Revista el Archivo Nº

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editorial

Municipalidad de Cnel. de Marina Leonardo Rosales Punta Alta Dirección de Cultura

autoridades

Ing. Néstor Hugo Starc Intendente Municipal

Fernando Quiroga DIRECTOR DE CULTURA

equipo de trabajo coordinación general Prof. Luciano Izarra

investigación y texto Lic. Gustavo Chalier colaboradores Prof. Guillermo Bertinat Prof. Fernanda Martel Arq. Graciela Britos Prof. Romina Amarfil Lic. Sergio Soler Roberto Hernandez TN Mauro Figueroa Norberto Argüello diagramación y diseño D.G. Mauricio Rossello impresión Multigráfica

Este segundo número del año de la revista El Archivo está finalmente en la calle. La espera fue larga, pero creemos que valió la pena, dado el tema que trata es muy poco conocido pero marca a fuego la historia del sector productivo rosaleño. En este mes de noviembre se cumplen 75 años del bautismo del buque tanque Punta Alta. Su construcción integral señala el hito culminante de un proceso en que se pensó, desde el Estado Nacional, un perfil netamente industrial para los talleres de la Base Naval Puerto Belgrano. Recordemos que, a principios de la década de 1930, el mundo capitalista desarrollado se hundió en la más severa crisis económica del siglo XX. La salida a esta situación, que tuvo incalculables costos sociales, la dio un economista inglés, John Maynard Keynes. Desde una postura contraria al liberalismo en boga, privilegió el papel del estado como motor de la economía y sugirió la expansión de la obra pública para combatir el desempleo y, con esto, aumentar el consumo de los sectores populares. Con estas medidas, la inyección de dinero legítimo al mercado sería un acicate al sector industrial. Puesto en práctica con éxito por el presidente nortamericano Franklin Roosevelt en su programa llamado New Deal, el keynesianismo se expandió por el resto del mundo. En la Argentina, y a despecho de la orientación ideológica del gobierno de ese entonces, se adoptaron los principios básicos del keynesianismo para mover la economía nacional. En este contexto, se entiende el proyecto de promover una industria naval estatal aprovechando los recursos existentes, tales como los Talleres del Arsenal Naval de Puerto Belgrano. Asimismo, la construcción del buque tanque Punta Alta, conjuntamente con otras labores desarrolladas en esa época, demuestra la capacidad operativa de los Talleres cuando se conjuga con la desicion estatal. Como siempre, El Archivo quiere agradecer a los comerciantes que publicitan en nuestras páginas y a todos los colaboradores y cuantos hicieron posible que este número esté nuevamente a consideración del público lector.

sumario Nota de Tapa | BUQUE TANQUE PUNTA ALTA Hito de la industria naval rosaleña Patrimonio | Casa Jirafa Historia Oral | Antonio Volpe Novedades Foto de Tapa: Bunque Tanque Punta Alta amarrado en la dársena de la Base Naval Puerto Belgrano. Circa 1940.

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Esta revista ha sido declarada de «Interés Legislativo» por la Honorable Cámara de Diputados de la Provincia de Buenos Aires - Resolución N° D/2030/04-05, por el Honorable Concejo Deliberante de Cnel. Rosales - Decreto Nº 45/04 y de «Interés Provincial Cultural» por el Instituto Cultural de la Provincia de Buenos Aires, resolución Nº 191/05.

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por Gustavo Chalier

BUQUE TANQUE “PUNTA ALTA” Hito de la industria naval rosaleña

Buque Tanque Punta Alta en la rada de la Base Naval de Puerto Belgrano La ciudad de Punta Alta posee un estrecho vínculo con el mar. Constituido desde los orígenes como su razón de ser, el océano es visto como lugar donde se desarrollan actividades recreativas y relacionadas con la defensa. Pero también en el distrito se hace otro uso del extenso frente marítimo. La industria naval, tanto en el sector estatal como en el sector privado, ocupa muchos brazos y capitales para el desarrollo rosaleño. Especialmente favorecida por contar con medios técnicos y mano de obra especializados y de primer nivel, no obstante, esta actividad pasa inadvertida, pese a la importancia que tiene y tuvo históricamente. El presente artículo pretende recordar un hito en la actividad industrial naval del partido de Coronel Rosales: la construcción del buque tanque Punta Alta. En ella se pusieron de manifiesto las enormes posibilidades de la región para generar un gran proyecto industrial con-

