Editorial
Municipalidad de Cnel. de Marina Leonardo Rosales Punta Alta Dirección de Cultura
autoridades
Jorge Osvaldo Izarra Intendente Municipal
Alicia Amiot DIRECTORA DE CULTURA
equipo de trabajo
coordinación general Prof. Luciano Izarra entrevistas Prof. Guillermo Bertinat investigación y texto Prof. Romina Amarfil colaboradores Lic. Gustavo Chalier Prof. Fernanda Martel Arq. Graciela Britos Arq. Gustavo Aranda D.G. Ariel Arruda Federico Merodio Gaspar Totoro Lorenzo Ramos Lic. Sergio Soler diagramación y diseño D.G. Mauricio Rossello impresión Multigráfica
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El 15 de agosto de este año, se conmemoró el centésimo aniversario de la colocación de la piedra fundamental de lo que sería el primer templo parroquial de Punta Alta. El Archivo Histórico Municipal no quiso permanecer indiferente ante tamaño acontecimiento que, más allá de sus implicancias religiosas obvias, presenta connotaciones en lo arquitectónico y en lo social. Desde estas páginas, aportó nueva información y material gráfico que serán del agrado del público lector. Que una comunidad profese mayoritariamente un culto determinado no es un hecho azaroso y, menos aún, anecdótico. En poblaciones pequeñas como lo era la nuestra a principios de siglo, era la fe, pero también los deseos de pertenencia a un grupo, de participar comunitariamente y el renombre social que ello implicaba, lo que impulsaban a la gente a asistir a la iglesia. Esto determinó la acción de ciertos grupos sociales en torno al templo, ya defendiendo el accionar de la Iglesia, ya atacándola. La actuación de sectores definidos como católicos y la presencia de parcialidades anticlericales ( masones, liberales, socialistas y anarquistas en aquella época), definieron buena parte de la acción política de esos años. Por eso, la piedra fundamental del primitivo templo (en terrenos donde hoy está el Instituto Estrada) implica bastante más que el comienzo de la historia del catolicismo en la ciudad. Es un hecho fundacional de toda una trama de relaciones sociales , políticas e ideológicas que tuvieron que ver con la esencia misma de una población que estaba en formación. La búsqueda de esta piedra entonces, por ahora desaparecida, tiene que revestir no ya un carácter físico. En estos momentos de la historia no importa tanto el objeto sino lo que llevó en sí como matriz espiritual de todos los que, católicos o no, habitamos Punta Alta.
sumario
Nota de Tapa | La Iglesia Nuestra Señora de Luján Historia del Partido | La Construcción del Puerto Militar Historia Oral | Rosa Tonelli de Sancho El Arcón | El Incendio Patrimonio Arquitectónico | La Iglesia N. Sra. de Luján Novedades Foto de tapa | Composición temporal de la Iglesia Nuestra Sra. de Luján 1942 - 2003 - AHM -
e-mail: revista_elarchivo@yahoo.com.ar
por Romina Amarfil
Iglesia Nuestra Señora de Luján
Desde que quedaron iniciadas las obras de construcción del Puerto Militar, en 1898, en la zona se instalaron centenares de obreros. Gran parte de estos inmigrantes, españoles e italianos, eran católicos. A partir de 1901, sacerdotes salesianos viajaban esporádicamente de Bahía Blanca a oficiar misas en casas particulares. Estos clérigos instalados en la vecina ciudad a partir de 1890, realizaron una incansable labor evangelizadora, pese a la oposición de grupos liberales y masones, hostiles a la Iglesia. Ellos dieron impulso al catolicismo en la zona: prueba ello la construcción de templos no sólo en Punta Alta, sino también en Cuatreros y Tornquist, entre los años 1903 y 1907. En diciembre de 1902, vecinos de nuestra localidad formaron una comisión presidida por Romeo Ferrandi, que elevó un solicitud al Concejo Deliberante de Bahía Blanca de un subsidio de $ 200 y la exoneración de los derechos de delineación para la construcción de una parroquia. En marzo del año siguiente, gracias al aporte de los vecinos y obreros del Puerto Militar, se inició la edificación, en un terreno baldío en la calle Rivadavia al 300 (donde actualmente se emplaza el Instituto José Manuel Estrada). Si bien la construcción ya estaba iniciada, el 15 de agosto de
1903, se realizó el acto de bendición de la piedra fundamental, por el padre salesiano Fabricio Soldano. Asistieron a la ceremonia, representando a Bahía Blanca, el Presidente del Concejo Deliberante, Ramón Olaciregui y su esposa, Inés Mañalich de Olaciregui, quienes oficiaron de padrinos; Monseñor Juan Terrero; el Director del Colegio Don Bosco, P. Félix Guerra. Romeo Ferrandi colocó bajo la piedra monedas y medallas, además de dos ejemplares de periódicos de la época, La Nueva Provincia y El Comercio. También se hicieron presentes en el acto, el ingeniero Luis Luiggi y los comandantes de los buques Pueyrredón y San Martín junto con oficiales y marinos. La construcción siguió, impulsada por el P. Félix Guerra y la comisión de vecinos. Pasaron tres años en los que se recibió la ayuda de la comunidad y del estado, a pesar que grupos masones se opusieran “...7°- La Logia Bernardo de Monteagudo, solicita que no
