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CULTURA Y PRÁCTICAS DE LA CLASE POLÍTICA MEXIQUENSE

Esta separación ha hecho que en el territorio mexiquense exista una sociedad y una cultura fracturadas, diferenciada una de la otra. Hay una cultura muy sui géneris en el Valle de Toluca y otra en el Valle de México, que se refleja en las prácticas políticas en ambos lugares, con características muy peculiares. Lo que se ha vivido desde entonces ha sido el constante intento de la clase política del Valle de Toluca de someter a los habitantes del Valle de México, a pesar de que son más numerosos. Este hecho ha generado fuertes tensiones políticas entre los grupos de poder de ambas regiones del estado.

Por razones obvias, el ieem y la legislatura son espacios idóneos para analizar la cultura y prácticas de la clase política mexiquense. Son tribunas donde los partidos políticos debaten y exhiben sus diferencias públicamente, aunque en privado realizan acuerdos o pactan en secreto hasta los términos del debate.

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En el ieem y la legislatura se reproduce la cultura que prevalece en buena parte del estado, especialmente la del Valle de Toluca, donde dominan los viejos estilos, maneras, usos y costumbres de hacer política, reciclados desde el siglo xix, aunque con aires de modernidad. Ahí persiste un conjunto de reglas no escritas que solo excepcionalmente son rotas.

Esta cultura de la clase política mexiquense ha viciado los procesos electorales. En ella prevalecen usos y costumbres perversos, en términos políticos, que contravienen lo que dicen las reglas escritas. Esta cultura impide que el ieem sea un árbitro real de las contiendas electorales. Sobre esta idea versará mayormente el presente ensayo.

La simulación política

La máscara que cubre el rostro de los integrantes de la clase política mexiquense es una constante. La simulación es una costumbre muy generalizada en la política local. Esa cultura de la simulación encubre una relación de amor y odio entre los protagonistas. Los diputados, representantes partidarios, consejeros y funcionarios electorales hacen del saludo todo un ritual. Se abrazan fuerte y se palmean la espalda varias veces. Después de eso mantienen cerca sus rostros para hacer contacto visual por unos instantes; incluso parece que ponen a prueba su enjuague bucal. Fingen un afecto que no sienten, pero por conveniencia asumen formas civilizadas.

Los debates también son rituales de simulación. Por ejemplo, la clase política acostumbra referirse “con todo respeto” a sus interlocutores, aunque sea el preludio de una agresión verbal sistemática y orquestada, con el fin de aniquilar toda expresión disidente. La simulación de los representantes partidistas es muy variada. Por ejemplo, se reparten roles durante los debates en el Consejo General del ieem, especialmente cuando llegan nuevos titulares a las consejerías: unos golpean, otros negocian y otros se mantienen neutrales, según el momento y el asunto de que se trate. No siempre asumen el mismo rol; a veces lo intercambian: el representante bueno se transforma en el malo y al revés. Son dramatizaciones que han realizado muchas veces y que conocen casi a la perfección.4

Lo han hecho así desde 1996 y lo han replicado con los consejos generales que se han instalado completos, así como durante las renovaciones parciales que se han dado hasta 2022. El objetivo siempre ha sido “ablandar” a sus integrantes, especialmente a los que muestran mayor independencia frente a los partidos. Es una especie de recordatorio de quién manda en el ieem: el gobierno y los partidos, a pesar de que la ley diga lo contrario. En este contexto, los consejeros han sido parte de esta simulación. En público asumen que la conducción de ieem les corresponde a ellos, pero en privado reconocen que sin la anuencia del gobierno y los partidos poco pueden hacer. Se resignan ante el papel secundario que les otorgan. Todos saben que ir en contra de la voluntad partidaria frenaría sus aspiraciones políticas de conseguir otro empleo bien remunerado, apadrinado por ellos. Ante esa realidad acatan la línea establecida a través de la Presidencia o de la Secretaría Ejecutiva.

Por lo común los consejeros no cuestionan las decisiones que previamente han tomado los representantes, porque saben que una de las condiciones impuestas para llegar al cargo, o para mantenerse en él, es acatar de manera puntual las decisiones políticas de los partidos y del gobierno estatal. Ese es el compromiso previo y casi nadie quiere romper la “unidad” del Consejo General.

Los consejeros actúan, en el mejor de los casos, como emisarios de los partidos o personajes que los apoyaron; les sirven sin condiciones. Generalmente renuncian a toda iniciativa propia y actúan con docilidad frente a las presiones partidistas.5 Estos últimos, en voz de sus representantes, son los verdaderos tomadores de decisiones en el seno del Consejo General. Actúan como una nomenclatura partidaria, defensora de los intereses creados.