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jugando al Estado, a la fuerza laboral y técnica y a la comunidad toda. Industria naval argentina La industria naval puede definirse como la encargada de la construcción, reparación y transformación de medios de transporte acuático. Es parte integrante de la rama metalmecánica y se considera una industria de tipo concurrente o de síntesis ya que utiliza o monta un cúmulo de componentes –insumos, equipos e instalaciones– que provienen de una muy amplia diversidad de sectores manufactureros, al igual que la industria automotriz, entre otras. Por ello, su desarrollo promueve cadenas de producción y transporte muy importantes a la hora de producir riqueza y trabajo. Según su finalidad, pueden distinguirse dos tipos de barcos: • productivos, que son las embarcaciones uti-


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lizados como bienes de capital, (barcos de guerra o defensa, transporte de carga, transporte de pasajeros, pesqueros, embarcaciones auxiliares, de turismo, de investigación, plataformas extractivas, dragas, artefactos navales). Éstos conforman la llamada industria naval pesada. • para consumo final, que son embarcaciones usadas para la recreación y el deporte (veleros, lanchas, cruceros, semirrígidos, inflables y botes). Éstos son los productos finales de la llamada industria naval liviana.1 Punta Alta ha tenido y tiene la capacidad humana y técnica para desarrollar una industria naval pesada: desde el principio, la Base Naval fue pensada no solamente como un apostadero de la marina de guerra sino como un sitio de reparación (carenado) de naves. Para eso el ingeniero Luigi Luiggi diseñó los diques de carena y los talleres que sirven para efectuar todo tipo de arreglos a los grandes buques de guerra. La industria naval y los astilleros poseen una larga tradición en el país. En efecto, en el territorio nacional se construyeron navíos desde principios del siglo XVIII. En las primeras décadas del siglo XIX ciudades como Buenos Aires y Corrientes poseían astilleros reputados. Se construían barcos fluviales, costeros de cabotaje y fragatas de ultramar. Además, en Buenos Aires se reparaban buques.2 Luego, la Guerra de la Independencia propició la construcción de navíos de guerra para la formación de la escuadra nacional y de algunos buques mercantes para atender las necesidades del comercio interior. En la segunda mitad del siglo XIX, contra lo que puede creerse, el aumento de las exportaciones agropecuarias no tuvo una real consonancia con el impulso a esta industria. Si bien aumentó grandemente la construcción y reparación de barcos, lo cierto es que el comercio exterior argentino era realizado casi en su totalidad por buques de bandera extranjera. Los barcos argentinos solamente se usaban en el tráfico de cabotaje. La industria naval argentina fabricaba entonces navíos auxiliares, necesarios para la infraestructura portuaria en desarrollo. También desarrolló el rubro de las reparaciones, dedicado en gran medida al carenado de aquellos barcos. Posteriormente, algunos constructores genoveses instalados en la zona de la Boca y Dock Sud empezaron a construir buques mercantes fluviales de pequeño porte. La legislación acompañó a este desarrollo, ya que en 1910 se dictó la Ley Nacional de Cabotaje, que establecía la exclusividad de bandera argentina en este tipo de navegación, salvo acuerdos de reciprocidad con otras naciones.

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Secuencia fotográfica que muestra diferentes etapas de la construcción del casco del buque tanquePunta Alta en los diques del Arsenal Naval de Puerto Belgrano (c. 1936) . En la oportunidad se utilizó soldadura eléctrica en lugar de remaches, técnica que era novedosa en la industria naval local.

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Cuando a mediados del siglo XIX creció la sofisticación de los buques de guerra, impulsados por vapor y con casco de hierro, el estado implementó la política de comprarlos en grandes astilleros europeos, principalmente de Gran Bretaña, AustriaHungría e Italia Sin embargo, en 1879 se fundó el principal taller de reparaciones navales del país bajo el nombre de Arsenal de la Marina. Pero durante la Primera Guerra Mundial (1914-1918) se hizo evidente la falta de buques de ultramar, necesarios para el comercio exterior de nuestro país, ya que los buques extranjeros estuvieron afectados al conflicto y no podían salir de sus puertos por la amenaza que representaban los sumergibles. El 5 de octubre de 1926 fue promulgada la ley secreta Nº 11378 para el plan de renovación del armamento naval que disponía, entre otras medidas, la asignación de partidas para la compra de buques y para la puesta al día de los talleres del Arsenal Naval de Puerto Belgrano. Además, desde fines de los años ’20, se fundó una serie de astilleros privados y estatales de gran importancia. Entre los últimos, se destacó la creación de los Talleres Generales de la Base Naval de Río Santiago, los que, posteriormente se llamaron Asociación de Fábricas Navales del Estado y luego, Astillero Río Santiago. Quizás no sea ocioso subrayar que el primer buque mercante del país con registro bruto superior a 1.000 toneladas fue construido por ASTARSA por orden de Yacimientos Petrolíferos Fiscales (YPF).

