país también habrían datos médicos y diagnosticado a centenares de niños un falso retraso mental para enviarlos a hospitales psiquiátricos. Este es el caso de Paul St. Aubin, a quien le determinaron un falso retraso mental y lo encerraron durante 18 años en diferentes hospitales psiquiátricos de Quebec. Paul es un aborigen nativo de la reserva de Abenaki que nació en un hospital de las Hermanas de la Misericordia, pero las monjas del centro le dijeron a su madre Irene St. Aubin que el niño había fallecido durante el parto. Incrédula ante esta noticia, Irene nunca creyó que su hijo estaba muerto por lo que investigó hasta dar con él 35 años más tarde y bajo otro nombre, el de Josep Paul Forand. Durante el tiempo que Paul pasó en los hospitales psquiátricos le realizaron lobotomías, le encadenaron y azotaron, tuvo que llevar una camiseta de fuerza, fue encerrado en una celda e incluso le obligaron a tomar chlorpromazine y le dieron descargas eléctricas que le causaron daños irreparables. Ante el testimonio de Paul y el del resto de supervivientes que se han atrevido a contar lo que vivieron en manos de varias órdenes católicas y de las pruebas que se han conseguido reunir a lo largo de los años, Rod Vienneau espera que el Vaticano reconozca y condene los crímenes que se cometieron desde 1940 a 1960 en los orfanatos y hospitales psquiátricos donde malvivieron los huérfanos de Quebec.


Como conclusión, y esperando que sirva como punto de inflexión y reflexión personal y/o colectiva, me sumo a lo que comenta Susana Vidal sobre Bioética y Desarrollo Humano: El Estado tiene responsabilidades indelegables con respecto a respetar las diferencias, proteger a los débiles y regular a los fuertes para que no lleven adelante abusos con el poder que cuentan. En eso precisamente consiste tanto la vigencia de los derechos humanos como la de todo el sistema democrático. Estas responsabilidades comienzan por la exigencia primordial de su respeto, es decir, que no sea el propio Estado el que los viole. La segunda exigencia al Estado es que los resguarde, es decir, que proteja a los ciudadanos para que otros no violen sus derechos y no deje librado a una supuesta libertad individual la protección de los más vulnerables respecto a los que más poder tienen y ejercen. Finalmente, el Estado debe promover su ejercicio, es decir, debe asegurar su efectivo cumplimiento. Estas tres responsabilidades del Estado deben ser llevadas a cabo de manera equitativa, participativa y sostenible. La responsabilidad respecto a los derechos humanos en esta triple modalidad debe ser asumida también por individuos, instituciones gubernamentales y no gubernamentales, públicas y privadas y organismos internacionales. Ello supone una responsabilidad compartida solidariamente en la protección de los bienes básicos de la sociedad y en el respeto por la dignidad de los seres humanos, más allá de su condición, su religión, su género, su origen étnico, edad o nacionalidad.

JMV


Eternas dictaduras No existió y quizá no existirá nunca la Transición. Es un término que, vista la Historia, pertenece al terreno de la idealización, y en muchos casos, al de la utopía. Hace unas semanas leía un interesante artículo de Vicenç Navarro que intentaba explicar el nacimiento casi necesario y lógico del partido político español “Podemos”. Y lo hacía yendo hacía atrás. Primero, a recordar la movilización masiva del 15M, que tanta luz devolvió a la ciudadanía (aunque muchos de los que defendieron la plaza en su momento ahora se avergüencen de recordarse allí). Y segundo, a la llamada “Transición a la democracia” cuando la muerte de Francisco Franco simbolizó el final de una dictadura. Lo más interesante de su análisis estaba justo en este momento histórico del que mucho se enorgullece el país ibérico y que le abrió las puertas, los ojos y las ventanas, tras muchos años de odio, represión y ceguera. Cuando el Partido Popular ganó las últimas elecciones generales, me hice la ingenua pregunta: ¿Por qué lo han vuelto a votar? Una pregunta que me hice también cuando ganó el PRI la presidencia de México en 2012. ¿Por qué lo han vuelto a votar? La respuesta al primer por qué se responde haciendo otro cuestionamiento: Murió Franco pero, ¿y sus socios en el poder? Cuando estudiaba en la Universitat de Barcelona, una compañera mía, cuya familia es de Girona, siempre nos contaba que su abuela decía con total seguridad que “con Franco estábamos mejor”, para el asombro de su nieta, mi compañera, quien no le daba mayor importancia al asunto. La dictadura española es bastante reciente. Los crímenes están abiertos, los juicios siguen sin suceder, no se terminan de enterrar a los muertos. Y la gente que sobrevivió sigue intentando estructurar un país, no a base de las cenizas de un


gobierno destruido, sino a partir de estructuras tan viejas y tan sólidas como el siglo que las vio nacer. Así como la abuela de mi amiga, hay cientos y millones de personas que piensan que con Franco se estaba mejor. Pero la verdad es que el apellido del gobernante es apenas una etiqueta, un nombre detrás del que se esconden otros cientos y millones de personas que se beneficiaron y se siguen beneficiando de un poder que sigue en pie, pero que ha tenido que ser compartido. Adaptarse o morir. Y la derecha española decidió adaptarse a los nuevos tiempos allá a mediados de los setenta. Esto es explicado perfectamente por Navarro en el artículo que antes mencionaba, por lo que me permito citar un fragmento: “Y es lógico y predecible que no fuera modélica, pues la Transición se hizo en términos sumamente desiguales. En un lado de la mesa de negociación estaba la derecha española (que en términos europeos era, y continúa siendo, equivalente a la ultraderecha en el abanico parlamentario europeo), heredera de los grupos y clases dominantes existentes durante la dictadura, que controlaban el Estado dictatorial y la mayoría de los medios de información y persuasión. Al otro lado de la mesa estaban las izquierdas, que habían liderado las fuerzas democráticas y que acababan de salir de la clandestinidad, de la cárcel o del exilio. No era una negociación entre iguales. Se hizo bajo el dominio de los primeros.” Los socios de la derecha siguen siendo los ciudadanos que la votan, los que han puesto a Mariano Rajoy al frente del Parlamento. No son necesariamente adeptos al Franquismo o militantes o ex socios directos de Francisco Franco, aclaro, porque además, a cuarenta años de su muerte, parece que todos los que le apoyaron ya se hubieran desvanecido por completo del planeta.


