¡Aleluya y Gloria al Señor! Ese señor del sombrero que tiene toda la cara quemada y las manos como cuchillas. Bienvenidos a una nueva entrega de Revista The Wax, no sabemos bien cómo es que estamos acá, pero por las dudas no nos pondremos a indagar. En este nuevo número, encontrarán todo lo que han venido a buscar, y tal vez más. El material que tienen ante sus ojos es un verdadero conteiner de sabiduría y buenas costumbres (guiño-guiño), literatura muy chic al estilo grano purulento salpicando el espejo del botiquín, en donde no faltarán ardorosas citas a ciegas, agencias de ayuda al zombie, microrelatos enroscados, psicópatas llenos de amor, cavilaciones en cuartos blancos, errores que efectivamente se pagan, tratos con el Diablo, tumores con ansias de libertad y postales de Navidad un tanto trastocadas. Y si acaso piensan que eso es todo se equivocan, porque además, este número viene con un demoledor virus encriptado que convertirá sus artefactos en plástico inservible en tres, dos, uno… Es broma. No podemos hacerle algo así a nuestros lectores… ¿O sí? El uso de virus es Internet Explorer 3.x incorrectly treats em and ex units as pixels, which can easily make text using these units unread able. Record text exactly as it is written, even if there are mistakes, which may be noted in the record by use of the [sic] sign, or even if it is illegible in whole or in part.exe
TENIA SAGINATA
Participan en este número: Esteban Dilo − Yoss – Cristian Cano – Sebastian Elesgaray – Söel Ülrica − Alejandro Negrete – Patitas de Cerdo Nattramn – Hugo Casarrubias – Samir Karimo – Andi Andres – Tenia Saginata ( Muchas gracias, muy rico todo ) Diseño general y Síseñó Síseñó: Ariel S. Tenorio The Wax es un medicamento no oficial retirado de circulación por la asociación de gatos farmacéuticos, prohibida su venta en farmacias y droguerías. Ante cualquier duda…bla.bla… ¡No a la vida!
ONE WILD NIGHT / SEBASTIAN ELESGARAY /
PAG 7
A TI QUE AHORA ERES NOSOTROS / JOSS /
PAG 13
5 RELATOS CORTOS / CRISTIAN CANO /
PAG 22
DIARIO DE NATTRAMN/ PATITAS DE CERDO NATTRAMN /
PAG 25
MANIQUÍ DE CRISTAL CRAQUELADO / SÖEL ÛLRICA
PAG 37
NO SUBAS EXTRAÑOS A TU AUTO / ALEJANDRO NEGRETE
PAG 41
EL ARCHIVO DE AMORES LOCOS DE ANDI ANDRES
PAG 43
LA HIGUERA / ESTEBAN DILO /
PAG 44
EL TUMOR / HUGO CASARRUBIAS /
PAG 47
SANTA CLAUS SIDERAL Y LA GOTA DE ORO NAVIDEÑA / SAMIR KARIMO
PAG 52
ONE WILD NIGHT Sebastian Elesgaray
O
ne wild night ¿De quién era ese tema? Siempre que estaba nervioso se le ocurría algún tema estúpido que no se podía sacar de la cabeza. Por lo general, la canción que se repetía tenía que ver con la situación, así que esperaba una noche salvaje. Matías entendía que iba a encontrarse con una desconocida. Era bueno acordarse de eso, porque nunca había concertado un encuentro por Tinder. Ni siquiera se habían visto por video, porque le daba vergüenza. A él, a ella no sabía. El vagón de subte se movió agitándole aún más el estómago. Con los nervios venían las punzadas. Ya sabía que en la cena —sea la que fuese—, no iba a poder comer mucho. En situaciones ajenas a su costumbre, perdía el apetito y su estómago se convertía en una bola de acero. Tarareando la melodía del tema pero sin saber de que banda era, bajó en la estación Dorrego. Se tenía que encontrar con ella en una esquina. Tenía anotadas las calles porque era bastante torpe para acordarse los nombres. Le iba mejor con los números, eso era algo que le gustaba de La Plata. Mientras caminaba a la escalera, empezó a morderse el labio inferior sin darse cuenta. Era una manía que cargaba desde chico, y cuando reaccionó se obligó a parar. No fuera a ser que le tocara dar un beso y tuviera toda la piel salida justo ahí; iba a espantar a la pobre chica. Subió de incógnito entre toda la gente, pisando los escalones de la boca del subte con firmeza y contundencia. En algún momento podría haber dicho que no, pero ahora estaba en el baile y no podía echarse atrás. En la vereda lo recibió un viento gélido que le dio de lleno en la cara, explayándole el frío por todo el cuerpo. Y yo con un solo par de medias, pensó irritado. Enfiló hacia la esquina donde la encontraría, con las manos en los bolsillos de la campera y agachando la cabeza. Sin saberlo volvía a morderse, se iba a lastimar. Llegando al punto de encuentro, se desgarró levemente la carne del labio inferior. Le empezó a salir sangre, sintió enseguida el gusto agridulce y metálico. Aborrecía ese sabor, y empezó a succionar, a juntar saliva para escupir. Pero justo cuando iba a largar la porquería a un costado, la vio. Tenía un gran saco negro, una bufanda azul oscuro, pantalón de jean negro y botas negras. Parecía querer confundirse con la noche. Se cruzaron sus miradas, y Matías no pudo hacer otra cosa que tragarse la sangre.
No quería escupir delante de ella sin siquiera saludarla. Sería grotesco. Que asco, por favor. Sintió llegar el líquido a su estómago como una patada, y una sensación de vértigo lo tocó como una caricia. Se le ocurrió que debía tener una cara de estúpido enorme, así que levantó las comisuras de los labios en una sonrisa forzada. Ella le contestó de la misma forma. —Hola —dijo. —Hola —contestó Matías acercándose. Se dieron un beso en la mejilla. Ahora viene la parte del silencio incómodo, pensó. Pero se equivocó cuando su boca se movió acompañada de la lengua, y dijo: —Sos más linda en vivo. Dalia no pudo ocultar un poco de sorpresa en sus ojos. —Tarado —le dijo sonriendo. No dijo nada más. Matías se descubrió mirándola. Era alta, dos o tres centímetros más que él. Tenía el pelo suelto, largo, negro y rizado. Sus ojos oscuros parecían estudiarlo, pero no se sentía incómodo. Para el caso él estaba haciendo lo mismo. Además, tenía lindos ojos. —Bueno —comentó Dalia—, asumo que tenés hambre. —Asumís bien —contestó, mientras pensaba en la sangre tragada y se pasaba la lengua por la herida. Ese gusto horrible no se iba con nada. —Vamos a una pizzería acá cerca. —Bueno, te sigo. Vos sos la que conoce por acá. Empezaron a caminar. La ciudad se abría para ellos. Sorprendido, comió media pizza que bajó con dos cervezas. De Dalia fueron tres porciones, y quedó una sola en la bandeja. —Dale, cómela —le propuso sonriendo Matías—. Yo estoy lleno. —A vos te llenó la cerveza —contestó ella. Hablaron de trabajo, música, películas, libros. Con chistes de por medio y anécdotas varias, sabía que la noche iba a terminar bien. Después de la cena fueron a un bar. En el camino la charla siguió, pero lo que se decían servía para demorar. Habían chateado casi dos meses y se conocían demasiado, no había lugar a profundizar en lo que ya sabían uno del otro. El calor del bar hizo que se sacara la campera enseguida, mientras que Dalia solo se desprendió el saco. El comentario que él hizo al respecto recibió por respuesta una media sonrisa. —Me cuesta entrar en calor —dijo ella. Y después lo miró fijo. Matías se preguntó si iba a estar a la altura. En físico no, es más alta que vos, le dijo su conciencia chistosa. En la cama, me
parece que te van a poner a trotar, campeón. Pidieron otra jarra de cerveza, la tercera. La música sonaba fuerte, para obligarlo a acercarse si quería hablarle. Estaban parados al lado de la barra, en un costado, los dos con un vaso. Entonces se acercó para decirle que quería darle un beso. El alcohol de la noche estaba en toda su cabeza y la sensación era agradable, lo animaba. Pero ella se le adelantó. Le puso los labios encima y abrió un poco la boca. Solamente un poco, dejándolo apenas probar su lengua. Cuando se separaron, la cara de Dalia era la de una niña que tiene muchas golosinas para comer. Siguieron bebiendo, pero solo para terminar lo que tenían servido. Fue ella la que propuso ir a un hotel. Le dijo que no podían ir a su casa a menos que quisiera conocer a sus padres. Matías le contestó que por esa vez pasaba. Salieron del bar. La noche ya no estaba tan fría. El hotel estaba cerca, tan solo dos cuadras. —Lugar estratégico el tuyo. Un bar y un telo a dos cuadras. —Y sí. Soy una genia. Se rieron por última vez esa noche. Entraron, pagaron por la noche completa y se metieron en la habitación. El recepcionista les dijo que tenían tiempo hasta las doce del mediodía. Después, les cobrarían recargo. Aturdido —medio por la cerveza, medio por la excitación— Matías se sacó la campera y se tiró en la cama con los ojos cerrados. La habitación estaba poco iluminada, con luces tenues. Había un televisor empotrado y espejos en la pared atrás y frente a la cama. Espejos por todos lados para verse desde todos los ángulo posibles. —Ah, bueno. ¿Te me vas a quedar dormido? —le dijo Dalia. Abrió los ojos. Ella estaba en ropa interior. La miró de arriba abajo, sin poder disimular su entusiasmo. El pelo le caía sobre un hombro con agilidad, las curvas del cuerpo parecían talladas con cincel. El corpiño hacia descansar cómodamente sus pechos, y su vientre tenía la continuidad justa hacia unas piernas suaves y completas. Dignas de ser agarradas. —Debo tener una cara de boludo bárbaro, ¿no? Dalia se le puso encima. —Me gusta que me mires así —le dijo. Después lo besó. Le paso la lengua por los labios y el cuello, parecía saborearlo. Matías lamentaba no tener diez manos más, quería agarrarla toda a la vez. Cuando
se quedó en calzoncillos, se dio vuelta y se puso sobre ella. Le sacó el corpiño y la beso por todas partes. Bajó, le sacó una tanga rosa como sus labios, escuchando como gemía al pasarle la lengua justo por la entrepierna, sin acercarse todavía al lugar indicado. Después lamió con frenesí, como si fuera el hombre con más sed del mundo. Volvió a subir poniéndole los labios en las caderas y el vientre. Se apoyó contra ella y se movió despacio. Ella lo agarró de la cara y lo atrajo hacia su boca. Después lo mordió. Justo en la herida que se había hecho él mismo. Matías gimió y trató de alejarse. Pero no podía. Dalia lo retenía. Y además de morderlo, de clavarle un par de colmillos extrañamente largos, empezó a escucharse un ruido de succión. Asustado, le puso las manos en los hombros y tiró, tratando de zafarse de sus dientes. La miraba fijo con los ojos muy abiertos. ¿Qué hacés? ¿Qué hacés? Y el miedo se hizo fuerte. El dolor en el labio empeoró porque Dalia empezó a masticar. No solo succionaba sangre, sino que pretendía carne. Por puro impulso, Matías le dio un rodillazo en la entrepierna. Sus bocas se separaron al instante. Un reguero de sangre cayó sobre los pechos de Dalia, y sintió el absurdo impulso de lamerla y tomarse todo el líquido rojo. Con pánico creciente, notó que su erección se mantenía intacta. Bueno, me voy a morir duro como un turrón, pensó en trance con la realidad. Se alejó tambaleándose, mientras Dalia contraía el cuerpo y se cubría la ingle con las manos. Se quedó mirándola como un sonámbulo, y ella reaccionó con más rapidez de la que se veía en un día normal. Lo miró con furia y confianza, una mezcla de fuerza que temió más que nunca. La sangre le chorreaba por la barbilla. Cuando se paró en la cama, Matías notó que la imagen de Dalia no se reflejaba en el espejo. Antes de dar media vuelta y salir corriendo, tuvo el tiempo justo de preguntarse como no se había dado cuenta antes. Pero su erección contestaba eso. Llegó a la puerta con varias zancadas y abrió de un tirón, solo para encontrarse con la mirada divertida del recepcionista. Tenía un par de colmillos más largos que los de Dalia, y de un empujón le hizo cruzar toda la habitación. Fue a dar contra la pared y sintió un mareo pesado. —Siempre se te quieren escapar en el último momento a vos. Podrías ser un poco más precavida, che. Dalia se cubrió con las sábanas y gritó enojada: —¿Podrías respetar mi puta privacidad? Entrando, el recepcionista contestó: —La verdad que no. Es como la cuarta vez que te salvo. Algún día no voy a estar. Bon Jovi. El puto tema es de Bon Jovi, pensó Matías en medio de una nebulosa de dolor. Finalmente su erección decidió irse a dormir, dejándolo con un dolor de
huevos lejano. Dalia se envolvió con la sábana y se le acercó. Se agachó a su lado. —¿Qué te parece si te hago mío? —le susurró al oído. Le puso una mano en el pene, se lo acarició con delicadeza. El recepcionista sonrió, dio media vuelta y se fue. Cerró despacio, con la tranquilidad de quien tiene la noche resuelta. Matías quiso contestar, pero le salió un gorgoteo mezcla de sangre y saliva. La cabeza le daba vueltas, el labio le latía, tenía la espalda agarrotada y acalambrada. Con sutileza, casi con cariño, Dalia le pasó una mano por el rostro. Abrió la boca y mostró sus colmillos. Se agachó aún más, le puso los labios en el cuello. Después mordió con fuerza. Matías sintió como succionaba a la vez que lo tocaba abajo. Su erección volvió sin dudar. Era un buen pronóstico de futuro. ***
Sebastián Elesgaray nació en Bragado, el 30 de julio de 1985. Es maniático del orden, no así de la limpieza; y le parece bien cualquier comida que tenga la palabra milanesa en su nombre. En el año 2012 ingresa al taller literario del escritor Leo Batic. A partir de allí, animado por la idea de contar una historia distópica y post-apocalíptica que ocurriera en su propio país, comienza a darle forma a su primera novela, «Tierra de Nadie» (Ediciones B, 2014). Formó parte de la «Colección PDP» en la antología «Chupacirios» (Pelos de Punta, 2015) y de la novela colectiva «Peste Rosa» (Pelos de Punta, 2016). Su último trabajo es la antología «Trece Cuentos Inconexos» (Textos Intrusos, 2017). Estudia bibliotecología y vive en La Plata. A veces lo visita la gata negra de una vecina
A TI QUE AHORA ERES NOSOTROS Por Yoss
S
i estás leyendo esto, es porque inevitablemente caes en una de estas dos categorías: O bien estás sano… aún. Bravo por ti, entonces, y buena suerte. Y si quieres, no sigas leyendo (aunque sospechamos que la curiosidad será más fuerte…) O bien has sido ya mordido, y tras indescriptibles dolor, fiebre e inconsciencia por largas horas, hace poco te despertaste hambriento y hediendo a podrido, sin que tu corazón latiese ni tus pulmones respiraran… y, sobre todo, sin entender nada. Con lo que, al ver tu cara de desorientación e incredulidad (sí, todos empezamos pensando que era un sueño, no te avergüences…) o escucharte preguntar qué sucedía, algún alma caritativa (probablemente uno de nosotros ¿sabes?) puso este folleto en tus temblorosas manos… arriesgándose mucho, de paso. Sí, porque ese buen samaritano asumió que aún podrías leer, o sea, sería uno de nosotros, los intermedios… y no de ellos, de los fracasados, de los casos perdidos. Está claro que ellos no leen, ni se hacen preguntas, ni dudan, ni se niegan a creer. Para ellos es mucho más simple. Sólo muerden, comen, y vuelven a morder y a comer, hasta que los humanos les destruyen su nauseabundo cerebro… Y, confiesa sin pena: casi que te dan envidia ahora ¿eh? A fin de cuentas, parece que lo tienen fácil… ¿no? Pero de ti y no de ellos se trata. Así que ahora tienes que pararte frente a un espejo. Mírate… sin asco ni pena, pero sin engañarte: sí, ese eres tú. No hay error. No el tú de antes, sino el tú actual. El virus te atrapó, y esto es lo que dejó. No, no lo niegues: el primer paso para sobrellevar e incluso disfrutar tu nuevo estado es la aceptación. No estás soñando, no exageraste anoche con las drogas ni el alcohol, no es que tus amigos te hicieran una broma pesada maquillándote de cadáver o que padezcas de una resaca especialmente feroz: simplemente, ya no estás vivo. No, al menos, en el sentido convencional. Y ¿has oído hablar del término “no muerto”? Eso eres tú, ahora. Y no entraremos de momento en más detalles. Sólo aprovechamos para decirte que… sí, también los vampiros y los hombres lobos existen. Pero no es de ellos de quienes hablaremos, tampoco.
