Hace sesenta años, las nubes ya estaban lejos. Allá por 1955, la distancia de las nubes servía de metáfora a José Alfredo Jiménez para hablar del amor inalcanzable y de la altivez femenina. Hoy, en cambio y aunque siguen igual de retiradas, las nubes dejaron de ser propiedad exclusiva de trovadores y sirven a otros para dar nombre a lo nuevo.