Una “transición de poder” con la que puedo hacer una analogía es la mexicana, cuya estructura gubernamental es un ejemplo para todo el mundo. José Mujica recientemente le llamaba un “Estado fallido”. Si bien luego se retractaría de esta lapidaria declaración, creo que en cierto modo, no podría estar más de acuerdo con él porque creo que Mujica hablaba viendo el Estado desde una postura social. Es como si se hubiera puesto en el papel de ciudadano que mira con recelo a un gobierno que no puede satisfacer sus necesidades más básicas (como el derecho tan simple a vivir, vaya). Estado fallido no lo es, si uno lo ve desde la silla presidencial que sirve de trono simbólico a Enrique Peña Nieto. Peña Nieto heredó un país que fue gobernado 71 años (1939­2000) por un mismo partido. Es decir, por un mismo grupo de gente. Un grupo de personas que escribieron las leyes, formalizaron el comercio, inventaron la educación, reglamentaron las relaciones sociales, espirituales, sexuales y políticas de un país, construyeron las viviendas, los hospitales, las carreteras, las instituciones electorales, sanitarias, culturales, deportivas, etc. Y que también tuvieron que vivir una “transición a la democracia” allá en el año 2000 cuando ganó las elecciones el Partido Acción Nacional. El PRI estaba podrido entonces y desde mucho antes de que cumpliera 71 años. Estaba podrido ya cuando la matanza de Tlatelolco en el 68, cuando se levantó el Ejército Zapatista en el 94, o cuando la masacre de Acteal. El PAN gobernó doce años gracias a que el PRI modificó sus estructuras electorales para que las elecciones las pudiera ganar alguien más. Casi como la derecha española cuando dejó que hubiera izquierdistas en el Parlamento. Lo que llamamos transición se llama realmente cesión. Esto no responde del todo a mi segundo por qué: ¿Por qué los mexicanos


volvieron a votar al PRI en 2012? Pero logra explicar un poco el juego democrático. A grandes rasgos, el PAN recibió un país con estructuras gubernamentales tan fuertes como el siglo que las vio nacer. Sumándole a eso que es un partido de derechas y católico (y azul, ¡como el PP!) llevó al país hacia donde creyó más conveniente: neoliberalismo, ultra capitalismo exacerbado y una guerra financiada por los EEUU. Pero aún cuando el ultra capitalismo a la estadounidense hubiera funcionado a manos del PAN, el Estado mexicano ya estaba podrido. Yo también añadiría, retomando las palabras de Mujica, fallido. Fallido para su gente, que no para sus políticos. Las pruebas están ahí. El PRI ha vuelto al poder y los estudiantes están siendo violentados. Como en 1968. ¿Por qué? Porque pueden hacerlo. Porque ellos construyeron el país y sus símbolos y sus métodos. Porque son ellos quienes tienen y siempre han tenido el poder.

AO


Poder y despotismo El poder, droga dura que posee a sus acólitos desterrando cualquier signo de empatía, tolerancia, compasión. Empapa las neuronas e impulsa a cometer actos arbitrarios, despiadados, egoístas, funestos para el que sufre la dictadura de los necios. Se ejerce de tantas y tan distintas maneras, que a veces es difícil descubrir su catadura. Subyace escondido en los pliegues de la sonrisa de un bebé. Consciente del efecto que causan sus lloros, berrea sin pausa hasta conseguir el objeto de su deseo, incansable y pertinaz. Está en el despotismo que desarrolla el hermano contra el hermano cuando uno de ellos es consciente de la debilidad del otro. En el patio del colegio, semillero de futuras acciones en el campo de batalla de la vida, donde el bravucón ejerce su tiranía paladeando con fruición las mieles de la supremacía sobre los otros. No nos equivoquemos pensando que para ser poderoso y detentar la autoridad hay que pertenecer al estatus de los mandamases de los países o las empresas. Las enfermedades hereditarias dependen de un cromosoma autosómico o sexual que ya se encuentra afectado. Se llama herencia dominante cuando un gen anormal que pertenece a uno de los progenitores puede causar una enfermedad, aun uniéndose con un gen normal del otro padre; esto significa que en un par donde uno de los genes es anormal, funciona como dominante, anulando al otro. Desde su origen el individuo porta el germen que le distingue, afectando el comportamiento que desarrollará desde el nacimiento hasta la muerte. Es decir durante toda su vida.


A poco que observemos en nuestro entorno cotidiano, veremos con claridad actuar con prepotencia a diversos individuos, sin distinción de edad o sexo, condición moral o cultural, estatus económico o situación social. Se ejerce indiscriminadamente, de padres a hijos y viceversa. Entre parejas, donde el ejercicio del poder lleva a la anulación del otro. En estamentos sociales, del profesor hacia el alumno, del jefe contra el empleado. No importa si el poder es económico, político, social, familiar. Todos ellos devienen del poder individual, un ser capaz de dominar a otro y obtener el más preciado trofeo: El dominio de vidas ajenas. Esto se extrapola en una ola ascendente que acaba arrollando sociedades cuando se convierte en corriente masiva. Un Estado que arrolla a otro Estado. Una raza poderosa que extermina a otra más débil. Dictaduras frenéticas de todos los signos encabezadas por fantoches embriagados que aniquilan y masacran. Gobernantes con disfraz de cordero que aplastan sin pudor económicamente a su pueblo. En contraposición existe otro tipo de poder, que también parte del individuo. El poder de sanar, de acariciar, de amar, de construir, de aunar esfuerzos para ayudar a los desprotegidos, de sembrar sonrisas. El poder de la comunicación, de la solidaridad, de la empatía. El poder que rompe muros y transforma sociedades. El inmenso poder de hacer mejor el mundo que nos rodea. En el primer caso ejerce una fascinación tal, que hace sucumbir en sus redes la voluntad del que lo detenta. Nunca satisfecho con el grado que posee, necesita conservar y obtener grados superiores de control. Necesita aumentar la dosis en un delirio permanente de grandeza. A costa de cualquier precio. Sacrificando sin ambages todo lo que se interponga entre él y su desvarío.


Demasiadas víctimas para satisfacer la sed de poder. Se cuenten de una en una, o por millones.

MB


Sophia Quedé con el poder. Llevábamos meses, años, siglos, evitando la cita, pero las excusas se acaban. Hablamos. Me dijo que en el Palace. Le dije que no, que buscara otro sitio. Uno sin tanta alfombra. La ostentación me da sueño. Me aburre. Me aplana. Me vuelve laxa. Hacía calor. Me puse el vestido que Faye Dunawy llevó en 1977, la noche en la que recogió el Oscar a la mejor actriz femenina por su trabajo en Network. Pude sentir todas las intenciones ocultas que aún guardaba ese pedazo de tela. Dejé que me vistieran. Me acomodé dentro de ellas. Caminé hasta la casa en la que habíamos quedado. Su casa, al fin. ¿Por qué no? Nos encontramos. El poder. También vestía de negro. Se emocionó al verme. Algo en mi le conmovía. Me resultó sencillo mirarme en sus ojos.


Dijo que estaríamos mejor en el jardín. Tenía razón. Atravesamos la casa. Nuestros pasos resonaban como el redoble que anuncia una tragedia. Preparó dos Dry Martinis brillantes, bebimos al pié de la piscina. Nos acomodamos sobre las hamacas. Dije: ­Nunca pensé que me recibirías así. ­¿Así cómo? ­Tus pendientes. Sophia Loren. Oscar Honorífico 1991. ­Eres un amor ­dijo­. ¿Por qué no nos hemos encontrado antes? Uno de sus hijos llegó corriendo. Tenía una espada en la mano. Se puso frente a mí y dijo: ­Princesa. He hizo una reverencia.

