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POR: Emilio Brea García. FOTOS: Del libro Diseño del siglo XX y de la tienda Ikea Dominicana.
Del catálogo de Ikea
No conozco aún las instalaciones de la súper tienda por departamentos sueca que, según me han dicho, abrió sus puertas para América Latina en Santo Domingo (tenía entendido que ya había una tienda en México). Por supuesto que cuando tenga la necesidad, no tan solo la curiosidad, iré a conocerla, por supuesto que lo haré. Cualquier profesional a quien de alguna manera le apasione el diseño, sea del tipo que sea, arquitectónico o industrial, modular o mobiliario, artístico, decorativo, utilitario, escultórico, pictórico, de interiores y exteriores, del paisaje y para el paisaje, aeroespacial o naval, y más aún, si está vinculado, por normas y procedimientos, a la valoración de lo ecológico, lo económico y al respeto del medioambiente natural, tendrá necesariamente que acercarse a esta tienda o agenciarse un catálogo que circula profusamente tentando a quienes lo hojean. Parece que es eso lo que ha pasado con los santiagueros que se dice que ya han venido en tours desde la hidalga (ya lo hicieron para conocer el metro), e igual parece que ha sido el caso de nuestros hermanos borinqueños que han venido también en tour de compras desde la isla del encanto, en ferry y por avión, en sus yates y en sus avionetas privadas. Y es que dentro de las tentadoras ofertas de su catálogo de 376 páginas (tapa y contratapa incluidas), que es lo que me ha
llamado muy poderosamente la atención, hay un permanente homenaje al diseño y a los diseñadores de cuantas cosas hay allí dentro (catálogo y tienda). Los catálogos vienen desde muy lejos, son ancestrales. Hurgar en una enciclopedia virtual deja claro su procedencia y su historia. Allí usted podrá ver que los hacen desde el Imperio romano y quizás desde antes... En una ocasión entré al Museo Cooper Union de Nueva York y quedé fascinado con una exposición de electrodomésticos. Había expuesta una muestra de artefactos del hogar que habían salido de una de las producciones de la archifamosa escuela Bauhaus. Y reproducido estaba el catálogo, el mismo de 1926... Con los años fui descubriendo catálogos. En años menos distantes (hay que decirlo justicieramente), Tupperware me había puesto en contacto con esa realidad del catálogo como herramienta, aquella que da importancia al diseño desde el punto de vista de la promoción, enfatizando al diseñador como creador y hasta los logros alcanzados por los diseños de su utilería para el hogar, los cuales han gana-
Catálogo de Ikea. Formato 8” x 10”, 376 páginas, papel satinado, impreso a todo color.
do premios internacionales otorgados por su eficiencia en el uso intenso, sin causar problemas o trastornos, sin peligros y con el atractivo de las formas y los colores. Vale recordar el ergonómico descorchador de simple accionar giratorio. Ahora, con la apertura de la tienda departamental sueca que lidera el mundo de los muebles, accesorios y utilería doméstica, “cachivaches” o “tereques” (en 34 países había 239 tiendas en el 2007), me pude percatar que, además de hacer publicidad comercial, las páginas del catálogo son un permanente reconocimiento a los diseñadores. A los 17 años, el sueco Inguar Kamprad fundó Ikea, y le puso ese nombre tomando las primeras letras del suyo propio, más la primera letra del nombre de la granja y de la aldea donde nació y se crió (Elmtaryd y Agunnaryd). El alto concepto que se tiene en Ikea del diseñador, usted lo descubre en la página 11. Allí está Gillis Lundgren, quien
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La diseñadora sueca Annika Growell diseñó un juego de dos mesas que se pueden juntar para ganar espacio, con tablero de chapa duradero, resistente a las manchas y de fácil limpieza. Abajo, Michael Warmhammar es el diseñador de la percha Grundtal que se cuelga de las puertas y está forrada para no rayarla.
Erika Pekkari diseñó este aplique pantalla de lámpara inspirada en la naturaleza, y con la intención de que luciera bien estando encendida como apagada. Abajo, Anna Efverlund y Ola Wihlborg, en su búsqueda de una nueva forma de usar el papel, diseñaron una serie de lámparas en diversas formas, funciones y tamaños.
Ehlén Johansson diseñó este armario que califica como divertido, funcional y misterioso al mismo tiempo, apropiado para coleccionar cosas. Está hecho de abedul macizo que embellece con el tiempo. Abajo, Marcus Arvonen es el creador de esta lámpara que al encenderse simula el sol cuando brilla entre las copas de los árboles.