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se haga lugar a la solicitud que obra en el Concejo, sobre subsidio para terminar la Iglesia de Punta Alta.- Que pase a la Comisión de Hacienda y se agregue al expediente respectivo”. (Acta n° 30 del H. Concejo Deliberante de Bahía Blanca, 6 de agosto de 1906). Pese a todo ello y de los impedimentos económicos de la población, el 23 de septiembre de 1906 se finalizó la obra. Bendijo el templo Monseñor Juan Terreros y lo dedicó a la Virgen María Auxiliadora. En 1909 se la nombró capilla vicaria, bajo la jurisdicción de la Iglesia Parroquial del Bahía Blanca Nuestra Señora de las Mercedes (actualmente Catedral) La capilla no contó con un sacerdote propio, pues los oficios eran impartidos por los vicarios castrenses, hasta que el 10 de junio de 1925 el capellán de la Armada Julio Comaschi, puso en funciones al Presbítero Jorge Roca que procedía de Mar del Plata. Pero Roca falleció el 1° de diciembre de ese mismo año y se nombró en su reemplazo al P. Dionisio Pío, quien llegó de Olavarría en febrero de 1926. Bajo su gestión, la capilla fue elevada a Parroquia el 16 de abril de 1934, y el Padre Pío fue el primer cura párroco. Luego de diez años de Primera Iglesia Britos
- por Arq.Graciela
Construída en ladrillo visto, austera y despojada de ornamentación, características del estilo Románico, recuerda la fachada de San Abundio de cómo en Italia. Planta Planta en cruz latina En el trancepto se ubicaban los confesionarios y pequeñas capillas. En el ábside el altar principal, tiene como fondos dos ventanales circulares a modo de rosetones con imágenes de ángeles y querubines. El coro se encuentra en un nivel mas alto con una baranda de madera, hacia el frente. Fachada En ladrillo a la vista, con pilastras y molduras que enmaracan el portal principal, remata en su nicho en la parte superior, característica del románico y que el gótico cambia por el rosetón. Tenía puertas laterales, utilizadándose como ingresos, salvo en ceremonias importantes, en que se utilizaba la puerta principal. Su torre-campanario era de madera y se accedía a través del coro. Las ventanas laterales tenían vidrios de colores que iluminaban la única nave, con dos hileras de bancos formando dos pasillo laterales y uno central.
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actuación en la localidad, partió a radicarse a su país natal, Italia. Fue designado un nuevo párroco Eugenio Bossetti, nacido en Pehuajó en 1902. Allí donde cursó los estudios eclesiásticos, se graduó de Doctor en Filosofía y fue ordenado en 1926. Su llegada a la ciudad en febrero de 1935, marcó el inicio de un nuevo movimiento en procura de lograr un nuevo templo para la ciudad. 13.000 eran los habitantes que registraba el pueblo en la década del 30, y ello se notaba en las celebraciones religiosas. Se puede comprobar en las quejas que se deslizaban en revistas y diarios, puesto que en días de misa, el templo se colmaba, y muchos debían quedar fuera, esperando que el cura salga a la calle para impartir la comunión. Otra ocasión que demuestra el arraigo de la fe católica, fue cuando en marzo de 1935, Monseñor Leandro Astelarra se hizo cargo del Obispado de Bahía Blanca, 500 personas de la localidad se dirigieron a la vecina ciudad al acto de celebración. Indudablemente esa cantidad de gente no ingresaba en la pequeña parroquia, que por las descripciones tendría una capacidad máxima para 100 personas. Eran los domingos los días en que la parroquia se convertía en el centro de reuniones, principalmente de mujeres, quienes vestían sus mejores galas según la última tendencia de la moda, y que luego eran reportadas en las secciones sociales de las revistas locales. Eran ellas las que, junto a Bossetti, formaban el puntal de toda acción religiosa, colaborando permanentemente, no sólo en la mejora material del templo sino también en las co-