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La década del 30: Estado, Armada e Industria El golpe de estado de 1930, que puso fin al mandato del presidente constitucional Hipólito Yrigoyen, marcó un profundo retroceso institucional en la Argentina moderna. En el ámbito específico de la Armada, a partir de ese momento se vivió una etapa de transformaciones, sobre todo bajo la presidencia del general Agustín P. Justo, quien colocó como Ministro de Marina al almirante Manuel Domecq García. “En el ámbito naval, el almirante Manuel Domecq García conformaba el grupo de oficiales que adscribía al pensamiento expuesto por Storni, Lagos y otros oficiales: generación y fortalecimiento de la industria naval, una marina mercante propia y pujante, mejora en las comunicaciones marítimas, explotación de los recursos energéticos y actualización paulatina de los medios de la Marina de Guerra. Coincidía también en que se debía impulsar la presencia en el sur patagónico a través de la instalación de bases y tareas de balizamiento. Receptivo a estas demandas, consciente del papel de las Fuerzas Armadas en el desarrollo del país y con una fuerte convicción sobre la importancia estratégica de la Argentina en la región, el presidente se mostró favorable para la incorporación de tecnologías y medios navales, apoyando los planes de su ministro de Marina.”3 El gobierno liberal de Justo adoptó un moderado keynesianismo, teoría económica en boga, que respaldaba la intervención estatal en el sector productivo con una intensificación de la obra pública, a fin de paliar el desempleo y los efectos sociales de la gran crisis de 1929. En este marco, y a raíz de la situación internacional imperante, no resulta extraño constatar la reactivación de la industria naval en el ámbito de la Armada. Para tal fin, se desarrollaron ímprobas labores en astilleros estatales

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Botadura del casco del Buque Tanque Punta Alta (1936) tales como el Arsenal Naval de Río Santiago y el de la Base Naval de Puerto Belgrano. En lo tocante a este último, se puso en juego el pleno uso de sus capacidades técnicas.4 Los Talleres de la Base El aspecto laboral era un ítem a tener en cuenta para la concreción de cualquier proyecto. Debe recordarse que la ciudad de Punta Alta, por ese entonces, poseía una fuerte impronta obrera. Desde sus inicios mismos, a fines del siglo XIX, se constituyó como un asentamiento de los operarios que levantaron la Base Naval de Puerto Belgrano. Las primeras décadas del siglo XX vieron afirmar ese perfil con la consolidación, por un lado, de varios proyectos de capitales extranjeros (la existencia de dos importantes ramales ferroviarios, los Ferrocarriles del Sud y Rosario Puerto Belgrano, y las obras y operatoria del puerto comercial en Arroyo Pareja, lo que hoy es la terminal portuaria Rosales); y por el otro, el Arsenal Naval de la Base Naval. El Arsenal Naval era uno de los lugares más idóneos que poseía el Estado Nacional para la reparación y eventual construcción de buques. Fundado en 1905, las vastas tareas de carenado y provisión de la flota de mar requirieron un conjunto de dependencias interrelacionadas en un complejo organigrama, que comprenden talleres de electricidad, motores y máquinas, carpintería, óptica, control de tiro, contabilidad, seguridad e higiene, audi-

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toría, etc.5 El trabajo en los Talleres del Arsenal era mucho. Por ejemplo, según lo expuesto en la Memoria Anual de la Base Naval de 1936, durante el año anterior se habían reparado cuarenta barcos entre los de la Escuadra de Mar y buques pertenecientes a otras dependencias estatales y de particulares.6 No obstante, su capacidad no fue utilizada como debiera. En efecto, en el extenso listado que hace el ingeniero Ramilo de construcciones navales realizadas en el país por empresas privadas y estatales, hasta 1970, solamente dos buques fueron realizados en los Talleres de la Base: el buque Tanque Punta Alta (entre 1935 y 1937) y el aviso Róbalo (1939-1942).7 Los obreros de los Talleres Estas circunstancias, sin embargo, no presentaban características ideales. Si bien el personal civil de la Base Naval era importante en número, muchas veces se debía recurrir a contrataciones temporarias que, si bien salvaban la situación, conspiraban en sí mismas contra el establecimiento definitivo de una mano de obra altamente calificada en la región. En la Memoria del Arsenal Naval de 1934, puede leerse al respecto: “Los Talleres tienen suficiente capacidad como para atender las reparaciones que puedan presentarse en los buques asignados a la Base, pero es necesario tener en cuenta que