Así que, muerto. ¿Difícil de creer, verdad? Pues, compruébalo, si quieres, y si dispones aunque sea de conocimientos elementales de anatomía humana y medicina: no tienes pulso. Tu corazón ya está más allá de la sístole y el diástole. Tu torso tampoco se hincha con la inspiración ni se vacía con la espiración. Y si colocas un espejo frente a tu boca o nariz, no se empaña… sí, la deshidratación comienza rápido, y precisamente por las vías respiratorias. Además. Comienzas a oler… no, tu olfato no sea pedido. Es triste, pero ¿qué se le va a hacer? Tendrás que acostumbrarte: hueles a cadáver. Que es lo que eres. Un cadáver que parece vivo, aún sin estarlo. Es una condición incómoda ¿no? embarazosa en extremo, sin duda. Sobre todo porque sigues pensando, moviéndote, estás hambriento y no te siente en absoluto ni muerto vivo ni un monstruo de ninguna otra clase. Bien, en cuanto a lo de monstruo… de ti depende: no necesariamente lo eres… de hecho, puedes evitar convertirte en uno por largo o tiempo o definitivamente, incluso, si sigues algunas simples indicaciones que a continuación te daremos. Ah, y que conste que no todo en tu nueva situación son problemas; al menos, la mordida que recibieras días antes, que tanto doliera y tan feamente se infectara… resulta que ahora ya no duele. Nada de nada. Ni tiene pus, ni sigue ennegreciendo la carne circundante. Eso es una ventaja, aunque parezca ínfima ¿no? Y mejor aprende a hacer de la necesidad virtud. Te será útil. Pero tampoco te confíes mucho en tu flamante insensibilidad. Ninguna precaución es demasiada. Si tenías vendada la herida, cambia la venda, lávala… cósela, incluso, si es posible. No, no temas: efectivamente, ya no duele. Nada en tu carne duele. Has pedido todo tacto, de hecho, mejor que te acostumbres. De modo que también puedes, si prefieres, también presillar la herida, o usar cola loca. Hay cierto espacio para la iniciativa e inventiva individuales, en esta nueva vida que se abre ante ti. Lo importante es cerrar esa abertura a tu delicado interior…y no sólo para evitar que el implacable deterioro te afecte antes de tiempo, sino también… bueno, es hora de que lo enfrentemos: para ocultar tu transformación. Y también llegó el momento de que consideres cuidadosamente tu futuro (porque sí, sigues teniendo un futuro… raro, pero futuro al fin): ¿qué quieres hacer? Piénsalo bien. Muchos de nosotros, en pleno pánico, huyen de sus casas, empleos, seres queridos, intuyendo que serán preventiva e implacablemente cazados por los humanos, que tratarán de destruir sus cerebros aún pensantes… como mismo hacen con los otros, esos fracasados de los que ya no puede decirse con propiedad que tengan auténticas mentes. Esa mayoría por la que nos juzgan y condenan a todos, por desgracia…
Pero, sinceramente, no te aconsejamos esa actitud. Huir es marcarse. Es reconocerse culpable. Y tú no has hecho nada aún. Claro que si convives con una familia numerosa, o incluso con conyugues medianamente observadores, o que al menos no padezcan de anosmia total… podría ser en extremo difícil ocultarles tu metamorfosis. Así que lo ideal, si está en tus manos, es mudarte solo, adonde nadie pueda inmiscuirse en los drásticos cambios que desde ahora afectarán a tu vida. Por si acaso. Porque, si quieres seguir siendo considerado humano por los demás, tendrás que actuar como tal, y seguir pareciendo tal. Y eso implica… cierto esfuerzo. Aunque no es tan complicado como parece: de entrada, habrás de afrontar, inevitablemente, algunos pequeños cambios en tus comprar de materiales de aseo y cosméticos. Olvídate, por ejemplo, desde ya, de jabones de olor, desodorantes, pasta dentífrica y perfume. Seguirás usando champú y jabón para asearte… al menos al principio; puede que pronto tengas que pasar a desinfectantes más agresivos, como el cloro. Lo importante es parecer y estar limpio. Y eso coloca en un puesto privilegiado de tu cesta de la compra a los repelentes contra insectos ¡que nadie pueda ver que las moscas te rondan y depositan sus huevos en tu carne! Los gusanos emergiendo de tus oídos, boca y fosas nasales podrán no causarte dolor… pero desde luego, sí muy mala impresión a los demás. A partir de ahora tendrás que ser metódico, meticuloso… bueno, sin paños tibios: más bien obsesivo, con tu nueva higiene personal. Bañarte varias veces al día, reiteramos… muy importante. Usar los enjuagues bucales más fuertes del mercado para disimular tu aliento putrefacto. Líquidos limpiadores para eliminar la opacidad de tus córneas. Ayuda afeitarse por completo, cabeza y cuerpo incluidos: al cabo de unas semanas, el pelo deja de crecer… siempre es una preocupación menos. Y algunos hemos descubierto que usar barnices y pulimento para muebles sobre la piel desnuda contribuye fuertemente a darle a la piel una apariencia bronceada, reluciente, tersa y saludable. Un curso de maquillaje teatral o incluso funerario no estaría mal… obviamente, tu tez comenzará rápidamente a perder el color, y tendrás que suplir esa sospechosa despigmentación con cosméticos. Pero, cuidado: evita el aspecto de prostituta sorprendida por el día. Tendrás que ser hábil, y sutil… En general, evita el día. Pura prudencia. Pronto descubrirás que tu vista es en la oscuridad tan buena como en la luz… pero no olvides que a los humanos como fuiste antes no les ocurre lo mismo. De noche, por tanto, entre las sombras, es bastante más fácil para por normal… y no sólo los gatos son pardos.
Más ventajas de tu nueva condición: tampoco sudas. O sea, que puedes dar el gran salto, si tienes recursos, y pasar a vestir con guayabera, traje, corbata e incluso guantes en la más irresistible canícula. Y descubrirás lo bien que funciona, en nuestra sociedad ultra convencional, un atuendo elegante para espantar cualquier sospecha de anormalidad. Las gafas oscuras, mientras más ancha sea la armadura mejor, y caladas incluso a medianoche, también te harán menos conspicuo… además de bastante más cool. Yeah. Pues la idea clave tras estos consejos es que continúes tu vida como antes. O finjas hacerlo, al menos. Y hasta lo disfrutes ¿por qué no? Algo más: seguirás necesitando dinero para pagar el alquiler de tu casa, el transporte, tus nuevos y peculiares cosméticos… y, sí, es ahora de que lo afrontemos: tu nueva dieta. No, no eres un esclavo de tus instintos: no tienes que lanzarte gruñendo a comer cerebros humanos vivos, como esos patéticos fracasados. En realidad, ni siquiera ellos los necesitan para alimentarse… es sólo que, devorando neuronas humanas aún activas, pueden, al menos por un momento, sentir algo de los pensamientos de su dueño ¡con lo que comprenderás que es más una droga que algo realmente nutritivo! Di no, entonces, a la droga cerebral humana. Por tu bien. Y, por favor, no te dejes tampoco llevar por el estereotipo de que sólo puedes o debes comer cosas infectas. Gusanos, cucarachas, lombrices, escolopendras, arañas y cosas así pueden ser, ciertamente, nutritivas… pero sólo si puedes vencer tus prejuicios y disfrutar su asqueroso sabor. No es imposible; algunas culturas humanas tienen a la entomofagia por hábito gourmet. Los mexicanos comen grillos, hormigas y gusanos del maguey, los bosquimanos termitas… Pero son sociedades más bien primitivas, o al menos así son consideradas por el Occidente ortodoxo. Será difícil pasar por un homo sapiens más o menos civilizado comprando cada día en el barrio mexicano, thai o papúa de tu ciudad medio kilo de larvas de mosca vivas para tu desayuno… y sobre todo dejando que te vean ingerirlo. A no ser que antes tú fueras también mexicano thai o papúa, claro. Por otro lado, es lamentablemente cierto que ya no podemos comer más materia muerta, so pena de vomitar hasta nuestras propias vísceras. Todavía no. Quizás, en un futuro, con antialérgenos de nueva generación… nadie sabe, pero confiamos. La ciencia es tan maravillosa… De momento, materia animal viva es tu dieta única y obligada. Pero no te obsesiones con moscas y lombrices. Hay muchas más opciones. Los pequeños crustáceos, por ejemplo. Los peces de acuario dan igualmente buenos resultados, y además, parecen tan… inofensivos. Sin contar que no sangran cuando los devoras, con el lógico ahorro en gastos de tintorería.
