Edicion 31

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CONMEMORACION 1900. El 10 de enero del año 1900 se casan en La Habana Georgina Sánchez, cubana, y Gregorio González Lamarche, diplo­mático do­ minicano. Tendrían siete hijos. Uno de ellos sería el más impor­tante de los arquitectos dominicanos. El sábado 3 de noviembre, los esposos González Sánchez anun­ cian en Santo Domingo que les ha nacido el primer hijo, Guillermo. Vivían en la alta casona colo­nial detrás del ábside del Templo Mayor del Convento de los Dominicos. 1917. Cuando González cumple los 17 años, ingresa como dibujante a la Sección de Diseño de Obras Públicas. Había apren­dido a dibujar lo que sus ojos veían a través de su ventana. Ya se inte­resaba por el inglés, idioma impuesto por la inter­vención norte­americana. La Primera Guerra Mundial era noticia obligada. 1921. Cuando cumple la mayoría de edad (21 años) toma sus ahorros y se marcha a EUA donde estudiaría arte en Columbia University mientras profundizaba el inglés. Un profesor le disuade y le recomienda estudiar Arquitectura. Le gestiona su ingreso a Yale, New Haven. 1925. Se destaca como excelente alumno y mejor compañero. Con sus 25 años, maduraba conceptualmente y termina llevándose los más altos honores mere­cedores de una beca para viajar por Euro­ pa. Pero debía ser norteamericano o nacionalizado. 1930. Cumpliría 30 años y pensaba intensa­mente en sus hermanos Oscar y Georgina María, de 22 y 19 años, respectivamente, falle­cidos en un accidente de tránsito camino a La Vega. Habría querido regre­ sar, pero su familia se opuso. Tenía que presentar exámenes de fin de carrera y ya no se podía hacer nada...

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por arq. Emilio Brea fotografías arq. F. Manosalvas (actuales) Del libro «La Ciudad del Ozama» (de archivo)

VIDA, OBRA Y OLVIDO DEL MAS IMPORTANTE ARQUITECTO DOMINICANO

En ocasión del Centenario de su nacimiento Guillermo González Sánchez o la pasión de un trabajo incom­prendido, de­molido y prejuzgado.


El segundo en calificaciones del curso, un descendiente acau­dalado y su amigo por empatía de talentos, le invita a compartir la Beca Fontainebleau y viajan al viejo conti­ nente. Estando en Málaga conoce a Mercedes Fernández Canivell. Regresa a New York y decide trabajar para experi­ mentarse. Ingresa a las ofici­nas de Edward Durell Stone y Francis Kelly. A los seis años vuelve a Málaga, donde Don Gregorio, que se había hecho odon­tólogo estudian­ do en New York, había sido asig­nado cónsul. 1936. Se casa con Mercedes a las 4:30 de la tarde del 7 de junio del 1936 en la Catedral de Málaga, y celebran brin­ dando en una recepción nupcial que tuvo lugar en el Ca­ leta Palace, en el atardecer, hora y media más tarde de las bodas. Luna de Miel en Alta Mar. Guerra Civil en España. Entonces retorna a Santo Domingo. Han transcurrido catorce años desde su partida. La prensa reseña su llega­ da. Hay gran expectativa con el arquitecto de clase media alta titulado con honores y de experiencia laboral de años en New York. Encuentra otro país: se han mar­chado en 1924 las tropas de ocupación nortea­mericanas, el Ciclón de San Zenón de 1930 había devastado el país, que era gobernado des­ de entonces por Rafael Leonídas Trujillo Molina. Un congresista, apoyado por unani­midad, pide frenético que la ciudad cambie de nombre y la designen Ciudad Trujillo. La megalomanía se inicia y el arquitecto Gonzá­ lez Sánchez se integra al trabajo de resemantización urbana. Pero antes, en terrenos de su familia, levanta una modes­ ta vivien­da de dos niveles, trabajada en madera, bloques de concreto y techumbre de zinc. Sus volú­menes eviden­ cian intención estética. Em­pieza así a hacer arquitectura en su país. Concursa y gana el Parque Infantil Ramfis, muy cerca de su casa. El premio fue de RD$ 750.00. Moncito Báez lo construye por RD$ 73,000.00. Los inge­nieros Pou e Ibarra ganan el se­gundo lugar. Hay matanza de 18,000 haitianos en la frontera.