En el ieem las decisiones están en manos del gobierno y los representantes partidistas, sobre todo de aquellos más experimentados. Es común que el representante de un partido pequeño sea el articulador de muchas decisiones, a cambio de diversos apoyos; actúa como una especie de correa de transmisión del gobierno estatal, haciendo el trabajo sucio del Partido Revolucionario Institucional (pri).

El gobierno estatal, a través de los directivos, y algunos partidos muy cercanos al pri, son los que se han apoderado de las decisiones. Han confinado a los que formalmente deberían tomarlas, los consejeros con voto, al papel de meros legitimadores de lo que ellos y el gobierno estatal han decidido previamente.

Esto sucede también porque los consejeros no quieren poner en riesgo los privilegios a que están acostumbrados dentro del ieem. Los representantes quieren demostrar a los consejeros quién manda en realidad. Lo que menos impera en sus decisiones son los intereses de los ciudadanos. Su única lógica es la del reparto del poder en el ieem y en el estado. Todo lo demás es mera simulación.

Los compromisos y lealtades entre los partidos son algo superficial. Los políticos opositores simulan serlo hasta que los del pri los convencen de hacer lo contrario. Es decir que las actitudes intransigentes solo son una máscara que encubre sus verdaderas intenciones: conseguir ventajas adicionales, vender caro su voto o el apoyo al sistema. Saben que entre más rijosos se muestren es más probable que les ofrezcan recursos, privilegios o cargos administrativos, disfrazados de apoyo para la ciudadanía.

Ejemplos de ellos abundan entre los representantes partidarios del ieem . Son muchas las fortunas acumuladas ahí, como premio a la sumisión, la lealtad o la traición a sus antiguos aliados. Entre 1996 y 2022 ha desfilado una gran cantidad de representantes. La mayoría han sido hombres y mujeres que se han aferrado a esos cargos simulando ser férreos opositores al pri. Entre esa larga lista destacan Horacio Jiménez, de Movimiento Ciudadano (mc); óscar González, del Partido del Trabajo (pt), y Antonio Vázquez, de Vía Radical.

En realidad, esa ha sido solo una máscara para enriquecerse a costa de los apoyos que el ieem da a cada representación partidaria: el sueldo equivalente al de una consejería, bonos bimestrales, compensaciones por proceso electoral, vehículos, gasolina, peajes y cuantiosos gastos de representación. Todo esto a cambio de que sigan simulando ser férreos opositores, cuando en realidad lo que hacen, salvo excepciones, es legitimar una y otra vez al sistema a cambio de tajadas de poder.

Algunos de estos representantes han pasado muchos años ocupando instalaciones del ieem, incluso para sus negocios personales, instalando despachos jurídicos privados en un lugar público (como César Severiano, de mc), y usando servicios y personal pagado por el ieem para sus propios fines. Aunque el sistema lo sabe, no lo evita. Saben que todo eso servirá en su momento para doblegar la voluntad de esos representantes, cuando quieran asumir una actitud heroica frente a los abusos del sistema.

La cultura de la simulación implica guardar las apariencias en todo momento. El pri finge respetar las leyes electorales, aunque las viole cada que lo crea necesario. El resto de los partidos finge ser de oposición radical frente al pri, aunque tal postura ha sido más formal que real. Casi siempre se han conformado con migajas de poder, porque el más importante de ellos, la gubernatura del estado, ha quedado como patrimonio exclusivo del pnr-prm-pri desde 1929.

Lo mismo pasa a nivel de las estructuras del ieem. Quienes ocupan las consejerías simulan una imparcialidad que pocos han demostrado en los hechos. El mismo fenómeno se reproduce en todos los demás niveles organizacionales. Aunque el ieem es formalmente un árbitro electoral, está impregnado por los intereses partidistas. Desde su fundación se ha integrado, en todos sus niveles, por gente vinculada a los partidos políticos, salvo honrosas excepciones, aunque en algunos periodos este fenómeno ha crecido.

A pesar de que la parcialidad está prohibida legalmente en los órganos superiores del ieem, casi todos sus integrantes han tenido vínculos estrechos con los partidos que los han promovido y de los cuales no han querido o no han podido desligarse, por razones políticas, económicas o familiares. Aunque formalmente es el árbitro colectivo de la contienda, lo cual requiere que sus integrantes sean imparciales, en los hechos está convertido en una extensión de los partidos. Aunque deben ser ajenos a ellos, muchos de los consejeros y directivos actúan como militantes.

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