esos trabajos no bastan para mantener a todo el personal obrero en estado de actividad permanente durante todo el año, lo que obliga a suspenderlo con frecuencia. Este estado de cosas provoca el éxodo de los operarios que tratan de conseguir en otra parte, una ocupación que les asegure mayor regularidad en el trabajo. Como en las localidades próximas a la Base no se consigue personal obrero especializado, en casos de acumulación momentánea de trabajo, resulta poco menos que imposible contar con personal transitorio que pueda reforzar la dotación del personal permanente de Talleres. Durante el año transcurrido fue menester llamar obreros de la Capital Federal.”8 Esta situación de los operarios fue la preocupación constante de las autoridades de la Armada durante toda esa década, dado que comprometía los objetivos de trabajo del Arsenal. Así se lee en la Memoria de 1936: “… es primordial para el buen funcionamiento y rendimiento del personal garantizar un trabajo continuado, con ello se evita el interés del obrero en retardar la terminación de la obra y se le da la sensación de seguridad y tranquilidad tanto para él como para su hogar.”9 La solución, al menos parcial, llegó en 1938. La Memoria anual de 1939 informaba de los cambios de organización efectuados para subsanar los inconvenientes de las suspensiones por falta de trabajo, “que lo tenía [al personal] desmoralizado”. Estas medidas, tomadas manu militari, incluía, entre otras, refuerzo de los mecanismos de supervisión, reducción de jornales, la “eliminación de cierto personal de antecedentes ó rendimiento dudoso” y el despido de operarios “sobrantes”10. El número de trabajadores disminuyó sensiblemente: de 1050 que habían sido a principios de 1938, se llegó a 700 a finales de ese año y el número de aprendices bajó de 215 a 152 en el mismo período. No se conocen reacciones en contra por parte de los obreros. El informe concluye: “Mejor vigilancia y mucho mejor espíritu de los obreros (…) han traído como consecuencia un notable aumento en el rendimiento.” Es de destacar que esta mano de obra hizo una serie de trabajos notables, no solamente dentro del Arsenal Naval sino como puntal de la actividad privada. Efectivamente, fue uno de los pilares de varias construcciones de barcos menores de particulares, principalmente las que sirvieron al sector pesquero local. Se recuerda especialmente a Nicanor Díaz, un asturiano empleado en los Talleres de la Base y que participó de varios emprendimientos particulares. Él construyó las embarcaciones San José, Vitense, María Isabel y dos lanchas emblemáticas: la Stella Maris (botada en 1947) y el pesquero de altura Coronel Rosales, construido en la empresa “Astilleros Punta Alta” de Arroyo Pareja, en 1969.11 El buque tanque Punta Alta Por eso mismo, la construcción del buque tanque tuvo gran importancia en la ciudad de Punta Alta de ese entonces. No sólo por el hecho anecdótico de que llevara el nombre de la localidad, sino por la novedad de construcción de un navío de gran porte en la zona. Si el estado se comprometía a desarrollar la industria naviera en Punta Alta, la plena ocupación de mano de

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Visita del presidente Gral. Agustín P. Justo a la Base Naval de Puerto Belgrano, donde además de bendecir al buque tanque, inauguró el Hotel de Oficiales y la iglesia Stella Maris ( 4 de noviembre de 1937) obra especializada y el consiguiente beneficio social y económico para el vecindario se veían como muy prometedores en ese entonces. El barco era un buque auxiliar destinado a cisterna de la Base Naval. Escuetamente el Informe de los Talleres Generales de 1937 indicaba que: “Se ha construido una chata petrolera de 1.720 toneladas métricas con un desplazamiento en completa carga de 1000 toneladas de petróleo.”12 Tenía una eslora de 64,21 m., una manga de 10,36 m. y su calado era de 3,80 m. La capacidad de los tanques era de mil metros cúbicos y los tripulantes, cuarenta. La construcción se inició en 1935, siguiendo los planos del ingeniero naval Juan Sivoró. La obra estuvo bajo la dirección del ingeniero Héctor Navarro y culminada por el director de los Talleres Generales, ingeniero naval José Bertino. El casco fue fabricado empleando solamente soldadura eléctrica en lugar del remachado de planchas, lo que ayudó a disminuir considerablemente el peso de la estructura. El casco fue botado el 27 de junio de 1936 y en octubre de ese año comenzaron a realizarse las tareas de instalación de las máquinas y equipos. Dos enormes motores Diesel de 375 HP cada uno propulsaban la nave que, además,