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El mundo del diseño en el que incursionan los arquitectos es muy vasto. Los muebles y la utilería del hogar aquí presentada pueden dar una idea del grado de compromiso que algunos arquitectos han tenido con el diseño industrial. Wright, Saarinen, Rossi, Rietveld, Jacobsen, Graves, los Eames y Breuer se destacan en estas ilustraciones con una exquisita sensibilidad para el diseño de peculiaridades, tratando siempre de entender las época respectivas de sus realizaciones e imaginando el ambiente que los rodeaba. Un detalle permitiría apreciar más estas singulares concepciones. Saarinen propone el grupo de butacas tipo pedestal abrumado por la “triste aglomeración de patas” que hay en los interiores domésticos, los cuales propuso limpiar un poco con esta popularizada propuesta.
Sobre la Bauhaus La Bauhaus de los últimos años, en Dessau, fue considerada una escuela de pensamiento esencialmente político. Su último director (en suelo alemán, puesto que se intentó, sin éxito, reinstalarla en Estados Unidos) fue Ludwig Mies van der Rohe. Insistió en darle vida a la escuela y luego de su clausura en Dessau (el 22 de agosto de 1932), en complicidad con su socia, Lily Reich, la mudó a Berlín, en un riesgoso acto que intentaba demostrar a simple vista que era esa una escuela apolítica y hasta la identificó como “Bau und Ausbau” (construcción y desarrollo). Pero una vez allí no pudo convencer a los censores del régimen: la Gestapo hizo una redada buscando material prohibido de índole comunista y, aunque no encontró nada, precintó el edificio. De común acuerdo, sus profesores decidieron cerrarla, lo que se hizo definitivamente el 19 de julio de 1933. Desapareció acosada por los nazis que la encontraban subversiva. Para los que ven en el diseño más que una herramienta, era un arma de potencialidades insospechadas (y lo es...).
Ajustable laminado de madera para una silla s encilla, 1955, para Asko. Tapio Wirkala, Finlandia (1915-1985).
Famosa (pero incómoda) silla Red/Blue, 1918-1923. Trabajo independiente. Gerrit Thomas Rietveld, Holanda (1888-1964). Casa Schröder, 1924, Utrech, entre otras obras.
diseñó, hace 30 años, un mueble modular y organizador, popularizado con el nombre de Billy. En la siguiente aparece Noboru Nakamura en un recuadro y muy sonriente, aparentemente ruborizado (aunque la foto es en blanco y negro). Ha sido el responsable del diseño de un flexible mueble o poltrona de auto fuelle, de estilizado perfil, que denota su ergonómico ajuste anatómico. No pretendo describir aquí todo lo que vi en el catálogo de referencia. Pero debo insistir en lo reconfortante que es saber que hay instituciones, empresas y entidades que nunca olvidan a los que han pensado para producir los resultados que se convierten en estandarte de calidad de las mismas. En consecuencia, es justo insistir en acotar que en el catálogo de Ikea se rinde pleitesía, y por sus nombres, a los diseñadores. Y eso es notable y hay que reconocerlo. Y entonces usted se ve en la necesidad de preguntarse sobre el desolado panorama del diseñador y
los diseños contemporáneos locales (ni siquiera quise ponerle nacionalidad). ¿En qué situación se encuentra la “industria” del mueble de la República Dominicana? No hay que ser muy acucioso para demostrarse a sí mismo que no hay tal “industria”. Los contados fabricantes de muebles locales se copian a sí mismos desde hace años. No producen nada novedoso ni funcional, ni atractivo, ni económico ni reciclable, ni ecológico, ni alternativo. Así de simple. Una “feria” del mueble da ganas de llorar por sobria, casi funesta, pasada de moda, profusamente victoriana (aquí sí cabe esa etiqueta) y, aun más lejos, con muebles imperiales, copias de los reinados europeos, de gruesas patas, torneados, con formas de animales salvajes, grotescos, pesados, oscuros, caros, inmanejables... bodrios perfectos, adefesios del hogar que la gente siguió sin alternativa. Por eso la horrenda silla de plástico apilable ha inundado el paisaje
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Popular silla Tulipán (Grupo Pedestal), 19551956, para Knoll. Eero Saarinen, Finlandia (1910-1961). Terminal de TWA, 19561962, en Idlewild, Nueva York, entre otras obras.