SB


POESÍA I Contamos contigo TUS PREOCUPACIONES SON NUESTROS DESVELOS Gestionamos tu inseguridad Potenciamos tu consumo irresponsable Tu involución personal Tu atrofia física y mental DESTAPAMOS TU INFELICIDAD Garantizamos tu deformación continua Tus infraprestaciones económicas Tu derecho a un puente digno Tu integridad amoral TU INSEGURIDAD ES NUESTRO COMPROMISO Maximizamos tu tiempo perdido Tu incapacidad de decisión Satisfacemos tus falsas necesidades Afianzamos la “intranquilidad” en tus calles TIENES DE QUÉ PREOCUPARTE Perseguimos tu desestabilizad laboral La precariedad de tu jubilación Tu apatía política Tu desequilibrio emocional


VELAMOS POR TU FRAGILIDAD Frustramos tus sueños Tu independencia vital Tu calidad de vida, o no NO LO DUDES, CONTAMOS CONTIGO: Tu inseguridad es nuestra prosperidad Tus miedos nuestro mayor activo


II A joderse Los políticos nos quieren Los políticos nos quieren bien Los políticos nos quieren bien JODER Y cuando dicen: que se jodan Lo que realmente quieren decir es OS VAMOS A JODER Y por eso se pegan a nuestro culo Como hemorroides Y dan rienda suelta a su lascivia Sin pedirnos permiso Sin preguntarnos si queremos Ser sujetos pasivos de tanta fogosidad infame Los políticos NOS ESTAN JODIENDO Violando sin miramientos Los derechos por los que tan alto precio pagamos Las libertades que se cobraron tantas bajas Aplicando la amenaza vil frente a la resistencia La violencia cruenta frente a la rebelión Los políticos NOS ESTÁN JODIENDO VIVOS Abriéndonos en canal Al ritmo de los aplausos de sus poltronas De sus sonrisas ruines


De sus necias risas Aplauden las leyes que nos condenan a la miseria sus paraísos fiscales y sus SICAV Sus mentiras y su desfachatez Su hipocresía y su fraude Nuestra pasividad Su prosperidad y su impunidad Toda la mierda que han vertido Y van a seguir vertiendo sobre nosotros Eso es lo que aplauden APLAUDEN MIENTRAS SODOMIZAN Y RIEN SOBERBIOS RIEN Y APLAUDEN APLAUDEN Y RIEN Ajenos a que en la calle Frente a tanto aplauso mezquino y tanta violación Ya hace días se vienen levantando vientos de castración


III El banquete de las larvas Despiertas con la mente sudada la boca reseca. Amaneces con la ansiedad de parir una sórdida trama que engorde tus ciénagas, de cavar fosas abisales en campos de amapolas, de alzar invernaderos dantescos donde germinar la flor de la barbarie. Engrasas hasta el último de tus músculos con el veneno de la ambición. Adoras el destierro de la sangre derramada el sádico despiece de la carne usurpada corte tras corte vida tras vida Y así desfiguras las siluetas y borras los cuerpos con el ácido corrosivo de tus tórridas neuras.

Disfrutas diseccionando y devorando tendones, sesos, cartílagos y vísceras que deberían saciarte hasta el hastío pero no puedes dejar de engullir


por más que vistas de Gucci, de Versace o de Armani porque eres ese sanguinario carnicero que se regocija en el hedor putrefacto de sus víctimas. Para ti no tienen nombre ni identidad, no son más que kilos de carne que sólo valen el beneficio neto de su manipulación: millones y millones de carne para consumir para trabajar o para eliminar, según convenga. Te llamas Morgan, Goldman, Rothschild, Rockefeller, Lazard, Lehman Brothers, Bilderberg, Tavistok, CFR, y otros tantos nombres pero eres el mismo carnicero el mismo verdugo, y eres Crisis


y Pandemia y Chantaje y Especulación y Extorsión y Sabotaje y Guerra y Hambre. Nada te importa más que erigirte exultante sobre la montaña de despojos de carne sacrificada como el mayor depredador del planeta como emperador de facto del holocausto caníbal: Las manos sepultadas en sangre los ojos yermos, encendidos en brasas y el vientre reventado de codicia. A tus pies las larvas bendicen el banquete.


IV No y no No pongas los pies encima de la mesa (de Bush a Asnar) no hables con la boca llena no sigas por este camino no corras no huyas no te distraigas no contestes no molestes no preguntes no opines no cuestiones no te quejes no critiques no discutas no repliques no rechistes no hables no alces la voz no chilles no pienses no me lleves la contraria no me lleves la contraria No digas No y sobre todo


no rías te digo que no rías que ser un mandado es algo muy serio.


V Palabra del Señor Os exprimiremos hasta la saciedad, y luego os llenaremos con nuestra propia esencia George Orwell, 1984 No sabes de qué los conoces dónde viven ni qué rostro tienen pero su voz te resulta familiar tal vez porque su voz es la del televisor que enciendes cada día la del periódico que lees cada mañana la de la radio que escuchas cada noche la misma voz que sigues escuchando cuando vas a trabajar cuando recoges a tus hijos del colegio cuando vas a comprar al centro comercial o cuando te metes en una sala de multicines


es palabra del señor es la voz que manufactura a diario bombas de racimo de propaganda y distracción estercoleros de opinión lanzaderas de pensamiento único con los que los sicarios de la información (redactores, columnistas, tertulianos, colaboracionistas todos…) minan todos los resquicios de la conciencia es palabra del señor la voz que en silencio repite que debes hipotecar tu vida aumentar el número de tus pantallas el volumen de tus audios la potencia de tu coche las prestaciones de tu móvil la frecuencia de tus pastillas y hasta el tamaño de tus pechos o de tu polla es palabra del señor la que repica y repica las bondades de la concentración de la precarización del servilismo feudal


y del nihilismo La que silencia esa memoria que resulta hostil cómo no de otro tiro en la nuca impune es palabra del señor Es la voz que cada mañana invade tu cabeza de una patada en la sien para adoctrinarte perversamente para inculcarte sus sagrados dogmas: la identidad de los buenos y los malos de los triunfadores y los perdedores de las víctimas y los verdugos La voz del pastor de las siniestras corporaciones del panal del discurso hegemónico La voz del amo que domestica a su antojo cualquier vestigio de humanidad Es palabra del Señor: Te adoramos Manipulador MM


Si existiera Si existiera un ladrillo que carcomiera el muro como una termita de normas y convencionalismos, podríamos acoplarnos a la hilera. Pero sólo acrecentamos su estructura. Así que debemos continuar celebrando las ausencias, construyendo vacíos, tejiendo deserciones hasta que quiebre su equilibrio. Es en esos huecos donde brota la utopía.


No desgastes No desgastes tus labios intentando reblandecer la muerte, intentando oxigenar la agonía. Lo vertical sólo entiende de escalones y cifras.