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contaba con la novedad de que todas las máquinas auxiliares eran eléctricas.13 El buque y la ciudad El barco causó honda impresión en el vecindario puntaltense, ya que, además de ser la primera vez que los Talleres construían un navío de semejante envergadura, iba a ostentar el nombre de la localidad. Por eso, la comunidad quiso hacer ostensible su presencia, más allá de la mano de obra aportada, con un gesto simbólico: la donación de la bandera al buque tanque y el cofre correspondiente para guardarla. Por iniciativa del directorio de la Escuela Industrial, se propuso hacer ese obsequio a la nave. Y tras la favorable acogida de la propuesta, se conformó en octubre de 1937 la llamada “Comisión Popular Pro Bandera al buque tanque Punta Alta”. Estaba presidida por Romeo Ferrandi, distinguido vecino que había sido uno de los primeros en instalarse en la localidad casi cuatro décadas antes. Y la integraban, en calidad de autoridades, Estanilao Boffi, como vicepresidente; Elías Nelson, como secretario y Juan Yulita, como tesorero. El cofre que portaría la enseña fue obsequio de los obreros de los Talleres, a iniciativa de la Asociación de Trabajadores del Estado. Fue


Afirmación del pabellón en el Buque Tanque Punta Alta, en que el guardiamarina más joven, como es tradición, izó la bandera en presencia de Justo y Fresco entre otros ( 4 de noviembre 1937)

Aviso Róbalo

Dentro del programa de construcciones navales efectuadas en la Base Naval de Puerto Belgrano por el gobierno de ese entonces, es también digna de mención la construcción del Róbalo. Fue íntegramente desarrollado en los Talleres del Arsenal, para subsanar la obsolecencia de los remolcadores en uso en ese entonces. Fue concluido como remolcador en 1940 y transferido a Prefectura Naval Argentina en 1942. Esa

fuerza lo designó como aviso o guarda costa, y permaneció en servicio hasta la década de 1970. El Róbalo tenía una eslora 35 metros y una potencia del motor de 450 H. P. Una maqueta de este barco se encuentra a la entrada del Museo Naval de Puerto Belgrano, realizada en hierro, chapa y madera por los alumnos de la Escuela de Aprendices, lo cual es otra evidencia del grado de formación y aptitud técnica y profesional de la mano de obra egresada.

Imagen actual del Buque Tanque Punta Alta, fondeado en la zona de Puerto Rosales. Reposa en las mismas aguas que lo vieron nacer, después de más de medio siglo de servicio.

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construido en los mismos Talleres fuera del horario laboral y su costo solventado por los trabajadores, lo que demuestra el orgullo por la labor realizada. Con el barco ya terminado en 1937, el presidente Justo anunció que llegaría a la Base Naval de Puerto Belgrano para participar de una serie de actos protocolares: la inauguración del Hotel y de la iglesia Stella Maris y la bendición del Punta Alta. Desde la prensa, se instó para que “el pueblo en masa” concurriese a los actos de bendición de la nave y entrega de la bandera.14 Finalmente, el 4 de noviembre de 1937 el obispo diocesano de Bahía Blanca, monseñor Leandro Astellarra, bendijo el barco, ante la presencia del presidente, sus ministros y del gobernador bonaerense Manuel Fresco. Además, ese mismo año, los Talleres realizaron otras embarcaciones menores, más de una veintena entre chinchorros, botes a remo, lanchas salvavidas; entre ellas, se destacaban por su tamaño, dos lanchas a motor de desembarco de 12,80 m. de eslora y 3,35 de manga y una lancha a motor un poco más pequeña que la

