III.
CARTA A COLIN WILSON
CARTA DEL Dr. STANISLAUS HINTERSTOISSER Presidente del Instituto para el Estudio de la Magia y Fenómenos Ocultos de Salzburgo, DIRIGIDA AL Sr. COLIN WILSON y traducida con enmiendas, por el Dr. Carl Trausk. Frank-Kleingasse 315, Viena 1190 Querido Señor: La prolongada amistad con su estimado colega (¿o debería decir colaborador?) Dr. Trausk, del Instituto Tecnológico de Viena, además de un conocimiento bastante profundo de su extensa obra, me han convencido de que Vd. es una persona apropiada y digna de serle confiada información de particular categoría e importancia. Como Vd. sabe, mis ayudantes y yo hemos dedicado muchos años a estudiar los fenómenos mágicos, tanto en las modernas bibliotecas de Europa, Estados Unidos y Japón, como en las antiguas de Venecia, Zaragoza, Oxford y Kerman, así como las colecciones de manuscritos de estas ciudades. Hemos viajado también mucho para entrevistar a practicantes de las artes ocultas, incluso en situaciones de verdadero peligro (véase Procesos de nuestra Sociedad(1). Creo, sin inmodestia por mi parte, que puedo compararme con el gran Arminius Vámbéry, un pariente de mi mujer por matrimonio, cuyos viajes por Asia Central rivalizaron con los del Conde de Gobineau hechos unos años antes, y que al adoptar el Bahaísmo como su propia religión asombró a sus contemporáneos. Las profundas y minuciosas investigaciones que llevó a cabo sobre tradiciones mágicas de Oriente sólo son conocidas por los que saben leer húngaro, ya que las escribió en este idioma para evitar que sus descubrimientos cayeran en manos: de personas inmaduras e irresponsables. Estos manuscritos no se han publicado ni traducido nunca. Tal como puede deducirse por mi lista de publicaciones, empecé pura y simplemente como historiador asociado a los Profesores Dr. Lutz y Dr. Deak de la Universidad de Budapest, y llegué al estudio de lo oculto más o menos por casualidad. Pero ésta es otra cuestión. Baste decir que cuanta más magia estudié, más consciente fui de sus transcendentales efectos prácticos que últimamente, según puedo pensar, han sido dirigidos contra mí; o mejor diría, liberados contra mi. de una forma (y confío que esto no suene extraño) notablemente parecida al modo en que sus Parásitos de la Mente atacaban las percepciones de sus víctimas. Desde luego, cuando leí la novela en cuestión, me sentí abrumado por la similitud con mis propias experiencias y por el grado de su correlación con los fenómenos históricos y sicológicos conocidos. La relación de esto con Lovecraft (ese escritor extraordinariamente poco elegante, según la considerada opinión del Dr. Williams) quedará de manifiesto en lo que sigue. He leído lo suficiente del trabajo de Lovecraft para darme cuenta de que se trata de una persona relativamente poco sofisticada, inculta y no demasiado familiarizada con las sutilezas artísticas (a pesar de que yo no iría tan lejos como el Dr. Williams en cuanto a condenar su estilo), que se aventuró de forma imprudente en terrenos de estudio y experimentación que deberían quedar reservados a quienes están preparados adecuadamente para enfrentarse a ellos. Una persona que se dedicaba, quizá a causa de su
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