AGT


El baile Te mueves en mitad de la pista y mientras bailas las bocas te rodean los codos de los hombres en la barra se giran hacia afuera te apuntan desde el centro de sus vidas y lo único que piensan, con sus lenguas, es el adentro. Pero tú ni los miras, ni les lames una gota de saliva ni te rozan los pezones sus pupilas ni se asoman a tu sexo sus corduras. Tú sólo quieres bailar, bailar y arder como quien siente en el pecho


una antorcha y chapotea sobre un charco de gasolina como quien esconde bajo la cama una vela encendida y salta y baila como si el baile fuese una pieza preciosa en el mecanismo del paso como si el baile salvase y sirviese para romper las cadenas como si bailando nos mostraras a todos lo inalcanzable que eres, y lo lejos que estamos nosotros de quien queríamos ser antes de que empezara este baile.

CM


El hambre En la nevera esconde la batuta de su consciencia. Perdió el último Norte en el Este perpetuo. A veces la batuta es una horca de nylon, a veces la batuta es un cuerpo en venta (o un alma o un credo, a veces la capacidad de las piernas de correr en contra del dictamen de la brújula) a veces la batuta es el puñal del jefe, el pisito de Madrid, la decadencia de mitad del siglo XX, a veces la nevera que guarda secretos inconfesables, a veces la batuta es el lastre infecundo del útero y sus adláteres la dirección sin arte del destino, a veces un juez descreído que se ahoga en la versión light de la esperanza rousseauniana. Siempre la locura de Foucault. Y el hambre.

DA


El poder Quiero hacer temblar la escalera, romper el hielo, el hilo, el tiempo. Quiero emerger del mismo infierno dejando una garganta abierta en el cemento, humeante y atractiva como un pastel en la ventana. Llamar a la puerta y que la propia suerte caiga, enredada en mis zapatos. Y con mi punta y mi tacón, marcar el son del baile errático de las horas. Quiero estallar como una risa, como el champán. Magnificarme y ser el eco. Y además ser el principio del fin, el desenlace a fuego lento. La puerta grande. Las tres cabezas del Can Cerbero. Ser el vértigo constante. Quiero verlos danzar. Nadie va a verme llegar porque ya se habrán perdido. Mientras hoy amanecía, las agujas del reloj de mi muñeca, poco a poco se fueron clavando en las vías de este tren frenético. Y así voy a llegar hasta dios, mirarlo de cerca y reírme entre las hojas del otoño del tiempo, que en mí queda detenido. Voy al margen de ese curso que tienen las cosas, ya que seguiré existiendo por los siglos de los siglos, Yo. Me comeré las almas de mis hermanos, seguiré el temblor que yo mismo voy dejando y los cristales van a romper de nuevo la noche. Con las manos moveré las montañas que olvidó el amor. Mis dedos tocarán todas las teclas adecuadas. Ya puedo notarlo, acá en mi pulso acelerado, crece el fruto prometido.


Van agolpándose las horas metalizadas en las sienes del delirio colapsando las arterias e invadiendo esos segundos que se quedan atrapados entre la vigilia y el sueño justo antes de dormir. Sin descanso y sin respiro, se vuelven vulnerables hasta los dioses del Olimpo. Apuntándome con el dedo en un ángulo maldito mirarán petrificados el manjar que hay en mi plato. Y cuanto más me alimento, más audaz es mi apetito. Un murmullo que crece y se convierte en alarido. Luchen unos contra otros cuando yo ya me haya ido. Llevo meses convirtiendo toda el agua en dulce vino. Y caen. Cuando alejo la luz de sus caras, caen como polillas al vacío. Así yo me voy situando entre el peón y el gatillo. Como el perfecto anfitrión que conquista a todos los vecinos. Dueño de las palabras, origen de los ríos. Esa cara que brilla en la moneda, el guante de marfil que viste al delito y lo desviste sin que sea visto.

SK


PINTURA


PINTURA I


Alexander Novoseltsev












PINTURA II


Jal贸n de Aquiles










PINTURA III


Carlos Esteban Resano Vasilchik






FOTOG


GRAFÍA


FOTOGRAFÍA I


Ludovica Bastianini










FOTOGRAFÍA II


Agustín Calvo Galán






FOTOGRAFÍA III


Caroline Huwart














FOTOGRAFÍA IV


Eli Mora








ENTREVISTA Albert Lladó, por RDF. Muy interesante entrevista la que nos ofrece el periodista, escritor y dramaturgo Albert Lladó para este número sobre El poder. Es una entrevista serena y certera donde se abordan diferentes vértices de la geometría del poder. Entrevista para meditarle a lo que sea el poder y conocer un poco más de cerca a Albert Lladó. En ella además nos acerca a su libro La fábrica, publicado por La Garúa, y a su obra de teatro La mancha, obra que podremos disfrutar en junio del 2015 en el Teatro Nacional de Catalunya. Adéntrense.


ENTREVISTA a Albert Lladó Estimado Albert, para definir a grandes rasgos, pero con contundencia: ¿Qué es el poder? El poder es de esos conceptos escurridizos a los que es más efectivo acercarse desde lo que no­es que desde una definición enciclopédica. También porque el poder, pese a que lo solemos identificar con las grandes esferas y con señores con copa y puro, lo ejercemos todos en algún momento. Como padres, como profesores, en el trabajo, incluso como presidentes de escalera. Qué sé yo. Lo que ha pasado con el poder es que, como no hemos sabido definir bien los límites entre autoridad y autoritarismo, ha creado mecanismos cada vez más sutiles de control. Entonces, ¿cuándo desactivamos el poder? Cuando logramos ser diferentes e iguales, cuando convivimos con esa hermosa paradoja. Somos individuos singulares, identificables en la masa, y sin embargo tenemos un compromiso adquirido con la comunidad. Ahí el poder se sabe débil. Y tiembla. En este nuevo número de la revista estamos tratando de indagar en las diferentes formas de poder, desde el poder de la política para construir escenarios donde nuestra vida social se desarrolla hasta el poder de una mirada que conlleva un sometimiento. Vayamos poco a poco, ¿cómo es el poder en política? Las formas tradicionales del poder dibujan una especie de triángulo. El vértice más evidente es el poder político. Quién y cómo dice cómo organizamos la polis. La única forma de enfrentarse a él, si se quiere ser honesto y no hacer un mero intercambio de sillas, es multiplicarlo al máximo. Dividirlo. Una sociedad más justa es aquella que divide todo lo que puede los poderes, no


quien renuncia a ellos. Me parece obvio que España, donde el poder político y el poder judicial están mezclados de una manera obscena, sufre esa concentración como una de sus plagas. Otra cosa esa aquella gente que intenta convencernos, muchas veces con tono paternalista, que si ellos tuvieran el poder todo sería mejor. Que necesitan el máximo poder. Que lo deleguemos en ellos porque su idea es más pura que las otras. Es, aunque con otras máscaras, una forma más de dogmatismo. El poder deseable es una constelación de poderes, todos autónomos pero pertenecientes a una misma galaxia, no un astro único y solar. ¿Por qué, actualmente, y a nivel histórico, el dinero es poder? El dinero es el segundo vértice, también evidente, del triángulo del que hablábamos. Cuando hemos convertido prácticamente todo en fetiche, el dinero es la única forma de relación. Quien tiene más, tiene más poder de relación. En eso el marxismo fue brillante. En el diagnóstico. Las soluciones, sin embargo, fueron catastróficas. Unos piden que cedamos la libertad a cambio de mayor seguridad. Otros, que cedamos la seguridad a cambio de mayor libertad. Encontrar el equilibrio es el auténtico reto de las sociedades contemporáneas. Trabajas en varios medios de comunicación y divulgación, como La Vanguardia o Revista de Letras, coméntanos por favor sobre el poder de los medios de comunicación para generar opinión, porque, consciente o inconscientemente, la generan, tienen el poder para hacerlo. ¿Cómo se gestiona este poder y cómo se relaciona con otros poderes ­el político, el económico­?