anterior.15 Todo lo cual denota la febril actividad desarrollada en ese ámbito por aquellos años. El Punta Alta, medio siglo de servicio El Punta Alta operó siempre como cisterna de agua en la Base Naval Puerto Belgrano y fue utilizado en un gran número de misiones por la Armada durante más de cinco décadas. Finalmente, el 18 de marzo de 1996 fue entregado a la Dirección Provincial de Actividades Portuarias para ser usado como escollera de contención de material de dragado en Puerto Rosales, conforme a lo dispuesto por el Decreto 666/95, del 8 de mayo de 1995 que declaró en desuso al buque tanque y otras unidades.16 Así terminó sus días el buque tanque que llevó el nombre de la localidad que lo vio nacer, sobre las mismas costas y siempre mirando al mar, como testimonio permanente de que nuestro futuro es oceánico. Una nueva embarcación de la Armada, a partir de 1998, lleva el nombre de Punta Alta. En ese año se adquirió a la Guardia Costera de los EEUU un buque balizador- multipropósito que se bautizó como aquel recordado buque puntaltense.

Notas 1 Cf. República Argentina: “Informe Sectorial Sector de la Industria Naval”, Dirección de Oferta Exportable, Dirección General de Estrategias de Comercio Exterior, Subsecretaría de Comercio Internacional, Ministerio de Relaciones Exteriores, Comercio Internacional y Culto, 2011, p. 5 y ss. 2 Cf. Ramilo, Enrique: “Actividad de la industria naval argentina”, en Temas de industria naval argentina, Bs.As., Fundación Argentina de Estudios Marítimos, 1971, p. 13 y ss. 3 Figueroa, Mauro: “El desarrollo naval argentino. Avances y retrocesos (1922-1938)”, en Revista Digital del Instituto Universitario Naval, Nº 2, p.17 4 Cf. González Climent, Aurelio: “Historia de la industria naval y de la marina mercante”, en Temas de Historia Marítima argentina, Bs.As., Fundación Argentina de Estudios Marítimos, 1970, p. 179 5 Cf. Chalier, Gustavo: “100 años del Arsenal Naval Puerto Belgrano”, en El Archivo. Año V, Nº 13, mayo 2005, p.8. 6 Cf. Ministerio de Marina. Memoria anual de la Base Naval de Puerto Belgrano, 1936, foja 8 y ss. 7 Cf. Ramilo, p. 17 8 Arguindeguy, Pablo y Rodríguez, Horacio: Las fuerzas navales argentinas. Historia de la flota de mar, Bs.As., Instituto Browniano, 1995, pp. 199-201 9 Ministerio de Marina. Memoria anual de la Base Naval de Puerto Belgrano, 1936, foja 43. 10 Ministerio de Marina. Memoria anual de la Base Naval de Puerto Belgrano, 1939, foja 10 11 Cf. Amarfil, Romina: La ría de la bahía Blanca, Punta Alta, Archivo Histórico Municipal, 2002 12 Base Naval de Puerto Belgrano. Talleres Generales: Informe de los Talleres Generales, 1937, foja 6 13 Cf. Revista Punta Alta, año IV, Nº 66, 21 de agosto de 1937, s/p 14 Cf. La Nueva Comuna, 5 de noviembre de 1937 15 Cf. Base Naval de Puerto Belgrano. Talleres Generales: Informe de los Talleres Generales, 1937, fojas 6 y 7. 16 Cf. Boletín Oficial, Nº 28.142, 1ª Sección, 12 de mayo de 1995, p.5 17 Cf. Ministerio de Marina. Dirección General de Material: Memoria Anual, 1940, foja 11

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Bibliografía Documentación édita e inédita