Las conmemoraciones del Cente­nario de la República en 1944, no pueden ser como se pensaron, la Segunda Guerra Mundial y la economía de guerra afectan conside­ rable­mente el momento. El dictador pierde la opor­ tunidad de mostrar el desarrollo y el progreso. Queda elocuente el Monu­mento a la Paz de Trujillo, en Santiago. Richard Neutra, acompañado de su her­mosa esposa, visi­ ta el país y se ma­ravilla de la obra de González. La califica como “tan buenas como las de Europa” (sic). Perió­dico La Nación, miércoles 7 de marzo de 1945, página 3. Crónica de Curiel. Los elogios de Neutra, que venía de Puerto Rico donde supervisaba la cons­trucción de unas escuelas públicas dise­ñadas por él, son extensivos al Matadero Industrial Cami y, como todo arquitecto, critica aspectos urbanos del desarrollo físico de Santo Domingo. El tiempo le daría la razón. Guillermo, el ser humano, es un enamorado empederni­ do de la vida, los placeres, sus encantos y la belleza. Su debilidad ante el sexo opuesto le crea dificultades con su esposa, hija de un poderoso matrimonio español. Empe­ zaría prematuramente su soledad. En 1947 trabaja intensamente en el anexo al Jaragua, lo que incluía, además, los cinco bungalows, y aparece en la prensa (9 de abril, La Nación, página 3) junto a su her­ mano Alfredo con asigna­ciones de obras públicas, como por ejemplo el Centro Social Obrero en Villa Francisca. La oposición armada a Trujillo em­pieza a gestarse. Un grupo de patriotas junto a diversos internacionalistas entrenan en un cayo, Confites, del grupo de islotes frente a la costa atlántica de Cuba. Delaciones e intrigas dan al traste con el intento. La edad de oro empezaría a empa­ ñarse. En Santo Domingo, el arquitecto González se refugia en el trabajo privado y público. La etapa de posguerra es fructífera en labores oficiales. Trujillo, cada vez más megalómano, “acepta” su nomi­nación como candidato al período de gobierno 1947 - 1952.

En adelante le sonreiría el éxito. Dos encargos le cata­ pultan a la fama. El edi­ficio Copello, inaugurado el 16 de agosto de 1939 (mientras estalla la Segunda Guerra Mundial) y el Hotel Jaragua, inaugurado también un 16 de agosto, pero de 1942.

En 1947, el ingeniero mecánico e industrial italiano, Gui­ do D‘Alessandro Lombardi, (Foggia, 1895 /Sto. Dgo. 1954) diplo­mado en el Instituto Politécnico de Milán en 1925, entrega la obra del Palacio Nacional, de la que fue su con­ tratista. Su matri­monio, en 1930, había sido apadri­nado por el entonces Brigadier Trujillo, el Presidente Estrella Ureña y el General Desiderio Arias. Casi nada. En 1948 el arq. González debió dejar la enseñanza que ejercía en las aulas de la Universidad de Santo Domingo, Primada de América. Tenía mucho trabajo y había con­ cluido un compromiso personal de formación con un grupo de jóvenes arquitectos.

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En 1949 los acontecimientos políticos se agravan. Han desem­barcado un grupo de patriotas por la Bahía de Gra­ cia, en Luperón; son tiroteados y aniquilados, la intranqui­ lidad reina en la apacible e impuesta paz de Trujillo. Cuando cumple sus cincuenta años se debate entre problemas económicos y la íntima soledad que le gol­ pea. Viene la separación conyugal y Mercedes regresa a España. Se lleva lo único que adoraba: sus hijos, George y Blanca Nieves. Pero el deber obliga y los retos laborales aumentan. Los adláteres del régimen conminan a Trujillo a celebrar su vigésimo quinto aniversario de haber ascendido al poder, y al regreso de éste de Roma, donde recibe condeco­ raciones del papado, se ingenian edificar “La Feria de la Paz y Confraternidad del Mundo Libre”.

