Añada 2012 Rioja Alavesa, por Juan Carlos López de Lacalle

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Laguardia, mayo 2013

Reflexiones y comentarios sobre la cosecha 2012 Juan Carlos López de Lacalle

La ecología e incluso la biodinámica está de moda entre el colectivo de viticultores y bodegueros de vanguardia. Y para nosotros, el respeto al entorno agronómico, a la flora y a la fauna que conviven en nuestros viñedos es nuestro objetivo e incluso nuestra obsesión. En un tiempo pasado, hemos vivido estas experiencias desde la distancia, aunque las hemos considerado nuestras, apoyando filosóficamente todos los movimientos dirigidos a preservar y mantener todas las prácticas que hicieran posible el respeto a la naturaleza. Podríamos expresar esta percepción diciendo que lo sentíamos a “flor de piel”. Pero cuando uno descubre, un poco más íntimamente, la viticultura de respeto y de convivencia, cuando sientes la necesidad de preservar la naturaleza y el conjunto de recursos naturales de las vides, el compromiso es muchísimo más profundo. Es algo así como que el viñedo y el viticultor emprenden un camino juntos para compartir el crecimiento de la vid, su posterior desarrollo, obtener el fruto y elaborar el vino. La actitud del viticultor, ante estas premisas de convivencia, no es de enfrentamiento con el viñedo ni de lucha contra los factores naturales. Por el contrario, el viticultor se une al proceso ayudando como buen compañero de viaje y amigo que presta su apoyo y comprensión en momentos de adversidad. Nuestra vivencia nos ha demostrado cómo se puede llegar a esta relación y fusión más íntima entre el viñedo y el viticultor a través del respeto y la compresión de los comportamientos de la naturaleza. Estamos seguros que cuando esto se siente en el viñedo es fácil trasladarlo a la bodega y al vino. Este podría ser nuestro objetivo: sentir y vivir la paz del viñedo y la autenticidad de sus vinos, todo ello fundamentado en el equilibrio y el respeto a la naturaleza.

Nuestro objetivo: sentir y vivir la paz del viñedo y la autenticidad de sus vinos Después de este pequeño preámbulo, me gustaría incidir en las peculiaridades climatológicas y vegetativas que cada año nos ayudan a caracterizar la nueva cosecha. Llevamos tres años consecutivos con un escaso aporte hídrico durante todo el ciclo vegetativo y este año 2012, si cabe, esta situación se ha agudizado todavía más. Se han registrado 407 l/m2 de precipitación durante esta campaña, de los cuales 80 litros se recogieron en el mes de noviembre de 2011 y otros 80 litros en el mes de octubre de 2012. Es decir, se han registrado 160 l/m2 fuera prácticamente del ciclo vegetativo activo del viñedo. En cuanto a las temperaturas y como compensación a la sequía, debemos reseñar el registro de unas temperaturas medias algo inferiores a las medias en nuestra región. Algo más benignas en invierno y con niveles más bajos que la media en el periodo estival. Pero ahora y siendo sinceros, ya no sentimos la controversia o la bondad de cada añada mediatizada por las diferencias en las condiciones climáticas en que se desarrolla el cultivo. Ahora sentimos más cercano el carácter que define ese viñedo único unido a una añada única. Es obvio, por tanto, que existen otros parámetros además de los climatológicos, que nos van a definir y descubrir el carácter de cada añada. La interacción del macro y microcosmos es obvia. ¿Cuántas veces nos preguntamos por qué una cosecha tiene un perfil tan diferente a otra cuando las condiciones climatológicas no han sido tan diferentes?


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