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CULTURA Y PRÁCTICAS DE LA CLASE POLÍTICA MEXIQUENSE
También la junta general del ieem, el máximo órgano administrativo, ha sido integrada a partir de recomendaciones de las representaciones partidarias y del gobierno estatal. Son personas del sistema que acatan fielmente cualquier instrucción que consideren superior, aunque les sea dada por personajes de bajo nivel. Su lealtad a los poderosos está fuera de duda. Acatan sin rubor cualquier instrucción que venga del pri o del gobierno estatal. Esto no los incomoda; los hace sentirse orgullosos de su disciplina partidaria. La mayoría son excesivamente pragmáticos. Saben que por méritos propios no pasarían de ser un empleado más. Por ello sirven sin condición al partido que los impulsó o protegió en el cargo. Algunos incluso les han hecho los recursos de impugnación a ciertos partidos, para presentarlos ante las propias instituciones a las que sirven. Esto refleja la nula ética que los ha caracterizado. Varios de ellos han sido militantes de partidos. Llegaron al ieem gracias a la cercanía con dirigentes de partidos o del gobierno estatal.6
Sin embargo, la gran mayoría de consejeros y directivos simulan ser apartidistas, así como defender los principios rectores del ieem, en especial el de la imparcialidad. Debido a esta integración sesgada, en donde la mayoría de los árbitros electorales hace su trabajo a favor del pri y una minoría a favor de otros partidos, se explican los varios conflictos internos que ha tenido el ieem en su historia. Principalmente porque los consejeros y directivos se han metido a la lucha por el poder, como si también fueran competidores.
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En resumen, la ciudadanización ha sido una mera simulación en el ieem, que le ha impedido actuar de forma imparcial. Los consejeros carecen de poder, por la forma en que muchos consiguieron el cargo y por las condiciones que les impusieron para apoyarlos. Llegaron amarrados por compromisos partidarios o con el gobierno estatal, que los obligan a seguir fielmente sus dictados.
La cooptación
Esta es una práctica muy generalizada entre los partidos opositores. Se ejerce especialmente en dos lugares públicos: en la legislatura local y en el ieem, principales espacios para el debate y la deliberación. Por esa misma razón, se convierten en los espacios más propicios para cooptar a los líderes opositores, en especial a los integrantes de la Junta de Coordinación Política de la Legislatura, a quienes se dota de todos los recursos inimaginables: dietas generosas, fondos para realizar gestiones públicas, pago de secretarios técnicos y asesores, vehículos, gasolina, peajes y teléfonos celulares, además de altísimos gastos de representación.
Por si esto fuera insuficiente para cooptarlos, hasta hace poco era costumbre que prácticamente desde que tomaban posesión les llegaba un regalo millonario del gobernador del estado, el cual podía ser aumentado si al representante popular le parecía poco. Además, desde un principio les podían adelantar la dieta de los tres años de su encargo, para fines personales, al fin que de todas formas con los gastos de gestión y representación les alcanzaba para vivir bien a los diputados.
Este y otros métodos, para comprar la voluntad de los legisladores e integrantes de los ayuntamientos de su propio partido u opositores, han sido constantes desde que Isidro Fabela llegó al poder en 1942.7 Desde entonces esas prácticas forman parte de la cultura de la clase política mexiquense. Dicho de otra forma, se han normalizado; se les ve como algo natural y necesario para mantenerla unida.
Los hechos de este tipo han sido una constante. Uno de los más conocidos lo relatan Cruz y Montiel en la obra citada. Fue cuando el entonces gobernador electo, Arturo Montiel, para quien todo lo que se pueda comprar en política resulta barato, sobornó a diputados del Partido de la Revolución Democrática (prd) para tomar posesión. Ya en el cargo, compró con 25 millones de pesos a 13 diputados locales del Partido Acción Nacional (pan) para que le aprobaran las cuentas públicas de su gestión. Además de ese “logro”, mantuvo a dicho grupo como una fracción independiente que le ayudó a conseguir otros propósitos, muchos de ellos inconfesables.
Ese mismo esquema se ha reproducido con otros matices en el ieem. Además del ingreso equivalente al de una consejería, con bonos y compensaciones, los representantes partidarios reciben vehículos, vales de gasolina, teléfonos celulares, pago de peajes y gastos de representación. Por si esto no fuera suficiente, el secretario ejecutivo recibe listas de personas que los partidos recomiendan para trabajar en los órganos centrales o desconcentrados. Eso hace que el ieem sea una especie de gran familia, porque colocan parientes cercanos en puestos operativos. La consecuencia obvia es la subordinación de esos representantes al secretario ejecutivo.8