Los hámsters y ratones blancos de laboratorio son algo más grandes, tienen más sangre… y sobre todo, también saben mejor. Así que si vas a pasar a animales de mayor envergadura, como conejos, gatos o perros callejeros perdidos y atrapados con trampas., o a vivir de la caza en los bosques suburbanos… es tu decisión. Sólo te aconsejamos: cuando mates y devores, no sólo no dejes que tus vecinos te vean, sino, sobre todo… uses ropa. Se pone echa un asco, y hasta los humanos más confiados pueden acabar sospechando si te ven llevar a la lavandería constantemente kilos y kilos de camisas ensangrentadas… sobre todo si no trabajas en un matadero. Ah, otro buen consejo, si te gusta comer: cuida mucho, pero mucho tu dentadura. O pronto no te servirá de nada…y tendrás que recurrir inevitablemente a las prótesis. Bueno, igual tarde o temprano deberás, y será mejor que te vayas haciendo a la idea: ¡es asombroso lo fácil que se le caen a uno los dientes, cuando casi bailan en los alvéolos de las encías! Atento también a tus uñas: se caerán, no hay modo de evitarlo… sólo de posponerlo. Así que mejor te acostumbras a usar guantes y calcetines ¡siempre! A partir del no muy lejano momento en que comiencen a ennegrecérsete. Reiteramos: mejor pasar por un dandy pretencioso con complejo de elegancia que por… uno de esos fracasados. De esos patéticos gruñidores muerde y come, ya sabes… Ah, también importante: músculo que no se usa se atrofia. Los de tu cuerpo (y lo sentimos si fuiste bailarín o deportista) no tienen remedio: bebe mucha agua para evitar la deshidratación definitiva, pero de todos modos perderás algo de masa muscular… y puede que te venga bien, si padecías de obesidad y sobrepeso antes. Pero ¡el cerebro! Tu preciosa materia gris es la clave para tu supervivencia, y de paso lo único que te distingue de… de esos. Ya sabes quiénes. Entonces, no dejes que se embote. Úsalo al máximo… notarás pronto que tiendes a ser algo más lento…pero no llores… si te queda humedad todavía en los lacrimales… que probablemente no. Con ejercicios adecuados, el proceso puede detenerse, e incluso revertirse el deterioro inicial. Aconsejamos enfrascarse en el aprendizaje de un idioma extranjero, lo mismo que los problemas de ajedrez, los sudokus y crucigramas. Jugar al scrabble, si encuentres compañeros lo suficientemente tolerantes con tu aroma corporal, funciona de maravillas. Pero leer o ver filmes no basta, lo sentimos; se requieren estímulos más fuertes y constantes. Otro detalle: el sexo: sí, el sexo. La verdad es que tu libido pronto caerá en picada. Normal: las gónadas también se secan y deterioran, dentro de tu cuerpo. Y no tan grave, si vives solo; mucha menos gente de las que crees tiene una vida
sexual activa o siquiera normal. Y siempre puedes alegar algún tabú religioso, o timidez, como excusa para tu castidad largamente mantenida (sí, largamente… hay que ser optimistas). Pero si quieres seguir fingiendo que nada ha cambiado incluso en ese acápite, tendrás que usar mucho la inventiva… Una vez más, es más fácil para las féminas: y no sólo porque tengan una experiencia secular en fingir interés en el acto cuando en realidad apenas contienen los bostezos de puro aburrimiento. Para ustedes, señoritas (y señoras) la palabra clave son lubricantes de base acuosa. Las prótesis de silicona o solución salina, si ya estaban implantadas, también mantendrán tu sex appeal a prueba de necrosis. Y si no las tenías antes, pero dispones de recursos… y conoces a algún cirujano plástico tan amigo tuyo (o del dinero) que no haga preguntas ni ponga el grito en el cielo cuando le pidas que te implante los flamantes melones sin anestesia ¡no lo dudes! ¿quién dice que no se puede seguir siendo bella y sobre todo animalmente atractiva después de la muerte? Eso sí; trata de que sea un experto en lo suyo, más artista que médico: las heridas ya nunca se cierran, ni mucho menos cicatrizan. Sugerimos de todo corazón el punto de implante bajo la axila… Por supuesto, pelucas, pestañas postizas y otras prótesis de mejoramiento estético pueden convertirse en tus recursos más útiles, dama recientemente transformada. No será más que un desarrollo de las habituales costumbres femeninas, a fin de cuentas. En cuanto a ustedes, caballeros… bueno, sin circulación sanguínea, mal podrán hincharse los cuerpos cavernosos y esponjosos de su vara de amor. Así que recomendamos fuertemente la abstención total. Pero para todos los que siguen creyendo que el cerebro es el único órgano sexual que realmente importa, siempre hay alternativas. Una es el esqueleto protésico… a fin de cuentas, una erección no es más que un esqueleto hidrostático. Y el soporte que no brindan la sangre que ya no circula puede sustituirse con,.. digamos, una varilla de acero o un trozo de perchero introducido sabiamente por la base del miembro. Y no hace falta dar más detalles ¿no? ¿Emisión de semen? Por favor, seamos serios. Mejor que se olviden de ellas, ya: los pequeños soldaditos blancos de sus testículos se han jubilado, definitivamente, todos. Abur abur. Pero ¿importa tanto? Por suerte ya no estamos en la Edad Media, cuando el sexo como diversión y no como procreación era tabú. En estos tiempos, con condón ¿qué mujer tiene pruebas reales de la eyaculación de su partenaire en el placer horizontal? A no ser las actrices porno, claro… así que si ese era tu empleo
anterior, sugerimos que te busques una nueva esfera de actividades. No queda más remedio. Se acabaron los faciales para ti, pornodivo… Bien considerado, y casi a manera de conclusión, como habrás comprendido ya, no es tan difícil para unjo de nosotros seguir pareciendo 100% y hasta 200% humano. Sólo necesitas privacidad para tu higiene… y tu ingestión de alimentos. Y algo de habilidad para mentir… o sea, nada que no sea capaz de lograr un ciudadano normal. Con lo que podrás seguir integrado (o más o menos) en la sociedad humana, y, confiamos, por laaargo tiempo. Tiempo suficiente, tal vez, para que al fin podamos responder a la pregunta clave, la básica e ineludible para todos los de nuestra condición en estos tiempos de epidemia, de crisis…que si para unos es un peligro, para otros podría ser la mayor de las oportunidades. Y queremos creer que tú también te habrás hecho o te harás pronto esa pregunta: ¿Por qué unos pocos somos así? ¿por qué mientras la mayoría de afectados por el virus ruge, da trompicones torpemente, babea y gime por cerebros humanos palpitantes, y son fácilmente decapitados, hechos pedazos y lobotomizados por casi cualquier humano con fuerza, reflejos y entrenamiento de combate mínimos… nosotros seguimos moviéndonos con la misma coordinación, velocidad y destreza que antes (o casi) y sobre todo, seguimos conscientes? ¿Qué sentido tiene todo esto? si es que tiene alguno. ¿Es el apocalipsis? ¿llegó el fin de la humanidad, condenada por sus innumerables pecados? y nosotros ¿qué papel jugamos ahí? ¿somos sus heraldos, casi angélicos, entonces… o simplemente los indignos de redención, los que nos quedamos fuera, ni vivos ni muertos, ni pecadores ni inocentes? Por otro lado, algunos de nosotros, que aseguran ser capaces de captar las mentes de otros en la misma condición a grandes distancias, se apoyan en este supuesto hecho (tan difícil de demostrar) para especular que somos un nuevo escalón en la por miles de años detenida evolución humana, y quizás hasta en la de toda la vida en la Tierra: la mente colmena: el todos siendo uno, y uno en todos. Y que la hora postrera dl homo sapiens ha llegado, de todos modos, con lo que seríamos sus sucesores en el trono de la Creación. Ah, si fuera verdad… Hay quienes piensan, también, que nuestra existencia no tiene sentido ni objetivo de por sí. Que sólo se trata de que nuestros cerebros se han mostrado inmunes al virus por alguna razón aún oscura: mutación natural, padecer de alguna enfermedad en la niñez, exceso de consumo de alguna sustancia… pero que
algún día conoceremos. Y podremos evitar entonces que el resto de los humanos se conviertan en… esos patéticos fracasados sin mente. Oh, sí… hay muchas hipótesis, y hasta ahora ninguna ha sido probada. Ni completamente descartada, tampoco. Así que, si tienes alguna idea propia, o una de las arriba expuestas te parece la más adecuada… te invitamos a discutirla o comentarla con nosotros. Ven. Nos reunimos cada viernes en la vieja Iglesia al borde del Cementerio… sí, un poco tétrico, pero te imaginarás que no todos aprenden igual de rápido a luchar eficazmente contra ese molesto hedor a putrefacción. Y, no, el sacerdote no es uno de nosotros (no aún) pero sí un hombre tremendamente tolerante, y que sobre todo cree que todas las criaturas de Dios deben tener un lugar bajo el sol… incluso nosotros. No ellos, los fracasados, por supuesto ¿eh? Que todo tiene sus límites. Así que, si te sientes solo en el mundo y anhelas intercambiar experiencias con otros como tú… si quieres recibir o compartir consejos… o si crees que sabes a qué se debe todo esto, y adónde vamos… búscanos. A ti, que ahora eres nosotros, nos estamos dirigiendo… ***
YOSS. La Habana, 1969. Licenciado en Biología por la Universidad de La Habana, 1991. Miembro de la UNEAC desde 1994. Toca la armónica. Desde 2007 a 2015 fue vocalista del grupo de heavy metal TENAZ. Ensayista, crítico y narrador de realismo, ciencia ficción y fantasía heroica. Su obra ha obtenido varios premios y menciones, tanto en Cuba (Premio David 1988 de ciencia ficción; Premio Revolución y Cultura 1993; Premio Ernest Hemingway 1993; Mención UNEAC de novela 1993; Premio Los Pinos Nuevos 1995; Mención UNEAC de cuento 1995; Mención de cuento La Gaceta de Cuba, 1996; Premio Luis Rogelio Nogueras de ciencia ficción 1998; Premio Cuento de Amor de Las Tunas 1998; Premio Aquelarre de texto humorístico 2001; Premio Farraluque de cuento erótico 2002; Premio Calendario de ciencia ficción 2004; Premio La Edad de Oro de divulgación científico-técnica para niños y jóvenes, 2011; y Premio La Edad de Oro de ciencia ficción 2016) como en el extranjero (Premio Universidad Carlos III de ciencia ficción, España 2002; Mención UPC de novela corta de ciencia ficción, España, 2003; Premio Domingo Santos de cuento de ciencia ficción, 2005; Tercer Lugar en el Casa de Teatro de cuento, República Dominicana, 2006; segundo lugar Alberto Magno de relato de ciencia ficción, España, 2008; Premio UPC de novela corta de ciencia ficción, España, 2010; y Premio Julia Verlanger 2011, Francia) Sus textos han aparecido en diferentes publicaciones periódicas de Cuba y otros países. Sus narraciones han sido incluidas en decenas de antologías nacionales y extranjeras. Ha sido él mismo antologador de los volúmenes Reino eterno (cuentos cubanos de fantasía y ciencia ficción, Editorial Letras Cubanas, 1999); Escritos con guitarra (cuentos cubanos sobre el rock, en colaboración con Raúl Aguiar, Editorial UNION, 2006); Crónicas del mañana: 50 años de cuentos cubanos de ciencia ficción (Editorial Letras Cubanas, 2009; traducida en 2011 al gallego como Cronicas do mañá); En sus marcas, listos… ¡futuro! (cuentos de ciencia ficción deportiva, en colaboración con Carlos Duarte Cano, Editorial Gente Nueva, colección Ambar, 2011); CienciaRicción (cuentos humorísticos de ciencia ficción cubana, en colaboración con Carlos Duarte Cano, Gente Nueva, colección Ámbar, 2014); Fabricantes de Sueños, selección 2010-2011 (España, 2015); y Viejos magos, Jóvenes guerreros (cuentos cubanos de fantasía heroica, Letras Cubanas, 2016) en todos los que igualmente figuran cuentos suyos. Se encargó de la selección, revisión de traducción, comentarios, prólogo y notas para la edición de Conan el Cimerio, conjunto de 8 relatos de Robert E. Howard sobre dicho personaje (Editorial Gente Nueva, colección Ámbar, 2012) Entre 2005 y 2008 fue jefe de redacción en español de The H, revista bilingüe dedicada a La Habana. Entre 2012 y 2013 mantuvo el blog La llaga (un espacio para poner el dedo) con sede en la página www.eforyatocha.com. Ha sido miembro de los talleres literarios Oscar Hurtado, Julio Verne y El Negro Hueco, todos dedicados al tema fantástico y de ciencia ficción. También es fundador de los talleres literarios de ciencia ficción Espiral y Espacio Abierto. Graduado del primer Curso de Técnicas Narrativas del Centro de Formación Literaria Onelio Jorge Cardoso (1998-99). Ha impartido seminarios y/o talleres de este tipo en Cuba, Chile, Inglaterra, Italia, España y Andorra, así como asistido en calidad de invitado a diversas convenciones internacionales de ciencia ficción y fantasía: la Asturcon 2004 (en el marco de la Semana Negra de Gijón, España, 2004); Les Utopiales 2002 y 2004 y Les Imaginales 2003, 2011 y 2014, (estos dos eventos en Francia); los Encuentros Fantásticos de las FIL de Caracas, Venezuela, 2011; Guayaquil 2012 y Quito 2013, (ambos en Ecuador), el Primero y Segundo Congresos de Ciencia Ficción del Caribe Hispano (San Juan, Puerto Rico, 2014-2015) y el evento Caribe Extremófilo (Santo Domingo, República Dominicana, 2016)
5 Relatos cortos por Cristian Cano LA
CASETA
NEGRA
Descubrimos la caseta volviendo a casa un fin de semana en el que Rodrigo quiso ir a disparar las escopetas al campo. Estaba abandonada y tapada de yuyos. Mi primo la abrió con una patada en la puerta, que se desmoronó en una nube de polvo. Lo Conocía muy bien a Rodrigo y les aseguro nunca haberle visto una expresión así. Le pregunté qué estaba mirando, pero no me contestó. Ahí fue cuando la vi: una sombra renegrida le agarró la pierna y lo arrastró para adentro. Salí corriendo. Tampoco me acuerdo de los gritos y sus pedidos de auxilio, porque ese lugar lo ocupa un silencio anormal. Todavía guardo su arma. También las ganas de volver.
EL MUÑECO
DE
LA
PIEZA
Espero a que apague la luz y se acueste para empezar. Cuando la penumbra es plena aprovecho la claridad de la Luna. Cierra los ojos y comienzo a girar cabeza muy despacio. No quiero que me descubra. Milímetro a milímetro tardo casi una hora. Cuando escucha ruidos cree que son los gatos en el techo, pero en realidad es el crujido de mi cuello: ruido plástico a juguete. Los silencios ahuecan y me sobra para seguir con la labor de la cabeza. Hasta que lo puedo ver: mira televisión y tiene el control remoto en la mano. No sabe que estoy vivo. No tiene idea de que lo vigilo todas las noches. Porque tengo los ojos pintados y el pelo arremolinado. Con los dedos duros y una sonrisa congelada, lo miro desde el rincón.