lectas de ropa y víveres para los más necesitados. No pasó mecho tiempo de la llegada de Bossetti, cuando éste se planteó como objetivo fundamental dotar a la población de un templo digno del número de fieles y que reflejara el vertiginoso progreso alcanzado por la ciudad. El 17 de marzo de 1935 bajo la asesoría general del párroco, se formaron dos comisiones en pro de la construcción de un nueva iglesia. Una de caballeros presidida por el Dr. Juan Solari y la otra de damas cuya presidenta era Elvira de Castilla. Sin duda alguna, ambas cumplieron una tarea fundamental en la recaudación de fondos para dicho fin. También formaban parte de las comisiones María Luisa Tonelli de Peña, María del Carmen Montero, Elisa de Marseillán, María Merino, Romeo Ferrandi precursor de la primera capilla local, Antonio Liberatore, Antonio Cartolano, Juan Puccinelli, Miguel Munafó, Juan Yulita, José Varela, Félix Merino y otros de una extensa lista imposible de nombrar en estas líneas. Fue así como este grupo de personas se abocó de inmediato a recolectar los fondos necesarios para la construcción, desarrollando infinidad de actividades. Ya para julio de 1935 tenían una cuenta en el Banco Nación de $20.000 producto de los recaudado. Comenzaron con disertaciones radiales, festejos al aire libre, fiestas bailables, rifas, etc. La comisión de damas se encargaba de visitar casa por casa inscribiendo a las familias mediante un bono contribución mensual, durante todo un año, cuya cuota era también cobrada por ellas mismas. Incluso para esa época se poseía un ante-
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proyecto (que no fue el definitivo) para la nueva iglesia consistente en tres naves con longitud de 48 metros, la central, y 40, las laterales. Tenía un ancho total de 18 metros luz y 45 de alto en la torre. El estilo sería grecorromano, de sencilla y elegante sobriedad. Pero pese a la colaboración del vecindario, principalmente de los de menores recursos, lo mas problemático resultó ser la negociación para la obtención del terreno. En 1936 comenzó a gestionar la entrega, por parte de la Municipalidad de Bahía Blanca, de uno de los lotes que fueran donados el 11 de octubre de 1906, por Carlos R. V. Bártoli al Municipio con el fin de construir en ellos la plaza pública, la casa municipal, una iglesia, el cementerio y los corrales de abasto. Dos años llevaron las tratativas para que el municipio donara el lote en que se emplaza actualmente el templo, sobre calle Rivadavia, frente a la plaza principal de la ciudad y al lado del edificio municipal. Incansable fue la lucha de las comisiones y del padre Bossetti, que en declaraciones en los periódicos hacía hincapié en la desidia del Concejo Deliberante de Bahía Blanca por Punta Alta y daba su apoyo a la lucha por la autonomía comunal, dado que afirmaba que las autoridades de Bahía Blanca no querían que esta ciudad progresara demasiado. Finalmente a principios de 1939 el Concejo Deliberante otorgó la cesión del terreno. El 3 de febrero se hizo la entrega oficial, por parte del Delgado Municipal Estanislao Boffi. En ese mismo mes se lanzó un concurso para la presentación de un anteproyecto, resultando ganador el presentado por el estudio del arquitecto Herminio Manfrín y el ingeniero civil Norberto Arecco. De inmediato se celebró la colocación de la piedra fundamental de la iglesia el 19 de marzo con un importante número de concurrentes (cerca de 5.000 almas). En su interior se colocó un pergamino con el acta inaugural. La ceremonia fue apadrinada por el Jefe de la Base Naval Contralmirante Gonzalo Bustamente y su esposa, el Intendente de Bahía Blanca Martín Dithurbide y su esposa, ambos presidentes de las comisiones, de caballeros Antonio Cartolano y de damas, María Elisa de Marseillán. Si bien el trazado y delineación de los planos estuvo en manos del arquitecto diplomado en arte sacro Manfrín, asesorado en los cálculos de ingeniería por el ingeniero Arecco, la dirección y ejecución de los trabajos recayó en el constructor Geremías Crocitto con
la firma autorizada de su padre José. Geremías Crocitto había nacido en Bari en 1899 y llegó al país en 1903. Si bien la construcción no tuvo un ritmo continuo por la dificultad de la comisión para conseguir dinero, el constructor se encargó de elevar las paredes hasta las cargas de los techos, con revoque interno, revoque y mosaicos del baño y del baptisterio. Cuando en 1948 se reanudó la obra, Crocitto se encargó de su terminación, salvo los revoques exteriores. Con la cooperación del Contralmirante Bustamente, el escultor Gómez Lapuente confeccionó las dos imágenes de la Virgen de Luján, de cemento armado, la del frontispicio y de yeso, la del altar mayor. A poco más de tres años de iniciada la construcción, el 14 de junio de 1942, y con el tañido de la campana donada por el padre Eugenio Bossetti se dió por inaugurada la nueva iglesia local consagrada a N.S. de Lujan, acto solemne al que asistió gran parte de la población, representantes del municipio y de la Armada. Pero éste no fue el final de la construcción: su fisonomía actual la adquirió en 1978, con la ayuda del Intendente Guillermo García, en que se terminó de revocar el frente del templo y se embaldosaron el atrio y la escalinata de entrada. Desde su inauguración, el nuevo templo pasó a ser parte no sólo del adelanto edilicio que experimentó la ciudad por aquella época sino que contribuyó a la afirmación espiritual de la población.
