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FOTOGRAFIAR EN EL BOSQUE
Fotografiar dentro de un bosque tiene sus secretos. Teniendo en cuenta estas recomendaciones, podrás disfrutar y retratar toda su magia.
Marie Fraisinet
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Fotógrafa Colaboradora ArgPhNat
FOTOGRAFIAR EN EL BOSQUE
La fotografía en bosques resulta bastante compleja, dado que los diferentes elementos que lo conforman, suelen ser confusos, y bastante complicado de aislarlos para no crear un caos de información en nuestra imagen.
Una vez que nos encontremos en el lugar, busquemos algún claro o un detalle que podamos aislar, además de evitar las imágenes que tengan demasiados elementos.
Si decidimos trabajar en un día soleado, podremos crear sensaciones especiales al jugar con la luz del sol filtrándose entre el follaje, ya que por muy espesa que sea la vegetación, casi siempre hay rayos de luz que consiguen llegar hasta el suelo formando un mosaico muy interesantes para retratar.
Los días nublados, por su parte, son ideales para este tipo de ambientes, creando escenarios muy llamativos y
Ph: Johannes Plenio
creando un clima muy especial, además nos ofrecen la posibilidad de poder trabajar todo el día sin tener que estar pendientes de los cambios de la luz sobre la escena.
Si por la mañana encontramos niebla, ésta funcionará perfectamente añadiendo un efecto difusor para paliar el caos que resultan de las zonas de luz tan dispares en los días soleados.
Uno de los desafíos a los que deberemos enfrentarnos en este tipo de ambientes es la falta de luz y en algunos casos la presencia de viento.
Como generalmente buscamos profundidad de campo, lo que solemos hacer es cerrar el diafragma con la consecuencia de una velocidad de obturación lenta, por lo que si hay viento, las ramas saldrán movidas. Para solucionar este problema tenemos dos opciones: esperar a que el viento calme, o aumentar la sensibilidad ISO para ganar velocidad.
Ph: Peggy Choucairt.
Ph: Alain Audet.
Nikon D800 - 18 mm - f/13 - 1/200 - ISO 1600.
Ph: Rondell Melling.
De todas maneras, juguemos con todas las variables posibles, ya que hacer uso del movimiento del follaje para concretar algún efecto en particular, puede resultar muy interesante.
Cuando exploramos un escenario no deberemos dejar de lado los detalles que nos brinden alguna información extra sobre el lugar. A menudo un detalle aislado nos puede brindar mucha más información que abarcarlo todo. Puede ser casi cualquier cosa: un tronco, una flor, un juego de hongos, las hojas de colores en el suelo, un brote...
Resulta de ayuda detenerse y tomarse el tiempo para observar detenidamente todo lo que nos rodea, buscar ese rincón que brinde algo extra y que nos ayude a captar el alma del lugar.
Una vez que lo hayamos encontrado, pensemos de qué manera encuadrar para lograr transmitir lo que queremos.
Estudiemos la luz y como incide en los elementos. ¿En qué momento del día quedará mejor iluminado? Sepamos esperar la luz adecuada antes de presionar el disparador.
El otoño, es una de las épocas del año preferida por los fotógrafos de paisajes por la cantidad de colores que nos regala la naturaleza. Estudiemos el lugar para saber exactamente cuándo es que nos ofrecerá la mayor variedad de colores cromáticos, ya que la estación cambia rápida-
mente.
Por ejemplo los árboles con colores rojos y ocres de nuestra Patagonia, solo nos brindan esa tonalidad durante un breve tiempo y un día con viento o lluvia puede tirar por la borda todas nuestras intenciones de realizar fotografías, estar prevenidos nos ayudará a no realizar un viaje en vano.
El tiempo dentro o fuera de un bosque suele ofrecernos infinidad de oportunidades, desde detalles en la vegetación, grupos de hongos que se arrinconan a un viejo tronco, pequeños arroyos con hojas secas alrededor, troncos grises con hojas doradas, árboles con diferentes tonalidades de hojas, el verde brillante de los musgos de las rocas, hojas de distintas especies, formas y tonos... siempre nos están abriendo nuevas puertas, nuevas oportunidades, nuevas visiones, solo debemos aprender a verlos y sacar el mayor partido de cada uno de ellos