PÁRRAFO DE LA BIOLOGÍA NEGRA Dora mete la mano en su cartera. Trae un regalo. Se lo quiere dar a su nieto y que éste se lo de al cumpleañero. Revuelve. Mira. Busca los sobrecitos con figuritas del mundial. Las encuentra, saca y enseña levantándolas con la mano temblorosa. Pero los paquetitos se caen. Los paquetitos se derrumban hacia el suelo. La mano arrugada de Dora ahora se disloca sonora en lo alto. Se vuelve inusual, y tiembla más. Después insiste con sacudirse todavía más fuerte, como si una fuerza oculta la revoleara del brazo. Los chicos la miran, y la ronda se abre. Se miran entre ellos, asombrados. Se preocupan: Dora, los nenes, las figuritas, el cumpleañero. La mano que quiere ascender en un bucle imaginado y se sacude todavía más fuerte. Y revienta rojamente repentina, como lo haría una sandía que salpica los cachos para todos lados. La mamá se tapa la cara, y se agacha porque el ruido la asusta. Explosión, acartonada y contenida. Y otra vez los tendones se salen inciertos para
cualquier lado y se revolean como revolea un lazo baqueano. Ahora Dora es un muñeco extraño. Fibras renegridas aparecen disparadas como alambres hacia las bocas de los chicos, y se les meten prepotentes en los agujeros de las caras. Se les meten violentas de a muchas. Se abren camino hasta adentro. La madre de Marcos grita mientras se arrastra hasta la puerta: los pibes no tienen tiempo de nada. Unas fibras más pálidas ahora la envuelven, le trepan por las piernas. La enredadera humana. Una presión extraordinaria le aplasta los huesos de la cabeza. La mamá se afloja, y se queda ahí, tirada. VISITA DE DORMITORIO Agotado sostiene el hacha en la mano, y la levanta alto porque siente el rencor inmenso que lo desgarra, y desgarra todo eso que él quiere como un chico. La revolea fuerte, revolea el hacha con la cara sacada en loco, y la mete hasta adentro del todo. El vaso del reptiliano explota, estalla porque el hacha está al revés y pega con la parte ancha. Después de mirar la lluvia a través de la ventana, ve que un brazo amputado pescadea furioso, como pescadearía una corvina sacada con un tirón. Revolotea la mano en el suelo sucio. Parece que quiere levantar un vuelo que solo él puede ver.
EL RUIDO MECÁNICO / PASAJE D E L C A P Í T U L O II ...aquella mujer abriendo la boca como un reptil atrevido. Una boca prepotente que le preguntaba cómo era ese ruido que tanto lo descontrolaba. Porque era como el ruido de un reloj grosero, una maquinaria escondida que se resguardaría de la gente inquieta como él. El ruidito gobernador que irrumpía todos sus sistemas, porque devenía ajeno y singular, como extraño sería lo que nos vislumbraría. Acerca de mí: Escribir en una parte esencial de mi vida. Finalista del XV premio Sexto Continente 2014 de ciencia ficción, de Ediciones Irreverentes". Publicado: 2099-C - Ediciones irreverentes, Lé croupier 5 - Ediciones Lé croupier, Los paranoicos - Textos Intrusos, Minimalismos – Sinergia, Mano dura - Pelos de Punta, En el bar de la esquina - Tahiel ediciones, Hechiceros del cosmos - Tahiel ediciones, El diálogo nos amontona – Dunken, Sueños dirigidos – Dunken, Entrelazados – Dunken, Los cielos interiores - Tahiel ediciones, Primeros exiliados - Tahiel ediciones, Letras del face – Dunken, Publico parte de lo que escribo en mi fanzine, www.microficcionería.blogspot.com como también en la revistas Axxón, Delirium tremens y Literatura Virtual, Monolito, Mimeógrafo, Qu literatura, Planetas Prohibidos y otras.
DIARIO
DE
NATTRAMN
Por Patitas de Cerdo Nattramn
Jueves 03-07 (Por la mañana, pero no demasiado temprano) Me levanté de un humor melancólico hoy. Con esa melodía titilante que deben escuchar los suicidas y los ángeles de la muerte antes de besar la eternidad. Para remediarlo, me robé el gato de la vecina y lo aplasté con una maza. Pienso que a veces, con un poco de imaginación, se puede mejorar el día. Kerstin no me llamó anoche, y eso me provocó una ira descomunal, rompí muchas cosas, entre ellas mi propio brazo derecho. Luego recordé que no me llamó porque está enterrada debajo de un roble, en el bosque, con un tenedor clavado en el ojo. ¡Si! ¡Jajaja! Que cabeza la mía. Las cosas no me duran mucho tiempo. En fin. Tal vez me cruce a la carnicería y compre algunas patitas de cerdo. Es lo único que me consuela últimamente. Y además el carnicero me tiene miedo, cosa que me divierte y emociona al mismo tiempo. Hasta luego diario. Prometo no abandonarte como hice con aquella mujer paralítica en Skansen durante la tormenta de hielo.
Viernes 04-07 ( Por la noche, cuando el cuervo de locura se estrella en mi ventana) Hoy por la mañana decidí que no había suficientes emociones en mi vida, de modo que fui al sótano y me tomé el veneno para ratas, luego subí a la cocina, me hice un té de manzanilla, y me senté a esperar. Al cabo de cinco minutos comencé a aburrirme así que me corté la tetilla izquierda con una hojita de afeitar. ¡Me encantan las gillettes! ¿A quién no? Estaba en eso de embadurnarme con mi propia sangre cuando llegó mi madre. Tocó la puerta varias veces y me llamó, pero el veneno para ratas surtió efecto y quedé repentinamente paralizado. No podía mover ni un músculo y mi garganta comenzó a cerrarse como si estuviera llena de arena. Fue un momento sublime. Bueno, en el hospital me dieron una purga con sabor a cerezas. Por el momento he recuperado parte de mi movilidad, pero solo hasta el cuello, lo que me hace pensar en esa extraordinaria película llamada “Y Johnny tomó su fusil”. Mientras espero que me surta efecto la purga y comience a vomitar a chorros, le estoy dictando estas palabras a una enfermera, quien amablemente aceptó poner su caligrafía en mi diario. Es bastante bonita para ser Sueca y tiene unos ojos verdes muy grandes que me recuerdan a los de Kerstin. Cuando pueda moverme de nuevo intentaré estrangularla con la sonda. ¡Jajaja!. Es broma Anne... (No. No lo es)
¿Lumes o Juevedes? 07-15 (Algum momonete de la tarrrde) AMado Dairo: Anohce vino Aarseth, viejo amigo y jeringa suya compartymos, eso y combo de galleta de arroz/nitrocitina pero su vena implotó por toda la habitación. Yo reía parar nunca y defequé alfombra persa mamá. Arseth luego confunde Orlok ( mia Pitón ) con Oboe y muestrrrra me obertura nueva de banda Impalator, perrrrro OrloK pica boca de Arseth hasta saltar suyas lágrimole sanguinum. Otra vez mi caca en algombra mi mame ensuciándolo. Il pobre Arseth drogose com mia pipa de experominto de hormiga cavadorrra africanum y llora seco en sofá hassssta quedó muuuuy muerto y se desprendiÖ su cabiza rodando por la aldombra persa mamá, otrrra vez Yo defeco de riza y pasamOTh buen rato jumtOS, mis feces y Yom. Horra temo relojo de Gato Filix ocn su horriblo ojo tic-tac-tictac…
Viernes 11-07 (Cuando cae dulcemente la tarde) Querido Diario; Hoy pasé a buscar a mi pequeña sobrina Aslög y paseamos juntos por la ciudad. Fue una estupenda tarde de sol y caminamos tomados de la mano. Cuando Aslög se cansó de caminar ( solo tiene cuatro años y sus regordetas piernitas se fatigan pronto ) la subí en mis hombros y paseamos un rato más por el parque. Más tarde fuimos al centro comercial y tomamos helado. ¡Helado de frutilla y melón! Los gustos favoritos de Aslög desde siempre. En un momento, mientras me contaba acerca de sus amadas muñecas, Astrid y Berta, se interrumpió y me dijo: –Tío Nattramn, te quiero. Me gusta pasar el rato contigo –Y sin miramientos me dio un beso en la mejilla. Mi corazón casi estalla de ternura. Para finalizar la tarde fuimos al zoológico y vimos un sinfín de animales, pero donde más tiempo nos quedamos fue frente a la jaula de los reptiles, ya que a Aslög le repelen y le fascinan por igual. Luego, con la niña dormida en brazos, tomé un taxi y la dejé en casa de mi hermana. Ebba, quien siempre se preocupa por mí, quiso que me quedara a cenar, pero me excusé diciéndole que me dolía la cabeza. Mientras volvía a casa, pensaba en todo lo que me había dicho el psiquiatra luego de mi sobredosis. Eso de buscar las zonas de luz. Hacer cosas que me hagan bien. Que me llenen el alma. Y me dije que tal vez tenga razón. Antes de que cortase el semáforo, con gran regocijo, puse en práctica sus consejos y empujé a un viejo ciego debajo de las ruedas del tranvía. Martes 15-07 (Calculando las horas por el movimiento de las sombras) Estúpido Diario donde escribo mis miserias: Estoy otra vez preso. Aunque esta vez las razones han sido injustas. Es muy difícil explicar algunos divertimentos personales a la policía local. Y desde luego que no escuchan una palabra de lo que les digo. Me juzgan por mi aspecto; cuando deberían hacerlo por mis crímenes. El problema comenzó la semana pasada, cuando el idiota de Umbra Luxury me envió en una caja su dedo meñique y adosado a ella, una breve nota que decía “Ya lo ves, Nattramn, soy el Dios de la automutilación”. La ocurrencia me provocó risa, pero también (no lo
niego) un sentimiento de sana competitividad que me empujo a la acción. Así que bajé al sótano, tomé un serrucho, y le corté un pie a la pelirroja muerta. “Umbra Luxury está tan ansioso por ganarme que no notará la diferencia” pensé, y en realidad no me equivocaba. Al día siguiente recibí el correo y allí estaba su brazo, amputado a la altura del codo. La nota solo decía un lacónico “¡Ja! Todavía puedo hacerlo” No tardé en enviarle un par de orejas, manos y otras partes del cuerpo que elegí cuidadosamente, quería mantener la magia de la pulseada y además, descubrir hasta donde era capaz de llegar Umbra Luxury. Mi nota era provocativa y al mismo tiempo desdeñosa…el anzuelo perfecto para esta clase de chiflados. Bueno, hace tres días recibí la cabeza de Umbra Luxury en una caja. La nota explicaba su postura frente a mis palabras y se jactaba por haber ganado la competencia. También dejaba instrucciones para que alimentara a su mascota, la tarántula albina Ubdur. Pero el idiota avisó también a su casero, así que cuando la policía descubrió mis notas y las partes del cuerpo que Umbra había conservado, sin duda, por pura envidia, no tardaron en venir a buscarme. En la soledad de mi reclusión, recuerdo que las píldoras suministradas por el estado me impiden lastimarme. En mi fuero íntimo, envidio a Umbra Luxury por vivir su vida hasta el límite (y por tener herramientas más afiladas que las mías)
Miércoles 23-07 (Que mi creatividad no lastime a nadie, pero si lo hace, que sea divertido) Excelente semana. De la cárcel al hospital psiquiátrico y del hospital psiquiátrico a mi casa. Ayer sin ir más lejos, al verme de nuevo con tiempo libre, desarrollé una de mis actividades favoritas. Yo la llamo "jugando al muñeco de cera" y consiste básicamente en reemplazar a un muñeco de cera y quedarme muy quieto durante todas las horas que pueda. Esta ocupación, que parece fácil, requiere una gran preparación. Primero está el tema del vestuario y el maquillaje, luego, infiltrarme en el recinto y hacer el reemplazo sin que nadie lo note. Para esto tuve que levantarme muy temprano y viajar tres horas hasta el museo del horror en Valberg, una vez allí, dormir al guardia con mi suero especial (nunca diré la receta, aunque amenacen con no torturarme) y escabullirme adentro justo antes de la hora de apertura. ¡Y lo conseguí! Rompí mi propio récord de inmovilidad perfecta, trece horas en la piel del demonio de Rottemburg. Ah...que placer indescriptible. Delante de mi nariz desfilaron contingentes de todo el mundo, niños y adultos con sus cámaras de fotos, estudiantes y eruditos, y hasta las Hermanas del Remedio de la Catedral de Estocolmo santiguándose y pegando grititos ante mi espantosa imagen. La cereza de la torta fue luego de la hora de cierre, cuando el guardia de seguridad al fin despertó y se puso a inspeccionar todos los rincones del museo, tenía un aire de confusión y parecía aturdido, pero de todos modos estaba dispuesto a descubrir el misterio. Lo dejé acercarse, despacio, despacio, y cuando estuvo a pocos centímetros de mi cara le dije suavemente: ¡Búh! Dios bendiga a los enfermos cardíacos. Ahora está conmigo en mi sótano, y su silueta rígida me ha dado la mejor idea de mi vida. ¿Porque no tener mi propio museo de cera?