Fuentes
* Crespi Vals Antonio. «Gran Album de Punta Alta 1898-1941». Edit. Sureña: Bahía Blanca,1941. * Municipalidad de Coronel Rosales «Punta Alta y sus 82 Aniversarios». Imprenta Bülher. Punta Alta. 1980. * Ahumada, Benicio «De la Mano de Dios (Historia de su templo)». Inédito. Punta Alta 1998. * Rodríguez José «Album Revista 1898 - 1931». Talleres Gráficos Bautista. Bahía Blanca 1931. * Martos, Susana «Sacerdotes italianos en Bahía Blanca». Boletín Nº 22. Comisión de Reafirmación Histórica Bahía Blanca. Octubre 1995. * Padre Vicente Martínez Torrens «Colegio Don Bosco (Bahía Blanca)». Talleres Gráficos Obra Salesiana «La Piedad» 1.211. Bahía Blanca. * Periódico Nueva Época, años 1924 - 1926. * Periódico La Nueva Comuna, años 1935 - 1942. * Periódico El Regional, años 1935 - 1939. * Libro de actas del Honorable Concejo Deliberante de Bahía Blanca, años 1903-1906. * Punta Alta. Semanario Parroquial. 13 de junio de 1942. Año I. Nº 4
«El Archivo» Agradece la colaboración de Nestor Edgardo Crocitto por el material documental y fotográfico facilitado.
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Parte VII
La construc
A
poyado en ciertas concepciones geopolíticas internacionales y presionado por los problemas limítrofes suscitados con Chile, nuestro país, a fines del siglo XIX, dio inicio a un proceso tendiente al fortalecimiento de su poderío militar, con la adquisición de armamentos y grandes acorazados y, principalmente, la construcción de un puerto militar de gran calado, el primero en el país, a los efectos de ser un punto estratégico para el ataque y la defensa del litoral Atlántico. A través de la ley 3450, aprobada por el Congreso el 30 de noviembre de 1896, se dispuso su construcción en la bahía Blanca, autorizándose al Poder Ejecutivo a gastar la suma de diez millones de pesos. El ingeniero Luigi Luiggi fue designado Director General de las obras, las cuales se iniciaron casi inmediatamente, programándose en tres etapas sucesivas, teniendo en cuenta la urgente necesidad de otorgarles operatividad, pues el estallido de la guerra parecía inminente. Así,
a principios de 1897 comenzaron los estudios y trabajos preliminares del complejo naval, que consistían principalmente en el trazado de la línea telegráfica estratégica, a cargo del capitán de fragata Eugenio Leroux; planos generales y ubicación de las baterías, a cargo del ingeniero mayor de Artillería de Costas J. B. Villavecchia; proyecto del arsenal y sus dependencias, realizado por el ingeniero Antonio Piaggio; tareas de mensura y jalonamiento, en manos de los agrimensores Musso y Aliotti y, finalmente, estudios sobre el tendido de la línea del ferrocarril entre Grumbein y el Puerto Militar, dirigidos por el ingeniero Carlos Malmen. Los primeros trabajos se dieron en tres sectores en simultáneo, comprendiendo los parajes de Punta Alta, donde se construirían el dique de carena, los muelles, arsenales y demás dependencias; Arroyo Pareja, asiento principal de los depósitos de materiales; y Punta Sin Nombre, lugar de emplazamiento de las cinco baterías de defensa. Abarcaban, en total, tres mil hectáreas aproximadamente. A principios de 1898 el ritmo de los trabajos se aceleró sensiblemente, debido al recrudecimiento del conflicto con el país trasandino, impulsándose el tendido del ferrocarril desde Bahía Blanca para agilizar la provisión de materiales, y adjudicando, a propuesta del propio Luiggi, a la empresa holandesa Dirks, Dates y Van Hattem casi la totalidad de las obras. En mayo se dio por inaugurado oficialmente el inicio de los trabajos1 , con la visita al lugar de las actividades de importantes funcionarios provinciales y nacionales, y a partir de allí éstos prácticamente serían realizados sin pausa hasta su conclusión. Las primeras obras en ser habilitadas fueron las de Punta Sin Nombre, ya que en mayo de 1899 se realizaron pruebas de tiro en la tercera batería, en presencia del Ministro de Guerra Ge-
cción del Puerto Militar neral Luis María Campos, y el 17 de mayo de 1901 el presidente Julio A. Roca inauguró oficialmente dichas instalaciones que consistían, como se dijo, en cinco baterías costeras, con cuatro cañones Krupp de 240 mm cada uno, enlazadas por un ferrocarril de trocha angosta. Con respecto a las obras del puerto, en junio de 1899 comenzó la excavación del dique de carena y el 2 de enero de 1902 quedó habilitado, con la entrada del acorazado San Martín, bajo el mando del contralmirante Atilio Barilari. Tiempo después, el 8 de marzo, el presidente Roca, a bordo del acorazado Garibaldi, lo declaró inaugurado. Contando con cuatro compuertas y una longitud máxima de 222 metros, un ancho aproximado de 25 y una profundidad de 10, demandó más de 80.000 m3 de hormigón y 4.000 m3 de granito para el revestimiento. Quedaban así finalizadas las obras proyectadas para la primera etapa, restando por construir otras más, de las cuales algunas jamás se materalizaron debido a las limitaciones financieras del gobierno2 , o permanecieron en suspenso tras la firma de los Pactos de Mayo (acordados tan sólo cuatro meses después de inaugurado el dique), con los que se sellaba la amistad entre Argentina y Chile y se sometía el pleito al arbitraje de Gran Bretaña. Finalmente, el 31 de marzo de 1905 el ingeniero Luiggi se desvinculó definitivamente de sus funciones. Había finalizado su gran obra.
