SINOPSIS
SINOPSIS Carlos barre y trapea los pisos de una peluquería de aroma antiguo. Un sábado por la mañana, en la víspera del 16 de septiembre, entre los clientes, aparece Julio, tan joven como él, pero de profesión soldado. Sus miradas se cruzan y a la hora del cierre Julio volverá por Carlos, quien le abrirá la puerta. Esa noche la pasarán juntos cenando, charlando, retocando el corte de cabello de Julio, e incluso bailando, con la conciencia de que ese encuentro, quizás amoroso, será breve e irrepetible, porque cuando amanezca, después del desfile militar, Julio partirá hacia la frontera.
TEXTO DEL DIRECTOR CON PLANTEAMIENTO CINEMATOGRÁFICO Trémulo es un proyecto de cortometraje que pretende construir una situación entrañable a partir de una historia mínima, afianzando el hecho en la memoria de los personajes sin recurrir a una anécdota épica, o a una situación que implique un punto medular de cambio, o a un suceso fuera de lo común. Se descubre en la pulsión de la vida cotidiana la posibilidad de lograr lo extraordinario, planteando la visión de que vivir no es, de todas maneras, algo tan ordinario como parece. La acción se desarrolla, prácticamente en su totalidad, en el interior de una antigua peluquería para caballeros enclavada en el contexto urbano de la ciudad de México, un espacio público de tránsito constante de clientes que acuden para que les sean realizados cortes de cabello en estilos más bien tradicionales. En ella, los dos personajes principales, Carlos y Julio, se descubren en un fugaz cruce de miradas que los llevará a pasar una única noche juntos antes de la partida de uno de ellos. Carlos, un ‘chícharo’ de peluquería, tiene apenas dieciocho años, está dejando la adolescencia temprana, algo inmaduro aún pero ya conciente de su sexualidad, alguien que sabe ya de las distintas posibilidades de orientación sexual porque las conoce a través de esas formas torpes que suele tomar el deseo en la adolescencia. Es tal vez ese chico citadino que ha tardado un poco en madurar a falta de los recursos económicos necesarios y aún ve su vida desde el precario sustento familiar y las pocas propinas que ayudan para no tener que botar la escuela por no poder comprar un libro. Pero aún no es independiente. Julio es también joven, es alguien que aparenta menos edad físicamente gracias a un cuerpo conservado y una vanidad que le lleva a cuidar mucho de su apariencia física (se arregla el pelo
con frecuencia y es capaz de encontrar un detalle mal realizado de su corte), pero sobre todo es un joven solvente que pertenece a la milicia con el grado de cabo, con esa clase de carácter de quien es capaz de generar dinero con su trabajo y lo ahorra o lo gasta porque sabe que puede provocar con ello la felicidad del otro, o cumplir su propio objetivo como militar. Julio está ensoñando en ese momento y se sabe capaz de conseguir lo que quiere para sí mismo y para los otros. Su generosidad es el resultado de la inteligencia entendida como la capacidad de lograr lo que necesita. A fin de cuentas, Julio está sembrando una memoria para evitar perderse en el anonimato de su profesión. La similitud entre los personajes radica menos en tener la misma edad que en otros detalles como la apariencia física. Son morenos, se parecen físicamente, sus cuerpos tendrían esa forma juvenil carente de excesos de grasa y con una piel sin el embate de los años. Si bien desde el principio se plantea un reconocimiento entre ambos a través del impulso erótico manifestado en el baile, la desnudez del torso, el contacto a través del corte de cabello y un único beso de despedida, estos son aún rasgos visuales de atracción cuya sutileza devela lo trascendental y entrañable que puede significar un breve encuentro que difícilmente podrá volver a repetirse. En el cortometraje habrá un acercamiento voluntario y preciso a los detalles significantes del ambiente que rodea a los personajes, finalmente la elección de la peluquería como espacio dramático total obedece a la necesidad de enmarcarlos en un ámbito que posibilite el contacto físico mediante peluquero cliente y el aislamiento y la concentración que éste provoca en ambos. La filmación de dichos sucesos se llevará a cabo mediante el sistema de ‘toma por toma’, en el cual se elegirán los planos imprescindibles para la narración a partir del hecho dramático específico, privilegiando, como se puede intuir por lo escrito arriba, los acercamientos continuos a los personajes, la frontalidad y el reflejo, entendido como metáfora visual del encuentro entre los personajes y explicitado mediante la
utilización de los espejos que son propios de la locación elegida. Asimismo, el valor del manejo de la circularidad y de giros de cámara y de objetos (tales como la silla del peluquero), tendrán un valor sustancial como evidencia de la fragmentación y de la fugacidad de las miradas y del sutil contacto entre los personajes. El planteamiento general, tanto de realización como de puesta en escena y elementos como el maquillaje y el vestuario, corresponde al realismo, por lo que las atmósferas visuales y sonoras que se evoquen durante cada secuencia, de acuerdo a la temporalidad de aproximadamente doce horas, que evoluciona de la tarde del sábado 15 de septiembre a la mañana del domingo 16, será de vital importancia, ya que se tratará de capturar los sonidos propios de una ciudad que celebra su independencia a lo largo de este breve lapso de tiempo en el cual evoluciona sonoramente en su ambiente exterior. De igual manera ocurre con la luz de la tarde que se filtra a través del ventanal de la peluquería, completamente distinta a lo plomiza y refulgente luz de la mañana del día siguiente que penetra inclemente en el local, pasando por la luz interior artificial proveniente de los neones que iluminan la peluquería durante la noche. Todas ellas, condiciones lumínicas que evidenciarán el estado anímico de los personajes y potenciarán las situaciones cotidianas en las que están inmersos en esos fugaces instantes de la convivencia de Carlos y Julio. Finalmente, Trémulo es la constatación de como dos jóvenes asumen un enamoramiento pasajero, y seguramente inesperado, durante una noche en la que es posible transitar el camino más sutil de los sentidos. Así, cuando deban separarse, cada uno se habrá quedado con un poco del otro: el feliz tiempo compartido.