La prensa, en realidad, debe actuar como contrapoder. Por eso es imprescindible en una sociedad abierta. Es una parte de la balanza. Y la justicia, no lo olvidemos, se suele representar con la imagen de la balanza. Pero evidentemente la prensa, para ser sostenible, se suele estructurar a través de empresas (públicas o privadas). Y eso hace que el juego de equilibrios sea complejo. No nos tendría que asustar. Cada medio de comunicación tiene todo el derecho –sobre todo si es privado­ de tener una línea editorial propia, una forma determinada de mirar e interpretar el mundo que le rodea. Pero otra vez la idea de límite es fundamental. Límite entre el objetivo periodístico y el interés económico o político. Si se tiene claro cuál es, si se es honesto, la diferencia garantiza la pluralidad. Si no, nos convertimos en propaganda. Por suerte, hoy las redes sociales también pueden fiscalizar eso, apuntar los excesos, y funcionar de contrapoder del contrapoder. Así la balanza sea hace aún más efectiva… Vayamos un poco hacia otros planos... el poder de lo erótico, del deseo de seducción, del de conquista, el poder del sexo, del desear tenerlo ¿te lanzarías con una reflexión sobre la influencia del deseo sexual sobre el deseo de obtener poder, por ejemplo político, económico, social? Hablábamos antes de dos vértices más o menos evidentes del triángulo del poder; el político y el económico. El menos evidente, el tercero, es el de la función. El rol que nos han asignado –padre, profesor, periodista, hijo, vecino, etcétera­ parece que sea nuestra identidad. Y no lo es. No únicamente. Eso es banalizar lo que en realidad somos, ciudadanos que debemos proteger nuestra libertad individual y colectiva. Tú eres mucho más que el rol que te han asignado. No puedes argumentar “Hice lo que me tocaba hacer”. Eso nos deshumaniza, nos convierte en cobardes, y en simples máquinas ejecutoras. Todo ello se puede desactivar de distintas maneras, pero el deseo y el sexo


son, sin duda, una de las estrategias más potentes. El erotismo es, en esencia, subversión de roles. Puedes ser una cosa hoy y mañana otra. Puedes dominar y ser dominado en unos roles que son, por suerte, siempre intercambiables. Puedes, en el pacto de la intimidad, ser uno y múltiple. Por ello es tan triste, y peligroso, cuando también se instrumentaliza el deseo con roles estancos, rígidos, unificadores. Una cuestión más sobre el poder antes de pasar a tu obra, a tu profesión, a tu día a día, háblanos sobre el poder de la palabra en la generación de pensamientos ­y acciones­, sobre los significados, sobre el cambio de connotaciones de una misma palabra con el paso del tiempo, con cómo se podría desde la política y los medios de comunicación ­o desde una obra de un autor...­ tratar y/o conseguir que una palabra cambie su significado. Sé que te encanta la filosofía, por favor, llévanos por ahí... Es evidente que hay una burocratización del lenguaje. Un secuestro, consciente, de determinadas palabras. Se quiere descodificarlas para vaciar su significado. Cuando según qué pájaros hablan de libertad cada día tú tienes ganas, inmediatamente, de dejar de utilizar esa palabra. Han pervertido su noción última. Es por eso que en lo que hago me interesa que sean las palabras mismas las que crean la acción, y que la acción no sea simplemente el relleno de una trama. Lo que pasa entre el inicio, el desarrollo, y la conclusión. Albert, cuando uno se mete en tu web, se encuentra con los epígrafes: Periodismo, Filosofía, Literatura y Dramaturgia. Es una pasada, la verdad, poder encontrar a alguien que se dedique a todos estos ámbitos del saber, de la comunicación y del arte, y más en estos tiempos que corren. ¿Qué te ofrecen y cómo gestionas, a nivel personal, cada uno de estas


vertientes de tu vida? Son lenguajes muy distintos pero, sin embargo, me he ido dando cuenta de que lo que yo hago, sea en un artículo o en una obra de teatro, es responder a dos o tres obsesiones muy concretas. Son instrumentos, pues, para intentar responderme a mí mismo qué pienso, haciéndome preguntas que me saquen de la zona de confort. Un combate contra los propios prejuicios, en definitiva. Que no son pocos. Acabas de publicar La fábrica, con la editorial La Garúa. Aún no he tenido tiempo para leerlo, pero ya sólo por esta frase que aparece en la sinopsis lo estoy deseando: La Fábrica es el retrato de un fracaso. El de la voluntad de escribirlo todo. Es algo tremendo y que realmente te define por todos los campos en que te mueves. ¿Qué nos encontremos en la lectura de La fábrica? Es una lucha interna sobre esa burocratización del lenguaje. A mí me gusta decir que es el libro que he escrito mientras no escribía. En ese sentido, es escritura desde los márgenes. Tiene que ver con la pintura porque intento que, a través de aforismos, notas de viaje, columnas de opinión, o juegos de palabras, construir imágenes con la palabra. Y en ese sentido es donde el fracaso, que siempre nos han vendido como paralizante, se convierte en matriz, en motor de escritura. Es un fracaso premeditado porque no se intenta seguir una estructura fijada, sino que la escritura, como si fuese un organismo vivo, va dibujando la estructura a medida de que crece. Es, creo, querer creer de nuevo en el asombro.


La mancha... no digo más. ¿Qué es? Cuéntanoslo todo por favor... La mancha es una obra de teatro que, a partir de una situación aparentemente simple (una mancha de humedad que nadie quiere o saber arreglar), intenta hablar del triángulo del poder que comentábamos antes. De las posibles respuestas al poder económico, político o de función social. A través de distintos arquetipos (inquilino, propietaria, arquitecto, técnico, etcétera) los personajes ejercen el poder que supuestamente les toca. ¿Y cómo escapar de allí? Hay tres opciones, otro triángulo como respuesta, que muchas veces nos presentan como idénticas, pero que son muy distintas en realidad: la resistencia, la rebelión y la revolución. El hombre rebelde, pues, dice no, pero es consciente de sus límites. La violencia es siempre el límite. Para cerrar, y como curiosidad, ¿cómo es un día en tu vida? De la mañana hasta la noche, para conocerte. Tengo una vida bastante ordenada. Eso intento. Por la mañana trabajo en la redacción de LaVanguardia.com. Allí intento manejar el ruido de la información, jerarquizar las prioridades, pensar cómo ofrecer las noticias del día a día de manera atractiva y efectiva, y, cuando encuentro brechas, escribir temas que intenten esquivar un poco la espiral del silencio. De alguna manera, ofrecer una agenda propia. Luego, a la tarde, intento escribir una o dos horas. O editar textos en los que estoy trabajando, sean periodísticos o literarios. Y a la noche voy siempre que puedo al teatro, a alguna exposición o concierto, algo de deporte, o simplemente cenar con amigos. Y luego, disfrutar de la intimidad de la casa. No hay nada como no hacer nada para resetearnos. Para recordar que no somos simplemente lo que decimos que somos.