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Acorazado San Martín entrando al dique de carena (enero 1902). Archivo Fotográfico DEHN, Album 8, Foto16
Fuentes: ·CRESPI VALLS, Antonio; “Gran Álbum de Punta Alta”; Sureña; Bahía Blanca; 1941. ·OYARZÁBAL, Guillermo Andrés; “Argentina hacia el sur. Construcción social y utopía en torno a la construcción del primer Puerto Militar de la República (1895-1902)”; Instituto Nacional Browniano; Buenos Aires; 1999. ·TRIADÓ, Enrique Juan; “Historia de la Base Naval Puerto Belgrano”; Instituto de Publicaciones Navales del Centro Naval; 1991. ·RAMPA, Alfredo; “Historia de las Instituciones políticas y sociales de la Argentina y de América a partir de 1810”; A-Z; Buenos Aires; 1986.
Notas : 1 El 12 de mayo de 1898 se firma un acta de compromiso entre el ingeniero Luiggi y los adjudicatarios de la obra, dando comienzo a los trabajos. Una semana después, el 19 de mayo, se traduce en una sencilla ceremonia de inauguración en Puerto Militar. Cfr. OYARZÁBAL, G. A.; “Argentina hacia el sur”; p. 94. 2 El ingeniero Luiggi había proyectado, entre otras obras, la construcción de tres diques de carena, uno de ellos con doble entrada: por la dársena de maniobras y por la que luego sería la futura dársena de hidroaviones. Cfr. TRIADÓ, Enrique J.; «Historia de la Base Naval Puerto Belgrano»; p. 66.
La entrevista fue realizada por Guillermo Bertinat y se puede consultar en su formato completo (60´ aproximadamente) en el Archivo Histórico Municipal. La historia oral en la actualidad puede ser tomada como una nueva disciplina, como otra manera de ver y de hacer historia, y no meramente como un simple método al servicio de la disciplina tradicional que valoriza la solidez y validez del documento escrito. En el Archivo Histórico Municipal, la existencia de un archivo de testimonios orales permite no sólo comprender, completar y contextualizar los hechos políticos y sociales de nuestra ciudad, sino también conocer a los protagonistas (y no tanto) del pasado inmediato de nuestra ciudad con sus apreciaciones, juicios y posturas acerca de su vida misma y de su participación en la sociedad, gente que desde el anonimato muchas veces ha ido conformando la idiosincrasia y el sentir de un pueblo.
Rosa Tonelli (Mi nombre es) Rosa Hipólita Tonelli de Sancho. [...] Me llamo Hipólita porque los italianos tienen costumbre de poner el nombre del santo en el día que nace la criatura. Y, nací el día de San Hipólito... bueno. Y nací el 13 de agosto de 1908. Nací en Punta Alta, pero estoy inscripta en Bahía Blanca porque no había registro civil, en Punta Alta. En Puerto ya había registro civil. Pero los de Punta Alta pertenecíamos a Bahía Blanca. Mi padre era de profesión albañil. Fue, vino con la compañía de Dirks, Dates y Van Hatten, la que hizo el puerto en 1900... 1800, corrijo, 1898. Pero mi madre ya vino a acá a Punta Alta, Puerto Belgrano, el 1º de mayo de 1900. Porque mi primer hermana que nació acá, que es la señora de Ferrari, nació el 15 de febrero de 1901. Vivieron en Puerto Belgrano hasta que se terminó la construcción del puerto. Cuando terminó el puerto, Luiggi, vivían en el barrio pescadores. Regaló todas las maderas que habían sobrado de las columnas y eso. Y les dijeron, ya habían terminado el trabajo, mi padre se vino a vivir a esta tierra que era... tanto es así que cuando pudo comprar la tierra, pagó a razón de 20 centavos el metro cuadrado de la tierra donde nosotros vivimos. Alambraban cualquier parte. Entonces él después se quedó con la tierra esa que está en Mitre 346, ahora, al lado del Hotel Punta Alta. [...] Ahí crecimos todos y empezamos a ir a la escuela. Mi padre ayudó a hacer la escuela de Puerto, [...] mi madre vino con cinco hijos ya. A Punta Alta. Y después, ya una vez que nos instalamos acá los primeros chicos fueron a la Escuela 1 que fue la primera que se fundó. Hasta que cerca de casa se fundó la escuela 99. Que eran sus directoras las hermanas Nolman y allí cursé segundo, tercero y cuarto grado.