Un Martes cualquiera de Julio de cualquier año (En un inframundo sin tiempo ni esperanzas) Incondicional Diario: Con la idea del museo de cera en mente me puse a reformar el sótano y decidí tirar abajo algunas columnas. El problema con eso es que carezco de noción en estructuras basales y gran parte de la casa se ha derrumbado sobre mi cabeza. Ahora estoy atrapado bajo varias toneladas de piedra y madera, no siento las piernas y tengo una gruesa viga de roble que me oprime el pecho cada vez que respiro. Es decir, es una situación divertida, pero muy incómoda, incluso para escribir. Algunos metros por encima de mi cabeza escucho a los bomberos trabajando y llamándome, pero por ahora he decidido guardar silencio. Me gusta pensar en esas pequeñas alimañas que se sienten amenazadas ante la presencia del hombre y por ahora estoy imitando su comportamiento. Con un poco de suerte, tal vez, los bomberos se cansen y dejen de molestarme. Hace un rato escupí un espumarajo de sangre con la forma del Ratón Mikkelsen y después de mucho mirarlo; entablé el siguiente diálogo con él: -¿Ratón Mikkelsen? -¿Mmmmh?. -¿Es cierto que la luna está hecha de queso y que el cerebro de los niños pequeños tiene una enzima capaz de darte la fuerza destructiva de tres Golems sedientos de sangre? -No a la primera y si a la segunda. -¿Ratón Mikkelsen? -Si, Nattramn, estoy aquí. -Te quiero Ratoncito. -Y yo a ti, Nattramn.
En un segmento de tiempo humano, en la órbita celeste (Registro mental N°457895) En total estuve cinco días bajo tierra y fui descubierto por milagro, cuando un grupo de niños voluntarios se obsesionaron en desenterrar un supuesto tesoro que yo guardaba en el sótano (los mitos urbanos una vez más me han favorecido, aunque dudo que hayan encontrado doblones de oro) mi agradecimiento es en realidad, para el ratón Mikkelsen que me acompañó en todo momento durante mi estadía subterránea. En el hospital me llenaron de sedantes, así que he ido y regresado del sueño a una vigilia ponzoñosa mientras me arreglaban huesos rotos y demás falencias ocurridas en mi cuerpo. Lo más destacable por el momento, es que anoche, cuando me creían dormido, robé algunas ampollas de adrenalina y me di un subidón mágico que todavía cosquillea en la punta de mis cabellos. Anotaré en orden lo que creo haber hecho bajo esta ola de poder, algo más o menos así: 3-2-1: ¡Despegue! /camino/ corro/ pasillo/ reboto/ escalera/ doctor/ empujo/ ventana/ cuatro pisos/ doctor/ alfombra Aladino/ suelo/ papilla/ levanto/ corro desnudo/ mujer grita/ puñetazo/ silencio/ robo ambulancia/ recorro ciudad/ sirena aullando/ gato del infierno/ semáforo rojo/ arrancado/ choco plazoleta/ corro corro corro/ entro club/ rectum demonae/ banda en vivo/ Malevolent Urdo/ nada buenos/ coro de niñas/ invitan escenario/ grito y grito/ gente vocifera/ Nattramn-Nattramn/ botella frente/ sangre/ alguien empuja/ camarín/ fotógrafo/ flash/ parto silla/ gorila sale atrás/ asusta/ yo corro/ gorila rápido/ callejón/ pared/tenacidad de la materia/
(luego se apagaron las luces y aparentemente fui traído de nuevo al hospital ) Ahora estoy igual que antes pero sujetado a la cama con correas. Y en la tele están pasando a un idiota demente que arrasó con media ciudad disfrazado de Godzilla.
Miercoles 13-08 (Expedientes clínicos, recortes periodísticos, archivos policiales) El paciente N sufre un grave trastorno psicopático que lo lleva a agredirse y agredir a los demás como acto reflejo para reconocerse en un contexto determinado. En otras palabras, necesita cruzar el umbral del dolor o hacer que otros lo crucen para sentirse vivo. Esto ha quedado demostrado desde tempranos diagnósticos, pero también se manifiesta cada vez que se le concede cierto margen de libertad para desempeñarse. Se recomienda mantenerlo sedado y atado mientras haya personal del hospital no profesional trabajando en el mismo piso. Doctores y enfermeras deberán extremar precauciones para tratar con él, ya que es muy hábil para socializar y generar un clima común de confianza. Los doctores Mikael Eriksen y Thorrik Nilsson han pagado muy caro este engaño, sobre todo Nilsson que debió ser intervenido de urgencia en el Hospital Höggard de quemados y murió pocos días después con un injerto de piel fallido que el mismo N contaminó en el laboratorio. También están los episodios de robo y sustitución de psicofármacos por veneno para ratas, reemplazo de prótesis por miembros reales y la auto-operación de páncreas que el mismo N se realizó en el quirófano y requirió luego de un trasplante para salvar su vida. Por estos motivos, y otros incidentes menores que no cabe mencionar en este reporte, recomiendo practicar lobotomía frontal en el Paciente N. Circunscripto al reglamento interno del Hospital y certificado por las autoridades del mismo. Dr J.K Rowling HOMBRE CERDO IRRUMPE EN HOGAR DE ANCIANOS Y CAUSA CUATRO MUERTES POR PARO CARDIACO. Hacia las ocho de la noche del día de ayer, la tranquila cena en el hogar de ancianos estatal Fergusson se convirtió en una pesadilla. Esto sucedió cuando una especie de hombre cerdo, cubierto de sangre y costras amarillas destrozó una ventana y cayó directamente sobre una de las mesas. “Emitía unos chillidos insoportables y en lugar de manos tenía unas patitas de cerdo”. Dijo luego, a nuestro enviado especial, una anciana con voz temblorosa y agregó “No pude verle el rostro porque lo tenía embadurnado de sopa de arvejas, pero fue horrible”. Frente al susto y la sorpresa, cuatro de los miembros más viejos del Hogar Fergusson, se llevaron las manos al pecho y cayeron fulminados. Sus pobres corazones no lograron aguantar el sobresalto. Otros testigos afirman que luego de revolcarse en la mesa, el misterioso hombre cerdo se incorporó y preguntó adonde quedaba la puerta, luego, simplemente salió caminando y silbando como si no hubiera ocurrida nada. Todo Estocolmo está impactado por la noticia y recomendamos a la población no entrar en… Nickolson Natty Ölson (ALIAS NATTRAMN) expediente policial 23.454
El sujeto ha sido detenido en innumerables ocasiones, por las más diversas causas. Está procesado y su ficha consta en el registro Penal. Espera sentencia por el asesinato del Payaso Kiki en septiembre de 2007, pero goza de libertad condicional in horroris causa dada su rara psicopatía considerada única por el consejo de Psiquiatría de Suecia. Se enumeran a continuación algunos de los últimos sumarios en el lapso Julio-Agosto. 12 de Julio. Desorden en la vía pública con agresión leve y exhibicionismo agravado con muñeco de cera de Brendan Perry. 13 de Julio. Vandalismo y retrovandalismo. Robo de propiedad privada con arma de guerra. Resistencia a la autoridad. Imitación ilegal de Rambo. Consumo de drogas y posterior metamorfosis dentro de patrulla con destrucción total de la misma. 14 de Julio. Desorden en la vía pública. Destrucción de propiedad del estado. Intento de violación a un oficial de la ley. Lenguaje obseno y portación de cabeza de muñeco de cera de Brendan Perry. 14 de Julio. Asesinato de dos reos en los calabozos de la comisaría local con dedo índice de muñeco de cera. 15 de Julio. Destrucción total de parque y jardines aledaños al Parlamento. Arrojar patos muertos a los manifestantes. Portación irónica de símbolo de la paz. 16 de Julio. Lenguaje obseno y exhibicionismo en TV. Colocación de bomba de talco en el estudio de canal 24. Sustitución de agua por kerosene en los bebederos de canal 24. Suelta de gas nervioso en los conductos de ventilación de canal 24. 17 de Julio. Generar tumulto público, exaltación y promoción de violencia hacia sí mismo al demostrar crueldad con un muñeco de peluche del payaso Kiki. Apología del linchamiento. Lenguaje soez e imitación de sonidos de animales. (Hospitalizado desde el 18 de Julio hasta el 14 de Agosto en la clínica Höggard de quemados) 14 de Agosto. Asalto con disfraz de Godzilla. Destrucción de estatuas públicas. Robo de alcantarillas. Arrojar alcantarillas sobre transeúntes desde el décimo octavo piso del edificio Sony Ericsson. Ulular como pájaro prehistórico y arrojarse al vacío. La lista sigue hasta completar cuatro folios.
Miércoles sin número (Con sentimientos encontrados, tan encontrados que han colisionado) Aborrecible diario: Déjame decirte algo acerca de las mujeres ¡No las entiendo! Pero empezaré por el principio para darle orden a todo ésto. Conocí a Ommm en el Club Nocturno Ano Pro Nobis, allí tocaban bandas amigas tales como Bloodbath, Vomitory y Dissection. Debo decir que estas tres bandas me gustan pero me aburren al mismo tiempo, quizás porque los conozco desde siempre y han perdido la capacidad de sorprenderme. La que si me sorprendió, y gratamente, fue la banda invitada Mass Murderer, integrada por cuatro chicas de aspecto deslumbrante. Y además, la descarga brutal de Black Metal nos revolcó por el suelo a todos. Luego de un set de dos horas (75 minutos más de lo que habitualmente se les permite a las bandas amateurs) la bajista dejó muy en claro su opinión al prender fuego el polvoriento telón del escenario. Bueno, todos saben cómo funciona esto. Las llamas corrieron más rápido que los guardias de seguridad y sus matafuegos. En cuestión de minutos, todo Ano Pro Nobis se convirtió en una antorcha naranja. Hubo caos y dolor, y en ese maravilloso instante, me sentí feliz y pleno de vida. Quise acercarme a Ommm para agradecérselo. De hecho, se lo agradecí
salvándole la vida, porque Ommm había quedado atrapada bajo un esqueleto de luces y estaba inconsciente. Para llegar hasta ella tuve que quemarme un poco, nada del otro mundo, solo el noventa por ciento del cuerpo, más que nada el rostro, los brazos, el tronco, etc. Pero logré sacarla con vida, y lo más increíble: logré salir con vida yo también. Afuera estaba nevando y los copos de nieve brillaban de manera inusitada reflejados en las luces de los camiones de bomberos. Miré a Ommm con ternura, sus rasgos perfectos, su expresión de inocente tranquilidad. Al cabo de unos minutos, ella abrió los ojos, tosió, se convulsionó y luego vomitó largo y tendido. Se me quedó mirando. –Estás en llamas-me dijo. –Lo sé. –No imbécil, estás literalmente en llamas. –Oh, no es nada. Me pasa todo el tiempo. Me encantó tu show -dije, un poco nervioso. –No me interesa hablar con fans –contestó ella con un gesto de disgusto. Y al hacerlo me clavó un puñal en el corazón, más doloroso que cualquier tortura física o mental a la que me hubiera sometido por propia voluntad en toda mi vida. Me quedé parado en medio de la nieve, viendo cómo se alejaba en la noche, con el exquisito marco de un incendio gigantesco, cuatro dotaciones de bomberos, cadáveres y heridos por todas partes y la nieve golpeteando y siseando sobre mi cuerpo prendido fuego. Creo, querido diario, que estoy enamorado. Lunes 25-08 ( Cartas y poemas a Ommm ) La hoja fue misteriosamente arrancada (N. Editor) Falta la correspondencia de Nattramn a Ommm donde le cuenta cómo y porque mató a sus padres, el secuestro del perro, etc
Miércoles 27-08 (Regresando lentamente a la anormalidad) Aquí estoy de vuelta maltratado Diario, te tengo abandonado últimamente, pero es que han sucedido demasiadas cosas y no estoy seguro de querer contarlas todas. Haré un ejercicio de honestidad a pesar de todo, más que nada para poder recordar con justicia ésta época de mi vida, pero a modo de resumen. Los hechos vergonzosos los dejaré al margen para que mi mala memoria los diluya como granos de sal en una sopa bien caliente. Y lo que tengo que decir es ésto: Ommm. Ommm se ha convertido en el centro de mi existencia y me cuesta pensar con claridad desde que apareció en mi vida. Luego de una serie de eventos, de los cuales muchos fueron casuales y otros no tanto, Ommm comenzó a prestarme más atención aunque (Oh pesadilla de todo enamorado) no el tipo de atención que yo anhelaba. Frente a la desaparición de su perro y luego, la de sus padres. Ommm comenzó a dirigirme la palabra. Brevemente la mayoría de las veces, con largos insultos, las otras. Nos citamos en un hangar abandonado en las afueras de Malmö y allí, finalmente le devolví a su perro, el desobediente Menguele. Ommm parecía furiosa pero cuando escuchó los
ladridos corrió a abrazar al pobre animal que temblaba y no dejaba de lamerle la cara. Y entonces al verlos tan felices, me acerqué a Ommm y la abracé con alegría, intentando formar parte del cuadro. Ahí fue cuando Ommm me apuñaló en el estómago. Reiteradas veces. Mientras ella me apuñalaba con frenesí y me gritaba algo acerca de sus padres (nunca le dije que no sufrieron en lo más mínimo) yo intentaba acariciarle el pelo. Ommm tus ojos son abismos y con gusto me dejaré caer en ellos. Ommm nunca me ha pasado esto antes, tengo miedo y alegría y nostalgia y dolor al mismo tiempo ¿Que debo hacer? ¿Me ayudarás? Pero Ommm ya corría con Menguele hacia mi Van, y en unos segundos desaparecieron de mi vista haciendo chirriar las gomas en el pavimento de la ruta. Me quedé solo en el hangar, acostado en un charco de sangre y con una debilidad cada vez más aplastante. A duras penas logré abrirme la camisa para contemplar las heridas. Bueno, no eran tan graves. Un poco por encima de la boca de mi estómago, estaba mi ofrenda de amor hacia Ommm. El regalo que no había llegado a mostrarle. La oreja de Menguele estaba cosida a mi esternón y había tomado un agradable color amarillento. Era mi forma de decirle que me tomaba las cosas en serio. Que podía hacer parte de mí cualquier cosa que ella quisiera. Luego, a medias desmayado, lo que confundí con el Ratoncito Mikkelsen era en realidad una gorda rata negra que mordisqueó mi injerto con entusiasmo. Pensando en Ommm, y en los avatares de la vida, me largué a llorar.