urbano nacional con su desparpajo de informalidad y usted la encuentra en ocasiones solemnes, a lo sumo recubierta de tela, y desprejuiciadamente colocada en las bocas de las cuevas de los peloteros en el play, sobre el borde de las canchas deportivas y, por supuesto, en los velatorios populares. Pero no solo son de muebles nuestras carencias. En este país se quiso hacer una vez una camioneta y salió un artefacto de bordes filosos, un verdadero peligro público sin sentido de lo aerodinámico, que parece que utilizaba motores ensamblados de marcas aceptables y quizás por eso la “Cacique” (que era su nombre) pudo sobrevivir algunos años. Su “diseñador”, un hombre de los cuarteles, general retirado y escultor por afición, creyó que era lo mismo “diseñar” una tanqueta que una camioneta, y ahí estuvo el desatino. No creo que tengamos un solo electrodoméstico hecho aquí, y recuérdense los zapatos italianos “hechos aquí” que creo que es lo único bueno que hemos
Impresionante vajilla del Hotel Imperial, 1922, para Noritake. Frank Lloyd Wright, Estados Unidos (18671959). La Casa Kaufmann o de la cascada, 1936, Bear Run, Penn, entre otras obras.
Elegantes cafeteras (Las Cónicas) y alegorías, 1984, para Alessi. Aldo Rossi, Italia (19301997).
tenido siempre, zapaterías artesanales e industriales... los tenis de Celso Pérez –no se si aún existen– “Paseo”, “Siete Vidas” y “Campeón” dieron para muchas pisadas y, junto a los zapatos Mocashop, que, como su nombre lo indica, eran mocanos, llenaron una época, por lo menos en el Cibao donde rivalizaban con los de una cooperativa de San Francisco de Macorís conocida por sus siglas: Cooproca. Ha pasado el tiempo... Las escuelas de artes y oficios desaparecieron. Eran parte integral de la enseñanza hostosiana
introducida desde antes de la dictadura de Trujillo, pero mantenida por ésta, aunque a medias, ante la garantía de los resultados obtenidos. La artesanía local estuvo cerca de patentarse como buena conductora hacia una industrialización necesaria que abaratara costos y pusiera a la disposición de las mayorías, trabajos producidos en serie que pudieran ser de utilidad práctica en los hogares dominicanos. Pero aquella vez todo quedó en el discurso propagandístico de las políticas de turno, como van quedando ahora los discursos propositivos de una educación que se contrae cada vez más. Hace poco, terminando una jornada de “Latido Urbano”, en el programa de TV Metrópolis (canales 17 de Telecable Nacional y 47 de Aster) que conduce la doctora Carmen Imbert Brugal (programas que se pasan a las once de la noche y al siguiente día, a las siete de la mañana), conversábamos con el arquitecto Jaime Gracia sobre la incidencia o trascendente
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Ultra famosa silla Wassily, 1925-1927, para Standard-Möbel y Thonet. Marcel Breuer, Hungría (1902-1981). Sala Conf. Univ. del Bronx, 1957-1961, Nueva York, entre otras obras.
impacto de la Bauhaus en el diseño industrial, mucho más que en el arquitectónico (que es por el que se la recuerda). Aquella escuela alemana de diseño integral revolucionó las artes desde su surgimiento en 1908 como Kunstgewerbeschule, en la localidad de Weimar y bajo la dirección de Henry van de Velde (Amberes, 1863-1957), aunque luego debió cerrar sus operaciones en 1915. Le sobrevivía la Hochschule für Bildende Kunst, en la misma localidad. Al momento de su cierre, un espabilado arquitecto de 32 años, Walter Gropius (Amberes, 1883-Cambridge, 1969), mantuvo contacto con dicha escuela hasta lograr refundirla con otra, la Kunstgewerberchule, al aceptarse sus recomendaciones de crear una institución educativa que asesorara a la industria y al comercio produciendo resultados de alto valor estético mediante el empleo adecuado de las “artes aplicadas”. El Grobherzogliches Sächsisches Staatsministerium (que sería como el Ministerio de Educación) dio el
Posmoderno molinillo de pimienta, 1988, para Alessi. Michael Graves, Estados Unidos (1934). Casa Kalko, años setenta, Nueva York, entre otras obras.