De ahí, no teníamos quinto y sexto. Entonces tuvimos que ir como yo les dije a los de la escuela 1, a «cobrarle» el trabajo de mi padre a la escuela de Puerto. A la escuela Humberto I, porque mi padre había ayudado a hacerla, porque vino mi madre con cinco hijos y ¿con quién, a dónde los iba a mandar? Entonces ya fuimos a hacer quinto y sexto a la escuela de Puerto. De ahí, pasamos al colegio normal de Bahía Blanca. Que nos teníamos que levantar a la mañana, antes de las seis de la mañana para tomar el tren. Primero viajábamos por el Ferrocarril Sud. Después cuando se hizo la línea Rosario-Puerto Belgrano a Bahía Blanca ya seguimos en ese ferrocarril. Pero te cuento que mi primer hermana la señora María Luisa Tonelli de Peña, ella no tenía más que un tren, para ir a la escuela e iba de Punta Alta a White, que era el tren obrero. Y después de White tomaba el tren para Bahía Blanca. Iba con María Montero, con Natalia Viviani, con una señorita que se llamaba Adelia Carminatti. Pero después, la única que terminó fue María. Fue la primera maestra normal nacional que tuvo Punta Alta. Gracias a Dios en la actualidad, ya somos 29 descendientes miembros de la familia Tonelli que ha actuado en los puestos de escuela, del colegio Nacional, de otras escuelas fuera del distrito. 29 de la familia, docentes. Agregado de la señora de Sancho: Durante 4 años casi sin faltar a clase, concurrí a la Escuela Normal de Bahía Blanca y me recibí en el año 1925. A partir de marzo de 1927 ejercí mi profesión hasta 1977. Mi actividad docente se inició en la escuela Nº 31, actual 4, luego pasé a la escuela Nº 20 (actual 2) donde estuve hasta que me jubilé en 1953 desempeñando los cargos de
La señora Rosa Tonelli de Sancho, recientemente fallecida a los 95 años, tuvo un destacado rol docente en la ciudad durante medio siglo.
maestra, secretaria y vicedirectora. Después a pedido de Monseñor Germiniano Esorto atendí alumnos de grados en el Seminario «La Asunción». Aprobada la ley de enseñanza libre durante el gobierno de Frondizi a través de la «Acción Católica de Punta Alta» fundamos en 1959 la Escuela Parroquial, allí integré el cuerpo directivo. La escuela fue creciendo y el Instituto Estrada con jardín de infantes, escuela primaria y secundaria me despidió en marzo de 1977 después de haber ejercido la docencia durante cincuenta años. Cuando Frondizi llegó al poder dio la ley, autorizó la Ley para que hubiera escuelas libres (y laicas). [...] Entonces las mujeres que éramos de Acción Católica teníamos siempre la idea de tener una escuela, no tanto de la iglesia, sino que tuviera una enseñanza completa. Que pudiese introducir a Dios en la enseñanza. [...] La escuela se fundó el 15 de marzo de 1959. [...] Entonces en esa fecha (la) fundó la primera maestra, porque yo entonces estaba trabajando en el seminario, fue la señora María del Rosario Lorenzo de Decaso. [...] Ella tomó el primer grado. Cuando hubo que formar otro grado, ya lo tomé yo el primero superior y ya tomé la dirección. [...] Y después, bueno, poco a poco fuimos aumentando hasta que la escuela, la reconoció el gobierno. Primero fue la Escuela Parroquial, fundamos la escuela, porque autorizaron la fundación.[...] Y cuando los alumnos fueron pasando, los padres no se conformaron con que dejaran la escuela. Entonces fundaron el secundario. [...] En el 64 se inició el secundario. [...] Pero fue todo porque los padres lo hicieron. Se fundó la Cooperadora. [...] Y poco a poco se fue fundando. Porque la escuela
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se fundó sobre el edificio viejo, de la iglesia. [...] La iglesia de Punta Alta era ésa. Que se fundó en 1903. [...] Nosotros, para podernos agrandar, tuvimos que utilizar un edificio donado dentro del mismo terreno, donado por el Apostolado Naval. El Apostolado Naval había reunido ahí, que fue cómo se inició eso, reunía a todos los conscriptos que los domingos salían y no tenían donde ir y estaban en la plaza, ahí, que se yo. El Apostolado Naval había hecho un pequeño edificio en el fondo en lo que después fueron las aulas. [...] Y ahí tenían mesas de juego, barajas. [...] Empezaron por ir a la plaza a buscar a los muchachos que los veían ahí en los asientos y los llevaban. El padre Montero [...] trabajó mucho en eso. Ellos fueron los que le pusieron el nombre de [...] Estrada. Yo tomé la primera comunión en la iglesia [...] donde ahora está el Instituto Estrada. Mi madre cuenta que esa iglesia tenía una torre alta de madera y que un 1º de enero, hubo un viento tan fuerte, porque éste era un lugar donde había unos vientos que no se podía vivir. Claro, no