Las calles de la capital japonesa constituyen un ambiente cosmopolita como pocos en el mundo. Debido a las características propias y a los esquemas de “hacer ciudad”, se ubican codo a codo templos antiguos, rascacielos y vivienda pública. Un paisaje variado que no sorprende en el que, por lo menos en apariencia, la cantidad de productos sobrepasa el espacio disponible. Dentro de esta miscelánea urbana, y sin reparar en quién ha sido el diseñador de tal o cual edificio, encontramos que la “hechura”, la “variedad” y el “azar” conforman el llamado “streetscape” de la capital nipona.