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URBANISMO SOCIAL

Por: Arq. José de Jesús Acosta Pérez © Jakub & Nora Caprnkovci

“El urbanismo social es uno que no solo se centra en la creación de territorio ordenado e infraestructura, sino que pone los instrumentos y recursos al servicio del ser humano bajo una perspectiva cívica que pondera la transparencia y la participación ciudadana”

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El término de urbanismo social comenzó a ser popular a partir de su uso en el discurso político de la ciudad de Medellín, donde se partía primero del reconocimiento de sectores pobres y marginados, que habían caído en la violencia y el narcoterrorismo con un tejido social fragmentado; segundo, de retomar el papel de la administración gubernamental como prestador de servicios y garantizar el acceso a la infraestructura como derecho. Esto implicó realizar las grandes inversiones en proyectos urbanísticos y de equipamiento para mejorar sus índices de calidad de vida, dando origen al Modelo Medellín que se ha intentado replicar en otras ciudades del mundo.

Si bien se obtuvieron buenos resultados, con una elevación en el nivel de la vida de los habitantes, no ha sido suficiente como estrategia, para eliminar los procesos criminales como se planteó en el discurso. La infraestructura y equipamiento no logran resolver los problemas sin un Estado que tenga el control, pueda reprimir y ejercer acciones contra las personas para garantizar el interés de todos.

Lo más significativo ha sido la recuperación de espacios para los ciudadanos, donde se pueda dar la convivencia y la inclusión, así como su participación por lo menos en un primer nivel, ya sea de manera directa o a través de ser representados para deliberar sobre algunos aspectos de las acciones urbanas.

En el Bajío, la falta de control territorial por parte de los organismos responsables, con normativas que no se aplican y la falta de presencia física a través de prestaciones, oportunidades y servicios, ha permitido la aparición de órdenes alternos que posibilitan el acceso a actividades lucrativas para sus habitantes y cuyas consecuencias se extienden a toda la ciudad.

Si bien la responsabilidad del Estado debe hacerse presente, si implica dar un giro hacia un urbanismo social, entendido lo social no solo dirigido a los sectores vulnerables, sino a crear lugares donde todosestuviésemos dispuestos a vivir, donde los ciudadanos nos sintamos felices. Poner al centro a las personas por encima de la infraestructura o equipamiento, en las diferentes escalas de grupo, barrio o ciudad.

Ciudades creativas para vivir, donde exista las consabidas oportunidades, infraestructura, seguridad y respeto, tolerancia, pero particularmente carácter y alma, que no solo protejan a los más vulnerables sino al desarrollo de todos los habitantes de la ciudad.

Este urbanismo debe ser sustentable socialmente, no solo ambiental y eso implica la participación ciudadana. No en los términos más básicos que pregonan los institutos de Planeación y donde es evidente la frustración en los afectados por una gestión social inexistente, sino que se tenga la posibilidad de deliberar las decisiones. Existen bastantes experiencias a las cuales referirse como el caso de la ciudad de Porto Alegre, que mediante asambleas, debates y consultas los participantes priorizan las obras y acciones que el gobierno realizará en el año. Lo que da un sentimiento de apropiación y protección de las nuevas edificaciones o intervenciones urbanas.

Esto puede bajarse a escalas menores como es un componente de la ciudad que es la vivienda realizada por los promotores privados y cuya gestión no termine con la entrega de cada unidad. Incluso ahora que se ha impulsado la vivienda en condominio, deben incluirse aspectos de gestión social, posterior a la entrega que impulsen una organización condominal para que los conjuntos puedan ser sostenibles física y socialmente para la comunidad y no unidades de problemas.

Sabemos que la participación no es parte de nuestra cultura local, pero la sustentabilidad social debe impulsarse, se requiere de creatividad para innovar en estrategias, técnicas de convocatoria, y mecanismos de participación, para formar ciudadanos cívicos que hagan nuestras ciudades más armónicas y vivibles.

Arq. José de Jesús Acosta Pérez

Maestro en arquitectura y especialista en urbanismo restauración y diseño de productos inmobiliarios. jesusacostaarq@gmail.com

El uso de energías renovables en nuestros negocios y hogar es hoy en día una necesidad, una de las tecnologías que más se ha posicionado en este tema son las celdas fotovoltaicas o paneles solares, por el impacto positivo que tienen en el ahorro de luz, y también por el alto impacto positivo en el medio ambiente.

Un sistema de este tipo puede ahorrar hasta un 99% en la factura de CFE, se pueden utilizar desde grandes plantas de generación de electricidad hasta pequeñas lámparas para jardines. Es decir, se usa en la industria, el comercio, el hogar o en espacios abiertos públicos y privados.

En la industria son muy útiles para abastecer bodegas y plantas. En el comercio se pueden utilizar en cualquier centro comercial, tienda o espacio, por ejemplo, salón de eventos, que tenga un alto consumo de energía. Prácticamente a partir de facturas de CFE de 2 mil pesos en adelante, vale la pena la inversión. En espacios públicos se utiliza mucho para iluminar áreas recreativas en fraccionamientos, estacionamientos, etc.

En el hogar, es posible utilizarla para cualquier tipo y tamaño de vivienda, es posible techar la azotea con los paneles solares, con este solo hecho se reduce hasta en seis grados la temperatura dentro del hogar, pues se instalan desde 20 cm sobre el techo hasta la altura que requiera el lugar, con lo cual se puede crear un “roof garden” techado en casa. Además, existen en el mercado diferentes tipos de paneles solares con diseño arquitectónico para usar en techos o muros y con acabados como cristales transparentes o humo, con el objetivo de aprovechar la luz del sol lo máximo posible y dar una excelente vista.

Gracias a este auge en el mercado hoy en día es más fácil adquirir estos sistemas. Sumado a estos beneficios el planeta gana al evitar el efecto invernadero. Las celdas se fabrican con silicio, un material obtenido de la arena, por lo tanto, en su producción no se alteran las características de la tierra y este elemento se utiliza muy poco, en su funcionamiento tampoco contaminan, ni hace ruido, en general no afecta de ninguna forma al medioambiente, sólo, genera beneficios para toda la sociedad en general y para el medio ambiente.

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