había árboles no había nada. Y entonces hubo un viento tan fuerte que tiró la torre. Soy la única sobreviviente de la primera Comisión que se reunió para conseguir el terreno y hacer la iglesia allá. La población se prestó completamente a hacer una nueva iglesia. Lo que nos resultó difícil fue conseguir el terreno. [...] (Luego) empezamos a trabajar por la iglesia. Ya habíamos tenido muchas reuniones. [...] Empezamos a trabajar con un bono que valía cinco pesos por mes. Y nos habíamos distribuido por las calles, entonces las mujeres salíamos a cobrar el bono, el terreno ya era propiedad y empezamos a levantar la iglesia. Cuando se puso la piedra fundamental, vino monseñor Esorto y vino el intendente de Bahía, que me parece que era Iturbide y mucha gente. Y se firmó un pergamino que está en un cuadro grande con toda la gente. [...] Pero me acuerdo que la primera comunión que se dio era un día de mucha lluvia y cómo estaría el terreno, cómo no estaría de acabada la iglesia, que los chicos para entrar a la misa de primera comunión tenían que pasar por unos tablones porque no tenía piso. [...] El que nos dio una mano muy fuerte para poder hacer la torre, fue Francisco Parera, el que fue diputado.
por José G. Totoro (Pepe Recuerdos)
El Incendio Eran las 8 de la mañana del día de la tradición de 1964... Con una botella de cognac prolijamente envuelta, ingresé al salón comercial donde desempeñaba mi tarea (Rivadavia 318)... Era el cumpleaños de don Elías: el patrón, y mi padre le enviaba aquél obsequio. Ese día quedó grabado a fuego - Y esto no es una metáfora- en el recuerdo de quienes fuimos protagonistas de uno de los hechos más traumáticos de la historia de un comercio: su incendio. Sobre la hora 10, desde el depósito ubicado en los fondos, se escuchó el primer grito de alerta: ¡Fuego!... Quien lo profirió, pasó por el salón como una exhalación en dirección quién sabe donde... Llegaron los bomberos y trabajaron arduamente hasta pasadas las 17 horas., tratando no solamente de apagar, sino de controlar las llamas que devoraban todo, para evitar que no se extendieran hasta las propiedades vecinas. Desde ese infierno, los tambores de inflamables apilados en el patio, volaban al cielo como si fueran grandes cañitas voladoras para, luego de volar 50 ó 60 mts., retornar al piso ardiente... Las explosiones se sucedían una tras otras. Uno de los bomberos, de apellido Colineschenco, al abrir la puerta aledaña al salón para ingresar por el pasillo una línea de manguera, recibió de lleno una gran bocanada de humo y fuego que le quemó la cara y sobre todo una de sus manos... Fueron 7 horas de tensión y preocupación para todos... La columna de humo se observaba desde varios kilómetros de distancia y desde las azoteas de casi toda la ciudad... Con don Elías, pretendimos en un primer momento - Y siguiendo un impulso irracional que podría habernos costado muy caro- apagar el fuego con baldazos de agua. Pero era imposible. Desde la boca de aquél primer tambor de solvente, una amenazadora llamarada nos impedía acercarnos; el calor era insoportable, y el agua que le tiramos parecía avivarlo más, en vez de apagarlo. Desde entonces, pasaron casi 40 años... Don Elías Beder - El dueño del negocio- ya no está más en nuestro
mundo. A quienes fuimos protagonistas y/o testigos del acontecimiento, nos queda el recuerdo de su afabilidad y el ejemplo de su magnífico temple puesto en evidencia ante la adversidad... Una vez retirados los bomberos y tras unos momentos de reflexión sobre lo sucedido, estábamos en el salón donde todavía había unos centímetros de agua... No teníamos luz... pusimos en medio del local un gran cajón y sobre él apoyamos algo para comer, ya que obviamente no habíamos podido alimentarnos desde la mañana. Cuando casi no se veía, pues el sol se ocultó tras los edificios, alguien trajo un farol a gas, estábamos en silencio hasta que don Elías consultó que habríamos de hacer en el futuro... Todos allí presentes dijimos una sola palabra: Trabajar... Y de inmediato nos pusimos a acondicionar el salón... Los Beder perdieron en aquél día del cumpleaños del patrón, no solamente casi toda la existencia en mercaderías, sino todo el mobiliario y la ropa de su casa, ya que ésta estaba ubicada entre el salón y el depósito... Sólo quedaron pie las calcinadas paredes. Sin embargo, a la mañana siguiente, el negocio estaba nuevamente abierto al público... Trabajamos durante toda la noche para que ello fuera posible... Fue nuestro humilde regalo de cumpleaños, para dejarle a aquél chaqueño que nos demostró con su ejemplo, que el trabajo realmente dignifica al hombre.