COLABORADORES Franco Chiaravalloti

Franco Chiaravalloti (Buenos Aires, 1979). Estudió publicidad, corrección de estilo, teoría de la literatura. Vivió en Inglaterra, Argentina, Italia, Kenia. Viajó por Mongolia, India, Siberia o Japón. Trabajó de profesor de castellano en África y en Londres, también hizo de encuestador callejero, de publicista, de repartidor de pizzas, de corrector de estilo, de empleado aeronáutico, de columnista radial, de copy creativo y de muchas otras cosas. Ha coordinado proyectos para editoriales como Planeta o Círculo de Lectores. Ha publicado el libro de relatos Como un cuentagotas que se presiona suave, muy suavemente (Hijos del Hule, 2009) y la novela corta Volveré mil veces (Pulso, 2014). Hoy es escritor y profesor de cuento en la Escola d'Escriptura del Ateneu Barcelonès y escribe artículos en las publicaciones digitales Revista de Letras y Pliego Suelto.


Juan Francisco Ferré

Juan Francisco Ferré Escritor y crítico literario. Es Doctor en Filología Hispánica. Entre 2005 y 2011 ha ejercido como profesor invitado e investigador en la Universidad de Brown, impartiendo clases de narrativa, cine y literatura española e hispanoamericana. Ha colaborado con relatos y artículos en medios como Letra Internacional, Letras Libres, Hueso Húmero, Diario Sur, Turia, The Barcelona Review, Lateral, La Vanguardia, Quimera o Eñe. Es autor de las antologías "El Quijote. Instrucciones de uso" (2005) y "Mutantes" (2007, en colaboración con Julio Ortega). Ha publicado la colección de relatos "Metamorfosis®" (2006) y las novelas "La vuelta al mundo"(2002), "I love you Sade" (2003) y "La fiesta del asno" (2005, con prólogo de Juan Goytisolo). Ha publicado el libro de estudios literarios "Mímesis y simulacro. Ensayos sobre la realidad (Del Marqués de Sade a David Foster Wallace)". Su última novela, "Providence", fue Finalista del Premio Herralde 2009 (Anagrama) y acaba de ser publicada en Francia por Passage du Nord­Ouest, con traducción de François Monti y prólogo de Julián Ríos, coincidiendo con la edición argentina de "La fiesta del asno" (Bajo la luna).


Diego Luis Sanromán

Diego Luis Sanromán es profesor, editor, traductor y escritor. Acaba de publicar el libro de relatos Convertiré a los niños en asesinos (Plaza & Valdés) y Contra los pastores, contra los rebaños (Pepitas de Calabaza), una selección de artículos del anarquista francés Albert Libertad, que además ha traducido y prologado. También ha vertido al castellano la obra de autores tan dispares como Albert Cossery, Maurice Blanchot, Lewis Mumford, Francis Picabia o Gianfranco Sanguinetti.


Carlos Barbarito

Autoría de la fotografía: Ileana Andrea Gómez Gavinoser http://www.ileanaaggavinoser.blogspot.com.ar/

Nacido en Pergamino, Buenos Aires, Argentina, 6 de febrero de 1955) es un escritor argentino, y ha publicado libros de poesía y de crítica de artes plásticas. Poesía quebrada (Mano de Obra, Buenos Aires, 1984). Teatro de lirios (Fundación Alejandro González Gattone, Pergamino, 1985). Éxodos y trenes (Último Reino, Buenos Aires, 1987). Páginas del poeta flaco (Filofalsía, Buenos Aires, 1988). Caballos y otros poemas (Hojas de Sudestada, La Plata, 1990) Parte de entrañas (Arché, Buenos Aires, 1991). Bestiario de amor (El primer siglo, Centro de Publicaciones de la Universidad Nacional del Litoral, Santa Fe, 1992). Viga bajo el agua (Ediciones del Dock, Buenos Aires, 1992). Meninas/Desnudo y la máscara (Poesía. Ganadores del Concurso Nacional de Poesía Enrique Pezzoni 1992. Centro de Estudiantes Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, Último Reino, Buenos Aires, 1992). El peso de los días (Ediciones Electrónicas Altamira, Buenos Aires, 1995). La luz y alguna cosa (Último Reino, Buenos Aires, 1998). Desnuda materia (Ediciones del Árbol, Buenos Aires, 1999).


Puntos de fuga (Colectivo ZonAlta, Toluca, 2002). La orilla desierta (Andrómeda, San José de Costa Rica, 2003). Piedra encerrada en piedra (Hespérides, La Plata, 2005). Les minutes qui passent (Poietes, Foetz, 2005). Figuras de ojo y sombras (Bermingham Edit., Donostia, 2006). Música humana y de paramecio (Colección Manija, San José de Costa Rica, 2008) Un fuego bajo un cielo que huye (Baile del Sol, Tenerife, 2009) Cenizas del mediodía (Praxis, México D.F., 2010) Feu sous un ciel en fuite Traducción de Patrick Cintas (Le Chasseur Abstrait Éditeur, 2010) El lugar de las apariciones (en preparación, prólogo de Carlos M. Luis y dibujos de Mónica Goldstein, Libros del Innombrable, Zaragoza)


José Manuel Vara

Nacido en 1965. LIBROS PUBLICADOS: Ego Pervertum, junto a Denisse Sánchez. Neurótika Books, 2010. Daño Selectivo. Neurótika Books, 2011, Excodra Editorial, 2013. La habitación roja. Neurótika Books, 2011. Poesía bastarda de saldo, Neurótika Books 2012. Dead Zone, poesía de Lucía de Fraga y José Manuel Vara. Neurótika Books, 2012. Pecados capitales y emociones asociadas. Neurótika Books, 2013. La zona muerta, Excodra Editorial, 2014. FANZINES, ANTOLOGÍAS, ETC.: Resaca, Hank Over, un homenaje a Charles Bukowski. Ed, Caballo de Troya. Vinalia Trippers, Plan 9 del espacio exterior. Viscerales. Ediciones del Viento. Esto no rima, antología de poesía indignada. Editorial Origami. Una navidad de muerte. Editorial Origami. Vinalia Trippers, Trippers from the Crypt. Vinalia Trippers, Spanish Quinqui. Underground Boys. Neurótika Books. Gestiona: Editorial Neurótika Books: http://issuu.com/varaneurotika Blog: http://atrocityexhibitionfanzine.blogspot.com.es/


Ale Oseguera

Ale Oseguera (Guadalajara, 1982) es periodista, locutora de radio y actriz. Ha colaborado en la antología periodística 'Tú y yo coincidimos en la noche terrible' (NAR, 2012) y en ellibro 'Cuentos para sonreír' (Hipálage, 2009). Sus relatos y artículos han aparecido en varias publicaciones tanto en México como en Colombia y España. Como actriz y poeta, es parte del elenco habitual de los espectáculos 'Prostíbulo poético' y 'Expendeduría poética'. Es fundadora de la compañía Dramarama, que estrenó en 2014 la obra de teatro 'La Musa Suicida' que ella escribió, dirigió y en la que actúa. Actualmente trabaja como redactora y editora freelance, y como periodista para la agencia de noticias holandesa Zoomin.TV.