DIARIO DE OMMM Jueves 04-09 (¿Comprometida sólo con la causa? No te mientas Ommm) Me siento a escribir en estado de ebriedad, lo que no siempre arroja resultados literarios pero suele tener propiedades balsámicas y curativas en lo inmediato. Creo que por ahora, eso es suficiente para mí. Ah mi pobre corazón de bruja comienza a ablandarse. Desde las nubes vaporosas de la lluvia etílica, hago garabatos como una chica de secundaria en el espejo empañado del baño. Escribo mi nombre, dibujo un corazón, y dentro del esquema, la inicial de su nombre. Ahí me quedo y parpadeo y hago muecas como una chiquilla ¡Que tontas somos las mujeres a veces! Pero no me decido. No me decido. No logro decidirme. El idiota de Nattramn me ha secuestrado dos veces desde que lo apuñalé. Y eso no ayuda. La primera fue solo por un día, el muy atrevido se coló en mi cuarto a la madrugada y me durmió con cloroformo. Desperté unas horas después en un cuartucho de madera, y allí estaba él, con esa sonrisa torcida y su cabello grasoso pegoteado al cráneo. Pero se había esmerado en producirse (al menos eso) y llevaba un traje oscuro a rayas, como el que usan los gánsters en las películas, y una corbata que hacía juego con el pañuelito que sobresalía del bolsillo del saco. Toda una postal, viniendo de él. Cuando me habló, lo hizo con torpeza y me dijo un montón de cosas absurdas, creo, porque además yo me sentía muy mareada, en algún momento me recitó un absurdo poema que hablaba de sapos verrugosos y ratones mágicos. Un disparate. No tardé en golpearlo en la cabeza con una tetera (no tengo idea de porqué había una tetera en el cuartucho de madera, pero así es) y escapé por una ventana. Corrí por un bosque durante horas, en camisón, descalza y con temperatura bajo
cero, con Nattramn persiguiéndome y gritándome estrofas de su poema y demás párrafos de cartas que según él, nunca quise aceptarle. Luego llegué a una ruta, me levantó un camionero y el resto es historia conocida. El segundo secuestro fue mejor planificado. No dejo de admirarme de la persistencia de este hombre. Simplemente, me levantó de la calle cuando iba a trabajar, en una maniobra que podría definir como cinematográfica, cruzó su horrible Van en la acera, se bajó con un disfraz de cerdo que me dejó bastante shockeada, tomó mis manos, me las esposó con suavidad y me cargó en la parte de atrás del vehículo. Todo bajo la asombrada mirada de los peatones que poblaban el cruce de la avenida. Me tomó tan de sorpresa que no ofrecí resistencia. Para ser honesta, debería decir que comenzó a divertirme un poco la situación con Nattramn. En este mismo momento, mientras escribo estas líneas. Nattramn me mantiene esposada a un radiador en un viejo motel de las afueras de la ciudad. Me ha preguntado si tenía hambre y si me conformaba con pizza y le dije que sí. Que por mí estaba bien. Así que por primera vez, he visto en sus ojos un destello de alegría. Tal vez, más que alegría, se trate de otra cosa. ¿Alivio? ¿Paz? No puedo definirlo todavía. Mientras mi secuestrador busca mi cena, me siento extrañamente tranquila. Tengo la certeza de que mi colega de banda, Killing Cats, ha recibido mi mensaje, y en cuestión de horas tendremos a todo un batallón de fans de Mass Murderer dispuestos a desmembrar al hereje. Pero mientras tanto, tal vez nos besuqueemos un rato. Cambio y fuera.
DIARIO DE NATTRAMN Martes 09-09 (Ahora que lo más difícil ya pasó y que lo peor aguarda allá adelante) Hola de nuevo. Hoy intentaré poner en práctica mis dotes narrativas ya que los sucesos de estos últimos días lo exigen. No sin una pizca de orgullo, pienso que en el futuro, cuando alguien (tal vez yo mismo) lea este diario, se me juzgará por muchas cosas, pero no por faltar a la verdad, y ciertamente no por ir en contra de mi corazón. El embrollo arranca con Ommm y mi enamoramiento de flechado por cupido, tan fuerte como un mazazo en la cabeza y prácticamente igual de inesperado. La situación con Ommm, en estas semanas, me ha llevado desde lo absurdo hasta lo ridículo, muy a mi pesar. Pero hace unos días sucedió lo inesperado: Ommm me ha retribuido algo de amor. (En esta parte, el diario aparece tachado y borroneado, pero por debajo de las tachaduras, se adivina un poema que no logramos reproducir. Nota de Editor) En un viejo Motel perdido en los bosques del Norte, dejé a Ommm encadenada a un radiador, con la única compañía de una botella de Whisky y unos cuantos papeles y lápices. En mi rápida excursión en el pueblo cercano compré una pizza, cervezas y una ballesta con unas cuantas flechas con punta de plomo. Firmé algunos autógrafos a unos fanáticos de Silencer (los odio, están por todas partes) que me crucé en el estacionamiento y volví rápidamente al Motel. Me encontré con Ommm bastante ebria y con una mirada extraña que me puso nervioso.
Dejé la ballesta debajo de la cama y me dispuse a liberarla para compartir nuestra frugal cena. Pero Ommm me besó. (Nota del Editor: Nuevamente aparecen tachaduras en el diario, el texto se vuelve borroso y solo aparecen palabras aisladas durante dos páginas; fuego volcánico, mordiscos, blanca piel de estatua griega, cicatrices, Ommm y su bruxismo, oreja amputada de Menguele, ratoncito Mikkelsen, susurros, pus y crema batida, cosquilla de pies con víctima aullante, sabor de tus besos, holocausto por radiación, síndrome de Estocolmo, clímax perfecto para el pez banana, cabeza de cera de Brendan Perry, orgasmatrón, exhaustos de pasión, etc ) Y allí nos quedamos, tirados en el cama con un hormigueo en todo el cuerpo. Ommm intentó prender un cigarrillo pero no logró levantar la mano. El radiador estaba encadenado a su mano, arrancado de la pared y compartiendo la cama con nosotros. Le encendí el cigarrillo y bromeé acerca del extraño ménage à trois con el artefacto. Ommm rió con ganas. Sus ojos estaban bien abiertos y lucían radiantes. Y yo tomé sin permiso una instantánea mental para atesorar por siempre. Ella me dijo: –Nattramn. No lo tomes a mal pero debo decirte algo. –¿Qué es, hermosa calavera mía? –Los fans de Mass Murderer vienen por ti. Le pasé la dirección del Motel a Killing Cats y ya sabes cómo es ella. Creo que te odia. –Oh…Supongo que deben ser celos. –Nop. Estoy bastante segura de que odia. –Mmmmmmmh. En ese momento, alguien derribó la puerta de una patada y tres hombres entraron en la habitación. El que entró primero tenía el aspecto de un guerrero Vikingo, con una barba trenzada que le llegaba hasta la mitad del pecho y gruesos bigotes con forma de manubrio, detrás de él, los otros dos parecían hienas a punto de darse un festín con una gacela vieja. Pero yo no era ninguna gacela. Y podría confirmar con Ommm tampoco. Las cosas, cuando se precipitan, suceden a una velocidad alterada. En realidad, no sabría explicar cómo sucedió todo, pero lo importante es que logré desempeñarme con la velocidad y sangre fría necesarias. Mi bota con clavos se incrustó en las pelotas del Vikingo con precisión quirúrgica y casi al mismo tiempo arrastré a Ommm fuera del rango de acción, Ommm se enroscó a mi cuerpo como si bailásemos un tango, con el radiador todavía encadenado a su muñeca y describiendo un arco mortal, que solo fue interrumpido con un fuerte “Klonnnnng” cuando la cabeza de la hiena 1 se interpuso torpemente en su camino. Nos caímos detrás del sofá justo a tiempo para esquivar las primeras balas y Ommm me susurró en el oído que la hiena 2 se llamaba Olaf y que había sido, en su temprana adolescencia, su primer novio y campeón de tiro en las para-olimpíadas Europeas. Con un gruñido realicé una pirueta desde el sofá hasta un costado de la cama, mientras la hiena Olaf, envalentonado, caminaba perpendicularmente por la habitación para aumentar su rango de tiro. Los disparos silbaban sobre mi cabeza, pero tuve tiempo de ponerme mi máscara de cerdo, manotear la ballesta y sostenerla firmemente apuntando a la cabeza de mi enemigo. La hiena Olaf titubeó una milésima de segundo al ver que un cerdo le apuntaba con una ballesta cargada. Tal vez, incluso, tuvo tiempo de ver como la flecha salía disparada en dirección a su entrecejo. Tal vez, incluso, pudo oír el pegajoso sonido que hizo al incrustarse en su frente, atravesar su cerebro y salir por la parte trasera de su cráneo, dejándolo clavado en la puerta del baño. Pero no creo que, después de eso, haya sentido como sus pantalones se
mojaban con su propia orina, ni sus tacones repiqueteando en el parquet como si ejecutaran el último tap de su vida. No, no creo que se haya percatado. Salimos del motel con cautela, con la ballesta cargada y Ommm semidesnuda y con el radiador colgando de su muñeca. Afuera no había nadie, era una noche oscura como el infierno y comenzaba a nevar nuevamente. Subimos a mi Van y encendí el motor. –La calefacción puede tardar unos minutos –dije, como para decir algo. –Vendrán más, Nattramn. Nos perseguirán. Las personas como nosotros nunca seremos felices. Lo sabes ¿Verdad? –No creo en los clichés –respondí. Y estampé un beso en sus labios pálidos con mi máscara de cerdo todavía puesta. Ommm me devolvió el beso y procuró disimular sus lágrimas con gracia felina. Después, como en una mala película de terror, nos perdimos de vista en un camino tenebroso. Y por un largo tiempo, el mundo se olvidó de nosotros y nosotros de él. ***
Patitas de Cerdo Nattramn es el pseudónimo del escritor Ecuatoriano Velazco Maladiéresis, que a su vez es el alter ego del insufrible Medusa Gruyere, personaje ficticio utilizado en múltiples plataformas por Ibakusha Polaroid y Atahualpa Orejudo –solo para molestar al idiota de Saginata− según sus propias palabras, y que a su vez pertenecen al imaginario del tristemente conocido Daniel “Abad” Foco de Loco quien recientemente llamara la atención de los medios luego de que intentara apuñalar a Tenia Saginata en su casita de la isla. En otro confuso episodio, todos estos personajes se presentaron en las puertas de la última edición de la feria del libro de Bs As y reclamaron diferentes cosas a diferentes escritores, todas ellas absurdas. Por suerte, el episodio no pasó a mayores, ya que la policía metropolitana logró dispersarlos con balas de goma y gases lacrimógenos.
Vendo Santa Milonguita en perfecto estado; tiene algunos detalles como salpicaduras de sangre en el guardabarros y restos de uñas y cabellos en el interior de la caja. Por lo demás, ¡Una ganga! Ideal para trabajos rurales y transporte de cuerpos human….eh, ganado. Joya nunca taxi. Papeles al día. Lista para transferir. Preguntar por el señor Jeppers Sosa, en la estación de servicio abandonada en el acceso viejo a Saladillo.