Aligerado perfil de la conocidísima silla LCW, 1945, y la archifamosa butaca y otomana, 1956, para Herman Miller. Charles Eames (19071978) y R a y E a m e s (1912-1988), Estados Unidos. Casa Meyer, 1936, Huntleigh, San Luis, entre otras obras.
visto bueno al proyecto y surgió la Staatliches Bauhaus. Las peripecias de esta revolucionaria concepción de la enseñanza fueron muchas. Desde las diferencias de enfoque profesionales (“cada cabeza es un mundo”) y los intereses previamente creados tanto técnicos como industriales, pasando por el ego de sus “maestros” (los hubo hasta místicos) y los celos de las autoridades en su afán de prohibir y coartar libertades, motivaron reacciones adversas en aquellos tiempos difíciles para la Alemania de la Europa de entre guerras, que era un país ya vapuleado antes por
una derrota anticipadamente prescrita que humilló el sentimiento nacional. El modelo de pensamiento que se alternaba en la dirección de la escuela chocaba de frente con el nacional socialismo de la Alemania ya en camino al hitlerismo. La búsqueda del perfeccionamiento y las tendencias de excelencias alcanzadas bajo la dirección de los arquitectos y artistas (*) que la condujeron entre 1919 y 1933, cuando las presiones políticas obligaron a su cierre definitivo, influyen aún porque realmente dejaron escuela, sucesores, herencia cultural que se irradió quizás impulsada por la diáspora que produjo el estallido de la Segunda Guerra Mundial y las persecuciones desatadas en contra de los liberales, comunistas, judíos y opositores políticos que sostenían con sus ideales la Bauhaus. Cuatro años después de que la escuela dirigida por Henry van de Velde cerrara por presiones económicas, Gropius la dirigiría en una primera fase que
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30 años de vanguardia: Ericofon, 1954, para Ericsson. H. Blomberg (1807), R. Lysell (1907-1987) y G. Thames (1917), Suecia.
culminó en 1923 marcando el final del período expresionista. Vinieron entonces dos años de transición y evaluaciones, exposiciones justificativas y defensas de los resultados éticos de la escuela que, siendo estatal, se revertía conceptualmente contra el statu quo social. Cuando en Weimar ganó el Partido Nacional Socialista, las nuevas autoridades redujeron en un 50% la subvención estatal, y Gropius, severamente disgustado, se mudó a la localidad de Dessau (más cerca de Berlín solo en distancia), donde gobernaban los socialdemócratas que eran mucho más permisivos y favorables al liberalismo educativo. Fue allí donde el salto se hizo inmensamente más productivo, puesto que si bien la municipalidad les aseguró recursos de un plan de asistencia norteamericano (Plan Dawes) muy generoso, lo hizo condicionando sus resultados en cuanto a que les sirvieran para autofinanciar el resto de sus necesidades, comercializando
Vistosa grapadora “John II”, 1997, para Acco. Ross Lovegrove (Inglaterra, 1958).
Esenciales cubiertos de acero inoxidable, 1957, para Georg Jensen. Silla modelo nº 3107, serie 7 para Fritz Hansen, 1955. Arne Jacoben, Dinamarca (1902-1971). Royal Hotel, 1959, Copenhague, entre otras obras.
su producción en el sector local. El éxito fue rotundo y en solo un año empezaron construyendo el inolvidable complejo arquitectónico de su campus, diseñado por Gropius (por supuesto) con estructuras prefabricadas que dieron una imagen inequívoca de racionalismo y abrieron las puertas a la segunda gran fase de la Bauhaus, el funcionalismo. A ese campus se quiso parecer la Universidad de Santo Domingo cuando la empezaron a principios de 1950 (ahora es un collage del peor gusto).
La Bauhaus editó, en 1926, un memorable catálogo diseñado por Herbert Bayer, y el catálogo de Ikea me hizo recordar aquella y otras situaciones. Aquel estaba lleno de realizaciones para el mundo industrial del momento, éste está lleno de realizaciones para el globalizado mundo del consumo actual. Hay aquí cosas que no son ni caribeñas ni antillanas, pero gustarán igual que si estuvieran pensadas para el norte de Europa. Los mercados ahora cierran filas de consumo masivo, antes no era así... (A) (*) Algunos de los más notables maestros de la Bauhaus, aparte de los ya citados: Johannes Itten, Lyonel Feininger, Gerhard Marcks, Georg Muche, Paul Klee, Oscar Schlemmer, Wassily Kandinski, Josepf Albers, László Moholy-Nagy, Gerrit Rietveld, Theo van Doesburg, Ludwig Mies van der Rohe, Hannes Meyer y Marcel Breuer. Bibliografía necesaria (y obligatoriamente) consultada: 1.- Catálogo Ikea 2010 2.- Diseño del siglo XX. Charlotte y Peter Fiel. Taschen de Italia, ISBN 3-8228-5833. 3.- Diccionario de arquitectos de la antigüedad a nuestros días. GG, Colección Estudio/Paperback. Barcelona, 1981.