( libro)
Crónica sobre la presentación del libro Alquimias de la ciudad perdida. POR: Emilio Brea García.
Noche de alquimias (por la ciudad perdida)
Alquimias de la ciudad perdida, José Enrique Delmonte Soñé. Colección del Banco Central de la República Dominicana, primera edición, 2009. Formato 9.5” x 10.25”, 112 páginas, papel satinado, impreso a color. Incluye CD con los 21 relatos en diferentes voces. ISBN 978-9945-443-39-4
El 3 de diciembre, en Casa de Teatro, se realizó el montaje escenográfico del texto Alquimias de la ciudad perdida que escribiera José Enrique Delmonte Soñé y fuera publicado por el Banco Central de la República Dominicana. Efectos, danzas, músicas, voces y lecturas parciales, llenaron el espacio tradicional que cobija culturas en la histórica Ciudad Colonial de Santo Domingo, y se ofreció un modesto espectáculo que se tituló Noche de Alquimias. La multitud empezó a crecer conciente de que la Casa de todos y todas, la de Teatro, aquella resistencia intramuros contra la abulia cultural, se podía llenar con facilidad. La pantalla habilitada en el patio bar dejaba sentir los ajustes de último minuto y, dentro, la tensión parecía agigantarse de angustias sin disimular. Cuando las puertas se abrieron, un tropel de ansiedades empujaron dentro y llenaron muy rápido las localidades, el resto tuvo que conformarse con la pantalla gigante. Estábamos sorteando saludos cuando las luces cesaron, llenando de sombras el espacio aclimatado, entonces tres siluetas se revelaron sobre el escenario. El dueño de Casa hizo el gesto humilde de dar la bienvenida con su proverbial jocosidad muy bien estudiada. Se despidió sin ginebra y Freddy se fue empujando un cubo que había servido de taburete. Dos más permanecían ocupados por dos hombres de fluido hablar que hicieron el teatro de dialogar sobre el contenido del texto que se presentaba. Así empezó Noche de Alquimias, con una introducción de dos ases de las conversaciones (Gamal Michelén y César Iván Feris), y cuando se marcharon, el embrujo, el sortilegio, la magia
se adueñó del escenario y las letras del fondo del telón presagiaron el guión, ayudadas por las lecturas dramatizadas, grabadas y en vivo, estas últimas por la figura inmensa de Iván García, el eximio actor de siempre... Y fue entonces cuando salió un ángel de negro vestido y cuerpo grácil, aparentemente frágil pero de vigorosos movimientos como de muro ondulante sin moralejas, y así Mercedes empezó las ejecuciones danzantes de un texto inverosímil, que fue sucediéndose con agilidad expectante conforme avanzaba la noche y los sonidistas se esforzaban para que imágenes y efectos llegaran unidos al público que aplaudía sin creer que era posible estar viendo y oyendo lo que escuchaban y miraban. Sonia, con su voz inconfundible, hizo la silvestre interpretación de otro de los textos, sentada irreverente en el borde del escenario, y luego Jordi y Geo, los mismos (sí, Masalles y Ripley), invadieron el fondo a golpes de cueros templados, envueltos en humos, derramando corajes, pitos, aguas benditas, como exorcizando la sala, vestidos al contraste, uno de blanco, otro de negro, y luego, entre lecturas y voces grabadas, aparecieron los espirituales toques de tambores y hasta un saxo facultativo y acupunturista se robó la noche de alquimias, cerrando en medio de la algarabía festiva un espectáculo insólito e inusual, cargado de expresionismos, manierista en sus mensajes, nostálgico por la ciudad perdida, entusiasta porque demostró que la cultura no morirá aunque desde las altas esferas oficiales le nieguen los presupuestos anualmente... Al final se agregó el autor, circunspecto, derrochando timidez, y agradeció a todos y a todas, y dijo lo increíble, nadie, absolutamente nadie, había cobrado un solo centavo en la armadura del libro y, sin embargo, habían trabajado casi sesenta personas, desde músicos y fotógrafos hasta lectores y coordinadores, tramoyistas y técnicos. Fue una noche de riesgos calculados que resultaron aleccionadoramente gratificantes. La alquimia permitió reencontrar la ciudad perdida, a tientas, entre basurales y hedores, oscuridades y temores, para saberla fugazmente perfumada de asomos textuales, con acordes de sinfonías y teclados disonantes, entre amistades viejas y nuevas, entre cultores del culto a la cultura real.(A)
( libro)
Arquitectura popular dominicana. Libro de la colección Banco Popular Dominicano, 2009.
Arquitectura popular dominicana
Arquitectura popular dominicana. Víctor Manuel Durán Núñez y Emilio Brea García. Colección Banco Popular Dominicano, primera edición 2009. Formato 10” x 11”, 396 páginas, papel satinado, impreso a color. ISBN 978-99934-67-54-0
El Banco Popular Dominicano, a través de su programa editorial, hizo un nuevo aporte a la labor de rescate y conservación del patrimonio cultural dominicano con la publicación del libro Arquitectura popular dominicana de los destacados arquitectos Víctor Manuel Durán Núñez y Emilio Brea García. La obra es el resultado de quince años de una intensa labor de investigación realizada por Víctor Durán, y forma parte de su proyecto de grado sobre los elementos tradicionales de la arquitectura de la República Dominicana y su inserción en el contexto histórico y cultural del Caribe. Tras un encuentro casual en Bánica, compartió estas inquietudes con Emilio Brea García, y juntos asumieron la responsabilidad de dar testimonio de ese “panorama inconcluso de la arquitectura popular dominicana”, como ellos mismos declaran. Los autores destacan que con este libro se realiza un discreto homenaje al arquitecto Ramón Martínez, quién –en la década de 1970 y desde las aulas universitarias– fue pionero en promover la investigación sociológica en el área de la arquitectura, llamando la atención a los estudiantes sobre algo más que el mero lenguaje formal. Antes de abordar el tema principal, los autores presentan una visión de la arquitectura popular en el panorama mundial a través de cuatro ensayos de reconocidos arquitectos latinoamericanos. La primera parte de la investigación está dedicada a la arquitectura, y la segunda, a la casa popular dominicana, y abarcan desde los diferentes nombres que se dan “a una misma realidad” hasta la
evolución de la casa dominicana, sus modelos tipológicos y sus elementos compositivos en todo el territorio nacional. Todas las consideraciones teóricas están acompañadas de gráficos (mapas, planos, esquemas, reproducciones y, en especial, fotografías) que expresan los valores del lenguaje figurativo y ornamental que son y han sido comúnmente empleados, formas y colores, volúmenes y modulaciones que, sin haber sido producidos a partir de conocimientos académicos, responden a criterios muy cercanos. Todo ello representa un contenido sumamente valioso, no solamente a nivel didáctico, sino también para la revalorización de nuestra arquitectura tradicional de madera y de nuestros valores de identidad. Como aporte adicional se incluye un diccionario de términos utilizados en la arquitectura popular, y como apéndice unos breves pero valiosos ensayos, entre ellos uno de Omar Rancier sobre “El ideal de la casa tropical”, un tema que –según expresa el arquitecto Manuel Gautier en el prólogo– reclamaba “ser investigado, analizado y dado a conocer desde hace tiempo”. La pasión y la fe de los autores por este tema está expresada en la dedicatoria que aparece en las últimas tres líneas, al final de su introducción. “Dedicamos esta obra, por justicia, a quienes con sus sueños discretos construyen los espacios habitables de la esperanza [...] y agradecemos por igual a quienes con su humilde trabajo permiten la lectura de un lenguaje tangible, cargado de fe [...]”.(A)