Guajaca (Tillandsia usneoides) creciendo sobre roble vivo (Quercus virginiana) en un jardĂn de Carolina del Sur, E.U.
( paisajismo) Ninguna otra flor evoca tanta fascinación, misterio y belleza como las orquídeas. Esta familia botánica, las Orchidaceae, es la de mayor número de especies, más de veinte mil, solamente superada por la familia de los crisantemos y las gerberas, Asteraceae.1 Las orquídeas, aunque habitan principalmente en los trópicos, están dispersas por todas las regiones del mundo y los únicos confines que no han colonizado son los desiertos, las montañas de nieves perpetuas y los círculos polares. Uno de los aspectos más fascinantes de este grupo botánico son las relaciones con los agentes polinizadores. Mi ejemplo favorito es la orquídea nativa de La Española, Tolumnia henekenii, cuyas flores imitan a la hembra de cierta especie de abeja nativa (Centris sp.). Los machos de esta especie de insecto tratan de copular con la flor cuando en realidad la están polinizando. Para conocer más sobre algunos aspectos increíbles de esta familia botánica, se puede visitar la página web http://paisajismotropical.com/articulos.aspx. La belleza de estas flores cautiva a los cultivadores a tal punto que desarrollan una afición que llega al fanatismo. Esto es lo que sucedió en la Inglaterra del siglo diecinueve, cuando las primeras orquídeas tropicales llegaron de la mano de los amantes de las plantas. La aristocracia inglesa llegó a pagar sumas exorbitantes por las especies recién llegadas de los trópicos. Se emplearon exploradores botánicos que fueron enviados a las más recónditas selvas en búsqueda de estas joyas vivientes. Las pocas plantas que sobrevivían la travesía hasta Inglaterra eran cultivadas en casas de cristal que los ingleses de la época llamaban estufas. Quizá es por eso que la mayoría de las personas piensa que para cultivar orquídeas es necesario un lugar especial, un vivero, un orquideario. Si bien es necesario un invernadero para el cultivo de estas plantas en los países templados, en los trópicos, de donde son originarias más de un ochenta por ciento de estas plantas, pueden y deben estar incorporadas a los jardines. Estas flores engalanan los jardines como si fueran joyas.
TEXTO Y FOTOS: Adolph Gottschalk.
Las orquídeas en el diseño de jardines. I
Híbrido de Vanda, un grupo de orquídeas excelente para potes o canteros.
Las orquídeas como parte del jardín Las orquídeas pueden ser integradas en el paisajismo tropical de las siguientes maneras: 1. Naturalizadas en árboles y piedras. Es la forma más obvia, ya que más de la mitad de todas las orquídeas son epifitas, y algunas son litófitas. Una planta epifita es aquella que crece sobre otra planta sin ser parásita, y las litófitas (o rupícolas) son plantas que crecen sobre las rocas o piedras.
2. Como plantas de macizos o canteros (arriates o bordura). Las plantas de cantero son aquellas que plantamos en grupo en un cuadro o jardinera del jardín. Varios géneros de orquídeas son muy apropiados para ser plantados en canteros. 3. Plantadas en tarro o macetas. No me refiero a pequeñas macetas dentro de viveros, pero sí en el jardín y de dimensión importante, sesenta centímetros o más de diámetro y alto.