domi­nicanas. Complot develado. Persecuciones y atrope­ llos. La sangre y el terror se estacionan cerca del arquitec­ to González, hay amigos presos y desaparecidos. Ajusticiado el dictador Trujillo. Días de gran revuelo. El país casi paralizado. Un silencio rodea a los que trabajaron intensamente bajo el régimen. “Navidad con Libertad” es la nueva consigna. Guillermo cumplía 61 años. 1962. El luto vuelve a copar la vida del arquitecto Guiller­ mo González Sánchez. Su hermano Alfredo ha muerto con apenas 56 años. Estalla la guerra de abril. La metralla sustituye el silencio de la ciudad heredada. Barricadas en Ciudad Nueva. Luchas en la parte alta. Resistencia en el Puente Duarte. Arden los depósitos de Aduanas. El luto aumenta entre los domi­nicanos. Las heridas no sanarán jamás. Guillermo cumpliría 65 años. Cansado, quizás enfermo, su corazón en proceso de agota­miento y trabajando para sobrevivir. La fama ha quedado atrás. Le niegan las oportunidades laborales. Le creen muy viejo, pero es persistente y labora desde su hogar. Vuelve a las aulas, a la UNPHU (1966).

González se luce. En el excepcional tiempo de seis a siete meses, dirige un grupo de esforzados realizadores domi­ nicanos que levantan un conjunto de unos doce edificios que denominan pabellones. Se construyen sin la tempo­ ralidad acostumbrada para fines feriales. Perma­necen y reflejan el neofascismo de estilo en el momento político vivido. Uno de ellos es el de Venezuela, actual sede del GNA y la SARD. Inauguran “La Feria” el 20 de diciembre de 1955. Es el “Año del Benefactor de la Patria” que además era el “Padre de la Patria Nueva”, “Excelentísimo Doctor” y “Perínclito (heroi­ co) Varón”. Se ha dicho que costó 20 millones. Duro golpe para la economía nacional, del que nunca se recuperaría el gobierno del dictador. Nadie lo puede saber, pero los días del régimen que marcó tantas generaciones y que todavía genera polé­ micas, estaban contados. Al desgaste económico, sigue el malestar social, la inseguridad política y el descrédito internacional. La Iglesia Católica enfrenta por primera vez al régimen. La ciudad iba cambiando conforme avanzaba el tiempo. El aeropuerto sale de Miraflores y lo trasladan a Punta Caucedo. La Universidad y La Feria se convierten en centros de influencias urbanas. La ciudad no llegaba a la actual avenida Abraham Lincoln. 1959. Aterriza un avión en Constanza que trae un nutrido grupo de patriotas dominicanos y extranjeros dispuestos a enfrentar con las armas al régimen. Desembarco de pa­ triotas por Maimón y Estero Hondo. Guillermo se acerca a los 60 años. Enero del 1960. Represión sangrienta en las cárceles

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Había perdido el edificio hermoso conocido como “Jara­ güita”. Su control financiero y administrativo nunca fue el mejor. Edifica al lado y allí se recluye. La Santo Domingo Motors y el Bank of America son sus últimas obras. Su empleada doméstica lo encuentra muerto el viernes 13 de noviembre del año 1970. Le rinden Guardia de Honor en la Escuela de Arquitectura de la Universidad Nacional Pedro Henríquez Ureña. El edificio de los talleres de diseño lleva su nombre. En 1985, en absurdo homenaje de recordación, demo­ lieron el Jaragua. El Grupo Nuevarquitectura Inc. -GNAedita tarjeta de fin de año, cartel conmemorativo y realiza seminario en su honor. En 1986 le dedican la Primera Bienal de Arquitectura de Santo Domingo. Ese mismo año, el Poder Ejecutivo, a solicitud del GNA, declara el 3 de noviembre como Día de la Arquitectura Dominicana. El 3 de noviembre del 2000, se dará inicio a la VII Bienal de Arquitectura de Santo Domingo. La Sociedad de Arqui­ tectos de la República Dominicana -SARD- y el GNA se la vuelven a dedicar a Guillermo González Sánchez en ocasión del Centenario de su Nacimiento...

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