MANIQUÍ
A
DE
CRISTAL CRAQUELADO
Por Soel Ülrica
quella noche de verano todo parecía incierto en la ciudad de Buenos Aires. Las líneas que definían la telaraña urbana se desdibujaban y se estiraban como un chicle derretido. El calor se había vuelto insoportable y en el aire flotaba una humedad selvática que impregnaba cada espacio y cada rincón, haciendo que el simple acto de respirar se tornara dificultoso. Desde el ángulo de la ventana enrejada, una estrella fugaz cayó y desapareció detrás de los edificios grises. “Igual que el pensamiento de Holden” -pensó la chica de la mirada triste. Holden, ese extraño personaje de Salinger que alguna vez se había unido a ella para compartir sus ideas, su soledad y su desasosiego. Sólo que esta vez no hay centeno para ocultarse. Solo una cama blanca, en medio de una habitación blanca, custodiada por seres blancos y vacíos. La chica de cristal sonrió lacónicamente y comparó el lugar en donde se encontraba con la clínica de rehabilitación ficticia que tanto proclamaban las remeras de Agente Trece. Una ironía perfecta. Aquí solo reinaba un silencio opresivo y aséptico. Un silencio que gobernaba los nervios como una mantis religiosa gobernaba el acto sexual. Un silencio que degollaba la voluntad al ritmo preciso del nauseabundo tic-tac. La chica de los suspiros violetas se llamaba Anna. Y en ese momento se encontraba sentada en un rincón, mirando por la ventana y fumándose la espera en bocanadas de distraída alineación. Anna pensaba en intermitencias, pero de tanto en tanto su pensamiento se detenía en una idea fija; Ojalá pudiera consumirse ella misma tan rápido como su cigarrillo. La noche tenía dientes afilados para los insomnes, y las pastillas azules no lograban disipar la angustia, sino simplemente mutarla en un engrudo blanco y asqueroso que casi siempre se quedaba pegado en su plexo solar como si fuera un catarro. Anna era una chica delgada, de piernas largas, descuajeringada y cochambrosa. Parecía una muñeca imbuida en una silueta que se negaba a dejarla. Atada, vendada, borderline. ¿Dónde estaban las oscuras golondrinas que la acompañaron en aquel junio abstracto? ¿Se habrían marchado como los
patos de Holden? ¿Se habrían ido a los climas cálidos de algún otro libro? ¿Tal vez a la isla del señor se las moscas, donde los niños cazaban cerdos y aprendían a convertirse en adultos? Anna se preguntaba sobre todo por qué había escuchado los consejos de su amiga. Tal vez porque parecían indicarle algo; un camino a seguir, una senda amarilla de sandalias coloradas. Y sin embargo esos consejos no la habían conducido a un hogar. No, no. Nada de eso. La habían conducido a la institución Santa Rosa. Y a no ser que Santa Rosa hubiera sido la regenta de un lupanar o la heredera del reino de Proserpina, no encontraba explicación para lo que convivía con ella allí adentro. Los que llevaban mucho tiempo internados habían perdido ciertas capacidades (motrices y de las otras). Los golpes de dopamina terminaba por aflojar las lenguas y convertirlas en babosas que pugnaban por escaparse de las bocas. La mayoría paseaban en cámara lenta, con movimientos espasmódicos y temblores, y también era común ver a los pobres diablos abrazándose a sí mismos y hamacándose en un autismo de desconsuelo eterno. “El síndrome de la hamaquita” como decían los enfermeros en tono de desprecio. Para Anna, lo peor de todo era el control. No tener acceso a elementos cortantes. No poder decidir por ella misma. Deseaba con todo corazón que la dejaran en paz y que se metiera cada uno en sus asuntos. Ella estaba cansada de la vida, y la vida estaba cansada de ella, por lo tanto, el desenlace debería ser una secuencia lógica. Y a pesar de todo, estaba atada, contenida, frustrada, enferma. ¿Quiénes se creían que eran para impedirle abrirse paso a través de sus propias venas? Pero los arranques de odio, lo sabía, también complotaban con el dolor. Las ojeras se volvían cada vez más pesadas y algo tan elemental como tragar saliva era como empujar una roca cuesta arriba. Anna pensó en su amiga. La que había querido ayudarla. ¿En dónde estaba ella? Seguro que sentada frente al monitor escribiendo alguna de sus estupideces, mientras ella intentaba masticarse los codos atada en una camilla con correas de cuero. Anna apartó los pensamientos. Encendió un nuevo cigarrillo y se preguntó cuántos más harían falta, cartones enteros probablemente. La famosa pastilla seguía sin hacer efecto, y al parecer, la noche no quería
reconciliarse con ella. Desde la habitación aledaña le llegaban los gritos de una esquizofrénica, que alternaban con los arrullos de su doble personalidad. Desde los pisos de arriba, los gemidos famélicos de las lesbianas se introducían en sus oídos como larvas invisibles. Anna quería que la dejaran en paz. Anna quería desaparecer y que la dejaran en paz. Y de pronto, como broche de oro para un anoche de mierda, el rostro de su hermano hiperkinético interrumpió sus pensamientos. Él que no podía apagar su cuerpo, y ella que no podía apagar su vida. Anna pensó en la palabra nunca. Nunca conseguiría alejar esas mierdas de si misma, porque sabía que el corte era la raíz de todo, y a ella le habían dejado solo los tallos mal podados...Muñones...infinidad de ramas cercenadas y retoños abortados. Anna se mordió los labios y los recuerdos le recorrieron cada tramo de su cuerpo, y su alma corroída por el óxido y la desesperación. El maldito tiempo no iba a acallar jamás su repiqueteo infinito, ni siquiera para ella, en esta noche larga como el país de las sombras largas. Largas como su oscuridad interior, largas como el desafío de vivir cada día, largas como los kilómetros de camino cuesta arriba y todo lo que la acompañaba que era apático, irreductible, frío y sin retorno. Anna apagó el cigarrillo en su brazo y completó el círculo de viejas quemaduras, apagó la luz de la habitación blanca y se dirigió a su cama blanca, donde sabía que seres blancos como la nada la seguirían observando día y noche. Debajo de la cama, la adormidera la atrapa en sus redes y por fin, Anna sueña con el interior placentario de un mundo fetal, sueña con bisturíes invasores y gritos coagulados en líquido amniótico. Grita para que no le permitan nacer. Grita su agradecimiento a esa mano hostil y comprensiva. Y después la caída se vuelve obscura y obscena. Como el tic tac infinito. Como el nunca jamás. Como las noches de mierda y como el consejo de su amiga, que seguro está escribiendo una historia sin final. *** Soel Ulrica. Fobos, Luna de Marte. 1980. Radicada en el planeta tierra desde su más extraña infancia, se ha dedicado al estudio de las culturas humanas, centrándose especialmente en las ramas del arte y la literatura. Con el tiempo, ha dejado de diseccionar especímenes humanos convencida de que el alma, si es que tal cosa existe, no está al alcance del bisturí. También ha adoptado el vampirismo como religión y duerme en el sótano de una vieja casona de piedra, rodeada de un ejército de gatos negros que no la dejan ni a sol ni a sombra. No suele escribir muy a menudo. Por desgracia.
NO
SUBAS
EXTRAÑOS
A
TU
AUTO
Por Alejandro Negrete
M
ientras maneja su auto por la Ruta Nacional Nº 9, Agustín va escuchando las noticias por la radio: Son las 2:40 de la madrugada, cae neblina en San Pedro. Informe de último momento: Atención, se ha escapado un paciente del centro de salud mental. Es un psicópata muy peligroso, les recomendamos que si ven a algún extraño deben dar aviso enseguida al 911 o comunicarse con la comisaria de la localidad. ─¿Hacia dónde se dirige señor? ─pregunta Agustín al hombre que, media hora antes, había encontrado caminando por el costado de la ruta. ─Me dirijo hacia… ─¿Qué hizo con su auto? Me dijo que chocó contra un árbol. ─Quedó entre los matorrales al lado del árbol con el que choqué, algún día lo voy a ir a buscar. ─ ¿Qué auto tiene? ─Agustín intenta observarlo al mismo tiempo que maneja. Está asustado, observa sus manos y deduce que la sangre que el hombre tiene en ellas es de alguna herida producto del accidente. ─Estee…mmm…No recuerdo que marca es…creo que es un “W Puma”. ─ ¿W puma? No conozco esa marca. ─Qué lindo auto, ¿me dejás manejarlo un ratito? ─No creo que a mi novia le guste eso, es de ella el auto. ─ ¿Tenés novia? ¿Tenés una foto de ella? ─Si… está en mi campera. ─ ¿Y por qué no me la mostrás? ─Mi campera está en el baúl. ─¿Y por qué no parás el auto y vas a buscarla al baúl? ─No es buen momento. ¿De dónde es esa sangre que tenés en las manos? Justo en ese momento escuchan la sirena de un patrullero que se acerca por atrás. La policía les hace señas para que se detengan. Agustín frena al costado de la banquina. Respira profundo, relajado y tranquilo. Siente alivio por la aparición repentina de la policía. Su acompañante esconde las manos manchadas en los bolsillos del buzo. El policía se baja y alumbra la cara de Agustín con una linterna: ─Buenas noches, señores: papeles del auto y permiso de conducir por favor.
Ahora le ganan los nervios a Agustín, nervioso y asustado, muestra lo que le piden. ─Se escapó un loco del manicomio ─informa el oficial─. Si ven a un hombre raro que ande solo por el camino, avisen inmediatamente a la policía. En ese momento reiteran la noticia por la radio. Volvemos a informar para toda la zona de San Pedro y aledaños, que se escapó un psicópata del centro de salud mental. Noticias de último momento señalan que, alrededor de las 12 de la noche, esta persona mató a un policía que se encontraba de turno y que escapó en el patrullero. Los detalles del psicópata: altura, un metro setenta; delgado; pelo oscuro y bigote. Tiene cicatrices a la derecha de su mentón, en la frente y en sus manos… Agustín recibe de nuevo los papeles, la tarjeta de conducir, ve las cicatrices en las manos y en la cara del policía. Una 9 milímetros se afirma en su cabeza. ¡Plaf! ¡Plaf! ¡Plaf! ¡Plaf! ***
Alejandro Negrete nació en San Pedro, Buenos Aires en 1991. Fue al taller literario del escritor Jorge Sagrera. Su primer libro: "Y un dia se hace la luz" fue publicado en febrero de 2017. Sus lecturas: Bram Stoker, Stephen King y Edgar Allan Poe... Entre otros lo convencieron a escribir sobre el género: Terror. Está escribiendo su segundo libro de cuentos.
EL ARCHIVO DE AMORES LOCOS DE ANDI ANDRES
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Evidencia recolectada por el cuerpo forense de la policía bonaerense correspondiente al caso del "Sátiro de Los Polvorines" Eduardo: Me alegra que hayas vuelto de Chapadmalal. Saberte ya de regreso en Los Polvorines es suficiente para estremecer mi piel. Añoro los viejos tiempos, Eduardo. Te evoco a diario en mis recuerdos y extraño cada vez más tu cálida voz. Extraño tu voz gruesa casi tanto como tu olor. Vos sabés de qué te hablo, Eduardo. Ese olor viríl a ingle que tanto gustábamos saborear aquellos veranos en la pileta del club. ¿Te acordás, Eduardo? Aquel día me pediste prestada una ojota. El resto es historia. Quiero que sepas Eduardo, quiero que sepas que ya no soy el mismo. Crecí. Ya no busco espiar algún trozo con el rabillo del ojo en los urinales del club a los pupilos de la escuela de natación. Crecí, Eduardo. Finalmente me he convertido en un hombre, finalmente podré ser ese capitán de navío que andás buscando. Finalmente me creció el bigote, Eduardo. Finalmente me creció el bigote y me lo dejé. Finalmente me siento bien conmigo mismo, no sé por cuánto tiempo lejos tuyo. "Nuestro secretito, queda guardado en este locker" Inconfundiblemente tuyo, Bronco. Los Polvorines, Buenos Aires, Argentina 24/02/98
LA HIGUERA
F
Por Esteban Dilo
altan cinco minutos para las doce. Mis sobrinos observan absortos los fuegos artificiales como si fuesen sueño y yo estoy lo suficientemente entonado como para no estar disfrutando de ellos. Mi viejo me mira y me hace una seña para que ayude a mi mamá con los regalos. Pensé en quejarme, para que vayan mis otros hermanos, pero a él nunca se le puede decir que no. Entro en silencio, para que los nenes no se den cuenta. Mi vieja está arrastrando varias bolsas, todas con su respectivo nombre y moñito; no me contengo: busco mis regalos, revuelvo, pero no encuentro ninguno: tres para mi hermana, dos para mi hermano, para los peques hay infinidad de formas y tamaños, hasta mi viejo tiene su regalo, pero yo no. Algo dentro de mí se rompe, puedo sentir como todas mis partes laten en un dolor lo suficientemente fuerte como para alejarme de mi vieja, así no se da cuenta. Justo, entran todos y yo salgo al fondo. En el centro del patio está la higuera, iluminada por los destellos del cielo. Me acerco sin pensar, estoy asustado. Mi abuelo me contaba que si el veinticuatro a las doce estás debajo de una higuera aparece el diablo y te concede un deseo. Sigo caminando, pero el miedo se transforma en incertidumbre. ¿Y si me lo cumple?, pienso. El costo es que te hace daño, recordé. Estoy tan cerca que puedo ver una pequeña luz rojiza que, en un parpadeo, florece. Los pétalos paren lenguas que lamen el aire, tratando de encontrar la fuente de donde nacieron. Me apuntan. Siento que a mis espaldas hay alguien, no me animo a darme vuelta. —Podés pedir lo que quieras. —Pero me vas a hacer daño. —Es mentira. —Su tono es siempre el mismo. —Pero… —Pedilo —ordenó. —Me gustaría no vivir más acá. —Hecho.
Siento como su dedo acaricia mi hombro y todo aquello que está roto dentro de mí se arma, como si no me pesara más nada. Miro a mis pies, pero no los tengo. Puedo verme, parado debajo de la flor que en este mismo momento se marchitó. La gravedad no me afecta y cada vez estoy más lejos del piso. Hago fuerza para frenarme. Mi papá sale al patio, le grito, pero no puedo escuchar mi voz. Toda mi familia sale a ver que me pasa y ahí me enfoco en la higuera y en el cuerpo.Detrás de mí no hay un diablo o un monstruo, solo una luz tan blanca que puede cegar hasta al mismísimo Dios, pero eso no puede ser, porque Él mismo no se haría daño. ***
Esteban Dilo nació en Godoy Cruz en 1984. Muchos de sus cuentos fueron publicados en España, Colombia y México, así como en Argentina con la revista Próxima, Axxón y para la editorial Pelos de Punta. La facultad platense de Bellas Artes eligió varios de sus cuentos para la producción de libros ilustrados con fines solidarios, uno de ellos es un corto cinematográfico para la misma facultad. Ganó el 1er Concurso de Relatos de CTHULHU de Luna Arcana y obtuvo una mención especial en el concurso Edward Pickman Derby del evento Lovecraftiana. La muerte está ahí, su libro de relatos, saldrá a la venta en mayo de 2017 en Argentina.