Maica Bermejo Miranda

Nace en Guadix (Granada) en 1951 y reside en Madrid desde 1957. Escritora autodidacta y compulsiva. Escribe poemas, relatos y cuentos, refleja con un lenguaje directo y sencillo vida y sentimientos como una necesidad vital "Nada hay más fascinante que dejar la palabra en libertad dueña absoluta de su destino". Su poesía, parte fundamental de su obra, se mueve entre luces y sombras. A través de las redes sociales y diversos blogs literarios conecta con distintos grupos de escritores que enriquecen potencian y dan un impulso definitivo a su creación. Colabora en la antología Seda y Fuego y en las revistas literarias Hankover, Acantilados de Papel, Culturamas. Actualmente forma parte del Proyecto "Escritores Perdidos" en el Largometraje documental “Perdidos. Un lugar para encontrar” ­ Un retrato directo y frontal sobre la generación perdida de la literatura española.


Mag Márquez

Compositor de versos con vocación oral y marcado acento social, agitador de conciencias, rapsoda con nocturnidad, guionista e intérprete de performances, cortos y espectáculos funambulistas. Ha participado y participa en todos aquellos recitales a los que ha sido invitando (a lo largo y ancho de la geografía peninsular, insular e interplanetaria) en solitario y como integrante del duo Poetílicos Sobrios y de los colectivos Xarxa de Poesía Urbana de Barcelona, Bio­lentos y 6 en Raya. Ha intervenido en festivales, certámenes y encuentros poéticos tales como la Semana de Poesía de Barcelona, el Festival de Polipoesía de Barcelona, Voces del Extremo en Moguer o Preferiría no vociferar en Valencia. Es coautor del primer poemario de Poetílicos Sobrios y algunos de sus poemas han aparecido publicados en la revista literaria de la Universidad del País Vasco Iguazu y en la antologías de Poetas del 15 M y del Colectivo Bio­lentos. Detesta profundamente las estadísticas, y cualquier sistema que tenga como fundamento la explotación del hombre. No cree pero alberga esperanza.


Sonia Barba

Actriz, escritora, agitadora cultural. Directora de la compañía InterFans y del Prostíbulo Poético en Barcelona. Sus textos han aparecido en Literata, Dulce Arsénico y en Revista Excodra.


Alberto García Teresa

Alberto García­Teresa (Madrid, 1980) es doctor en Filología Hispánica con Poesía de la conciencia crítica (1987­2011) (Tierradenadie, 2013), y ha publicado también Para no ceder a la hipnosis. Crítica y revelación en la poesía de Jorge Riechmann (UNED, 2014). Ha sido coordinador de la revista de crítica sobre ficción especulativa Hélice, codirector de Jabberwock, antología anual de ensayos sobre literatura fantástica, y redactor jefe de la revista Solaris. Ha escrito y escribe crítica literaria y teatral en diferentes medios: Diagonal ­en el cual ha coordinado la sección de «Libros»­, Culturamas ­donde ha dirigido los contenidos de poesía­, Ínsula, Espéculo, Castilla. Estudios de literatura, Verba Hispanica, Quimera, Nayagua, Artes Hoy, Literaturas.com, El Viejo Topo, Viento Sur, cnt, Rebelión, La República Cultural, Ariadna­RC, Bibliópolis, Gigamesh o Prospectiva, entre otros. Es autor de los poemarios Hay que comerse el mundo a dentelladas (Baile del Sol, 2008), Oxígeno en lata (Baile del Sol, 2010), Peripecias de la Brigada Poética en el reino de los autómatas (Umbrales, 2012) y Abrazando vértebras (Baile del Sol, 2013), así como de la plaqueta Las increíbles y suburbanas aventuras de la Brigada Poética (Umbrales, 2008). También ha publicado el libro de microrrelatos Esa dulce sonrisa que te dejan los gusanos (Amargord, 2013). Sus poemas han sido traducidos al inglés, al francés, al serbio, al rumano y al macedonio. Ha coordinado ciclos de recitales y acciones poéticas para diferentes espacios (Traficantes de Sueños, La Marabunta, La Libre de Barrio...).


Cysko Muñoz

Concibo la poesía como necesidad vital y eso determina que mis textos tengan casi siempre un tinte existencial. Escribo fundamentalmente sobre la vida y el tiempo pero sobretodo sobre cual es nuestra actitud frente a estos. Mi dedicación a la poesía es variopinta y he colaborado en proyectos multidisciplinares tales como "La Maldita Música y la Puta Poesía", grupo musico poético (poesía ­ piano ­ canción de autor) donde la poesía se entrelazaba con gipsy swing, tango, rock, canción de autor, baladas heavys, etc. Actualmente también colaboro con la fotógrafa Ana Lagos explorando la unión de la imagen y la poesía en un proyecto que se constituye como una acción poética urbana, Versos de Pizarra. Como actor soy miembro de la Compañía L'Equilibri con la que alcanzamos en 2011 la semifinal de la Mostra de Teatre de Barcelona.


Sofía Krysiak

Nací en Buenos Aires y a la edad de 9 años ya estaba viviendo en tierras gallegas. Desde entonces, España fue mi hogar. En concreto, Madrid desde hace unos meses. Estudié psicología en Santiago, aunque me convertí en profesora de inglés, guía turística y en general, buscavidas con el objetivo de convertirme algún día en poeta.


Diana Álvarez

Poeta nacida en Canarias el 13 de marzo de 1978. Lectora y escritora precoz que dejó la escritura y la retomó hace un año y medio. Ha tardado mucho en decidirse a intentar publicar siendo más por apoyo e insistencia de los lectores, aunque ya ha publicado en revistas digitales como en Excodra, Tarántula, Admirabilia y en Círculo de Poesía. Sus poemarios publicados son "La disyuntiva de los amantes", y “Nanas de la muñeca de papel”, Excodra Editorial, 2014. Además gestiona la interesantísima y divertida web: www.diana­alco.com.


Alexander Novoseltsev

My name is Alexander Novoseltsev. I am an illustrator and conceptual artist. I have been working as a professional artist since 2007. I love to create traditional art and digital concepts in different styles.