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Dicen que una imagen vale por mil palabras. Es que ella muestra y demuestra lo que no se puede decir más que viéndola. Imagen para imaginar. Imaginar las voces, los olores, los roces de la piel. Los invitamos a revolver en viejos álbumes familiares, en cajitas de cartón que duermen sobre el ropero y rescatar esas fotos, memoria de celebraciones y de seres queridos. Y si pueden, acérquenlas al Archivo. Así se podrá, a partir de ellas, indagar en los hombres y en las mujeres, en los ambientes, en las actitudes y en las circunstancias que hicieron nuestro pasado común, que está hecho, en definitiva, con los pasados de cada uno de nosotros.
El original de esta foto es propiedad de familia Bella, quien acercó gentilmente una reprografía suya al Archivo Histórico Municipal. En ella se puede apreciar a Alfredo Bella, chofer municipal, junto a uno de los vehículos Chevrolet que
Camión Municipal
eran propiedad por aquel entonces de la comuna de Bahía Blanca y a la cual, (circa 1936) todavía pertenecía Punta Alta. Camioncitos de este tipo prestaban servicios dentro de la denominada Delegación Municipal Punta Alta.
Patrimonio arquitectónico
Iglesia «Nuestra Sr.a de Luján»
por Gustavo Aranda ROMANICO
En 1903 no había templo católico en Punta Alta. Por iniciativa de los vecinos se constituyó una comisión que logró la construcción de una iglesia ubicada donde actualmente se encuentra el Instituto José Manuel Estrada ( Rivadavia al 300). Con el tiempo,y ante el crecimiento de la población, dicho lugar resultó pequeño. Una nueva comisión, presidida por Antonio Cartolano, logró la donación de un terreno ubicado en calle Rivadavia, frente a la plaza Gral. Belgrano. Gracias a la colaboración de los ciudadanos se pudieron recaudar los fondos necesarios para iniciar el 19 de Marzo de 1939 la construcción de la nueva iglesia, que fue inaugurada el 14 de junio de 1942. El estilo elegido surge de la combinación del neogótico y del románico, ambos tradicionalmente vinculados a las construcciones eclesiásticas. A ambos se suman los fuertes detalles decorativos del art deco, sobre todo en la fachada. El neogótico se expresa en aspectos constructivos como bóvedas de arista con nervaduras y arbotantes (elementos que crean una estructura capaz de sostener el peso del templo y permiten mayor apertura en los muros); y en detalles decorativos como las ventanas ojivales de las naves laterales y del ábside, detrás del altar.Los proyectistas
Estilo de los siglos VI al VII. La composición de la planta estaba formada por una nave central y dos laterales. Debido a que el sistema constructivo utilizado era el arco de medio punto, las estructuras eran macizas con gruesos muros y escasos vanos. GOTICO Estilo de los siglos VIII al X. Se caracteriza por la combinación de arcos ojivales, bóvedas de arista con nervaduras y arbotantes, que permitieron mayores espacios y alturas. Los muros se calan y se colocan vitreaux. CAMPANARIO La campana fue donada por el padre Eugenio Bosetti y pesaba
Bóveda de cañón corrido
Bóveda de crucería
Ficha técnica
Torre del campanario
Propietario: Arquidiócesis de Bahía Blanca Año Proyecto: 1938 Finalización del Proyecto: 1942 Construcción: Artista sacro: Herminio Manfrín Ing. Civil: Norberto Areco Constructor: Geremías Crocitto
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aprovecharon el potencial de este sistema para dar al edificio esbeltez vertical que refleja la omnipotencia de Dios y la insignificancia del Hombre. La composición de la planta es románica, formada por una nave central y dos laterales,un transepto y un presbisterio, este último está separado por un arco mayor con motivos litúrgicos. El templo ocupa una superficie de 21 m de ancho por 60 m de largo y una altura de 19 m. La torre llega a 52 m de altura. En ella se encuentran un juego de campanas y un reloj de cuatro cuadrantes ubicados cada uno en una de las caras de la torre.
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