EL TUMOR Por Hugo Casarrubias
T
odo lo que había de maravilloso en mi vida se fue directamente a la mierda. Mi familia, mi trabajo, mis pasatiempos favoritos, todo se fue directamente al caño. Lo único que me queda ahora es esperar, probablemente una terrible muerte en la que mi cuerpo quedará destruido por completo, hecho una maraña de tripas, sangre y esa materia putrefacta que vive dentro de mí desde hace tiempo. Esto lo he considerado debido a un minucioso estudio que realicé en mi trabajo para determinar lo que corre por mis venas. Lo único que puedo decir es que no es nada bueno y me veo obligado a escribir este relato como advertencia, pues nadie es dueño de los destinos que nos han encomendado. Hace ocho días mi jefe me había dado un ascenso importante. Me había convertido en el jefe del equipo de investigación de compuestos y bacterias de procedencia desconocida. Inidentificables. Un campo de estudio importante para la empresa y la humanidad en general pero hace poco había llegado un compuesto que, al parecer no solo era desconocido sino peligroso. Bajo mi cargo tenía a seis personas que me obedecían en todo lo que les pidiera. Ganaba muy bien y era el jefe del departamento así que mis empleados prácticamente eran mis esclavos, mis súbditos, mis subordinados. A veces la estupidez invadía sus mentes, así que me daba el lujo de corregirlos con mentadas de madre y demás lenguajes de lo más floridos. Malditos indios, por su culpa estoy en estas condiciones. Aquella tarde calurosa de Mayo nos estábamos preparando a darle los debidos filtros al compuesto que había llegado hacía un par de días. Leopoldo, uno de mis...empleados, había llegado tarde y la impuntualidad era una de las pocas cosas que realmente me enfurecían. Llegó con su cara larga y grasienta y su cuerpo gordo como el de un cerdo parado, sudando, empapando sus ropas de obeso, apestando a cloaca. Tomó la bata del perchero fijado en la pared y comenzó a decir: “Lo siento jefe, lo siento, se me hizo tarde”. Maldito gordo imbécil, en esos momentos estuve a punto de romperle la madre con todas mis fuerzas pero algo dentro de mí me obligo a sentir compasión por aquel neandertal.
-De acuerdo Leopoldo. No hay problema- dije, levantándome. Su rostro se iluminó. Su cara grasosa brilló a la luz de la lámpara, lo que me provocó unas inmensas ganas de vomitarle encima. -¿De verdad jefe? Carraspeé un poco y me pasé la saliva que había acumulado en mi garganta del asco intenso que sentía. -Claro -dije ante las miradas atónitas de mis demás sirvientes. Me acerqué a él y lo rodee con mi brazo. Pude sentir su calor, su humor grasiento. -Me gustaría que hicieras algo por mí- le comenté mientras avanzábamos por el laboratorio. -Claro, lo que sea -me contestó. Y fue en ese momento cuando no pude aguantar más ese odio. Y lo hice. -¡PARTIRTE EL MALDITO CULO! Lo tomé por su sudorosa nuca y traté de azotarlo contra la mesa de aluminio pero al parecer era más fuerte que yo. Tomó mi mano y en medio de jadeos y lloriqueos me jaló con todas sus fuerzas para después empujarme contra la mesa de muestras. Mi espalda chocó violentamente contra ella y los tubos de ensayo cayeron sobre mi nuca. Entre las sustancias que había en esos tubos se encontraba la catalogada como peligrosa. La habíamos llamado “The Thing” por aquella película de John Carpenter. Me toqué la nuca y me percaté de que las sustancias se habían mezclado con la sangre que me salía de alguna herida en la nuca. Esto me hizo enfurecer pero mi visión era muy borrosa y mis sentidos no se encontraban al cien para tomar venganza contra el obeso. Con mi vista borrosa vi el rostro pálido y asustado de Leopoldo, creí que se acercaría para ayudarme a levantarme pero el muy pendejo salió despavorido del laboratorio, chillando como un puerco a punto de ir al matadero. -Maldito. Miré a todos a mí alrededor. Uno de mis esclavos se acercó para ayudarme. -No, déjame. Tráeme una bata Comencé a limpiarme el cuello. La sangre junto con la extraña sustancia verde oscura creó un color carmesí y putrefacto junto con una viscosidad que rayaba en lo baboso. -Maldito Leopoldo. Me las va a pagar -dije
-No creo que regrese, jefe- dijo Memo, mi mano derecha en el laboratorio. -Eso lo veremos ¡Ustedes pónganse a trabajar sino quieren que les pase lo que le paso al obeso! De inmediato cada quien se fue a su mesa. Fui al baño para lavarme pero la sangre chorreaba a borbotones junto con aquella sustancia. Tomé una gasa del botiquín y la pegué en mi nuca con un poco de cinta. En el transcurso del día comenzaron a darme fuertes dolores de cabeza acompañados de mareos y una visión borrosa. Estaba por dirigirme a la enfermería pero cambié de opinión, no quería que se enteraran de lo sucedido en el laboratorio, así que me quite la bata y tomé mi chamarra para irme a mi casa. Antes de irme le advertí a mi equipo de indios de que no dijeran ni una palabra, de lo contario se arrepentirían. Al llegar a casa me subí el cuello de mi chamarra, no quería que notaran la gasa rojiza de mi nuca. Mi esposa y mis dos hijas no me esperaban tan pronto. Se alegraron al ver que había llegado temprano y que por una vez comería con ellas. Mi esposa se llamaba Berenice y era todo un encanto. Siempre había sido servicial a mí, incluso en los momentos en que discutíamos y nos mandábamos a la chingada. Al verla, mi rabia que había desatado momentos antes, comenzó a acumularse de nuevo. Al ver aquel corazón bondadoso, no es que la odiara pero había veces que no soportaba tanta miel derramada, sentí deseos de azotarle la cara contra la mesa como traté de hacerlo con el obeso. Probablemente mi coraje se canalizaría ahí. Al recordar que aquel gordo se había defendido de mis insultos y humillaciones, mi cuerpo pedía a gritos un desquite, pero no pude hacerlo. La amaba con todo mi corazón al igual que a mis hijas y no soportaría que algo les sucediera, como decía Woody Harrelson en Natural Born Killers: “The love kills the demon” Toda la puta razón. Sin decir ni una palabra y esforzándome por darles mi mejor sonrisa me dirigí hacia mi habitación. Me quité la chamarra y enseguida caminé hacia el baño. Al verme en el espejo me topé con lo más aberrante que había visto en mi vida. Mi nuca se encontraba inflamada y brillosa envuelta en un líquido oscuro, casi negro. En ese momento me impacté pero por alguna extraña razón mi conciencia se tranquilizó y no se alarmó como debió de hacerlo.
-Maldito obeso- dije en voz alta mientras me limpiaba el líquido con una toalla y me cambiaba la camisa. Me tomé un par de aspirinas y me relajé. Regresé a mi habitación para ponerme de nuevo la chaqueta y salir a comer con mi familia. Los siguientes días fueron fatales. Leopoldo jamás regresó y lo peor de todo era que mi nuca se inflamaba cada vez más. Incluso por las noches podía sentir un ligero movimiento en aquella hinchazón. Seguí tomando aspirinas pero el dolor del cuello cada vez era más intenso y aquel líquido negro seguía saliendo de los poros de mi nuca. Jamás mencioné ni una palabra a mi familia pero sentía que en cualquier momento mi rabia estallaría en su contra pues el dolor me volvía loco. Afortunadamente pude aguantar pero no tenía idea de lo que se venía. Mi nuca había llegado a adquirir un volumen considerable, ya no podía seguirla ocultando. Berenice se daría cuenta en cualquier momento, no era tan estúpida como aparentaba, así que decidí confrontarla. De pronto, aquella bola comenzó a moverse y pude sentir claramente como mi piel se desgarraba. Hacía un ruido parecido al de romper tela. Comencé a gritar y corrí por toda la casa. Mi esposa que estaba en la cocina enseguida se acercó a mí y la pobre, al no saber qué hacer, solo se limitó a gritar y orar… ¡ORAR! mientras yo le gritaba que eso no funcionaba, que tomara un maldito cuchillo y me quitara esa cosa de mi nuca. Afortunadamente mis hijas no se encontraban en ese momento, me levanté y me dirigí a la cocina por el cuchillo más afilado que encontré. Estaba por clavárselo a aquella cosa que salía, pero mi brazo fue detenido por una fuerza invisible, como si algo tomara control de mis extremidades. Mi brazo comenzó a doblarse en dirección hacia mi estómago, el chuchillo quedó a pocos centímetros de mi abdomen, estaba por clavármelo. Entonces llegó Berenice con una botella de agua bendita y comenzó a rociarla hacia aquella bola maloliente que se movía sin cesar. Mi brazo cambió de idea y se dirigió hacia ella. -¡No por favor, no lo hagas!- grité y me esforcé por detener aquella locura pero todo fue inútil. Ya no tenía el total control de mi cuerpo. Mi esposa fue apuñalada veinte veces, sin piedad, por la mano que alguna vez tocó su cuerpo y lo acarició hasta enchinar su piel. Traté de llorar pero no pude, mi rabia era más fuerte. Escuché una pequeña risa que provenía de aquella cosa, solté el cuchillo y la tomé con ambas manos y con las fuerzas que me quedaban la arranqué de mi cuerpo soltando piel, sangre y el maloliente líquido
negro. La bola salió despedida por la ventana hacia la calle y lo último que pude ver fue que comenzó a rodar sobrenaturalmente hasta perderse por completo. Mi cuello se encontraba totalmente desgarrado pero aún seguía unido a mi cabeza y a mi cuerpo, no tenía idea de porque seguía con vida. Como dije al principio de este escrito, había hecho un minucioso estudio en el laboratorio sobre aquella especie de tumor y al parecer aquel compuesto inidentificable tenía su propia cadena de ADN, pero era totalmente diferente al humano, lo único que pude determinar es que era de origen extraterrestre y se duplicaba creando vida propia al entrar en contacto con el ADN humano. Por eso sigo con vida, mi cuerpo está comenzando a moverse por cuenta propia porque algo dentro de mí se está formando, al parecer algo que corre por mis venas. Ya viene, lo puedo sentir. Mis manos parecen manoplas de béisbol y mi cabeza está a punto de…de… ¡ME VA EXPLOTAR! *** Hugo Casarrubias es un joven escritor Mexicano de novelas y cuentos de terror. Muchos de sus relatos han sido publicados en blogs y revistas especializadas. Desde pequeño incursionó en el mundo del terror a través de las películas. A los ocho años tuvo su primer acercamiento con el mundo de la lectura de la mano de autores como Stephen King y R.L. Stine; estos autores le ayudaron a sumergirse más en el mundo del terror y le inspiraron para crear sus propias historias. Posee dos novelas editadas "En Tinieblas" y "El retrato de la condesa”
SANTA CLAUS SIDERAL Y LA GOTA ORO NAVIDEÑA
DE
Por Samir Karimo
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anta Claus estaba pilotando su nave Laponius cuando le avisan de que estaban acercándose al arbolado Planeta NAVIDATE. Poco tiempo después, él y sus compañeros bajan del buque flotante y ven una torre igual a la que los indios veneraban. Ésta tenía una sustancia amarillenta – era ácido aguafiestero sulfúrico. Tras un momento de estupefacción donde la admiraban, se espabilaron y vieron dicha pócima descomponiendo los espíritus navideños humanos. Pero uno de ellos estaba bien vivo y le dijo a Santa: ¡Buscad la gota de oro navideña! Entonces Claus se acordó de esta leyenda que su padre, Jasón, le había contado y así fue a por ella. Por el camino se enfrentó a un monstruo con cabeza de murciélago y torso de serpiente, a unas aladas sirenas vampiras cuyos besos eran mortales y sus miradas letales. Sin embargo en el planeta Nochebuena encontró a Sinbad Nadal, el astromarino contador de historias, que le indicó el camino hacia el Archipiélago orbital de las Reinas Mágicas, primas de los Reyes Magos. En cuanto llegó, habló con Nadia, Hubb y Amnd. Estas tres magas conocían el secreto necesario para hacer la Gota de Oro Navideña. Nadia tenía un bote de Esperanza, Hubb un tarro de Amor y Amn una caja de Seguridad. Las tres echaron estos ingredientes en una marmita, los mezclaron bien e hicieron un embrujo. De pronto tenían en sus manos la gota de oro navideña. Se la dieron a Santa Claus. Éste y sus amigos gnomos se marcharon de este planeta. Llegaron al NAVIDATE donde vertieron ese líquido exquisito y así el espíritu navideño volvió a ser lo que era, acabando con la maldición del Brujo Antinoeleskko. *** Samir Karimo. En 2015-2016 publicó su primer libro de relatos en castellano y en portugués llamado Sobrenatural. Como autor destaca los textos Delirios fantasmales salido en la fénix fanzine, dolores en la Revista Demencia donde colabora, y Dulcinea una chica nada normal y Frankenstein en la revista MINATURA 153, 15, 5 donde también colabora. También es guionista de cómics para la revista H-ALT.
Mark Riddick
Consejos de buena leche: Determina a tu amigo por correspondencia ideal. Reflexiona con respecto a la procedencia de tu amigo, a cuántos años quieres que tenga y si quieres que sea hombre o mujer. Es mejor ser flexible en términos de ubicación y limitarte a alguien que sea solo dos años mayor o menor que tú si eres niño, quizás una diferencia incluso de cinco años si eres adulto. Tener un amigo por correspondencia puede ser una experiencia educativa maravillosa, así que medita un poco sobre lo que deseas aprender.