Jalón de Aquiles

Nacido en Barcelona... un 31 de julio de 1982. Prematuramente destaco su interés por el Color. Tras finalizar sus estudios básicos, sabia bien cual era el camino a seguir, así tuvo lugar su entrada en una escuela de arte, allí transcurrieron cinco años de su vida, durante los cuales sus creaciones adquirieron personalidad propia. Con un estilo pictórico influenciado mayormente por el surrealismo el modernismo y el impresionismo, sus obras muestran mundos fantásticos y situaciones cotidianas. El color es el protagonista en sus obras, lo cual hace que haya gran variedad de temas. La música es uno de los principales factores de inspiración en su obra. Hoy en día con exposiciones varias, profesor de pintura, diseñador, ilustrador y muralista urbano persiste su pasión por la pintura...


Carlos Esteban Resano Vasilchik

Carlos Esteban Resano Vasilchik. Buenos Aires 22 de octubre de 1956. Vive en Buenos Aires hasta 1976. Se traslada a Mar del Plata, provincia de Buenos Aires donde estudia arquitectura. Obtiene el título de arquitecto en 1982 y comienza la tarea profesional. Dicta cursos de dibujo arquitectónico para la ASOCIACIÓN DE ARQUITECTOS DE MAR DEL PLATA. Exposiciones colectivas de arquitectura y dibujo artístico. Colaboración con revista de arte i cultura (INTEGRARTE). Se traslada a Barcelona en 1988. Fija su domicilio en El MASNOU, província de Barcelona.Desarrollat la tarea profesional juntamente acon la plástica.Colaboración con publicaciones del àmbito local (Castelldefels) y de Argentina (INTEGRARTE). Exposición Colectiva EL ARTE EN EL CÓMIC\" en Sant Pol de Mar, Galeria Sant Pol Art (2003)Exposición Individual restaurant EL BLAU, El Masnou (2004)Exposició Individual restaurant EL BLAU, El Masnou (2009)Exposició Colectiva \" RECORDANDO A GENIA\", en Sant Pol de Mar, Galeria Sant Pol Art (2010). Exposición permanente en Espacio de arte de ARQNOU scp. Exposición Indiv¡dual Sala Leix del Raval, Febrer/2011.


Eli Mora

Eli Mora. Nacida en Barcelona en 1984, licenciada en Biología. En la actualidad se está perparando para doctorase en biología evolutiva. Fotográfa Amateur des de 2008, ha colaborado con diferentes revistas y medios de comunicación. Puedes ver su trabajo aquí www.elimoraphotography.com


Agustín Calvo Galán

Barcelona, 1968. Ha publicado los libros de poemas: Letras transformistas, una selección de sus poemas conceptuales y visuales (2005), Otra ciudad (libro objeto, 2006) Poemas para el entreacto (2007) y A la vendimia en Portugal, (2009). Y, desde el colectivo Labcrom di Sol, ha promovido la publicación de homenajes a poetas experimentales contemporáneos. Su obra como poeta visual ha sido recogida en diferentes antologías especializadas como Poesía experimental española (19632004) Ed. Marenostrum (2004), Breviario de poesía experimental y mailart. Ed. Corona del Sur (2006). Poesía visual española (antología incompleta) Ed. Calambur (2007), Fragmentos de entusiasmo, poesía visual española (19642006) Ayuntamiento de Guadalajara (2007). Esencial visual Instituto Cervantes de Fez (Marruecos, 2008). Ojos que sí ven, antología de poetas experimentales de México y España Ed. Corona del Sur (2010), etc. En marzo de 2008 participó como ponente en el I encuentro con la poesía española contemporánea en la Universidad de Bari (Italia). Colabora habitualmente en revista y publicaciones de poesía. Desde noviembre de 2006 hace crecer un blog de interconexión entre poetas españoles llamado [las afinidades electivas]. Exposiciones: Por otro lado, ha participado en numerosas exposiciones colectivas con sus poemas visuales, además, ha realizado exposiciones en solitario: “Letras transformistas”, poemas visuales y collages, junio de 2003, Centre Cívic Drassanes (Barcelona), “Fotopoemas”, diciembre de 2006, La Vaquería (Tarragona), “Proyecto Desvelos”, abril de 2008, Sala Valentina (Barcelona), "Poemas y objetos" octubre de 2008, Ateneu Igualadí (Igualada, Barcelona), "Fotopoemas" julio de 2010, Centre Cívic Ca l'Herrero, Portbou (Girona) y "Paisatges i poemes visual" abril de 2011, Ripollet.


Caroline Huwart

I'm a photograph amateur that has been hooked a couple of years ago. I first watched other people pictures on different photo groups. It took me quite a while before finding the courage of posting that first picture on one of them. I discovered a new way of expression and feelings. I'm passionate, it feeds my soul. I learned to see things with a different eye. Minimalism, is what I enjoy the most for the moment. My camera is like a second skin, always with me. I don't know anything about technic. ( I know I should put some effort in it ) but what drives me is what my eye catches and the feelings I get out of it.


Ludovica Bastianini

Ludovica Bastianini es Licenciada en la Facultad de Conservación del Patrimonio Artístico, realizó los Cursos de Dibujo y de Ilustración en la Escuela Comix de Nápoles y publicó con las Editoriales "L'isola dei ragazzi" y "Larcher editore", además fue premiada en el Concurso Fotográfico "Cucu tete", sobre la relación entre la ciudad y los niños. Ahora estudia la especialización universitaria de Historia del Arte Contemporáneo en la Universidad Suor Orsola Benincasa de Nápoles, participando también en el Curso Profesional de Fotografía de Autor en el Instituto Idep de Barcelona. Parte de sus obras pueden ser vistas aquí: http://www.ludovicabastianini.com/Home.html


Albert Lladó

Fotografía de Meritxell Gutiérrez

Albert Lladó (Barcelona, 1980) es licenciado en Filosofía (UB), posgrado en Periodismo de Proximidad (UAB) y máster en Estudios Comparados de Literatura, Arte y Pensamiento (UPF). Se ha formado en Dramaturgia en el Obrador (Sala Beckett) y en el Seminario Internacional Panorama Sur (Buenos Aires). Director de las revistas Secundèria y L’Hiperbòlic (VIII Premi AJC) durante tres años, y fundador de Diari Maresme y de Sísifo, ha escrito, entre otras publicaciones, en Benzina, Qué Leer, Quimera, Revista Ñ (diario Clarín) y El Ciervo. Ha publicado los libros de relatos Podemos estar contentos y Cronopios propios, el ensayo Encuentros fortuitos, la recopilación de entrevistas Paraules, el libro de aforismos La realidad es otra, y la novela La puerta. En la actualidad, coordina la sección de Cultura de la LaVanguardia.com, es editor de Revista de Letras, y colaborador del suplemento Cultura/s.


Su último libro publicado es La Fábrica, y ha sido seleccionado por el Teatre Nacional de Catalunya para estrenar su primera obra de teatro, La mancha. Es director de la Escuela de Periodismo Cultural y docente del posgrado internacional Escrituras, en la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales.

Imagen de portada: Alexander Novoseltsev


EL PODER

NÚMERO XXI

NOVIEMBRE 2014

REVISTA EXCODRA

http://www.excodra.com


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