Base Naval de Puerto Belgrano. Talleres Generales: Informe de los Talleres Generales, 1937 (Archivo General de la Armada, caja 0904) Ministerio de Marina: Memoria anual de la Base Naval de Puerto Belgrano, 1936-1940 (Archivo General de la Armada, cajas 044 y 050) Ministerio de Marina. Dirección General de Material: Memoria Anual, 1940 (Archivo General de la Armada, caja 0219) República Argentina: Boletín Oficial, Nº 28.142, 1ª Sección, 12 de mayo de 1995 Diarios y revistas La Nueva Comuna, Punta Alta, 1936-1939 Revista Punta Alta, 1937 Bibliografía édita Amarfil, Romina: La ría de la bahía Blanca, Punta Alta, Archivo Histórico Municipal, 2002 Arguindeguy, Pablo y Rodríguez, Horacio: Las fuerzas navales argentinas. Historia de la flota de mar, Bs.As., Instituto Browniano, 1995, pp. 199-201 Chalier, Gustavo: “100 años del Arsenal Naval Puerto Belgrano”, en El Archivo. Año V, Nº 13, mayo 2005, pp.2-10. Figueroa, Mauro: “El desarrollo naval argentino. Avances y retrocesos (1922-1938)”, en Revista Digital del Instituto Universitario Naval, Nº 2, p.17 (http://www.ara.mil.ar/pag.asp?idItem=427) Fundación Histamar (www.histamar.com.ar) González Climent, Aurelio: “Historia de la industria naval y de la marina mercante”, en Temas de Historia Marítima argentina, Bs.As., Fundación Argentina de Estudios Marítimos, 1970, pp. 161- 179 Ramilo, Enrique: “Actividad de la industria naval argentina”, en Temas de industria naval argentina, Bs.As., Fundación Argentina de Estudios Marítimos, 1971, pp. 11-39 República Argentina: “Informe Sectorial Sector de la Industria Naval”, Dirección de Oferta Exportable, Dirección General de Estrategias de Comercio Exterior, Subsecretaría de Comercio Internacional, Ministerio de Relaciones Exteriores, Comercio Internacional y Culto, 2011 (http://www.argentinatradenet.gov.ar/sitio/ estrategias/Industria%20Naval.pdf ) Agradecimientos: Al TN Mauro Figueroa (Departamento de Investigaciones, ESOA,Carlos Mey y Norberto Argüello.

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Patrimonio

Por Arq.Graciela Britos

“Casa Jirafa”

Reseña histórica En 1907, las obras de la Base Naval, se encontraban en plena ejecución y se comenzaba con las obras de viviendas. Entre ellas se destaca un grupo de 12 viviendas para oficiales, conocidas como casas “jirafas”, atípicas para la época por las características que presentaban: incorporaron los “altos” y el “bow- window” en planta baja. La idea rectora para el diseño de estos barrios se basó en uno de los modelos urbanísticos más utilizados, que se desarrollaron en Inglaterra y en Francia. Nos referimos a las “Garden City” o “Ciudades Jardín”.

Antecedente tipológico Ciudad Jardín En busca de sanear las ciudades (que crecieron desproporcionadamente a partir del siglo XIX), se proyectaron centros urbanos, que respondían a un esquema abierto, de circulación articulada y adaptadas a la traza del terreno. Las viviendas se rodearon de jardines y se retiraron de la línea de construcción a través de un jardín, que actúa como filtro sonoro, al mismo tiempo que genera una amplia perspectiva del conjunto. Todas estas características derivan

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y generan una trama urbana abierta y flexible, que permite adaptar las tipologías arquitectónicas elegidas, a la topografía del terreno.

Ubicación y Proyecto Sobre la Avenida al Centro se ubica un grupo de viviendas, que no llegan a formar un barrio, pero sí le dan un carácter y una fisonomía singular al lugar. Se terminaron de construir entre 1912 y 1913, emplazadas en amplios terrenos rodeados de jardines, y en sucesivas intervenciones, fueron ubicándose otras viviendas entre ellas, de tipologías diferentes. El proyecto original contemplaba la construcción de 200 viviendas, de las cuales, sólo se concretaron doce y de estilo innovador.

Caracteristicas de la Obra Exterior Si tenemos que definir el movimiento o estilo arquitectónico al que pertenece la esta obra, debemos referirnos a uno “ecléctico”, ya que es una conjunción de elementos neoclásicos y pintoresquistas, que dividen a la fachada en dos sectores bien definidos.


El neoclásico, está expresado en el sector donde se ubica el acceso principal a la vivienda y aporta los arcos de medio punto en las ventanas de planta baja, los balaustres del porche, el remate plano y trabajado de manera austera, en la planta alta y la ornamentación de las ventanas superiores. En tanto el pintoresquismo, se expresa en el sector del estar en planta baja, coincidente con el balcón del dormitorio, en planta alta. Sus características están dadas por el techo a dos aguas, el pináculo de su cumbrera, la herrería de la baranda y cenefas del piso superior y, como elemento innovador para el lugar, la incorporación de un “bow window”, que en algunas viviendas se cerró, ampliando el dormitorio de planta alta. Estas formas se unen en una armonía total y generan una sensación de esbeltez en su fachada, que da origen a su apodo. Otra de las singularidades de este proyecto, es el alero sobre ménsulas metálicas del porche de acceso, también en hierro trabajado de manera artesanal. Interior Estas viviendas se desarrollan en dos plantas donde las unidades funcionales se distribuyen, según sus usos, ya que en planta baja se desarrollan los locales de uso

diurno (estar, comedor, toilette, cocina y dependencias de servicio), mientras que en planta alta, se ubican aquellos que responden al uso nocturno, dormitorios, baños y estares íntimos o salas de juegos, que son sólo de uso familiar. Las circulaciones horizontales se desarrollan a través de pasillos y halles, que conectan todos los locales en ambas plantas. La vertical se da a través de una amplia escalera que conecta las dos plantas. En esta obra no sólo se optimiza la conjunción de dos estilos, sino también, la estética y la función.

Conclusión Esta obra es otro ejemplo del importante Patrimonio Arquitectónico y Urbanístico, con el que cuenta la Base Naval de Puerto Belgrano y que es digno de destacar, ya que responde a los lineamientos que determinaron los diferentes estilos arquitectónicos y que marcaron una época. Este ejemplo, al que hoy hacemos referencia, define la singularidad de las obras y de quienes las ejecutaron, para lograr respetar la tipología original y ,al mismo tiempo, preservar los rasgos identitarios que la generaron.

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El señor Antonio Volpe, destacado músico puntaltense, tiene 89 años y reside en nuestra ciudad en la actualidad. La entrevista fue realizada por Guillermo Bertinat y consta de cinco partes de 90 minutos cada una aproximadamente.

Antonio Volpe

Antes de estudiar, mi papá había traído en el año 31 una radio […] y escuchábamos LU7 que fue una de las primeras emisoras acá y escuchaba a (Everardo) Nadalini y me empezó a gustar el bandoneón y hacía morisquetas, como que tocaba… En el año 32´ yo había terminado cuarto grado […] cuando vine, mi hermano Pepe me dice “che, el viejo te quiere llevar para estudiar bandoneón. […] Y fuimos a Rivadavia 80, […] (a lo de) Antinori. Y me compraron un bandoneón de estudio que le faltaba una tecla, le pusimos una de madera y empecé a estudiar con eso. […] En el año 33´ tocamos en el Teatro Colón que el maestro Antinori llevaba a los alumnos. Se usaba mucho eso de tocar en los teatros y a veces en las kermeses nos ponían. […] En el 35´ empecé a tocar en varias orquestas, me llamaban. De muy chico.

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Antes había muchos bailes. Yo tocaba ocho, diez bailes. Llegaban las kermeses, que era otras diez, doce fechas. En el 36´ (se) formó el cuarteto de Aníbal Sosa. Tocaba Sosa, Arsenio Romero y mi hermano tocaban el violín y yo el bandoneón. Y tocábamos todos los domingos en la audición “La Hora Autonomía” que se hacía en LU7. […] A fines del 37´ formé un cuarteto de bandoneones. Para ese entonces yo tenía catorce años, esa fue la base. Tocaba Pedrito Rodríguez, que era más chico que yo, Linor Ríos, Francisco Giuliano y yo. […] En el 38´ formé una orquesta, estaba mi hermano estaba Meloni. […] Quedamos los tres bandoneones, Ríos, Rodríguez y yo. Después los dos violines y el hermano de Meloni, Mildo tocaba el piano y Lemus, como tocaba el contrabajo lo llamé y vino. […]


Después seguimos tocando y el 4 de noviembre de 1939 tocamos en la Sociedad Argentina con la clase de 1919. Un golazo… […] Sacando a Pedrito después los demás eran más grandes que yo. Y llamar la orquesta Antonio Volpe quedaba medio… entonces le pusimos Ritmo de Juventud. Después empezó a pasar el tiempo y llegó la época en la que se fueron retirando. […] Nosotros con la orquesta en el 47´se fueron los muchachos, quedó mi hermano, Juancito Sottile y Verdini. […] De violín lo traje a manzanares. De pianista tuvimos una suerte… resulta que mi papá alquilaba en Paso un departamento y vino un suboficial pero el asunto era que tocaba el piano. No sabés cómo tocaba el piano… Laburari. […] Vos sabés que empezamos a ensayar […] Tenés que ver esa orquesta al mes y medio. Estábamos ensayando acá en la cocina, teníamos un amontonamiento… vino Verdini. Entró llorando no podía creer que la orquesta sonaba así. […] Y más adelante vinieron cosas más importantes todavía, pero en otra etapa. No es porque sea yo, pero lo que hice yo no creo que haya otro que lo pueda hacer, porque fue una cosa que vos le decís entusiasmo, sacrificio, todo junto. Porque era cuestión de vivir, con el pensamiento en la orquesta.

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